Usted está aquí: jueves 3 de noviembre de 2005 Opinión El Soconusco: su violencia geográfica

Andrés Aubry/ III

El Soconusco: su violencia geográfica

Entre el istmo de Tehuantepec y las costas de Colombia navega la placa tectónica de Cocos. Desde las profundidades del océano se desliza a la velocidad de unos centímetros al año en dirección de la costa del Soconusco, asentada en otra placa: la llamada caribeña; se sume bajo ella y, como cuña, levanta la Sierra Madre de Chiapas. El simétrico continental de la fosa abismal de 6 mil 660 metros por debajo del nivel del mar frente a Mapastepec, lo constituye el par volcánico del Tacaná (Chiapas) y del Tlacomulco (Guatemala), cuyos conos gemelos se yerguen a más de 4 mil metros de altitud. Invitan la poderosa actividad convectiva atmosférica que atrae del Pacífico las nubes, que son la ganga de sus cafetales, pero también causa de los cataclismos provocados por sus violentos -hasta mortíferos- chubascos.

Esta larga y maciza sierra, cuyos pliegues corren de noroeste a sureste, presenta dos vertientes muy asimétricas. Sus suaves laderas interiores, completadas por contrafuertes, descienden hacia el valle central del Grijalva. Sus muchos ríos culebrean al capricho de un relieve complejo, pero estas laderas reciben pocas lluvias, por su exposición al noreste, que las somete al embate a quemarropa de los alisios (vientos dominantes del resto de Chiapas). Estos, después de descargar sus lluvias en las cañadas lacandonas, los Chuchumatanes y nuestros Altos, llegan secos a la sierra.

El fenómeno explica la feroz sequía de San Francisco Motozintla. Pero abajo de este semidesierto (de hecho desertificado por el mal manejo de la finca del gobernador Efraín Aranda Osorio, quien regaló sus terrenos de desecho para fundar esta ciudad), la aridez del clima se compensa con los ríos de la sierra y su buen manejo que, antes del cataclismo, hacían la dicha de los campesinos de Siltepec, tierra fértil aunque con pocas lluvias. Arriba de la sierra, en toda su longitud, la niebla seca de los alisios (llamada calina por los lugareños) cubre sus cumbres. Su rocío y sus brumas propician los pastizales para rebaños de borregos que abastecen a Chiapas de lana, y la gran reserva del bosque de niebla del Triunfo. El geógrafo Waibel apunta en su libreta de campo que "al pasar sobre sus pedregales, o montando a caballo a lo largo de ellos, se oye el murmullo del agua en las profundidades" del suelo. Un paraíso; ventaja de una rica humedad sin la molestia de las lluvias.

La vertiente del Pacífico es totalmente diferente. Parte del arcaico escudo continental cae hacia la planicie costera como despeñadero y, por tanto, carece de cultivos y pueblos. Sus incontables y paralelos ríos descienden abruptamente, perpendiculares a la pendiente, labrando estrechas terrazas y brincando de una a otra, acarreando rocas volcánicas de varios metros cúbicos; con la sedimentación que arrastran cobran su color de chocolatera. Con esta violencia depositan en la llanura costera el limo que, junto con el calor de las tierras bajas, genera su fertilidad, la adorna de colinas con su grava. En periodos de crecida, estos ríos avientan su granito y andesitas de varias toneladas que destruyen puentes, autopistas, vía del tren y asientos humanos, imprudentemente construidos en la proximidad de la sierra.

La banda costera, de ancho variable al pie de esta sierra, lució durante siglos como selva, convertida en manglares al acercarse al océano y, pese a catástrofes recurrentes después de su deforestación, tiene el encanto de un jardín. Termina con el estero multimencionado y sus pacíficas playas de arena, donde desovan tortugas.

El periodo de fragilidad es junio y (tras el breve receso de la llamada canícula de julio-agosto) septiembre-octubre, como fue el caso en 1794, 1988, 2005. Se debe a un curioso fenómeno que los geógrafos Waibel y Helbig llaman monzón (inversión súbita y prolongada de los vientos, como en India).

Entre los dos pasos del sol a su cenit, se instala en el Soconusco (que en el Suchiate está a la latitud baja del paralelo 14) la llamada ZCIT (zona de convergencia intertropical): una cintura atmosférica de baja presión hacia la cual se precipitan los alisios secos del noreste y los húmedos del hemisferio sur (que soplan desde el sureste). Al cruzar el ecuador, la rotundidad del globo los desvía a la derecha, de tal forma que chocan de frente (desde el suroeste) con los alisos del noreste, especialmente a través del corredor abierto por el pasillo construido entre los conos volcánicos de la frontera y las elevaciones (de 3 mil metros) del macizo del Malé (por El Porvenir, también victimado). En condiciones "favorables", el calor alivia el peso de las nubes que se trepan más alto y chocan de frente arriba de Motozintla. Los chubascos entonces se transforman en tornados constantemente realimentados, cuya trompa barrió las regiones económicas VIII y IX (de Tapachula a Siltepec) en forma de tromba. Las aspas de Stan, este año, sin ser la causa principal, contribuyeron a aumentar la violencia del choque.

Con estos datos se pueden identificar los problemas y remediar los errores agrícolas (en la planicie), de manejo urbano (en lugares poblados) y de infraestructura (en vías de comunicación) que asolaron el Soconusco.

 
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