Toros

Enrique Ponce: "En la búsqueda de la perfección radica el éxito de mi toreo"

ENCUENTRO DIGITAL

Enrique Ponce, en su visita a la redacción de EL MUNDO SERGIO ENRÍQUEZ

El incombustible maestro de Chiva afronta su doble compromiso en la Feria de Abril cargado de ilusión y con un objetivo claro: la Puerta del Príncipe

Enrique Ponce (Chiva, 1971) ha ligado al arraque de la temporada 2018 la concatenación de puertas grandes de 2017. Una tras otra. Olivenza, Castellón y Valencia por partida doble han rendido sus murallas como una continuidad de las conquistas de Zaragoza, Bilbao, Almería, Málaga, Madrid... Cuando frisa los 30 años de alternativa -28 para ser exactos-, el incombustible maestro de Chiva entró ayer en la redacción de ELMUNDO para mantener un encuentro digital con los lectores. Como en su toreo, el temple también domina la palabra.

El director de este periódico, Francisco Rosell, se anticipó, en su despacho, a la audiencia y a las preguntas que habrían de surgir luego. Por supuesto, con la vista puesta en la Maestranza, en los dos inminentes compromisos que esperan con inmensa expectación: (el lunes 16 y el viernes 20 de abril). El tiempo no ha desgastado la ilusión de Ponce. Ni la afición. Ni el valor. Ahí residen las claves de su inalcanzable carrera. Y en esa fe irreductible en su magisterio. Como si no hubiera toro ingobernable. «Pienso que llego en un gran momento y estoy lleno de sentimiento para dar. Creo sinceramente que puedo hacer una gran feria y, por supuesto, espero el calor de su afición y sueño, cómo no, con esa Puerta del Príncipe tan deseada». Un lector preguntaba si el cartel del próximo 16 de abril junto a El Juli -probablemente el más redondo del ciclo, con Talavante como tercero en discordia- esconde un duelo de alto voltaje después del tira y afloja por la corrida de Garcigrande -suyos son los toros- de Valencia que finalmente se llevó. Sin entrar en el fondo de la cuestión, EP reconocía que «un cartel tan rematado por supuesto que es de alto voltaje. Pero no creo que influya el tira y afloja de Fallas. Vamos a salir los tres a dar una gran tarde».

La charla digital se alargó por espacio de más de una hora. Ponce no respondía a la ligera y repasaba y engranaba sus argumentos antes de lanzarlos a la red. El acoso antitaurino salió a la luz: «Nunca la gente joven se ha movilizado tanto como ahora en favor de los toros. Es verdad que en estos años nos ha faltado una respuesta organizada del sector. Ahora, ha nacido la Fundación del Toro de Lidia, que ha dotado de un contenido intelectual y jurídico el mensaje taurino que hay que tratar de difundir y transmitir a las nuevas generaciones. Y adelantarse a la propaganda anti».

La curiosidad de no pocos internautas se centraba en saber el secreto de su longevidad artística, si aún quedan flecos por pulir, retos por vencer. EP contaba que la preparación más adecuada es el toreo de salón y los tentaderos: «Al fin y al cabo en el campo haces los ejercicios que llevas a la plaza. Todavía trato de pulir defectos. Y en esa búsqueda de la perfección de mi toreo radica el éxito del mismo. Siempre he estado en una continua evolución y, por ejemplo, tanto con el capote como con la espada he corregido fallos que podía tener».

Un «ferviente admirador» que así se presentaba no entendía por qué a su ídolo, o sea, Ponce, tantas veces se le había reprochado su privilegiada técnica, siendo una virtud. El maestro, rebelado tantas veces contra tal encasillamiento, explicaba despacio su sentir: «La técnica en el toreo es fundamental y el torero tiene que adaptarse al toro que tiene delante en colocación, presentación de la muleta, altura de la misma en el trazo, si más por abajo o por arriba, dar suavidad o sometimiento... A mí a veces se me juzga como dice porque mi manera de estar delante del toro es muy natural y puede parecer que lo que hago es fácil. Pero yo pienso que lo difícil es hacer parecer que lo que haces delante de un toro sea fácil». Enrique Ponce y la difícil facilidad. Esa pócima mágica.