Desde hace tiempo se viene hablando con insistencia de ética en los negocios, y las que organizaciones y empresas son vistas cada vez más como espacio idóneo para la moral vivida y pensada.

La evolución que se ha producido es evidente: hace tan solo unos años, hablar de ética en la empresa era considerado algo así como un juego de palabras e incluso como una paradoja.

Hoy, sin embargo, y aunque todavía hay escépticos que lo consideran una moda pasajera, no se puede negar que estamos asistiendo a la emergencia de preocupaciones que van más allá del puro beneficio económico.

Lo cierto es que poco a poco la empresa ha ido comprendiéndose a sí misma como una organización, como un grupo humano orientado por unos valores, cohesionado por una cultura organizativa, dispuesto a satisfacer necesidades y a obtener por ello un beneficio, pero también dispuesto a asumir responsabilidades con el entorno.

En consecuencia, podemos afirmar que para la gestión empresarial es fundamental el comportamiento ético y ello se refleja en una estrategia de gestión que se plantea metas, procedimientos y resultados, no sólo económicos, sino también sociales y medioambientales.

Llegados a este punto, es importante aludir a la ley y al cumplimiento de la legalidad, así como a su relación con la ética. Al fin y al cabo, las ganancias no están reñidas con el comportamiento ético.

No podemos olvidar que la interacción entre empresa y sociedad es un binomio que garantiza el estado del bienestar y que las empresas somos constructores de esta sociedad que nos rodea.

pedroa@ceoe-tenerife.com