John Kerry 2014 vs. James Baker 1991

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El 9 de enero de 1991, James Baker, el entonces secretario de estado americano, dio una rueda de prensa en Ginebra después de su reunión con Tarek Aziz, el ministro de exteriores de Irak (http://goo.gl/N78CUI). Esa reunión era la última oportunidad para evitar la primera guerra del Golfo. Siempre me ha cautivado la tranquilidad con la que habla, durante menos de cinco minutos, para decir que estaba a punto de declararse la guerra. Aparece completamente relajado. Incluso se mete una mano en el bolsillo al comienzo de su intervención, como si estuviera hablando de su último partido de golf. El ritmo de la voz es extremadamente calmado, interesante pero sin altos o bajos destacables en la inflexión. La expresión firme de su rostro no cambia. Envuelve a toda la audiencia con la mirada, lentamente.  

Su mensaje era claro: había ido a Ginebra a comunicar, no a negociar.

La situación de entonces le aportaba la seguridad de tener detrás a toda la coalición que se formó entonces contra Irak.  

La situación de hoy en Ucrania es más confusa. No hay una invasión tan clara de otro país como entonces, y nadie ha hablado en serio de utilizar la fuerza contra Rusia. La semana pasada, un sucesor del gran James Baker, John Kerry, dio una conferencia con bastante menos contundencia en el mensaje que aquella de 1991 (http://goo.gl/1mTR34). El contenido es pseudo-amenazante, pero sigue el mismo patrón: le dice a Putin que tiene una última oportunidad. ¿Y si Putin no hace caso? Tan solo dice "we are ready to act", que podría ser declararle la guerra, pero tambien darse una sauna.

Su estilo sin embargo es mucho más contundente que el de James Baker. Su inflexión vocal sube y baja, buscando comunicar la autoridad que no tiene el mensaje. Mueve la cabeza para remarcar sus puntos, y gesticula acompañando sus palabras. Su contacto visual es más certero que el de James Baker. También consulta más sus notas, pasando las páginas de manera demasiado obvia.

¿Qué se va a hacer contra Putin? Probablemente nada drástico ni de efecto inmediato. Cuando tienes una superioridad aplastante, como la de la coalición internacional de 1991, no necesitas lanzar pseudo-amenazas, y tu estilo puede tener toda la calma que aporta tener la mano ganadora.

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