lunes, 1 de julio de 2013

Preguntas más frecuentes

Es natural que después de leer la propuesta haya dudas. Vamos a ver si las discutimos todas.

¿Qué se conseguiría si las propuestas del Partido en Blanco salieran adelante?

Si el Partido en Blanco triunfa y consigue sacar adelante sus propuestas, en poco tiempo tendríamos:
  • Un gobierno y unos representantes trabajando por y a favor de sus electores.
  • Unos representantes que respondan directamente de sus actos. Ante la justicia y ante los ciudadanos.
  • Una justicia que no sólo aplicara las leyes sino que también pudiera reflejar la voluntad popular y no estuviera sometida a los poderes políticos.
  • Si se diera el caso de que los gobernantes elegidos desvincularan sus actos de la voluntad ciudadana, tendríamos la capacidad de modificar directamente las leyes, independientemente de lo que nuestros gobernantes decidan.

 ¿No sería más útil dar mi voto al Partido X (o Y)?

Si estás completamente de acuerdo con el programa de ese otro partido, si además confías en que sus representantes una vez elegidos van a llevarlo a cabo, si además confías en que sabrán dejar paso a otros gobernantes si no pueden cumplir sus promesas, y además confías en que durante los próximos cuatro años van a continuar honradamente con el desempeño de sus funciones, entonces yo diría que sí, que tu voto es más útil en ese otro partido.

Si por el contrario no compartes el programa electoral de ningún partido, o no confías en que puedan llevarlo a cabo por no ser realista y ser una colección de promesas que quieres oír, o no confías en que con el paso del tiempo abandonen voluntariamente el poder por no poder complir con sus promesas, o no confías en que todos y cada uno de ellos sean capaces de desempeñar su labor sin favorecer sus propios intereses o los de otros grupos o personas ajenos a tí, entonces te diría que tu voto sería mucho mejor aprovechado por el Partido en Blanco.

Piensa que sus miembros no quieren entrar en ningún tipo de juego político, o de alianzas, y tampoco quieren lucrarse con su cargo. Tampoco van a favorecer a ningún grupo de presión, estamento o institución, porque ni siquiera van a participar en las tareas de gobierno. Sólo van a apoyar sus reformas, nada más y nada menos.

Además el Partido en Blanco se disolverá en, como mucho, cuatro años. No habrá favores que devolver, ni puertas giratorias, ni alternancia. Ni cargos de libre designación, ni asesores temporales. Si los miembros del Partido en Blanco hacen esto es porque comparten un genuino deseo de cambio. Nada más. Y nada menos.

 ¿Pero qué ideología tiene el Partido en Blanco? ¿Es de izquierdas? ¿De derechas?

Ninguna. En el Partido en Blanco caben personas de cualquier ideología política, siempre que compartan la voluntad de reformar nuestro sistema para crear un clima social sano, donde tengan cabida todas las opiniones y exista un vínculo más directo entre los deseos del electorado y las acciones de los representantes elegidos.

La escena está dominada por una dinámica donde la clase política busca a toda costa conseguir el voto de los electores, sin importar demasiado el medio por el que se consiga. Existen dos maneras de convencer a un individuo para que le de su voto: por castigo al que tiene el poder o por acuerdo con las propuestas (el programa electoral) que dice que va a sacar adelante si sale elegido.
 
Desgraciadamente, el sistema está distorsionado en las dos vertientes. No sirve para mucho "castigar" al gobernante actual votando al partido contrario, porque el daño ya está hecho. Además, el castigo al gobernante actual no significa que quien lo vaya a sustuir vaya a ser mejor. De hecho, frecuentemente la alternativa no es significativamente mejor y todos nos quedamos con la sensación de que todos son más o menos lo mismo.

Para incitar el "voto de castigo", asisitimos perplejos a campañas mediáticas donde se bordea, cuando no incurre directamente, en la difamación y la mentira. Crear ese clima de polarización y de enfrentamiento puede ser rentable electoralmente a corto plazo, pero no es la forma en que se construye un futuro sólido y estable. Como ejemplo reciente tenemos la guerra desatada en torno a los distintos casos de corrupción: la estrategia del "y tú más" acarrea como resultado una difusión de la idea de que la clase política es corrupta en su totalidad, ignorando peligrosamente la ingente cantidad de políticos honrados que trabajan de la forma mas honesta que saben.
 
En lugar de un debate civilizado donde se aporten ideas, se discutan los pros y contras de cada una y se decida finalmente lo que la mayoría quiera, nos encontramos en una escena lamentable donde la sociedad se divide en facciones o grupos que simplemente repiten las consignas de sus líderes, sin aplicar demasiado -o nada en absoluto- la razón.

Los programas electorales por su parte puede que ilusionen o convenzan al votante, pero en lugar de ser creados de forma pragmática, pensando en lo que se puede o no se puede hacer, se crean pensando en lo que quiere oír el elector. No parece razonable aplicar las ideas del marketing comercial a un partido político, y sin embargo en nuestro entorno político actual funciona, ya que el político no tiene que rendir cuentas de sus actos hasta la siguiente elección.

¿Y si el Partido en Blanco obtiene mayoría absoluta?

Es cierto que cuanto más éxito tenga el Partido en Blanco, más puede alterar la vida política normal del país. Pero dado que sus cargos elegidos se abstendrán sistemáticamente en todas las votaciones excepto en las de las leyes de reforma que propone en su programa, el Partido en Blanco queda fuera del juego político en todas las cuestiones que no sean las estrictamente relacionadas con su programa, y permite por tanto el desarrollo normal de cualquier otra iniciativa de cualquier otro partido.
 
El Partido en Blanco no desea poner en peligro la gobernabilidad del país, ni resolver cuestiones de carácter moral o ideológico. El Partido en Blanco se compone de gente que piensa que esas cuestiones no se pueden resolver satisfactoriamente con el actual sistema democrático.

Es lógico pensar que si el Partido en Blanco obtiene un apoyo popular significativo, los otros partidos quieran contar con sus votos para sacar adelante sus iniciativas. El Partido en Blanco no se crea con la voluntad de introducir ninguna reforma fuera de su programa, y no apoyará ni bloqueará ninguna iniciativa fuera de las contenidas en su programa.

¿No es esto muy irresponsable?

Tal vez. Quizá sea mejor llamarla una locura. Aunque si lo comparamos con el estado actual de cosas, no parece ninguna locura. Criticar al Partido en Blanco por no apoyar -u oponerse- a tal o cual iniciativa no tiene lógica, porque el Partido en Blanco sólo busca crear las condiciones necesarias para que el gobierno esté más cerca de las personas.

Parlamento y leyes electorales

Estos son los puntos del Partido en Blanco relacionados con el Parlamento y las leyes electorales.

  • Desaparición del Senado. Este punto es fácil de desarrollar. No necesitamos decidir dos veces las cosas, necesitamos decidirlas una vez y decidirlas bien.
  • Listas abiertas: los electores votarán a individuos, no partidos. No será obligatoria la adscripción de candidatos a un partido político. Válido en cualquier contexto electoral: estatal, autonómico o municipal.
  • Circunscripción electoral única para cada provincia.
  • Reparto de escaños/concejales bajo aplicación de la ley d'Hont sin ningún porcentaje de exclusión.
  • Al finalizar el mandato de todo cargo electo existirá un periodo de carencia equivalente a la mitad de la duración de su mandato con un límite de dos años durante el cual el cargo continuará percibiendo la retribución básica por su cargo, excluyendo dietas o gastos de desplazamiento. Durante ese periodo se prohíbe cualquier actividad con cualquier tipo de remuneración.
  • Cualquier ciudadano podrá someter una iniciativa de ámbito autonómico o nacional a referéndum. Para ello tendrá que presentar ante el Congreso o parlamento el apoyo popular, expresado a través de firmas validadas electrónicamente o usando DNI. El número de firmas necesario será por lo menos la décima parte del número de votos correspondientes al escaño del Congreso o parlamento autonómico que menor número de votos haya necesitado para conseguir el acta de diputado. El Parlamento únicamente podrá someter a consulta con el poder judicial el texto de la misma para verificar que se ajusta a derecho y es coherente con el contexto legal y regulatorio internacional, y decidir la fecha de la celebración del referéndum, en función de otras consultas que vayan a celebrarse, pero no podrá bloquear ni oponerse de ninguna manera a la celebración de la consulta.
Las listas abiertas son fundamentales para romper la dinámica de las disciplinas de partido y las disciplinas de voto. Actualmente, los cargos electos no responden ante sus electores, sino ante quien tiene que ponerles en la lista en las próximas elecciones. Vivimos bajo la sensación de que la clase política, los políticos, no vigilan por los intereses de sus electores. Es posible que exista una gran cantidad de políticos honestos y válidos cuya negativa a someterse a la disciplina del partido les impide acceder a un puesto en las listas electorales, y eso es inaceptable porque desperdicia un patrimonio humano incalculable.

Las disidencias y diferencias de opinión en los partidos se pueden solventar como el partido considere oportuno, pero en ningún caso eso debe apartar de la posibilidad de gestionar lo público a ningún individuo.

Los dos últimos puntos son muy importantes. En el antepenúltimo el votante tendrá que ser consciente de que está pagando hasta dos años de vacaciones a su representante, aunque a cambio tendrá cierta protección contra el tráfico de influencias y las "puertas giratorias".

En el último se garantiza que la voluntad popular si es expresada con la suficiente vehemencia va a ser escuchada, aunque existen límites a lo que se puede o no se puede preguntar. Por ejemplo, no se puede preguntar "¿Quiere vd. que España sea miembro de la OTAN?" si no existe una invitación formal de la OTAN para que España forme parte de ella.

Transparencia

Estos son los puntos del programa electoral del Partido en Blanco relacionados con la transparencia.
  • Eliminación de todas las ayudas públicas a partidos políticos, sindicatos o agrupaciones profesionales, sin excepción. Estas entidades sólo podrán utilizar las cuotas de sus afiliados para financiar sus actividades. Quedan prohibida cualquier tipo de donación, en especie o monetaria, incluso por herencia en testamento, tanto de particulares como de otras organizaciones empresariales.
  • Cuaqluier entidad que perciba cualquier tipo de aportación proveniente de las arcas públicas estará obligada a proveer en cualquier nivel de detalle que se le solicite, de toda la información solicitada por cualquier ciudadano. El incumplimiento de esta obligación acarreará la suspensión inmediata de la aportación de fondos públicos a la entidad, y a cualquier otra entidad regentada o participada por las mismas personas o sociedades que la afectada.
  • Estricta incompatibilidad entre la función de Diputado y cualquier otro desempeño profesional remunerado en su más amplia definición, incluyendo dietas, gastos de viaje o cualquier otra forma de compensación.
  • Cualquier información relativa a los ingresos provenientes de dinero público de un cargo electo debe estar a disposición pública, en el sentido más amplio, incluyendo dietas, gastos de viaje y cualquier otro complemento que reciba con cargo a las arcas públicas para el desempeño de su función.
  • Supresión de todos los cargos de libre designación en todas las entidades públicas: ayuntamientos, parlamentos regionales o nacionales, diputaciones, concejos y cualquier otra organización sufragada con diner público. La única excepción serán ministros, secretarios y subsecretarios de estado y directores de órganos administrativos. No será compatible el desempeño remunerado, de ninguna forma o especie incluyendo gastos de desplazamiento o dietas, de una función de libre designación. Los cuerpos de funcionarios de la Administración del Estado proveerán de los necesarios equipos de gestión y administración a los cargos electos, utilizando mecanismos de selección transparentes y públicos.

Justicia

Estos son los puntos del programa electoral del Partido en Blanco relacionados con la justicia.
  • Los miembros de CGPJ y el Tribunal Constitucional se elegirán por votación popular a nivel nacional entre miembros de la carrera judicial. Cualquier juez en ejercicio podrá presentarse como candidato y el Congreso sólo podrá rechazar candidatos con el acuerdo de dos tercios o más de la Cámara.
  • Se eliminará cualquier diferencia de tratamiento jurídico entre el delito fiscal y el robo con premeditación. La única forma de evitar la prisión será abonando al estado el 125% de lo defraudado. Cada punto porcentual del importe a devolver reducirá la pena en la cantidad proporcional.
  • La malversación de fondos públicos se clasificará como un delito de robo con premeditación, con la salvedad de que la pena impuesta será siempre prisión por 125 años. La única posibildiad de remisión de condena será la devolucion del 125% por ciento de lo malversado. Cada punto porcentual de lo malversado devuelto restará un año a la pena de prisión, hasta hacerla desparecer completamente. La condena por malversación implicará automáticamente la inhabilitación de por vida para ejercer cualquier cargo público, incluidos los electos, y la devolución de lo malversado no anulará esta inhabilitación.
  • Eliminación del estatus de aforado para todos los cargos públicos. Los cargos electos deben ser iguales ante la justicia que el resto de los ciudadanos.

El partido en Blanco: compromiso y programa electoral


Continuamos con la serie de disparatadas propuestas políticas que sin embargo después de mucho reflexionar es lo único que se me ocurre para salir de este atolladero. Toca explicar lo que sería el Partido en Blanco.

El partido se crearía siguiendo unas reglas muy sencillas:
  • Todos sus candidatos firmarían ante notario un compromiso para devolver su acta de diputado o senador un año después de su toma de posesión, prorrogable cada seis meses sujeto a la aprobación parlamentaria de todo o parte de su programa. Si todo su programa electoral se cumpliera, todos los parlamentarios del Partido en Blanco devolverían sus actas.
  • Si algún miembro del Partido en Blanco incumple su compromiso de cumplir el programa electoral o abandonar el escaño en el tiempo estipulado devolverá todos los emolumentos cobrados durante su mandato si alguien lo reclamara judicialmente como ruptura de su contrato.
  • Pasado un tiempo máximo de cuatro años, o menos si sus reformas se aprueban antes, el Partido en Blanco se disolvería y todos sus integrantes serían libres de hacer lo que quisieran, incluyendo afiliarse a otros partidos, presentarse como candidatos, etc.
  • El partido en blanco no votará ninguna otra ley en el parlamento que no sean las de las reformas que contenga por lo menos los puntos contenidos en su programa.
  • El partido en blanco se abstendrá de participar en cualquier comisión que no sea la destinada a las reformas contenidas en su programa.
  • Los bancos de la cámara correspondientes al Partido en Blanco siempre estarán vacíos en cualquier debate y circunstancia, excepto para votar las propuestas de su programa electoral. Ningún otro asunto será votado o debatido por los miembros del Partido en Blanco.
  • Los miembros del Partido en Blanco no intervendrán en ningún debate parlamentario donde no se discutan sus propuestas.
  • Los miembros del partido en blanco no participarán en ningún tipo de comisión o grupo de trabajo, excepto aquéllos dedicados a elaborar las propuestas de su programa electoral.
No se la impresión que produce este "partido político" A primera vista es arrogante. E incluso antidemocrático. Pero no lo es. En realidad es un compromiso con su electorado firme y decidido, que no admite medias tintas, ni negociaciones. De todas maneras, si alguien piensa que votar a este partido sería dar carta blanca a sus parlamentarios para hacer y deshacer a su antojo en los asuntos del país, no tiene más que mirar a nuestros gobiernos actuales que, ataviados con sus mayorías absolutas, proceden a imponer en el Parlamento sus leyes y propuestas sin miramientos ni contemplaciones.

En el fondo, la propuesta del Partido en Blanco consiste en actuar como hasta ahora han venido haciendo nuestros políticos, pero sin esconderlo detrás de complicadas declaraciones o ruedas de prensa. Básicamente dice: hemos venido a hacer lo que hemos venido a hacer y no nos interesa nada más.

¿Y qué es lo que haría el Partido en Blanco si ganara?

Naturalmente, esa es la parte clave. Dar a unos individuos un poder para cambiar la sociedad no es algo trivial, o que se pueda tomar a la ligera. Para el que se haya tomado la molestia de leer alguno, estará de acuerdo conmigo en que los programas electorales están llenos de promesas vagas, y lo mejor de todo -para los políticos- es que no representan compromiso alguno. Incumplirlos es lo normal, y lo importante para los representates elegidos por el pueblo no es si se cumplen o no, es es conseguir figurar en las listas electorales de las próximas elecciones en un puesto que garantice poder seguir disfrutando de sus privilegios y su poder.

Mediante la idea del contrato de compromiso y de un programa sencillo y claro, el Partido en Blanco se puede permitir el lujo de poder afirmar que ha cumplido sus propuestas o no sin ningún género de duda. Además, dado que el partido en sí dejará de existir, sus miembros abandonarán la formación en un tiempo limitado, con lo que ninguno podrá tener ningún interés en estar en la lista de las siguiente elecciones. Porque el Partido en Blanco no existirá en las siguientes elecciones.

Así que vamos a ver cuál es el programa electoral del Partido en Blanco. Se centra en tres ejes fundamentales.


¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? ¡Habría que reformar la Constitución!

Posiblemente. Pero si hay que reformar la Constitución, se reforma. Y si hay que aprobar la reforma en referéndum, pues se somete a referéndum. Para el Partido en Blanco eso no supone un problema, significaría que ha cumplido sus compromisos y puede desaparecer para dejar paso a una política más saludable, comprometida y honesta.

¿Pero tenemos problemas urgentes que resolver, no sería mejor ocuparnos de ellos antes?

Y si continuamos intentando resolverlos de la forma en que lo estamos haciendo, nos hundiremos más en una espiral de descontento, de ineficacia, de injusticia y de insatisfacción. Seguirá saliendo gente a la calle a reclamar derechos perdidos. Seguirán oyéndose voces pidiendo más reformas, reformas que se harán sin escuchar a los que representan. Seguirán las persecuciones cainitas en busca de anular al adversario en lugar de hacer méritos ante los electores. Seguirá toda una clase de políticos, comunicadores -no quiero usar la palabra periodista para no ofender a los pocos que quedan de verdad- empresarios y sindicalistas orbitando alrededor de sus propios intereses. Mientras, las voces de los políticos, periodistas, empresarios y sindicalistas que de verdad quieran trabajar para construir un futuro mejor seguirán siendo ahogadas por el fragor de las batallas.

¿Tienes dudas? En el siguiente post hay una serie de preguntas y respuestas.

El comienzo

 Empezamos por el principio: soy un vago. No tengo ni idea de si todo lo que voy a decir es razonable, posible o una completa idiotez. Es más, lo digo pero no tengo ni idea de cómo hacerlo. O más bien tengo idea, pero seguro que es tan simplista que es imposible.

Pero no obstante creo que hay que decirlo. Porque seguramente hay gente que ha vivido tiempos peores que estos. No lo dudo, pero lo cierto es que yo, personalmente, no creo que haya vivido nada peor que lo que estamos viviendo ahora.

Igual soy sólo yo el que tiene esa sensación. Pero de momento lo que veo a mi alrededor es una polarización militante de la sociedad de una forma que no había visto antes. Partidos políticos, sindicatos, medios de comunicación y otras instituciones participan en una guerra continua donde los intereses que se defienden no parecen ser los de sus miembros o sus electores. En su lugar, defienden sus propios intereses.

Lo cual, hasta cierto punto, es natural. Forma parte del principio Darwinista, el primer objetivo de cualquier organismo es su propia supervivencia. Nadie hará nada nunca en contra de sus propios intereses. Pero es que resulta que la conservación de esos intereses es lo que está impidiendo que nos convirtamos en una sociedad participativa, justa y próspera. Nótese que me abstengo, y me voy a abstener, mucho de hablar de ideologías aquí, pero creo que esos tres principios forman una especie de triángulo mágico, en el que cada uno de ellos depende de los otros dos. A no ser claro, que pretendamos convertirnos en una sociedad como... que cada uno busque ejemplos de sitios donde falta una de esas tres cosas y que se haga su propia composición de lugar.
Qué es lo que está fallando ¿las personas? ¿las instituciones? ¿las dos cosas?

Pues la respuesta es que fundamentalmente ninguna. Ni las instituciones ni las organizaciones son perfectas. Debemos asumir que cualquier sistema, con cualquier tipo de reglas de juego, siempre deja resquicios para la interpretación interesada de esas normas y su utilización para beneficios ajenos a la intención original. Tampoco las personas son perfectas, con contadísimas excepciones nadie está libre de caer en la tentación de utilizar el poder y los recursos que los electores le otorgan para fines que le benefician a otros que no sean sus electores.

Sin embargo, esas mismas instituciones en otras sociedades han demostrado ser eficaces para conseguir construir una sociedad más justa, más libre y más próspera. Así que volvemos otra vez a la misma pregunta, ¿qué es lo que está fallando?

Creo que lo que falla, en realidad, son las normas por las que se rigen las personas y las instituciones. Ningún cambio social que queramos impulsar puede salir adelante, o funcionar, si no cambiamos antes las reglas del juego. Este cambio es condición necesaria, aunque no suficiente, para que podamos, como sociedad, salir adelante y construir un futuro mejor para todos.

Si tuviera que resumir los tres problemas de fondo que tenemos, diría que son estos tres: representatividad, transparencia y eficacia.

Representatividad

Nuestros sistema electoral propicia que los representates políticos que elegimos con nuestros votos no respondan de sus actos ante sus votantes, sino ante su partido. Los votantes tenemos que conformarnos con lo menos malo cuando acudimos a las urnas, y no tenemos ninguna vía para reclamar a nuestros representantes que cumplan con sus promesas. Como mucho, podemos castigarles en las próxima elecciones, pero para entonces el daño ya está hecho.

Transparencia

Cuanto más intentamos saber qué se hace con nuestro dinero, más difícil resulta. En el mundo de internet y la automatización de los sistemas de gestión, resulta incomprensible que toda la información sobre cómo se utiliza el dinero público no sea accesible para cualquier ciudadano. Lo que es peor, la actitud de los gestores de esos recursos públicos resulta hasta hostil ante las peticiones de transparencia.

Es necesario que aquéllos que manejan el dinero público sean conscientes en todo momento de que esos recursos no son su propiedad, ni es su potestad el utilizarlos como ellos crean conveniente. El uso del dinero público tiene que estar de acuerdo con la voluntad de sus representados, y tiene que ser visible para todos los votantes. Puede que existan algunas excepciones, pero estoy seguro de que son las menos, y desde luego afectarán a una parte ínfima de esos recursos.
Esa transparencia tiene que ser en los dos sentidos. Es decir, igual que tenemos derecho a saber cómo se gasta el dinero de todos, también tenemos derecho a saber de dónde viene. No podemos permitir que haya sectores de la sociedad que no contribuyan lo que tienen que contribuir a las arcas públicas. Precisamente es esa contribución la que nos da derecho a exigir contraprestaciones del Estado. El Estado somos todos, resulta inaceptable que unos se beneficien de los recursos de otros y no aporten lo que les corresponde.

Eficacia

Nuestro entorno, el mundo, que tenemos alrededor cambia constantemente. Ahora tenemos problemas que no teníamos hace treinta años, y algunos de los problemas que teníamos hace treinta años ya no existen. Nada es para siempre, y a veces arrastrar las soluciones del pasado hasta el futuro es un lastre por el que tenemos que pagar un precio a veces tan alto como el no poder hacer frente a los problemas del futuro.

Tenemos que ser flexibles y estar dispuestos a cambiar las cosas cuando no funcionan. El problema que tenemos ahora mismo es que muchos de esos cambios chocan frontalmente con personas e instituciones que se benefician de que las cosas continúen como están, y esas mismas personas e instituciones son fundamentales para poder cambiar nuestra sociedad en la forma que queremos.

Todo esto está muy bien, y hasta es razonable ¿qué podemos hacer?

Si has tenido la paciencia de leer hasta aquí, gracias. Mis disculpas, no soy muy bueno explicándome, pero seguro que estás esperando ahora que proponga algo. Y efectivamente, es lo que pienso hacer.

Seamos prácticos. Salvo de formas traumáticas y violentas que a ninguno creo que le gusten, y que además está bastante demostrado por la experiencia que no suelen finalmente dar los frutos que se pretenden, nos guste o no, la forma más sencilla de cambiar el sistema es desde dentro.

En los últimos dos años he visto pasar delante de nuestros ojos algunos intentos de cambiar las cosas sin mucho éxito. He visto tres problemas, que no son paralelos y se combinan uno con otro cuando se intenta cambiar el sistema que tenemos ahora.

El primero es que los movimientos asamblearios funcionan bien siempre que los colectivos que los componen sean relativamente pequeños, pero no podemos pretender que eso funcione con millones de personas, salvo que estemos dispuesto a aceptar invertir enormes cantidades de tiempo en escuchar a todos y cada uno de los que tengan algo que decir. La democracia representativa es un sistema que escala mucho mejor, y mantiene por lo menos los principios básicos. Pero debemos asegurarnos de que funciona.

El segundo problema es que siempre, siempre, habrá diferencias de opinión. Pasa en todos los grupos sociales, desde los más pequeños como las comunidades de vecinos y no digamos ya en los más grandes. Queremos saltar del problema a la solución, sin darnos cuenta de que el mismo problema tiene distintas soluciones según lo que cada uno crea. Los problemas sociales no se resuelven como quien resuelve una ecuación: hay que respetar creencias, ideologías y sentimientos, porque si no lo hacemos no habremos resuelto nada, habremos creado otro problema.

El tercer problema es que para cambiar algo hay que vencer la resistencia al cambio, y estamos hablando de cambiar los fundamentos de cómo decidimos nuestro destino. Y eso implica mucha, mucha resistencia. Y es muy difícil vencerla.

Déjate de rollos ¿entonces no hay nada que hacer?

Lo fácil sería continuar quejándonos de todo y echándole la culpa al gobierno de turno. Eso no nos haría ser más transparentes, eficientes o estar mejor representados, aunque es posible que como terapia nos sirva de alivio temporal. Se puede hacer algo, aunque es muy difícil.

Podemos cambiar el sistema desde dentro. Reformar profundamente los fundamentos básicos de nuestra democracia. Cambiarla para que nos sirva en los próximos treinta años. Pero para eso no podemos caer en los mismos errores que los que lo han intentado antes. Tenemos que fijarnos un objetivo y no perderlo nunca de vista. Y cuanto más simple sea ese objetivo, más fácil será reunir apoyo. Y para hacer eso, el sistema nos pide que creemos un partido político.

Ahora, paciente lector, es cuando estás esperando que haga un programa electoral con un alud de propuestas. Seguro que estás deseando saber si soy pronuclear o no. Si estoy a favor o en contra de limitar el aborto. O de nacionalizar la banca. O de reconquistar Gibraltar. O de subir el IVA de los autónomos. O de la cadena perpetua para los violadores. O de la independencia de una u otra comunidad autónoma. O...

Pues, querido lector, puede que en alguno de esos temas tenga una opinión formada. De otros, no tengo absolutamente ni idea. Pero lo que es relevante aquí es que cualquiera que sea mi opinión quiero vivir en una sociedad donde finalmente todos esos asuntos, y muchos más, se puedan decidir por la mayoría, en un clima de paz donde en lugar de tirarnos los trastos a la cabeza todos podamos creer que si tenemos algo importante que cambiar, podemos hacerlo.

Por eso creo que deberíamos crear el Partido en Blanco.