Con los Tira tira

Como no soy maño ni guardia civil ni me llamo Pilar poco tenía que celebrar hoy (por lunes) aparte de que no tenía que ir a trabajar, pero eso, en los tiempos que corren, es la fiesta que celebran demasiados cada día. Pero no nos pongamos serios que se me quitan las ganas de escribir y volvamos al tema, si, ese, el de las rutillas.

¿Os habéis parado a pensar qué tendrá la bicicleta para enganchar a uno de esta manera? ¿Será por su mismo sistema de funcionamiento? Porque así, de buenas a primeras, imaginarse a un tío(a) sentado en un sillín sobre ese artilugio y además manteniendo el equilibrio, sin caerse a los lados, subiendo y bajando a toda velocidad, puede parecer un poco complicado. Complicación que se vuelve facilidad al momento de montarse y empezar la diversión instantáneamente. Aún así a veces me sorprende a mí mismo cuando experimento esa sensación.

Quería salir aunque fuera solo unas pocas horas, para ello había decidido levantarme muy temprano, pero he sido infectado por un bromista de la web que me ha dejado en la pantalla un regalito. Quitarlo me ha supuesto perder mucho tiempo y casi llego tarde a la salida de los Tiratira, y eso que era a las nueve. Yo quería buscarlos por arriba de la Comuna habiendo ya pedaleado por mi cuenta ya que quería (y ellos también) bajar temprano, pero ese contratiempo ha propiciado que saliéramos juntos. Aún estaban abajo cuando he llegado y no he sido el último. Había un buen grupo, casi todos aparcados en el aparcamiento último detrás de las casas. Tolo, los Tonis, Hervé, Ángel, los Migueles, Samuel y algunos más (aquí van todos aquellos de los que no me acuerdo del nombre, perdón), en fin, una buena representación del grupo. Mención aparte se merece la fémina, Alicia, por sentirse tan aceptada y cómoda en medio de tanto machito.

Con ganas ya de rodar hemos empezado la subida y ha sido empezar y encontrarme solo delante. ¡Por calentar no será!, he pensado, y me he relajado para hacer una subida lo que se dice, tira tira, hasta la barrera. Hablando con uno y con otro se me ha hecho corta. Florit y Alicia cerraban el pelotón, uno porque hacía casi un mes que no salía por problemas de espalda, y la otra porque aún le falta rodaje, que no ganas.

Estamos todos y partimos hacia el Comellar d'en Cupí, siempre con aquella esperanza de poder decir que lo has pasado entero sin poner pie. Y no es que sea difícil pero... Iba el primero y mira que es rara esa sensación para mí, que siempre suelo salir de los últimos, pero hoy no ha sido así, tal vez porque no los conozco bien a todos y no sé quién me va a pasar por encima. A ése le dejaré salir antes que yo.

¿Penyal o no? Florit lo ha descartado de inicio y los demás, tras varios titubeos, también, por lo que nos hemos dirigido directamente a C'as Garriguer, no sin antes dejar pasar a una ambulancia y un coche de bomberos hacia el mismo lugar. Al llegar allí se nos ha unido el coronel, que nos venía persiguiendo desde abajo haciendo carreras con unos ruteros disfrazados mientras yo le preguntaba al sanitario de la ambulancia el motivo de su desplazamiento. “Un bikero en la trialera del Penyal se ha torcido un tobillo”. Antes de la evacuación han llegado también la Guardia Civil y Protección Civil, solamente faltaba el helicóptero.

No había tiempo para más y nos disponemos a bajar rápido por la Coma Gran. Como quiero ver cómo lo hace la chica me quedo de los últimos y me bastan diez metros para comprobar que se le hará largo, muy largo, y que es inútil esperarla, le falta mucha técnica. La bici que lleva no ayuda mucho pero le da verdadero miedo el soltarse. Necesita mucho apoyo para empezar a disfrutar de las bajadas. Quería seguir a su lado pero al ver la bajada de rocas de la barrera no me pude resistir y me tiré para abajo ya sin parar. Me fui encontrando a algunos por el camino que no sé porqué paraban pero a la mitad más o menos ya bajaba con un grupito a buen ritmo. Uno de los veteranos me sorprendió de lo que suelta el freno el pájaro, me pasó al principio y se fue yendo poco a poco de mi vista. Por detrás llevaba a Tolo quejándose de lo mal que bajaba ese día. Justo lo contrario de la subida donde se quejaba del ritmo mientras yo pensaba que hacía tiempo que no la subía tan relajado. Es la ley de la compensación, las gallinas que entran por las que salen.

En fin, que en la barrera estuvimos esperando a los rezagados permanentes del día haciendo algunos ajustes mecánicos y comentando la eficacia de la coca-cola vertida en las pastillas de freno (al menos buen olor si que hace). Llegaron poco después. Volví a esperar a la chica para llevarla abajo, aún quedan diversos tramos que pueden dar un poco de reparo a los novatos, pero al ver que no progresaba volví a hacerla a mi ritmo para acabar con buen sabor de boca. Aunque eso no pudo ser porque a tres de nosotros les abrieron el coche y les desvalijaron, a uno de ellos una importante cantidad de dinero, amén de tarjetas bancarias, DNI's y también ropa. Para rematar bien el día, vamos.

A mi no me tocaron nada pero tampoco sería la primera vez. Ya en una anterior me robaron unas zapatillas nuevas en el Estret de Valldemossa y comenté que sería interesante tomar algunas precauciones. Cantan mucho los coches aparcados durante varias horas en el mismo sitio y hace falta mucha casualidad para encontrarlos con las manos en la masa.

Salida descafeinada como la han nombrado ellos pero era ideal para quien tuviera un horario apretado ese día y al menos te quita la morriña de bici para unos dias.