El cuadro describe una escena donde aparece el dios Baco que corona con hojas de hiedra, a uno de los siete borrachos que lo rodean; podría tratarse de un poeta inspirado por el vino. Otro personaje semimitológico observa la coronación. Algunos de los personajes que acompañan al dios miran al espectador mientras sonríen.
En la obra se representa a Baco como el dios que premia o regala a los hombres el vino el cual libera de forma temporal a los hombres de sus problemas. En la literatura barroca, Baco era considerado una alegoría de la liberación del hombre frente a su esclavitud de la vida diaria. Puede que Velázquez realice una parodia de dicha alegoría, por considerarla mediocre.
El dios está metido en la obra como una persona más dentro de la pequeña celebración que se representa pero proporcionándole una piel más clara que a los demás para reconocerlo con mayor facilidad.
La escena puede dividirse en dos mitades. La de la izquierda, con la figura de Baco muy iluminada está cercana al estilo italiano inspirado en Caravaggio. Baco y el personaje que queda detrás aluden al mito clásico y están representados de la manera tradicional. Destaca la idealización en el rostro del dios, la luz clara que lo ilumina y el estilo más bien clasicista. La parte de la derecha, en cambio, presenta a unos borrachines, hombres de la calle que nos invitan a participar en su fiesta, con un aire muy español similar a Ribera. No hay en ellos ninguna idealización, sino que presentan rostros avejentados y desgastados. Tampoco se mantiene en este lado la clara luz que ilumina a Baco, sino que estas figuras están sumidas en un claroscuro evidente. Además, lo trata con una pincelada más impresionista.