DENIS STELLA BAQUERO MILLÁN

Sopla el viento del norte y el agua se convierte en hielo, se congelan todos los estanques y una capa los recubre. Él calcina las montañas, quema el desierto, y como un fuego devora la hierba del campo. Pero llega la nube como remedio rápido, y el rocío, después del calor, todo lo alegra. Con su sabiduría ha sometido al oceáno y ha plantado en ´le las islas. Los que navegan por el mar hablan de sus peligros, y sus relatos nos llenan de admiración, ¡qué seres tan raros y maravillosos hay allí, animales de todas las clases y monstruos marinos! Para su servicio envía a su mensajero, y por su servicio envía a su mensajero, y por su palabra todo queda en orden. (Eclesiástico 43, 20-26)

Como bandada de pájaros esparce la nieve, que se posa en el suelo como plaga de langostas. La belleza de su blancura deslumbra los ojos, y, al verla caer, se extasía el corazón. Derrama como sal la escarcha sobre la tierra, y al helarse queda en forma de pinchos espinosos. (Eclesiástico 43, 18-19)

 Cuando quiere, sopla el viento del sur, el huracán del norte y los ciclones. (Eclesiástico 43, 17b)

El estallido de su trueno estremece la tierra, a su vista se tambalean las montañas. (Eclesiástico 43, 16-17a)

  Con una orden suya hace caer la nieve; según su decreto fulmina los rayos. Por eso se abren sus depósitos, y las nubes vuelan como pájaros. Con su grandeza condensa las nubes, y se desmenuzan las piedras de granizo. (Eclesiástico 43, 13-15)

Mira el arco iris y bendice a su Hacedor; ¡que maravilloso esplendor! Rodea el cielo con un arco de gloria, tendido por las manos del Altísimo. (Eclesiástico 43, 11-12)

Belleza del cielo es el resplandor de las estrellas, radiante ornamento en las alturas del Señor. Se mantienen fijas según las palabras del Señor y no abandonan su puesto de guardia. (Eclesiástico 43, 9-10)

También la luna: siempre fiel en sus fases, para marcar los tiempos, señal eterna. La luna es quien señala las fiestas, astro que mengua después del plenilunio. De ellas reciben los meses su nombre; ella crece maravillosamente cuando cambia, como estandarte del ejercito celeste que brilla en el firmamento del cielo. (Eclesíastico 43, 6-8)

Orgullo de las alturas es la transparencia del firmamento, contemplar el cielo es un espectáculo magnífico. El sol cuando despunta proclama: ¡Qué admirable es la obra del Altísimo! Al mediodía reseca la tierra; ¿Quién puede resistir a su calor? Para los trabajos de forja se atiza el horno, pero tres veces más el sol abrasa las montañas; despide vapores ardientes, ciega los ojos con el resplandor de sus rayos. Grande es el Señor que lo ha creado, y cuya palabra dirige su rápida carrera. (Eclesíastico 43, 1-5) 

JESÚS:  -¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo explicaremos?.Es como un grano de mostaza que, en el momento de sembrarlo, es más pequeño que cualquier semilla que se siembra en la tierra. Pero una vez sembrado, crece y se hace mayor que todas las hortalizas, y hecha ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra. - Mateo 13, 31-32 - Marcos 4, 30-32 - Lucas 13, 18-19 - (Ezequiel 17, 23 y 31, 6)

Un abismo llama a otro abismo en medio del fragor de tus cascadas, todas tus olas y tus crestas han pasado sobre mi. (Salmo 42-43, 8)

Harto estoy de vivir con los que odian la paz. Si yo hablo de paz, ellos prefieren la guerra. (Salmo 119, 169)

Grande es tu ternura, Yahvé, dame vida conforme a tus juicios. (Salmo 119, 156)

Me adelanto a la aurora y pido auxilio, espero en tu palabra. (Salmo 119, 147)

Trata a tu siervo según tu amor; enséñame tus preceptos. Soy tu siervo, hazme entender y aprenderé tus dictámenes. (Salmo 119, 124-125)

Que me alcance tu ternura y viviré, porque tu ley es mi delicia. (Salmo 119, 77)

Tu palabra es antorcha para mis pasos, luz para mi sendero. (Salmo 119, 105)

Considero bien ser humillado, para así aprender tus preceptos. (Salmo 119, 71)

Recorro el camino de tus mandatos, pues Tú dilatas mi corazón. (Salmo 119,32)

Llegue mi grito ante Ti, Yahvé, por tu palabra hazme comprender. (Salmo 119, 169)