Miradores de Son Poquet

Lo pongo de título pero lo cojo con pinzas, es decir, es provisional, es cierto que se ve la casa y mucho más pero me gustaría encontrar más información sobre esos sitios y poder confirmarlo, pero... no empecemos tan serios y vayamos al lío. No lo puedo tener todo en la cabeza, tengo que almacenar las cosas en algún sitio y de alguna manera, para eso se tienen los ordenadores con sus carpetitas y sus directorios y sus programitas para verlo por la pantalla. Repaso los temas y me parece ver algo que se sale de tiesto, lo compruebo por otra vía et voilâ, un sitio nuevo. Debo decir que no me informé mucho después del hallazgo y simplemente memoricé el track como buenamente pude y monté una ruta de aproximación con la que adornar el pastel. Pues bien, todo ese trabajo se fue al garete cuando ví la hora que era cuando me levanté, las nueve pasadas, pero como tampoco nadie me esperaba pude proseguir con la misma calma los preparativos.

La bici la tenía lista después de parchear un montón de cámaras pinchadas, muchas de ellas por la garriga de Pòrtol (de la que aún tenemos una ruta pendiente de estreno, por cierto) y reparar la cadena definitivamente, así que se trataba básicamente de desayunar y vestirme. Todo ese proceso me dura una hora y decido empezar a rodar desde Establiments para poder gozar de unos minutos extra y la idea que tenía de llegar a Son Malferit y subir por carretera hacia Sobremunt la descarto por la opción directa hacia la ermita de Maristela aunque eso signifique que me comeré el costarrón de cemento rebozado y con patatas.

Llego al principio de la cuesta y empiezo la subida con la vista fija en la rueda de delante ¿para qué quieres ver las rampas si son las piernas las que te tienen que subir? Consigo llegar al mirador sentado y sin parar continúo, oigo gente y veo a una pareja con un bebé en la mochila unos metros más adelante y justo tengo que llegar a ellos al final de la rampa donde está el escalón, se paran los dos sin saber exactamente por donde quiero pasar y al final me dejan el peor sitio pero consigo pasar sin caerme lo que provoca que empiecen a animarme en un castellano bastante decente, cosa que agradezco.

Más adelante alcanzo a otra pareja también con mochila, uno de ellos sí parecía español a juzgar por el tono de su voz. Otro caminante con perro toma una de las dresseres y más arriba sobrepaso a una pareja de franceses que también se dirigen a la ermita. Allí nos congregamos unos cuantos más y compartí con la mujer unas cuantas gominolas de las gordas que me ofreció, también otros se preparaban el almuerzo en la ermita si tengo que fiarme de mi olfato.

Ellos, los senderistas, van a la Fita pero yo no sé donde voy así que me despido y me dispongo a buscar un hipotético itinerario y valorar si puede ser aprovechable para formar parte de nuestra particular caminoteca. Empiezo desde el cocó como viene siendo habitual en las últimas salidas y me dirijo hacia la pared seca aunque detrás no hay nada más que una subida sin camino, arriba tampoco hay nada y dando vueltas llego otra vez al camino principal, al menos por ese lado podría llegar montado, vuelvo atrás y sigo buscando y avanzando a la vez hasta que va apareciendo un sendero más o menos marcado y también algunos hitos, cuando menos falta hacen, todo hay que decirlo. Montar ya es otra historia y solamente lo consigo en cortos tramos. Pateando en una de las cuestas veo el mirador y no es solo un balcón sobre el acantilado, es una construcción ad hoc, y la verdad es que al contemplar las vistas que se nos ofrecen no me extraña que algún antiguo propietario de estos lugares se hubiera encaprichado con el sitio y hubiera mandado construirlo aunque es de una rusticidad aplastante.

Sé que hay otro más adelante y evidentemente debo continuar por el filo del vacío para encontrarlo pero al cruzar la pared se pierde todo rastro del sendero y hasta cambia el panorama, encinas, madroños muchos, con grandes troncos pelados pero secos y que al mínimo contacto caen o se rompen, adornan el paisaje y me impiden siquiera avanzar con comodidad; además de una gran cantidad de piedras conformando un suelo muy irregular, huelga decir que acabé un poco harto del sitio y pese a ir encontrando algunos ranchos de carbonero los caminos seguían sin aparecer hasta que volví a encontrar la pared y siguiéndola llegué a sitio conocido con lo que ya pude situarme exactamente sobre el terreno.

A la vera del camino principal comí algo, esperaba ver pasar a alguien montado y pasaron, pero no en bici sino en moto, unas enduro antiguas pero muy bien restauradas y presentadas, los pilotos no eran niños y como se dice vulgarmente, anàven amb bones. En la ermita nos volvemos a reagrupar todos, los moteros, los franceses y yo, hoy los ciclistas deben estar en la playa y yo aún no tengo decidido por donde bajar, finalmente me decido por una divertida bajada que da directa al castellet para continuar hacia el área recreativa por otra no menos emocionante bajada. Acabo en el aparcamiento de abajo con buen sabor de boca y no me queda más que volver a Palma por donde he venido y es precisamente en el coll donde me cruzo con el único bikero que veré en todo el día, no tengo tiempo para más, es más de la una y media pero me sabe a poco lo que he hecho y hubiera subido por es Verger de haber sido un poco más temprano, me debí enredar más de la cuenta en el pateo.

A posteriori he visto que en realidad estos miradores sí son muy visitados por los senderistas pero desde luego que por los bikeros no, no entra dentro de la categoría de lo que podría llamarse un objetivo a tener en cuenta, ni viene de paso, ni el camino es ciclable, ni siquiera es cuesta abajo, vamos, que la bici sobra en esta película pero que desde luego no me arrepiento en absoluto de haberlo buscado ni de haberlo encontrado ni tampoco será la última vez que los visite.

Resto de fotos (no captan ni por asomo la grandeza del sitio)
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