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El internet de las cosas ya no es futuro en la industria

El sector industrial pesado, manufacturero y logístico usa hoy esta tecnología con buen resultado

GETTY IMAGES

El internet de las cosas es un concepto que, poco a poco, hemos ido incorporando a nuestro vocabulario del día a día para designar a un tótum revolútum cuyas fronteras y aplicaciones potenciales aún estar por delimitar. IoT es el acrónimo del inglés Internet of Things, traducido literalmente por nuestro internet de las cosas profusamente utilizado en los medios de comunicación para hablar de todo aquello que suena a digital y 4.0. Pero ¿qué es realmente el Internet of Things? ¿Para qué sirve? ¿Hasta qué punto se trata ya de una realidad o de promesas de futuro?

Empecemos por entender bien el concepto: llamamos Internet of Things al proceso de dotar de sensores a elementos de nuestro alrededor, que nos permite recoger datos que después podremos analizar a través de un algoritmo, obteniendo información valiosa y en algunos casos nos permitirá programar al objeto para que reaccione de una forma determinada.

Hablando de manera menos técnica: se trata de dotar de inteligencia a todo lo que nos rodea para poder controlar, automatizar y predecir su funcionamiento. Si ponemos sensores en un frigorífico, la máquina podrá conocer los hábitos de consumo de una familia y hacer la compra por sí sola pidiendo al supermercado los productos que vayan agotándose.

Sensorizando los parkings podemos decirle a todos los conductores de la ciudad la disponibilidad de aparcamiento por zonas y evitar atascos. Si aplicamos sensores a nuestro cuerpo, podremos monitorizar diversas variables (presión arterial, temperatura, azúcar en sangre, etc…) y tener un seguimiento constante de cualquier enfermedad, e incluso recibir medicación directamente cuando sea necesario. Si a esto le sumamos big data y un buen algoritmo, podemos incluso predecir con un alto grado de fiabilidad si vamos a sufrir de un ataque al corazón u otros problemas de salud evitables.

Estos son tan solo unos pocos ejemplos del futuro (en algunos países ya del presente) que nos promete el Internet of things. Sin embargo, la mayor velocidad de incorporación de estas soluciones se está dando a nivel industrial (sobre todo en la industria pesada, la manufactura y la logística), pues es donde esta tecnología está aportando una gran optimización de recursos.

Por ejemplo, las grandes industrias cementeras indias están sensorizando todas las piezas de su maquinaria de modo que, a través de algoritmos predictivos que computan los datos recogidos por los sensores, pueden saber exactamente cuándo estas piezas van a dejar de funcionar y será necesario cambiarlas.

Esto permite a la empresa tener piezas de recambio a tiempo cuando se produce una avería y ahorrar millones en una óptima planificación del mantenimiento. De otro modo, una pieza de sustitución puede tardar semanas, o incluso meses en llegar, lo cual fácilmente puede llevar a la empresa a la bancarrota. Por lo tanto, la implementación del IoT industrial y los algoritmos predictivos permiten un ahorro de costes muy considerable y muy tangible.

Por ello, las grandes empresas consideran que inyectar capital en este tipo de soluciones es una inversión con un excelente retorno que se nota tanto a corto como largo plazo. De ahí que el IoT Industrial está acelerando su incorporación al día a día de las fábricas, mientras que en otros ámbitos la implantación del IoT no experimenta un rápido avance.

La explicación de este fenómeno es la percepción del beneficio obtenido: al contrario de lo que sucede con el IoT industrial, la rentabilidad de este otro tipo de tecnologías IoT es mucho más difícil de calcular para el inversor o comprador, y por lo tanto, éste no sabe con certeza si le compensa el esfuerzo que supone invertir ese capital extra en este tipo de soluciones.

A lo largo de la historia ha ocurrido siempre lo mismo, y los descubrimientos que han producido réditos económicos manifiestos han evolucionado de forma acelerada frente a aquellos cuyos resultados a nivel financiero resultan más difíciles de calcular. De ahí que haya un discurso sobre smart cities y digitalización en el ámbito más público que se queda en grandes titulares llenos de promesas en los medios de comunicación, y una aplicación por ahora escasa en el mundo real, mientras que hay una verdadera trasformación de la industria gracias al IoT Industrial que, de forma mucho más discreta, está realmente revolucionando los sectores implicados. Pero es tan sólo cuestión de tiempo que el Internet of Things transforme nuestro mundo por completo. De forma más paulatina o más rápida, este tipo de soluciones se van a implantar y producir un gran impacto en el transporte, el comercio, la medicina, el trabajo, la vida social y la vida más privada de todos nosotros. Las tecnologías del IoT industrial, gracias a la clara rentabilidad que aportan a las empresas, sencillamente le llevan un poco de ventaja al resto.

Manuel Fuertes es experto en transferencia científica y presidente del Grupo Kiatt

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