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Antologías didácticas

Reflexiones sobre aspectos del desarrollo
de la competencia comunicativa oral en el aula
de español como segunda lengua (1 de 9)*

Jane Arnold y M.ªCarmen Fonseca

Introducción

La búsqueda de las respuestas a qué es y a cómo se adquiere la competencia comunicativa ha sido desde los años sesenta un elemento central en el campo de la lingüística aplicada (Hymes, 1971; Canale y Swain, 1980; Canale, 1983; Savignon, 1983; Ellis, 1985; García Santa-Cecilia, 1995; Bachman, 1990; Omaggio, 1993; Council of Europe, 2001). Esto ha tenido como resultado un considerable avance en el desarrollo del concepto de competencia comunicativa y en el conocimiento de sus componentes, pero aún se buscan fórmulas o propuestas prácticas para el profesor de idiomas sobre cómo ayudar al alumno a adquirir la competencia comunicativa oral en el aula.

Este artículo parte de la tesis inicial planteada en los enfoques humanistas y subyacente a las teorías del constructivismo social que la enseñanza de idiomas se hace más efectiva si se implica a toda la persona, es decir, si se tiene en cuenta lo cognitivo y lo emocional. Esta visión del proceso de adquisición de una segunda lengua concede al aprendiente un papel activo y conlleva la idea de que la competencia comunicativa oral se adquiere hablando. De hecho, se considera que la producción oral puede ser un factor esencial en promover el aprendizaje de una L2 (Skehan, 1998). En este trabajo se analizarán algunos de los elementos necesarios para que un input significativo tenga un efecto en la competencia transicional del alumno, para que este sienta una inclinación a participar en la clase y para que llegue a desarrollar la competencia comunicativa deseada. Se hará hincapié en la necesidad de tener en cuenta los aspectos no solo lingüísticos sino también sociales y afectivos para abordar los obstáculos que pueden presentarse en el aprendizaje del español como segunda lengua. Se considerará especialmente el contexto del inmigrante y su problemática particular como aprendiente de una nueva lengua y también de una nueva cultura.

Las implicaciones didácticas que se sugieren parten de la premisa de que será más factible estimular el deseo de participar del alumno si el docente incluye tareas que se adecuen a las necesidades e intereses del alumnado, que tengan en cuenta los componentes y las funciones del lenguaje y cuyos objetivos no solo sean de naturaleza lingüística sino también vital (Stevick, 1998). Se trata de convertir el aula en un lugar al cual el alumno quiera pertenecer (Puchta, 2000), donde el desarrollo integral de los alumnos como personas que van a conocer una lengua y cultura concretas potencie el desarrollo de la competencia comunicativa de la lengua.

Breve historia de la competencia comunicativa: su definición
y sus elementos

El término de «competencia comunicativa» es acuñado por Hymes en 1967 para profundizar en los conceptos de competencia y actuación propuestos por Chomsky en 1965. Una primera definición hace referencia a la capacidad de producir e interpretar mensajes de forma interpersonal en un contexto determinado (Hymes, 1971).

En su conocido planteamiento, Canale y Swain (1980) y Canale (1983) subdividen la competencia comunicativa en cuatro componentes:

  • La competencia gramatical o el conocimiento lingüístico de los elementos léxicos, morfosintácticos, fonológicos y semánticos.
  • La competencia discursiva o la habilidad de combinar ideas de forma cohesiva y coherente.
  • La competencia sociolingüística o la capacidad de adaptación de un discurso a un contexto específico.
  • La competencia estratégica, que es la que hace referencia a las tácticas verbales y no verbales que son usadas para compensar problemas comunicativos.

Una implicación obvia de esta subdivisión de la competencia comunicativa es que una enseñanza basada exclusivamente en la instrucción explícita de reglas gramaticales no favorece el desarrollo de la competencia comunicativa, puesto que lo que se trabaja es solo una competencia —la gramatical— y se olvidan las otras tres.

Savignon (1983) ha clasificado la competencia comunicativa como un concepto dinámico que depende de la negociación del significado entre varias personas. Se vuelve así a aludir a la necesidad de ofrecer en el aula tareas que promuevan la interacción, ya que se considera la competencia comunicativa como un elemento de base interpersonal. Ellis (1985) coincide con Savignon (1983) en que la competencia comunicativa posee varios niveles de desarrollo y se refiere al concepto de competencia transicional de los alumnos acuñado por Corder (1967). Selinker (1972) denomina interlengua esta noción del conocimiento sistemático de la L2 que el alumno va adquiriendo y que se encuentra entre lo que sabe de su lengua materna y lo que está aprendiendo de la lengua meta.

Bachman (1990) presenta lo que actualmente es uno de los marcos teóricos más completos para comprender las distintas variables que afectan la «habilidad de comunicación lingüística» (Bachman, 1990). Tres son los componentes básicos de su modelo:

  • La competencia del lenguaje o las distintas capacidades de naturaleza organizativa y pragmática que se necesitan para comunicarse mediante
    el lenguaje.
  • La competencia estratégica o las capacidades metacognitivas en las que se apoya la adquisición de una lengua.
  • Los mecanismos psicofisiólogicos que son imprescindibles para el uso comunicativo del lenguaje.
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  • (*) En Lorenzo, F. El desarrollo de la competencia lingüística y comunicativa en el aprendizaje de español como L2. Madrid: Edinumen, págs. 45-60. volver
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