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'Si un país está en paz, la gente adquiere un mayor valor'

Boris Cyrulnik, experto en resiliencia, la define como el despertar tras un choque emocional grande.

JOHN MONTAÑO Equipo de noticias
El neurólogo francés Boris Cyrulnik, psicoanalista y etnólogo, fue uno de los invitados especiales al Hay Festival, que concluyó el pasado lunes en Medellín y Riohacha.
Tenía tan solo 6 años cuando el monstruo de la violencia destruyó su infancia. La guerra se desató en Europa y los ejércitos nazis mataron a sus padres por ser de nacionalidad rusa y polaca. “Con 6 años fui llevado a la cárcel. Escapé y me escondieron hasta el final de la guerra. Muy pronto entendí que los nazis querían matar a todos los judíos y a la gente de cabello rubio”, recuerda Cyrulnik.
En 1986, en medio de un periplo por Cali, entendió la gravedad de un concepto que ha sido fundamental en su pensamiento y en la producción de su obra científica: el negacionismo.
Con 80 años, Boris Cyrulnik parece un hombre lleno de paz y sabiduría. Es autor de 'La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida', 'Los patitos feos' y, recientemente,' (Super)héroes. ¿Por qué los necesitamos?'
A propósito del posconflicto que viene para Colombia, El TIEMPO habló con él.
¿Qué es para usted resiliencia?
Resiliencia es un despertar, una motivación luego de una agonía mental. Cuando un ser humano ha recibido un choque emocional muy grande, el cerebro se apaga y no procesa ninguna información, y si la persona lo deja así, primero muere mentalmente y luego muere físicamente; allí no hay resiliencia. Pero si entendemos lo que pasó, y dónde estuvo el trauma, comenzamos a superar este trauma y a desarrollar la resiliencia. Los estadounidenses del sur y los asiáticos trabajan muy bien el concepto de resiliencia. ( Además: Resiliencia: por qué le gana a la adversidad)
Colombia está en una transición de más de 50 años de guerra a la paz. ¿Qué significa esto para la sociedad colombiana?
Que el país está en un momento de transición que se traduce en creación cultural. Es cuando vienen épocas prolíficas y cambios fuertes. Cuando estamos en guerra, no podemos ser creativos, pues se le da todo el poder a los actores armados y a los fabricantes de armas; pero cuando la paz vuelve, se le da el poder a los escritores y los artistas.
Los niños tienen que salir ahora de las filas de las Farc, ¿cómo debe el Estado tratar en estos menores todos los traumas recibidos en la guerra?
La reacción que puedan tener los niños depende de cómo se hable en casa y en el entorno social de la guerra, y cómo la cultura que los rodea reflexiona sobre la guerra que va quedando atrás.
¿Cómo pueden víctimas y victimarios hacer catarsis del dolor de la guerra?
El niño piensa ‘papá no quiere hablar de la guerra porque cometió crímenes graves’; entonces se genera confusión, ‘amo a mi papá y mi mamá, pero también tengo resentimiento hacia ellos’; pero ese sentimiento se puede evitar por intermedio de una tercera persona: y como mi papá no puede hablar de la guerra y yo lo amo, pero a veces quiero matarlo, hay un escritor, periodista o novelista que va a contar la guerra que mi papá vivió y que él no puede contar por sí mismo. Así se hace catarsis.
¿Qué experiencias en el acompañamiento a víctimas le parecieron acertadas?
En Francia hay jóvenes que no saben dónde está Palestina o Siria ni dónde hay guerra; son jóvenes que no tienen odio para nada, ellos solo quieren bailar y divertirse, pero de repente alguien entra y mata con un arma a decenas de personas en un bar y eso es trágico. Si a esos jóvenes los dejamos solos, comienza el síndrome psicosomático, y quedan prisioneros de la imagen y solo piensan en eso, en lo que pasó.
En París esto se trató muy bien, y gobierno, Policía y, en general, la población reacciono muy bien y rodeo a los sobrevivientes de las más recientes masacres y atentados; les dio seguridad a estas víctimas y las ayudó socialmente.
¿Qué resultó?
Sobrevivientes escribieron libros sobre estos hechos, así como muchos filósofos cristianos y musulmanes, para entender lo que pasó. Así, el número de síndromes psicosomáticos disminuyó mucho. Pero en Niza no fue así.
¿Cómo fue?
Un musulmán cometió un atentado terrible con un camión: atropelló a varias personas que estaban aglomeradas, y había tantos cadáveres que el camión paró por los cadáveres; uno sobre otro hicieron barrera. Uno de cada tres muertos era musulmán, y cuando sus familias vinieron a hacer su duelo e hicieron el funeral, la gente que no era ni cristiana ni musulmana llegó y los escupieron, los insultaron y les dijeron que regresaran a su pueblo, porque el que cometió el ataque era un fanático musulmán. Mientras en París las autoridades le devolvieron la confianza a los sobrevivientes, los políticos en Niza se trenzaron en una guerra verbal, y hoy en esta ciudad hay mucho síndrome postraumático.
¿Cuántas generaciones necesita una sociedad que ha alcanzado la paz para borrar las heridas que dejó la guerra?
En Europa, Japón, Corea y China, luego de la guerra se necesitaron 2 y 3 generaciones para establecer una nueva cultura de paz, y aunque muchos niños no vivieron la guerra directamente, la padecieron a través de las crisis de sus padres.
¿Hay que hablar claro con los niños sobre la guerra?
Si los padres sufren, los niños reciben ese dolor. Si sus padres hablan de odio, esos niños heredan sentimientos de odio, así esa guerra no haya sido suya o incluso no la hayan vivido, y entonces esos pequeños no establecerán relaciones sanas, y surge algo como que amo a mi papá o a mi mamá, pero tengo rencor por una guerra que no viví, y necesito sanar para desarrollarme.
Vivimos un proceso de verdad, justicia, reparación y la garantía para la sociedad colombiana de no repetición. ¿Es esta una alternativa para curar las heridas de la guerra?
Durante la guerra me tenía que callar porque si no, me mataban. La gente se reía porque no me creían y me hicieron callar durante 40 años. Cuando cambió la cultura francesa, pude hablar e hice catarsis para seguir adelante. Los niños no entienden el silencio de los papás, y ese silencio angustia a los niños, por eso hay que hablar para curar.
¿Cómo fue su proceso de resiliencia?
Es un poco lo que viví durante la guerra: tenía que callar porque si no, me mataban. Después, cuando acabó la guerra, conté que me enviaron a la cárcel con 6 años y que mis padres estaban muertos, pero no me creyeron y entonces callé durante 40 años. El silencio creó en mí una afección ambivalente. Luego cambió la cultura y la nueva cultura me dio la palabra.
¿Narrar los horrores de la guerra sana?
En 1985 iba caminando con un amigo colombiano por una plaza de Cali y vi un anuncio que decía ‘Prohibido para judíos’, y le dije a mi amigo que si le parecía normal, y mi amigo respondió: “Es verdad, la persecución contra los judíos nunca existió, todo fue un invento para facilitar el tráfico del oro”. Ese día descubrí que si seguía callando, era cómplice del negacionismo.
¿Cómo ayudan la literatura y el arte cuando una guerra de medio siglo ha dejado tantas cicatrices en un pueblo?
La cultura y el arte son una necesidad. Cuando las bombas estaban cayendo y destruyendo Sarajevo, una ciudad muy bella, las orquestas tocaban en las calles. Lo mismo sucedió en el Líbano cuando el ejército de Siria bombardeó la ciudad: las familias se hicieron más unidas, y cuando el papá iba a trabajar, los hijos se quedaban en casa pensando que no iba a regresar esa noche, y vivían con angustia todo el día, pero cuando el padre regresaba, la fiesta empezaba y se extendía toda la noche, y así lo hacían las familias cristianas y musulmanas. Allí, ya no existen judíos porque todos fueron expulsados, y las familias son muy protectoras y para esto usan la música y la cocina como mecanismos de resiliencia contra la guerra.
En otra de sus publicaciones usted hace referencia a los héroes. ¿Por qué todos necesitamos un héroe?
Cuando somos niños, necesitamos héroes porque uno es pequeño y débil y requiere la seguridad de la madre y en el padre encuentra a su héroe. ‘Mamá está acá y no tengo miedo, mientras papá va a matar a todos los malos’, piensa el niño, quien crea sus héroes: al papá, un deportista o un militar para imitar cuando sea grande. Pero si es adulto y todavía necesita héroes, significa que uno es débil personal y socialmente, y esto no es buena señal.
¿Los populismos y nacionalismos pueden ser unos héroes negativos?
Si una sociedad fabrica héroes, significa que es débil. Hitler prometió salvar al pueblo alemán que había sido perseguido y humillado en la Primera Guerra Mundial. Apareció entonces el falso héroe, quien fue adorado y prometió que iba a reparar la humillación, diciendo voten por mí y tendrán 1.000 años de felicidad. Y fue elegido por el pueblo y lideró una guerra mundial.
¿Vale la pena traer más niños a un mundo tan plagado de guerras?
En los países con grandes crisis económicas y guerras nacen muchos niños, quienes luego se convierten en soldados para alimentar el odio. Las mujeres están para tener más hijos para esas guerras. De esta manera, una nación en guerra nunca es buena para el ser humano, mientras que un país en paz apoya las libertades de los hombres y las mujeres. Cuando un país está en paz, la gente adquiere mayor valor.
JOHN MONTAÑO
Redactor de EL TIEMPO
En Twitter:@PilotodeCometas
JOHN MONTAÑO Equipo de noticias
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