Puntadas sin hilo

La agresión al candidato del PP

Como persona medianamente culta, rechazo sin ambages la agresión al candidato del PP al Gobierno de España. Pero me gustaría conocer qué opina la totalidad de españoles si se les pudiera consultar en secreto o se les hiciera la prueba del polígrafo.

La violencia y la velocidad constituyen las señas de identidad de nuestro tiempo. Un adolescente ha visto en la televisión cien mil asesinatos y un millón de actos violentos al llegar a los dieciséis años. En películas de gánsters o del Oeste vemos sin repudiarlos miles y miles de puñetazos. En los videojuegos el jugador arbitra la violencia a su gusto. Ha habido uno en que el desarrollo y final del la Guerra Civil española se podían modificar a criterio del jugador. En el deporte la violencia forma parte de la normalidad, comenzando por la violencia del racismo. La violencia mundial es constante. La capacidad de agresión y de destrucción llega a límites aterradores que consideramos necesarios. La industria de guerra es de las más florecientes y poderosas. Vivimos en un mundo en que el que tiene la fuerza tiene la razón y, consecuentemente, la legalidad. La Historia de las naciones, incluida España, no es sino una sucesión de sangrientas violencias.

Esta agresión contra el candidato del Partido Popular nos debería llevar a reflexionar sobre la violencia política. Nos escandalizamos por un puñetazo, pero no por un desahucio. Ni con una reforma laboral que deja inermes a los trabajadores. O con la supresión de ayudas a personas físicamente dependientes. No entiendo por qué el puñetazo es más condenable que éstos y tantos otros casos de violencia política real que admitimos con indiferencia.

El señor Rajoy debería meditar por qué no le quieren, qué tiene ese chico inculto contra él, por qué vuelca su instinto de agresión en ese puñetazo. Ese fuerte crochet no tiene justificación, pero la política engendradora de violencias sociales por parte del poder tampoco. El señor Rajoy debería pensar siquiera fuese un instante si su política ha sido un éxito o un fracaso, y qué propone si vuelve a ser elegido. Y no sé yo si esa repulsa unánime habría sido la misma si el agredido hubiera sido otro candidato. Proclamamos que la violencia no cabe en democracia, pero la practicamos a diario y con mayor alevosía que un puñetazo indefendible. El mundo es violento y no vamos camino de atemperarlo. Solo utilizamos la cultura-incultura de la represión, y no la de la educación.

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