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El proyecto de realidad virtual del director mexicano Alejandro González Iñárritu trajo una experiencia nueva al Festival Internacional de cine de Cannes, la de la inmersión total en una historia en la que el espectador también es protagonista.

Durante los próximos 11 días sólo 700 periodistas de los más de 3 mil acreditados este año en el festival podrán experimentar en carne propia los seis minutos y medio en los que Iñárritu fuerza a las personas a vivir lo que en el desierto pasan los inmigrantes que cruzan la frontera de México hacia Estados Unidos.

La proyección se realiza lejos del epicentro del certamen —aproximadamente a 20 minutos— en un lugar de 400 metros especialmente creado para vivir la experiencia sensorial.

No se permite tomar fotos ni video, es necesario ponerse un traje especial y lentes y quitarse zapatos y calcetines.

Una vez dentro del recinto comienza el vértigo.

La historia logra transmitir angustia e incertidumbre, es colocar al espectador en el imponente desierto y exponerlo a la crueldad humana por parte de los cazadores de indocumentados.

Imágenes en tercera dimensión hacen sentir que realmente estás siendo acechado, perseguido; se vive el miedo de la cacería humana.

Al final de la experiencia, las historias reales de los inmigrantes que el cineasta mexicano recopiló a lo largo de cuatro años son reveladas.

“Lo cierto es que no sabemos nada de la realidad virtual todavía, es una tecnología que está en pañales pero que tiene miles de posibilidades y que es el futuro del cine. Yo tuve que aprender todo desde cero pero por eso lo disfruté tanto, porque me costó mucho trabajo y fue un gran reto que valió la pena”, adelantó Iñárritu en una charla a la que acudió EL UNIVERSAL en el Festival de TriBeCa en Nueva York.

De la motivación para hacer este proyecto en colaboración con el cinefotógrafo Emmanuel Lubezki, también comentó “quería que las personas puedan ponerse en la piel de lo que vive y sufre un inmigrante. A lo largo de mi vida me han llegado muchas historias de lo que estas personas pasan y son historias que se deben conocer y contar de una forma cercana y realista”.

Respecto la política antiinmigrante de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, dijo: “El gran problema es el desconocimiento que hay del tema, la falta de educación”.

Después del Festival de Cannes, la obra de Iñárritu será presentada en agosto en México, en el Centro Cultural Universitario Tlaltelolco, en colaboración con la UNAM y la CDMX. También se mostrará en Milán, en la Fundación Prada, y en el museo LACMA de Los Ángeles.

El debate. La producción de realidad virtual de Iñárritu llega a Cannes en un momento crucial cuando el debate principal de este año son los retos de la tecnología y la preservación del cine.

Con Carne y arena, Iñárritu ha puesto sobre la mesa las mil posibilidades de contar y ser parte de una historia.

Por lo pronto, el director Todd Haynes, en la rueda de prensa ayer de la presentación de su película Wonderstruck, con la que compite en la Sección Oficial, habló de las plataformas digitales como un gran campo de oportunidades que en nada debe contraponerse con la experiencia cinematográfica.

Su cinta, interpretada por Julianne Moore, es un claro ejemplo de lo que la pantalla grande puede transmitir, mezclando épocas, el uso del blanco y negro y una narrativa visual de calidad pero que también, paradójicamente, ha sido posible de financiar gracias a Amazon.

Pedro Almóvodar, presidente del Jurado, reforzaba esta idea en la rueda de prensa del jurado en la que se le preguntó qué preferiría como cineasta: ser visto en 190 países diferentes o ganar una Palma de Oro.

“Definitivamente prefiero que mis filmes sean vistos en 190 países pero aclaro que me gustaría que se vieran en la pantalla grande. Y acerca de todo el debate que existe, quiero decir también que las plataformas digitales son una nueva forma de crear contenidos de pago, lo cual en principio es bueno y enriquecedor”.

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