Aunque todos sabemos que en España, dirigir un Pyme no es tarea fácil debido, entre otros factores, al poco apoyo burocrático gubernamental o a la constante lucha para que los «grandes tiburones revienta precios» no nos devoren, existen técnicas que lograrán, sin inversiones extras de las que no podemos disponer, que nuestro negocio consiga mantenerse a flote en su barca y no en troncos flotantes.
Hoy quiero ofreceros algunas ideas para la correcta dirección de vuestros equipos de trabajo pues, vuestro estilo de liderazgo es fundamental a la hora de generar apego de vuestros trabajadores hacia vosotros y vuestros negocios.
Para empezar, existen dos tipos de líderes:
- Líder de autoridad formal
- Líder de autoridad ganada
El primero, sin más preámbulos, es aquel que, por imposición legítima en la organización, tiene su derecho de mando, con capacidades para despedir, contratar, recompensar, castigar … No tienen el afecto, por norma general, de sus empleados, pues no generan empatía. El segundo es un líder que se ha ganado el respeto de sus empleados gracias a su cercanía hacia ellos, en él ven una figura cercana a la que acercarse, sin miedos, para ayudarles y orientarles en su camino al éxito.
Si somos únicamente autoridad formal no conseguiremos que nuestros empleados se sientan cómodos y no conseguiremos fidelizarlos y mantenerlos en nuestra plantilla. El líder real ha de ser por autoridad ganada para evitar incomodidades en nuestro entorno de trabajo. Todos conocemos ejemplos de líderes que no se han ganado el respeto, la confianza y la lealtad de sus empleados, por mucha autoridad formal que reflejaran. En cambio, líderes con autoridad ganada, sin un mínimo de autoridad formal, han conseguido influenciar muy positivamente a su grupo de subordinados porque ha sido capaz de unir la filosofía de la empresa a las personas que en ella trabajan y, de este modo, transmitir su causa a terceros de manera correcta.
«La unión hace la fuerza»
Yo, personalmente, huyo de los pequeños héroes egocéntricos de las organizaciones y apuesto por el trabajo en equipo. La rotación de la información entre todos los departamentos de mi organización es vital para nuestra supervivencia pues, entre todos, forjamos la grandeza de la misma y, si en algún momento, perdemos a alguien del equipo, el resto es capaz de asumir su papel de manera natural, pues hemos estado en permanente contacto con sus funciones y no representan un nuevo reto para ninguno de nosotros.
En definitiva, hemos de liderar para capacitar y no para dirigir.
Parafraseando a Jan Carlzon, ex-consejero de Scandinavian Airlines «La mayoría de las organizaciones autoritarias tienden a gestionar por medio del miedo, al menos en el sentido de imponer unas nomas y castigar a aquellos que las infringen. No creo que ninguna organización sea capaz de superar el nivel de la mediocridad manteniendo una cultura de miedo. Cuando las personas saben que están seguras en sus funciones, que tienen a alguien a quien pueden recurrir en busca de ayuda y orientación, y que sus líderes creen en ellas, es mucho más probable que superen los límites de lo normal, que asuman riesgos y que aporten una mayor cantidad de energía y talento para el éxito de la organización.»
Los buenos líderes deben transmitir un propósito, algo en lo que creer, algo que esperar y algo por lo que luchar. Deben motivar a su equipo según este propósito, no dejarles desfallecer en el intento y animarles a seguir luchando e intentándolo. Si les exigimos unos objetivos diarios, semanales o mensuales, está claro que no siempre se lograrán, pero hay que seguir motivándolos y animándolos para que no se convierta en un fracaso, sino en algo para reflexionar y para cambiar su metodología de trabajo y lograr alcanzar la meta satisfactoriamente.
Reitero la necesidad de convertirnos en líderes capacitadores y abolir la presencia de los «mandones». Hemos de dotar a nuestro equipo de autonomía e información y no imponerles nuestra propia forma de actuación. Hemos de guiarles, aunque el punto de partida sea nuestra propia visión. Una orden, sin tener claro el objetivo, no sirve de absolutamente nada.
Otro pilar básico es escuchar a nuestros clientes y adaptarnos según sus críticas (positivas y negativas). Gracias a ellos somos y seremos algo importante, de ellos depende nuestra supervivencia y, por ello, hemos de confiar en su criterio, aunque no aceptemos sus críticas, hemos de empezar a hacerlo y evolucionar con ellas.
Hay que conseguir llegar a un impresión de rendimiento colectivo , para llegar al éxito empresarial y de calidad. Eliminar los héroes individuales y ser accesibles a nuestros subordinados, que ellos entiendan que su éxito personal está ligado a nosotros. Menos dirección y más liderazgo.
Algo en lo que muchos expertos coinciden conmigo es en la bonificación a esos trabajadores que colaboran en el buen desarrollo de la organización. Ésta puede ser de forma económica o promocionándoles dentro del organigrama empresarial propio, por ejemplo.
Las empresas pierden de vista su recurso más importante: LAS PERSONAS. En Japón, por ejemplo, las empresas se nutren de la inteligencia personal de todos y cada uno de los miembros de la empresa. La evolución de la información en las empresas lleva a establecer un flujo de comunicación constante desde el puesto más alto al más bajo del organigrama. No olvidemos jamás que, los que viven en las alturas no oyen el ruido de la calle. Saber emplear los recursos propios de cada uno de nuestros empleados no sólo nos llevará al éxito empresarial, sino al individual y grupal. La sinergia de todos nos lleva a ser un único ente, en el que todos se verán reflejados y sentirán como meta propia.
Otro error a evitar es, hacer directivos por favores personales, que tu mejor amigo tenga un hijo recién licenciado en económicas, no quiere decir que, por mantener esa amistad, te juegues tu empresa a tan solo una carta de la baraja. Todos debemos empezar desde 0 e ir adquiriendo conocimientos desde abajo, así es la mejor manera de conocer lo que sucede en todos los departamentos.
Tras estas pinceladas, espero que, si ya sois líderes de autoridad ganada, sigáis haciéndolo y perfeccionando vuestros métodos y, si por el contrario, sois líderes formales, os replanteéis vuestra manera de actuar y os adaptéis a la nueva situación social colectiva.