Ébola, zombis e incompetencia: así comienza también World War Z

Actualizado: miércoles, 8 octubre 2014 15:30
icle class="NormalTextoNoticia" id="CuerpoNoticia" itemprop="articleBody">

MADRID, 8 Oct. (Portaltic/EP) -

   World War Z saltó al cine convertido en una superproducción protagonizada por Brad Pitt y por un sinfín de persecuciones de zombis, accidentes y espectaculares catástrofes. Sin mucho más. Sin embargo, en el papel, la obra de Max Brook es un interesante ensayo sobre cómo reaccionaría el mundo ante una infección que crease muertos vivientes antropófagos.

   En World War Z, el mundo, básicamente, no está preparado para una infección de estas características. Y no solo por recursos limitados, que también, sino por incompetencia y el sentimiento de superioridad de la raza humana. En World War Z, sencillamente, los seres humanos, especialmente los dirigentes y clases altas, los que tienen el margen de decisión en el estallido de la epidemia, no conceden a la infección la importancia que merece.

   En las páginas de World War Z, el lector es testigo, a través de los ojos de un periodista ficticio, de cómo surge el paciente cero, se presentan informes y se trata de alertar a los gobernantes sobre el peligro; de cómo millonarios viajan a otro país para recibir clandestinamente órganos infectados o del papel que juega el tráfico de seres humanos en la propagación de la epidemia.

   ¿Verdad que resulta creíble? ¿Verdad que si ocurriese algo así, si hubiese un virus zombi, si hubiese un virus mortal que pudiese acabar con todo el mundo, resulta plausible que quienes tienen la capacidad de maniobra no le diesen la importancia correspondiente o que no actuasen con la celeridad y competencia necesarias? Resulta tan posible como que un ministro se vaya a la playa en mitad de la crisis de ébola, tras la alerta la OMS, como hizo Ana Mato durante la repatriación del sacerdote Miguel Pajares.

   No es lo único que en esta historia une realidad y ficción. También la sombra de los zombis planea ahora sobre la epidemia de ébola, aunque seguramente se trate de la unión de la paranoia y los ansias de los medios de comunicación por captar lectores. Medios locales africanos están informando de que dos fallecidas por ébola, de 40 y 60 años, en comunidades separadas en el condado de Nimba, Liberia, "resucitaron". Sus cuerpos desaparecieron de los lugares donde yacían y hay testigos que dicen que las vieron andar.

   Quizá esta "noticia" no te haya llegado aún; no es de extrañar, porque no se puede calificar como un hecho contrastado del que deban -debamos-, de momento, hacerse eco los medios de comunicación. Los médicos no han alertado de que el ébola tenga este tipo de síntomas y que convierta a los afectados en una especie de muertos vivientes; y desde luego que nosotros no hemos podido comprobar si se trata de paranoia o si realmente algo extraño ha pasado con estas víctimas del virus. Por eso esta historia no centra este texto, sino que solo lo queremos usar como argumento.

   Ahora imagina que realmente hubiese pasado, que realmente estas dos fallecidas se hubiesen levantado una vez muertas y se hubiesen puesto a andar por la calle. ¿Lo creerías? Por supuesto que no. Pero, ¿alguien está investigando si eso es cierto o directamente se ha descartado porque resulta, efectivamente, disparatado? Más bien sería la típica locura que es fácil desdeñar porque es disparatado y también cómodo, como es sencillo no supervisar debidamente el traslado de un peligroso enfermo de ébola o no dar respuestas cuando se produce la primera infección fuera de África.

   Quizá este último, el de las supuestas zombis, sea un ejemplo disparatado, por lo inédito, de lo que deberían hacer los responsables de frenar una epidemia de ébola a nivel global. Pero es otro ejemplo con gancho del descuido y arrogancia de un ser humano que parece que se cree por encima de todo, que descuida los detalles y los protocolos, como está pasando. Y que, además, después de hacerlo decide sacrificar a un perro en contacto con el virus, en lugar de aislarlo y estudiarlo para saber hasta qué punto los animales que tengan ébola en su organismo pueden afectar a la propagación de la enfermedad.