Las ciudades no se han portado bien con sus cafés. Los han dejado olvidados y muchas veces incluso les han vuelto la espalda. Esto lo vivimos hace relativamente poco tiempo cuando una propuesta del Ayuntamiento de Madrid casi ahoga de manera literal al emblemático Café Gijón. Al final las aguas volvieron a su cauce y este emblema del alma de la capital siguió vivo, sin el carácter que tenía hace décadas pero manteniendo en el ambiente el aire a literatura de la buena.
Casi de la misma época que el emblemático Café Gijón es el Café Royalty de Cádiz. Su historia se remonta a primeros del siglo XX donde pasó a ser uno de los principales puntos de encuentro de la ciudad más antigua de Europa y en las que sus tertulias literarias gozaban de una banda sonora que salía de las manos de un joven Manuel de Falla, que empezaba allí una de las carreras más importantes de nuestra historia musical.
Pero este brillo le duró poco. Apenas dos décadas, ya que, inaugurado en 1912, en los años 30 el olor a café dejó paso al del formol y se convirtió en una enfermería que, acabada la guerra, daría paso a un ultramarinos, función que se mantuvo hasta que Kiko de la Serna, actual propietario, entró por casualidad hace pocos años y evitó que este fascinante espacio se dividiera en tres pequeños locales, cometiendo así otro desastre cultural al que la historia de España está tan acostumbrada.
En esta ocasión sucedió todo lo contrario. Sin saber dónde se metía (de la Serna no se podía imaginar que se enfrentaba a tres años de restauración) este empresario sevillano optó por devolverle la vida a este enfermo terminal y empleó todo su tiempo en una restauración que ha conseguido dar a Cádiz un embajada del buen gusto.
La nueva etapa de este café restaurante comenzó hace ya unos cuantos meses y no ha dejado de cosechar éxitos desde entonces. Entre ellos el haberse convertido en un punto de interés más dentro del amplio abanico que la tacita de plata ofrece (desde la catedral a sus playas). Nadie que visite Cádiz puede marcharse de la ciudad sin probar su tratar de atún de almadraba con huevas de salmón patatas pajas y salsa de pistacho, un de los platos que sitúan este local como uno de nuestros favoritos en la capital, o su chuletón de Retinto con pastel de patata y milhojas de verdura.
Una propuesta ‘mar y montaña’ que en se ensalza todavía más con la decoración del local, todo un ejercicio de investigación que ha conseguido recuperar el ambiente que fue testigo del primer centenario de la Pepa y que, casualidad o no, volvió a abrir los ojos coincidiendo con la celebración de los dos siglos de nuestra primera Constitución. Esperemos que no vuelva a cerrarlos.
Café Royalty
Plaza de Candelaria / Esquina Obispo Urquinaona
Tel.: 956 078 065
www.caferoyalty.com
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