‘Rocky’ Valdés sin guantes: generoso, amiguero y enamorado de Cartagena
El campeón mundial fallecido esta semana en Cartagena, vivía obsesionado por su tierra. Prefería el Mercado de Bazurto o San Andresito que Nueva York o Mónaco. Con la plata que ganó le regaló una casa a cada uno de sus hermanos.
A su sepelio fue gente de todos los estratos y niveles de educación: desde el médico Armando Pomares, el abogado Gabino Hernández Cassiani y su empleada doméstica Betty Pérez Murillo que atendió a cuatro de sus hijos en su casa del barrio Olaya Herrera.
Pero quién era este hombre a quien buscaban desde modelos de Playboy, como cuando ocurrió en Paris antes de su primera defensa, o actores de cine como Alain Delon, que recibió el grado de Gran Caballero del Congreso de la República en un homenaje póstumo hecho por los padres de la patria, pero que persistió en seguir su mejor papel en la vida: el hombre noble y humilde que fue pese al dinero que tuvo y amigo de sus amigos de toda la vida.
Esa fue la admiración que llevó a centenares de personas a su sepelio el pasado viernes; no fueron sus grandes peleas, fueron sus grandes gestos los que hicieron que varios se disputaran cargar su ataúd así sea por algunos segundos.
El apodo de 'Rocky' se lo debe a Melanio Porto Ariza. Lo mismo que el de 'Fiera'. Con ese brillo y visión que tenía el desaparecido 'Meporto' y como buen periodista que fue, sabía que muy bien que Rodrigo Valdés no era el nombre que por sí solo iba a vender las boletas del estadio 11 de Noviembre.
De eso se dio cuenta cuando tuvo que cancelar una cartilla en el estadio de béisbol ante el púgil venezolano Castor 'Cara e tabla' Castillo a mediados de los años sesentas.
"Rodrigo no vendía en Cartagena. Estaba comenzando. Los ídolos acá eran otros. Por eso Melanio tuvo que comenzar a inventarse esos apodos para poder despertar algo de atención entre el siempre exigente público de Cartagena", recordó Nelson Aquiles
Arrieta, apoderado y empresario de boxeo por más de 50 años.
Pero pese a no haber tenido la admiración natural de su pueblo, al principio, era renuente a irse de su tierra. Una vez en Tumaco, ya retirado del boxeo, Aquiles Arrieta lo llevó a un acto gubernamental invitado por el Alcalde del puerto sobre el Pacífico colombiano, donde 'Rocky' sería la figura central.
En la noche en el hotel y con unos tragos de whiskey encima, 'Rocky' le tocó la puerta del cuarto a Arrieta, vestido en calzoncillos le dijo "Aquiles, me devuelvo para Cartagena ya, a pie me voy solo". A lo que 'Nelaqui' le respondió: "Bueno, comienza a caminar ya para ver si llegas en dos meses".
Así era el ex campeón. Obsesionado por su tierra. No le gustaba Nueva York, no le gustaba Mónaco. Le gustaba lo suyo. Respirar el aire que le oliera a la parte de atrás del Mercado de Bazurto sobre la avenida El Lago donde almorzaba todos los días.
O el bullicio de San Andresito donde tenía su oficina donde prestaba plata a comerciantes que iban en los años ochenta a Maicao a traer mercancías de contrabando para revender.
Su relación con su fortuna, que le costó golpes, también marcó su vida por el aplomo que mostró. Lejos de los excesos, a Valdés Hernández lo único que le gustaba por fuera de lo normal era lucir sus joyas.
"Es que uno emprendao, así este mondao, la gente lo trata bien a uno", era la filosofía del campeón recordaron varios de sus amigos y asistentes a su funeral en Jardines de Cartagena.
Aquiles, me devuelvo para Cartagena ya, a pie, me voy solo
"Lo único que me gusta al salir de Cartagena es que allá (en el extranjero) los puños vienen envueltos en billetes de dólar", era una frase de batalla de 'Rocky' recordó su médico personal Armando Pomares Herrera.
De su buena administración del dinero se debe, según testimonio de varios allegados, a su relación con sus amigos de San Adresito.
Tuvo seis buses de la ruta Olaya Herrera. Un día cansado de los problemas de este negocio, teniendo que mandar los buses al taller, el gasto en repuestos y tener que andar como atento investigando para evitar que los choferes le 'tumbaran' el billete, decidió venderlos para meterse a la finca raíz.
Tuvo casa en Crespo; dividió la misma y arrendó dos apartamentos, una casa por el sector de Castillete, cerca de los Cuatro Vientos y la casa que todo el mundo le conoció en Olaya Herrera.
Su trato a los demás también fue su sello. "Puso en práctica el valor de la solidaridad toda su vida. Cuando invitaba a comer a sus amigos siempre les decía, 'coman primero que yo voy después'. Nos decía, piquen primero que yo me encargo de lo que dejen en el plato. Con la plata que ganó en el boxeo le compró una vivienda a cada hermano.
La riqueza de Valdés no estuvo en el boxeo, fue en el valor que le dio a cada amistad", recordó el profesor y abogado palenquero Gabino Hernández.
Pero quien más desgarró su garganta con palabras de elogio al difunto campeón, fue Betty Pérez, la empleada doméstica en la casa de su familia en Olaya Herrera. Conteniendo las lágrimas para evitar que el llano ahogara la inspiración, Betty dijo.
"Se fue mi patrón. Buen esposo. Se nos fue muy rápido. Creía que iba a durar ochenta años. Tuve el privilegio de criarle a Mónica, Rodrigo, Alfredo y Elcy. Me siento herida porque mi patrón se me fue", dijo entre sollozos.
