La fascitis plantar se caracteriza por un dolor localizado en el talón que puede irradiarse hacia el borde interno del pie. Es la causa más común de dolor en el talón en adultos. Se estima que aproximadamente el 10% de las personas sufre esta patología a lo largo de su vida.
Los síntomas son el dolor, que se hace más intenso al comenzar a deambular por la mañana o después de un periodo de inactividad física, que aumenta con la bipedestación prolongada o con actividades que requieren cargar pesos. Por lo general, el dolor en el talón mejorará con la deambulación, pero podría intensificarse al final del día si el paciente continúa caminando o de pie durante mucho tiempo.
Entre los factores predisponentes a sufrir esta patología tenemos: Pie cavo o plano, tensión en el tendón de Aquiles y en la musculatura intrínseca del pie, correr excesivamente, dismetría de los miembros inferiores, obesidad, periodos de tiempo prolongados caminando o en bipedestación, estilo de vida sedentario y calzado inadecuado.
La fascitis plantar, es una enfermedad autolimitante. En primer lugar, se llevará a cabo un tratamiento conservador (el 90% mejora con este tipo de tratamiento), pero si los síntomas del paciente persisten seis meses o más, a veces es necesario realizar procedimientos más invasivos. Sin embargo, no se suelen realizar puesto que no dan siempre buenos resultados y tienen una recurrencia del 30% de los casos.
Dentro del tratamiento conservador se realizan diversas modalidades de terapia física: masaje miofascial profundo de la fascia plantar para promover la curación al aumentar el flujo de sangre en la fascia lesionada, crioterapia, técnicas de estiramiento progresivas de la fascia plantar y de los músculos intrínsecos del pie, ultrasonidos, ondas de choque, iontoforesis (pulsos eléctricos para provocar la absorción de medicamento de uso tópico en el tejido blando bajo la piel), láser, TENS y magnetoterapia. Estas técnicas se utilizan de forma combinada y en varias ocasiones, junto con fármacos antiinflamatorios no esteroideos y con un tratamiento ortopodológico, el cual, consiste en taloneras o férulas nocturnas para ayudar en la prevención de la pronación del pie y para descargar las fuerzas de la planta del pie.
Hay poca evidencia de que modalidad es la mejor para reducir el dolor, y existen pocos estudios que apoyen el beneficio de la aplicación de estos tratamientos utilizados individualmente. Por tanto, la combinación de varias técnicas parece ser más efectiva que cualquier técnica utilizada de forma aislada.
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