La pasión de los candidatos

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Hoy los ciudadanos están desencantados con la política, aunque yo creo que siempre lo han estado. Esto es como lo de los valores en los jóvenes, que ahora no tienen, según sus mayores. Pero Platón en su época decía lo mismo de sus jóvenes.

Las razones son ya tópicos: la corrupción que te puede tentar en cuanto pisas una moqueta más gorda de lo normal; la creencia de que el dinero cae del cielo, como decía una ministra del gobierno anterior; las promesas incumplidas; la falta de horas de trabajo como se puede ver en los sillones vacíos en el Congreso; la dedicación a la política que hace que busques el poder, igual que el directivo busca el ascenso; los salarios con dietas y viajes en business que provocan agravios comparativos; la política por encima de la eficacia; los círculos cerrados que promueven la existencia de enchufes.

Entre todas estas razones no se suele mencionar una que es la que más cercanos hace a los políticos, y por tanto más digeribles: la comunicación en público. Lo que tenemos no es para hacer una fiesta, porque no es llamativo sino por lo pobre. En general, los políticos de ahora en el ámbito nacional no son oradores fantásticos, y en el ámbito local me parece que mucho menos. A escala nacional, me atrevo a destacar a estos cinco:

Pablo Iglesias: excelente capacidad de transmitir un mensaje único, que machaca sin piedad. Además, lo expresa con un convencimiento que hace que su lenguaje corporal acompañe perfectamente lo que dice. Es agresivo y a la vez redentor. Maneja muy bien la expresión de la cara y la inflexión vocal.

Pedro Sánchez: aunque su mensaje es confuso a veces porque está forzado a ir más a la izquierda para recuperar terreno, su expresión es calmada y comunica control.

Esperanza Aguirre: es la más rápida en cualquier debate y sabe salir de cualquier situación en la que la arrinconen. Su agilidad mental tal vez haga que a veces parezca que está abusando de su habilidad, lo que la puede distanciar de la audiencia. Al público le gusta que seas humano como ellos.

Soraya Sáenz de Santamaría: tiene una capacidad abrumadora de memorizar su discurso, como nos enseña todos los viernes. A veces puede parecer demasiado formal y por tanto distante.

Albert Rivera: parte de no haber ocupado ningún cargo público, así que puede comunicar con total libertad y eso hace que el contenido de sus discursos pueda ser más abierto. Maneja muy bien las pausas y su presencia en el escenario es poderosa.

Y a nivel local, no me atrevo a destacar a ninguno hasta ahora. Aquí van dos ejemplos de porqué a los votantes no les excita demasiado la política. Del PP: https://goo.gl/omvKbM, y del PSOE: https://goo.gl/Nq7tw4. En los dos casos parece que les aburre enormemente lo que hacen, y que se presentan a las elecciones porque alguien les obliga. No es la mejor manera de conseguir volver locos a los votantes por tu proyecto. Si parece que a ti no te excita lo que haces, imagínate a los demás.

Compara a cualquiera de estos ponentes locales con los grandes oradores de la política: Clinton, Reagan, Obama, Chávez, Churchill, Lenin o Kruschev, por ejemplo. Puedes pensar que su ámbito de actuación es mucho mayor, pero eso no importa. Lo que importa es la pasión que le echas cuando hablas en público, te dirijas a una clase de primaria o al país entero. Y la pasión engancha. Igual el público estaría menos desencantado con la política.  

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