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Cómo mitigar el estrés térmico con la alimentación

Investigadores recomiendan estrategias nutricionales ricas en minerales que contengan potasio y zinc para evitar pérdidas económicas por las altas temperaturas que se registran en los sistemas pecuarios extensivos.
Martes, 17 de abril de 2018 16:32

Por Pablo Roset (SLT-Fauba).

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Por Pablo Roset (SLT-Fauba).

El estrés calórico es uno de los problemas más preocupantes que enfrenta hoy la producción pecuaria en el mundo. En primer lugar, porque gran parte de la ganadería se desarrolla en áreas tropicales y subtropicales, donde es una actividad económica clave; en segundo lugar, porque las condiciones climáticas previstas para esas regiones a mediano plazo son muy adversas. Para los Estados Unidos representa una pérdida de 4.000 millones de dólares al año; para la Argentina, 500 millones de pesos, y para otros países es una amenaza directa a la seguridad alimentaria.

Lance Baumgard, profesor de la Iowa State University (EEUU), visitó la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) para dictar un curso de posgrado en la Maestría en Producción Animal de la Escuela para Graduados “Alberto Soriano” (EPG). Entrevistado por el sitio de divulgación científica Sobre La Tierra (SLT), profundizó en las consecuencias del estrés ambiental en la producción ganadera y explicó cómo en un país como el nuestro, con producción pecuaria extensiva y mucha insolación para los animales, estrategias dietarias ricas en minerales como potasio y zinc permitirían mitigar los efectos nocivos del exceso de calor.

“El estrés por calor es un problema económico grave para los productores y para los países. Tanto las vacas lecheras como las de carne, los cerdos, las cabras, las ovejas, las gallinas y los pollos sufren el exceso de calor. Este es un estrés que disminuye marcadamente las tasas de crecimiento, por lo cual todos los parámetros de importancia económica para el productor decrecen. Además, los animales sufren malestares y hasta, incluso, pueden morir. En este sentido, es clave reducir el estrés calórico durante el verano, ya sea a través de instalaciones, de aumentar el área sombreada o de la dieta”, manifestó Baumgard.

“El manejo de la dieta para disminuir los efectos del estrés calórico es particularmente importante en países como la Argentina, donde la ganadería se lleva a cabo, en gran medida, de forma extensiva. En estos sistemas de producción, los animales están expuestos a la radiación solar durante mucho tiempo, dada la baja proporción de superficie con sombra por montes forestales o instalaciones específicas”, sostuvo.

El investigador explicó que los animales cambian su comportamiento para tolerar el estrés térmico y que, al mismo tiempo, experimentan cambios en su metabolismo. Cuando la temperatura ambiental es elevada, el ganado comienza a transpirar, que es su mecanismo natural para mantenerse fresco. Pero la transpiración excesiva produce pérdidas sensibles de potasio, un elemento que le permite regular las pérdidas de agua. Si el “recalentamiento” prosigue, los animales se deshidratan y sufren diversos problemas orgánicos. Por eso, las dietas ricas en potasio permiten que los animales transpiren normalmente y se mantengan frescos en períodos de altas temperaturas”.

Por otra parte, el científico se refirió a otro elemento clave para contrarrestar las consecuencias de las altas temperaturas: el zinc. “Este nutriente es esencial para el funcionamiento normal de los intestinos de los animales. El estrés por calor durante el verano hace que el tracto intestinal sea más permeable a sustancias tóxicas y que se produzcan inflamaciones y otros trastornos asociados. Por eso, insisto en que, para un sistema de producción como el argentino, el manejo más adecuado pasa por la alimentación. Una dieta con alto contenido de zinc es la mejor estrategia para luchar contra estrés térmico”.

El costo económico

Baumgard, quien dictó el curso “Respuesta Animal al Estrés Ambiental” en la EPG, comentó que, sólo en los Estados Unidos, el costo económico del estrés calórico alcanza los 4.000 millones de dólares anuales. “Sin embargo, si incluimos a México y a Canadá, esta cifra puede llegar a 1.0000 millones de dólares. Es más, esta es una estimación conservadora, ya que tiene en cuenta sólo los impactos directos del estrés de calor, pero no las consecuencias indirectas como una mayor incidencia de enfermedades. Y en el marco del cambio climático, estas cifras van a aumentar”.

Por su parte, Gustavo Jaurena, codirector de la Maestría en Producción Animal, comentó que en la Argentina -según cálculos del INTA- las pérdidas económicas en rodeos lecheros por pérdida de producción ascienden a 500 millones de pesos al año. En este sentido, el docente estimó que, si se consideraran los impactos sobre la reproducción y la sanidad, la cifra se duplicaría, y añadió: “Manejar el estrés de calor a través de instalaciones como sombras y reparos, para que los animales estén frescos es una vía para minimizar este fenómeno. De la misma manera, si los animales están estabulados es más fácil controlar el ambiente. Pero para implementar estos manejos entran en juego decisiones económicas. En sistemas pastoriles con grandes extensiones, la nutrición debería jugar un papel fundamental para ayudar a mitigar los efectos de las altas temperaturas”.

Qué hacer para reducir el impacto del calor

Un informe del INTA señala que las vacas de tambo se estresan porque sus cargas calóricas son mayores que su capacidad para disiparlas. 
Existen algunos indicadores que se deben considerar para poder realizar un autodiagnóstico de situación del tambo (el mismo se centraliza en la vaca en ordeño por ser la categoría más sensible al estrés):

¿Qué observar en las vacas?

  • Aumento del ritmo respiratorio (siendo lo normal entre 35 - 50 movimientos por minuto, en situación de estrés se superan ampliamente los 80 movimientos).
  • Respiración rápida con la boca abierta (jadeo). La lengua cuelga de la boca.
  • Excesiva salivación y pérdida de saliva por la boca.
  • Disminución de la rumia.
  • Descenso de la actividad corporal.
  • Disminución del consumo de alimentos.
  • Incremento del consumo de agua.

Uno o varios de estos signos, indican la presencia de estrés calórico.

¿Qué observar en la infraestructura del establecimiento?

- Corral de espera de la instalación de ordeño:

1) ¿Dispone de 1,5 m2 de superficie por vaca?

2) ¿Dispone de estructura de media sombra con 3 metros de altura en la parte más baja?

3) ¿Dispone de un sistema de mojado y ventilación forzada?

Lugares de encierro

1) ¿Disponen de 3,5 m2 de sombra por vaca?

2) ¿Disponen de suficiente cantidad de agua (+120 litros/vaca/día)?

3) ¿Es inmediata la recuperación de los bebederos?

4) La accesibilidad a los bebederos, ¿es de 7 cm lineales por vaca? (Esto es válido cuando tienen acceso libre a los bebederos durante todo el día)

Manejo:

1) ¿Realizó adecuación de los horarios de ordeño?

2) ¿Realizó adaptaciones en la dieta disminuyendo alimentos fibrosos e incrementando los concentrados en energía (dieta fría)?

3) ¿Evitó desplazamientos excesivos del rodeo?

Para reducir el estrés térmico es imprescindible:

  • Invertir en sombras para corral de espera, potreros y corrales de encierro.
  • Invertir en la instalación de un sistema de ventilación y aspersión en el corral de espera.
  • Si no fuera posible incorporar un sistema de ventilación y aspersión en los momentos previos al ordeño, mojar con agua las vacas encerradas en el corral de espera durante 20-30 minutos utilizando la manguera de lavado de pisos.
  • Como medida adicional durante las olas de calor, llevar las vacas al corral de espera de la instalación de ordeño entre las 11 y 12 horas. Mojar con agua durante 20-30 minutos utilizando la manguera de lavado de pisos. Posteriormente llevarlas a un lugar con alimento, sombra y agua.
  • Realizar las inversiones necesarias que garanticen a los animales el acceso a agua fresca, de calidad y en cantidad.

Es necesario:

  • Adaptar los horarios de ordeño. Especialmente si las instalaciones son deficientes y los tiempos de ordeño prolongados. Analizar posibles alternativas con personal de la empresa láctea a la cual se remite la leche.
  • Adaptar la dieta suministrada a las vacas.

Problema grave

Por un lado, los productores deben darse cuenta de que el estrés térmico es una realidad, que está impactando y que es un problema grave que disminuye la productividad. Por eso, deben tomar precauciones para ofrecerle a los animales mejores condiciones ambientales”, puntualizó Baumgard.
“En cuanto a la educación, en mi experiencia, los impactos del estrés ambiental sobre la producción animal se estudian principalmente en cursos de posgrado en las universidades, pero apenas se mencionan en los cursos de grado. Este fenómeno se da en los Estados Unidos como en la Argentina. Estoy seguro de que sería muy valioso que los estudiantes se graduaran con estos conocimientos”, finalizó.


 

 

 

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