Edición No. 80
1 al 15 de septiembre 2015
Publicación quincenal
En línea
ISSN 2227-9113
Año 4
Propuesta
Incidencia
La movilización más grande de la historia
El consenso más amplio
El derrumbe
Modernización y reforma de la administración
pública en la descentralización
Análisis de la oferta electoral en salud
Caryl Alonso - Edgar Pape - Carlos Alvarado
Adrián Chávez - Carlos Sarti - Sergio Morales
Jordán Rodas - Marco Fonseca - Ruth Sosa
Juan Pablo Muñoz Elías - Escuela de Historia USAC
“ID Y ENSEÑAD A TODOS”
Bien común
Revista
Análisis de la
Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
Realidad Nacional
Índice
Editorial
La movilización más grande de la historia
El consenso más amplio
IPNUSAC .......................................................................................7
Análisis de coyuntura
El derrumbe
IPNUSAC .......................................................................................10
Bitácora
Rina Monroy
Comunicación IPNUSAC.................................................................13
Perspectiva
Modernización y reforma de la administración pública
en la descentralización
Caryl Alonso Jiménez, Ph.D.
Profesor universitario y consultor en políticas y gestión pública ...........14
Análisis de la oferta electoral en salud
Adrian Chávez
Área de Salud y Seguridad Social / IPNUSAC ................................... 32
El sistema tributario: estructura y composición
Edgar Pape
Economista USAC. Doctor en tributación, Universidad Galileo ........... 47
Contrapunto
Aproximación a los escenarios profundos de la crisis política
Carlos Alberto Sarti Castañeda
Antropólogo Social y Politólogo,Director de la Fundación PROPAZ ......91
El sufragio universal y sus barreras en Guatemala
Sergio Fernando Morales Alvarado
Director del Instituto de Derechos Humanos
de la Universidad de San Carlos de Guatemala................................. 103
Revista
Análisis de la
Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
Realidad Nacional
¿Hacia donde va guatemala?
Jordán Rodas Andrade
Vicepresidente de la Junta directiva del Colegio
de Abogados y Notarios de Guatemala ........................................... 129
Hacia el partido de la Refundación:
Notas para un proyecto posible (II)
Marco Fonseca
Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos, York University
Profesor adjunto en el Departamento de Estudios Internacionales
Glendon College, York University..................................................... 133
Actualidad
El papel de la USAC en la Plataforma Nacional para la reforma del Estado
Redacción / Revista Análisis de la Realidad Nacional / IPNUSAC .......162
IPNUSAC, participó en Paro Nacional #27A
Rina Monroy, Comunicadora IPNUSAC ............................................ 165
Propuesta
Despertar Ciudadano
Carlos Alvarado, Rector de la USAC ................................171
Respaldan protestas ciudadanas
Plataforma Nacional para la Reforma del Estado
La Plataforma Nacional para la Reforma del Estado .........................177
Abril de 2015: ¿El despertar de las capas medias?
Juan Pablo Muñoz Elías
Boletín No 1 de la Escuela de Historia .............................................180
Investigación
Seguimiento a graduados, ¿para qué?
Escuela de Química Farmacéutica, de la universidad estatal
de Guatemala, en proceso de autoevaluación.
Sosa López, Ruth Noemi
Maestría en Docencia Universitaria en la Facultad de Humanidades, USAC .... 196
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Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
Realidad Nacional
Legado
El Choteadero Chapín
Cuscun Gourmet
Saúl Guerra Gutiérrez
Campesino artesano de las letras. Ingeniero Agrónomo
Candidato a la Maestría en Investigación, FAHUSAC ......................... 211
Hoy hace ocho el IPNUSAC…
Saúl Guerra Gutiérrez
Campesino artesano de las letras. Ingeniero Agrónomo
Candidato a la Maestría en Investigación, FAHUSAC .........................216
Horizontes
Horizontes ..................................................................... 219
Instrucciones a los autores .............................................. 220
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Contrapunto
Hacia el partido de la Refundación:
Notas para un proyecto posible (II)
Marco Fonseca
Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos, York University
Profesor adjunto en el Departamento de Estudios Internacionales
Glendon College, York University
Resumen
A la víspera de las elecciones generales ya oficialmente anunciadas para septiembre
de 2015, la protesta ciudadana que se inició en abril y que ha dado lugar a la nueva
“Primavera de Guatemala” sigue demandando el fin de la corrupción. Pero ya se siente cierto cansancio, ya está entrando el deseo por la normalidad, la protesta está en
una disyuntiva: seguir demandando lo mismo sin que ello tenga el efecto deseado o
elevar el nivel de la protesta rizomática y catártica a otro nivel de «lucha de posiciones
más complejo», disciplinado y organizado. La crisis de hegemonía del presente también se ha revelado como una crisis de liderazgo de la izquierda y de las fuerzas de
un constitucionalismo refundacional anti-neoliberal. Más bien la izquierda partidista
está implicada en un proceso electoral ampliamente cuestionado por la ciudadanía.
La cuestión de cómo organizar un forma de lucha, una «guerra de posiciones» contrahegemónica más allá de lo catártico y rizomático es, hoy, una pregunta abierta, urgente y un proyecto a construir. El presente trabajo se plantea hacer una contribución
modesta al debate que hay que tener para construir un instrumento político adecuado
para la Refundación, que hoy todavía no existe en Guatemala.
Palabras clave
Refundación, partido rizomático, catarsis, multiplicidad, disciplina, organización,
heterogeneidad, unidad, constitucionalismo
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Towards the Refoundation party:
Notes for a possible project (II)
Abstract
On the even of the 2015 general elections already officially announced for September
2015, the citizenship protest that started in April and sparked the new “Guatemalan
Spring” continues to demand the end of corruption. But there is already a feeling of
exhaustion, the desire for normality has entered the movement, and the protest faces
a dilemma: go on demanding the same without getting the desired results or develop
the rhizomatic and cathartic protest to the level of a more complex, disciplined and
organized “war of positions”. The current crisis of hegemony has also revealed
itself as a crisis of leadership by the partisan left that finds itself involved in a widely
questioned electoral process. Thus the question of how to organize a form of struggle,
a counter-hegemonic “war of positions” beyond the catharsis and rhizomatic level of
struggle is today an open and urgent question and a project to build. The present work
seeks to make a modest contribution to the debate around the political instrument
most adequate for the Refounding of the state that does not yet exist in Guatemala.
Keywords
Refoundation ,party rhizomatic, catharsis, multiplicity, discipline, organization,
heterogeneity, unity, constitutionalism.
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Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
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En cierto punto de su vida histórica los grupos sociales se separan
de sus partidos tradicionales, o sea que los partidos tradicionales en
aquella determinada forma organizativa, con aquellos determinados
hombres que los constituyen, los representan y los dirigen no son ya
reconocidos como su expresión por su clase o fracción de clase.
GRAMSCI
Las dos caras del partido de la Refundación
P
arafraseando a Pablo Iglesias, podemos
decir que en Guatemala el evento de
#RenunciaYa «sirvió
de válvula de
escape» para la muchas frustraciones de la
ciudadanía subalterna y de clase media. «Que las
mismas no encontraran una expresión política
de modo inmediato revela que la crisis orgánica
puesta sobre la mesa por aquel movimiento, que
sorprendió al mundo, era también una crisis de
la izquierda realmente existente» (Iglesias, 2015:
18). Sin embargo, como también lo afirma Iglesias:
«Pretender reducir la política a la
mera expresión de los contrapoderes
sociales labrados en la movilización y
en el activismo paciente es una de las
mayores torpezas de buena parte de
la inteligencia movimentista de nuestro
país, incapaz de asumir que el mientras
tanto era precisamente eso, una forma
de trabajar hasta que se presentara el
momento de la audacia que requería de
otras técnicas políticas.»
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En Guatemala se está dando una crisis de régimen
(la crisis de autoridad), una crisis orgánica del Estado
(la crisis de legitimidad) y una crisis de hegemonía (la
crisis del modelo de dominación como un todo) que
ha «generado las condiciones para la articulación de
un discurso dicotomizador capaz de construir con los
materiales ideológicos nuevos» del evento un sujeto
popular-nacional combinado –entre lo catártico/
rizomático y lo organizado/disciplinado– en una «guerra
de posiciones» frente a las elites (Gramsci, 1999: 20). Se
trata de una dicotomía entre el movimiento y el partido,
entre lo rizomático y lo organizativo que tiene que ser
integrada, encausada y promovida –pero no superada ni
suprimida– por el partido de la Refundación para darle
viabilidad histórico-práctica a su Idea apasionante y
movedora. Como lo afirma Gramsci, y esto es algo de lo
que yo también estoy convencido.
Si el análisis de las experiencias acontecidas en
Latinoamérica le proveyó a la gente fundadora de
Podemos en España de nuevos instrumentos teóricos
para interpretar la realidad de la crisis española, ello fue
porque «desde 2011 comenzamos a creer que se hallaba
en un proceso de latinoamericanización, entendido como
la apertura de una estructura de oportunidad política».
Para el caso de Podemos, según Pablo Iglesias, la
«teorización más precisa de aquella posibilidad populista
la llevó a cabo Íñigo Errejón a partir del pensamiento
de Ernesto Laclau» (Iglesias, 2015: 21). En nuestro
caso, dicha teorización parte también de Gramsci y
pasa por las reflexiones sobre el poder constitutivo
que encontramos desarrolladas en Negri, Mészáros,
Lebowitz y Žižek ampliadas con otras reflexiones sobre
el constitucionalismo social progresista que han surgido
en los últimos años. Pero Laclau, ya en el prefacio de
su trabajo principal sobre el populismo, nos ofrece una
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Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
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articulación de las dos caras del partido
de la Refundación que vale la pena
citar antes de discutirlas en detalle en
términos deleuzianos:
El camino que hemos intentado
seguir para tratar estas
cuestiones es doble. Lo primero
ha sido dividir la unidad del
grupo en unidades menores
que hemos denominado
demandas: la unidad del grupo
es, en nuestra perspectiva, el
resultado de una articulación de
demandas. Sin embargo, esta
articulación no corresponde
a una configuración estable
y positiva que podríamos
considerar como una totalidad
unificada: por el contrario,
puesto que toda demanda
presenta reclamos a un
determinado orden establecido,
ella está en una relación
peculiar con ese orden, que la
ubica a la vez dentro y fuera
de él. Como ese orden no
puede absorber totalmente
a la demanda, no consigue
constituirse a sí mismo como una
totalidad coherente. La demanda
requiere, sin embargo, algún
tipo de totalización si es que
se va a cristalizar en algo que
sea inscribible como reclamo
dentro del «sistema». Todos estos
movimientos contradictorios y
ambiguos implican las diversas
formas de articulación entre
lógica de la diferencia y lógica
de la equivalencia» (Laclau,
2005).
«Este libro se interroga
centralmente sobre la lógica de
formación de las identidades
colectivas. Nuestro enfoque
parte de una insatisfacción
básica con las perspectivas
sociológicas que, o bien
consideraban al grupo como la
unidad básica del análisis social,
o bien intentaban trascender esa
unidad a través de paradigmas
holísticos funcionalistas o
esrructuralistas. Las lógicas
que presuponen estos tipos
de funcionamiento social son,
de acuerdo con nuestro punto
de vista, demasiado simples
y uniformes para capturar
la variedad de movimientos
implicados en la construcción de
identidades. Resulta innecesario
decir que el individualismo
metodológico en cualquiera
de sus variantes incluida la
elección racional- no provee
tampoco ninguna alternativa al
tipo de paradigma que estarnos
tratando de cuestionar.
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El momento rizomático de la multiplicidad,
heterogeneidad y la diferencia
Para el joven Gramsci los consejos de trabajadores de Turín
representaron un momento crucial en la lucha contra-hegemónica.
Fue en este contexto en el cual él desarrolló la noción de una
«reforma moral e intelectual» como condición necesaria para la
fundación de un nuevo Estado. Como lo ha dicho Omar Vázquez,
«Gramsci en el marco del proceso de movilización y organización
de los trabajadores industriales italianos en Consejos de Fábrica,
ocurrido en la ciudad de Turín entre los años 1919-1920 y
denominado el bienio rojo, identifica como fundamental al
espacio laboral como escenario del proceso revolucionario,
afirmando que:
«El proceso revolucionario se realiza en el campo de la
producción, en la fabrica, donde las relaciones son de
opresor a oprimido, de explotador a explotado, donde
no hay libertad para el obrero ni existe democracia; el
proceso revolucionario se realiza allí donde el obrero no es
nadie y quiere convertirse en todo, allí donde el poder del
propietario es ilimitado»» (Vázquez, 2011).
Mis reflexiones sobre el
concepto del poder constituyente
en el trabajo de Negri y en la
experiencia de Venezuela se
encuentran en «Teoría de la mala
sociedad civil» (Fonseca, 2015b:
199–201).
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Análisis de la
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Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
139
Aunque Gramsci puso su fe en la idea
de que «la clase obrera tiende a crear,
en todas las naciones, tiende con
todas sus energías… a engendrar de
su seno instituciones de tipo nuevo en
el campo obrero, instituciones de base
representativa» (Vázquez, 2011), él lo
hizo pensando que dichas organizaciones
eran y debían ser «construidas según
un esquema industrial» partiendo del
fordismo y el taylorismo para luego
superarlo. Para Gramsci, sin embargo,
el período en el que él vivió y ayudó a
organizar los consejos de trabajo fue
revolucionario, sobre todo, «porque
la clase obrera tiende con todas sus
fuerzas, con toda su voluntad, a fundar
su Estado». Allí está el germen del poder
nacional-popular gramsciano. Gramsci
resume así el logro clave de los consejos
de fábricas:
«Aunque ni los industriales ni
la burocracia sindical quisieron
reconocer a los Consejos y sus
comités, éstos consiguieron éxitos
notables: echaron a los agentes
y espías de los capitalistas,
establecieron relaciones con los
empleados y con los técnicos para
obtener información financiera
e industrial; por lo que hace
a los asuntos de la empresa,
concentraron en sus manos el
poder disciplinario y mostraron a
las masas desunidas y disgregadas
lo que significa la gestión directa
de los obreros en la industria».2
Índice
Para Negri, sin embargo, hay que
ir más allá de la fórmula original
gramsciana. Así:
«Dentro de [la] subsunción
al capital, las subjetividades
combatientes y resistentes ya
no pueden ser asumidas dentro
de aquellos mecanismos de
gobierno [o de economía]
que se vuelven cada vez más
lineales y burocráticos. [El poder
constituyente] es algo que debe
comenzar a expresar lo que
somos, es algo que se tiene
que producir en conjunto a
través de las varias I que hemos
expresado, que pueden ser:
la del trabajo, la de hombres
o mujeres en el trabajo, la
de campesinos en el trabajo,
la de mujeres en cuanto
mujeres, la de los indígenas
en cuanto indígenas. Lejos de
estos paralelismos de lucha,
una nueva Constitución no
tiene otra cosa que hacer sino
reconocer estas identidades
como singularidades dentro
de lo común, pero estando
conscientes de que cada
insistencia sobre una identidad
2. Antonio Gramsci, «El Movimiento Turinés de
los Consejos de Fábrica (Informe enviado a la
Internacional Comunista)», El Orden Nuevo,
1920, citado en Vázquez (Vázquez, 2011, énfasis
agregado).
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Análisis de la
Realidad Nacional
Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
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revolución: no el acto de
tomar el poder sino, más
bien, el proceso amplio de
construir lo nuevo, el acto
de creación e invención»
(Azzalini, 2013).
que niegue lo común se vuelve
necesariamente reaccionaria»
(Negri, 2007).
Es cierto que la toma del poder
por parte de lo que Gramsci llama
el «Nuevo Príncipe» y lo que aquí
estamos llamando el partido de la
Refundación es importante para el
poder constituyente; ello no significa
que el argumento desarrollado por John
Holloway en relación al movimiento
zapatista y según el cual debemos
«cambiar al mundo sin tomar el poder»
sea problemático (Holloway, 2002,
2005).3 De hecho, el argumento de
Holloway se aproxima mucho a los
argumentos del joven Gramsci que
son los que yo quiero rescatar aquí.
Y la razón de esto es la necesidad del
cambio subjetivo para darle viabilidad
y durabilidad a las características
del poder rizomático. Dario Azzellini
desarrolla lo que significa transformar
la interioridad subjetiva y normativa en
parte del proceso constituyente de la
siguiente manera:
«En un proceso
revolucionario genuino [...],
el poder constituyente tiene
que mantener su capacidad
de intervenir y moldear el
presente, crear algo nuevo
que no se deriva de lo viejo.
Esto es lo que define a la
Creo que vale la pena repetir aquí un
punto que también ya elaboré en otro
lado solo unos meses antes del evento
de #RenunciaYa en Guatemala y en
cierta anticipación del mismo:
«En eso, precisamente, consiste
el evento del que nos hablan,
en su propio contexto y en
diálogo mutuo, pensadores
contemporáneos como Alain
Badiou y Slavoj Žižek. Pero
dicho evento, debido al contexto
hegemonizado de las sociedades
liberal-capitalistas y el proceso
de expansión de dicha forma
de hegemonía por medio de la
globalización, tiene que venir
desde abajo y desde afuera y
tiene que involucrar un proceso
de deshegemonización subjetivo,
es decir, una conversión que
permite salir del hoyo negro
subjetivo y del cuerpo pisoteado
de la ´otredad´ oprimida y
excluida» (Fonseca, 2015b: 201).
3. Esta formulación de la posición de John
Holloway representa una revisión auto-crítica de lo
que propuse en «Teoría de la mala sociedad civil»
(Fonseca, 2015b: 200).
Índice
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Análisis de la
Realidad Nacional
Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
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Así es como el evento interpela al sujeto
y ayuda a crear la subjetividad necesaria
tanto para el partido de la Refundación
como para la Refundación misma. Como
ya lo afirmé en otro lado:
«La Refundación no se trata
solamente de convocar a una
nueva ANC o de cambiar leyes,
partidos o incluso presidente.
También requiere de un cambio
subjetivo que incluso se asemeja
a una conversión de tipo religioso
que llega a lo más profundo
no solo de nuestra moral (en el
sentido kantiano) sino también
ética (en el sentido hegeliano)
y, de hecho, psicológica
(como lo maneja Žižek). Sin
una transformación subjetiva
profunda, contra-hegemónica,
descolonizante, emancipadora
(también en el sentido de Fanon,
Freire y otra gente), los cambios
de poder en la esfera pública y/o
en las instituciones del Estado
se van a quedar como cambios
superficiales de forma o de
tarima, o simplemente en cambios
de corte liberal, en donde se van
a poner a actuar los/as mismos/
as actores de siempre» (Fonseca,
2015a: 86).
En palabras de Isabel Rauder:
Índice
«En el debate político
acerca de las alternativas
de nuestra época, la disputa
de la subjetividad es clave,
pues se encamina a la
construcción de subjetividades
ajenas a la hegemonía
destructiva del mercado,
es decir, subjetividades
alterhegemónicas. En el
ámbito de la subjetividad está
la conciencia. La conciencia
no es solamente lo consciente
racional, es todo lo que hace
que uno tenga una determinada
concepción del mundo y de
su lugar en el mundo. Por
eso abocarse a cambiar la
subjetividad construida por
el mercado capitalista no
es ´perder el tiempo´ con
necedades, ni confundir
(nuevamente) subjetividad con
´lo subjetivo´» (Rauber, 2015).
De lo que se trata, entonces, es de
transformar un movimiento ciudadano
en protesta liminal en el ala rizomática
de un partido refundador con su
propia pedagogía transformadora
tanto de la subjetividad como de los
lazos de solidaridad como fuente del
poder constituyente. Se trata de lo
que Rauber correctamente llama «las
pedagogías de la esperanza»:
Revista
Análisis de la
Realidad Nacional
Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
142
«Aquellas con que los sujetos
oprimidos transforman día a
día sus realidades de exclusión
y discriminación, abonando al
proceso colectivo de construcción
de los intersticios interculturales
claves para transformar la
sociedad actual, creando y
adelantando en sus prácticas
elementos de la nueva civilización,
fortaleciendo lazos solidarios,
relaciones de equidad entre etnias,
géneros y clases diversos en
búsqueda de su equiparación en
el único calificativo universalmente
pleno: el ´género humano´»
(Rauber, 2015).
Pues eso es precisamente a lo que se le ha
abierto el paso en Guatemala a mediados
de 2015. De ninguna manera se puede
afirmar, por supuesto, que la etapa
liminal de este proceso constituyente ya
ha concluido y que ya nos encontramos
en el terreno claro de la Refundación.
Pues existe en el proceso de la protesta
liminal y rizomática la posibilidad real
de la reversión y la restauración de la
«normalidad» social, política y económica,
un retorno de lo reprimido y del antiguo
régimen. Este peligro lo apunta Gramsci
también del siguiente modo:
Índice
«Ocurre casi siempre que
un movimiento ´espontáneo´
de las clases subalternas
[los trabajadores y
campesinos ya no digamos
la clase media] coincide
con un movimiento
reaccionario de la derecha
de la clase dominante,
y ambos por motivos
concomitantes: por ejemplo,
una crisis económica
determina descontento en
las clases subalternas y
movimientos espontáneos
de masas, por una parte,
y, por otra, determina
complots de los grupos
reaccionarios, que se
aprovechan de la debilidad
objetiva del gobierno para
intentar golpes de estado.
Entre las causas eficientes
de estos golpes hay que
incluir la renuncia de los
grupos responsables [el
Partido Socialista] a dar una
dirección consciente a los
movimientos espontáneos
para convertirlos así en
un factor político positivo»
(Gramsci, 1970: 311–2).
Revista
Análisis de la
Realidad Nacional
Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
143
Pero el hecho mismo de que el Evento haya ocurrido del todo, de que
haya surgido una nueva acumulación de fuerzas y una nueva confluencia
de vertientes distintas y no automáticamente compatibles en sus intereses
o estrategias, marca a esta coyuntura, y particularmente al Evento, como
algo históricamente excepcional y cuyo potencial constituyente no debe ser
desperdiciado o subestimado. Para encausar esto es necesario que el poder
constituyente de las diferentes vertientes de ciudadanía subalterna en protesta
– las que, como un todo, conforman el elemento subjetivo del Evento – y del
Partido de la Refundación se liguen, como uno de sus momentos dialécticos
internos, a nuevas formas de organización específicamente rizomática que
mantengan abierto el proceso de transformación subjetiva y generación de lo
solidario y lo colectivo, elementos centrales de la lucha contra-hegemónica
y que también deben ser desplegados dentro del mismo partido, y desde
fuera del mismo por colectivos autónomos pero solidarios de presión,
como antídoto contra la burocratización, al centralismo burocrático y al
autoritarismo. Porque ya no es posible pensar el momento «democrático» en
los términos clásicos leninistas que suponen un salto al momento «centralista»
cuando se callan o se expulsan a las «facciones» y, sobre todo, a las facciones
críticas y disidentes. Es pues necesario pasar del «centralismo democrático»
al rizomatismo disciplinado –Gramsci quizás lo llamaría el arditismo o el
jacobinismo disciplinado de la revolución– como momento constitutivo del
partido de la Refundación. Pero, al mismo tiempo y para resistir el proceso
hegemónico, el espontaneísmo de la protesta ciudadana tiene que ser
convertido en el partido de la Refundación a no ser que su agenda –si
es que no su energía– se convierta en insumo para fuerzas reaccionarias
(la posibilidad del golpe y el retorno al pasado tenebroso) o para fuerzas
restauradoras del extremo centrismo (la posibilidad de que haya cambios
para que nada estructural cambie de verdad).
El rizoma es, para Deleuze y Guattari, el momento de la «multiplicidad»
horizontal (Deleuze & Guattari, 2002: 14). Deleuze y Guattari nos ofrecen
varias formas de sintetizar la política rizomática. La primera es una forma
metafórica, filosófica o conceptual y ella va del siguiente modo:
Índice
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Análisis de la
Realidad Nacional
Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
144
«[A] diferencia de los árboles o
de sus raíces, el rizoma conecta
cualquier punto con otro punto
cualquiera, cada uno de sus
rasgos no remite necesariamente a
rasgos de la misma naturaleza; el
rizoma pone en juego regímenes
de signos muy distintos e incluso
estados de no-signos. El rizoma
no se deja reducir ni a lo Uno ni
a lo Múltiple. No es lo Uno que
deviene dos, ni tampoco que
devendría directamente tres, cuatro
o cinco, etc. No es un múltiple que
deriva de lo Uno, o al que lo Uno
se añadiría (n+l). No está hecho
de unidades, sino de dimensiones,
o más bien de direcciones
cambiantes. No tiene ni principio
ni fin, siempre tiene un medio
por el que crece y desborda.
Constituye multiplicidades
lineales de n dimensiones, sin
sujeto ni objeto, distribuibles en
un plan de consistencia del que
siempre se sustrae lo Uno (n-1).
Índice
Una multiplicidad de este
tipo no varía sus dimensiones
sin cambiar su propia
naturaleza y metamorfosearse.
Contrariamente a una
estructura, que se define por
un conjunto de puntos y de
posiciones, de relaciones
binarias entre estos puntos y
de relaciones biunívocas entre
esas posiciones, el rizoma
sólo está hecho de líneas:
Líneas de segmentaridad,
de estratificación, como
dimensiones, pero también línea
de fuga o de desterritorialización
como dimensión máxima
según la cual, siguiéndola, la
multipücidad se metarmorfosea
al cambiar de naturaleza. Pero
no hay que confundir tales
líneas, o lineamientos, con las
filiaciones de tipo arborescente,
que tan sólo son uniones
localizables entre puntos y
posiciones. Contrariamente
Revista
Análisis de la
Realidad Nacional
Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
145
a los sistemas centrados (incluso policentrados), de
comunicación jerárquica y de uniones preestablecidas,
el rizoma es un sistema acentrado, no jerárquico y no
significante, sin General, sin memoria organizadora o
autómata central, definido únicamente por una circulación
de estados. Lo que está en juego en el rizoma es una
relación con la sexualidad, pero también con el animal,
con el vegetal, con el mundo, con la política, con el
libro, con todo lo natural y lo artificial, muy distinta de la
relación arborescente: todo tipo de ´devenires´» (Deleuze
& Guattari, 2002: 25–26).4
Para entender la filosofía política militante y radical de
Deleuze y Guattari tenemos que poner por un lado la
retórica postmoderna que ha sido creada en torno a ellos
y nosotros. Pero también tenemos que dejar por un lado,
aunque sea momentáneamente, la posición radicalmente
anti-hegeliana y, en cierta forma, anti-marxista (pero
con ojos puestos en Spinoza, Nietzsche y, hasta cierto
punto, también en Mao) de su trabajo. Con un poco
de esfuerzo mental lo que descubrimos en el pasaje de
arriba, y en todo el trabajo de estos filósofos franceses
que aquí nos ocupa, es una crítica directamente apuntada
hacia el eurocentrismo mismo de mucha filosofía incluso
4. Hay que anotar que Deleuze y Guatari desarrollan su concepción
de lo múltiple en aparente oposición a lo que comúnmente se concibe
como la concepción hegeliana del «Uno». Žižek sin embargo explica el
significado de esto no solo para la filosofía de la praxis (el marxismo)
sino también para la práctica política: «El mero centro de lo que
podemos llamar la intuición hegeliana básica es que nunca hay un
momento ´apropiado´; una forma de vida está frustrada desde el
comienzo mismo, despliega sus elementos potenciales como una
estrategia desesperada para lidiar con su impase. Por ello es que
Hegel enfatiza que ´uno no debe comenzar con la unicidad para
luego pasar a la dualidad´ – ¿Por qué no? Porque el ´Uno´ solamente
se constituye por medio del pasaje a la dualidad, por medio de su
división» (Žižek, 2014: 377, traducción propia).
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Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
146
marxista, una crítica directa a las formas de organización
jerárquica y centralistas, todos los aparatos de captura
y de la izquierda europea, particularmente los partidos
comunistas como el Partido Comunista Francés, que
resultaron estalinizándose y que no supieron hacerle
frente, y mucho menos responder adecuadamente, a los
eventos de Hungría en 1956, Checoslovaquia en 1968 y
al surgimiento de la «Nueva Izquierda» europea después
de los eventos de París en mayo de 1968. Y es posible
decir lo mismo de la Nueva Izquierda latinoamericana
que también surge después del 1968 mexicano.
Es en este sentido estrictamente auto-crítico –es decir,
de la izquierda militante reflexionando sobre sí misma–
que hay que entender en primer lugar la posición que
Deleuze y Guattari comparten con nosotros y que nos
sirve de advertencia para nuestras formas de pensar y de
encausar el evento dentro de un proceso que combina
dialécticamente lo rizomático y lo disciplinado en una
lucha contra-hegemónica que apunta directamente contra
los «aparatos de captura», «instrumentos de polarización»,
estrategias y políticas de cooptación y discursos de
normalización del Estado corrupto, la élites nacionales
neoliberales y globalizadoras o los grupos de poder
regional neo-oligárquicos.5
5. Para la noción del Estado como «aparato de captura», que también
puede coexistir con otras formas o procesos mecánicos de control, ver
Deleuze & Guattari, 2002: 433. Los aparatos de captura que ahora
también están siendo transnacionalizados por la globalización que
ha desterritorializado al capital y que produce la reterritorialización
de la acumulación extractiva y desposeedora por medio del Estado
también incluyen los procesos de acaparación de tierras (rentas del
neo-latifundismo), aparatos de control fiscal (rentas del Estado) de
la población para darle apoyo al aparato de seguridad nacional y
los aparatos de los megaproyectos (ganancias del sector privado y
transnacional) a partir de todo lo cual se origina formas especificas de
respuesta violenta («conflictividad social»).
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147
Para operacionalizar el momento
rizomático del Partido de la Refundación,
Deleuze y Guattari nos ofrecen «reglas
concretas» para llevarlo a cabo:
« 1° y 2° Principios de conexión
y de heterogeneidad: cualquier
punto del rizoma puede ser
conectado con cualquier otro,
y debe serlo. En un rizoma,
por el contrario, cada rasgo
no remite necesariamente a un
rasgo [específico]: eslabones
semióticos de cualquier naturaleza
se conectan en él con formas
de codificación muy diversas,
eslabones biológicos, políticos,
económicos, etc., poniendo en
juego no sólo regímenes de signos
distintos, sino también estatutos
de estados de cosas. En efecto,
los agenciamientos colectivos de
enunciación [como #RenunciaYa]
funcionan directamente en los
agenciamientos maquínicos [en
la construcción de alternativas], y
no se puede establecer un corte
radical entre los regímenes de
signos y sus objetos.
3° Principio de multiplicidad: sólo
cuando lo múltiple es tratado
efectivamente como sustantivo,
multiplicidad, deja de tener
relación con lo Uno como sujeto
o como objeto, como realidad
natural o espiritual, como imagen
Índice
y mundo. Las multiplicidades son
rizomáticas y denuncian las pseudomultiplicidades arborescentes.
No hay unidad que sirva de
pivote en el objeto o que se
divida en el sujeto. No hay
unidad, ni siquiera para abortar
en el objeto o para «reaparecer»
en el sujeto. Una multiplicidad
no tiene ni sujeto ni objeto, sino
únicamente determinaciones,
tamaños, dimensiones que no
pueden aumentar sin que ella
cambie de naturaleza (las leyes
de combinación aumentan,
pues, con la multiplicidad). Un
agenciamiento es precisamente
ese aumento de dimensiones en
una multiplicidad que cambia
necesariamente de naturaleza
a medida que aumenta sus
conexiones. En un rizoma no hay
puntos o posiciones, como ocurre
en una estructura, un árbol,
una raíz. En un rizoma sólo hay
líneas.
4° Principio de ruptura
asignificante: frente a los cortes
excesivamente significantes
que separan las estructuras
o atraviesan una. Un rizoma
puede ser roto, interrumpido en
cualquier parte, pero siempre
recomienza según ésta o aquella
de sus líneas, y según otras.
Es imposible acabar con las
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148
hormigas, puesto que forman
un rizoma animal que aunque
se destruya en su mayor parte,
no cesa de reconstituirse. Todo
rizoma comprende líneas de
segmentaridad según las cuales
está estratificado, territorializado,
organizado, significado, atribuido,
etc.; pero también líneas de
desterritorialización según las
cuales se escapa sin cesar. Hay
ruptora en el rizoma cada vez
que de las líneas segmentarias
surge bruscamente una línea de
fuga, que también forma parte
del rizoma. Esas líneas remiten
constantemente unas a otras. Por
eso nunca debe presuponerse
un dualismo o una dicotomía,
ni siquiera bajo la forma
rudimentaria de lo bueno y de lo
malo. Se produce una ruptura,
se traza una línea de fuga, pero
siempre existe el riesgo de que
reaparezcan en ella organizaciones
que reestratifican el conjunto,
formaciones que devuelven
el poder a un significante,
atribuciones que reconstituyen
un sujeto: todo lo que se quiera,
desde resurgimientos edípicos
hasta concreciones fascistas. Los
grupos y los individuos contienen
microfascismos que siempre
están dispuestos a cristalizar. Por
supuesto, la grama también es un
rizoma. Lo bueno y lo malo sólo
Índice
pueden ser el producto de una
selección activa y temporal, a
recomenzar.
5° y 6° Principio de cartografía
y de calcomanía: el rizoma
no responde a ningún modelo
estructural o generativo. Es
ajeno a toda idea de eje
genético, como también de
estructura profunda. Un eje
genético es como una unidad
pivotal objetiva a partir de la
cual se organizan estadios
sucesivos; una estructura
profunda es como una
serie cuya base se puede
descomponer en constituyentes
inmediatos, mientras que la
unidad del producto está en otra
dimensión, transformacional
y subjetiva. Así no se sale del
modelo representativo del
árbol o de la raíz pivotante
o fasciculada (por ejemplo
el «árbol» chomskyano,
asociado a la serie de base, y
representando el proceso de
su engendramiento según una
lógica binaria). Esa sólo es
una variación del pensamiento
más caduco. Muy distinto es
el rizoma, mapa y no calco.
Hacer el mapa y no el calco. La
orquídea no reproduce el calco
de la avispa, hace mapa con la
avispa en el seno de un rizoma.
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Si el mapa se opone al calco es precisamente porque
está totalmente orientado hacia una experimentación que
actúa sobre lo real. EI mapa no reproduce un inconsciente
cerrado sobre sí mismo, lo construye. Contribuye a la
conexión de los campos, al desbloqueo de los cuerpos
sin órganos, a su máxima apertura en un plan de
consistencia. Forma parte del rizoma. El mapa es abierto,
conectable en todas sus dimensiones, desmontable,
alterable, susceptible de recibir constantemente
modificaciones. Puede ser roto, alterado, adaptarse a
distintos montajes, iniciado por un individuo, un grupo,
una formación social» (Deleuze & Guattari, 2002: 13–18,
énfasis agregado).
Esos son los principios que guían la política rizomática
y son prácticamente los mismos, o por lo menos ese es
mi argumento, que los que encontramos en las formas
comunitarias autonómicas de organización desde el
zapatismo hasta los consejos comunitarios chavistas. Son
principios asociados al Buen Vivir, a la economía del bien
común, a nuevas formas de producción, intercambio y
consumo, a formas alternativas –superiores, ecológicas–
de asociación, organización y solidaridad, a nuevas
formas de seguridad y constitución, y a nuevas formas de
habitar en nuestro planeta común sin vallas, ni muros, sin
acumulación ni acaparamientos, sin pobreza espiritual ni
material y sin exclusión de clase, género, etnia o religión/
espiritualidad cuando la misma ha sido reformulada,
desde dentro y como lo ilustra la Teología de la
Liberación, a efecto de ser compatible con la vida real
tanto humana como ecológica. Esos son los principios
que deben regir el momento rizomático del partido de la
Refundación.
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El partido de la Refundación es,
entonces, el partido de la «conexión y
de la heterogeneidad», la diversidad
cultural y sexual, la diferencia de etnia
y de género, la hibridez y la diáspora,
las concepciones distintas de lo popular
y lo nacional. También es el partido
de la «multiplicidad», de la militancia
nómada y el anarquismo organizado, del
leninismo disciplinado y del trotskismo
anti-burocrático, del comunitarismo
autonómico y del internacionalismo
transformador, del marxismo crítico y del
libertarianismo colectivo. Es «el cuerpo
sin órganos» del que nos hablan, aunque
en tonos diferentes, Deleuze y Guattari
así como Žižek. Es el partido de la
«ruptura constitucional» del que nos habla
Pisarello que, al mismo tiempo, rompe
también con las formas de la subjetividad
establecidas de donde también pueden
haber siempre «resurgimientos edípicos» y
«hasta concreciones fascistas», en donde
la política rizomática también se plantea
como antídoto contra «los grupos y los
individuos [que] contienen microfascismos
que siempre están dispuestos a cristalizar»
en procesos de constitucionalismo
antidemocrático, de restauración y de
normalización fascistoide (Pisarello,
2011).6
Pero cuando los/as sujetos cambian de
verdad, cuando hay un proceso interno
de descolonización y deshegemonización
subjetiva, entonces no se cansan de
participar en este tipo de política,
en lo que en otro contexto Marcuse
llamó «el Gran Rechazo», sino que,
como la forma rizomática de vida es
también transformadora o constitutiva
de la subjetivad, es «catártica», la lucha
contra-hegemónica se vuelve un estilo de
vida y de experimentación, invención y
prueba, una pedagogía de la esperanza,
lo que Jodi Dean llama la lucha del
«nosotros» contra el «capitalismo
comunicativo» (Dean, 2005, 2009). El
cambio de verdad es pues un principio
de la razón y la acción constitutiva.7
6. Quiero agradecer a mi amigo Jorge Mario
Rodríguez por nuestras discusiones en torno al
trabajo de Pisarello.
7. La idea de la «descolonización subjetiva»
proviene, en parte, de la Filosofía de la Liberación
desarrollada por pensadores como Raúl Fornet
Betancourt, Horacio Cerutti y Enrique Dussel. En mi
caso también la aprendí directamente de pensadores
anti-colonialistas y revolucionarios como Franz
Fanon, Albert Memi, Aimé Césaire, Malcolm X y
Edward W. Said, sujetos de discusión central en
un seminario doctoral con quien fue mi primer
supervisor doctoral Ato Sekyi-Otu (Sekyi-Otu, 1997)
y Patrick Taylor quien, por razones de salud, tuvo
que funcionar como su reemplazo (Taylor, 1989).
Se trata, por tanto, de ser ética
y políticamente consistentes (lo
que Deleuze y Guattari llaman «el
problema de la consistencia») con la
«cartografía» del rizoma, serios en
la revuelta contra el «pensamiento
caduco» tanto del antiguo régimen, el
extremo centrismo restaurador como
de la izquierda desfasada, activos/
as con la multiplicidad rizomática de
la cual es ya imposible retroceder o
pretender escapar en las condiciones del
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Siglo XXI. El partido de la Refundación
es, en los términos de Laclau citados
arriba, la unidad de la diferencia y la
equivalencia, en donde la demandas
rizomáticas que presentan sus reclamos
al orden establecido y corrupto, siempre
manteniéndose «dentro y fuera de
él», logran constituirse de manera
organizativa y disciplinada «una totalidad
coherente». A partir de aquí nuestra
consigna debe ser: ¡Que nadie se quede
atrás! ¡Que todos se levanten! ¡Que
viva la multiplicidad! Este es el momento
rizomático de la política constitutiva y
refundacional (Morales, 2015).
Ahora bien, la posición teórica de
Deleuze –lo que le da un carácter
postmoderno de vanguardia– lo
convenció de que la política rizomática
era, en sí misma, lo único posible dentro
del marco del Estado liberal capitalista.
Deleuze vio el «plan de consistencia
o de composición (planomeno)» de la
«multiplicidad» como algo radicalmente
opuesto al «plan de organización y
de desarrollo» del «Uno» (Deleuze &
Guattari, 2002: 516). Pero esto es por
el marco filosófico dentro del cual el
filósofo de París interpretó la política
después de 1968. Creo, con Žižek, que
él estaba equivocado. Es más, siguiendo
el pensamiento de Gramsci es posible
afirmar que el partido de la Refundación
representa la unidad dialéctica de ambos
momentos (el momento de la pasión
catártica y rizomática y el momento de
la disciplina y la organización) y nuestra
tarea es recombinarlos de nuevo y
ponerlo todo al servicio del activismo
militante a favor de la Refundación y
claramente en oposición al neoliberalismo
globalizador.
El momento organizativo: la
disciplina y el partido
En Guatemala ha nacido y ya se ha
activado una nueva generación de
militantes procedentes de #RenunciaYa,
un grupo de estudiantes que han
revitalizado al movimiento universitario
agrupado en torno a la Coordinadora
de Estudiantes Universitarios de
Guatemala (CEUG), grupos estudiantiles
landivarianos y sancarlistas, Usac Es
Pueblo, la Asamblea Social y Popular y
otras organizaciones políticas y sociales
provenientes del campo y la ciudad, de
movimientos indígenas y campesinos, así
como de movimientos populares urbanos,
de mujeres, académicos, periodísticos y
artísticos. Estas son las organizaciones
que deben suplir, en primera instancia,
el núcleo organizador del partido de la
Refundación.
Una vez establecido el núcleo
organizador y coordinador, debemos
llamar a la constitución de los círculos
refundacionales y organizarlos de manera
tanto rizomática como disciplinada,
tanto de modo sectorial como de
modo social y cultural a efecto de darle
cobertura nacional al nuevo movimiento.
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Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
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Aquí es donde el ejemplo de los consejos de fábrica gramscianos, los
caracoles zapatistas, los círculos bolivarianos y los consejos comunitarios
venezolanos nos pueden servir de modelos organizativos. De igual
modo, las organizaciones indígenas y de izquierda han invertido años
construyendo infraestructura de organización comunal que puede
ser convertida, de manera consensada y participativa, en parte de la
infraestructura del partido de la Refundación.
La idea es que éstos círculos refundacionales integren a organizaciones
comunitarias indígenas, organizaciones sociales y populares y
organizaciones ciudadanas en una cartografía de espacios comunes a
partir de expresiones ya existentes y construidas pacientemente desde hace
años y a partir de expresiones nuevas que puedan surgir de la coyuntura
presente. Así la organización refundacional no sustituye ni desplaza sino
que redefine y redespliega la fuerza constitutiva establecida desde abajo.
Y es posible también que estos círculos refundacionales después de la
Refundación, de manera simultáneamente rizomática y organizada,
se transformen en formas propias de auto-gobierno y Buen Vivir, en
reparto de bienes y de tierras ya sea heredadas o reclamadas de
la agro-economía extractivista y de los grupos de poder regional
neo-oligárquicos para que se forjen formas productivas según las
especialidades y adaptaciones de cada región. Este es el germen de
lo que Boaventura de Sousa Santos llama «otra producción posible».
Ese también es el germen de otra política posible.
Estas estructuras básicas nos pueden permitir entrar al terreno de lo
que Laclau llama la «equivalencia», lo que Marta Harnecker llama la
«convergencia» (Harnecker, 2002),8 el momento que Žižek le asigna
al «amo» que nos permita tomar decisiones vinculantes, el momento
que Iglesias identifica con el establecimiento de «una dirección
política formal y una estructura territorial y sectorial organizada, así
como de mecanismos formales de toma de decisiones» (Iglesias,
2015: 21). En el caso de Podemos, Iglesias escribe:
8. Una versión anterior apareció en Rebelión.og en agosto 2000,
disponible aquí http://tinyurl.com/qa467wc.
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«Desde el principio se apostó por fórmulas que permitieran
que las decisiones más importantes se tomaran mediante
mecanismos de participación ciudadana y así se eligió el equipo
técnico encargado de preparar la Asamblea Ciudadana de
otoño, que fue nuestro congreso fundacional».
En efecto, el partido de la Refundación tiene que nacer de manera
radicalmente participativa o no nace para nada. Esta es una tarea
central del equipo técnico encargado de organizar su asamblea
ciudadana fundacionante. Es de esta asamblea que el movimiento
ciudadano en protesta, rizomático, deja de ser un movimiento
ciudadano con demandas contra la corrupción y por la transparencia
del Estado «para convertirse en una organización política con órganos
directivos, sistemas internos de garantías, unas líneas políticas y
estratégicas precisas y una clara vocación de eficacia organizativa»
(Ibídem). Aquí es donde, en los términos de Deleuze, Guattari y Laclau,
la articulación de las demandas de la diferencia, la heterogeneidad
y la multiplicidad alcanza el momento de «corresponder a una
configuración estable y positiva que podríamos considerar como una
totalidad unificada». Este es el «Amo» de Žižek. Este es el momento
del jacobinismo disciplinado gramsciano, el único capaz de llevarnos
institucionalmente a la Refundación.
Pero la tarea sigue siendo también, y no puede ser abandonada, de
mantener la dinámica rizomática o la lógica de la diferencia que se
encarna en el autonomismo regional de los pueblos indígenas, los
consejos de fábricas, los colectivos fundacionales de vecinos/as y
las organizaciones populares de la Refundación. La unificación en el
momento de la equivalencia no significa la disolución de la diferencia.
Son momentos de la acción política dialéctica que se constituyen
mutuamente y solo así se refuerzan y empujan mutuamente hacia
el futuro. Es la unidad dialéctica de estos momentos aparentemente
contradictorios la única que nos puede proveer «el esqueleto de una
organización política que aspira a ganar las elecciones generales»
(Iglesias, 2015: 26).
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Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
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El partido de la Refundación –o como sea
que la ciudadanía misma decida llamarle
a su organización refundante– es pues
el instrumento político que nos puede
permitir convertir la iniciativa ciudadana
en proyecto constitucional refundacional.
Aunque Marta Harnecker no parte de
la idea de que los «levantamientos
populares» tienen un carácter rizomático
que es simplemente imposible de reducir
a la equivalencia de clase, de género o
de etnia, de que ya no hay un Uno que
sirva de «Gran Amo» en substitución de
la multiplicidad, ella tiene sin embargo
razón en decir que «ni el tamaño ni la
combatividad» de las luchas ciudadanas
presentes, incluyendo las luchas indígenas,
sociales y populares, «han sido suficientes
para pasar de la insurrección popular a la
revolución» o, en nuestros términos, de lo
liminal a lo constitutivo y refundacional.
Esto se debe en parte a que, como
se indicó en la primera parte de este
ensayo, la lógica rizomática de la protesta
también es susceptible de quedarse en
el carnaval de la protesta enamorada de
sí misma y en cuyo caso, por su propia
resistencia inherente a la disciplina y la
organización, impide pasar al momento
de la «equivalencia», la «totalización» y
la decisión vinculante. Pero ello también
se debe, en parte, a la debilidad y
ausencia de la izquierda organizada que
deja un vacío tanto organizativo como
ideológico que puede ser acaparado,
cooptado o re-normalizado por el proceso
hegemónico. Por ello, como lo afirma
Índice
Gramsci, «cuando estas crisis tienen
lugar, la situación inmediata se vuelve
delicada y peligrosa, porque el campo
queda abierto a soluciones de fuerza,
a la actividad de potencias oscuras
[La Embajada, grupos regionales de
poder] representadas por los hombres
providenciales [el embajador] o
carismáticos [OPM, Baldizónetc.]». Un
pasaje de Gramsci describe bien esta
situación:
«La crisis crea situaciones
inmediatas peligrosas, porque
los diversos estratos de la
población no poseen la misma
capacidad de orientarse
rápidamente y de reorganizarse
con el mismo ritmo. La clase
tradicional dirigente, que
tiene un numeroso personal
adiestrado, cambia hombres y
programas y reabsorbe el control
que se le estaba escapando con
una celeridad mayor que la que
poseen las clases subalternas;
hace incluso sacrificios, se
expone a un futuro oscuro con
promesas demagógicas, pero
conserva el poder, lo refuerza
por el momento, y se sirve de
él para aniquilar al adversario
y dispersar a su personal de
dirección, que no puede ser muy
numeroso ni muy adiestrado.
El hecho de que las tropas
de muchos partidos pasen a
colocarse bajo la bandera de un
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Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
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partido único que mejor represente y resuma las
necesidades de toda la clase [dominante] es un
fenómeno orgánico y normal, aunque su ritmo sea
rapidísimo y casi fulminante en comparación con
tiempos tranquilos: representa la fusión de todo un
grupo social bajo una dirección única considerada
la única capaz de resolver un problema dominante
existencial y de alejar un peligro mortal. Cuando
la crisis no encuentra esta solución orgánica,
sino la del jefe carismático, significa que existe
un equilibrio estático (cuyos factores pueden ser
dispares, pero en el que prevalece la inmadurez
de las fuerzas progresistas), que ningún grupo,
ni el conservador ni el progresista, tiene la fuerza
necesaria para la victoria y que incluso el grupo
conservador tiene necesidad de un amo (cfr. El
18 brumario de Luis Bonaparte)» (Gramsci, 1999:
52–53).
El peligro de la restauración crea ambigüedades para
todo mundo. Por un lado, como escribe Gramsci,
las elites «tienen un numeroso personal adiestrado,
cambia hombres y programas y reabsorbe el control
que se le estaba escapando con una celeridad mayor
que la que poseen las clases subalternas». Es más, en
el punto más álgido de la coyuntura las elites mismas
pueden disponerse a ofrecer «sacrificios» que incluso,
hasta cierto punto, parecen poner su futuro político en
el entredicho y parecen tomar en cuenta las demandas
que vienen de abajo. Así trabaja la hegemonía.
Porque en el trasfondo de la lucha, donde el proceso
hegemónico está en curso, las elites «conservan el
poder, lo refuerzan por el momento, y se sirven de él
para aniquilar al adversario y dispersar a su personal
de dirección, que no puede ser muy numeroso ni
muy adiestrado». Por su parte la ciudadanía teme
dar pasos que se puedan identificar con posiciones
Índice
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Año 4 - Edición 80 - Septiembre/ 2015
156
«radicales» particularmente de izquierda.
Temen que se les identifique con los viejos
experimentos comunistas, las políticas
del viejo movimiento revolucionario o los
procesos constitucionales de refundación
más radicales de Latinoamérica (Bolivia,
Ecuador y Venezuela). Y no son capaces
de desarrollar un vocabulario nuevo
para darle sentido a la dialéctica de la
praxis que la anima: la dialéctica de lo
rizomático y lo organizativo.
Por esto es precisamente que necesitamos
de una revolución intelectual y moral que
cambie las disposiciones de la ciudadanía
a favor de un proceso constitucional
refundacional. Esto también requiere que
la izquierda organizada misma cambie su
cultura y se dé cuenta que lo rizomático
no es pasajero, no es solo una moda
postmoderna, no es solamente cuestión
de trabajadores del arte o académicos/
as alienados/as. Lo nómada precede y
excede a lo establecido permanentemente.
Aunque esto tiene que dar lugar a «la
fusión de todo un grupo social bajo
una dirección única», la disciplina y
«fuerza de un amo» capaz de avanzar el
proceso, los modelos de organización de
izquierda del presente son inadecuados
para esta función reguladora. Pues esto
es precisamente lo que puede aportar el
partido de la Refundación en su lucha de
posiciones en el contexto de la dialéctica
de la «revolución-restauración» que ha
abierto la crisis y el evento y ante la cual
la izquierda organizada no ha podido
Índice
responder más que afirmando el marco
institucional actualmente existente.
A modo de conclusión
Quiero hacer eco a las siguientes
palabras de Pablo Iglesias:
«En el terreno simbólico
izquierda-derecha, los que
defendemos una posibilidad de
transformación pos neoliberal
desde el Estado, protegiendo
los derechos humanos y la
soberanía y asociando la
democracia a los derechos
sociales y a las políticas
redistributivas, no tenemos
ninguna posibilidad de ganar
electoralmente. Cuando el
adversario nos llama izquierda
radical y nos trata de identificar
con sus símbolos, y vaya si lo
hace, nos lleva al terreno en
el que su victoria es más fácil.
Disputar el reparto simbólico
de posiciones al adversario,
pelear los «términos de la
conversación», fue nuestra
tarea político-discursiva más
importante» (Iglesias, 2015:
22).
En nuestro caso, vinculados
como estamos a otros proyectos
refundacionales, otros
constitucionalismos progresistas del
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bien común en Latinoamérica, tenemos que alterar los términos
del debate. Sí, nos planteamos la posibilidad de la Refundación
del Estado y transformación pos neoliberal, pero, a la luz del
cambio climático y la crisis planetaria causada por el capitalismo
globalizador, debemos encaminarnos hacia una economía del
bien común o del Buen Vivir. Cuando hacemos esto, el discurso y
la política de los derechos humanos (en sus tres generaciones de
derechos civiles, políticos y sociales) deben ser redefinidos en función
también del bien común y no del bienestar meramente individual o
de una concepción de la política que opone lo privado a lo público
o el/la individuo/a al Estado.
Eso significa darle realce a los derechos colectivos y ecológicos
dentro de los cuales los derechos humanos adquieren una dimensión
post-burguesa, post-subjetivista y post-liberal. De allí la lucha contra
el individualismo posesivo y el consumismo sin fin que tenemos que
enarbolar a diario como parte de la reforma intelectual y moral a
que nos interpela el evento y la fidelidad al mismo. En todo caso,
si queremos ganar en el terreno electoral reformado y refundado,
no podemos dejar que las fuerzas de la restauración y la
normalización o el discurso del extremo centrismo que
defiende la institucionalidad presente a capa y espada nos
traigan a los términos de esos discursos porque «cuando
el adversario nos llama izquierda radical y nos trata de
identificar con sus símbolos, y vaya si lo hace, nos lleva al
terreno en el que su victoria es más fácil».
Somos nosotros/as quienes debemos insistir
apasionadamente en el bien común y ecológico
recordando que aunque tengamos ganada la batalla en
las redes sociales –por ahora– Guatemala sigue siendo
un pueblo de la radio y la televisión, de la oralidad y
la visibilidad, aparatos mediáticos que solo van a dejar
de ser monopolio político de las elites o grupos de
poder, con interés en mantener el status quo, con una
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reforma profunda al sistema político y
con la consolidación y expansión de
dicha reforma en la Refundación. Esa es
pues, como dice Iglesias, «nuestra tarea
político-discursiva más importante» en la
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