El chacarero y su perro guardián. La participación de la Federación Agraria en la ofensiva golpista de la burguesía, 1975-1976 – Gonzalo Sanz Cerbino

en El Aromo nº 52

perdido A más de un año del “conflicto del campo” seguimos discutiendo con  compañeros de izquierda si la Federación Agraria alguna vez fue un potencial  aliado de la clase obrera. Se suele argumentar que el problema fue que la FAA  se subordinó al programa de la gran burguesía rural, representada por la  Sociedad Rural y CRA, en lugar de defender los intereses de los pequeños  chacareros, que coincidirían con los de la clase obrera. Pero para sostener estas  posiciones es necesario borrar de un plumazo la propia historia de la  Federación Agraria. Como veremos en este artículo, no es la primera vez que  esta entidad actúa en alianza con la gran burguesía rural. La ofensiva patronal  contra el gobierno peronista en 1975 y 1976, cuyo objetivo era impulsar un  golpe de Estado contrarrevolucionario, es un buen ejemplo para ver de qué  lado está la Federación Agraria.

Del amor al odio

A diferencia del resto de las corporaciones agrarias, FAA apoyó buena parte de las medidas económicas impulsadas por el gobierno peronista que asumió el poder en mayo de 1973. Medidas como la nacionalización del comercio de granos y carnes fueron saludadas como un gesto de “soberanía nacional”, y la llevaron a enfrentarse a SRA y CRA, que denunciaban el “estatismo socializante” del gobierno. Sin embargo, el apoyo viró rápidamente a un enfrentamiento abierto hacia 1975, cuando ya era visible el fracaso del peronismo para estabilizar la economía y contener las luchas sociales. Al igual que el resto de las corporaciones agrarias, la FAA comenzó denunciando los bajos precios de los productos agrarios que fijaba el Estado. Sobre la base de este reclamo pasó a la acción, impulsando los paros agrarios que contribuirían a desestabilizar al gobierno encabezado por Isabel Perón. A lo largo del año, el reclamo comenzó a asumir un cariz abiertamente político, con la denuncia a la incapacidad del gobierno para resolver la crisis y para enfrentar a la “subversión”, reclamando el “reestablecimiento del orden”.
Entre enero y abril de 1975, la FAA apoyó algunas protestas de productores regionales. Respaldó el paro comercial ganadero impulsado por Agricultores Federados Argentinos del 1 al 16 de febrero, que afectó a Chaco, Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y La Pampa. También impulsó el paro comercial por tiempo indeterminado de productores de girasol de Chaco y Santa Fe, que comenzó el 18 de enero, y el paro por 24 horas dispuesto por los productores frutícolas de Río Negro y Neuquén, el 18 de febrero. Estos paros fueron decididos en asambleas y garantizados mediante el recurso a la acción directa, con camiones volcados en las rutas, amenazas a los “carneros” y movilizaciones.1
Defendiendo estas medidas se enfrentó al Comité de Acción Agropecuaria (CAA), frente que nucleaba a CRA, SRA y CONINAGRO. Este enfrentamiento explica que la FAA no se haya sumado al primer paro nacional agropecuario de 1975, por 24 horas, impulsado por el CAA para el 3 de marzo. Sin embargo, la Federación Agraria no enfrentó el paro sino que por el contrario, sus declaraciones contra el gobierno para esa fecha parecen más bien un respaldo.2 Luego de este primer paro nacional, las diferencias entre FAA y el resto de las corporaciones comenzaron a saldarse. El primer acercamiento se dará con CRA, con quienes trazó una alianza a fines de abril que será la impulsora de tres paros ganaderos de alcance nacional en lo que resta del año.
Luego del paro de marzo, y ante la falta de respuestas del gobierno, CRA intentará impulsar una nueva medida de fuerza, resistida por sus aliados de SRA y CONINAGRO. Esta diferencia llevará a la ruptura del CAA y a la constitución de un nuevo frente, entre CRA y FAA, cuyo bautismo de fuego será el paro ganadero por 3 días convocado para el 19 de mayo.3 La Federación Agraria también se sumó al paro comercial por 3 días del 4 de junio, impulsado por el Comité de Defensa de la Producción Lechera, que agrupaba a CRA, SRA y la Unión General de Tamberos.La defensa de sus intereses de clase la llevó a sumarse a una ofensiva contra el gobierno peronista, que comenzará a definirse en favor del golpe de estado.

Por la restauración del orden

En junio de 1975 el gobierno peronista intentará una audaz maniobra para sacar al país de la crisis en la que se encontraba. Lo hará mediante el plan económico de Celestino Rodrigo, un feroz intento de ajuste que implicaba una estrepitosa caída del salario real. Sin embargo, el contexto político hacía inviable el plan, que fue resistido y derrotado por la movilización de las bases obreras, dirigidas por los partidos de izquierda, que desbordó a la burocracia sindical. Era evidente que un plan de esas características demandaba disciplinar militarmente a las masas y eliminar a su vanguardia, y así lo entendió la burguesía.
Luego del fracaso del plan Rodrigo comienzan a reiterarse una serie de elementos en los discursos de las corporaciones agrarias más importantes. En primer lugar, la caracterización de la situación como una crisis general: política, económica y social, y la responsabilidad del gobierno en dicha crisis. Otro elemento que se repite es la referencia a la “subversión”, que se ha convertido en uno de los principales problemas para estas fracciones de la burguesía. Por último, se reitera la referencia a la incapacidad del gobierno para resolver la crisis, y un llamado al reestablecimiento del orden, que en este contexto tiene claras connotaciones golpistas. A principios de agosto CRA y FAA emitieron una declaración conjunta en la que se aprecian estos elementos. Allí se manifiestan preocupados por “los graves acontecimientos políticos, económicos y sociales que conmueven al país.” Advirtieron que era imperativo “restaurar el pleno ejercicio de la autoridad”, y sobre la actitud del gobierno sostuvieron:

“Ante esto el gobierno aparece hasta ahora inoperante y vacilante, demostrando carencia de planes concretos, y se limita sólo al reconocimiento de la situación, sin encontrar los cauces que permitan afrontar con toda urgencia la corrección del proceso, que se agrava día tras día.”5

En una entrevista, Humberto Volando, presidente de FAA, lo sintetizaba así:

“Resulta evidente que la situación actual a que hemos llegado se origina en graves errores recientes y de vieja data. La postergación del sector agropecuario se ve acentuada en los últimos tiempos debido a deficientes políticas en cuanto a precios, créditos, régimen impositivo, estatización y mantenimiento de estructuras perimidas. Todo esto, claro está, se debe insertar dentro de un Estado pésimamente manejado, donde se ha deteriorado el principio de autoridad, vulnerando las jerarquías, minimizando las virtudes del trabajo, estimulando los consumos innecesarios, y donde la seguridad de las personas y de las instituciones ha recibido golpes muy duros. Debemos tener presente que estamos frente no sólo a una crisis económica, sino también social y moral. No puede haber economía sana con este estado de cosas.”6

Por esta fecha la Federación Agraria se desafilió de la Confederación General Económica (CGE), que nucleaba a los empresarios afines al gobierno, aduciendo que su pertenencia a ella constituía una traba para emprender las acciones gremiales que demandaba la etapa.7 El endurecimiento de los pronunciamientos contra el gobierno fue acompañado por un endurecimiento de las acciones. A fines de agosto, el frente CRA-FAA convocó a un nuevo paro comercial ganadero, que se extendería durante 11 días. La fecha fijada fue el 19 de septiembre, y el objetivo, en un contexto de brote hiperinflacionario y cuando ya se estaba discutiendo el golpe de Estado en los círculos de poder, era claramente la desestabilización del gobierno. La duración de la medida traería como consecuencia el desabastecimiento de un producto esencial de la canasta básica y un aumento de precios, un golpe muy duro que el gobierno difícilmente podría sortear.
El paro contó con el apoyo de la SRA, que se sumaba a la ofensiva, de la UCR y de ciertos partidos provinciales. Fue respaldado por algunos comerciantes, que cerraron sus locales en solidaridad, y acompañado por manifestaciones, actos y cortes de ruta en todo el país . A poco de finalizada la medida, CRA, FAA y SRA convocaron a un nuevo paro comercial ganadero para el 24 de octubre. Esta vez se extendería durante 18 días, generando desabastecimiento y el aumento en los precios de la carne y de sus sustitutos. Las complicaciones fueron de tal magnitud que el gobierno se vio obligado a establecer precios máximos para todos los cortes de carne, y a reforzar los controles de precios. Esto motivó un lock out por tiempo indeterminado de las cámaras de carnicerías, que reclamaban el abastecimiento a los precios oficiales. También se denunciaron atentados y amenazas hacia los productores que no respetaron la medida de fuerza. 9

¿En defensa de las Instituciones?

A contramano de sus acciones y de los reclamos por el restablecimiento del orden, también encontramos en estos meses pronunciamientos de la FAA contra el golpe de Estado. A fines de julio del ’75, por ejemplo, se mostraron preocupados porque la crisis podría conducir a una ruptura del orden constitucional, y llamaron a los sectores en pugna a realizar una tregua.10 Menos de un mes después, convocaban al paro de 11 días. El llamado a preservar las instituciones se reiteró en febrero de 1976. Para esa fecha, la ofensiva golpista se canalizó a través de la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias, que había convocado a un lock out para el 16 de febrero. FAA no se sumó a APEGE ni participó en el lock out, pero el 11 de febrero envió un documento al Congreso Nacional exigiendo el juicio político a Isabel Perón. Volando negó que el pedido tuviera connotaciones golpistas, sino todo lo contrario: era la única salida para salvar las instituciones.11 Sin embargo, en esa coyuntura el reclamo no parecía la forma más adecuada de enfrentar el golpe. Por otro lado, el lock out de APEGE no fue enfrentado por la FAA, como si lo hizo una parte de la CGE. Es más, la adhesión masiva que adquirió la medida en el agro indican que buena parte de sus bases se sumaron a ella.12 A su vez, estas ambiguas declaraciones en defensa de la democracia contrastan fuertemente con las de sus aliados de CRA y SRA, abiertamente golpistas,13 y con las propias acciones de la FAA. Quizás una buena forma de probar si el intento de preservar el régimen democrático era sincero sea reconstruir las actitudes de la Federación Agraria una vez consumado el golpe. Como hemos señalado en otros artículos, FAA saludó y apoyó a la dictadura encarnada por el General Videla.14 Evidentemente, la necesidad de liquidar la amenaza revolucionaria que ponía en peligro las propias bases de la sociedad pesó más que cualquier otra cosa a la hora de definir la posición de la FAA en el proceso. Ante la amenaza, los chacareros no dudaron en recurrir a los perros guardianes del orden capitalista.

Notas

1 La Nación, 25/1/75, 31/1/75, 1/2/75 y 2/2/75.
2 La Nación, 1/3/75.
3 La Nación, 7/5/75 y 8/5/75.
4 La Nación, 5/6/75.
5 La Nación, 9/8/75.
6 Idem.
7 La Nación, 14/6/75 y 15/7/75.
8 La Nación, 27/9/75.
9 La Nación, 30/10/5, 31/10/75 y 5/11/75.
10 La Nación, 25/7/75.
11 La Nación, 12/2/76.
12 Sanz Cerbino, G.: “Dios, patria y productividad. La formación del Estado Mayor contrarrevolucionario en los ‘70”, El Aromo, nº 51, noviembre-diciembre 2009.
13 Sanz Cerbino, G.: “Los golpistas. CARBAP y la alianza militar”, El Aromo, nº 44, septiembre-octubre 2008.
14 Sartelli, E. et al.: Patrones en la ruta. El conflicto agrario y los enfrentamientos en el seno de la burguesía, marzo-julio de 2008, Ediciones ryr, Buenos Aires, 2008.

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