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martes, marzo 20, 2018

PRM en la mira

El Partido Revolucionario Moderno (PRM), que no es ninguna de las dos cosas,  proyecta y predica la intención de ser diferente, de sentar precedente en la política criolla. El dilema es que los  lastres de origen, las viejas  prácticas antidemocráticas  traicionan la buena intención y cualquier idea de marcar distancia. Se sabía que la primera  convención del domingo del partido que lideran Abinader e Hipólito sería un evento complejo, de muchos riesgos, y que por los disgustos y los imprevistos de organización que podrían ocurrir, estaba frente a un gran reto.
Pudiera decirse que el PRM pasó la prueba, porque hubo problemas de organización del evento, pero no de agresión o enfrentamiento entre compañeros. Eso solo es ganancia. Ahora bien, si el PRM quiere ser - y demostrar- que es diferente- lo primero que debe hacer es acabar con las viejas prácticas caudillistas, donde la democracia interna está secuestrada por  las cúpulas partidarias, que son las que imponen lo que se hace o se elige, ya sea bajando líneas a sus parciales o a través de señales no escritas que los “compañeros” habrán de interpretar y acatar (¿). Hasta ahora, ni en el partido de gobierno ni en los de la oposición hay un debate político, en todos lo que se debate - o se busca- es el control del poder. Se filtró el domingo que en unas doce provincias no se había podido votar por falta de los materiales, aunque el presidente de la convención, Tony Raful, dijo satisfecho en el primer boletín  que de unos 382 organismos, solo en unos 35 no se había podido participar. Lo del pacto o acuerdo no escrito entre Hipólito y Luis para llevar a Paliza y a Carolina a la presidencia y a la secretaría general del PRM, respectivamente, sin dudas que influiría sobre los resultados finales, al margen de simpatías que se tuvieren en la base o de los méritos reales del grupo de aspirantes. De seguro que otros - y sin disgustos y sin el sabor amargo por el cierre de oportunidades - hubieran sido los números, si el grupo se bailotea en la base y se rasca con sus propias uñas. Hasta prueba en contrario, lo que ocurrió en el PRM - a contrapelo de la democracia interna y del nuevo estilo ofertado - fue una imposición de las cúpulas que comparten Mejía y Abinader. ¿Qué dirán aquellos a los que se les negó la oportunidad?
Por Luis Encarnación Pimentel ;-
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