EL PASEO MATUTINO DOMINICAL DE LA SEÑORA ABBOT y UNA ODIOSA PARTÍCULA EN EL OJO (II)

Este es uno de los relatos que forman parte, por orden, de la serie La señora Abbot:
La señora Abbot, el doctor en casa...
Efectivamente un violinista...3
El panadero y su falso positivo...
Alcohol, no gracias...1
Alcohol, no gracias...2
Alcohol, no gracias...3
El amanecer willkommen...
La señora Abbot y el pan...1
La señora Abbot y el pan...2
La señora Abbot y el pan...3
La señora Abbot y el pan...4
La señora Abbot, el nombre del violinista...1
La señora Abbot, el nombre del violinista...2
La perspectiva hace la forma...
¿Por dónde iba...?
Ventajas y desventajas...1
Ventajas y desventajas...2
La perfecta alineación de unos zapatos...
El trastorno borderline...
La señora Abbot se va de vacaciones
El crucero cruzado, información inesperada...
El triatlón, la función musical para público especializado...
La señora Abbot, la pajarita que jugaba al póker y el momento...
Muchas pajaritas para tan poca isla...
Logaritmos neperianos...
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor I
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor II
La señora Abbot y el patrón inevitable de lo que vendrá.
La señora Abbot: tejiendo el inconsciente y sus patronistas.


La solución pasaba por acudir al especialista. La señora Abbot, con el fin de zanjar discusiones absurdas, accedió a visitar a su colega el Doctor Quant argumentando:

-Puede ser... puede ser que esté un poco distraída...

El Doctor Quant, psiquiatra alemán de prestigiosa trayectoria profesional, por deferencia hacia su colega Abbot, concertó una cita con su esposa para acallar las voces críticas de su marido y demostrar que, sin ningún género de dudas... estaba en lo cierto.

De momento, las visitas daban su fruto.
El doctor Quant, le aconsejó realizar los cambios de forma progresiva para evitar accidentes o retrocesos innecesarios. 
Desde hacía doce días, llevada por el empuje competitivo (heredado posiblemente por el espíritu familiar de deportista de élite) había conseguido no colocarse los anteojos oscuros.
Las señoras con prismáticos
Fuente: pinterest
Sin embargo, al tercer día, el accidente ocurrió.
Como resultado, el temido retroceso para su "supuesta recuperación":
Una minúscula partícula odiosa consiguió llegar hasta su ojo izquierdo y sin previo aviso se instaló en él. Esta pequeña mota poseía la particularidad de hacer que su anfitrión, el ojo de la señora, ampliase su vista, cual lupa-periscopio-catalejo-telescopio-microscopio de investigador intrépido, ampliándola a un tamaño desproporcionado para el común de los mortales.
Como buena trastornada transitoria, no dijo nada a nadie, y mucho menos a su escéptico esposo. Prefirió pasar por alto aquel incidente intentando acostumbrarse a dicha amplitud de miras. Consiguió, inexplicablemente que, durante los días sin sol, lluviosos o el intervalo laboral común, la realidad  pareciese oscura per se además de ser capaz de regular de forma natural las visualizaciones por aquella partícula instalada cómodamente en su ojo izquierdo.








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