La primera gran prueba

La primera gran prueba
Lluís Foix Periodista

El Barça ha pasado la gripe invernal situándose en la final de la Copa y manteniendo una distancia tranquilizadora con sus perseguidores en la Liga. No hay nada ganado ni será fácil obtener títulos. Empieza la siempre fatigosa fase de rematar una primera parte de la temporada excelente. Estamos a pocas semanas del sprint final. El partido de Ipurúa se ganó ante un Eibar que le puso las cosas difíciles a Ernesto Valverde. Se atraviesa un momento monótono, cansino, sin la agilidad con que se ganaban los partidos en la primera parte de la Liga. Pero se está en condiciones de optar al triplete.

Hoy va a producirse un choque decisivo para llegar a los cuartos de la Champions. El Chelsea era un equipo mediano en la Premier hasta que llegó Mourinho y lo despertó para luego abandonarlo por el Real Madrid. El Barça dispone de Luis Suárez, de Ter Stegen y de Piqué. Iniesta está en buen momento. Estas cuatro piezas esenciales pueden atravesar cualquier eliminatoria si Messi fabrica un diseño ganador con su inteligencia coordinadora.

Desbancar a un equipo de la Premier siempre es una proeza. Pero luego quedan otros dos, el Manchester City de Guardiola y el Liverpool, los dos con plaza casi segura en los cuartos. Como cuenta Rafael Ramos, el Chelsea tiene una identidad compleja y contradictoria.

Por un lado es el del barrio más rico de Londres, por otro sus hinchas tradicionales son los típicos hooligans con las cabezas rapadas y barrigas cerveceras, nacionalistas ingleses pro Brexit, que han tenido vínculos históricos con grupos de ultraderecha y con los unionistas del Rangers escocés. A ellos se han sumado en los últimos veinte años los nuevos ricos de Chelsea por proximidad geográfica,y el entorno de los oligarcas rusos por Abramovich, el dueño del club que ahora parece menos dispuesto a invertir en el club.

Por eso Conte está a disgusto y se quiere ir. Mientras el Arsenal es la aristocracia futbolística y el club de las clases medias, el Chelsea representa esa mezcla de nuevos ricos y ‘hooliganismo’ de los ochenta.

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