"No hay riesgo porque no sobrepasan los límites de salud humana, pero se produce un daño al medio ambiente. Y sobre todo, se está incrementando algo que no se sabe su origen, y no se sabe hasta dnde se puede llegar". Con un mensaje prudente, pero al mismo tiempo de alerta, Victoria Besada, del Instituto Español de Oceanografía (IEO), advierte del incremento en los niveles de mercurio en mejillón silvestre en la costa asturiana.

El estudio, que lleva realizándose 20 años, comenzó con ocho estaciones de análisis y ya ha triplicado su cifra. "Utilizamos el mejillón de roca como especie indicadora de la contaminación. Es un organismo filtrador, por lo que los niveles que se encuentran en un su cuerpo indican los de la zona donde vive. Además es una especie de una amplia distribución geográfica, con lo que te permite hacer estudios comparativos entre diferentes zonas", señala.

La última distribución espacial que habían realizado fue hace cuatro años. En ella vieron que había ciertas estaciones de la cornisa cantábrica con niveles de mercurio más elevados. Gijón y Ribadesella fueron los lugares que más les llamaron la atención, aunque solo en Ribadesella se produjo un crecimiento considerable.

"No sabemos cuál es el origen de esos valores. Estamos viendo si puede haber un proceso de bioacumulación, algún aporte continuo, o algún foco contaminante que no tengamos controlado. Es preocupante en cuanto no sabemos el origen, se va incrementando", advierten desde el IEO.

En los últimos meses se ha realizado un muestreo desde Pravia a Suances para intentar encontrar los motivos de este aumento. "Hay que vigilarlo porque se producen daños en el medio ambiente y se sigue incrementando se puede encontrar un problema", apunta Besada.