Facetas


Sobre Rina Vásquez y la escritura

ANDRÉS PINZÓN SINUCO

01 de marzo de 2015 12:01 AM

- Buenas tardes.
- Hola, buenas tardes.
- Mire, es que yo quisiera publicar una nota en El Universal.
- ¿Qué clase de nota te gustaría publicar?
- Lo que pasa es que yo soy escritora y tengo varias novelas.
- Muy bien. ¿Sobre qué escribes?
- Sobre el amor y la muerte.
- ¿Eres cartagenera? ¿Cuántos años tienes?
- Sí, soy de acá. Tengo trece años.
- …

Sin que nadie le dijera que debía llamar, Rina Vásquez Moreno se comunicó al periódico. El argumento más fuerte que la motivó a hacerlo fue su creencia en que el diario “tiene la obligación de dar a conocer a los nuevos escritores de la ciudad”. Su convicción me dejó atónito. Asentí. Le dije que evidentemente era una de las funciones de este medio de comunicación.

Rina escribe desde los siete años. A El Universal llegó acompañada por su madre, Paola Moreno, 28 años. Trajo seis cuadernos coloridos y atiborrados de historias, parlamentos, frases, personajes, todos limpios como un anillo. “Me ha gustado estar escribiendo”, dijo.

Ni su propia madre sabe muy bien de dónde le vino la técnica amanuense de juntar palabras. Tampoco lo supieron en la primaria del Colegio Institucional de Malagana, corregimiento del municipio de Mahates, Bolívar. Fue allí donde participó en el primer concurso de cuentos, pese a no tener un computador. Como es natural, lo ganó. Su profesor, que reconoció la necesidad imperiosa de la pequeña por redactar,  le ayudó a transcribirlo y le auguró un gran futuro.

“Siempre me inventaba cuentos”,  explica Rina desde su asiento marrón, luego de faltar un día a clase por asistir a la entrevista.

Con una timidez que se va resquebrajando por sí sola, me cuenta cómo “la culpa” de todo la tuvo su abuela, o más bien: la biblioteca de su abuela.

“Me causaba mucha curiosidad la biblioteca de mi abuelita. Y, como mi mamá tenía que trabajar, yo me quedaba con ella leyendo, aunque me dijeran que no leyera porque dizque dañaba la vista. No me importaba. Después de leer varios libros, lo que le pedía a mi abuela era que me comprara hojas de bloc para escribir y creo que así fue como empecé”.

Su manera de articular el lenguaje. Su tono alegre se traspasa del papel a su voz, de ahí que fuera tan difícil haber advertido telefónicamente que se trataba de una adolescente.

***
Hace ocho meses, Rina Vásquez vive junto a su madre y sus dos hermanos menores en San José de Los Campanos. En sus trece años de vida,  la escritora (¿qué hace escritor a un escritor, si no es el sol quemando las tripas?) se ha mudado en dos ocasiones: primero de Malagana a Bogotá en 2011, luego de que su madre fuera llamada para trabajar en esa ciudad; tres años después, en julio del año pasado, de Bogotá a Cartagena. Las dos veces tuvo que suspender temporalmente sus estudios, pero no el hábito de escribir historias.

“En mi colegio de Bogotá el profesor de Español me dijo que yo era diferente. Me decía que me comparara con mis amigas de curso y me diera cuenta de que casi nadie tenía la afición de escribir”. Al principio, Bogotá tenía todo para aburrirla, o eso creía. El frío sumado a la soledad de amigos la confinaron nuevamente a leer y escribir sin tregua.

El clima, sin embargo, se prestó para descubrir las fábulas de Rafael Pombo y la poesía de Mario Benedetti.

Allí escribió la novela de la que se siente más orgullosa:  Piel de Ángel. Una historia que le debe mucho a los dramas de las telenovelas mexicanas. Dice  que empezó a escribir también motivada por una de las telenovelas que protagoniza la actriz y cantante mexicana Lucero Hogaza. Ahora sabe que los escritores ven pocas telenovelas y, en cambio, leen más novelas. Por sus venas corre la química completa de la escritura, la de uso.

***
El decálogo de Ernest Hemingway es el siguiente: 1. Permanece enamorado. 2. Esfuérzate en escribir. 3. Mézclate estrechamente con la vida. 4. Frecuenta a escritores consagrados. 5. No pierdas tiempo. 6. Lee sin tregua. 7. Escucha música y mira pintura. 8. No intentes explicarte. 9. Sigue el impulso de tu corazón. 10. Calla: la palabra mata el instinto creador.

***
Se habla de la esperanza. Sin pretender dármelas de profeta, el hecho de que existan niñas como Rina, es alentador y contagia optimismo. Una buena noticia para Cartagena y Bolívar.
Rina Vásquez Moreno habla despacio, acaricia las palabras, usa los ojos con eficacia.

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