Tomo 11

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BO LETI M = = DEL

MUSEO nnCIOliRL DE CHILE

TOMO *1 (1918-1919)

Santiago de Chile IM P R E STA ü M lV E R S IT R R lfl

E5TMDO—63


PERSONAL DEL MUSEO NACIONAL EN 1918 i 1919 Director: Prof. Dr. Eduardo Moore. Jefe de la Sección Vertebrados: Prof. Bernardino Quijada B. Jefe de la Sección Invertebrados: Prof. Cárlos E. ¡Porter. Jefe de la Sección de Entom olojía: Prof. Cárlos Silva Figueroa. Jefe de la Sección de M ineralojía i Jeolojía: Prof. Miguel R. Machado. Jefe de la Sección Botánica {Fanerógamas): Prof. Francisco Fuentes M. Jefe de la Sección de Antropolojía i Etnolojia: Prof. Leotardo M átus Z. A yudantes de Botánica (a cargo de las plantas Criptógamas): Prof. Marcial R. Espinosa B. A yudante de Botánica: Prof. Rojelio Sánchez C. A yudante de la Sección de Paleontolojía: Prof. Bernardo Gotshlich. Secretario i Bibliotecario: Osvaldo Fuenzalida. N aturalista ausiliar i Preparador: Don Zacarías Vergara. A yudante del Preparador: Don Luis Moreira. Mayordomo: Don Manuel Loyola. Tipógrafo: Don Manuel 2.° Loyola. Tres porteros.


BOLETIN DEL MUSEO NRCIONRL

TOMO

(1918 y 1919)



BOLETIM DEL

MUSEO NRCIONnL DE CHILE

TOMO *1 (1918-1919)

S a n ti a g o d e Chile IMPRENTfl

CJMlVERSITflRlfl

ESTRDO—63


IBP. UNIVERITIIIU Estado

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BOliETIfl DEL M U S E O NAGIONAIi Tomo

XI

Años

1918-1919

UN NU EV O LASIOCAMPIDO CHILENO

CARLOS SILVA FIGUEROA (Jefe de la Sección Entomolójica del Museo Nacional)

D ebido a la jentileza del distinguido ex-profesor de nu estra Escuela de M edicina, el D r. don V icente Izquierdo S., tuve oportunidad de revisar la m agnífica coleccion de insectos que posee, form ada por él con el cariño i la perseverancia que hacen nacer en el espíritu la observación a te n ta de la n atu raleza i la adm iración profunda por las m últiples i caprichosas for­ m as en que ella se m anifiesta. E n tre los insectos chilenos son, seguram ente, los lepidópteros, los que a tra e n con m as intensidad, pues seducen al observador con el brillante colorido de sus alas i las altern a tiv a s de sus m etam orfósis, por desgracia, aun no bien estudiadas en tre nosotros. En este sentido, el trab ajo que el D r. Izquierdo publicó en los A nales de la Universidad, en el año 1895, titu ­ lado N o ta s so b r e lo s l e p id ó p t e r o s d e C h il e , en el cual d a a conocer sus im portantes observaciones sobre el desarrollo de varias de nuestras m ari­ posas, ju n to con la creación del jénero Neocercophana, basado en ejem plares recojidos por él en las m on tañ as de C hillan i de la A raucanía, constituye una valiosa contribución al conocim iento de los lepidópteros chilenos. E n tre las m ariposas de su coleccion, el Dr. Izquierdo me hizo n o tar la presencia de varios ejem plares cT d" i ? ? de una especie que, recibidos por él de C hillan i d e V aldivia, perm itían form arse una ¡dea b a sta n te com pleta sobre el lepidóptero. El distinguido d octor se sirvió espresarm e que ta n to él como M r. W. B a rtle tt C alvert, a quién habia m ostrado los ejem plares, pensaban que pudiera tra ta rse de una especie aun no descrita, i tuvo la atención, a ruego mió, de confiarm e su identificación i estudio.


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B O LETIN

U EL -M U

9Í O

N A CIO N A L

__________

En cum plim iento de esta ta re a revisé cu id ad o sam en te en el M useo N acional las cajas que g uard an los rep resen tan tes aun 110 clasificados de nuestros lepidópteros heteróceros, i en especial, de aquellos que a n tig u a ­ m ente se reunían en la gran fam ilia de los Bombycidos, i tu v e la su erte d e e n co n trar 3 individuos m ás de la m ism a especie, señalados con nom bre equivocado. El exám en detenido del lepidóptero en referencia, me hizo reconocer­ le como perteneciente a la fam ilia

l a s io c a m p id a e ,

así com o la b revedad

de los palpos, las an ten a s fuertem ente b ip ectin ad as en los m achos i d éb il­ m ente pectinadas en las hem bras, cuyo abdóm en carece, adem ás, de p e n a ­ cho piloso an al; las tibias posteriores con solo 2 pequeñas espinas te rm i­ nales, el capullo sólido, en forma de tonelillo, etc., etc. m e p erm itieio n cla­ sificarlo en el jénero L a sio c a m pa Schrank. A gotam os, en seguida, la lite ra tu ra p ertin en te de que dispone la Sección, la de don C arlos E. P o rte r i la n u estra p a rtic u la r, consultam os tam bién al especialista arjen tin o don E ujenio G iacom elli, por si la especie hubiera sido descrita p ara el pais vecino, i com o los resu ltad o s fueran n e­ gativos, resolvim os describir la especie i ded icarla con to d a atención al D r. Izquierdo, que nos proporcionó los prim eros ejem plares i que ta n to e n tu ­ siasm o ha desplegado siem pre por la ciencia entom olójica. L a sio ca m p a Iz q u ie r d o i, Silva n . sp . 2

L. capite parvo, abscondito, thorace piloso. Colore generatim fusco-

pallido. A lis anticis fa sciis tribus ferrugineis Iransversis, quibus m arginali longiore; alis posticis brevioribus anticis. A bdom ine crasso, p ilis brevibus densisque obtecto.— Long corp. 15 m m . E x p . alar. 45 m m . La hem bra tiene la cabeza p equeña i escondida, o cu lta

p or largos

pelos de color canela claro, que cubren igualm ente el tórax. L as a n te n a s son débilm ente p ectinadas i los palpos cortos i peludos. El fondo jeneral de las alas es mui sem ejan te al d e la D irp h ia A m p h imone (F.) Berg, o sea, un tin te canela claro. L as an terio res tien en la cara superior atrav esad a por 3 fajas fe n u jín e a s: la 1." es delg ad a i se h alla en el tercio basal; la 2 .a es m as an ch a i oscura i se h alla en la m ita d del ala, a la a ltu ra de las n ervaduras disco-celulares, en donde, p recisam ente, se en cuentra una pequeña m an ch ita b lanquecina. L a 3." faja ferru jín ea es ancha i recorre todo el borde esterno, desde el ángulo in te rn o al ápice, en


C arlo s Silva F ig u e ro a . —

un

nuevo

l a s io c á m p id o

c h il e n o

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donde se pone m as oscura. El espacio que se en cuentra en tre la 2.a i la 3 .“ faja feirujínea, m uestra un tin te rojizo grisáceo, b a stan te ap arente. Las alas posteriores presentan, m as o ménos, la mism a distribución de colores que la de las alas anteriores, aunque las fajas ferrujíneas son ménos teñidas i la ban d a rojiza grisácea m as m arcada. Sobre las venas disco-celulares se observa una pequeña m anchita feriujínea.

F ig. 1.— Lasiocam pa Izq u ierd o i S i lv a .— 2 , cf* i capullos.

Por la página inferior, am bas alas no presentan modificación notable, sino las m ism as fajas descritas p ara la cara superior, pero más débilm ente coloreadas. En cam bio, aparecen con m ayor nitidez las m anchitas claras i oscuras situ ad as sobre las venas disco-celulares, así como la 2 .a faja ferrujínea i la 3 .* m arjinal, que se p resenta m ucho m as teñida en el ápice. Tipo: 3 ejem plares en la coleccion del M useo Nacional.


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

* ** cf L. capite praestansiore quam in $ ; antcnnis ferru g in eis, bipectinahs; alis anticis supra fuscis, macula alba ovata snper celulis discocelularibus. A lis poslicis fulvo-pallidis, fascia fcrruginea in medio disci, altera laliore in m ar­ gine. Long. corp. 10 mm.', E x p . alar. 36 m m . C abeza un poco m as salien te que en la ?. A n ten as fu ertem e n te bipectin ad as i ferrujíneas. A las superiores, por encim a, de color p ard o , m as claro en la base i m as teñido en el m árjen apical. E stá n a tra v e sa d a s p o r dos fajas m as oscuias: la 1 .*, en el tercio basal, es poco m arc ad a ; la 2 .a, es bien m a ­ nifiesta, i corre por la m itad del ala, a la a ltu ra de las venas disco-celulares, sobre las cuales se halla una m ancha o v alad a i b lanquizca, orillad a d e p ard o , Las alas posteriores son de color leonado-am arillento, a tra v e sa d a s por dos fajas ferrujíneas: la 1 .“ es an g o sta, i recorre el disco al esterio r de las venas disco-celulares; la 2.a es m ás an ch a i to ca el borde esterno. L a p a rte de las venas que queda e n tre ám b as fajas ferru jín eas es, tam b ié n , del mismo color. Las alas anteriores, por d ebajo, son leonado-am arillentas, a escepcion de una faja ferrujínea m ui oscura que a tra v ie sa el ala al esterio r d e la célula discoidal, i de la rejión apical, que es p a rd o -ro jiz a. La m an ch a blan ca sobre las venas disco-celulares aparece d éb ilm en te am arillen ta. La pájina inferior de las alas posteriores tiene el m ism o tono jen eral que el de las anteriores. E stá a tra v e sa d a p or 3 fajas de un m oreno p álid o ; la 1 .*, en el tercio basal; la 2 .a, a la a ltu ra de las v en as disco-celulares i, la 3 .a, en el m árjen, la cual corresponde a la faja oscura del borde estern o de la cara superior. Tipo: 4 ejem plares en la colección del M useo N acional. El capullo m ide 15 m m . d e lo n jitu d . E s d e color crem a-am arillen to i de consistencia pergam inosa, m ui resistente.


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sobre los

carbones de

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CONTRIBUCION AL ESTUD IO DE LOS CARBONES D E CHILE POR

MIGUEL R. MACHADO J e fe de la S ecció n de J e o lo jia i M in e ra lo jia .

I

Informe sobre el valor de los terrenos carboníferos que se encuentran al norte del puerto de ToméEl terreno terciario, que es de donde se extrae el carbón que se consu­ me en la in d u stria en Chile, ocupa una g ran estension i se le en cu en tra por lo jeneral al Poniente de la C ordillera de la C osta, como se le puede ver en los alrededores de Coquim bo, S an A ntonio, M atanzas, H idango, C ostas de Ita ta , Tom é, C erro V erde, T alcahuano, L ota, Coronel, A rauco, C uranilahue, Los Alamos, Lebu, La M ocha, V aldivia, L lanquihue, Chiloé, P u n ta A renas, T ierra del Fuego, etc. Sólo en algunas localidades del llano C entral de Chile se encuentra esta form acion, como en C au tín , Nielol, etc. Casi en todos los lugares an terio rm en te mencionados, hai estratos 0 m antos arcillosos de colores oscuros, debido a los restos vejetales que encierra. E ncontrándose en algunas de las anteriores, algunas estensas cuencas de un buen carbón de color negro brillan te i dispuestas en delgadas fajas eo su m asa i que altern an con o tras m as opacas. La formacion que encierra el carbón, en la hoya de la Q uiriquina, se encuentra lim itada al O riente por terrenos de la formacion secundaria 1 rocas del prim itivo de la C ordillera d e la C o sta: com puestas del granito, gneis, m ica-esquistos i filadas de color negro gris brillante, las que se en ­


lo

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

cu en tran casi siem pre plegadas i sin restos orgánicos. E sta s rocas se e n c u en ­ tra n atrav esad as por guías de cuarzo lechoso o cristalin o i ad em as por d i­ ques de d io ritas i anfibolitas, etc. P or el P o n ien te e stá lim itad a p o r la P e ­ nínsula de T um bes i la isla de Q u in q u in a ; aq u í sus e stra to s inferiores se depositaron en el secundario. P or la p a rte N o rte, estos terren o s q u e en cie­ rran el carbón se estienden h a sta D ich ato i siguen m as au n al N o rte. En la p arte interm edia de esta esten sa zona, es en d o n d e se e n c u e n tia n los m ejores carbones de esta hoya. En to d a la rejion que recorrí al N o rte del T om é, p u d e v er las m a n i­ festaciones del com bustible, llegando en alg u n as p a rte s a te n er el grueso de cu aren ta centím etros; pero por lo jeneral la p a rte esp lo tab le no pasa de tre in ta centím etros. T odo este h id ro carb u ro se le e n c u e n tra d e n tro de ropas de acarreo, que se dep o sitaro n en el te rciario ; éstas son p or lo jeneral arenáceas, ya de color verdoso o verdoso azulado, p asan d o al a m arillen to i se com pone de granitos de cuarzo i d e feldespato m ui caolinizado, como igualm ente de p aju elitas d e m ica blanca. Poi lo jeneral, el m an to d e carbón d escansa sobre u n a roca arcillosa de color negro, tosca, i encim a hai un conglom erado arenáceo de color blanco gris, q u e.tien e fajas am arillen tas i, a veces finas guías de carbón. Algo al N orte de las casas del fundo de C ocholhue, del señor Z a ñ a rtu , i a unos cincuenta m etros sobre el m ar i a u n a d ista n c ia d e doscien to s de la playa, hai un trab ajo de esplotacion, el que tiene unos v einticinco m etros de galería; el m anto de d onde se estrae el carbón, tiene unos tre in ta centím etros de espesor i se inclina al N E . en unos siete grados. D espues de h aber visitado el a n te rio r tra b a jo , seguí recorriendo la playa en dirección al S ur, h a sta que llegué a la p u n ta M o n te C risto. A quí la roca es una arenisca glauconiana que encierra guías d e carb ó n , i hai u n a que tiene de cinco a ocho cen tím etro s de rum bo N S . i se inclina al m ar con tres grados; el que descansa sobre una tosca negra, i d e este m a n to de com ­ bustible salen los trocitos que el m ar a rro ja a la p la y a en los g ran d es te m ­ porales. Seguí siem pre por la playa h a sta llegar a la rejion en que el señor K a i­ ser hizo un pique, el que fué m as ta rd e seguido por el señor A níbal Z a ñ a rtu , al que se le dió un a hondura al rededor de n o v e n ta m etros, i n a tu ra lm e n te no se conseguió con este tra b a jo el m enor re su ltad o a h o n d u ra i no podia ser de o tra m anera, puesto que este reconocim iento se hizo en un terren o que no puede encerrar com bustible. P o rq u e el que lo co ntiene, lo d ejaro n en la p arte alta, que es sólo u n a m anifestación del terciario.

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sobre

los

carbones

de

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E n las areniscas de la p u n ta de M onte C risto, encontré una impresión por sustitución, en que el cuerpo orgánico está to talm en te reem plazado por un a arenisca verde am arillen ta que se esflorece en contacto del aire húm edo en que sus granos se en cuentran cem entados por la arcilla o por la caliza. E ste fósil por sustitución, m uestra en su superficie ciertas rugo­ sidades m ui parecidas a las raíces de algunas p lan tas monocotiledóneas, estas im presiones están pegadas por un aldo a una roca areno arcillosa i por el o tro a la arenisca que contiene mucho carbón de color negro brillante. El señor Rodulfo A m ando Philippi bautizó a este fósil con el nom bre de Holothurües guiriquinae. He notado en todos mis viajes de estudio a las diversas rejiones carboníferas del pais, que sólo por sobre estas im presiones se en cuentra el carbón que se consum e en la industria. N atu ralm en te, el an terio r hallazgo me dió la idea de lo que se podia esperar en carbón, en toda esta rejion. I de este in stan te tra té de com probar m as aun. lo que me habia revelado el an terio r resto. P a ra lo cual recorrí la playa, al N orte del fundo de Cocholhue i despues de pasar con alguna dificultad una roca negra de filada que existe en la p u n ta de Porun, me encontré n uevam ente con la an terio r roca arenácea verdosa, la que aquí encerraba infinidades de fósiles en m as o menos buen estado; de los cuales pude recojer las siguientes especies: B aculites an c e p s........................................... ... Lam .... H arpoceras s p ............................................... Pyrula hom broniana....................................... d ’Or. C ucullae a lta ......................................................Sow Polynices santacru zen si.............................. ... H ering M arcia stra to la m e lla ta ............................... Las cu atro prim eras especies de fósiles se en cuentran en los terrenos que se depositaron en los m ares secundarios i las últim as desde el principio del terciario, i por lo tan to vivieron ju n to con los prim eros, form ando esa capa de transición, que sólo se le en cu en tra en algunos localidades de la A m érica. En ninguno de los terrenos que encierra el carbón que em plea la in­ d u stria de Chile, existe fósil secundario, i tam poco nunca he observado que e en cuentra un m anto de com bustible esplotable en aquellas areniscas q ue se en cu en tran bajo los estrato s que encierra ese fósil por sustitución d e que hem os hablado. D e lo a n terio r saco en limpio que en los terrenos que están al N orte


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

del puerto del Tom é, no se p o d rá e n c o n tra r un m a n to d e carbón q u e pague su estraccion, i en v ista de esto, aconsejo q u e no se g aste ni un solo ce n tav o en hacer trab ajo s de reconocim ientos a h o n d u ra ; p o rq u e no se e n c o n tra rá carbón. I aquellos m a n tito s que están a c ie rta p ro fu n d id ad d e la cim a d e los lom ajes, de estos terrenos terciarios, d e ja ra n sólo una p eq u eñ a u tilid ad siem pre que el com bustible tenga com o hoi un alto precio. Santiago, M ayo 21 de 1917. 11

Informe sobre los carbones de Chiloé, Quetalm ahue i Castro. H abiendo sido com isionado por el señor G uillerm o B a u d ra n d , p ara e stu d iar los terrenos carboníferos i petrolíferos perten ecien tes a la C o m p añ ía M inera de Q uetalm ahue que existen al O ccidente de A ncud, i los d e O rien te de C astro, como igualm ente d e los que existen en la p a rte N o rte d e esta costa i d e los terrenos d e Linao i M anao, paso a in fo rm ar lo sig u ien te; Los prim eros están a unos 25 kilóm etros al O este del p u e rto de A ncud, esta distancia se recorre en poco m as de u n a hora, i al lu g ar d o n d e se d e ­ sem barca se le conoce con el nom bre d e Calle i se e n c u e n tra en el fondo del golfo de Q uetalm ahue. D esde Calle se sigue por un accid en tad o i m al cam ino en dirección al Oeste, h asta llegar a la p u n ta de G u ab ú n que es el lím ite N o rte d e una serie de pertenencias que van a orilla del m a r i que s o n : E lv ira, M aría, Olga, L ibertad, Igualdad, F ra te rn id a d i D on A b rah am . En los farellones que dan al m ar, en la p u n ta G u ab ú n se ven diversos estratos. D esde la playa h a sta unos cin cu en ta m etro s de a lto se ve la roca conocida con el nom bre de filada, la que es lu stro sa i suave al ta c to , en su interior se ven núcleos de cuarzo lechoso. Sobre la a n te rio r d escan sa una capa arcillosa de tres a cinco m etros de espesor, la que tiene fre c u e n te ­ m ente un color negro, notándose en su in te rio r alg u n as d elg ad as fajas de carbón, las que por lo jeneral se a te n ú a n despues d e uno a dos m etro s de estension, form ando en este caso unas v erd ad eras len te jas d e carbón. E n algunos de estos trozos d e com bustibles se p uede d istin g u ir a sim ple v ista las células de la p la n ta que dió oríjen a e sta lig n ita. L a an terio r form acion e stá c u b ierta por cap as d e conglom erado te r­ ciario, la que a su vez so p o rta depósitos cu atern ario s.


M iguel R . M a ch ad o .— e s t u d i o

so bre

los

carbones

de

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Desde la a n te rio r-p u n ta de G uabún nos dirijim os al S ur i despues de poco m as de tres mil m etros llegamos a la p u n ta C aucahuapi que se encuen­ tra cerca de la propiedad de Burgos. En todo este recorrido pudim os o b ­ servar que toda la an terio r formación se v a bajan d o h a sta perderse com ­ p letam ente en el m ar, a m edida que eso sucede, v a au m en tan d o el espesor de los estrato s terciarios que cubren el carbón. E sta roca e's por lo jeneral un conglom erado, cuyo principal elem ento es el cuarzo lechoso, algunos de estos estrato s se encuen tran separados por una capa de arcilla de color plom izo a negro, la que encierra fragm entos de plan tas fósiles. Pudim os n o ta r que estas capas, en todo el an terio r recorrido, se en cuentran a tr a ­ vesadas por filones de rocas eru p tiv as, la que aquí es el b asalto i tiene un color que v aria del negro al p a rd o ; el grueso de estos filones es de uno a cinco m etros, variando al mismo tiem po en todo sentido el rum bo de su recorrido. N atu ralm en te, el rum bo, inclinación i espesor de la capa que encierra el carbón, o bien de los estrato s que lo cubren, depende del lugar de salida de la an terio r roca eru p tiv a i a esto se debe que los estratos ya se inclinaran al O este ya al N o rte o tienen un m anteo interm ediario. E n la p u n ta m ism a de C aucahuapi, en una rejion que cubre las aguas de la a lta m area, se ha labrado un pequeño pozo de reconocim iento en una arcilla oscuia i que está lim itado por dos filones de basalto. En este esquisto arcilloso, existen dos m antos de carbón lignita; el uno de quince centím etros i el otro de trein ta, am bos separados por una capa de arcilla negra, de unos tre in ta centím etros de grueso. Sobre esta capa de carbón existe una roca conglom erado de color blanco que tiene hasta cinco m etros de espesor, en la que se encuentran unas im presiones de antiguos restos orgánicos que m arcan en Chile la p arte inferior de la form acion carbonífera. En otro de los reconocim ientos que hicimos a la C aleta de C úrahueldo, la que se en cuentra lim itad a por el S u r por el lom aje de Polocué que tiene u na a ltu ra m áxim a de tre in ta m etros, pudiéndose ver en su p arte b aja i cercana al m ar fragm entos de roca b asáltica, sobre la que se encuentra la roca estratificada en la que existen fajas de esa arcilla plom iza que con frecuencia encierra un delgado m antón de carbón. La p arte N o rte de esta C aleta de C urahueldo está lim itada por una escarpada roca basáltica, en la que existe una herm osa g ru ta que aquí se le conoce con el nom bre de P iedra de la Iglesia. La playa de esta caleta se en cuentra form ada en su m ayor p arte por piedrecillas redondeadas de color negio brillan te i de cerca de un centím etro de d iám etio .


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BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

A unos doscientos m etros m as al O riente se ha hecho un pozo d e re ­ conocim iento, en cuyas paredes no se ve la m enor d em o strac ió n del m in e­ ral que nos interesa; con esto q u ed a e stu d iad o todo el terren o en q u e se en cuentran ubicadas las perten en cias M aría, Luz, F o rtu n a , V iolante, i D orila. L as pertenencias G uillerm o I, II i III de Calle i q u e lim itan con la hijuela del señor Ju a n B ertín, tiene la m ism a im p o rtan cia q u e las y a enum eradas, com o igualm ente todos los terrenos de la p enínsula d e Lacui en la que están las pertenencias T esoro, R eliquia, P rogreso,

D elicada,

P ro tecto ra i F abulosa. La roca filada, en estos dos ú ltim o s g rupos se e n ­ cu en tra a m ayor hondura que en las p erten en cias q u e m iran al m ar P a cí­ fico, au m en tan d o al mismo tiem po el espesor d e los e stra to s secu n d ario s que en estos últim os, sólo se le ve en p artes.

R F .JIO N

CA RB O N ÍFER A

DE

CASTRO

La m ayor p a rte de las p erten en cias m in eras de e sta rejion están en la m ism a playa, en la p a rte O riente de la b ah ía d e C a stro i fren te a la ciudad de este nom bre. Se estiende desde Y u tu i, algo al N o rte d e la P u n ta de Peuque, h asta el fondo de esta ensenada, cerca d e P u te m ú n . T odo este espacio está cubierto p or nueve p erten en cias q u e se d en o m in an C as­ tro I a IX , en la continuación o rien tal de la C astro IV hai o tra s tre s que son: San Pedro, S a n ta J u a n a i F o rtu n a . En el fondo de la q u eb rad a H uenuco i Q uilquico existen al descu b ierto , debido a un tra b a jo d e reconocim iento, dos m an to s d e carbón, los q u e se en cu en tran separados por una cap a de arcilla color plom izo d e c in cu en ta centím etros de espesor; el superior tien e un grueso d e unos diez ce n tí­ m etros i el inferior es de m as de sesenta cen tím etro s, el ru m b o d e las a n ­ teriores es de E ste a O este i su inclinación es de cinco g rados al N o rte . (Al descubierto existe en este reconocim iento algo m as d e dos to n elad as de este hidrocarburo). L a arcilla sobre que d escansa este h id ro c a rb u ro es de un color negro i en p a rte p ard o , la q ue es m ui rica en resto s d e p la n ta s fósiles. El carbón m ineral se diferencia en su aspecto físico d e los d em as que existen en C hile i se parece m ucho al B oghead, B itu m in ita o T u rb a n ita , teniendo .como éste una p ro n u n ciad a fra c tu ra conchaide, la q u e en p a rte es pizarrosa; pero siem pre term in a en frag m en to s mui angulosas, es b lan d o i fácil de co rta r con cuchillo, su color es negro i en p a rte es p a rd o ; su


M iguel R. M a ch ad o .—e s t u d i o

sobre

los

carbones

de

c h il e

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brillo varia en tre el lustroso i el m ate, es mui inflam able i arde con llama blanca i susceptible a d a r un buen gas de alum brado. E ste com bustible no debe ser considerado como hulla o lignita co m ú n ; sino que se le debe m irar como a una especie de resina. A este cuerpo se le puede em plear en la fabricación de gas de alum brado. E ste com bustible es m ui parecido al conocido entre nosotros con el nombre d e C a n n e l -C oal que se le im p o rta en gran can tid ad de A ustralia, Esco­ cia, E stados U nidos, etc. C reo que valdría la pena hacer algunos reconocim ientos de este m anto, con el objeto de estu d iar la estension de la m asa de carbón i darse cuenta cabal del valor real de esta cap a de hidrocarburo, ya que por su ubicación es relativ am en te fácil su esploracion i esplotacion. H asta la actualidad habíam os d u dado que existiere en Chile esta clase d e hidrocarburos i creíam os que las diversas m uestras que se nos habia m andado en diferentes épocas p ara su estudio, no eran m as que trozos de carbón arrojados a la playa por algunos de los buques n áu fra­ gos de los m uchos que traen este m ineral i no nos habíam os im ajinado que en Chile existiese un carbón de esta naturaleza, puesto que su esplo­ tacion seria una verdadera riqueza nacional. E n la playa de Q uento, en b a ja m area, encontram os algunas m anifes­ taciones de lignita. Los estrato s que encierran a este com bustible tienen una fuerte in ­ clinación al N orte. E nsaye del carbón de C astro hecho por un señor jeólogo de Valorens. G as ........... A gua........... A ceite . . . . C arbón fijo. C en izas.. . .

19,70 por ciento 21,94 » » 5,86 » » (13 galones por ton.) 35,00

»

17,50

»

»

E ste ensaye m e fué entregado por el señor B audrand. LINAO I MANAO

T am bién hem os encontrado algunas m anifestaciones de carbón lig­ n ita en la playa de Linao i M anao. E stas capas de carbón fueron co rtad as a m as de cien m etros de hon­ d u ra en unos de los sondajes que se hizo en M anao.


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BO LETIN

DEL MUSEO NACIONAL

Pero las m anifestaciones estern as que m as a b u n d a n en to d a e sta rejion, son las de petróleo, así hem os v isto en gran a b u n d a n c ia al e ste rio r gases i al m ism o tiem po se han en co n trad o cerca d e C h acao a lg u n as g rie ta s con asfalto sem i-líquido que se le conoce con el no m b re d e p isasfalto . D esgraciadam ente los diversos tra b a jo s a h o n d u ra q u e se h an efec­ tu ad o en esta rejion en busca d e petróleo h an fracasad o p o rq u e no han pod'do llegar ni a trescientos m etros de p ro fu n d id ad con la so n d a, d eb id o al desórden sin contrapeso que ha reinado en las C o m p añ ías q u e se han organizado con este objeto. T odas aquellas pertenen cias que existen en la p lay a, se en c u e n tra n frecuentem ente lim itadas por el lado de tie rra p o r b a rra n c a s v erticales, en cuya cim a se estienden planicies o terren o s lijeram en te o n d u lad o s. L a playa en estos m ares sólo tiene por térm in o m edio un ancho m áxim o de unos cu aren ta m etros, llegando en la b a ja m area en alg u n as rejiones h a sta tener unos mil m etros de estension. T a n to en la play a como en la p a rte a lta se en cu e n tra n unos g ran d es trozos de roca y a de d io rita i an d esita, g ranitos, filada, etc., los q u e han sido llevados h a sta el en que hoi se le ve, poi los an tig u o s v e n tisq u e ro s o bien por los tém panos, de hielo que flotaban en las aguas, c u an d o esos terrenos se enco n trab an b ajo ella. E n los b a rra icos se pueden e stu d ia r las d iv ersas cap as e stra tific a d a s que cubren los terrenos cristalinos de esta p a rte N o rte d e la isla. Así, en la p a rte superior hai una cap a de conglom erado rojizo, d e ce ­ m ento arcillo ferrujinoso; cuyos elem entos conglom erados son d e dos a diez centím etros de grueso. S obre esta cap a descansan los bloques errático s Bajo la an terio r existe o tra cap a d e ocho a quin ce m etro s d e grueso, la que se com pone de un conglom erado fino, algo b lan d o , la q u e descan sa sobre un conglom erado plom izo de cem ejito arcilloso. T odo el a n te rio r co n ju n to , cuyo espesor m áxim o es a lo sum o de unos cien m etros, está sobre te rie n o s terciarios. En la playa de M anao hem os en co n trad o en la a lta m area u n as m a ­ nifestaciones gaseosas en una estension ceic an a a cien m etro s d e ácido c a r­ bónico. L a form acion estratifica d a ya descrita , es m as o m énos igual en to d a la p arte O riental y N o rte d e la isla de Chiloé, v aria n d o n a tu ra lm e n te su espesor, según la localidad en que se le estudie. S antiago, 17 de A bril de 1918.


M iguel R. M a c h a d o . — e s t u d i o

sobre

los

carbones

de

17

c h il e

III Estudio sobre algunas arcillas chilenas. E studio d e las pertenencias m ineras de los señores Andrés E bner i Andrés U rzúa, situ ad as en M ontenegro, com una R inconada del dep artam en to de Los Andes, en la H acienda de Palerm o, an tes rural, fundo p erte­ neciente al señor H um b erto C ru zat, i que visité el 17 de Agosto próxi­ mo pasado. U na de las m ejores de estas pertenencias m ineras recibe el nom bre de Andacollo: la que está situ ad a a unos cinco kilóm etros al E ste de la estación de M ontenegro, a la que está unida por un buen camino, que puede hacerse carretero con un gasto no m ayor de quinientos pesos. E ste depósito m etalífero se en cu en tra dispuesto en capas o estrato s; los que tienen una dirección de N orte a Sur, con cinco a diez grados al E ste i una inclinación de c u aren ta i cinco grados al N aciente. P ara esplotar este m ineral, se ha construido un cómodo socavon de veinte m etros de largo, el que corta perpendicularm ente a los m antos i va d e Oeste a E ste. En su estrem o interior i al a n d ar de los estrato s hai un frontón de cerca de diez m etros de largo por dos o tres de ancho; en su caja P oniente i a unos dos m etros del prim ero se ha labrado un pique de seis m etros de ho n d u ra: trab ajo es éste que no responde a ninguna necesidad real en la esplotacion de esta m ina. E ste socavon corta en toda su lonjitud a un p o ten te m anto m inera­ lizado que v aria en cuanto a su color, desde el rojo oscuro al pardo am ari­ llento; el que se encuentra atrav esad o en todo sentido por fajas de un color m as claro, el que a veces llega al blanco. El elem ento útil que encierra este m anto, es la variedad de m ineral de hierro conocida con el nom bre de Ilematila parda u óxido hidratado de hierro, el que se en cuentra unido en mas o m enos cantidad a la arcilla. A unos quince m etros al interior del laboreo, notam os que el color rojo que dom ina en el m anto principia a perderse poco a poco h asta que se llega a una rejion en que dom ina com pletam ente el blanco gris. En esta transición notam os que en la m asa blanca existen unos núcleos algo am arillentos de an tig u as esferolitas de hierro h id ratad o i que han perdido su color a causa de fenóm enos secundarios de disolución. (2 )


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BOLETIN

DEL MUSEO NACIONAL

La lei en óxido de fierro del a n te rio r m a n to rojizo, v a ria e n tre cjuince i veinticinco por ciento. N a tu ra lm e n te é sta se h a rá m ucho m a y o r i p u ed e fácilm ente duplicarse si a este m ineral se le co n cen tra, lo q u e se p uede hacer con sum a facilidad, d a d a la d iferencia de d en sid ad q u e am b o s m i­ nerales tie n e n : siendo la de la arcilla 2,5; m ien tras que la lim o n ita tiene una densidad de 4. A pocos m etros al N o rte de la e n tra d a del socavon, existen unos fa ­ rellones en los cuales o cerca de éstos se pueden v er en gran c a n tid a d a una v ariedad de m ineral de hierro algo arcilloso, en c u y a m asa se en c u e n tra en abundancia una infinidad de pequeños g ran ito s d e form a m as o m enos esférica i en que su d iám etro v aria d e uno a m as de diez m ilím etro s: a esta clase de óxido de hierro se le conoce en m ineralojía con el no m b re de lim onita esferolítica u oolítica. C ad a uno d e estos glóbulos, g ra n ito s o esferitas se com pone de capas concéntricas de óxido h id ra ta d o d e hierro, de e stru c tu ra rad iad a, i existe frecu en tem en te en su in terio r un peq u eñ o trozo de algún m ineral estraño, de roca o de su stan cia orgánica i sólo en una p equeña proporcion se

en cu en tra

su

núcleo vacío. El color d e este

m ineral v aria en tre el rojo oscuro, p ard o am arillen to i p ard o negruzco; estos g ranitos se en cu en tran unidos e n tre sí p or un cem en to arcillo -ferrujinoso de color rojizo i del cual se puede se p a ra r con facilidad. E stas esferitas dan por el ensaye una Iei cercan a a cin cu e n ta por cien to d e óxido de hierro i llega a cerca de sesen ta por ciento, cuan d o se le co n c e n tra por medio del agua. No todo el hierro de este m ineral se e n c u e n tra al esta d o de óxido h id ratad o , hai u na p a rte que lo está al de alu m in a to i sólo u n a ínfi­ m a porcion al de fosfato. La lim o n ita al esta d o p u ro resp o n de m a s o m énos a la fórm ula 2Fe10.!, 31LO, en que la lei de ag u a v a ria e n tre 12 i 16% i la de óxido de hierro de 64 a 84% .

E sta clase d e m ineral d e h ierro oolítico

mezclado a la arcilla es d e oríjen sedim entario, d ebido a d ep ó sito s d e fu en tes m inerales que en an terio res tiem pos existieron en estos lugares. En algunas rejiones de F ran cia se hace u n a g ran esplotacion d e esta clase d e m inerales, a pesar de lo b ajo d e sus com unes, los q u e no p asan d e quince por ciento; pero por concentración éstos llegan a ten e r leyes esplotables. R especto a lo an terio r, dice el señor D om eyko en el segundo to m o d e u M ineralojía, p ájin a 146 d e la edición p u b licad a en 1897, lo q u e sigue: «Los m inerales h id ratad o s d e hierro se consideran com o m ui b u en o s p a ra la fundición. Los d e la v aried ad d e hierro arcilloso en g ranos, d isem in ad o s


M ig u el R . M a c h a d o . —

e s t u d io

sobre

los

carbones

de

c h il e

19

en capas de arena, cal i arcilla, alim entan m as de las tres cu artas partes de los altos hornos en Francia.» C itarem os con g usto algunos párrafos de la M ineralojía A plicada de A madeo B urat i que dicen: «Los minerales oolíticos o en granos (de hierro) son los que constituyen la riqueza principal de F rancia. . . E stos se com­ ponen de arcilla ferruginosa. . . «F.I h ie n o hidroxidado pertenece a la clase denom inada m inerales de aluvión, que se en cuentran en granos oolíticos o pisolíticos, m ezclados a la arcilla o a m argas (cal i arcilla), de donde se le aisla con facilidad». A dem as del an terio r m an to de lim onita arcillosa i de lim onita esferolítica, existe o tro de arcilla b lanca que tiene u n a insignificante lei de fierro, el que se en cuentra e n tre dos capás del an terio r mineral. E sta arcilla blanca se formó mucho despues de haberse depositado la lim onita arci­ llosa, i se le puede considerar como un producto de relleno de la g rieta en que hoi se le encuentra. E ste m ineral venia acom pañando a líquidos ácidos que salieron desde el interior, los cuales en un principio se ocuparon en descom pener los feldespatos de las rocas internas a las que Ies disolvió el potasio, sodio o calcio, quedando depositada la arcilla en las paredes de la grieta, el que es un silicato h id ratad o de alum inio. D isolviendo por últim o el elem ento ácido, al fierro que se en co n trab a en los m antos superficiales de lim onita. E ste ataq u e fué m as activo en todas aquellas rejiones cercanas a la grieta, i a esto se debe que algunas veces se encuentran esferolitas com pletam ente blancas; siendo n atu ralm en te m ucho ménos su acción, en todos aquellos granitos que están m as d istan tes a la g rieta de escape de esos elem entos ácidos. D espues de un detenido estudio de la zona en donde se encuentran estas pertenencias, i de los ensayos que he hecho de las m uestras que p er­ sonalm ente recojí; he llegado a la conclusión que en esta rejion existe un im p o rtan te m ineral de hierro lim onita. M ineral es éste que se presta a d ­ m irablem ente p ara el alto horno, d ad a sus a ltas leyes que pueden sacarse fácilm ente por concentraciones del actual com puesto oxijenado. El pro­ d ucto de fundición es por lo jeneral mucho m ejor que el que se obtiene de un otro m ineial de hierro, porque este no contiene elem entos en cantidad suficiente que perjudiquen la buena calidad del m etal. A consejaria adem as a sus actuales dueños que siguieran a profundidad por el m anto de arcilla, con el objeto de d a r con algún yacim iento de pirita, por donde deben de haber pasado las aguas m ineralizadas que dejaron


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,

BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

el hierro que hoi existe en la lim o n ita esferolítica i que a q u í se en c u e n tra en ta n ta ab u n d an cia en los e stra to s o c ap as superficiales. F u era de esta pertenen cia A n d aco llo .d e c u a tro h ectá reas, se e n c u e n tra la M in a Tricolor, a un poco m as de un kilóm etro al E ste d e la A ndacollo i es de cinco hectáreas. En la m ina Palom a B lanca, tien e p a rte , ad e m a s d e los anteriores dueños, el señor Ju liá n C am pos, es de cinco h e c tá re a s i se en cuentra a un poco m as de dos kilóm etros d e la p rim era. La form acion de estas pertenencias es en todo i por todo igual a la de A ndacollo, i por ta n to no m erece una descripción especial. S antiago, 6 de S eptiem b re de 1919. M

ig u e l

R. M a c h a d o .


C arlos E. P o rte r.—aracnolojía

a

r

a

c

n

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j

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c

21

chilena

h

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e

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a

(NOTAS M ISC EL Á N IC A S : S IS T E M Á T IC A S Y ZO O JEO G R ÁF ICA S) POR

EL

Prof. Cárlos E. PORTER

V .— L a

F

am

.

A Q E L E N ID A E

Los Agelenida constituyen una de las fam ilias m as im portantes de A rañas verdaderas, desprovistas de críbelo. Tienen ocho ojos casi iguales en el borde frontal i sus tarsos term inan en tres uñas pectinadas. La piel densam ente poblada de pelos tendidos, plum osos i rara vez sencillos. El dim orfism o sexual de estas arañ as 110 es m ui m arcado; los m a­ chos difieren poco de las hem bras en el tam año, pero recordarem os que el abdom en de los m achos es m as chico i las p atas son algo m as largas. Son anim ales de hábitos solitarios, que construyen sobre las p lantas i aun en las paredes de las bodegas, casas, etc., telas anchas con un tubo en el centro, donde el arácnido se recoje con la cabeza hacia afuera del orificio. E n tre las especies exóticas curiosas por sus hábitos, pertenecientes a esta fam ilia, m encionarem os la Argyroneta aquatica, tan común en E u ­ ropa i algunas p artes de Asia i que, como lo dice su nom bre, vive en el agua, de donde íesu lta el interés que tiene como objeto de observación p ara los acuarios de agua dulce. La fam ilia de que ah o ra tratam o s, está representada por m uchas especies que h ab itan todos los continentes. Pero nuestro objeto, al solicitársenos colaboracion para el presenté


22

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

B o l e t ín , es sólo d a r u n a g u ía p a ra el e stu d io d e los A gelenidaí p o r m edio de la e n u m e ra c ió n d e los jé n e ro s i especies chilenos con las indicaciones b ib lio g rá fic a s, sin o n ím ic a s i zoojeográficas p e rtin en tes.

P a ra esto no tenem os sino que desglosar de u n a o b ra n u e stra , au n in édita (1), p resen tad a al C ongreso C ientífico jen eia l chileno celeb rad o en la ciudad de T em uco en F eb rero de 1913, las fichas co rresp o n d ien tes a dicha fam ilia, ap ro vechan d o d e ag reg ar algunos pocos d a to s (q u e se ñ a ­ lam os -f- al m arjen) que hem os v isto a ú ltim a h o ra i que nos hacem os un deber en d ecla rar los hem os ap ro v ech ad o del in te re sa n te tra b a jo del señor P etru n k ev itch . E speram os que la continuación de n u e stras n o ta s sobre A racn o lo jía chilena, despierten tard e o tem p ran o , Ínteres hacia la siste m á tic a i por la recolección de estos artró p o d o s p a ra n u estro s m useos ta n po b res a u n en m ateria de especies com unes. Las a ra ñ a s han sido, com o puede co m p ro b arlo q uien reco rra B iblio­ tecas i R evistas nacionales, uno d e los g rupos m as in ju sta m e n te o lv id ad o s por los que en Chile se ocupan o han ocu p ad o d e H isto ria N a tu ra l, pues, d ejando a un lado los trab ajo s sobre Zoolojía M édica (D res. F. P u g a B o r n e , C. G

uzm an,

E do. M

oore)

i sobre co stu m b res (D r. P u g a y a ci­

tado i los S S . M . J . R ivera i H no. C laudio), no se conocen d esd e la p u ­ blicación de la obra de don C laudio G ay o tro s estu d io s sistem ático s p o r hijos^del pais que los que en este m ism o B o l e t í n (1917) i en n u e stra Revista Chilena de H istoria N atural i Actes de la Societé Scientifique du Cliili hem os iniciado nosotros (2) i los pocos q u e rejistra n las d o s ú lti­ mas publicaciones periódicas son d eb id as a esp ecialistas del e x tra n je ro como los S S . S i m ó n , B e r l e s e , L e o n a r d i , T

rouessa rt,

etc., q u e h an d e s­

crito en ellas las especies en c o n trad as en C hile p or L a ta ste , G erm ain , B. W ilson, Fed. T . D elfín, A lberto E dw ards i el a u to r d e estas n otas.

* * * T al com o la lim itan los a u to re s m as recientes i co m p e ten tes com o S im ón i otros, a la fam ilia Agelenidae no p erten ecerían sino 3 de las m u(1)

P o k te r

(C. E.) Catalogo razonado, distribución jeográfica i bibliografía de los

Arácnidos de Chite. (2)

'

C. E. P o r t e k . Sinopsis de los Disdcridos en~«Rev. Ch. Hist. N at.», año X X I

<1917), pp. 172-182; El jénero Meta C. K o c h , año X X II (1918), p p . 1 6 - 1 9 ; E l jenero Mastophora H o l m b e r g , año X X II (1918), p p. 139-143.


C árlo s E. P o rte r.— a r a c n o l o j í a

c h il e n a

23

chas especies que N icolet en la obra de G ay incluye en los jéneros Drassus i Clubiona. El Drassus spinifer N ic. ha pasado al jénero Cyrioctea de S im ón i dos de las Clubiona (C. ambigua i C. breviventris) de N ic o i .iít (3) han ingresado con los estudios de P e t r u n k e v ic h al jénero Rubrius. T odos saben cu án to ha cam biado la sistem ática en jeneral, i en p a r­ ticular el conocim iento de nuestra fauna desde 1849 en que se publicó el tom o III de la p arte Z oolójicade la obra de G ay, que com prende gran p arte de las arañas. No hai, pues, que estrañ arse que, si se agregan a las novedades p u ­ blicadas en las revistas nacionales m encionadas, las que se encuentran d ispersas en revistas i obras resultados de viajes científicos ed itad as en In g laterra, Francia, A lem ania i Suecia, la familia de que hoi nos ocupa­ mos, alcance a estar represen tad a por no m enos de 12 jéneros que com pren­ den 23 especies. N uestros conocim ientos sobre la estensión jeográfica de yarias espe­ cies se ha m odificado tam bién mucho. * ** D espues de las precedentes i breves consideraciones vam os a d a r en seguida la lista m etódica de los jéneros i especies del país a modo de Ca­ tálogo de los Agelenidcc de Chile, disponiendo las especies en orden alfa­ bética siguiendo la costum bre.

S u b - F a m . I : C YBAEINAE G en.

c y ba eu s

K o c h , 1868

1. C yb a eu s a n ta r c tic u s K a rsch (*) 1880. Cybceus antarcticus K a r sc h , Zeitschr. Ges. N aturw . 3 .” ser., vol. V, p á j. 379.

H ab ita esta especie Tierra del Fuego. N o t a .— Puedo incluir ahora esta ara ñ a, gracias al trab ajo del Sr. Pe-

tru n k ev itch en BulL Am. M us. N at. H ist., X X IX , p. 533, pues no poseo el Zeitschr. (3 )

Y a h e m o s v is to en e s te m ism o B o l e t í n , to m o X (1 9 1 7 ) p. 133, q u e o t r a d e la s

49 Clubiona de la

o b ra

de

C a y p e r te n e c e

al

jé n e r o Tomopisthcs.


24

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

G en.

cybaeolus

S im ó n , 1884.

2. C y b a e o lu s p u s illu s S im ó n 1884. Cybaolus pusillus S im ó n , Bul!. S oc. Z ool. F r., vo l. IX , p. 125.

1887. Cybaolus pusillus S im ó n , M iss. S e. C ap. H orn., p. 17. E sta especie h a b ita la isla Iloste i talv ez o tra s d e las v ecin d ad es del C anal Beagle. G en.

r u b r iu s

S im ó n , 1887.

E ste jénero propio de C hile (i d e la rejion a u stra l d e la P a ta g o n ia ) es el m as rico de toda la fam ilia Agelenida: en n u e stro pais. Inclúyese en él no sólo dos de las especies d escrita s y a por N icolet en G a y (i q u e ah í se clasifican en el jénero Clubiona) sino v arias o tra s d escritas, a p a rtir d e 1884, por el señor Sim ón i o tro s especialistas. 3. R u b r iu s a m b ig u u s (N ic o l e t )

1849. Clubiona ambigua N ic o l e t , G ay, H ist. Física i P o lít. C hile, Zool. I I I , p. 438. 1898. M ynthes am bigua S im ó n , H ist. N a t. A rach., vo l. I I . p. 245.

►{<1911. R ubrius am biguus P e t r u n k . X X IX , p. 536.

Bull. A m er. M us. N a t. H ist., vol.

G ay dice que h ab ita Valdivia. Recibim os ejem p lares p ro ced en tes de Talcahuano, en 1902, obsequiados p ara el M useo de V alp araiso p or n u e s­ tro recordado am igo el D r, D elfín. 4. R u b r iu s a n n u la t u s C a m b r id g e 1898. R ubrius annulatus C a m b r id g e , L inn. Soc Jo u rn . Zool., vol. X X V II,

p. 20, lám . II, fig. 10. La especie se en cu en tra en el p u erto de Corral. 5. R u b riu s b r ev iv e n tr is ( N ic o l e t )

1849. Clubiona breviventris N ic o l e t , G ay , H ist. Fís. i P o lít. C hile, Zool.' II I, p. 438. 1887. M ynthes brroiventris S im ó n , M iss. S e . C ap. H o rn , en N o ta p. 16

* 1 9 1 1 . R ubrius breviventris P e t r u n k . , Bull. A m er. M us. N a t. H ist., X X IX , p. 536. G ay dice que h a b ita en Llanquihue.


C árlo s E. Porter.^—a r a c n o l o j í a

c h il e n a

6. R u b riu s c a sta n e ifr o n s (S im ó n )

1884. Calotes castaneifrons S im ó n , Bul!. Soc. Zool. Fr., vol. IX , p. 8. 1887. M ynthes castaneifrons S im ó n , Miss. Se. Cap. H orn. 16, pl. II, fig. 6. • 1902. R ubrius castaneifrons S im ó n , H am b. M agahh. Sam m ., vol. II, p. 36. 1904. R ubrius castaneifrons S im ó n , Rev. Ch. H ist. N a t. V III, p. 70. H ab ita Tierra del Fuego i sus vecindades. El señor B racey Wilson nos tra jo en 1902 para el M useo de V alparaiso, ejem plares de esta espe.cie recolectados en Alien Gardiner. 7. R u b riu s d e n tife r ( T u l l g r e n ) 1902. M ynthes dentifer T u l l g r e n , Biliang Svensk. A kad., vol X X V III'

*

p. 69, pl. V II, fig. S. 1911. R ubrius dentifer P e t r u n k ., Bull. Amer. M us. N at. H ist., X X IX , p. 536. Vive esta ara ñ a en el Valle del río Aysen. 8. R u b riu s liv e n s S im ón

1902. R ubrius livens Sim ón, H am b. M agahh. Sam m . vol. II., p. 36. Especie en co n trad a en Valdivia. 9. R u b riu s p a g a n u s S im ón

1902. R ubrius paganus S im ó n , H am b. M agahh. Sam m ., vol. II, Arach. p. 37. 1904. R ubrius paganus

S im ó n , A nn. Soc. E nt. Belgique, vol. X L V II1,

p. 107. 1904. R ubrius paganus S im ó n , Rev. Ch. H ist. N at., año V III, p. 70. E sta arañ a fué en con trad a la prim era vez en las cercanías de Val­ divia. En 1902 el señor A lberto E dw ards i C. E. P orter la encontraron en Los Perales (provincia de V alparaíso) desde donde enviam os ejem ­ plares al señor E. Simón. 10. R u b riu s r a d u lifer S im ón

1902. R ubrius radulifer S im ó n , H am b. M agahh. Sam m ., vol. I I .A a c h p. 36. E ste Agelénido h a b ita Valdivia.


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BOLETIN

DEL M l'SK O NACIONAL

11. R u b r iu s s u b f a s c i a t u s \

( S im ó n )

. 1884. Calotes subfasciatus S im ón, Bull. Soc. Zool. F r., vol. IX , p. 123. 1887. R ubrius subfasciatus Sim ón, M iss. Se. C ap . H o rn ., fig. 7. 1896. R ubrius subfasciatus Sim ón, A n. M us.

p. 15, pl. II,

N ac. (B. A ires), vol. V,

p. 145. 1898. R ubrius subfasciatus S im ó n , H ist. N a t. A rach., vol. II, p. 245. 1900. R ubrius subfasciatus S im ó n , R ev. Ch.

H ist. N a t., añ o IV ., p. 53.

1902. R ubrius subfasciatus S im ó n , H am b . M ag ah h . S a m m ., vol. II, p. 53. 1903. R ubrius subfasciatus S im ó n , A nn. S oc. E n t. F r., vol. L X X II, p. 313. 1904. R ubrius subfasciatus S im ó n , R ev. C h. H ist. N a t., a ñ o V I I I , p. 70El D r. Delfín i el señor B racey W ilson nos tra je ro n e jem p lares d e P unta A renas en 1902. N osotros m ism os la hem os to m a d o en Q uilpué (Provincia de V alparaíso) en N o viem bre d e 1898. Se e n c u e n tra tam b ién principalm ente en Tierra del Fuego, Isla N avarino, etc., d o n d e fueron tom ados los ejem plares p ara

la descripción o rijin al. H a sta el hallazgo

que hice de ella en Q uilpué (en 1898), se la creia sólo d e la estrem idad m eridional de Sud-A m érica.

G en.

P ío n a c e s S im ó n ,

12. P i o n a c e s

major

1904. S imón

1904. Pionaces m ajor Sim ón, A nn. Soc. E n to m . Belgique, vol. X L V III , p. 108, fig. 6. 1904. Pionaces major S im ó n , Rev. C h. H ist. N a t., año V I II, p . 71. El m acho i la hem bra de esta especie han sido d escrito s p or el señor S im ón en v ista d e m aterial que nos fué traid o p or los señoies D elfín i

W ilson, colectado en P u n ta A renas en 1901.

Gen.

m yro

C a m b r id g e , 1876.

13. M yro c h i l e n s i s S im ó n 1888. Myro chilensis S im ó n , A nn. Soc. E n to m . F r. vol. V III (6), p. 218. La especie fué o b ten id a en Valdivia.


C arlo s E. P o rte r.— a r a c n o l o j í a

c h il e n a

27

14. M yro m u ltid e n ta ta T u l lg r en 1902. Miro multidentata T u l l g r e n , B ihang Svensk. A kad., vol. X X V III, p. 72. E sta ara ñ a fué prim eram ente hallada en el Valle del rio A ysen. El D r. Delfín obsequió entre otros ejem plares al M useo de V alparaíso, uno de esta especie en M arzo de 1902, tom ado en Talcahuano. G en.

S im ó n , 1888.

c y r ío c t e a

15. C yrio ctea sp in ifera ( N ic o l e t )

1849. D rassus spinifer N ic o l e t , G ay H ist. Fís. i Polít. Chile, Zool III, p. 454. 1888. Cyrioctea spinifera S im ó n , Ann. Soc. E ntom . Fr., vol. V III (6), p. 219. G ay dice que habita Valdivia. N osotros la hemos encontrado tam bién en Qiiilpué. El D r. Delfín nos trajo un tom ado en las Termas de Chillan i dos cT a* i una ? colectadas en Talcahuano en M arzo de 1902.

G en.

po r t e r ía

S im ó n , 1904

16. P ortería a lb o p u n c ta ta S im ón 1904. Portería albopunctata S im ó n , Rev. C h. H ist. N a t., año V III, p. 73, figs. 15 i 16. 1904. Portería albopunctata, S im ó n , Ann. Soc. Ent. Belgique, X L V III, p. 109, figs. 7 i 8. E sta especie que los señores Dr. F. T . Delfín i B racey Wilson colec­ taro n en P unta A renas (en 1902) sirvió de typus al jénero que nos hizo el honor de dedicarnos en 1904 el ilu stre a u to r de la «H ist. N a t^d es Araignées . G en.

e m m e n o m m a

S im ó n , 1884

17. E m m e n o m m a o c u la tu m S imón

1884. Em m enom m a oculatum SimoN, B ull.S oc; Zool. F rance, vol. IX , p. 126. H ab ita cerca de Ushuaia i varias islas ad y acen tes al Canal Beagle. No he visto esta especie i la menciono sólo por la literatu ra.


28

BOLETIN DEL M USEO NACIONAL

Sub G en. 18.

F am .

II: A G E LE N IN A E

t e g e n a r ia

T eg en a r ia

L a t r e i l l e , 1804

d o m e s tic a

(¡C l e r c k )

1757. A ran eus domesticus C lerck, A ran. Svec. 1898. Tegenaria domestica S im ó n , H ist. N a t. A rach., v o l. II , p. 259. 1911. Tegenaria domestica P e t r ü x k ., Bull. A m e r. M u s. N a t. H ist., vol. X X IX , p. 537. P a ra no alarg ar m ucho esta lista no citam o s to d a la sinonim ia que qne puede verse en P e tru n k e v itch , 1. cit. que hace poco he recibido. Es una a ra ñ a cosmopolita.

G e n . MEVIANES S im ó n , 1904. 19.

Mevianes

delfini

S im ó n

1904. M evianes D elfini S im ó n , A nn. S oc. E n to m . Belgique, vo l. X L V III , p. 1 1 1 . 1904. Mevianes D elfini S im ó n , en Rev. Ch. H ist. N a t., año V I II. p. 74. Mis am igos los señores D r. F. T . Delfín i T te . B racev W ilson, tr a ­ jeron p ara el M useo de V alparaíso e sta especie to m a d a en P u n ta A ren a s en 1902. 20. M e v ia n e s W ilso n i S im ó n

1904. Mevianes W ilsoni Sim ón, A nn. Soc. E n to m . B elgique, vol. X L V III , p. 1 1 1 . 1904. Mevianes W ilsoni S im ó n , Rev. C h. H ist. N a t., añ o V III, p. 75. El señor B racey W ilson, que en m uchos de sus viajes me tra jo o b je ­ tos p ara el M useo de V alparaíso, a p o rtó esta a ra ñ a d e scu b ierta p o r él en 1902 en Alien Gardiner; yo a mi vez la rem ití com o la a n te rio r especie a M . E. Sim ón p ara su descripción.

S u b F am . I I I : H A H N IIN A E G en.

b ig o is

,

S im ó n , 1898

21. B ig o is a n ta r c t ic a

S im ó n

1902. Bigois antarctica S im ó n , H am b . M ag ah h . S am m ., vol. II, p. 40. E sta ara ñ a fué en co n trad a en Tierra del Fuego.


C árlo s E. P o rte r.— a r a c n o i . o j í a

c h il e n a

29

G e n . h a h n i a , C. K och 22. H a h n ia

h e te r o p h th a lm a S im ó n .

1905. H ahnia heterophthalma S im ó n , Bull. M us. T orm o, vol. X X , p. 15. La especie fué descrita sobre ejem plares tom ados en Santa Cruz (Patagonia). En (unió de 1906 en tre algunos objetos que me obsequió el señor José N . T hom as, venía un ejem plar de dicha arañ a tom ad a en P unta Arenas, por lo cual podemos seguram ente incluirla en la fauna chilena. 23. H a h n ia M ic h a e lse n i S im ó n . 1902. H ahnia Michaelseni Sim ón, H am b. M agahh. Sam m ., vol. II, p. 39. E ncontrada en Tierra del Fuego, según Simón, 1. c. * ** D am os p ara term inar, un cuadro en el que, de un golpe de vista, pue­ de apreciarse el estado actual de -nuestros conocim ientos sobre los Agelénidos de n uestro pais. 1 . CybcEus antarcticus K a rsch 2. CybcBolus pusillus S im ón

3. 4. 5. 6. 7. S ub fam . I. C y b a ein a e.

g )j0

S ub fam . II. A g elen in a e.

12 . 13. 14. 15. 16. 17 : j l 8. 119. 20.

tu

11.

S ub. fam. III. H a h n iin a e .

21 .

22.

23.

R ubrius ambiguus (N ic o l e t ) R. annulatus C a m b r id g e R . brevirrostri (N ic o l e t ) R. castaneiformis (S im ó n ) R. dentifer (T u l l g r e n ) R. livens S im ón ' R . paganus S im ón R. radulifer S im ón R. subfasciatus S im ón Pionaces major S imón M yro chilensis S im ón M yro multidentata T u l l g r e n Cyrioctea spinifera (N ic o l e t ) Portería albopunctata S im ón E mm enomm a oculatum S im ón Tegenaria domestica (C l e r c k ) Mevianes Delfini S im ón M . W ilsoni S im ón Bigois antarctica S im ón H ahnia heterophthalma S im ón II. Michaelseni S im ón

S antiago, M ayo 10 de 1920.


BO LETIN DEL M U SEO

CATÁLOGO

NACIONAL

IL U ST R A D O I D E SC R IP T IV O D E LA

COLECCION D E BIOLOJÍA A N IM A L C O N S E R V A D A E N E L M U SE O N A C IO N A L D E H IS T O R IA NATURAL POR

BERNARDINO QUIJADA B. I L A E S P E C I E I S U S V A R I A C I O N E S (L I N N E O I C U V IE R ) (V estíb u lo N o rte, E s ta n te N .° i)

La nocion de especie, sobre la cual se funda to d a clasifica­ ción, es tan poco ab so lu ta que cu a.ito s ensayos se h an in te n ta d o N ocion de e s p e c ie

p ara precisarla, han sido del todo infructuosos. D efínesele hoi, en estrecha conform idad con la idea d e L i n n e o i C u v i e r , q u e la consideraban fija i estad iza, com o coleccion d e seres orga­ nizados que concuerdan en los caracteres esenciales, proceden unos de otros o de padres comunes, a los que se parecen tanto como ellos entre sí, i producen descendientes fecundos. E xam inando los tres elem entos d e esta definición : sem ejan­ za morfolójica— parentesco jenealójico— fecundación del cruza­ m iento,

se ve que son insuficientes en teo ría e inap reciab les

m uchas veces en la práctica, p ara estab lecer con e x a c titu d lo que en los anim ales c o n stitu y e u n a especie p a rtic u la r.


B e rn a rd in o Q u ija d a B.— c a t a l o g o

31

il u s t r a d o

o) P rueba de la insuficiencia del c rite r io m o r fo ló jic o i de que no siem pre es aplicable, tenem os en lo difícil que es decir en m uchos casos cuáles son los «caracteres esenciales» i cuáles los «caractéres de grado secundario o subordinado». Aquellos deben ser idénticos i trasm itirse íntegra i perm anentem ente de una jeneracion a o tra, en oposicion a los últim os, como el ta ­ m año i el color, que pueden v a ria r en anim ales de la mism a especie, d ando lugar a las «variedades» i «razas». C om o las opin io n es d e los zoólogos difieren m ucho en lo to ­ re-

c«ractéres

s u lta q u e h ai no pocos «jéneros» a n im ales so b re cuyo n ú m ero

c a n te a la fijeza d e los lla m ad o s

es'!"cla" ,

c a r a c teres

e s e n c ia l e s

,

d e «especies» no h a pod id o llegarse a un acu e rd o un iv ersal.

P ara ilu strar esto por medio de un ejem plo tom ado de la zoolojía de nuestro país, recordemos que en el grupo de los R epti­ les ofidianos, con el mismo m aterial de com paración del Museo N acional, se ve al au to r de la Historia Física i Política de Chile, don C la u d io G a y , adm itir 8 especies de Culebras, m iéntra» el doctor R. A. P h i l ip p i distinguió 45; en ta n to que para el herpetólogo del M useo B ritánico, tales form as específicas son consideradas como simples variedades de sólo dos especies, la Culebra de cola corta (Tachym enis peruviana, W iegm ), i la Culebra de cola larga (D rom icus chamissonis, W iegm). Lo mis­ mo sucede con las Zorros chilenos. b) P ara lim itar con precisión la idea de especie i saber si dos •ndividuos dados pertenecen a la m ism a forma específica, te n ­ drem os entonces que recurrir al segundo elem ento de la defini­ ción lineana, o sea el p a r e n te sc o je n e a ló jic o , según el cual ♦ un anim al cualquiera produce siem pre o tro anim al parecido a él». Pero con este criterio de la sem ejanza no se salva la difi­ c ultad, pues se nota que los seres salidos unos de otros presen­ tan a veces diferencias considerables o «variaciones indivi­ duales», debidas al «polimorfismo» i a la «domesticación». El p o l i m o r f i s m o s e x u a l se m anifiesta sobre todo en las especies que form an «sociedades», fundadas en la división del tra ­ bajo, alcanzando a veces un grado de perfección v erdadera­ m ente adm irable. E sto se ve, por ejem plo, en las Abejas i en las H ormigas blancas o Termes, cuyos individuos neutros de la

Po lim or fi sm o


32

/

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

colonia se parecen en tre sí, pero <difieren g ra n d em en te de los individuos que los lian en jen d rad o . F u era d e los machos i las hembras, siem pre alados i encargados d e la m ultip licació n , h ai, pues, gran núm ero d e ejem plares con a p a ra to sexual a tro fia d o , ]os neutros, que pueden ser á p tero s i sólo h em b ras (obreras d e abejas) o hem bras i m achos (obreras i soldados de Term es) i e je ­ cu tan los trab ajo s m as im p o rtan te s d e la com u n id ad , com o la construcción de las viviendas, el cuidado d e los recien nacidos, de los alim entos i de la defensa (soldados). (Figs. 1 i 2).

Reina

R a z a s de P a lo m a s d o m és-

ticas

Zángano F i g . 1.— A b e ja c o m ú n .

Obrera

P ara ver las dificultades que en la d eterm in ació n de la especie ofrece la «variación individual» de los séres, o rijin a d a por la <

d o m e s t ic a c ió n ,

b a s ta c o n sid e ra r el e je m p lo d e la Paloma

casera, d e la cual existen ta n ta s razas que D a r w in pudo to ­ m arla como apoyo de su teoría de la selección natural. En esta C olum bina no sólo varia e stra o rd in a ria m en te la form a, las dim ensiones, el color del p lum aje i sus adornos, el pico, los pies, el buche

que aparece a veces como un a b u lta m ie n to en la re-

F ic. 2.— Hormiga b la n c a :/, Hem bra alada; n, Obrera; / ’, Hem bra fecundada.

m, Soldado;


B e rn a rd in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

il u s t r a d o

33

jion del cuello,— la'm usculatu ra, las costum bres i los instintos, sino— lo que todavía es m as n o tab le—- la forma típica de su es­ queleto i de sus p a r­ tes, en especial la calav era, el esternón, las costillas i las vértebras, tan im portantes para la clasificación.

^

(Fig.

3). Bajo todos estos as­ pectos, las num erosas razas de palom as do­ mésticas presentan en­ tre sí diferencias b as­ ta n te m as m arcadas que las que separan a m uchas especies, i aun jéneros distintos de las C olum binas salvajes que existen en toda la superficie d e la tierra. Sin em bargo, D a r w in afirm ó, sin vacilar, que aquellas p articu larid a­ des no eran sino el re­ sultado de una lenta acum ulación de v aria­ ciones casi im percepti­ bles; i tras de varios años de estudios, llegó a dem o strar que todas estas razas (que los criadores consideraban como

derivadas

de

o tras ta n ta s especies salvajes) descendían,

Fíe. 3.—Algunas razas de palomas (según Darwin); A , Paloma mensajera inglesa; B, Pa­ loma volteadora inglesa; C, Paloma pavo.

sin escepcion, de una sola especie, la Paloma bravia o silvestre ( Columba livia), de co (3)

P a lo m a s d o ­ m é s tic a s


34

P a lo m a b ra v ia

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

lor azul ap izarrad o , con plum as tectrices blancas sobre las rectrices i fajas negras en las alas i en la cola. (Fig.

4). T odos estos hechos son de la m ay o r im p o rtan cia, p o rq u e d e m u estra n q u e en el criterio del p aren tesco jen ealó jico p a ra d efin ir la especie hai q u e to m a r en c u e n ta las lim itaciones del polim orfism o i d e la d o ­ m esticación. Fig. 4.— Paloma bravia ( Columba livia), según Naum ann.

c) c er in te rv e n ir en la n o c ió n

de m ix o ló jic o y a r éste p ara

o de

la

especie

el

fecundidad del cru zam ien to

c r ite r io i en sa­

distin g u ir anim ales de la m ism a o d e d is­

tin ta s especies. Pero ni au n así se logra resolver el g ran p ro b le­ ma de la ciencia biolójica; pues sabido es que con no poca fre­ cuencia se observa que dos especies, ad m itid a s p o r todos com o evidentem ente d istin tas, pueden

cruzarse, com o el Caballo

(E quus caballus) con el Burro (E q u u s asinus), p o r ejem plo, H íb rid o s

dando lugar a los llam ados h íb r id o s o b a sta r d o s. A la inv ersa, hai individuos d e razas que tienen un m ism o oríjen com ún i no se pueden cruzar e n tre sí; tales son los m e s t iz o s estériles. E stos hechos, contrarios a la d o ctrin a profesada p or los p a r­ tidarios de la fijeza e inm u tab ilid ad d e la especie, fueron cono­ cidos por los mismos n a tu ra lista s que>form ularon su definición, quienes p ara re fu ta r las objeciones q u e se les p re se n tab a n , a d ­ m itían como un dogm a la proposicion que estab lece q u e «dos especies d istin ta s n unca pueden, al cruzarse, d a r oríjen a un producto fecundo». 1

en apoyo de esta opinion citab an en todo caso com o eje m ­

plo las form as b a sta rd a s del Burro con la Yegua i del Potro con la B urra— la M uía i el Macho— que en realidad pocas veces se reproducen; pero hoi se sabe q u e los casos d e híbridos fecundos que, como las especies «puras», se p ropagan in d efin id am en te


B e rn a rd in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

il u s t r a d o

35

en el estado dom éstico son numerosísim os. C itarem os uno: la Liebre-conejo (Lepus darw inii), llam ado por B roca Lepórido, procedente del cruzam iento de la Liebre macho con una Coneja, dos especies d istin tas del jénero Lepus; i que se viene o b te ­ niendo en Francia, desde 1850, con un fin puram en te gastro­ nómico. M uchos de nuestros anim ales dom ésticos deben ser

H íb rid o s d o ­ m éstic o s

considerados tam bién como procedentes de hibridaciones fe­ cundas de varias especies salvajes, v. g r .: la Faca, descendiente de Bos prim igenius i Bos brachyceros; el Cerdo, el Gato i num e­ rosas razas de Perros. D u ran te mucho tiem po se creyó que los productos híbridos sólo existían en «estado de dom esticidad» i no se puede negar que este estado influye poderosam ente para hacer las especies m as propensas al cruzam iento i d a r oríjen a anim ales b a sta r­ dos. Sirvan de ejem plo i prueba el León i el Tigre, el Caballo i la Zebra, el Canario i el Chirigiie i el Pato casero común (Cairina m oschata) i el Pato almizclero o «ingles» (Anas boscas, L), que jam as se cruzan espontáneam ente cuando viven en estado de com pleta libertad n a tu ra l; pero si son reducidos a cau tividad, concluyen por d a r productos híbridos. Interesante en estrem o es el b astardo del Pato casero, ya citado (C airina H íb rid o s bijem oschata), con el Pato real d e Chile (M areca sybilatrix), no n é ric o s sólo por resu ltar de la mezcla de una «especie doméstica» con o tra «salvaje» sino porque representa un híbrido bijenérico, esto es, procedente de anim ales pertenecientes a dos jéneros mui distintos (Cairina i Mareca). Pero el caso m as adm irable en esta clase de híbridos es el procedente del Tetrao de cola ahor­ quillada (T etrao tetrix) con el Faisan común (Phasianus colchicus), considerados por los ornitólogos como representantes de

dos fam ilias diferentes» del orden d e las G allináceas (Te­

traónidos i Fasiánidos). No se puede decir que los casos de «hibridismo fecundo» son raros «en los anim ales salvajes» ; al contrario, se puede asegurar que son frecuentes. B astará citar los bastardos en tre el Oso común i el Oso polar, entre la Vicuña i el Guanaco i sus dos v a­ riedades (Llam a i Alpaca), i los híbridos de jéneros de Peces de la familia de los C iprínidos o Carpas. — Por o tra parte, ya se dijo que es un hecho indiscutible la

H íb rid o s s a l­ v a je s


36

BO I.B T IN

DEL

MUSEO

N A CIONAL

existencia de m e s t i z o s —o sea producios del cruzam iento de individuos de razas diferentes, pero dentro de la m ism a especie, Meztízos este* q UC n0 hacen cópula fecunda con los re p re se n ta n te s del tip« r*,es . . . . i , ,. p rim itivo, siendo que, según la teoría Iineana que esponem os, el m estizo deberia ser siem pre fecundo, así com o el b a sta rd o no deberia serlo n u n ca. I p ara p ro b a r que lo m ism o q u e n u m e ­ rosos casos rechazan esta segunda aserción, o tro s d iversos con­ tradicen la prim era, nos b a sta rá c ita r algunos ejem plos. El Conejo de la Isla de Porto Santo (L epus h uxley), c o n d u ­ cido en el siglo X V de P o rtu g al a dicha isla, se h a m odificado esencialm ente en el trascu rso del tiem po, i en la a c tu a lid a d es im posible cruzarlo con los individuos del co n tin e n te europeo de su m ism a especie, de la cual desciende. El Cochinito de I n ­ dias o Chanchito de las

In d ia s

dom éstico

(S ud-A m érica),

m as conocido con el nom bre de C iti (C avia c u tle ri), es o tra especie que nunca se cruza con su a n te p a sa d o del B rasil; i, viceversa, el Cato doméstico de! P araguai, im p o rtad o d e E u ro p a en este pais, se ha m odificado en térm inos de q u e no se une ya con la form a europea dom éstica de la cual procede. A m as de estos ejem plos, po d ríam o s hacer m ención d e los casos en que por obstáculos m ecánicos es im posible el c ru z a ­ m iento e n tre individuos de razas estrem a s q u e tienen un m ism o oríjen com ún. Así, el Perro de Terranova, de 80 c e n tím e tro s de alto i 1 m etro 50 cen tím etro s de largo, no c o m p ren d id a la cola, i el Perrito de M alta, de ap én as 11 c en tím etro s de a lto i 22 centím etro s de lo n jitu d , no pueden c ru zarse a ca u sa d e la gran diferencia de tam añ o . Lógicam ente d eb eria ad m itirse que se tr a ta de especies d ife ­ O ríje n d e l P e-

rro

rentes, puesto que, según la teoría lineana, la esterilid ad del cruzam iento o su im posibilidad es la p ru eb a d e la div ersid ad de oríjen; pero fácilm ente se ve que la cosa no es así. Sin p ro fu n ­ d izar lo que debiera ser m a te ria de una investigación científica, se puede p la n te a r un dilem a que por si solo b a sta p a ra q u e ­ b ra n ta r el dogm a de lá co n stan cia de las especies: «O bien los P erros tienen el m ism o oríjen , i, p o r co n si­ guiente, los anim ales nacidos de la m ism a fu en te p u ed en , b ajo el im perio de las circu n sta n cias, a d q u irir c a ra c té re s de v alo r específico; o ellos son de oríjenes d ifere n te s; i a p esar de esto


B e rn a rd in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

il u s t r a d o

37

pueden unirse i tener hijos de caractéres interm edios: en áinbós casos la especie es inconstante.» “i»g Se ve, pues, que los fenómenos de hibridism o i m estizaje, a los que se ha querido d a r una im portancia excesiva, 110 tienen valor alguno en lo que respecta a la idea de éspecie, puesto que no pueden servir de ninguna m anera p ara caracterizarla. L ey es d e M e n d e l..— El hibridism o i m esticism o han adqui­ rido en el últim o tiem po gran im portancia, pues se les puede aplicar las leyes de M endel, así llam adas por h aber sido descu­ biertas, en 1865, por F ray G r e g o r io M e n d e l , al hacer esperiencias de cruzam iento con «arvejas» de diversa coloracion en el jard ín del C onvento de Brun (A u stria). C ruzando la variedad de -arvejas am arillas» con la de »arve­ jas verdes», en la prim era jeneracion los individuos m uestran únicam ente el carácter de uno de los ascendientes, resultando todas las arv ejas de granos am arillos. Este carácter esclusivo que aparece es denom inado carácter «dom inante», en oposición al contrario, cuya herencia 110 se aprecia, i que recibe el nom ­ bre de carácter «recesivo» o »dominado». T al es el prim er principio de M e n d e l , la le i del p re d o m i­ n io , según la cual «cuando se cruzan dos individuos de la mis­ ma especie, pero de d istin tas variedades, uno de los cuales está provisto esclusivam ente de carácter d om inante i el o tro tiene c arácter recesivo, en la prim era jeneracion todos los descen­ d ientes son de carácter d o m in an te» .. En la «segunda jeneracion», al cruzarse entre sí estos híbri­ dos sem ejantes a uno de los projenitores,—que tienen todosi por ejem plo, las sem illas « a m a r illa s » u n o s descendientes re­ sultan de granos «amarillos» i otros «verdes», en la proporción Lel del Pred°m inio

m edia de tres cuartos» de individuos cotí el «carácter dom i­ n a n te por un cuarto» con el «carácter recesivo». Según esto la desaparición del carácter «semillas verdes» era sólo aparente en la prim era jeneracion de híbridos, ya que tal carácter rece­ sivo se vuelve a p resen tar en la segunda, a la cual cada una de las dos variedades iniciales parece h aber trasm itido el carácter separadam ente. La d e m o s tra c ió n e sp e rim e n ta l d e e ste hecho h a d a d o oríjen al se g u n d o p rin cip io d e M e n d e l , la lei d e la sep aración


BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

d e lo s c a r a c tè r e s:

«cuando se cru zan dos indiv id u o s d e la

prim era jeneracion de híbridos, vuelve a a p a re c e r el c a rá c te r recesivo del abuelo en la proporcion

de un c u a rto p o r tres

cuartos de individuo que m u estran el c a rá c te r d o m in an te» . «La descendencia de e sta segunda jen eracio n d a curiosos re ­ sultados i perm ite ciertas predicciones en lo que concierne al núm ero de individuos de cad a categoría. V eam os lo que se o b ­ serva. Los individuos «recesivos», los individuos d e gran o s «verdes», por ejem plo, d an , reproduciéndose e n tre sí, o tro s

re-

Lei dt ia sepa-cesivos d u ra n te un núm ero indefinido de jeneraciones» ; los ra c ió n de los c a ra c te r e s

«dom inantes», cuan d o se reproducen e n tre sí, d an descendientes de dos clases: «un tercio» lo form an los den o m in ad o s «dom i­ n an tes puros», que. reproduciéndose e n tre sí, «producen in d e­ finidam ente individuos sem ejan tes a ellos», i «dos tercios» los «dom inantes», que se reproducen en una m ezcla d e «dom inan­ tes» i de

recesivos« en la proporcion de 3 a 1 . E stos hacen lo

m ism o que los de la segunda jeneracion i así su cesiv am en te. Las esperiencias de M en d el con las a rv e ja s han sido re ­ petidas por los zoólogos con los «R atones», llegando a co m ­ probar que las leyes m endelianas se ju stifican plen am ente, pues se cum plen con to d a ex actitu d las previsiones d ed u cid as de ellas (Fig. 5).

F ig . 5.— R aton gris con su variedad albina.

Así, cuando se cruza un Ratón gris doméstico o Pericote con su variedad albina, en la p rim era jeneracion todos los ra to n es son grises ('c a rá c te r d o m in an te» ). Si se cru zan dos de estos pericotes grises o btenidos en la prim era jen eracio n , se o rijin a la separación de los caractéres, resu ltan d o tres c u a rto s de in ­ dividuos grises i un c u a rto albinos ( c a rá c te r recesivo» o «do-


B e rn a rd ln o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

39

il u s t r a d o

m inado»). En adelante, la repartición d e los caracteres a n ta ­ gonistas es exactam ente la prevista por la lei de M endel, como puede verse en el esquem a. En éste las letras D i R represen­ tan las form as projenitoras o prim era pareja de «Ratones» de dos variedades que se cruzan (individuos «gris» i «blanco»); D , es un individuo provisto esclusivam ente de «carácter d o ­ m inante (pelaje gris); R', el que sólo tiene «carácter recesivo» (pelaje blanco); D (R), aquel que estando d otado de carácter d o m inante pronunciado, tiene el «recesivo en estado latente» ; D D, son los individuos dom inantes «puros»; i R R, los recesi­ vos «puros».

R a tó n g ris dom éstico alb in a

R E S U L T A D O S D E L C R U Z A M IE N T O E N EL

i su

VA RIE DA U

F o r m a s p r o je n ito ra s

DD

D (R )

D CR)

i

J

RR

0000 0000 0000 0000 0000 0000 0000 0000 DD

'

D D D (R ) D (R ) R R

D D D (R ) D (R ) R R

RR

D ¡ R = 1.a pareja de ratones que se cruzan. /? = r a to n de carácter dom inante o pelaje g ris IZI >^=raton de carácter recesivo o pelaje blanco |20 D (R ) = r a t ó n de carácter dom inante pronunciado i rece sivo latente. /^ /> = rato n es dom inantes puros. ÁVí==ratones recesivos puros.

v


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

L as ley es d e M e n d e l , q u e r e c ie n te m e n te

han

a tr a íd o

la

a te n c ió n d e los sab io s, e s tá n lla m a d a s a te n e r no p o c a s a p li­ A p lica c ió n de la s le y e s m en d e lia n a s

c ac io n e s e n la g a n a d e ría i en la a g r ic u ltu r a . E n e fe c to , los z o o ­ téc n ico s i h o rtic u lto re s les a tr ib u y e n u n a g ra n im p o rta n c ia en el m e jo ra m ie n to i p ro d u c c ió n d e las ra z a s i d e las v a rie d a d e s d e a n im a le s i v e je ta le s i c o m ie n z a n a f u n d a r en e lla s el a x io m a p rin c ip a l d e su fe c u n d o a rte .

M a te ria l c o le c c io n a d o (E sta n te N .° 1) N .° 1 . R e tra to i n o ta biográfica d e C a r l o s L in n e o . N." 2. R etrato i n o ta biográfica de J o r je C u v ie r . N .° 3. C ulebra de cola c o rta (Tachym enis peruviana, W gm ). E n alcohol. C oquim bo. N ." 4. C ulebra de cola larga (Dromicus cham issonis,

W gm .).

En alcohol. Santiago. N .“ 5. A beja (A p is mellifica) a-g. R eina, zángano i ob rera. En alcohol. E uropa. N .° 6. H orm iga blanca ( Termes lucifugum ) a -g. soldados, o b re ­ ras, hem bra llena de huevos. N." 7. Palom a (Columba livia). a.

Form a silvestre. E u ro p a

b-h. razas dom ésticas. Chile. N." 8. P ato híbrido de Cairina m oschataX M areca sybilalrix. S antiago 1892. N.° 9. a-c. P ato híbrido de Cairina m o sch a ta X A n a s hoscas. Santiago, 1862 i 1883. N .° 10. a-b. Cui (Cavia cutl-eri) <-? Chile, Brasil. N .° 11. Perro de T erran o v a (Canis fa m ilia ris). lójico, 1913. N .° 12 . Perro C hin (Canis fa m ilia ris)

Ja rd ín Zoo-

1913.

N .” 13. R ató n gris dom éstico {M us decum anus). S an tiag o , 1887. N ." 14. R atón albino (¡Mus decum anus). S an tiag o , 1897. N .° 15. E squem a del resu ltad o

del cru zam ien to del Ratón

gris con su varied ad albina (Leyes de M endel). N .° 16. E squem a del cru zam ien to de las a rv e jas de sem illk verde con arv e ja s de sem illa a m arilla (Leyes de M endel).


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II H IP Ó T E S IS S O B R E L A S C A U S A S DE LA T R A N S F O R M A C IO N DE L A S E S P E C IE S

Los n atu ralistas no siem pre han profesado la misma opinion sobre las causas de la trasform acion de las especies. E ntre los factores que hacen in tervenir en la evolucion de los anim ales figuran, como los m as im p o rtan tes: 1 .° el hibridismo (L in n e o i M e n d e l , y a referidos); 2 .° el uso i desuso de los órganos (L a m a rck ) ; 3.° la tendencia complicadora inherente al protoplasm a (L am a rck ); 4.° la lucha por ¡a existencia (D a r w in ), que forma nuevas especies por selección natural; 4 .“ las mutaciones o variaciones bruscas i discontinuas (D e V r ie s ), que hacen cobrar crédito a la teoría cataclism al de C uviER ; i 5.° la segregación jeográfica o aislamiento topográfico de las especies (W a g n e r ). Prescindiendo del hibridismo i mesticismo, ya conocidos en la página 34, dedicarem os algunas palabras a cada uno de los factores trasform adores de las especies, para ver su influen­ cia en la evolucion natural de los organismos. a) In flu e n c ia d el u so i d e su so de lo s ó rg a n o s (L am arck) (V estíb u lo N o rte, E s ta n te N.° 2)

El n atu ralista francés J u a n B a u t ist a L a m arck (1744-1829) com batió la opinion, dom in an te en su tiem po, de la fijeza a b ­ soluta de las formas orgánicas i aceptó la variabilidad de ellas Filosofill Zoo en el sentido mas vasto. En efecto, el año 1809 apareció su pri'“i'“ m era obra de trascendencia, su clásica Philosopliie Zoologique, en la que adm ite i espone, como prim ero, la cosmogonía de Kant-Laplace, la doctrina de la jeneracion espontánea i la teoría de la descendencia de las especies unas de o tras, atribuyendo el principal papel en las perpetuas i lentas trasform aciones de las m ism as al uso o falta de uso de los órganos. 1 .— Como se sabe, la teo ria c ó sm ic a d e K a n t-L a p la ­ ce supone que el globo terrestre ha pasado de materia etérea i nebulosa prim itiva a sol o estrella i de sol o estrella a planeta.


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BOLETIN

DEL

MUSEO

NACIONAL

i divide su historia física en dos g ran d es períodos: 1) El período cósmico, o sea e! tiem po en q u e los elem entos c o n stitu tiv o s de la tierra form aban p a rte d e la nebulosa p rim itiv a i de la so lar, r . r r ;

‘ E1 período jeolójico que, com enzando desde q u e el globo queda aislado en el espacio en form a de p la n eta , com p ren d e dos épocas: a) La época inorgánica, inco m p atib le con las m a ­ nifestaciones de la vida o existencia del p ro to p lasm a; i b) La época orgánica, que principia en el m om ento en q u e em p ez a­ ron, a form arse los prim eros organism os. 2.— Si se acep ta, pues, la «cosm ogonía de K an t-L ap iace» hai que ad m itir sencillam ente que la vida no ex istía desde un

jeneracíon es- principio sobre el globo terre stre sino que una vez ha ten id o su pontánea com ienzo, apareciendo los «organism os prim ordiales» c u an d o el vapor de agua atm osférico se condensó, puesto q u e en la composicion de todos ellos e n tra dicha su sta n c ia en e sta d o lí-quido. I si no se quiere reconocer un acto de creación so b re n a tu ra l no queda m as arb itrio , según L a m a r c k , q u e co nsid erar los p ri­ m eros organism os com o pro d u cto s de la n a tu ra le z a , nacidos por je n e r a c io n e s p o n tá n e a o e q u ív o c a , esto es, p o r com ­ binaciones del C, O, H, N , S i P. E stos elem entos quím icos inorgánicos, que por su p osterior unión llegaron a p ro d u cir «protoplasm a», haciendo posible la vida, e stab a n en un p rin c i­ pio en condiciones co m p letam en te d is tin ta s de las a c tu a les i mas favorables p ara el oríjen de las com binaciones o rgánicas. El oríjen de los organism os de o tro s cuerpos m ui d istin to s en que e s tá basad a la teoría de la jeneracion esp o n tán e a o eq u í­ voca— llam ada tam bién abiojénesis— re su lta ser así, p a ra las épocas p retéritas, un postu lad o necesario i lójico p a ra esplicar la prim era aparición de la vida sobre la tie rra ; «la creación b í­ blica la ad m ite tam b ién sin escrúpulo, a lo m énos en c u a n to al bolojénlto A dán». Pero esta d o ctrin a no puede hacerse esten siv a a las épocas actuales, como lo ha dicho el biólogo ingles D a r w in en su teo­ ría de la selección natural. Hoi dia la tie rra e stá m ui h a b ita d a i no tendria ningún o b jeto la jeneracion e sp o n tán ea d o n d e unos séres no pueden existir sin q u e o tro s p e re z c a n ,'p o rq u e el a li­ m ento i el espacio no alcanzan p a ra la m a te ria v iva.


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3.— De los organism os prim ordiales, de e stru ctu ra sum am en­ te sencilla, que representan el grado m as ínfim o del mundo vivo, se han desarrollado las actuales especies anim ales por Us0 ¡ desuso lenta diferenciación en el trascurso de largos períodos de dc los 4real>°s tiem po, elevándose a grados cada vez mas superiores de orga­ nización, sin que alguna vez la continuidad de la vida sobre la tierra haya sido interrum pida. El rum bo que siguió el perfeccionam iento de los anim ales se debe, según L a m a r c k , al trab ajo de adaptación a las con­ diciones esteriores de la vida por el u so i fa lta d e u so de los ó r g a n o s. D icho trabajo, establece hábitos que favorece el desa­ rrollo de unos órganos por su uso mas frecuente i sostenido i co n trarresta el de otros que, dejando poco a poco de ser emp'eados constantem ente, se debilitan I acaban por atrofiarse i aun desaparecen por consecuencia de la falta de uso. Se im ajinaba, por ejem plo, que los Lobos marinos se d eri­ vaban de mam íferos carnívoros que se vieron obligados a a b a n ­ d onar su vida terrestre, acom odándose a la vida acuática a fin de escapar a la com petencia que les hacian las especies con- Lobo marino jéneres de tierra firme. E ntónces sus p atas cursoras se trasiorm aron en pies-aletas i se Ies desarrolló debajo de la piel una gruesa cap a £le grasa con el triple o bjeto de alivianar el peso del cuerpo, conservar la alta tem p eratu ra de su sangre í evitar que el anim al sea oprim ido por la gran presión del agua cuando se zabulle a considerables profundidades. O tro ejem plo de adaptación a las condiciones esteriores de vida, es el Murciélago que, según L a m a rck , se vió obligado a to m ar su presa saltando; en estos m ovim ientos prestaban m u­ cha ayuda las p atas anteriores i por el continuo ejercicio se desarrollaron ta n to las m em branas cutáneas, que al fin llega­ ron a form ar un verdadero ap arato volador (patajios) i el an i­ mal pudo volar. Los prim eros grados de desarrollo de los pa- Murciélago tajios los encontram os en las espansiones m em branosas late­ rales de diversos m am íferos de otros órdenes—como las Ardillas voladoras (R oedores), los Galeopitecos (Prosim ios) i los Petauros (M arsupiales)— que al principio sólo servían p ara sos­ tener el cuerpo en el aire d u ra n te cierto tiem po i p ara dism inuir la velocidad de la caída en los grandes saltos, i que despues,


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DEL

MUSEO

NA CION AL

p o r el e je rcic io , c o n c lu y e ro n p o r p ro d u c ir el v u e lo d e los Q u i­ ró p te ro s . L a m a rck ve, p u es, en los c a m b io s d e c o s tu m b re s d e los a n i ­ m ales, la c o n se c u e n c ia d e su s c a m b io s d e o rg a n iz a c ió n . P a ra p o n e r o tro s e je m p lo s c ita d o s p o r el c éleb re n a tu r a li s ta fra n c é s, las e n o rm e s e stre m id a d e s d e la n te r a s i el larg o -c u ello H ip e rtro fia de lo ^ ó rg a n o s

d e la

Jirafa, d e b ie ro n p ro d u c irs e p o r el c o n s ta n te e sfu e rz o q u e h a c e el a n im a l p a ra to m a r las h o ja s d e los á rb o le s g ra n d e s d e q u e se a lim e n ta , p o r se r h a b ita n te d e los te rre n o s á rid o s i sin y e rb a s .

L as llo

Aves N adadoras» que, com o el Cisne, tienen el

cu e­

largo, lo deben a la co stu m b re de su m erjir su cabeza p a ra

pescar. L as «Aves Zancudas» deben sus largas

p a ta s

a los.

esfuerzos que han hecho p a ra cam in ar por ag u as m as p ro fu n ­ das. Del mism o m odo, las an ch as in ter-dijitales de las

m em b ran as n atato rias»

especies acu áticas- (Castor, Chungungo,

H u illín , Aves Palm ípedas, Cocodrilo, Tortugas m arinas i R a ­ nas etc)., se form aron, según él, por los esfuerzos realizados por las estrem idades p ara m overse en el agua, hácia la cual im p u l­ saba a los anim ales la necesidad de alim en tarse. Igualm ente, afirm a que las

lenguas» a larg a d as d e cierto s

M am íferos, como el Hormiguero, i de alg u n as A ves, com o el Carpintero i el Picaflor, se deben a la co stu m b re q u e tienen estos anim ales de b u scar su alim ento en h en d id u ras estrech as i profundas o en el fondo del tu b o de la corola de las flores. Las C ulebras,'agrega, se a co stu m b ra ro n a a rra stra rse i o cu l­ tarse en tre las yerbas, i su cuerpo a fuerza d e alarg arse p ara poder pasar por agujeros estrechos, ad q u irió u n a gran lo n jitu d , mui superior en proporcion a su grosor. A fuerza d e p e rm a n e­ cer en pié sobre sus c u atro estrem id ad es, los Ungulados ru ­ m iantes i 110 rum iantes, han conseguido hacer nacer sus

p e­

zuñas >. Algunos de estos M am íferos, en sus a rre b a to s de cólera, dirijen con m as violencia los fluidos hácia la cabeza, d o n d e se produce u na secreción de su stan c ia ósea que form a su s p ro m i­ nencias frontales, cuernos o asta s. C ita ad em as gran núm ero de ejem plos sacados de to d as las categorías anim ales, especial­ m ente de los M am íferos i A ves: la ro b u sta cola del C angurú, la conform acion especial del A vestruz africano, etc. A hora, así como el ejercicio co n tin u o d e un ó rg an o puede


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producir su m ayor dasarrollo o h i p e r t r o f i a , la falta de uso puede conducir a su a t r o f i a . La reducción de los ojos del Topo i dem as anim ales de vida su b terrán ea (»Spalax, Pro­ te o ), etc.), la desaparición de los dientes en muchos Edentados, como el Hormiguero, i en los Cetáceos, como la Ballena (que se habia supuesto com pletam ente desprovista de dientes, h a ­ biendo sido despues hallados en estado em brionario) i la de las estrem idades de los Ofidios»; como él Boa. por ejem plo, seria sólo el resultado de la falta de ejercicio de los órganos m encionados.

Atrofìa de los

D e e ste m odo, dice L a m a r c k , so m etien d o la n a tu ra le z a a las especies q u e poco a poco h a n ido d esa rro llán d o se, a las m as d iv e rs a s condiciones bio ló jicas en to d a s las p a rte s en q u e la v id a es posible, h a cread o por a d a p ta c ió n , las in n u m e rab le s v a ria c io n e s d e fo rm a s o rgánicas.

El hecho d e q u e n o AD QU IR ID O S

s ie m pr e

se

t r a sm it e n

POR A D APTACIO N D U R A N TE

los

ca ra cteres

EL CU RSO DE

LA E X IS ­

parece restrin jir el cam po de aplicación c a r a c t e r e s adquiridos del principio lam arckiano, según el cual las variaciones por efecto del uso i desuso i la herencia de ellas esplicarian la evo­ lucion de las especies. P ara cita r algunos ejem plos, es m ui co­ nocida la costum bre de co rtar la cola a los Perros i la descen­ dencia de estos anim ales no se ve privada de tal órgano. Todo el m undo sabe tam bién que las amputaciones i cicatrices no se heredan. Igual cosa ocurre con las m utilaciones en algunos pueblos, como la circunsicion de los israelitas, la deformación de los pies de las chinas, el horadamiento de Ia nariz o las orejas de los salvajes, etc., que repetidas en cada jeneracion, d u ran te miles de años, no se trasm iten hereditariam ente. E n tre los «anim ales salvajes hai fenómenos que protestan c o n tra la posibilidad de heredar cualidades nuevam ente a d ­ q uiridas. El Lenguado tiene dirijido hácia el fondo del m ar siem pre el mismo lado, m oviéndose directam ente sobre el suelo. S us ojos se encuentran ám bos en el lado contrario del cuerpo, lo que es n atu ralm en te mui conveniente para este pez. E sta LeDeu,<l0 TEN CIA

IN D IV ID U A L,

rara situación la poseen los ojos, no desde el nacim iento del Lenguado, sino que los Lenguados nuevos, que nadan en el agua como los otros peces, tienen un ojo en cada lado. Sólo


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BO LETIN

DEL

MUSÈO

NACIONAL

m as tard e, cuando el L enguado cam b ia su m odo de v ivir, si­ tuándose en el

fondo del m ar, un ojo se va p a ra el lado que

F i g . 6 . —Cambio

de posicion d e uno de los ojos ( e l derecho) del Lenguado 1. E n la juventud, los dos ojos son laterales.—2. Comienzo del cambio del ojo derecho.— 3. El ojo derecho ha llegado casi a l lado izquierdo.

ahora m ira hácia a rrib a . E ste curioso p rocedim iento tien e lu g ar probablem ente desde hace cientos de miles d e años. Sin e m b a r­ go, no se hereda (Fig. 6). E n E u ro p a hai un p á ja ro , el Cuervo, que se busca su alim ento picoteando en el suelo. P o r consiguien­ te, se pela poco a poco las plum as en la raiz del pico, q u ed an d o así las narices en descubierto. Los jóvenes tien en aq u í siem pre m uchas plum as. U na trasm isión p o r herencia falta. N um erosos esperim entos de investigadores célebres, p a ra p ro b a r la posibi­ lidad de tal traspaso de cu alidades, han d a d o ig u alm en te sólo resultados negativos». M a te r ia l c o le c c io n a d o (E sta n te N .° 2) N .° 1 . R e tra to i n o ta biográfica de J . B. L a m a rc k . N .° 2. Lobo de un pelo (Otaria ju b a ta ). J . C hile. N .° 3. C hungungo (Lutra fe lin a ) J. P u n ta A renas. N .° 4. M urciélago (M olossus nasutus). C hile. N .° 5. M arsupial v o lad o r (P etaurus sciureus) ci”. A u stra lia . N .° 6. G ato volador (Galeopithecus volans) §. M alaca.


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N.° 7. A rdilla voladora o A ssapan (Sciuropterus volans). Europa. N-° N .° N .° N.°

8. C anguru chico o Potoro (Bettongia lesueuri). o* A ustralia. 9. H orm iguero enano (Cyclolurus didactylus). <?. Brasil. 10. C arpintero (Canipophilus magellanicus). 11. C astor (Castor Jiber). A lemania.

N.° N.° N." N .°

12. 13. 14. 15.

P errito (H im anlopus brasiliensis). Chile. R ana grande (Calyptocephalus gay). Chile. a-b. Pezuñas de U ngulados (Caballo). c-f. C uernos i Astas.

N .° 16. T opo (Talpa europaea) o” E uropa. N .° 17. Proteo (Proleus anguinus). A ustria. N .° 18. Boa (Boa occidentalis). E squeleto. P araguai, 1912. N .° 19. S erpiente de vidrio (A nguis fragilis). En alcohol. Paris. N." 20. C ráneo de E dentados. N..° 21. Lenguado (Paralichthys kingii). En alcohol. N .° 22. C uervo (Corvus corax). E uropa

Chile.

b) In flu e n c ia de la te n d e n c ia e v o lu tiv a in h e r e n te a l proto p la sm a (L am arck) L a a d a p ta c ió n , según L a m a r c k , no b a s ta p a ra e sp licar p o r si sola la tra sfo rm a c io n d e los seres, i cree q u e d ebe suponerse, -adem as, la e x iste n cia d e u n a fu erza in n a ta , o sea u n a ten d e n cia in h e re n te a los o rg a n ism o s vivos d e c o m p lica r su e s tru c tu ra i p e rfe c c io n a r sus órg an o s.

N ingún n atu ralista, cualquiera que sean sus opiniones sobre la cuestión relativa a la especie, pone hoi en d uda el hecho de la te n d e n c ia c o m p lica d o r a o p r in cip io e v o lu tiv o in te r n o im p u lso r , sostenido con ta n ta precisión como enerjía por L a m arck i espuesto en diferentes épocas h asta por em inentes

T e n d e n c ia co m p licad o ra

doctores de la Iglesia. A S an A g u s t ín (354-430), por ejem plo, no se le habia es­ capado este progreso continuo de los seres vivos, i opinaba que por la p alabra "«dia»—em pleada en el «jénesis» p ara m ar­ car las épocas sucesivas de la creación— no se debia entender un intervalo de algunas horas, sino un espacio de tiem po con­ siderable, cuya duración era imposible calcular. Decia tam bién que Dios no habia creado la universalidad del m undo anim al vejetal tal como hoi le conocemos, sino que los séres vivos

P o te n c ia s ori jin a r ia s


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del

m u seo

n a c io n a l

podían haber surjido, en el curso d e los períodos jeolójicos, de «jérm enes originarios» ( p o te n c ia s o r ijin a r ia s ), a lo> q u e el S er S uprem o habia d o ta d o de las fuerzas i d e las leyes necesa­ rias p ara desarrollarse i d a r oríjen a las d is tin ta s especies de los dos reinos orgánicos. La acción de e sta fuerza in n a ta , q u e tien e su asien to en el protoplasm a i preside el desarrollo d e to d o el m u n d o orgánico, se m anifiesta en la o n to jen ia de los séres superiores, q u e en un principio tienen form as sencillas, pero despues se p erfeccionan. Acción de ía En efecto, la oosfera, co n v ertid a en huevo, se se g m en ta p a ra ""pHcadora"1 Pasar Por *os estados cad a vez m as com plicados d e m órula, blástula, gástrula d¡dérmica i tr¡dérmica i feto con celoma, en los anim ales de grado superior de organización (Celomados). En este hecho reconocem os, pues, un principio d e progreso que, no debiéndose a causas esteriores, es in d ep en d ien te d e las 0nt0je„¡a ¡ f¡. condiciones de vida del individuo. I esto q u e se ve en un m isto je n ia m o ser d ura n te la duración de su existencia o desarrollo in d iv i­ dual (ontojenia) de los organism os, sucede tam b ién en la e v o ­ lución específica o filojenia de las d istin ta s categ o rías d e a n i­ males. Sólo as! se esplica que de séres sencillos se h ay an form ado séres com plicados. c) I n flu e n c ia d e l m e d io a m b ie n te (G e o ffr o y S a in t-H ila ir e ) (V estíb u lo N o rte , E s ta n te N.° 3, C a ja s 1 i 2)

Al mismo tiem po que L a m a r c k p ro p ag ab a sus ideas ev o ­ lucionistas, otro n a tu ra lista francés^ E steban ' G e o f r o y S a i n t H e l a i r e (1772-1844), co m b atia e n é tic a m e n te las opiniones de C u y i e r i sostenia la v ariab ilid ad de las especies o rg án icas i su

com ún descendencia, c o n trib u y en d o d e esta m an era a fu n d a r la teoría de la trasm u tació n . G e o f f r o y S a in t -H il a ir e a d m itió co m o fu n d a m e n to d e su te o ría lo m a s esen cial d e la d o c tr in a d e L a m a r c k , G e o ffro y S a in tH il ai r e

o

se a la

tendencia complicadora, pero a trib u ia poca influencia en la evolucion n atu ral de las form as a la activ id a d propia del organism o. I creia poder esplicar la p a u la tin a trasfo rm acio n d e las especies por la «acción d irecta i persistente» del

m e d io

a m b ie n t e

terno i esterno, tales com o la alim entación, cam bios en

in ­ la


B e rn a rd in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

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composicion de la atm ósfera o de las aguas, variaciones n o ta ­ bles en la tem p eratu ra, de la luz solar i de todos los fenóme­ nos m eteorolójicos que se designan, en sum a, por la palabra «clima». Así, S a i n t - H i l a i r e se im ajinaba, porejem plo, que a conse­ cuencia de la dism inución gradual del anhídrido carbónico, esparcido en enorm e c a n tid a d .e n la atm ósfera prim itiva, se trasform aron de tal modo los Reptiles Saurios» en vías de de­ sarrollarse, que dieron oríjen a las «Aves». Porque, au m en tan ­ do entonces la cantid ad de oxíjeno del aire por la asimilación vejetal, adq u irió la sangre de aquellos anim ales una tem p eratu ­ ra m as elevada, con lo que sobrevino una modificación de los órganos respiratorios i-se hizo m ayor la fuerza nerviosa i m us­ cular de los mismos, produciéndose al fin el cam bio de la forma esterior i la trasform acion de las escam as en plum as. í . — I n flu e n c ia d e la c o n c e n tr a c ió n sa lin a del m ed io sobre lo s o r g a n is m o s .— C iertos estudios prácticos lleva­ dos a cabo sobre todo con Crustáceos, Moluscos i Peces h abi­ ta n tes de las aguas salobres, pasándolos de este medio al agua dulce— han servido para establecer que los diferentes grados de salinidad tienen m ucha im portancia en la modificación del organism o, influyendo sobre todo en el «tam año» de las espe­ cies. Así, en los m ares ménos ricos en cloruro de sodio, como los polares, los interiores i los golfos, donde desem bocan muchos ríos, los mismos anim ales son mas pequeños que sus formas afines del Océano, de iguales condiciones biolójicas, pero mas salado. Buen ejem plo de la acción que ejerce sobre los anim ales el aum ento de la concentración salina, tenem os en un G usano A nélido del órden de los Oligoquetos, el Tubifex, cuando se traslada del agua dulce al agua salada. «El anim al se aclim ata i presenta ciertas m odificaciones (pérdidas de las cerdas), que van acentuándose en las sucesivas jeneraciones. Pero lo que re­ sulta m as interesante es que, tras de algunas jeneraciones, llega a ser com pletam ente incapaz de vivir en sus condiciones prim i­ tivas. La influencia del medio parece, pues, haber producido efectos m as d uraderos que ella misma». M as grandes son aun las trasform aciones que esperim entan 4

T ubifex


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ciertos anim ales m arinos cuan d o se m odifica la com posicion quím ica del agua del m ar, su stitu y en d o , p o r ejem plo, el ta n to por 100 de «cloruro de sodio» p or u n a dosis eq u iv ale n te d e sales de «litio». 2.— D im o r fism o d e a m b ie n t e .— A n im a le s anfibios.— D o n ­ de m ejor se ve con q u é p o d er o b ra sobre los organism os el cam ­ bio de las condiciones del m ed io am b ien te, es en el d om inio de los anim ales anfibios, así llam ados po rq u e pueden v iv ir in d is­ tin ta m e n te en la tie rra i en el agua. A x oiote

m ej¡-

M ui in teresan tes so n ,b a jo e ste resp ecto ,alg u n o s B a trac io s , como el Axolote mejicano (A m blystom a m ex ican u m ), an im al que, com o la R an a, posee, en su p rim era ed a d , « b ran q u ias es­ ternas», con las q u e respira en el ag u a ; m as ta rd e sale de este medio acuático i pierde sus b ra n q u ia s p a ra resp ira r p o r p u l­ mones» ; pero si se le obliga a v olver al ag u a,— d o n d e o rd i­ n ariam en te perm anece i se reproduce a n te s de te rm in a r su desarrollo (E jem plo d e ^neotenia»),— en el m om en to se p ro ­ vee de aquellos órganos resp irato rio s estem o s o b ra n q u ia s, con las que puede v iv ir o tra vez en el ag u a resp iran d o el aire que contiene. (Fig. 7).

F ig. 7.

Axolote mejicano (Amblystoma m exuanum ) en estado larvario i en estado adulto


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3.— V a ria cio n es d e lo s o r g a n is m o s b ajo la in flu e n c ia d el r é jim e n .— Lo mismo acontece con las variaciones en la «alim entación», pues sabido es que se pueden modificar diver- Can. r¡0 ¡ Pa. sám ente los anim ales dom ésticos que se crian con tal o cual ob- p“e“Uo roi° 5 jeto, si se tiene el cuidado de cam biar la cantidad i la calidad de los alim entos. Así, se sabe que es posible obtener del Cana­ rio común amarillo, una variedad roja cuando no se le d a otro alim ento que ají español; i que en el Brasil los indíjenas trasforman Papagallos verdes en rojos, como los que se encuentran sólo en las M olucas i en N ueva G uinea, alim entándolos con la carne de ciertos silurídeos. Los »Lepidópteros», como la Mariposa de seda, ofrecen tam ­ bién, a este respectó, un medio de estudio cómodo cuando se som eten sus orugas a un réjim en alim enticio d istinto, varianM a rip o s a s do la cantidad de hojas de m orera o sustituyéndolas por la de enanas lechuga. La insuficiencia de alim entación produce en . prim er lugar una reducción del «tam año» del imago, que persiste h asta la tercera jeneracion, aunq u e las larvas de los descendientes sean som etidos al réjim en norm al. Si la alim entación insuficiente se continúa d u ra n te tres i aun dos jeneraciones, se produce una raza enana de gusanos de seda, cuyas m ariposas tienen las di­ mensiones de los m icrolepidópteros». — El diferente réjim en de alim entación no sólo ejerce su . n , • | . T ubo d ije stiv o influencia sobre la m orfolojia esterna, determ inando, por ejem- de los h e rb iVopío, el color i el tam año de los anim ales, sino que obra tam bién ■’osicarnív o ro s

sobre la estru ctu ra de los órganos internos, especialm ente del tubo dijestivo. Así, en todas las clases de anim ales se repite una diferencia entre las especies herbívoras i las carnívoras: las prim eras poseen el tubo dijestivo m as largo i colocado en m uchas vueltas i las segundas lo tienen reducido, m as corto; de modo que, en rela­ ción con la lonjitud del cuerpo, el canal alim enticio de un «R u­ m iante herbívoro mide de 20 a 28 veces m as que éste (2 2 X en la «Vaca», 28 en la «Oveja»), i el de un mam ífero del órden de los «Carnívoros« apenas sobrepasa unas 3 a 6 veces el largo del anim al. Para convencerse de que esta diferencia de tam año del tubo dijestivo se debe a la d istin ta clase de alim entación, b asta re-


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NACIONAL

c ard ar el hecho curioso de q u e el m ism o in te stin o d e un a n i­ mal ilado, es susceptible d e un d esarro lla m ay o r o m enor c u a n ­ do d u ra n te su vid a dicha especie cam b ia n o rm a lm e n te d e réjimen de alim entación. E jem plo tenem os en n u estra R ana, cuyo renacuajo herbívoro, d e canal alim enticio largo, d a oríjen al adulto carnívoro sin m ezcla, con el tu b o in te stin al m ucho m as corto. 4 .— A c c ió n d e la t e m p e r a t u r a .— Dimorfismo estacional.— M uchos «Lepidópteros»

tienen

v arias je n eracio n és an u ales

que nacen en diferen tes estaciones i se distin g u en ta n to e n tre sí por su coloracion que pueden tom arse com o especies e v id e n te ­ m ente d istin tas, siendo en realidad casos especiales d e dim or­ fism o estacional d e b id o s a diferencias

d e te m p e ra tu ra en el

m om ento de la eclosion de los huevos. Así, los i m agos d e una m ariposa europea, la V'awíwa, si n a ­ cen en la prim av era son rojizos con m anchas negras i co n sti­ tuyen la form a Vanessa levana, m ien tras que si e n tra n al m u n ­ do en el verano o a principios del otoño p resen tan las alas negras m anchadas de blanco i form an la v aried ad

Vanessa prorsa.

P a ra llegar a c o m p ro b ar que este es un caso d e dim orfism o D im o rfism o e s ta c io n a l

producido por un exceso d e frió i calor, se han ded icad o n u m e­ rosos esperim entos a colocar en condiciones d iv ersas a las c ri­ sálidas de la Vanessa, m odificando la te m p e ra tu ra , i se han podido o b ten er así o siem pre la varied ad levana o siem pre la prorsa, según se som etan o no a algunas p u p as a considerables enfriam ientos por cierto tiem po. Es curioso observ ar que en las rej iones frias sólo se conoce la variedad levana de esta «m ariposa- , al paso q u e en los paises cálidos se en cu en tra ú n icam en te la prorsa. Vése, pues, que los L ep id ó p tero s cam b ian de pigm entación bajo la influencia de la te m p e ra tu ra i que las d is tin ta s especies que distinguim os en im jénero de m ariposas en d iferen tes la ti­ tudes vecinas de la tierra , deben su color especial al clim a. Del m ism o m odo, hai «M am íferos» i «Aves» d e las islas i costas de los m ares polares que p resen tan un pelaje o p lu m aje blanco en el inv ierno i o tro b ay o negruzco en el v eran o (Zorro i Liebre polares, A rm iño, Perdiz de la nieve, etc.) 5.— D im o r fis m o d e a l t u r a r e j i o n a l — E stre c h a m e n te reía-


B e m a rd in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

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cionado con el anterior, está el «dimorfismo de a ltu ra rejional», que consiste en que una especie presenta colores i otros d e ta ­ lles morfolójicos distintos según la a ltu ra i dem as factores del clima de los alrededores de la rejion donde habita. En Chile tenem os un buen ejem plo en ciertas especies del jénero Carabas, coleópteros de m ediano tam año i adornados de colores con brillo m etálico, que colocan a algunos entre los mas hermosos insectos; si bien todos ellos dejan escapar por el es­ trem o de su abdóm en, como medio de defensa, un líquido de olor sum am ente desagradable. En estos insectos, al par que varia el color, se altera el ta­ maño en m as o en ménos, notándose que los individuos que viven a m ayor a ltu ra son con frecuencia m as pequeños; ta m ­ bién a veces se modifica la form a jeneral de su cuerpo, pues hai individuos m as aplanados i elípticos que otros. En cuanto al colorido, el cuerpo, las p atas i las antenas son negros; pero en los élitros i por encim a de la cabeza i protórax el tin te es tan variable que pasa por todos los m atices posibles, desde el rojo m as puro hasta el am arillo cobrizo, desde el ver­ de claro al azul m as intenso, i se h a tom ado por base para es­ tablecer una serie de cinco variedades de Carabus gloriosas, como sig u e: a) De élitros de un rojo encendido» i con la cabeza i el protórax ± cobrizo, verduzco o dorado. 150-260 m ts. de altura. Es el «Carabus gloriosas típico» de las llanuras. b) Con élitros de un «amarillo» de oro; cabeza i protórax

Caja N .o i

C a ra b u s glo-

riosus

como el anterior. 260-350 m ts. c) De élitros verdes; cabeza, protórax de los precedentes, o el últim o algo verdoso en el medio. 350-450 m ts. d) Con élitros de un azul -azul índigo», con cabeza i protórax que pasan del cobrizo dorado al verde, o al azul de añil, pero el protórax siem pre con una faja lateral, ¿ ancha, de un rojizo dorado. 450-700 m ts. e) De élitros azules como el anterior, pero con la cabeza i el protórax en teram ente de este color. 700-1,000 m ts. Es el Ca­ rabus darw inii, caracterizado por su protórax pequeño i que los entom ólogos consideran como una nueva especie cuando le encuentran.

C a ra b u s d a r ­ w in ii


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MUSEO

NACIONAL

C ualquiera que sea el color d e los élitros, se ve siem p re en las cinco variedades d e la serie de Carabas u n a faja periférica de un cobrizo ± dorado, que, m ui an c h a en las cate g o rías c i d se p resen ta nuicho m as a n g o sta en la ú ltim a (e). M u estra esta serie caráb id a, cuyos estreñios son tan d is tin ­ tos e n tre sí, cóm o u n a especie v aria, trasfo rm án d o se le n ta ­ m ente en o tra. El p rim er Carabas de la cadena p erten ece a una especie (C. gloriosus), el últim o a o tra (C. d a rw in ii). L o s re s­ ta n te s son form as interm edias, en las cu ales la q u e sigue se d i­ ferencia apénas de la precedente. A lejándose m as i m as, a tra v é s de períodos ilim itables de tiem po, llegaron al fin a fo rm ar o tra s ta n ta s especies ev id e n te m e n te d istin ta s. D e una m anera jeneral, vése, por lo espuesto, q u e el a u m en to de la a ltu ra tiene por efecto m odificar co n sid erab lem en te el co­ lorido, el tam año i la e stru c tu ra de los Carabus. M a te r ia l c o le c c io n a d o (E sta n te N .° 3 i C a ja s 1 i 2) N .° 1 . R etrato

i n ota

biográfica

de

E stebax

G eo ffr o y

S a in t - H il a ir e .

N .° 2 . Zorro polar ( Vulpes lagopus). N .° 3. A rm iño (Puloriits erm ineus).

$. R ejiones árticas. E u ro p a se p te n trio n a l.

N .° 4. Liebre polar (Lepns variabilis). £. E u ro p a m eridional.

C a j a N.o a

N .° 5. G allina de la nieve o L agópodo (Logopns alpiniis) 2 L aponia. 1 N .° 6. Trece M ariposas de A frica del S u r i de la In d ia, que tienen en el invierno o tro color que en el verano: a -b In nonia asterie o-q H u p h in a phryne » almana » zeurippa c-d M elatiilis leda » cassida • _■ » ism ene r-s P apilio erclhonius e - f M ycalesis malsarida » » » khasiana ! t- u Colias fio ld ii g-h Precis octavia » » * sesamus í’— .v Catopsilia crocale i - j Innonia lemonias ! * * » » j y—-z D anais chrysippus k -I P resis ipliita » > » » a '— c' P a p ilio panope m -n Ix ia s evippe » dissimilis » pyrene


B e rn ard in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

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N .° 7. Ocho variedades, según la a ltu ra , de un Carabus de la hoya de R enaico: el Carabus gloriosus G erst se cam bia con la altu ra progresiva en Carabus darw inii Hope. o—f ISO m ts:3 + 3 de Carabus gloriosus G erst g— l 250 » » » » » » » » » * » 11— r 350 » » » » » » » ¡» » » rr— x 450 » » » » » » » » » » 31— d’ 500 » » e'—j ' 650 ' » » k'—o' 600 ■ » ' » » ' » » » » » » » p '—l' 700-1000

»

» »

»

> Carabus darw inii Hope.

d) I n flu e n c ia de la lu c h a por la e x iste n c ia q u e form a n u e v a s e sp e c ie s por se le c c ió n n a tu r a l (D arw in) (V estíb u lo N o rte, E s ta n te N .° 4 i C a ja N .” 3)

La teoría de D a r w i n , su sten tad a en su obra principal. Oríjen de las especies por medio de la selección natural o la conser­ vación de las especies en la lucha por la vida («On the origen of especies by m eans of n atu ral selection, or the preservation of orijen de tas e sp e c ie s

the favoured races in th e struggle for life»), está basada en_ dos principios fundam entales o fuerzas form adoras, conocidas desde m ucho tiem p tratras. Son éstas la herencia i la variabilidad, llam adas por G o e t h e fuerza centrípeta o de especificación la prim era i fuerza centrífuga o d e metamorfosis la segunda. I .— H eren cia i v a r ia c ió n .— El hecho fundam ental de la h e r e n c ia consiste en que los individuos de una especie se p a ­ recen en tre sí, es decir, que los padres lo mismo tienen sem e­ jan za con los abuelos que con los hijos. La h e r e n c ia es, pues, u n a fuerza conservadora q u e tr a b a ja p a ra m a n te n e r los o rg an ism o s d e n tro d e los lím ites d e las especies a q u e p e rte n ec e n , h a cien d o q u e la d e sc en d e n cia se p a rezca a los a n te p a s a d o s .

La facultad de trasm isión o de herencia está íntim am ente unida a los fenóm enos de reproducción. El ser se parece a sus ascendientes porque procede de una célula de estos últim os i los com ponentes de esta célula poseen propiedades caracterís-

H' r' nc1“


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BOLETIN DEL MUSEO NACION AI.

ticas del organism o d ad o , i sólo pueden p ro d u cir un o rganism o sem ejante. A la inversa, en v irtu d de la v a riabilid ad o variación in d i­ vidual, los descendientes de c ad a organism o n u n ca son id é n ti­ cam ente sem éjan tes e n tre sí o a él, puesto q u e siem pre p resen ­ tan lijeras diferencias a pesar de su n a tu ra l sem ejan za. La variab ilid ad es entonces la fuerza modificadora o progresiva que siem pre tiende a tra sfo rm a r los séres, d e b ilitan d o así la fijeza de la especie. Las variaciones individuales a b u n d a n en todos los o rg an is­ mos. E jem plos encontram os en nosotros m ism os, pues no nos parecem os ni en tre herm an o s; esto vale h a sta p ara los m ellizos, que nunca en tran al m u n d o con rasgos e n te ra m e n te iguales, i o tro ta n to puede decirse de los individuos de cu alq u ie r especie anim al o v ejetal. Son entonces v ariaciones universales, e stan d o rep artid as sobre «todos» los individuos. D ic h a s

v a ria c io n e s— lla m a d a s d a rv in ia n a s

p o rq u e ,

seg ú n

D a r w in , en ra zó n d e los c a r a c té re s n u e v o s c re a d o s p o r e lla s V a ria c io n e s d a rw in ia n a s

los in d iv id u o s s o b re v iv e n o s o n e lim in a d o s— tie n e n a d e m a s d o b le c a r a c te rís tic a ,la d e se r lentas i continuas: le n ta s , p o rq u e se ria n e ­ c esario u n a la rg a a c u m u la c ió n d e e sto s c a ra c té re s p o co sa lie n te s p a ra p ro d u c ir u n a n u e v a e sp e cie; i c o n tin u a s p o rq u e sie m p re g ra v ita n a lre d e d o r d e un té rm in o m ed io , h a b ie n d o tra n s ic io n e s s u a v e m e n te g ra d u a d a s e n tr e los individuo?! e stre ñ io s.

L as variaciones d arw in ian as se suponen m ui diversas. O bsér­ vase, dice D a r w in , q u e en el curso de J a v ida d e los o rg an is­ mos, las variaciones pueden ser útiles, indiferentes o perjudicia­ les; aunq ue los p artid a rio s estreñios de la teo ría de la selección consideran que

todas» las variaciones tienen c a rá c te r v e n ta ­

joso d e algún m odo, i que si desconocem os la u tilid ad d e las m as estables, que son las m as indiferentes (casta ñ a s del caballo, hojas opuestas de las L abiadas, etc.) esto se debe sólo a n u e stra ignorancia de la biolojía de los séres. Sea como sea, algunas de estas variaciones se m an ifiestan en las direcciones m as diferen tes, accidentales, i o tra s se suce­ den en un sentido d eterm in ad o i no se d etien en en el m o m en to en que fa selección n a tu ra l d eb iera no sólo d e ja r de fav o recer­ las sino im pedirlas. T ales son las llam adas

v a r ia c io n e s

o r t o

-


B e rn a rd in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

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JENÉSICAS, las c u ales d a n lu g ar a veces a la exajeracio n d e cie r­ to s c a ra c té re s q u e , ú tile s a la especie c u an d o a lcan zan a un g ra d o d e te rm in a d o d e d e sa rro llo , llegan a ser p e rju d icia le s i, lé jo s d e h a ce r p ro sp e ra r a los s é re s ,c o n trib u y e n a su d ecad en cia.

Ejem plos de ortojenesis de la naturaleza actual, tenem os en los colmillos estrem adam ente largos del Jabalí de las Molucas (B abirussa babirussa), que por estar enroscados sobre sí mis­ mos 110 sirven p ara la defensa del anim al; i en la coloracion pro- Ortojenesis lectora de la M ariposa-Hoja o Calima (K allim a inachis), del Asia O ccidental, que p ara ocultarse en tre las hojas le b astaria una sem ejanza jeneral de color i de form a mucho ménos delicada, apareciendo como superfluo el lujo de detalles de los dibujos i tin te de sus alas.

p IG g — Mariposa-Hoja o Calima, volando i en reposo so b re u n a ra m a .

Se pueden c ita r tam bién num erosos casos de variaciones ortojenésicas en tre los fósiles: enorm es colmillos del M am ut (Elephas prim igenius); grandes astas del Ciervo de Irlanda (Cervus giganteus), colosales Saurios mesozoicos, cuyo exajerado desarrollo en toda su estru ctu ra, m as allá de lo que podría ser


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BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

ú til, sólo sirv ió p a ra fa c ilita r su c o m p le ta e stin c io n en la e d a d

secundaria. La paleontología nos p roporciona tam b ién el m aterial sufi­ ciente para conocer in teresan tes series d e v ariacio n es o rto je n ésicas, que iniciadas por pequeños cam bios ap e n as p ercep tib les, han continuado su m ovim iento d e av an ce a trav é s de los tie m ­ pos jeolójicos. Así los antepasados del Caballo, estraíd o s com o Ortoje «sis |-£gj|eg |ag escavac¡ones hechas en N o rte A itiérica, m u estran claram ente la trasform acion que e sp erim e n taro n las p a ta s con cinco dedos de la form a p rim itiv a, h a sta c o n v ertirse en las estrem idades solidúngulas o de un solo d ed o volum inoso, el de! medio, provisto d e pezuña, del caballo a ctu a l. 2 .— S e le c c ió n a r tific ia l.— Formacion de las razas.— A la acción com binada de estas dos g ran d es p ro p ied ad es fisiolójicas del organism o, herencia i variabilidad, se debe, según

D a r w in ,

la creación de nuevas especies cuan d o se realiza en un mism o sentido i-d u ran te una larga série de jeneraciones. En este caso, al trasm itirse por herencia lo idéntico, se tra sm ite tam b ién la variación individual a los caracteres del d e scen d ien te i se p ro ­ ducen, en virtu d de la. v ariab ilid ad , n u ev as diferencias, sobre las cuales se vuelve a ejercer la lei d e la heren cia. R esulta así que si las m ism as causas q u e sobre los in d iv i­ duos han obrado siguen a c tu a n d o sobre los descen d ien tes, la desviación se m an tien e i a c en tú a m as i m as, h a sta p ro d u cir la trasform acion d e una especie transitoria o especie darw iniana en o tra permanente. Tenem os, pues, que p a ra q u e la selección artificial se realice es preciso: 1.° Que h ay a cierta

v a riab ilid ad » , o sea un cierto

núm ero de form as m as o m énos diferentes un as d e o tra s, e n tre las cuales la elección pueda hacerse; 2." Q ue p ara q u e el pro. de la selección no sea m o m en tán eo sino p e rm a n e n te , se

¡ele c ció n a rti» , ficiai d ucto

fije por la

trasm isión h ered itaria : i 3.° Q ue la «variación tra s ­

m itida sum inistre un nuevo nivel», ¡para |que v u elv a a rep etirse la obra electiva en el m ism o sen tid o , i el p ro d u c to p u ed a alca n ­ zar un valor apreciable i perfeccionarse, su p rim ien d o los in d i­ viduos que no le logren. E sto es, p re c isa m e n te ,

lo q u e h a su c e d id o , se g ú n D a r w in ,

con las in n u m e ra b le s ra z a s d e a n im a le s d o m é s tic o s, c u y o e s tu -


B e m a rd in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

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dio a te n to i com parado conduce al resultado de que tales razas i variedades se distinguen en tre sí m ucho m as por los caractéres artificiales en que se funda el aprecio que por ellas tiene el hom ­ bre, em peñado en m antenerlos, que por otros. P or ejem plo, en el Caballo vemos que todo en la producción i desarrollo de sus formas corporales, está encam inado a un solo fin, el de sobresalir en la carrera (animal de silla)-, a rra stra r vehículos, de forma i tam año diferentes (de tiro) o trasp o rtar sobre aparejos pesos m as o ménos grandes (de carga). Al contrario, las razas de los anim ales Vacunos se d istin ­ guen por la calidad i cantid ad de su leche i carne, tan a b u n d an te en algunas reses destinadas al m atadero, que aparecen como vivientes m asas de músculos con la mínim a p arte posible de hueso i sustancia inútiles: el tronco rechoncho, en forma de tonel, i el esqueleto i órganos del anim al no cargados n aturalm en ft de carne, como la cabeza, el cuello i las cañas, mui red u ­ cidos i delgados en com paración con la mole de su cuerpo, así lo dem uestran. Las razas del Carnero, desdé el p u n to de v ista de la agricul­ tu ra se clasifican m ejor según la condicion de su lana; así tene­ mos los de lana fina, de lana m edia i de laná lisa o b a sta ; i en el Ganado cabrío merecen nom brarse, en tre sus infinitas varie­ dades, la cabra de Angora i la de Cachemira, que tienen gran valor por su pelo fino. Las razas Porcinas (cerdos) son inm ejorables para la produc­ ción de grasa, con predom inio de la carne o al contrario. En el Conejo no hai verdaderas razas sino variedades, en­ tre las que merece mención la de Angora o Liebre de seda, cuyo pelo sem ejante a la seda se utiliza en la fabricación de objetos de fieltro, siendo tan estim able como la lana de la cabra de C achem ira. En cu an to al Perro, existen de él m as razas i variedades q ue de todos los dem as anim ales dom ésticos juntos, por serle al hom bre d e m ucha utilidad. Así, sirve p ara la caza, para guar­ d a r el ganado i el hogar, i defenderlos, para tiro en trineos, buscar objetos perdidos, salvar personas del agua, etc. Estas buenas cualidades hacen que las razas de perros se diferencien entre sí en m uchos caractéres.


B O L E T IN D E L M U SE O N A CIO N A L

60

E ste hecho es d e cap ital im p o rtan cia p o rq u e nos d em u es­ tra cómo se han form ado las

razas i v aried ad es m as útiles al

hom bre por sus caractères, haciendo e n tra r en juego las variaS e ie c c io n

ficl"'

arti-ciones individuales i la herencia p a ra p ra c tic a r la s e le c c ió n a r tif ic ia l, o sea la conservación i reproducción

intencionales

de los individuos que mejor m anifiestan la particidaridad desea­ ble por su utilidad o belleza, etc., acompañada de /a elim inación de los otros que están desprovistos de ella. V eamos p rácticam en te con ejem plos, la índole de la selección artificial o «arte de la cría artificial», ejercido p o r el h om bre desde tiem pos inm em oriales, i que es c ab alm en te lo q u e D a r ­ w in

ha em pezado por hacer p ara fu n d a r su teo ría, co n sag rán ­

dose, sobre todo, a la crian za de Palom as domésticas, av es m ui a propósito p ara e sta clase de investigaciones. Fijém onos prim ero en lo que hace un zootécnico que desea o b ­ ten er una raza de anim al útil al hom bre p o r sus caractère?, por ejem plo, un tipo de Oveja de lana superior. V erem os q u e e m ­ pieza por escojer con escrupuloso cuidado, e n tre un gran n úm ero de individuos que provienen de u n a sola p areja de Ovis aries, oveja

reproductores que se distinguen p o r el c a rá c te r p ro p u esto . O btiene de esta m anera a la p rim era jeneracion individuos que reproducen ya la propiedad buscada en m ay o r o m en o r g rado , en tre los que a p a rta los m ejores, sacrificando el resto. D estin a despues solo éstos a la reproducción, i c o n tin u a n d o la m ism a obra juiciosa de selección, en el trascu rso de un n ú m ero sufi­ ciente de jeneraciones, acab a p or o b ten e r una raza p erm an e n te de ovejas, que tienen una lana m ui d iferen te d e la d e sus a n te ­ pasados i tal como la deseaba. Igual procedim iento em plea el jard in e ro cu an d o se propone

V io leta

o btener una variedad blanca de una p la n ta cu y as flores son h ab itu alm en te m oradas, com o la Violeta, por ejem plo. P r o g r e so s

en

a n im a l e s .— Los

el

m e jo r a m ie n t o

i p r o d u c c ió n d e

razas

progresos alcanzados en el a rte d e la cria son

tales, que el hom bre puede ya p ro d u cir a v o lu n tad p a rtic u la ­ ridades en los anim ales

dom ésticos i p la n ta s d e ja rd in , i es

capaz de obtener, en mui co rto espacio de tiem po, form as n u e ­ vas, i no sólo individuos sino razas e n te ra s cu an d o p rac tic a la selección artificial con co n stan cia i m étodo.


B e rn ard in o Q u ija d a B.—c a t á l o g o

il u s t r a d o

61

La nación que mas se ha preocupado de la selección artificial es Inglaterra, donde no es exajerado decir que el a rte de la cria artificial se ha convertido en un verdadero «sport» o d i­ versión nacional. En efecto, conocido es el afan con que los ingleses buscan el triunfo en los Club de palomistas de Londres i en o tras Sociedades colombófilos, que ofrecen premios al que o btenga razas con cualidades pedidas de antem ano. Inglaterra es tam bién el pais clásico en la crianza de Caballos. La historia de la raza de los caballos de carrera («Horse race»), inscrita en el libro jenealójico ( «Stud-Book»), nos ofrece un ejem plo notable de la influencia que ejerce la selección para m antener las cualidades del caballo ingles de pura sangre». A mediados del siglo X V II empezó allí la cria de este Caballo, que es hoi el rei de los hipódrom os i un modelo de raza artifi- caballo ingles cial acabada. Prototipo de la a p titu d p ara la c a rrera,'su s indi­ viduos denotan a prim era vista su idoneidad: el cuello largo, las piernas altas, el tronco estrecho i vigorosa fuerza en el cuarto trasero. M iéntras que los prim eros padres de estos renom bra­ dos caballos de carrera recorrían la milla inglesa (1,609 m.) en 3 m inutos ± ,c a s i todos los que hoi existen en los hipódromos, gracias a la verdadera*orto-seleccion que ha creado una forma ad m irablem ente ad ap ta d a para su trab ajo especial, cubren e sta distancia en ménos de 2 mi nut os, lapso de tiem po que representaba un record de velocidad único hace unos 70 años (1848). En nuestro pais, gracias a influencias clim atolójicas i a la cria esm erada, de la cual el Caballo ha sido objeto mui prefe- Caballo ch¡lell<> rente desde antiguo, se han producido ya tres razas bien d ete r­ m inadas, a saber: el Caballo cochero, el Caballo de Aconcagua i el Caballito chilole. 3 .— S e le c c ió n n a t u r a l .— Lucha por la existencia.—Super­ vivencia del mas apto.— Los ejem plos precedentes i muchos otros que pudiéram os citar, prueban la eficacia de la selección artificial. Valiéndose de este principio, rigurosam ente estable­ cido, i aplicando los resultados obtenidos en las especies d o ­ m ésticas i cultivadas a los anim ales salvajes i a las p lantas silvestres, el célebre D a r w in llegó a dem o strar que iguales


62

B O LETIN

DEL M U SEO NA CIO N A L

procedim ientos interv ien en en la n atu ra le z a p a ra p ro d u cir m o­ S e le c c ió n n a ­ tu ra l

dificaciones en los séres vivos. H ai, pues, en la n atu raleza u n a selección que se d eno m in a »natural» para indicar que es la realización inconsciente i en estado de libertad del procedim iento usado por los g an ad ero s i agricultores p ara o b ten er las razas i v aried ad es do m ésticas (1). Lo que en la selección artificial logra la elección in te lijen te de diversos individuos re p ro d u cto re s end erezad a al provecho del hom bre, que la ejerce co n scientem ente p a ra o b te n er m o d ifi­ caciones d eterm in ad as en un corto espacio de tiem po, consigue

L u c h a p o r la e x is te n c ia

en la selección n atu ral las fuerzas n atu ra les p or m edio d e la lu ch a

po r

la

e x i s t e n c ia ».

E sta produce m odificaciones

m as len tam en te i en beneficio de la especie en que reside. A de­ m as, m iéntras que en la selección artificial las razas i variedades que resultan son inestables i vuelven al tip o prim itiv o norm al en cuanto se les a b an d o n a a sí m ism as, en v irtu d de la <lei de reversión», las form as n u ev as p roducidas p o r la selección n a ­ tural se conservan siem pre si no cam bian sus condiciones de vida. T e o r ía d e M a l t h u s .— La causa d e e sta lucha p o r la existencia es el exceso de individuos que nacen i q u e es im posi­

ble coexistan, d a d a la lim itad a c a n tid ad de alim en to s i el poco espacio que tienen p ara vivir. El célebre a u to r del Oríjen de las especies declara que llegó a la idea de esta T e o r ia de M al­ th u s

lucha por la exis­

tencia» o «struggle fo r life>\ leyendo el libro Tratado de la P o ­ blación de M a l t h u s . En realidad su teoría de la selección n a ­ tural puede considerarse com o una aplicación de la

d o c trin a

m alth u sian a > a los reinos anim al i v ejetal. C om o se sabe, esta lei dem uestra que m ién tras la poblacion crece en progresión jeom étrica, esto es, como, 2, 4, 8, 16, 32, 64, e tc., los recursos p ara la vida au m en tan sólo en progresión a ritm é tic a , o sea como, 2, 4, 6, 8, 10, 12, etc. Según esto, cuan d o u n a p areja se (1) Este principio se refiere, pues, a la obra electiva que la naturaleza verifica en tre los séres, o, como ha dicho D a r w i n , la lei de la «conserva­ ción" de las «variaciones favorables» i de la «eliminación» de las «ad­ versas». «Llamo «selección natural» a la lei que conserva las variaciones útiles 1 elimina las desviaciones perjudiciales».— speces, pájs. 115 i 116.

D a r w in ,

De l'origine des


B e rn a rd in o Q u ija d a B.

:a t á l o g o il u s t r a d o

63

ha m ultiplicado en 8 hom bres, faltan 2 porciones de alim ento; en 16 sucesores faltan ya 8 porciones; i así la diferencia aum enta constantem ente. D a r w in dem uestra en su libro, con algunos ejem plos, que sin la lucha por la existencia»— que lim ita el crecimiento de los anim ales i plan tas— cada especie, dejad a sola, no tard aria en poblar la superficie del globo. P ara poner uno de los ejemplor citados por el ilustre biólogo ingles, el Elefante de Africa es el anim al que m as lentam ente se reproduce. Si cada Ele­ fante tuviese sólo 6 hijos i todos ellos sobrevivieran i por su p arte se reprodujeran en la m ism a proporción, al cabo de 750 años una sola p areja habria producido 19 millones de descen­ dientes, de modo que despues de algunos siglos las m anadas de ellos llenarían todo el co ntinente negro. Sí consideram os un anim al m arino, como la Langosta de Juan Fernández, — el prim ero de nuestros crustáceos por la talla i sabor,— que pone todos los años unos 60,000 huevos aproxim adam ente, es fácil prever que si se desarrollaran todas i se m ultiplicaran, por su parte, en la mism a proporcion, al cabo

Elefante

L a n g o s ta de Ju an F e m án -

de algunos años no hallarian m ar donde buscar sustento i los océanos en conjunto serian pequeños p ara contenerlas. T al cosa, sin em bargo, no sucede, de donde concluimos que perece la inm ensa m ayoría de las langostas que nacen. N aturalm ente hai que tener en cuenta, adem as, que no todas las langostas ponen huevos. Sea como sea, la lucha por la existenxcia obra, pues, como «reguladora», m anteniendo siem pre co n stan te el equilibrio entre el núm ero de individuos de una especie (cifra real o normal) i el núm ero de sus jérm enes (cifra virtual), que reduce a una proporcion correspondiente a las condiciones de vida, sacrifi­ cando el resto (cifra de destrucción). P ara dem ostrar la gran desproporcion que existe entre el n ú ­ mero de individuos posibles o virtuales que pueden salir de los i n d iv id u o s

v¡rtu a le s i re a le s

huevos i el número de individuos actuales o reales que viven en un momento dado, b asta com parar el núm ero de jérm enes que produce una especie i el de individuos de la m ism a i que en realidad existen, en cuyo caso suelen notarse los mas grandes contrastes. Sirva de com probacion el hecho de que hai algunas


64

B O L E T IN D EL M U SEO N A CIO N A L

especies de anim ales p arásito s, com o la 1 énia, por ejem plo, cifras virtual que pone ni illones de huevos i, sin em bargo, figuran e n tre los '

"seres m as raros por su núm ero. A la inversa, o tra s especies ovíparas de vida libre, com o las aves m arin as llam ad as P u jinidas (Fardela, Yegua, Tablero de dam as),

que son excesiva­

m ente com unes en las rejiones frias, no ponen sino un solo h u e­ vo cada vez. E n tre o tra s aves terrestres, la " P alom a v iajera

del C a n a d á

(«E ctopistes m igratorius») no con tien e en sus nidos m as que dos huevos en cada p u esta i. sin em bargo, v ive en b a n d a d a s tan num erosas i co m p actas, en la A m érica del N o rte, q u e oscu ­ recen la luz del dia com o un eclipse i n ecesitan d e v a ria s horas p ara desfilar sin in te rru p c ió n ; que tro n ch an b ajo su peso las ra ­ m as de los m as corpulentos árboles d e los bosques com o si un huracan los aso lara; i que echan a perd er selvas e n te ra s con sus escrem entos que caen com o los copos d e la nieve i cubren el ram aje i la tierra, co n stitu y en d o una cap a de m u ch as p u lg ad as de espesor. L u c h a e n t r e e s p e c i e s c o n j é n e k e s . — E n v irtu d

del p rin ­

cipio d arw iniano de la lucha por la existencia, todos los seres sin escepc 011, co m baten p asiv a o a c tiv a m e n te d esd e su a p a ri­ ción en la tierra p a ra su conservación, ya c o n tra las condiciones Lucha entre e s p e c i e s co njé n e r e s

niuiido inorgánico (frió, calor, seq u ed ad , etc.), y a e n tre sí m ism as, siendo la g u erra ta n to m as en carn izad a c u a n to m as afines son los organism os, po rq u e en este caso se d isp u ta n el mism o alim ento i están espuestos a iguales riesgos d e d e s tru c ­ ción. Vemos por esto que cuan d o en una rejion h a b ita d a por una especie anim al se incorpora o tra parecid a m as ro b u s ta , llega a propagarse por sí sola i aun a reem p lazar p o r com pleto a la form a p rim itiv a. Buen ejem plo de «lucha en carn izad a m oderna e n tre dos esp e­ cies parientes - p ara escluirse, tenem os en el Ratón negro (M us ra ttu s» ), de 21 cen tím etro s, que se e n c o n tra b a com o único ra tó n en E uropa i A m érica h a sta m ediados del a n te p a sa d o siglo; época en que fué im p o rtad o a aquel c o n tin en te, pro v in ien d o de Asia por R usia, el Ratón gris o Pericote (« M u s d ecu m a n u s» ), m ayor i m as fuerte. E ste no sólo se disem inó por todos los p u n ­ tos del globo, sino que, d esalo jan d o al prim ero p o r com pleto


B e rn a rd in o Q u ija d a B.— c a t a l o g o

65

il u s t r a d o

de las casas, se ha enseñoreado de las viviendas hum anas, ha­ ciendo que aquel se refujie en las m ontañas o desiertos. S u p e r v iv e n c ia

d e i . mas a pt o o l e í d e la p e r s is t e n c ia .—

L a consecuencia inevitable de esta com petencia universal es que unos individuos sucum ben, al paso que otros resisten, ven­ cen i sobreviven a la desaparición de los otros. A hora la cuestión es ésta ¿qué decide de la suerte de la des­ cendencia de un ser? ¿Cuáles son los individuos que sobieviven i cuáles los que perecen? M uchas veces es esto decidido por el «azar», que juega un papel im portantísim o no sólo en el desa­ rrollo de los «huevos« sino tam bién en la vida de los «adultos»; Así, por ejem plo, una L angosta de Ju an Fernández, citada hace poco, puede ser com ida por un Bacalao de las mism as islas. Pero fuera de la casualidad, influye tam bién la m ayor o m e­ nor «aptitud» de los individuos p ara conservarse, i esta ap titu d , que decide la lucha por la vida, puede consistir en mui d iv er­ sas cualidades, según las especies. En un anim al, por ejem plo, puede ser la m ayor robustez m uscular, la facilidad con que sabe e n co n trar su presa, o dijerir su alim ento, el desarrollo de los órganos sensoriales, la velocidad de la carrera, vuelo o nado, etc. p ara escapar de sus enemigos. En fin, no hai ninguna cua­ lidad relacionada con las condiciones'de la vida que no in ter­ venga en la conservación o destrucción del anim al. Es claro, pues, que, por regla jeneral, se conservarán los ejem plares m ejor dotados respecto de las condiciones de su vida. Prodúcense así modificaciones en la conformacion de los organism os que, heredadas por sus descendientes, se m antienen en ellos i seacentúan en la serie de las jeneraciories. Así es como se realiza la selección natural, que se esterioriza con lo que S p e n CER (1) ha llam ado la s u p e r v iv e n c ia d e l mas a pto o l e í de la p e r s is t e n c ia , m iéntras que D a r w in d a a este fenómeno el nom bre de— «n a t u r a l s e l e c t io n »— (a saber, de los mas

perfectos). E ste es el secreto de la adm irable adaptación de los séres, que, gracias a la supervivencia única de los bien adaptados, rei­ na en toda la N aturaleza desde los comienzos de la vida. (1) H e r b e r t S p e n c e r , psicólogo ingles, precursor de D a r w in .

'(5)

A zar

A p titu d

L ei de la p e rs is te n c ia


BO LETIN

66

P a pel

DEL

MUSEO

NACIO N A L

d e la s e l e c c ió n n a t u r a l e n la f o r m a c io n d e n u e ­

v a s e s p e c ie s .— Se

ve q u e la selección n a tu ra l no es la causa

que pueda crear las especies sino un m edio o fac to r estrínseco Papel dei» seap rovecha ]as variaciones, a c en tu án d o las, d án d o les m ay o r

lección n a tu r a l ^

^

relieve cuando éstas le ofrecen un m aterial que h a llegado a un grado de desarrollo su ficien te; sobrep asad o el cual los c a ­ ractères nuevos creados p or ellas d ejan de ser útiles i su efecto se hace las m as veces co n trap ro d u cen te. E n éste sentid o , el re su ltad o d e la selección n a tu ra l, cuand o tiene lugar en el seno d e la m ism a especie, es m as bien e lim i­ n ar lo que se halla b a jo el nivel medio, que a u m e n ta r la elev a­ ción de lo q ue está p or encim a de este nivel, p u esto que desr emuladora de fruye las form as in a p ta s p a ra la v ida. Así vem os en cad a una

la s a d a p ta c io -

Des

de las grandes edades paleontolójicas cómo h an d esaparecido categorías e n teras d e anim ales que no eran ad ecu ad o s p a ra re ­ sistir cam bios clim atolójicos o catástro fes terre stre s p or m ui graduales i len tam en te que se h ayan efectuado (« Trilobites i Peces prim arios, A m m onites i Saurios secundarios, M am íferos terciarios). D icho de o tro m odo, la selección n a tu ra l o b ra m as bien co­ mo un regulador d e las ad ap tacio n es existentes q u e como un factor q ue las p ueda crear i desenvolver. M a te r ia l c o le c c io n a d o (E s ta n te N .° 4 i C a ja 3 .. .) N .° 1. R e tra to i n o ta biográfica de C h a r l e s D a r w in . N .° 2. C aracol de m a r (Oliva peruviana) : a— l. Dóce variaciones locales de esta especie d e gastrópodo. C aldera. N .° 3. C u a tro v aried ad es locales i tres v aried ad es jeográficas de insectos, según los estu d io s de M r. F. G erm ain, o— l. Oedipoda cinerascens, E . B landh. Ju a n F ernández. II— u. Oryctomorphus bim aculatus, G uerin. C hile C en tra l. v— k '. Carabus buqueti, L a p . R io Biobío. V— r '. Colias rutilans, Boisd. S antiago. s'— e " . Carabus gloriosus G erst. Chile. 5 " — »"• E pislom enlis pictus, G ory. C hile A u stral. o"— v". A sty lu s trifasciatus, G uerin. C hile C en tral i A u stral. N .04. M ariposa-H o ja o C alim a (K a llim a inachis). A sia O ccid e n ta l.


B e rn a rd in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

il u s t r a d o

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N.° 5. M astodonte (Mastodon andinum ). a. Colmillo enorm e. N.° 6. Coleccion de las razas dom ésticas de la Palom a (Co­ lumba livia). N.° 7. Coleccion de las variedades chilenas del fréjol. N .° 8. Lom briz solitaria o Ténia común ( Taenia solium). N .° 9. Aves pufínidas. a. Fardela (P ujfinus creatopus). b. Yegua {P ujfinus grisens). c. T ablero de dam as (Daption capensis). N.° 10. R atón negro (M us rattus). N.° 11. R atón gris o Pericote (M us decumanus).

e) I n f lu e n c ia d e la s m u t a c io n e s (D e V R IES) (V estíb u lo N o rte i S u r, E s ta n te s

Nos.

4, 5, 6, 7, 8, 9 i 10)

En oposicion a la doctrina pu ram en te darw iniana de la se­ lección n atu ral en la lucha por la vida, que adm ite las variacio­ nes m ínim as, lentas i continuas, se ha establecido recientem ente la teoría biolójica de evolucion n atu ral de los seres por varia­ ciones bruscas i discontinuas o m u ta c io n e s . E stas no son v aria­ ciones darw inianas m as acen tu ad as que las otras, como p u ­ diera creerse; pues no se parecen a ninguna de las fluctuaciones conocidas i difieren de ellas por su mism a naturaleza «jerminal». Según este nuevo principio,— com probado i resuelto en leyes diversas por el botánico holandés H u g o d e V r i e s — las «ano­ malías orgánicas» aparecidas por prim era vez por variación brusca, pueden fijarse por herencia cuando no com prom eten la existencia de los séres en que residen. En este caso los indivi­ duos anorm ales llegan a ser el oríjen o «fuente de nuevas espe­ cies», que se perpetúan indefinidam ente, trasm itiendo con toda fidelidad sus caratéres a los descendientes. Tenem os, pues, que, a la inversa de la variabilidad darw inia­ na, la m utabilidad es un fenómeno periódico, de modo que los caractéres de un anim al pueden encontrarse trasform ados re­ pentinam ente, sin acum ulación lenta de modificaciones m í­ nim as.

V a ria c io n es b ru s c a s i d is ­ c o n tin u a s


BO LETIN

DEL

MUSEO

jjA C IO N A L

1 .— E je m p lo s d e m u t a c io n e s a n im a le s .— En tocias p a r­ tes, ta n to en los anim ales superiores com o en los inferiores, es fácil en co n trar anom alías orgánicas. P a ra p rincipiar con las especies superiores, son ejem plos de deform aciones m onstruosas sencillas el jig a n h sm o i el en a n is­ mo o anom alías p or au m en to o dism inución jeneral del v o lu ­ men del cuerpo; el albinism o (frecuente en los anim ales «do­ m ésticos», que el hom bre defiende (C onejo, C ab allo , P alo m a ), i en los de vida subterránea^ (Topo, i R ató n , etc.), q u e no están espuestos al acecho de las especies carn ív o ras), i el m elanismo A n o m a lía s o r-

Ránicas senci- (« P an tera negra» ele J a v a , Zorro de Chiloé) o ta ita i presencia, llas

respectivam ente, de una c an tid ad a b u n d a n te de células p ig ­ m en tarias en la piel; la alopecia o carencia de pelos («P erro desnudo» de la C hina) i la hiperlricósis o desarrollo excesivo del pelaje; la microcefalia i macrocefalia o an o m alías p o r d is­ minución o au m en to del volum en de la cab eza; la fa lta del pabellón de la oreja («C arneros» de Y u n g -ti, en C hina) (Fig. 12, páj. 71); la ausencia de los cuernos («V aca del

P a ra g u a i» );

la existencia de m ayor número de ellos («M ellihuacos» o c a r­ neros de cu atro c a c h o s); el proñalismo i braquiñatismo p o r d e ­ sarrollo exajerado o atro fia de los huesos m axilares («V aca ñata» de C hile); la polim astia o m am as accesorias; la fa lta de cola en los anim ales (frecuente en el Perro, sin ser el re su ltad o de una m odificación p o r u n a serie de m utilaciones) i la a p a ri­ ción de dicho apéndice caudal en el h om bre i en los m onos a n ­ tropom orfos; el herm afroditism o, m ui frecu en te en los a n im a ­ les inferiores (L angosta d e Ju a n

F ern á n d ez ); el largo estraor-

dinario i la brevedad de las estremidades (« C arn ero -n u tria» i «Perro pachón »); i las d iferen tes an o m alías d e las m anos i de los pies, como las deformaciones i direcciones viciosas, la re d u c ­ ción i au m en to en el núm ero de los dedos («ectrodactilia i polidactilia) i la fusión o so ld ad u ra an o rm al de los m ism os (sin dactilia). 2.— C la sifica c ió n d e la s a n o m a lía s o r g á n ic a s .— A ten d ien Mutaciones a 'a viabilidad i herencia de las anom alías orgánicas, se puehereditanas. den div id ir en mutaciones vivideras h enditarías, vivideras oscilato-

•o sc ila to ria s i

no viables yíq-s i tio viables o TYioustYiios verdaderos, según se tra sm ita n íntetra m e n te ! se hereden de una m an era in c o n stan te i en propor-


B e rn a rd in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

il u s t r a d o

69

cion variables (Ratones overos) o no se perpetúen, como las m ons­ truosidades propiam ente dichas, cuya desviación enorm e cons­ titu y e un ser inadaptable al medio. En las m utaciones hereditarias o fijas la selección n atu ral se hace sentir sólo en aquel m om ento en que un carácter empieza a servir el organism o, conservando la fuerza de variación; en las oscilatorias la obra electiva de la naturaleza puede acrecen­ tarlas, dando lugar a la ortojenésis; i las no viables están fuera de la influencia de to da selección, por lo mismo que no llegan

Fig. 9.— M ellihuaco

( Megatocepliatus polycerus).

a la edad de la reproducción, o si llegan, las ap titu d es jenésicas del ser anóm alo son mui im perfectas o nulas. En esta últim a serie de desviaciones m onstruosas deben colocarse los mons­ truos unitarios o con elem entos de un solo individuo, caracte­ rizado por el a b o r ta m ie n to i com pleto de las estrem idades torácicas o abdom inales o las cu atro a la vez (m onstruos ectromélicos); i los monstruos dobles o de dos individuos igualm ente desarrollados, ya unidos por la porcion inferior i posterior del tronco i con ombligos distin to s i norm ales (pigópagos), o ya soldados por la p arte anterio r e inferior del pecho h asta el o m ­ bligo común (xifópagos).

M o n stru o s u n ita rio s i d o b les


70

B O LETIN

DEL

MUSEO

N A C IO N A L

3 ,— F o r m a c io n d e r a z a s p e r m a n e n t e s d e a n im a le s por h e r e n c ia d e la s a n o m a lía s o r g á n ic a s — L a posibilidad de que las alteraciones de form as pro d u cid as v io len ta m e n te p u e ­ den hacerse hered itarias, la ap ro v ech an los an im alicu lto res p ara form ar razas perm an en tes de anim ales. H ace m ucho tie m ­ po que los zoólogos conocen, e n tre o tra s, las siguientes v a ria ­ ciones bruscas co n v ertid as en h ered itarias p o r selección, con o sin el concurso del hom bre.

Fig. 21.— Calavera de Vaca ñata (Brachygnatismo superior)

El Carnero con cuatro cuernos o M ellihuaco d e C hile.

Se

ha llegado a o b te n e r p o r la fijeza de e sta «an o m alía d e núm ero» M ellih u a c o

u na raza especial de estos anim ales q u e se designa con el n o m ­ bre de Megalocephalus polycerus (Fig. 9.). A ctu alm en te se h alla un cierto núm ero de «M ellihuacos» en la cordillera a lta , sobre todo m as al interior de San José d e M aipo. L a Vaca ñata de Chile. P resen ta com o ca ractéres an o rm ales

V a c a c h a ta

la desigualdad de las m an d íb u las i la b rev ed ad excesiva de los huesos nasales, teniendo la nariz i el labio su p erio r inclinados


B e rn a rd in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

il u s t r a d o

71

hácia atras, vicio de conformacion que se denom ina Brachy gnathismo superior Fig. 11 La «Vaca ñata» ocupa en nuestro terri­ torio la m ism a localidad del M ellihuaco i su abandono en la cordillera se esplica por el deseo de los hacendados de no de­ ja rla ver en m edio de un buen rebaño. El Perro dogo, notable tam bién por su Brachy gnathismo P e r r o dogo i v a c a sin c u e r ­ superior; pero la anom alía en él es m énos pronunciada, pues nos si bien los huesos m axila­ res i nasales están m odi­ ficados en su form a i pro­ porciones, no han perdido sus conexiones (Fig. 10). L a Vaca sin cuernos del Paraguai. E sta raza bovina sudam ericana pro­ cede de un toro sin cuer­ nos, nacido en 1770 de padres n aturalm ente con­ form ados. E n el dia esta raza ha reem plazado, casi por com pleto, a los vacu ­ nos con cuernos de aquel _

T

, ^

Fig. 12.—Carnero de Yung-ti (China), sin

país. En In glaterra exis- s orejas. ten tam bién diversas ra ­ zas bovinas con esta anom alía de ausencia de los cuernos que, trasm itiéndose hereditariam ente, ha llegado a ser el oríjen de castas inermes. El Carnero-nutria o raza de carneros de Ancona (N orte Ame­ rica). E sta raza, caracterizada por las p atas cortas i encorva­ das i el vientre mui abultad o , debe su oríjen a un carnero que por m utación, nació con esta p articularidad en un buen rebaño del E stado de M assachusets, a fines del siglo antepasado (1771). Los caractéres que presentaba este carnero anóm alo fueron considerados m ui ventajosos en esa rejion, porque en aquel tiem po la propiedad estaba dividida por cercas bajas que el anim al no podia sa ltar; i por esta razón se tra tó de trasm itir tal conform acion a sus descendientes i, cruzándolo con ovejas com unes, se obtuvo la raza de carneros de Ancona.


B O LETIN

El Perro P e r ro p a c h ó n

DEL

MUSEO

N A C IO N A L

pachón o zarcero, pequeño

i co rto

d e p a ta s,

que e n tra con facilidad en los zarzales a .b u sc a r la caza. P resen ta las m ¡sm as p a r ticu larid ad es q u e la raza d e carn ero s d e A ncona (anom alía de volumen d e los m iem bros), siendo n o ta ­ ble, sobre todo, por la brevedad i c u rv a tu ra d e sus p a ta s , si bien este aco rtam ien to está h a sta cierto p u n to com pensado por un desarrollo en an ch u ra. L a G allina de seda, que conserva d u ra n te

to d a su v ida

el plum ón fino de su primera edad, i de d onde d im an a el n o m ­ bre de la raza. E sta es o rijin aria del Asia O rie n ta l; su c a rá c te r i kíví

d istintivo suele p resentarse en la gallina de «C ochinchina>, hoi ya mui estendida.

El K iví, ave cursora de N u ev a Zelanda',

es p articu larm en te in teresa n te p or p resen tar, en el esta d o sa l­ vaje en que vive, el mismo c a rá c te r juvenil de la G allina de seda, pues está cu b ierto por un plum ón suave, sem e ja n te al de los pájaros nuevos. La Gallina de toca, polonesa, que tiene

la curiosa p a rti-

G a iiin a de to c a c u l a r * ^ a<^ anató m ica d e que los hem isferios cerebrales salen

como hernia e n tre los huesos del cráneo i se alo jan en una c á s­ cara m em branosa en el m om ento d e salir el pollo i que se osifi­ ca m as tarde. M a teria l c o le c c io n a d o (E sta n te s N os. 4 a 10) N .° 1 . Megalocephalus polycerus, G u rlt. a. C ráneo con cu a tro cuernos, M ellihuaco. N .° 2. Brachygnathism o superior, G . S. H . o. C ráneo de T o ro 'ñ a to (Bos taurus). ^ J. b. C ráneo de P erro dogo (C anis fa m ilia ris). N .° 3. Prognathismo superior e inferior. G . S. H. o. Zorzal (T urdu s fa lkla n d icu s). § S an tiag o N .° 4. Alopecia total, G. S. H. o. L aucha (M us m usculus)

Chile

N .° 5. M elanismo. a. Zorro de Chiloé ( Canis azarae). Chiloé N .° 6. A lbinism o. Ocho ejem plares de m am ífero s i 65 d e aves albinos o caquerlacos. a— d R atón gris (M u s decum anus). S an tiag o , 1897. e f. L aucha (M u s m usculus). S antiago.


B e rn a rd in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

7.3

il u s t r a d o

g. Topo europeo (Talpa europcea). Europa. h. Llaca (D idelphys australis). Valdivia. /. C ernícalo ( Tinnunculus sparverius) cf, Santiago. i —II- Zorzal ( Turdus falklandicus) con S antiago.

1893. §. S antiago

albinism o total. §.

1869. $. S antiago, 1864.

ni—y. Zorzal (Turdus falklandicus), d". S antiago, 1886. ?. Santiago, 1879. J. V aldivia, d". Chillan. Col. Videla. z. G olondrina ( Tachycineta leucopyga). Santiago. a'. Diucon (Taenioptera pyrope). Col. Videla. b'. Jilguero (Chrysomitris barbata). d 1. R ancagua. c'd'. Chincol (Zonotria pileata) V aldivia. J . Santiago. Col. Videla. e ' f . D iuca (Diuca grísea). S antiago. d". Paine. g'. T ordo (Curaeus aterrimus). $. S antiago, 1857. h'. C am inante (A nth u s furcatus) Col. Videla. i'. C h u rrete (Cinclodes fuscus). S- M as A fuera. j'k '. R ara negra (Phrygilus fruticeti). Santiago. 'm '. T rile (Agilceus thilius), con albinism o jeneral. Col. déla. Santiago. » '— p'. T rile (Agelaeus T hilius), con albinism o parcial. Santiago ¿ — ti'. T enca (M im u s tlienca). Chile. v'— k'. Loica (Leistes superciliaris). Chile. i'—IV. T órtola común (Zenaida macúlala). C olchagua, C uricó, Santiago, Chile. m'. C atita (Microsittace ferrugineus) cT- Santiago. n'. Choroi (llenicognalhus leptorhynchus) ?. G raneros, o'— r '. Perdiz (Notoprocta perdicaria). Chile. rr'. C uervo (Plegadis falcinellus). Chile. s'. P ato jergón grande (Dafila spinicauda). $. Rancagua. /'.

T agua grande ( Fúlica arm illala) $. Santiago, 1859.

u V . T agua (Fúlica ardesiaca). Santiago. w ’. T agua com ún (Fúlica rufifrons). <■}. S antiago. N° 7. Bifurcación caudal. a. L agarto común (Liolcemus b.

chilensis,

Less.). .J.

Puerto

M ontt. L agartija de vientre azulado (Liola-mus cyanagaster, D. B .) V aldivia,

1862.


B O LETIN

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DEL

MUSEO

NA CIO N A L

c. L ag artija com ún (Lioltem us pictus, D .B .) . P u e rto M o n tt. N .u 8. A nom alía de número. a. E strella de m ar (A steracanthion a u rantiacus). N .° 9. Hermafrodismo glandular lateral, G. S. H. a. L angosta

de

Ju a n

F ern án d ez

[P alinurus fro n la lis). Isla

M as a T ierra. E jem p lar ad u lto , de 34,5 cts., en su m itad iz q u ie r­ d a con caracteres d e la h em b ra, con c u a tro p a ta s b ifu r­ cadas i el poro je n ita l fem enino en el borde in terio r d e la coxa tercera, com o se e n c u e n tra en la ? ; i en su m itad derecha solo con c a racteres del m acho, sin p a ta s a b d o ­ m inales i

con el poro je n ita l m asculino en el b o rd e

interior de la q u in ta coxa, o cu p an d o así el sitio típico p ara el m acho. N .° 10. Cyclocephaliano rhinocephalo, G . S. H. a.

C erdo dom éstico (S u s scrofa). <?■ J .

N .° 11. Sycephaliano synoto, G. S. H . a. C erdo com ún (S u s scrofa) § J. N .° 12. M onosomiano opodymo, G . S. H . a. C erdo com ún (S u s scrofa). ?. J . b. G ato dom éstico (Felisdom esticus). ?. J. c. Vaca com ún (Bos taurus). §. J. d. C arnero (Ovis artes) ?. J. N .° 13. M onom phaliano hemipago, G. S. H . a. Vaca com ún (Bos taurus). $. J. C rán eo jem elar. N .° 14. Polym eliano gastromelo, G. S. H . a. G allina com ún (Gallus ferrugineus.) §. A d u lta . b. G allo com ún (Gallus ferru g in eu s). $. A dulto. c— e. G allina com ún (Gallus ferrugineus.) F eto s d e sexo d u ­ doso. / . Palom a dom éstica (Columba livia). C hile. N .° 15. Polym eliano cephalomelo) G . S. H . a. G allina com ún (Gallus ferrugineus.) cf. a d u lto . N .° 16. T ern era anóm ala por d eform ación d e la cabeza, a u ­ sencia de cola, m anos i pies, im perforacion del an o (atresia) i especialm ente p o r la conform acion u terin a , q u e en el anim al vivo reproducía la de la especie h u m a n a ,


B e rn a rd in o Q u ija d a B.‘—c a t à l o g o

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presentando un útero sencillo i no doble corno en los R um iantes, etc. Santiago, 1919. / ) In flu en cia d e la seg reg a ció n jeográfica o a isla m ie n to topográfico (W agner) Los anim ales m archan de una m anera tan lenta en su gradual trab ajo de evolúcion, que las modificaciones que en ellos se operan, son im perceptibles. Con todo, si bien es cierto que ni la vida individual de un hom bre ni los 3 a 4,000 años de que tenem os docum entos his­ tóricos, bastan para darse cuenta de las variaciones que cons­ tituyen el prim er paso de la formacion de una especie visible­ m ente determ inada, hai hasta pruebas que podríam os llam ar directas, visibles para todos, de la trasform acion de los anim a­ les por efecto del aislam iento jeográfico. Sea un ejem plo el Conejo común de E uropa (Lepus cuniculus) que, im portado en el siglo X V en la Isla de P orto S anto, se ha trasform ado allí de tal m anera, en este período de tiempo, C0nej0 de que actualm ente es infecundo su cruzam iento con los indivi- Porto Santo dúos europeos de su m ism a especie, i ha adquirido las propie­ dades de un nuevo tipo, al que se ha llamado Lepus huxley: se caracteriza por un color rojizo particular, una forma parecida a la del R atón, sus hábitos nocturnos i su salvajism o e stra ­ ordinario. O tro tan to acontece con el Gato del Paraguai i el Cui, q u e Cui iGatodei y a no se cruzan con la especie prim itiva, de la cual cada una Parasu“‘ procede. (Véase página 36). Pero, por mui im portan te que sea el papel que juega el ais­ lam iento topográfico en la modificación de las especies, no debe considerarse como un factor trasform ador independiente ni ménos esclusivo, sino m as bien como un ausiliar que ofrece un nuevo cam po a la selección n atural o introduce un cambio notable en las condiciones am bientes. Por ejem plo, las «Kerguelenes» poseen una fauna parecida a la de las tierras an tárticas, pero a los Insectos Lepidópteros i Coleópteros faltan las alas por com pleto. E sta particularidad es una acomodacion especial a las condiciones particulares de estas islas, pues re­ presentan las partes m as tem pestuosas del m undo. T odos los


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N A CIO N A L

Fauna de las insectos que llegaron aq u í tenían alas b a sta n te g ran d es ¡ fueron arro jad o s al m ar por los fu ertes v ien to s; sólo aquellos con alas relativ am en te pequeñas pudieron sostenerse, i d e éstos au n m e­ jo r aquellos que por m edio d e v ariación i selección n a tu ra l, a d ­ quirieron poco a poco alas m as p equeñas o al fin las perdieron por com pleto». III C O N E X IO N D E L O S Ó R G A N O S H ilaire)

(G o e th e , G eo ffro y S a in t-

Las variaciones d e las especies, som etidas a los facto res tra sform adores dad o s a conocer i a un gran n úm ero d e o tra s cau sas m énos im p o rtan te s, se cum plen conform e a c ie rta s leyes, q u e se han llegado a d e te rm in a r. 1.-—D esde luego, la posicion de los órganos permanece cons­ tante, con set vando exactamente las m ism as relaciones entre sí, cual­ quiera que sea el uso i la diversidad deform as que afecten. Si ex am i­ nam os, por ejem plo, el esqueleto de los V erteb rad o s, hallarem os que presenta, como p a rte principal, u n a colum na form ada de umdad de pianv£rt eb ras ta n to en el M ono com o en un P á ja ro , en u n a S e rp ien te

d e o rg a n iz a c ió n

como en una R an a o en un P ejerrei. E ste p rincipio conduce a la lei de unidad de plan de organización, sab iam en te form ulado por el gran poeta alem an G o e t h e ., uno de los prin cip ales fu n ­ dadores de la teoría de la evolucion. En efecto, en su tra b a jo botánico, que publicó en 1790 con el títu lo d e m e t a m o r f o s is de'iaTpiantas

^a s p la n t a s < sien ta el principio de q u e todos los órg an o s vejetales, escepto la raiz i el tallo^ es decir, que los órganos fiorales, sépalos, pétalo s, estam b res i carpelos, lo m ism o q u e las b rácteas i escam as, no son sino sim ples trasform aciones de las hojas ordinarias. E sta teoría se a c ep ta h a sta hoi d ia, pero en sen tid o d istin to , entendiéndose b ajo m etam orfósis sim plem ente el hecho d e que aquellos órganos puedan com prenderse en una m ism a categ o ría m orfolójica, la de los «filomas». I según el a u to r d e la « m eta­ m orfósis de las p lan tas» , to d as las p a rte s d e la flor nacen en el tallo como v e rd ad eras

hojas v erd es de alim en tació n , que

en seguida se trasfo rm an en ho jas rep ro d u ctiv as, siendo q u e los sépalos, pétalos, etc., tienen al b ro ta r del p u n to d e vejetacio n su n atu raleza defin itiv a.


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Los órganos florales se d eriv an , pues, de hojas o rd in arias, pero no se trasfo rm an d e n tro del desarrollo in d ividual sino que ha habido u n a p a u la tin a m odificación a trav és de los tiem pos. 2. E n su e s tu d io a n a tó m ic o so b re la te o ría d e lo s v erteb ra d o s c r a n e a n o s , G o e t h e a p lic a e s ta c o n ce p ció n a la zoolojía,

T e o r ía d e los

c '^ a o T

c o n sid e ra n d o q u e el c rá n e o d el h o m b re , el d e los m am ífe ro s i,

en jeneral, el d e todos los v erte b rad o s, como la continuación de la colu m na v e rteb ral, esto es, form ado por la reunión de «vértebras trasform adas» por efecto de las dim ensiones con­ siderables del encéfalo. Es ev id en te que el cráneo se com pone en p a rte de v érteb ras m etam orfoseadas; pero m uchos d e los huesos de la calavera tienen un oríjen d istin to . Por m as q u e e sta teoría verte b ra l del cráneo no esté de acu e r­ do con los resu ltad o s de la em briolojía i de la an ato m ía com pa­ rad a de la cabeza e n tre los v erte b ra d o s inferiores i h ay a sido su stitu id a en la ac tu a lid a d p or o tra llam ad a de la «m etam eria » (1), es ev id en te que habla en favor de la com ún descenden­ cia de los anim ales superiores, ya que a trib u y e el oríjen de sus t órganos a trasform aciones de o tro s i esta idea es la m ism a que conceptúa las especies procediendo de o tra s anteriores. 3. Pero n ad a d em u estra m ejor el gran valor que tienen las investigaciones de G o e t h e en el cam po de las ciencias biolójicas, que el d escubrim iento hecho por él de los h u e s o s Ín te r- Hueso ¡nterm á x ila r e s, que tenem os en la p a rte m edia d e la cara, debajo i ma,tllar del 7 1

r

alrededor de la nariz. D ichas piezas huesosas se ven con m ayor o m enor facilidad en la calav era d e la jeneralid ad de los m am í­ feros, pero no en el hom bre ad u lto , p or en co n trarse ín tim am en te soldadas con los m axilares. E sta circu n stan cia hizo cfeer a los a n tig u o s n a tu ra lista s que en realidad los m encionados huesos faltab an en la especie h u ­ m ana, i d ab an m uch a im p o rta n c ia a la carencia de ellos, por cuanto co n stitu ía un d istin tiv o ab so lu to e n tre el hom bre i los dem as m am íferos. Pero G o e t h e , estu d ió i com paró una m u l­ titu d de cráneos de n u estra especie h asta quC consiguió dem os(1) Según esta teoría, la cabeza i el tronco estarian formadas por seg­ mentos o m etáineras cuya homolojía quedaría dem ostrada en las hendi­ duras b ran q u iales, en los músculos, en los panchos nerviosos, etc.

h o m b re


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NACIO N A L

_________

tr a r la existencia de los huesos ¡nterm axilares, i d ejó establecido que son perceptibles a la sim ple v ista en el feto h u m an o i c o n ­ servan su separación por to d a la vida en algunos individuos, soldándose de ord in ario con los dos huesos m axilares superio­ res, sin d e ja r vestijio d e su unión. M a ter ia l c o le c c io n a d o (E s ta n te N .° 4) N .° 1. C ráneos de M am íferos (hueso in lerm a xila r). N .° 2. C ráneo d e feto hum an o (hueso in lerm a xila r). IV H O M O L O J IA I A N A L O J I A D E L O S Ó R G A N O S (G eo ffro y S a in t-H ila ire )

O tro principio, que los n a tu ra lista s m odernos han d e sa rro ­ llado, es que en los grupos n atu ra les de anim ales se reconoce una série de condiciones de organización referibles a u n tip o fundaHomoiojia i m e n ta [ m as sencillo del que se d eriv an , n o tán d o se que a las m oa n a lo jia de los

órganos

dificaciones m orfolójicas acom panan cam bios funcionales, de m odo que en un solo i m ism o órgano puede ten e r usos d iferen ­ tes. D e aquí que se h ay an intro d u cid o e n 'la s ciencias los té rm i­ nos de h o m o lo jía i a n a lo jia p ara d istin g u ir los c a ractéres se­ m ejan tes que provienen de un oríjen com ún, i las sem ejanzas que se fundan en una igual ad ap tació n . Se llam an

órganos

homólogos aquellos q u e reconocen el

mism o oríjen, o sea los que tienen un v alo r m orfolójico igual, i órganos análogos son los que se refieren a u n a igual a d ap ta c ió n , Estremidades

o sea los que convienen en el m ism o papel fisiolójico. P a ra c ita r algunos ejem plos, en las estremidades de los Ver-

vtrtebrados lebrados tenem os un caso n o tab le de homolojía, pues b a sta co m ­ p a ra r los m iem bros an terio res de los M am íferos con las alas de las A ves, las estrem idades to rácicas de los R ep tiles i A nfi­ bios i las aletas p ectorales de los Peces, p a ra reconocer en ellos* por la situación i relaciones de to d as sus p artes, un oríjen com ún. B oca de los in s e c to s

E n el tipo de los A rtró p o d o s vem os o tro ejem plo característico de hom olojía en los órganos bucales de los insectos, clase de anim ales que com prende varios órdenes, fáciles d e d istin g u ir por la diferente form a i disposú ion de su boca. A sí, los L ep id ó p ­ teros, Dípteros i Rincodos tienen una boca chupadora, q u e en los


B e rn a r d in o Q u ija d a B.— c a t a l o g o

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ilu s tra d o

dos últim os órdenes sirve al m ism o tiem po p a ra picar. Al con- insectos chutrario, los Coleópteros, Neurópteros, Seudoneurópteros, Ortópteros e H im enópteros poseen un a p a ra to bucal masticador, si bien en estos últim os ofrece una disposición p artic u la r que les p erm ite m o rd er i lamer. Pues bien, a p esar d e esta s g ran d es diferencias que p resenta la boca de los Insectos, pued e, sin em bargo, reducirse a un tipo

I

II

I II

IV

Fig. 13.— Organos bucales de los insectos: I. Boca masticadora de Coleóptero; II. Boca masticadora i lamedora de H im enóptero: III. Boca chupadora de Lepidóptero; IV. Boca chupadora i picadora de Rincodo. a, labio in­ ferior; b, lengua; c, palpos labiales; d, m andíbula superior; e, m andíbu­ la inferior; h, ram a de la m axila; i palpos m axilares;'A', segundo par de palpos m axilares; k, escudo de la cabeza; o, labio superior.

fu ndam ental i com ún, q ue es el que ofrece cu alq u iera de los insectos m a s tic a d o re s: co n sta, en éstos, la boca de un labio su­ perior, dos m a n d íb u las,

dos m axilas, p ro v istas de palpos, i

un labio inferior, ta m b ié n con dos palpos i q u e cierra la boca por ab ajo (Fig. 13). Si se co m p aran despues las alas de las A ves con los órganos de vuelo de los Insectos, nos e n co n tram o s con u n a sencilla «a n a lojía», pues se p aran g o n an p a rte s de construcción diferente, Alas de ]as cuyo parecido no se fu n d a m as q u e en la iguald ad de función. A” ” ,|* los En efecto, m ién tras en las p rim era s las alas no son m as que las estrem idades an terio res trasfo rm ad a s, en los segundos rep re­ sentan espansiones de la piel reco rrid as por las trá q u e a s (órga­ nos respiratorios). Vése, pues, q ue las hom olojías son el p ro d u cto de la tra sm i­ sión de los caractéres por m edio de la h erencia, i q u e las ana-


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NA CIO N A L

lojías son efecto de la a d a p ta c ió n a las m ism as condiciones de vida. E ste es el gran principio d e los sistem ático s i se c o m p re n ­ de así por qué es que en la clasificación n a tu ra l sólo se tom an en cu en ta los órganos hom ólogos i no los análogos, pues ú n ic a ­ m ente en aquellos se revela el parentesco. Si así no fuese, c lasi­ ficaríam os la B allena e n tre los Peces i no e n tre los M am íferos. M a te r ia l c o le c c io n a d o N .u 1. C om paración de las p a ta s de a tr a s de M am íferos. a -d. E squeleto de p a ta de C erdo, León, Lobo m arin o , C a ­ ballo. e-h. D ibujos de los órganos bucales d e los insectos: bocas masticadora de C oleópteros; masticadora i lamedora de H im enópteros; esclu siv am en te chupadora de L ep id ó p tero s; i chupa­ dora i picadora de Rincodos. V O R G A N O S R U D IM E N T A R I O S ( L A M A R C K 1

E stos órganos, poco o n ad a conocidos por los profanos a la Ó rg a n o s r u d i -

mentarlos

ciencia, son dignos del m ay o r Ínteres, p o r c u a n to su existencia #

v

habla en favor de la teo ría de la descendencia com ún de las es­ pecies. ' ' Se da el nom bre de órganos ru d im e n ta rio s a «aquellas p a r­ tes del cuerpo que, o rg an izad as p a ra un fin d ad o , no d esem p e­ ñan, sin em bargo, servicio fisiolójico alguno, deb ien d o conside­ rarse como rem iniscencias d e ó rg an o s m as d esarro llad o s i ú ti­ les en los an tep a sa d o s del ser». En todas p arte s es fácil o b se rv ar la presencia de esta clase de órganos inútiles. P ara p rincip iar con los M am íferos, posee el Hombre en d is­ tin ta s rejiones de su cuerpo, órganos atro fia d o s q u e no tienen

Ó rg an o s ru d i­ m e n ta rio s d el

hombre

im portancia alguna p a ra la conservación de su v id a. T ale s son: 1 . ° el vello, esparcido en la piel; 2 . “ los repliegues sem ilunares Q m em f,ranas guiñadoras, q u e e stá n situ a d a s en el ángulo in te r­

no de los ojos; 3.° los m úsculos auriculares, q u e pued en , p or efecto de un prolongado ejercicio, serv ir p a ra m o v e r el p a b e ­ llón de las orejas; 4 .“ las muelas del ju ic io , que ap arecen a los 25 o 30 años i suelen fa lta r por com pleto, especialm ente en las


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B e rn a r d in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

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il u s t r a d o

razas civilizadas, en las cuales el a rte culinario ha d ism inui­ do considerablem ente el tra b a jo de los d ien tes; 5.° la epífisis o glándula pineal, apéndice in ú til del cerebro, restos de un tercer

Ó rg a n o s r u d i-

ojo que ten ían los reptiles en la nuca i que se ha m anten id o h asta hoi en el la g a rto Ilalteria punctata de N u ev a Z elanda; 6.° las glándulas m am arias pectorales, que las poseen todos los M a ­ míferos del sexo m asculino; 7.° el cóccix, form ado p or las tres o cu atro v é rte b ra s coxíjeas, q u e son restos de una an tig u a cola;

D

B

A

Fig. 14.— Ciego con su apéndice; A , apéndice vermiforme; B, ciego; C, in­ testino grueso; D, intestino delgado.

i 8." el ciego con su apéndice vermiforme, que no sólo es inútil al organism o h um ano, sino q u e o rijin a enferm edades cuando se depositan en él las pepas de las fru ta s i o tra s su stan cias indijeribles que trag am o s (Fig. 14). Los Sirénidos i los Cetáceos son ó rd en es cuyas especies ofre­ cen sólo un p a r d e estrem id ad es, las aletas pectorales; pero sirénidoa ‘ Ce_ r

tá c e o s

m uestran piezas óseas superfluas en el espesor de la carne, que son los rectos de las estremidades posteriores perdidas i que se presentan en todos los grado s de a tro fia , según las especies. Es curioso o b serv ar qu e en algunos d e estos anim ales, los Cetáceos, hai órganos ru d im en tario s en esta d o fetal. En efecto, RumianteB la B allena tiene a n te s de nacer m an d íb u las p ro v istas de dientes f)ue jam as han d e funcionar. Lo m ism o o cu rre con los em brio(6)


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N A CIO N A L

lies de los R um iantes domésticos, que en sus huesos in term ax ilares ofrecen dientes incisivos cuya salida 110 se verifica nun ca,

C a b a llo

perdiéndose despues del n acim iento del anim al. El Caballo actu a l ofrece ig u alm ente atro fia en sus estrem i°

dades, pues tiene, a d erecha e izquierda del m etacarp o i del m eta ta rso (canon), un estilete óseo o espina, que rep resen tan los dedos laterales desaparecidos. K ivi

Sin salir de la osteolojía co m p arad a, en co n tram o s excelentes ejem plos de órganos ru d im en tario s en las aves cursoras, com o

ofidios

el K iv i d e N ueva Z elanda, que en lugar de alas sólo tiene en su esqueleto rud im en to s de huesos (1); i en los R eptiles Ofidianos, d en tro de cuyo orden los jéneros Boa, P ython i Tortrix se distinguen de los otros por ten er ru d im en to s de eslremidades abdominales, term in ad as por ganchos o espolones córneos a los lados de la cloaca. Deben considerarse p o r esto a tales ofi. dios como descendientes d e los «Saurios», que ten ian c u a tro p atas desarrolladas, pero q u e se aco stu m b ra ro n a servirse del cuerpo entero p ara m overse, d ejan d o las estrem id ad es sin uso. Algunos S aurios presen tan las estrem id ad esen to áo slo s grados de atrofia, co nstitu y en d o los trán sito s sucesivos de los L ag arto s

S a u rio s

a las S erpientes, ta n to por la reducción progresiva de sus p a ta s como por la prolongacion de su cuerpo. Así, las c u a tro estre m i­ dades, siem pre co rtas, están reducidas a m uñones en el E slizón calcidico, de los países de la costa del M ed ite rrá n e o ; faltan las anteriores i quedan reducidas a dos pequeños m uñones las posteriores en el Sheltopusicku Ofisauro de R usia i H u n g ría ; i carecen en absoluto de un as i o tra s la Serpiente de vidrio (A n guis fra-gilis) de E u ro p a, tenida jen eralm en te com o ofidio, cuya apariencia tiene, pero desecándola se ve q u e posee esp ald a, esternón i pélvis, com o las d em as especies de S aurios (Fig. 15). F inalm ente, la p érd id a de las c u atro estrem id ad es se observa

Peces

tam bién en los peces Ciclóstomos o anguiform es (M urena o A nguila babosa, Lam prea); m ién tras que en m uchas especies del órden de los Teleósleos (A guja i Caballito de m ar, P e z (1) - El K ivi encuentra su alim ento en el suelo, donde tam bién tiene su nido, i nunca enemigo alguno lo ha obligado ántes de la llegada de los europeos a volar para escapar. Asi es que nunca ha usado sus alas, i, en consecuencia, han desaparecido.»


B e rn a r d in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

il u s t r a d o

83

¡una) se atro fia n sólo los m iem bros posteriores, o sean las ale­ tas v en trales, qu ed an d o , com o vem os en los S irénidos i C e tá ­ ceos, algunos huesos que p resen tan los restos de las estrem id ad es posteriores p e r­ didas. En la categoría d e los órganos ru d im en ­ tarios hai qu e incluir tam b ié n los ojos que no ven o sin función posible, que poseen m uchos v e rte b ra d o s su b terrá n e o s o h a b i­ ta n tes de las cav ern as, por ejem plo, los To­ po: i Ratones ciegos (S pallax ), serpientes, la­ gartos, b atracio s (P roteus, Cecilia) i ta m ­ bién m uchos anim ales ev erteb rad o s, cuya vida se pasa d eb ajo de la tie rra (Lombrices o Gusanos, etc.). C onviene reco rd ar qu e en el cerebro de los v erteb rad o s e stá la epífisis o glándula pineal, así llam ada por su form a oval p a ­ recida a la del cono de los pinos. Se consi­ dera com o el resto de un tercer ojo de los vertebrados, q ue ten ian estos an im ales p ara m irar hácia a tra s. E n la H atería puntuada (H atteria p u n c ta ta ), lag arto v iv ien te de Nueva Z elanda, la epífisis es un «verdadero ojo , con to d as las p a rtes caracte rístic a s del órgano visual, i com unica con el cere-

¡j

bro por un nervio óptico im p ar.

jj

E n el

em brión del M atuasto (P h y m a tu ra palluma) de n uestro pais, se c o n sta ta la presenda de este «ojo im par» en form a de u n a

^ ■

pequeña hinchazón en m edio d e la cabeza. Las d em as clases del reino anim al rep i­ ten m as o m énos estos m ism os casos de ór- Fig. 15.—Serpiente de . vidrio (Anguis fraganós ru d im en tario s o p rese n ta n o tro s (bagítis): a, omóplato, lancines de D ípteros, cerdas punzantes de la b-c, costillas; d,pélboca de los m ism os D íp tero s i Rincodos, ' 1S' élitros reducidos de Coleópteros, pié atrofiado de Lamelibranquios, concha interna rudim entaria de Gastrópodos, etc).

I n s e c to s i M o­ lu sc o s


84

B O LETIN

O rg a n o s

DEL

MUSEO

NA CIO N A L

r u d im e n t a r io s ú t i l e s .— N o

siem pre puede asegu­

rarse que los órganos ru d im en tario s sean inútiles i aun perjudiciales( apéndice del ciego, asien to de la apendicítis, vell > o pelos rudim entarios, cuyos folículos pilosos d an asilo a los m icrobios, etc.), pues m uchas veces despues de h ab er perdido la propiedad de desem peñar sus funciones norm ales p rim itiv as, se modifican para servir una función especial distinta. P ara convencerse d e la v erd ad del hecho b asta considerar Ó rg a n o s r u d i ­ m e n ta rio s ú tile s

algunas A ves, como el Avestruz, que se sirve de sus alas reduci­ d as como m edio de defensa bien eficaz i de órganos ausiliares de la carrera. T am bién pueden citarse com o ejem plos, algunos R eptiles, como el Boa, cuyas prom inencias con «espolones cloacales» que no se utilizan en la locomocion, sirven en los m achos como órganos ausiliares de la cópula; i la Serpiente de vidrio, que tiene debajo de la piel, a p esar de la falta de las estrem id ad es esteriores, un arm azón óseo de esternón i o m óplato, d estin ad o a protejer. los pulm ones i el corazon. O tro ta n to se observa en los insectos Dípteros i Rincodos, cuyas m andíbulas i m axilas ru d im en taria s se han co n v ertid o en cerdas punzantes p ara d esem p eñ ar un papel fisiolójico nuevo. M a te r ia l c o le c c io n a d o (E sta n te N .° 4) N .° 1. S ilueta de Ballena, con los restos de las estrem id ad es posteriores. N ." 2. C aballo (E quus caballus) a. H ueso canon con los e sti­ letes óseos o espinas, como rep resen tan tes de los dedos la te ra ­ les desaparecidos. N .° 3. Kivi de N ueva Z elanda (A p terix oweni). N .° 4. Boa (Boa occidentalis). a. J . E squeleto. P a rag u ai. b. En alcohol. Brasil. N .° 5. Eslizón calcidico (Chalcides sepoides). a. En alcohol. E uropa. N .° 6. S heltopusick u O fisauro - (O phisaurus apus). a. En alcohol. E uropa m eridional. N .° 7. S erpiente de vidrio (A n g u is fra g ilis). a. E squeleto. A lem ania, b, E n alcohol. Paris. N .° 8. T opo europeo ( Talpa europaea).


B e rn a r d in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

il u s t r a d o

85

N .° 9. P ro teo (Proteus anguittus). N .° 10. F o to g rafía d e H a te ría p u n tu a d a (H atería punctata). N.° 11. M a tu a sto .(P h ym a tu ra pallum a). a. E m brión. En alcohol. C hile, b) A dulto. En alcohol. Chile. N .° 12. A vestruz am erican a (Rhea am ericana). J . A rjentina. N ." 13. P á ja ro niño (Spheniscus humbold.lt). Chile. VI A D A P T A C IO N E S

E S P E C IA L E S CO M O

RESULTADO

D E L A S E L E C C IO N N A T U R A L

V am os a e n u n cia r u n a serie de hechos morfolójicos que d e­ m u estran la eficacia d e la selección n a tu ra l. T ales son el d i­ morfismo sexual, el m im etism o, los colores anunciativos i actitu­ des am enazantes, i la simbiosis. a) D im o r fis m o s e x u a l Se e n tien d e p o r «dim orfism o» la diferencia que ofrecen dos seres de la m ism a especie respecto de partes que no son jenitales, o sea la d ésigualdad e n tre el m acho i la h em b ra en lo que res­ pecta a los llam ados caracteres sexuales secundarios, o p a rtic u ­ la rid ad es esclusivas de uno i o tro sexo que no están ín tim am en te

Fig. 16.— Dimorfismo sexual en el Leon verdadero.


86

D im o rfism o s e ­ x u a l en a n im a ­ le s s u p e rio re s

B O LETIN

DEL M U SEO N A CIO N A L

ligadas a los órganos de la jen erac io n .q u e son los caracteres sexua­ les primarios. El dim orfism o sexual es m ui m anifiesto en ciertos V e rte b ra ­ dos superiores, por ejem plo, en algunos M am íferos A rtiodáctilos, en los C arnívoros i en los P inipedios (Ciervo, Bisonte, Toro, León, Lobo de un pelo o Toruno, e tc .); i en m uchas Aves, como las G allináceas, (Callo, Pavo Real, F aisan), e n tre las cuales las especies que, por escepcion son e stric tam e n te m onógam as (Ga­ llineta o «Gallina de G uinea»), no m u estran diferencia esencial en tre uno i otro sexo. Al con trario , las G allináceas polígam as ofrecen un tipo m acho i o tro hem bra, de d istin to s caracteres secundarios esteriores, tan acen tu ad o s que h a sta el vulgo los distingue con diferen tes nom bres (Gallo i Gallina, etc.)

D im o rfism o en a n im a le s in fe ­ r io r e s

(Fig. 16). E n num érosos anim ales inferiores se observa tam b ién un dim orfism o sexual b a sta n te pronunciado, especialm ente en los Insectos (M adre de la culebra, Ciervo volante, Gusano de luz, con hem bra de form a larv aria, M ariposa naranjada, cuya ? es blanca i negra i m as pequeña) ; en los Crustáceos i en el tipo de los Ver­ mes». Sobre todo en algunos Crustáceos copépodos del gru p o de los que tienen los órganos bucales en form a de tro m p a o pico i viven com o p arásito s en los p e­ ces, su

dim orfism o

es enorm e;

pues en ellos los m achos, librés i m ui pequeños, son los únicos que presen tan el aspecto d e C opépo­ dos, al paso que las h em bras, despues de fijarse en su m esonero, se trasform an en un ser im posible de , . clasificar como crustáceo si no se

Fig. 1 / .— Lerncea branguiatis (5;

conocieran sus larvas (Chondracanthus gibossus i Lerncea branchialis) (Fig. 17). Lo mismo ocurre con un V erm e A nélido de la sección de los Gefíreos, la Bonellia viridis del M ed iterrán eo (conjénere de nuestra P inuca), cuyos m achos, su m am en te pequeños i sin tubo dijestivo, viven en gran núm ero en una sola h em b ra, g ra n ­ d e i con intestino, com o si se tr a ta r a de p arásito s de ella.


B e rn a r d in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

il u s t r a d o

87

E ste dim orfism o sexual, q u e le caracteriza en prim er térm ino la diferencia de tam añ o , con v e n ta ja del de la hem bra, como sucede, por ejem plo, con los C ru stáceo s i V erm es p arásito s ci­ tados, se esplica fácilm ente p o r las a d ap ta cio n es que resu ltan de la s e le c c ió n n a tu r a l o r d in a r ia , pues los dos sexos tienen diferentes necesidades. Así, la hem bra, que produce los huevos, mucho m ayores q ue los esp erm atozoides i q ue a veces contienen los em briones desarrollados, tien e que ser, por regla jeneral, mas grande q u e el m acho, com o o cu rre en m uchos anim ales in ­ feriores. 1. L u ch a d ir e c ta .— a) P a ra esplicar el oríjen de los c a ra ctè ­ res sexuales secundarios en los V erteb rad o s superiores, debe to ­ m arse en considerado!} qu e dichos ca ra c tères son m as ac e n tu a ­ dos c u an to m as las especies resp ectiv as se inclinan a la poliga-

A n i m a l e s Poi¡ gam os

mía. En estos anim ales polígam os, los m achos que- nacen en núm ero ±

igual al de h em b ras, necesitan lu ch ar e n tre sí p ara

lograr la posesion de m uch as d e ellas. E n tre los v erteb rad o s que libran san g rien to s co m b ate s con estfe fin, pueden citarse el Toro doméstico, el Ciervo, el Bisonte, el Jabalí, el León, el Lobo

Mamíferos

marino o Toruno i v arias especies de M onos; to d a s las aves G a ­ llináceas, con escepcion de la G allin eta, i ciertas Z ancudas, como el Chaja a rje n tin o (« C h au n a ch av aría» ), d e n om bre indíjena onom atopéyico, i el Combatiente

europeo (Machetes pug-

nax), llam ado así por su n a tu ra l b atalla d o i i cuyo m acho lle­ va el cuello a d o rn ad o de un collar de largas p lu m as que le sir­ ven de arm a defensiva. En fin, la co stu m b re de re ñ ir p or la c o n q u ista de las hem bras se en cu en tra aun en los Peces. U na especie de Salm ón nos p re­ senta un ejem plo ad m irab le. E n la época nupcial,

que es cuando

aparecen en el m acho caractères sexuales secundarios, consis­ tiendo éstos en m odificaciones n o tab les en el cam bio de coloracion,— la h e m b ta, acosad a por la necesidad del desove, ab an dona el m a r i rem o n ta im p etu o sam en te los rios, seguido de un m acho a d u lto i de num erosos jóvenes del m ism o sexo. Aquel vi jila a su com pañera i si se acerca o tro ind iv id u o a d u lto de su mismo sexo i especie, bien p ro n to com ienza la pelea e n tre ám bos

m achos, acom etién d cse con

ím p etu i riñendo h asta

que se ag o tan sus fuerzas. M ié n tra s ta n to , los m achos jóvenes

p»«»


88

B O LETIN DEL M U SEO N A C IO N A L

excitan con su presencia a la h em b ra p ara que verifique la p u esta de los huevos, acto q u e va seguido de la fecundación de los m is­ mos por interm ed io del agua am b ien te. C om o se ve, esta es una lucha p or la v id a q u e p roduce u n a selección * n a tu ra l especial, llam ada por D ar v v in s e x u a l,

s e le c c ió n

la que tiende a d o ta r al sexo m asculino d e m ay o r ro ­

bustez m uscular i de arm as ofensivas (a ite í del Ciervo, colmillos Armas ofensi- ¿e¡ Jabalí, espolones del Gallo, m andíbulas superiores del Ciervo v a s i d e fe n s iv a s

_

.

volante) o defensivas (melena del León i del Lobo m arino, papada del Toro, collar de plum a del Gallo i Combatiente). De esta m a ­ nera, los m achos que triu n fan son los únicos que se re p ro d u ­ cen, i sus caracteres útiles p ara la pelea, trasm itid o s a sus d es­ cendientes, acaban

A n im ale s m onógam os

por a c e n tu a r m as i m as

el dim orfism o

sexual de los anim ales polígamos. b) C uando la selección sexual se desarrolla en los anim ales moliógamos, las especies suelen ser viajeras, com o o cu rre en m uchas aves, au n q u e sus em igraciones periódicas i que de o rd i­ nario corresponden a los cam bios de las estaciones sean c o rtas, como se ve en el Picaflor dimórfico de J u a n Fernández i en n u m e­ rosas especies de n u estra av ifau n a co n tin e n tal, que viven a l­ te rn ativ am en te en las llanuras i en las a ltu ra s cordilleranas. Según D a r w ix , entonces la selección sexual o b ra com o si-

A v e s e m ig ra n -

tes

gue: en tre las Aves emigrantes, p or ejem plo, vése siem pre lleg ar an ticip ad am en te a los m achos al pais d onde tiene lu g ar la re­ producción; así pueden d isp u tarse las prim eras h em b ras que llegan. Del mismo m odo, e n tre los Insectos los prim eros in d i­ viduos salidos de la ninfa en estad o de im ago son je n eralm en te

in s e c to s

los m achos. P or o tra p arte, las h em b ras m as vigorosas, m as fuertes, están en condiciones de reproducirse á n te s q u e las o tra s, i como los m achos se las d isp u tan , los vencedores, m as fu ertes o m ejor arm ados, se ju n ta rá n a las p rim eras h em bras, las m ejo­ res. A las siguientes, m as débiles, les co rresp o n d erán los m achos vencidos; su descendencia será, pues, m énos num erosa i peor d o ta d a que la de las prim eras p arejas. A quí en co n tram o s todo cu an to es necesario— concluye D a r w i n — p a ra q u e en el curso de las jeneraciones sucesivas au m en te, y a la talla, y a la fuerza i el valor de los m achos, o se perfeccionen sus a rm a s ofensivas o defensivas.»


B e rn a r d in o Q u ija d a B

2.

— catá lo go

89

il u s t r a d o

L u ch a in d ir e c ta .— A p a rte d e esta lucha d ire c ta , existe en

la selección sexual u na lu c h a in d ir e c ta , cuyo resu ltad o no de. .

11

i

i

A

e

cide, com o en aq u ella, la m ay o r o m enor ro b u stez orgam ca,

L u c h a in d ire c ta

sino ciertas cu alidades especiales del m acho, tales como la her­ mosura i la g allard a presencia, el canto i el baile. Kn estos casos

Fig. 18i.— Dimorfismo sexual en el Ave del Paraíso.

es la hem bra la q ue elije lib rem en te, prefiriendo el m acho m ejor adornado, m as arm onioso en el c a n to , etc. * o) Herm osura.— P o r ejem plo, e n tre las A ves se ve que en la m ayoría de las G allináceas ( h a isa n , Pavo real i común, Co­ dorniz), i P ajarillo s (Loica, Picaflor de J u a n Fernández, A ve del Hcmg¡¡un¡ Paraíso), el m acho se d istin g u e p o r su m agnífico p lum aje . e a iia rd a P re los apéndices carnosos o penachos plum osos de su cab e z a i las largas plum as d e su eleg an te cola, q u e alg u n as lev an tan i e s­ tienden en abanico p ara h acer la «rueda . como suele decirle


90

B O L E T IN D E L M U SEO NACIO N A L

(Fig. 18). A la inversa, las hem bras, que incu b an los huevos al aire libre, tienen un vestido m as m odesto i las plu m as del dorso son de un tin te que se confunde con el m edio c ircu n d an te, p ara disim ular su presencia i librarse de la persecución de sus en e­ migos (E jem plo de coloracion p ro tecto ra). Según D a r w i n , tales m edios de seducción de los m achos se han ido adquiriendo len tam en te, g racias a su riv alid ad p ara a g rad ar a las hem bras en los lugares d onde ésta s pueden elejir a su antojo. Supone, pues, en ellas ciertas preferencias, a tr ib u ­ yéndoles gustos estéticos p or lo bello i lo nuevo, i p a ra a p o y ar esta opinion cita como ejem plo a ese estrao rd in ario pajarillo del in te rio rd e A ustralia, el Clamidorero manchado (C hlam ydorera Clamidorero

1 1 1

1

manchado m a c u la ta ), cuyo m acho apénas difiere de la h em b ra i no p resen ta o rnam entos o caractères de hijo, i entonces p a ra a tr a e r a é sta, construye el llam ado por G o u l d «albergue de recreo». L a p a rte esterior de esta habitació n la hace con ram as secas, cu b iertas graciosam ente de largos tallos herbáceos, form ando com o una bóveda; i la gracia de tan curiosa construcción se co m p leta por los adornos que presen ta, ta n to a d e n tro como afu era, i que co n ­ sisten en plum as de aves de b rillan tes colores, conchas, huesos, piedras p in ta d a s i o tro s objeto s sem ejantes, q u e am o n to n a p rin ­ cipalm ente por d elan te de la e n tra d a (Fig. 19). C om o el C la­ m idorero anida en la espesura de los m ato rra les, cerca d e se­ m ejan te albergue, D a r w in afirm a que éste no es nido sino corte de amor, p u n to de reunión d onde van m uchos individuos de am bos sexos p ara d iv ertirse con mil juegos i a p a rearse en la época de la reproducción. E s curioso, por lo dem as, el m odo cóm o se hace la elección de los m achos por las hem bras en m uchas aves polígam as salp a v o real

vajes, como en el Pavo real de la In d ia O riental, que en la época de los am ores reúne sus pavos en grupos de 30 o 40 p a ra que en presencia de num erosas pavas desplieguen todos sus p rim o ­ res, h asta que éstas escojan a los com pañeros que m as les a g ra ­ dan. Un ejem plo análogo en que los m achos pro cu ran e n a m o ra r a

Ave dei paraíso las hem bras por sus a c titu d e s i sus adornos, tenem os en el A ve del paraíso. E n esta especie existe la co stu m b re de reunirse 12 ó m as m achos sobre la copa de un árbol alto p a ra a jita r sus


B e rn a r d in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

il u s t r a d o

91

alas, en san ch ar su cola i erijir los penachos laterales de plum as elegantísim as, produ cien d o— dice W allacf .— la ilusión de que el árbol e stá lleno de p lum as oscilantes. C om o en el P av o real, las hem bras acu d en a tra íd a s hácia el m acho que m as les gusta. b) Canto.— O tro ta n to sucede con el c a n t o , pues sabido es que en m uchos P ajarillos se e n ta b la un v erdadero torneo m u-

Fig. 19.— Clam idorero m anchado (cT i 2 en su corte de am or).

sical e n tre los m achos q u e luchan p a siv am en te por la posesion de las hem bras, las cuales, e n tre m edio de sus co rtejan tes, dan preferencia al m ejor can to r, b ajo la influencia de un sentim iento del a rte m u sic a l. D a r w in o p in a q u e los trin o s d e las a v e s c a n to ra s tie n e n su

oríjen en esta rivalidad, que n u estro s cazadores de oficio o d i­ versión saben esp lo tar, colocando en una ja u la de to rno a un distinguido c a n to r p ara que provoque, por m edio de sus m elo­ diosos cantos, la com peten cia sexual e n tre los m achos libres de su especie: a tra id o s así por el com pañero cau tiv o , se acerca en ­ tonando sus m ejores can to s h a sta que pisan la tram p a. La m ism a esplicacion d a a los ruidos m usicales que producen algunos insectos, com o la Chicharra, con dos especies de tam bores ab d o m in ales; i la Langosta, que fro ta s u s élitro s c o n tra las p atas posteriores com o se hiere un violin con el arco.

canto


92

Boiie

B O L E T IN D E L M U S E O N A C IO N A L

c) B a ile.— P or fin, p ara dedicar alg u n as p alab ras, a la riv a ­ lidad que acostum b ra n algunos anim ales por el b a i l e , harem os constar que en este a rte se distinguen tam b ién las aves, espe­ cialm ente las Zancudas, las Gallináceas i los Pajarillos. E n tre las curiosísim as escenas d e esta n atu rale za de que son testigos los bosques i selvas vírjenes de la A m érica tropical,

Fig. 20.— Gallo de roca (Bailarín d*)

puede citarse la observada por los n a tu ra lista s en una especie Galio de roca llam ada Gallo de roca o Rupícola anaranjado (R upicola crocea). Los bailarines m achos se reúnen p ara d a n z a r sobre u n a roca plana em boscada, h a sta llegar al p u n to de caer rendidos, en cuyo caso las hem bras, que desde los árboles próxim os o bser­ van el espectáculo, van en busca de los que de esa m an era tan estrañ a han sabido seducirlas. (Fig. 20). Vése, pues, que la com petencia de los m achos que realizan herm osas ostentaciones de am or o ejecu tan danzas e stia ñ a s. es com parable a un concurso en el que las h em bras hacen las v e ­ ces de m iem bros del ju rad o , en tregándose ellas m ism as com o prem io. L a s e le c c ió n

3. Tal es la teoría de la s e l e c c i ó n s e x u a l , creada por D a r w i x

sexual i weís- com o un a u silia r in d isp e n sa b le p a ra e sp lic a r el fe n ó m e n o del «dim orfism o sexual >. C o n tra ella se h a n fo rm u la d o n o p o c as


B e rn a r d in o Q u ija d a

c r ític a s ; i W

e is m a n n

B.— c a t á l o g o

il u s t r a d o

93

la ha m odificado en p arte, restrinjiendo

el c a m p o de aplicación de la selección sexual. Así. indica que las a rm a s defensivas i ofensivas de los m achos en cu en tran su e sp licacio n en el proceso o rd in ario de la selección n atu ra l. A de­ m as, n ie g a a

las h em b ras la facu ltad de elección consciente,

g u ia d a s p o r sen tim ien to s estético s i supone que ciertas manifes,

,

.

.

taciones d e la excitación sexual en los m achos influyen en el

W eism ann

sexo opuesto, pro vo cando en éste la producción de una exci­ tación análoga. P o r últim o, cree W e i s m a n n que los caractères secundarios q ue se p resen tan prim ero en los m achos, pueden trasm itirse d espues a las hem bras, co n stitu y en d o así caractères d istintivos de u na especie «nueva». E n este sentido la selección sexual resu lta un facto r trasfo rm ad o r de m ucho m as valor del que le a trib u y ó

D a r w in .

R ecientem ente se ha en unciado o tra teoría p ara esplicar e) m ecanism o d e la form ación de los caractères secundarios en los anim ales superiores, a sab er: la de la secreción intérim de los órganos jenitales, a espensas de un as g lán d u las o células lla m a -cilulas int' rsticiales

das intersticiales, cuyo p ro d u cto o b ra sobre todo el organism o i d eterm ina diferencias profu n d ísim a^ en los individuos de uno i otro sexo, d an d o lu g ar al «dim orfism o sexual», i al «trim orfismo

si se tienen en cu e n ta las m odificaciones que en los m a­

chos i h em bras o rijina la castración: toro, vaca i buei; gallo, ga­ llina i capón. Ya desde tiem pos an tig u o s se sab ia que la castración trae

Castracion

consigo la alteració n o desaparición co m pleta de los caractères secundarios cuando se p ractica en el anim al joven. El m acho castrado tiende a parecerse a la h em b ra i ésta a aquel. En el capón, por ejemplo,- por efecto d e aquella m utilación, se reducen considerablem ente la «cresta» i las «barbillas» encendidas de su cabeza i las «estacas

d e sus p a ta s, a la vez q u e sufre la

larinje una paralización en su desarrollo, que pone áfono al ca­ pón ; pero éste conserva el collar d e plu m as de su cuello i el m ag­ nífico p lum aje de su cola; lo que p ru eb a q u e tales caractères secundarios p riv ativ o s del gallo, se d esarrollan sin la cooperacion de la secreción in te rn a , cuya acción seria aq u í incom pleta. E m er y fué el p rim er n a tu ra lista q u e ad m itió la secreción in­ te rn a d e los ó rg a n o s jen itales, a la cual a trib u y ó el desarrollo

capón


94

B O L E T IN

DEL

MUSEO

N A C IO N A L

d e los c a ra c tè re s se c u n d a rio s. P o s te rio rm e n te , B o u in i A n c e l , e s p e rim e n ta n d o en Ciervos m ac h o s, v iero n q u e la e s tirp a c io n c ie r v o s c a s tr a - ç]e

|os te s tíc u lo s en e d a d te m p r a n a h a c e q u e las a s ta s

110

apa­

re z c a n ; i en el a d u lto o c asio n a la cesación d el c re c im ie n to d e e sto s a p é n d ic e s fro n ta le s , c u y o s p ito n e s no siguen a u m e n ta n d o en n ú m e ro ; i d e las m ú ltip le s o b se rv a c io n e s h e c h a s so b re e s te a s u n to en o tro s a n im a le s i en el h o m b re , se d e s p re n d e q u e , en e fecto , los ó rg a n o s je n ita le s e stá n e n c a rg a d o s d e p ro d u c ir u n a secreción in te rn a q u e d e te rm in a los c a r a c te re s s e c u n d a rio s i h a s ta el in s tin to sexual d e los a n im a le s su p e rio res.

En cuan to a los A rtrópodos i o tro s anim ales inferiores, se han acum ulado los num erosos esperim entos hechos con dife­ ren tes especies de insectos, p rin cip alm en te m ariposas, i de ellos se ha deducido que sus caracteres sexuales secundarios son de oríjen pu ram en te «som ático». • Las secreciones in tern as testiculares i del ovario en estas esHermafrodítis- p ecjes, parece no existen ; pues, a m as de no in te rv e n ir en el m o g la n d u la r

lateral

desarrollo de sus caractères sexuales secundarios, no se presentan en ellas fenóm enos consecutivos a la castració n , i los casos de

H®-mafroditismo g lan d u lar lateral» son rela tiv a m e n te m ui

frecuentes en los Insectos L epidópteros i en los C ru stáceo s D e­ cápodos (L angosta d e Ju a n F ernández) M a te r ia l c o le c c io n a d o (E sta n te N .° 11 i C a ja 4) N .° 1. T rece ejem plos de A ves chilenas i e stra n je ra s con dim orfism o sexual : a b. Gallo (Gallus jerrugineus)

9. Chile. Ja rd in Zoolójico.

c d. Faisan (P hasianus colchicus).

Ç. C áucaso.

e f. Pavo real (Pavo cristatus).

Ç. Jar.din Zoolójico, 1912.

g II. Loica (Leisles superciliaris).

g. C hile, 1912.

j k. T rile (Agelœus thilius) 3" $• S an tiag o , 1912. I m. Picaflor de Ju a n F ern án d ez (E uslephanus fernandensis). n o. Picaflor com ún (E uslephanus galeritus) <3* Ç S an tiag o . p q. A ve del paraíso (Paradisea m inor) ¿ Ç. .N u ev a Z elanda. r s. T etra o de cola ahorq u illad a ( Tetrao tetrix). t u. Gallo de roca (Rupicola crocea). v w. C haja argentino (Chauna chavaría), x z. C o m batiente europeo (Machetes pugnax).


B e rn a r d in o Q u ija d a

B.— c a t á l o g o

il u s t r a d o

91

z a . C a rp in tero (C am pophilus m agellanicus) <j>. V illarica. b' c'. C ague ( Chloephaga liybrida) 5 . Chiloé. N .° 2 . D iesisiete ejem plos de Insectos chilenos con dim or­ fism o sexu a l: a b . C iervo v o la n te g ran d e (Chiasognatlnts g ra n ti). C hile a u s­ tral. c d. C iervo v o lan te chico (Chiasognathus im pubis). Chile a u s­ tral. e f. M ad re de la culebra (Acanthinodera cum ingi). C hile a u s­ tral. g h. C oleóptero d e la lum a ( Cheloderus childreni). C hile a u stral. j k. C apris torulosa. C hile a u stra l. / m. G usano d e luz (Cladodes ater) C hile a u stra l. n o . G usano de luz (Lucidota n ig rip en n is). C hile a u stral. p q. A ttacus rubrescens. C hile. r s. C uncuna (Ormiscodes cinnam om ea). C hile cen tral. tu . Catocephala rufosignata. C hile central. vw . Orgyia antiqua. V aldivia. x y. Colias rutilans. C hile cen tral. z b '. K akerlac castanea. C hile. c 'd '. M oscardon (B om bus chilensis). Chile. e’ / '. F hynnus dim idialus. C hile. g’ i'. H orm iga ( Formica nigriventris). Chile. j ' V. A beja (A p is m ellifica). C hile. b) M i m e t is m o Lo m ism o que el dim orfism o sexual, es tam bién u n a conse­ cuencia de la selección n a tu ra l el fenóm eno del 'm inuetism o». Así se llam a la «sem ejanza que p re se n ta un an im al, en color o

M im e ti s m o en jeneral

forma, con los o b jeto s n a tu ra le s esteriores q u e le rodean, o con o tra especie anim al d o ta d a d e alg u n a cualidad v e n ta jo sa p a ra su defensa.

,

1 .— El caso m as.jen eral i sencillo de m im etism o es el c o lo ­ rid o p r o t e c t o r , q u e consiste en u n a im itación en color con el medio circ u n d a n te o a d y ac e n te . E ste color im itad o o m im èti­ co, que sirve p ara o c u lta r al ser de la v ista de sus enem igos o de su presa, se llam a color sim pático. E ste p uede ser, pues, defensivo (lechuga polar) i agresivo (oso blanco, chilla, etc.).

/


96

C ol or ido pr o ' tector

B O L E T IN D E L M U S E O N A C IO N A L

H ai grandes estensiones de tierra h a b ita d a s p or anim ales cuya presencia es difícil d istin g u ir por la casi id en tid ad de co­ lor de su cu b ierta con el del terreno o de los o b jeto s extraños que los rodean. E n tre estos dom inios de colores sim páticos jenerales fig u ra n : 1.° Las rejiones circumpolares, en que p red o m in an los seres de color blanco que los hace confundirse con la nieve, com o el Oso polar en tre los m am íferos, i el P inzón, la Lechuza i el A guila e n tre las aves polares te rrestres. 2." Los desiertos arenosos que, d esp ro v isto s d e to d a vejetacion, tienen un color am arillo-flavo, im itad o con asom brosa ex actitu d por sus h a b ita n te s p a ra co n fu n d irse con la a re n a , tal como se ve en el León, el Zorro, el Chacal, el Camello, el A n tí­ lope. la Gallina de esas rejiones desérticas, las Culebras i las Lagartijas. 3." Los bosques tropicales siempre verdes, que tienen como color sim pático el tin te de su follaje i d an asilo a un sinnúm ero de P ajarillos, R eptiles, como la Iguana, i A nfibios, como la R ana arbórica de c u b ie rta co m p letam en te v erd e; lo m ism o que a m illares de Insectos d e este color o de un café oscuro, sem ejan te en estrem o a la corteza de los árboles. L as selvas chilenas ofrecen las p ro p ied ad es de los bosques tropicales siem pre verdes. 4.° L a superficie del océano, con el «planckton> i num erosos anim ales m acroscópicos pelajianos, que son azulados o com ple­ ta m e n te trasp are n te s como el agua. E stos anim ales incoloros perténecen a casi todos los tip o s: Protozoos, C elen terad o s (A calejos o medusas, Sifonóforos, Tenóforos o Faroles de m ar), V erm es (A lciope, Sagitta), M oluscos (Pterópodos i C arinarías), P ro to v erteb rad o s (Salpas), V erteb rad o s inferiores o Peces del grupo de los H elm intidos, cuyo cuerpo es ta n tra sp a re n te que se pueden leer a su tra v és los ca ractéres de un libro; i ad em as un gran núm ero de larvas de las m as d iferen tes especies — Siguiendo el estudio de la selección de los colores sim p á­ ticos, notarem os que los anim ales que revo lo tean en d erre d o r de las flores m atizad as de d iversos colores, com o los «Picaflores» i las M ariposas diurnas, se parecen a ellas en su coloracion, i qu e las especies propensas al q uietism o o que no v a ría n de


B e rn a r d in o Q u ija d a B.—c a t á l o

g o

97

il u s t k a d o

localidad tienen, p o r lo jen eral, un color com puesto de m atices som bríos. Un grupo biolójico de especies con coloracion p ro tecto ra de esta ú ltim a clase, es el de las A ves acuáticas pantanosas, que tienen un color jeneral gris p ard o , com o el de las hojas secas 1 1

i

•• v

c

.

..

Av e s a c u át i ca s

de las p la n ta s em erjidas, i ofrecen en sus alas i cuerpo, listas pantanosas m as oscuras, qu e las hacen p arecerse m as au n a los tallos de los junquillos i o tro s v ejetales que (Garza am arilla). ■

crecen en los p a n tan o s

Del m ism o m odo, los M am íferos i Aves nocturnos i crepus- Mamíferos i . . . . . i * i i i i a v e s n o c tu r n o s cútanos, tienen su pelaje o p lu m aje de colores apagados, de i crepúsculorios

modo que no se d istin g u en en la oscuridad de la noche (M u r­ ciélago, Lechuza, G allina ciega, etc.)Curiosos ejem plos d e esta clase de sem ejanza p ro te c to ra por el color m atizad o , ofrecen el Jaguar, de pelaje con m anchas oscuras en form a de ro setas irregulares q u e rem edan la som bra del follaje; i el Tigre índico, cu y as listas oscuras trasversales

J a g u a r , Ti Kre

de su cu b ierta, que im itan las so m b ras de las cañas de Indias, lo oculta rpui bien en los cañ av erales, d onde siem pre vive. Pero el caso m as ad m irab le en esta clase de organism os miméticos es el Lenguado, pez que im ita con to d a propiedad la

Lenguado

arena del fondo del m a r con su color jeneral i m an ch as finas de diferente colorido. Lo mism o que los m am íferos, av es i peces que no cam bian de sitio, alg u n as veces las o ru g as de las m arip o sas ofrecen un perfeccionamiento en su colorido protector, p resen tan d o en su cubierta estrías o m an ch a s q u e im itan las so m b ras de las ram as i hojas. C onviene sab er despues q u e esta selección d e los colores sim páticos no sólo se refiere a las form as a d u lta s, sino tam bién a las larvas i huevos, com o se ve, p o r ejem plo, en no pocas Larv“ s' hue‘ Aves e Insectos. E n aq u ellas e n co n tram o s d e o rd in ario huevos verdes, casi nunca blancos cuan d o están descu b ierto s, como son los de las av es acu á tic a s de las rejiones frias i los d e la es­ pecies q ue los o cu ltan en nidos colocados en p a rtes inaccesi­ bles. En cam bio, en las av e s q u e los ponen en el suelo ofrecen colores sim páticos (huevos d e color ch ocolate de la Perdiz chi­ lena).


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B O L E T IN

DEL

M USEO

N A C IO N A L

2.— M as im p o rta n te q u e la an alo jía q u e p resen ta el color de m uchas especies con el del p u n to de su residencia, es el m im e­ tism o que se refiere a la sem ejanza de los anim ales con la

ma

for­

de algunos de los objeto s que Ies rodean».

E jem plos de esta clase de m im etism o se en cu en tran e n tre los insectos

A rtrópodos», sobre todo en los Insectos, algunos de los c u a ­ les pueden a d a p ta r m ui bien la form a de su cuerpo al asp ecto de todos los órganos de los v ejetales en que suelen v ivir, a escepcion de la raiz i el fruto.

Hoja ambu-

Así, en el orden de los Ortópteros en co n tram os la I l o ja am bulante de la In d ia (< P hyllium siccifolium »), especie que se designa con estos nom bres porque parece un facsímil de

hoja

seca», m o stran d o su n erv a d u ra i au n las m an ch as que p ro v ie­ nen de la destrucción de la lám ina p o r un hongo i p u n to s id é n ­ ticos a las perforaciones pro d u cid as p or los gusanos e insectos, lo que es m ui com ún en las p lan tas. L as hojas tam b ién pueden ser copiadas en su figura i color Mar¡posa-hoja Po r ciertos Lepidópteros, como la M ariposa-hoja o Calima (< K allim a ¡ñachis»), del Asia O ccidental, que en su posición d e repo ­ so, p resen ta tod a la ap arien cia de un filom a m u erto (Fig. 8), porque la cara inferior de sus alas, estrem a d a m en te d esarro lla­ das con relación al cuerpo, im itan con asom brosa fidelidad a las hojas secas de ciertos árb o les; la cara superior de las alas de dicha m ariposa es h erm osam ente coloreada, pero ésta escap a a sus perseguidores volando con gran velocidad. O tro

ta n to se

ve en una mariposa de Bolivia («C oenophlebia arch id o n a» ), que finje todos los detalles de las hojas secas, e n tre las cuales v ive, m ostrando h a sta el pecíolo, form ado p o r las estrem id ad es de las dos alas anteriores. En estrem o in teresa n te es, tam b ién , b ajo este p u n to de v ista , P a lo te

la especie del 'p rim er órden n om brado, llam ada Palote o Cabailo del diablo (B acteria sp a tu la ta ), m ui com ún en el n o rte de la R epública. E s ta n parecido a una «ram a seca, que se hace m ui difícil descubrirlo cuando se halla ad h erid o a las p a rte s viejas i desnudas de las p la n ta s leñosas; c o n trib u y e a ocu ltarlo la circunstancia de que el insecto se m ueve m ui poco. S u s la r ­ vas presen tan el mism o fenóm eno i son v erd es; i ta n to éstas como el im ago rep resen tan un bocado m ui ap etecid o p o r las aves insectívoras, a causa de su considerable tam año.


B e rn a rd in o

Q u ija d a

B .—

catálogo

il u s t r a d o

99

R a i, a s im is m o , a lg u n o s Coleópteros, Criptopentámeros d e la fa m ilia d e los « C u rc u lió n id o s» q u e v iv e n so b re la «corteza» d e los á rb o le s i p r o c u ra n im ita r la , p a ra c o n fu n d irse con ella, m o s tra n d o su s p ro m in e n c ia s i a u n los liq ú e n e s i m u sg o s q u e crecen e n la su p e rfic ie d e la m ism a . S irv a d e e je m p lo i p ru e b a la e sp ecie m a d a g a s c a rie n s e d e n o m in a d a L ith in u s nigrocrista...

. .

tus, qu e se p a re c e a u n a v a rilla c u b ie r ta d e liq u en .

Lithinus ni g ro c r is t a t

No faltan tam poco especies hexápodas con to d a la sem ejan ­ za de las espinas i púas de las p la n ta s, com o ciertos Rincodos, por ejem plo, q ue se confunden con estos órganos ap en d icu lares de la rosa (Fig. 21). H ai tam b ién m u ch as orugas q u e tienen apéndices en form a de aguijón. F in alm en te, existe en la In d ia una espe­ cie de L an g o sta carn ív o ra , d escrita

por

W a l l a c e con

el nom bre de H ym enopus bicornis, qu e sabe to m a r un raro parecido ,

„ J

,

/r ,. v a

con la flor roja de una O rq u id acea ( H e . 1

^

22 ).

Fig. 21.— Rincodo que . , , se confunde con las púas de la rosa.

O tros casos curiosos de sem ejanza p ro tecto ra encontram os en ciertos Insectos i Arácnidos, que im itan p erfectam en te el color i el asp ecto de los «escrem entos de ave» d epuestos sobre la hoja de los árboles. Son hábiles im itad o res de deyecciones de p ájaro s un a polilla de E u ro p a o N in fa de los bosques ( E u th i- basqueéA°azanotia g ra ta ) i la A ra ñ a de Forbes (O rn ith o scato id es decipiens) "" dc 1'orbts de la Isla de J a v a (Fig. 23). Por últim o, algunos peces ofrecen tam b ién un m im etism o de form a im itan d o e x actam e n te a las algas en m edio de las cuales v iven, lo que les p e rm ite hacerse invisibles i escapar así de sus enem igos. S ea un ejem plo el Peje-tiras (p h y llo p teryx eques), de las co stas de A u stra lia , con el cuerpo en form a de un tra p o d esp edazado, g racias a los m uchos apéndices cu ­ táneos de q u e está p ro v isto (Fig. 24). 3. — M i m e t i s m o v e r d a d e r o . — P ero los casos m as curiosos e

in teresan tes d e m im etism o son aquellos en que un anim al ino­ fensivo se parece a otro que se halla mejor defendido por ser da­ ñino o repulsivo. a) En los A rtró p o d o s nos ofrece la Sierra (C allisphyris ves- sierra i Avispa


100

B O L E T IN

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pa) un ejem plo notable de im itación e n tre insectos de d iferen tes órdenes. E sta especie chilena es un ( oleóptcro q u e ha copiado A v isp a

con adm irable propiedad a la A visp a , to m an d o el asp ecto este-

Fig. 22.— Insectos que imitan flores: Arriba la $ del Deroplatus sanuaca, abajo i a la izquierda, Hymenopus bicornis; abajo i a la derecha, Deroplatus trúncala.

rior i h a sta el m odo de vo lar de este H im en ó p tero q u e está defendido por un aguijón abdo m in al; en efecto, sus élitro s son rudim entarios, de m an era que aparecen afu era las alas p o ste­ riores m em branosas, ¡.éstas están esten d id as i no plegadas como en las o tra s especies del orden.

-


B e rn a r d in o Q u ija d a B .— c a t á l o g o

il u s t r a d o

101

Fig. 23.— Araña de Forbes (Ornithoscatoiik-s decipiens).

C onviene n o ta r en seguida q u e tam b ién hai D ípteros i, lo que es m as curioso, Lepidópteros, q u e to m an el color i la form a de los H im enópteros venenosos o A culeados. E sto sucede, por

Fig. 24.—P eje-tiras (PhyllopUryx eques).

ejem plo, con el B raquícero chileno conocido con el nom bre de Tábano (P an g o n ia ru fo -au rea), el cual se asem eja m ucho a nuestro M oscardon; i con la M arip o sa, igualm en te o rijinaria

T4bano


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MAbej’a”

B O L E T IN

bEL

M USEO

N A C IO N A L

Chilei llam ada M ariposa-Abeja o de capullo (T h an o to p sy ch e chilensis), que presen ta un pasm oso parecido con la «Abeja» en el m atiz i en la configuración de sus alas, sin escam adura. b) O tros anim ales que frecu en tem en te se ven rem edados, son aquellos que se hallan p ro tejid o s c o n tra los a ta q u e s de las aves i otros anim ales insectívoros p o r una secreción am a rille n ta de un olor fétido i nauseabundo. El ejem plo m as estrao rd in ario de esta clase nos lo da el orden de los Lepidópteros, con la fam i-

Heiicónidos ' ' a c' e 'os Tlelicónidos. E stas m ariposas de Sud A m érica tr o ­ pical, con colores m ui vivos i que vuelan len ta i p e sad am en te sin ser m olestadas por ser de gusto re p u g n a n te , son copiadas en p in tu ra , con ad m irab le ex actitu d , p or o tra s m ariposas de la fam ilia cosm opolita de los Piéridos, m ui conocidos en to d o e* m undo por sus c aracterísticas alas de color blanco, b o rd ad as de negro. Es curioso que no siem pre los dos sexos to m an p a rte en el progreso del m im etism o i entónces llega a producirse un «d i­ m orfism o sexual» bien acen tu ad o , com o se ve p or ejem plo, en papiiío merops ' a m ariposa llam ada P a p ilio merops. En estos casos, sólo la hem bra aparece defendida por el m im etism o, hecho que se esplica si se tom a en consideración la m ay o r im p o rtan cia del sexo fem enino en la conservación de la especie, pues com o e stá a cargo de la cria, debe ev ita r a to d a co sta los enemigos. O tro hecho singular, en ap arien cia enigm ático, es q u e las especies de m ariposas igu alm en te p ro tejid as p o r la secreción rep u g n an te se im itan e n tre s í ; como, por ejem plo, diversos Iíe licónidos. El biólogo alem an M u l l e r lo esplica de la m an era m as sencilla, con sólo fijarse que las av es insectívoras no saben de an tem an o cuáles son las especies de b uen o m al g u sto ; de m odo que si las m ariposas hediondas ofrecieran asp ecto s m ui diferentes e n tre sí, sus perseguidores te n d ria n que p ro b a r a cad a una de ellas p ara conocerlas i h a b ria así un núm ero m ui g ran d e de víctim as. E s claro que esto no sucede a los in d iv id u o s que se im itan unos a otros, po rq u e entónces b a sta al p á ja ro in se c tí­ voro una sola p ru eb a p a ra c o n sta ta r su sab o r d esag rad ab le, arrojándolos léjos de sí i no volviendo a a ta c a r a ninguno que se les parezca. Anillo de miT al es el raro fenóm eno del anillo de m im etism o, en v irtu d m «ti c m n


B e rn a r d in o Q u ija d a B .— c a t á l o

g o

ilu s tra d o

103

del cu al se ve qu e en las rejiones de un c o n tin e n te las espe ies p ro te jid a s c o n tra las aves insectívoras p o r el gusto rep u g n a n te de su cuerpo adiposo, se im itan recíp ro cam en te p a ra re p a r­ tirse el núm ero de v íctim as (H elicónidos, D an aid o s i A craidos). V ertebrados m im e ti s m o verdadero

Si p asam os a co nsid erar los V erteb rad o s, en co n tram o s tam - =on bien curiosos ejem plos de m im etism o v erd ad ero en diferentes Reptiles, A ves i M am íferos e n tre sí. Así.

las

Serpientes

venenosas su d am eric an as

del

jénero

E laps. con anillos en q ue a lte rn a n cap rich o sam en te los colores n egro, am arillo i carm in , son copiadas en sus e stra v a g a n te s

R e p tile s

m atices, p o r culeb ras del jén ero Erythrolam pus, de cu alid ad es inofensivas, consiguiendo así in tim id a r a sus perseguidores. Del m ism o m odo, se conoce u n a especie d e M irlo a u s tra lia ­

Aves

no, qu e en vez de ten er color am arillo típico d e sus p arien tes ofrece el p lu m aje negro de u n a ave belicosa. F in alm en te, el n a tu ra lis ta W a l l a c e observó en la Isla d e J a v a u n a especie de M arta, m am ífero del órden d e los c a rn í­ voros qu e im ita el color, la form a i especialm ente la a c titu d d e la A rdilla, roedor de réjim en frujívoro, p a ra e n g añ ar a su d es­ c u id ad a v íctim a. M a te r ia l c o le c c io n a d o (E sta n te N .° 10 i C ajas 6 i 7) X.

1. V erteb rad o s blancos d e las rejiones circu m p o lares: a Oso p o lar ( Ursus m arítim as). (G ran salón cen tral). b L echuza p o lar (Strix nyctea). cT J-

X.

2.

V e rteb rad o s verd es de los bosques tropicales: a C horoi (Ilenicognathus leptorhynehus). b Ig u an a (Iguana tuberculata). En alcohol. P erú. c R an a v erde (.H yla arbórea). En alcohol. Paris. d R an a v erd e de C hile (H yla antarctica). E n alcohol-

V aldivia. N ." 3. A n im a le s tr a s p a r e n te s o a z u la d o s c o m o el a g u a d el m a r. a (Beroe m ata). En alcohol. M ed iterrán eo . N .u 4 G arza am arilla chica (Ardetta involucris). C hile. X ." 5. J a g u a r (Felis onca). A m érica M eridional. (G ran salón ce n tra l). X ." 6. T ig re real (Felis tigris) S ib eria. (G ran salón cen tral)X ." 7. L enguado (Paralichtys K in g ii). C hile.

M a m ífe ro s


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B O L E T IN

DEL

M USEO

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N ." 8. P erdiz chilena (Notoprocta perdicaria). a .— ¿ H u e v o s de color chocolate. N ." 9. T rece ejem plos de m ariposas e stra n je ra s con colores simpáticos que im itan cáscaras con liqúenes o musgos, a Ophideras salam inia. Assam . 1902. b Opthalmodes pulsaría. Assam . 1902. c E phos pardicelata. Assam . 1902. d M axales coelataria. Assam . 1902. e Opthalmodes herbideria. Assam . 1902. /

Thysania agrippina. Rio Janeiro.

g A m blychia angeronaria. Assam 1902 h M edasina creataria. Assam 1902. i

Calpe ophideroides. 1902.

j E phos hym enaria. Assam . 1902. k Opthalmodes infusaría. Assam . 1902. I Ilerochroma muscicoloraria. Assam . 1902. II Ilerochroma viridaria. A ssam . 1902. N ." 10. Cinco o rtó p tero s que im itan hojas verdes i ram itas i un coleóptero que im ita un liquen: a A crid iu m sp. A m érica tro p ical., b Chaeradolis laticollis. C ayena. c d Bacteria spatulata. Chile. e Bacteria spee. C hile centra!. / Steirodon citrifolium . C ayena. g_ L ith in u s nigrocristatus. M adagascar. N." 11. C u atro m ariposas que im itan hojas verdes o secas, a b Ilebomoia glaucippt. A sam m . 1902. c d Doleschallia polibeta. Assam . 1902. / g K allim a inachis. Assam . 1902. h j K allim a wardi. 1902. N .° 1 2 . Siete ejem plos de m ariposas im itadas por otras espe­ cies, según Fed. M uller. a -c Euploca binota, im itad a por E lym n ia leucocyma cT i D yctis patna. Assam. d e Euploca linn ei

im itad a p or E lym n ia lencocyma ?.

/ g P apilio bhilenor, im itad a p or L im en itis ursula. C a li­ fornia. h i D anais plexippus, C alifornia.

im itad a

p or L im en itis d isip p u s.


B e rn a r d in o Q u ija d a B . —

catá lo go

105

il u s t r a d o

j k. H u m a laniris, im ita d a p o r P a p ilio ascolias. B ogotá. / II. M elinaea m essatis, im itad a por Ilelico n iu s ism enius. B ogotá. m n. Lycorea atergatis, im ita d a p o r E uides dynastes. B o g o tá. N .° 13. T res ejem plos de m ariposas con m im etism o verdadero, según Fed. M u lle '. a -h . D anais melanoides, im ita d a p o r las 7. especies d if e r e n ­ te s q u e s ig u e n : P a p ilio epycides, P a p ilio macareus, O rinoma dam aris, H estina ñam a, M etaporia agalhou, Cyclosia p apilionaria i Nepheronia goea. Asia. i j . D anais linneaci, im ita d a p o r P a p ilio dissim ilis. Bombay. k l. D anais sepientri'onalis, im itad a por P apilio megarus. A ssam . 1902. N " 14. T res ejem plos de m ariposas con m im etism o verdadero, en los cuales sólo la h em b ra im ita. a-c. D anais

genulia,

im ita d a

por

E ly m n ia s

undalaris.

A ssam . 1902. d -f. D anais chrysippus, im itad a por H yp olim nas m isippusA ssam . 1902. g -i. E uploea core, im ita d a por H yp olim nas bolina. Assam. 1902. c) C o lo res a n u n c ia t iv o s i a c titu d e s so r p r e n d e n te s i a te r r a d o r a s V ivo c o n tra ste con los casos de sem ejanza p ro tecto ra en los anim ales, form an o tra s ad ap ta cio n es en que las especies d o ta d a s de m edios d e defensa eficaz,— y a sea p or sus arm as, su olor fétido o su gusto rep u g n an te,— m u estran los llam ados c o lo r e s

Colores anunciativos

a n u n c ia t iv o s , que léjos de o cu lta r al organism o,

sirven p a ra qu e éste logre ser visto a gran distancia. C urioso ejem plo de esta especie de intim idación que hace que el anim al sea ev itad o p or sus enem igos, ofrece el Chingue chinf “n'0 thi' chileno (M ep h itis chilensis), carn ív o ro no ctu rn o de olor pene­ tra n te , por el líquido que secretan dos glán d u las situ a d as cerca del ano, i con pelaje caracterizad o p o r dos fajas lonjitu d inales b lancas en el dorso, visibles en la noche desde léjos.

4

Fs tam b ién el caso de las m ariposas H elicónidas, de colores 1^5ljrc'|’°¡sdaass


106

B O L E T IN

DEL

M USEO

N A C IO N A L

m ui vivos i caprichosos i que vuelan tra n q u ila m e n te sin ser a tac ad as a causa de su gusto rep u g n an te. — D ignos de estudio son ig u alm ente aquellos an im ales inca'V reñ d en * te* o r i

a terradoras

paces de hacer el m enor d añ o p o r sí m ism o i que, sin em bargo . . « , se defienden de sus enem igos to m an d o a c t it u d e s so r p r e n ­ d e n te s i a terra d o r a s. A este grupo de anim ales que ofrecen un asp ecto terrorífico cuando se les hostiga, pertenece el rep til a u stra lia n o llam ado Lagarto de gola o Sanrio con'clám ide ( C hlam ydosannts kingi)

Fig. 24.— Lagarto de gola (Cham ydosaurus Kingi): postura am enazante.

por la gruesa m em b ran a en form a de ancho collar q u e rodea su cuello, como esa especie de cap a c o rta que u sab an los roLagarto degoiamanos. C uando se ve agredido el « L agarto de gola» encoje su cuerpo como un g ato furioso, despliega su collar i, «em pinán­ dose sobre las estrem idades posteriores,

ab re

d esm esu ra d a ­

m ente la boca i d eja ver dos filas de larguísim os i afilados d ien ­ tes, que jam as m uerden a n adie; i si con tales am en azas no consigue a h u y e n ta r a su enem igo, lucha a la d esesp erad a, a rro ­ jándose sobre él i descargando vigorosos golpes con su esca­ m osa cola», única arm a d e defensa que posee i de la que se sirve a m odo de látigo (Fig. 2 4 ).’ ü i a b l o del

monte

Cosa parecida ocurre con el Diablo del monte (Moloch horridus), o tra especie inofensiva de lag arto au stra lia n o , con el cuerpo cubierto co m p letam en te de tub ércu lo s espinosos i la


B e rn a r d in o Q u ija d a B . —

c a tá lo g o

ilu s tra d o

107

cabeza a rm a d a de afilados cuernos, i que puede to m ar la a p a ­ riencia de un feroz i esp an tab le anim al dañino. A nim ales de aspecto fan tástico i repulsivo se en cu en tran p rin cip alm en te en la clase de los Insectos, sobre todo en las orugas de las m ariposas tropicales. E jem plo tenem os en la o ru ­ g a del lepidóptero africano Citheronia regalis, que, aun q u e inofensiva, la a c titu d que to m a h a hecho creer a los indíjenas d el co n tin en te negro qu e es m as d añ in a que la S erp ien te C a s­ cabel i le llam an el Diablo cornudo. T odos estos son casos de ficciones e im p o stu ras in stin tiv a s i c o n stitu y en u n a a d ap ta ció n a d q u irid a en la lucha p or la vida. M a t e r i a l c o le c c io n a d o (E sta n te N .° 5 i C a ja 8). N .° 1 . N .° 2. N .° 3.

C hingue chileno (M ephitis chilensis). B asilisco' (P hrynosom a co rn u tu m ). E n alcohol. E stad o s U nidos. Ocho ejem plos de m ariposas con colores a n u n c ia t vos ( W arning colours).

a.

Ilypercom pa plagíala. Assam . 1902.

b.

Arctoa caja L . A lem ania.

c.

D anais sp. Brasil. Zygaena peucedani. A lem ania.

d. e. f. ah.

S yntom is phegea L . A lem ania. P ap ilio paris. Assam . 1902. P apilio podalirius L . A lem ania. P apilio machaon L . A lem ania. d) S im b io s is

F enóm enos de a d ap ta ció n m u tu a son los que se com prenden b ajo el nom bre de sim biosis o asociación, en beneficio recíproco, d e dos seres distintos. E jem plo de «simbiósis» e n tre anim ales chilenos, tenem os en un a especie de Jaiva q u e v ive en C oquim bo, la «H epatus chilensis», i la A nem one de m ar Mamada Antholoba rehculata, s i m b ü s i s

en tr= a n i.i a le s

q u e se fija sobre el dorso de aquella p a ra ser tra sp o rta d a a lu­ gares en que en cu en tra alim ento. En cam bio, la Ja iv a halla alguna v e n ta ja en la presencia de la A ném one, quien la defien­ d e con sus cápsulas u rtic a n te s c o n tra el a ta q u e de o tro s anim a-


108

B O L E T IN

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N A C IO N A L

les carnívoros. O tro ejem plo de v erd ad era sim biósis o com ple­ ta igualdad de derecho d e esta clase, es el Paguro con la A d a m sia (Fig. 25). A quel erm itañ o h a b ita , com o todos los paguros, en un caracol, de cuya a b e rtu ra sale sólo con sus p a ta s i pinzas. E ncim a del caracol se fija la actin ia (A dam sia) que rodea con su cuerpo la boca de éste. Un caso n o tab le de «simbiósis vejetal» nos

S i m b i ó s is ei plantas

ofrecen los L iqúenes >, séres

com puestos

de

una alga v erd e inferior, en carg ad a de descom ­ p o n er el a n h id rid o fcarbónico atm osférico, con un hongo ascom icete o basidiom icete, que con una p a rte d e sus hifas absorbe el agua i las sales m inerales i con la o tra p a rte d e su m ice­ lio rodea a los gonidios; pro tén jelo s así c o n tra Ftg. K .- S i m b ü H s de Pagurus stnatus con ,a sequedad del medio Adamsia rondelletti (M editerráneo).

en que viven i d o n d e su vida como especie au tó n o m a seria p asajera. C om o relaciones sim bióticas e n tre anim ales i vejetales- , ci­ tarem os las de algunos C elenterados i Protozoos, com o la dra viridis», la

H y-

E uglena viridis • i el S te n to r p o ly m o rp h u s» ,

que viven en sim biósis con algas verdes d e los jéneros >Zooxanthella» i Z oochlvella». E sta s aparecen com o g ran o s d e clorofilo S i m b i ó s is en< t r e animales i plantas

incluidos en el cuerpo anim al p or h a b e r reducido estra o rd in ariam en te su organism o, perdiendo, adem as, su facu ltad rep ro ­ d u cto ra. D ichas algas unicelulares se a lim en tan del C O ; eniendrado en las células anim ales i exhalan O, q u e a su vez es de gran im p crtan cia p ara el an im a l; form an tam b ién alm idón i o tros hidrocarburos, cuyo exceso beneficia com o su sta n c ia ali­ m enticia el anim al. Vése, pues, que aq u í se realiza en pequeño la circulación etern a de las su stan cias e n tre el reino an im al i vejetal.


B e rn a r d in o Q u ija d a B .— c a t á l o g o

il u s t r a d o

109

M a te r ia l c o le c c io n a d o (E sta n te N .° 6) N." 1 .

S im biósis de J a iv a chilena (Ilep a tu s chilensis) con

N .° 2.

Sim biósis de P ag u ro (P agurus striatus) con A ctinia (A dam sia rondelletti).

A ném one de m ar (Antholoba reticulata).

VII O R ÍJE N

DE LAS

A C C IO N E S P S ÍQ U IC A S M E D IA N T E L A S E L E C C IO N N A T U R A L

1.

A c c io n e s p s íq u ic a s .— Se distin g u en tres clases de accio­

nes psíquicas en el reino an im a l: las reflejas, las instintivas i las conscientes. a)

L as a c c io n e s r e fle ja s son sim ples m ovim ientos, siem ­

pre v en tajo so s, que se e jec u tan

sin la in tervención de la

v o lu n ta d , p o rq u e se suceden in m ed ia ta m e n te a la excitación

A c c io n e s r e ­ flejas

p rovo cad o ra i ésta no alcan za a llegar al cerebro p ara a d v e rtir­ le i que a su vez produzca la co rrien te que ha de d a r lu g ar al m ovim iento v o lu n tario . C om o se sabe, es la m édula espinal el «órgano cen tral de la reflexion , es decir, de los «m ovim ientos in v o lu n tario s , q ue se producen por la irritació n de los nervios se n so rio s; com o, por ejem plo, el acto de «cerrar los ojos» al a cercarse un peligro, e t c .: el estornudo que sigue a algunas ex citaciones de la m ucosa p itu ita ria ; i la tos p ro v o cad a p o r la in tro d u cció n d e un cuerpo e strañ o en el órgano vocal (Fig. 26). Los acto s reflejos se conservan tam b ién d u ra n te el sueño— en cuyo estad o no tenem os conciencia de no so tro s ni de nada p o rq u e el cerebro e stá in activ o ,— i a ellos se deben los m ovi­ m ientos defensivos i los cam bios de posicion del cuerpo en la cam a cuando hai una causa m ecánica, u n a p ica d u ra de pulga, p o r ejem plo, i sin q u e el individuo despierte. C om o se ve, las acciones reflejas que a c ad a m om ento se v e­ rifican en el organism o hum ano, tienden a a le ja r los peligros ¡ son m ui útiles. D ichas acciones deben h a b er sido a d q u irid as p or la selección n a tu ra l en la lucha p o r la vida, conservándose m ejor los individuos m as sensibles a esos fenóm enos psíquicos. b) L as a c c io n e s in s t in t iv a s se distin g u en

de

las llam a-

Acciones in s­ ti n t iv a s


lio

B O L E T IN

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N A C IO N A L

das conscientes, p or consistir en u n a ten d en cia o im pulsión n a ­ tu ral que inclina a eje c u ta r ciertos actos, cuyas com binaciones no d eterm in a la v o lu n tad ni la in telijen cia i de los cuales no se prevé el resultad o ni la u tilid ad , i que, sin em bargo, co rrespon­ den al fin ex actam en te; com o la que induce al recien nacido a m am ar del pecho de la m adre, sin que se le h ay a enseñado. División de los

E stas acciones in stin tiv a s— que pueden dividirse en tres g ra n ­ des categorías, según se relacionen con la conservación del in ­ dividuo, con la conservación de la especie, o bien se basen en el .

4H ncuro.i *1 'j«niiliu npinul

rtlmlarhut pni atnliniiiilod/lr nnünt» nt,lrn„n fn lo n n n rln n n prolfiptaunáurto

l.u rlt ilr I ii inñtilla r\¡iinuI

Fig. 26.— Esquema de! arco reflejo (según G allardo).

grado o valor psíquico de los im pulsos instintivos ( 1 ),— han q u e ­ rido esplicarse como efectos de la costumbre h ered a d a ; pero no es así, porque hai a cto s de e sta clase que se e je c u ta n una sola vez en la vida. La A vispa-albañil de C hile (Odynerus hum eralis) ncs p re ­ sen ta un ejem plo mui ad ecu ad o p a ra d a r idea ex a cta de lo que es e sta categoría de in stin to s. D icho h im enóptero se llam a a

vis} a -c ib a n i

• ■bañil porque co n stru y e u n a especie de nido con b a rro (tierra volada), dividido en v arias c ám a ra s; en cad a una de éstas d e ­ p osita un huevo, ju n to con el cuerpo de una a ra ñ a o de c u a l­ quier oruga que p rev iam en te an estesia con su aguijón, i des(1) Según su «grado* o

valor p s íq u i c o lo s impulsos instintivos pueden

ser de sensación*, de -percepción» y de

¡deas», ya sea para alim entarse

o defenderse (instintos de «conservación del individuo*), o para la unión de los dos sexos i cuidar la cría (instintos de «conservación de la especie*).


B e rn a r d in o Q u ija d a B . —

catá lo go

il u s t r a d o

111

tin ados a a lim e n ta r las larv a s q u e han de n acer; en seguida m uere. E sta s la rv a s que se com en la v íctim a, una vez co n v ertid as en im agos, rom pen el nido i salen p a ra c o n stru ir o tro s iguales al de la m adre, i en d onde las hem b ras ponen sus huevos, tenien­ do el m ism o cuidado de colocar al lado de c ad a uno de ellos un depósito de m a te ria s alim en ticias de oríjen anim al, p re p a ra ­ do del m odo dicho. L a A v isp a albañil no ve entonces jam as su projenie i 110 pue-

Av¡ sP a-a ib a ñ ¡i

de te n e r n in g u n a nocion ad q u irid a de lo que sucederá a sus h u ev o s; de m odo q u e ningún razo n am ien to la guía en e sta ac­ ción i debe o b ra r por fuerza sin

reflexión, siendo su in stin to

el qu e le enseña a hacer lo que conviene p a ra lograr el fin que d eb eria proponerse. V’é se , pues, que en este caso hai un en cad en am ien to de ac ­ ciones in s tin tiv a s de gran d ísim a com plicación i con stitu y en e v id en tem en te u n a ad ap ta c ió n ad q u irid a en la lucha por la ex istencia p a ra guiarse en el curso dé la v ida. c)

M as curiosas son las a c c io n e s c o n s c ie n te s

o r a c io ­

n a le s , que los fisiólogos designan con el nom bre de ‘m ovim ien­ tos voluntarios» porque dependen p or com pleto de la volicion, Ac%°eñtes°"s" cesando e n te ra m e n te desde que se in terru m p en las funciones cerebrales. P ro b ab lem en te estas acciones provienen de las in stin tiv as, pues los m ovim ientos v o lu n ta rio s ofrecen gran sem ejanza con los qu e dependen del in stin to v erdadero. A dem as, debem os o b serv ar que hab la en favo r de e sta hipótesis el hecho de que m uchas veces los acto s v o lu n ta rio s se trasfo rm an en in v o lu n ta ­ rios; no hai lím ite fijo en-tre ellos, de modo que en estos casos es difícil d e te rm in a r la n a tu ra le z a de un acto. E jem plo tenem os en el p ia n ista q u e e je c u ta u n a pieza miéntra s h a b la con u n a p erso n a; en los m ovim ientos que hacem os al escribir, al d a r cu erd a al reloj, e tc .: son m ovim ientos que e jec u tam o s sin que la v o lu n ta d in terv en g a p a ra coordinarlos o p a ra producirlos, i en ocasiones h asta sin que tengam os con­ ciencia de lo q ue hacem os; sólo q u e la disposición p a rtic u la r de q u e el fenóm eno dep en d e ha sido ad q u irid a p o r largos es­ fuerzos de aten ció n i v o lu n tad .


IIO L E T IN

112

DEL

M USEO

N A C IO N A L

2. V ariab ilid a d i d e sa r r o llo g r a d u a l d e lo s in s t in t o s . — Los

instintos verd ad ero s de los anim ales son el resu ltad o

de la selección n atu ra l ; pues no fa lta en ellos la v a ria b ilid a d q ue hace posible su m odificación p or el a rte de la cría a rtifi­ cial, i en la n a tu ra le za se en cu e n tra n los grados m as diversos en el desarrollo de cad a facu ltad in stin tiv a . El loro de las m ontañas de los colonos o K ea (Néstor notabilis) de los indíjenas de N u ev a Z elandia, nos ofrece un no­ table caso de la variación en el in stin to p a ra a lim en tarse. En Montañas5 aclue' Pa ' s se c r' an estos loros en los Alpes del S u r i hace m as o m enos un siglo se m an ten ian sólo de los p a rá sito s q u e se albergan en el pelaje de los m am íferos indíjenas. M as ta rd e , cuando los europeos in tro d u jero n anim ales dom ésticos, p rin ci­ palm ente carneros, los K eas com enzaron a frecuentarlos p ara buscar sus ectoparásito s, i poco a poco, no satisfechos con e sta clase de alim ento, se aco stu m b ra ro n a picarlos en el lomo, h a s­ ta que hoi se m an tien en esclusivam ente con la carn e de a q u e­ llos rum iantes, que asaltan reunidos en gran núm ero, d ev o rán ­ dolos vivos. El d esa rro llo g r a d u a l

de

lo s in s t in t o s , m ed ia n te

la

selección n a tu ral, se puede v er m ui bien en alg u n as aves. Por ejem plo, hai en N o rte A m érica un p ajarillo de la fam ilia de los Guarda-vacas Ictéridos,

el

Cow-bird de

los y an q u is o guarda-vacas (1)

( Molothrus pecoris), que, com o el Cuclillo de E u ro p a, no cons­ tru y e nido i está d o tad o del sin g u lar in stin to de p o n er sus h u e­ vos de a uno en los nidos de o tra s aves insectívoras, p a ra que éstas los incuben i prodiguen despues sus cuidados a los h iju e­ los ju n to con los suyos; i, hecho estrao rd in ario , sus huevos p re­ sen tan casi el mism o color i las m ism as p in ta s que los de las especies que se encargan de em pollarlos (Eig. 27). A hora bien, este pajarillo ictérido tiene en S u d A m érica es­ pecies afines, del mismo jénero »M olothrus», en las cuales se

(1) Se llama as! por la costum bre que tiene de a co m p añ ara las vacas, escoltándolas todo el tiem po, de m anera que a medida que el rum iante avanza pastando, el *Cow-bird* avanza tam bién. A veces el G uarda-vacas se posa sobre el lomo de estos anim ales para comer los parásitos que allí se fijan.


1

B e rn a r d in o Q u ija d a B . —

c a tá lo g o

ilu s tra d o

113

e n cu en tra el mismo in stin to , pero en m enor grado, Así el to r ­ d o a r je n t in o (M olothrus bonariensis), que es una de las es,

pecies p arien tes,— no ra ra en C hile d u ra n te el v eran o ,— cons-

T o r d o arje n tino

tru y e a veces un nido, pero grosero, in ap ro p iad o a las circu n s­ tan cias en las cuales han de v iv ir sus hijuelos i en sitios mui

Fig. 27.—G uarda-vacas o Cow-bird de los yanquis

accesibles a sus num erosos enemigos. En o tras ocasiones, d i­ cho, T ordo prefiere que un a m adre e stra ñ a le incube sus huevos; pero en lugar de poner sólo uno de éstos en c ad a nido ajeno, com o lo hace el «G uarda-vacas", im p ru d en tem en te d eposita m uchos de ellos (15 a 20) en los nidos de las «Tencas» o «D iu­ cas», con lo que e sp a n ta a la nodriza o é sta no es capaz de ali­ m e n ta r a toda la pollada. O tra especie, en fin, el to r d o d e la c ié n a g a (M olothrus. Tordo de]a badius), tam bién de la A rjen tin a, P arag u ai i Bolivia, d isp u ta c,en*E* la posesion de nidos ajenos, qué ocupa despues de sacar los huevos i los p a ja rito s que contienen, p a ra dedicarse él mismo a la incubación i cria de sus hijuelos. 3.

L os in s t in t o s c o m o fa c to r c o a d y u v a n te d el m im e ­

t is m o .— H ai casos de m im etism o que tienen su oríjen en el in stin to de los anim ales i consisten en que éstos saben d isfra ­ zarse. Así, hai en Chiloé i en Ju a n F ern án d ez una especie de ja iv a -a r a ñ a (E urypodius sp.) de form a trian g u la r, que vive jaiva-araña e n tre algas verdes i se o cu ltan , perm itien d o que éstas crezcan en to d a la superficie de su cuerpo i au n las co rtan cu id ad o sa­ m ente con sus pinzas p a ra colocarlas en seguida sobre su ve­ lludo cefalotórax i-estrem id ad es. (8 )


B O L E T IN D E L M U S E O N A C IO N A L

114

E stos anim ales m arinos tan n o tab les se llam an A n im ale s e n ­ m a s c a ra d o s

d os,

en m asca ra­

i su curiosa co stu m b re puede con sid erarse com o un m i­

m etism o verd ad ero que los favorece en la lucha p o r la v id a ; pues apénas son vistos p or sus enem igos, p or lo q u e pueden conservarse i reproducirse con m as facilidad que sus sem e­ ja n te s sin m áscara. E s'c u rio so o b serv ar que en o tro s casos de m im etism o de color i form a, p o r ejem plo en la M ariposa-hoja o Calima i en la M ariposa boliviana Coenosphlebia archidona, estos lep id ó p ­ teros van a posarse sólo en las p la n ta s con h o jas se m ejan tes a sus alas; lo que p ru eb a que los anim ales saben u tiliz ar sus adaptaciones p ro tecto ras, guiados p o r sus in stin to s de co n ser­ vación de la especie. M a teria l c o le c c io n a d o (E sta n te N .° 10) Ñ .° 1.

A vispa alb añ il (Odynerus hum eralis).

N .° 2 .

Loro de las m o n ta ñ a s (Néstor sp). N u ev a Z elandia.

N .° 3. N .° 4. N .° 5.

Cuclillo de E u ro p a (Cuculus canorus). G u arda-v acas o C ow -birds (M olothrus pecoris). T ordo arje n tin o (M olothrus bonariensis).

N .u 6.

T ordo de la ciénaga (M olothrus badius).

N .° 7.

Ja iv a en m ascarad a (E urypodius sp.) En alcohol. Ju a n F ernández. X

P A R A L E L IS M O E N T R E

L A O N T O J E N I A I L A F IL O J E N I A (H A E C K E L )

El estudio del desarrollo in d ividual de los anim ales, o sea la o ntojenia de ellos, nos enseña los dos siguientes principios fu n ­ dam entales: P r in c ip io s onto je n é tic o s

1.“ Cuanto mas cercana es la afinidad sistem ática de dos es­ pecies, durante tanto mas tiempo se parecen entre sí en su desa­ rrollo. Según este principio, si se co m p ara el desarrollo fetal de un Perro, por ejem plo, con el de un Zorro, que p erten ecen a la m is­ m a fa m ilia i jénero del órden de los C arnívoros, se n o ta q u e es

F a m ilia i jén e ro

posible d istin g u ir e n tre sí los em briones de-dichos anim ales so-


B e rn a r d in o Q u ija d a B.— c a t á l o

la m en te poco á n te s de su n acim iento.

g o

ilu s tra d o

115

I cuan d o se p aran g o n a

la evolucion co m pleta del feto de uno de esto s C arn ív o ro s con Ordenes

el de o tro M am ífero cu alq u iera, el Mo?io, p or ejem plo, se ve que las diferencias se a cen tú an m ucho m as tem p ran o , p o r referirnos en este caso a especies p erten ecien tes a órdenes distintos. A vanzando en seguida un g rad o m as a d ela n te, esto es, co­ te ja n d o el desarrollo em brio n ario del m ism o Perro con el de una G allina, o un a Trucha que, cóm o es sabido, rep resen tan o tra s cuses clases de V ertebrado^ (A ves i Peces), se observ a que las sem e­ ja n za s sólo se n o tan en los prim eros e stad o s del desenvolvi­ m iento. F in alm en te, si la com paración que acab am o s de d iseñ ar to ­ m ando p o r base el Perro, la estab leciéram o s e n tre el feto de esta especie del Tipo de los Vertebrados i el de una form a per- Tipos feneciente a otro T ipo anim al, p or ejem plo, los Vermes o los Moluscos, h allaríam o s qu e las sem ejanzas son casi nulas, pues se percibe tan sólo cie rta s tijeras a n alo jías en el p rim er período ev o lu tiv o de la vida. 2.° Los estados del desarrollo por los cuales pasa sucesiva­ mente un ser, se parecen grandemente a los estados perfectos

O

definitivos de otros seres que en la serie de los anim ales o plantas ocupan lugares inferiores. P a ra servirnos del ejem plo precitad o , direm os que si se p e r­ siguen las fases del desarrollo in d iv id u al del Perro, se ve a su cuerpo a fe c ta r g rad u alm en te la e stru c tu ra i disposición propias de los Protozoos, Celenterados, Vermes, Proto-vertebrádos, i de los Peces, A nfibios, Reptiles i M am íferos, p o r m as que sem e­ ja n te estudio o n to jen ético aplicado a un an im al de desarrollo d irecto , sea su m am en te difícil p o r su straerse a la observación d irecta. P or esto, p a ra la m as fácil com prensión de los resultados de la em briolojía, es m ejor to m a r en c u e n ta los A nfibios A nuros, (R anas), que p o r su m etam orfósis i p or la facilidad de exam i­ narlos, se les elije con el m ism o fin p or diversos au to res. Como ¿e sabe, esto s anim ales em piezan su m etam orfósis p or un estado q ue coincide con el tipo de los Peces en form a, e stru c tu ra o rg á ­ nica i m odo de locom ocion, i que com o renacuajo p resen tan una cola, com o los Urodelos, i pasan en seguida p or u n a fas en que

to je n é ti c o s


116

B O L E T IN D E L M U S E O N A C IO N A L

m uestran b ran q u ias e stern as, com o los Perenibranquios (Proteus i Siren), p ara reco rrer despues un esta d o en q u e se pierden estos órganos resp irato rio s esteriores, pareciéndose e n to n ce s a los Salam andrinos (Salam andra i T riton). T odos estos hechos relativ o s a la 'se m e ja n z a e x isten te e n tre los em briones» de los diversos séres, sem ejanza q u e es m ucho m ay o r que la que los organism os tienen e n tre sí, se esplican sólo adm itiendo que el

em brión rep resen ta la form a del a n te ­

pasado com ún a varios g rupos de an im ales : las variaciones que producen su diferenciación aparecen en un m om ento re la­ tiv am en te tard ío de la vida em b rio n aria, i se hered an de m anera que reaparecen pró x im am en te en la m ism a edad. La lei b io je n é tic a i s u s a p lic a c io n e s .— V aliéndose de es­ tos dos grandes principios,— rig u ro sam en te establecidos d es­ pues de m uchas i mui asid u as investigaciones,— los n a tu ra lista s M

uller

i H a e c k e l han form ulado la m as c a p ital de las leyes

jen erales de la ev o lu c io n : la «lei biojenética» o « p rin c ip io fu n d a ­ m ental del desarrollo»— según el cual to d o ser en su desarrollo individual, recorre la m ism a serie de estad o s tran sito rio s p o r los cuales ha pasado la especie; es decir, que tal evolucion d e s­ cribe ráp id am en te i a g ran d es rasgos to d as las form as que han tenido los an tep a sa d o s del individuo, a p a rtir desde las m as recónditas edades. P or esto ha podido decirse que la Ontojenia es una reproducción abreviada de la Filojenia. Aplicaciones La lei biojenética es una de las concepciones m as v a sta s, pues, anét¡cá°ie saltan d o los lím ites en que fué e n jen d rad a, e n c u e n tra en las d em as ciencias aplicaciones variadísim as, i en cie rta s ra m as de n u estro s conocim ientos su triu n fo es com pleto. El valor p a ra la zoolojía consiste en que, con su a y u d a se e n cu en tra la jenealojía de todo el reino an im al i m ed ia n te ella se puede a v erig u a r fácilm ente la afin id ad sistem ática de un ser cu y a clasificación ofrece dificultades. E n tre los anim ales que han podido clasificarse p o r el e stu d io de su o n to jen ia, e stá n los cru stáceo s Cirrópodos o C irripedios (Picos de n u e stra s costas) i los Copépodos parásitos sobre los peces (Chondracanthus i Lernoea). En to d as estas especies, el anim al cuando llega al estad o a d u lto p ierde h a sta los c a ra c tè ­ res de verdadero A rtrópodo, de modo que no se p o d ría encon-


B c rn a r d in o Q u ija d a B.— c a t á l o

g o

ilu s tra d o

117

tr a r su posicion sistem ática en el reino an im al, si no se cono­ cieran sus trasform aciones i estad o s an terio res. T a n to en los C irrópodos com o en los C opépodos, el em brión com ienza por p re se n ta r la form a de N a u p liu s, que es la la rv a c aracterística de los C ru stáceo s; i en los p ará sito s del últim o órden nom brado, la hem b ra llega a la form a p rim itiv a de Cyclops, se fija sobre los peces i com ienza la serie de cam bios regresivos que los trasform a en un ser casi im posible de clasificar como C ru stáceo (Fig. 17). La lei biojenética se aplica mas bien a los órganos que al reino Aplicación de a n im a l entero, a) Un ejem plo d em o stra tiv o en co n tram o s en el tic a a . . . n0S* aparato sensitivo de los anim ales, cuyo estu d io en la serie a n i­ m al, p erm ite seguir paso a paso su perfeccionam iento. Se e n ­

io s ó r Ea-

c u e n tra n así dos tipos bien d iferen tes de sistema nervioso central: 1 .“ el tipo nervioso disem inado, en los anim ales inferiores, como los C elenterados, m uchos E quin o d erm o s i G usanos sin cav id ad v e n tra l (« P latielm in to s» ), en los cuales los elem entos nerviosos se h allan esparcidos en los tejid o s que form an p a rte de la p ie l; i 2.a el tipo nervioso emancipado, en los anim ales superiores, como los V erteb rad o s, en los que los cen tro s nerviosos, encéfalo i m édula espinal, están situ ad o s p ro fu n d am en te en el in terio r del cuerpo. C o m p aran d o este desarrollo con el o n to jen ético de un v e rte - Sistema ner. b rad o cu alq u iera, nos en co n tram o s que en el em brión el siste'’loso m a nervioso se form a en el lado dorsal del cuerpo, en la línea m edia i a espensas del ectoderma que se invajina, teniendo, por co nsiguiente, un oríjen epitelial e sten io .

Al principio es una

sim ple ra n u ra d orsal i lo n jitu d in a l o gotera i despues un tubo medular, de cu y a p a rte a b u lta d a nace el encéfalo i de la p arte cilindrica, la médula, i que poco a poco se va profundizando h a sta que ad q u iere su ind ependencia (Fig. 28). La an ato m ía c o m p arad a i la o n to jen ia dan , pues, los m ism os grad o s de desa­ rrollo del a p a ra to sensitivo. Si co n tin u am o s exam inan d o el sistem a nervioso c e reb ro -esp i­ nal de los V erteb rad o s, se ve que los hemisferios cerebrales de un m am ífero su p erio r son sucesivam ente sem ejan tes a los de un pez, de un anfibio, de un rep til i de una ave. P or últim o, es in te re sa n te n o ta r que los neurones son ta n to m as com plicados c u a n to m as elevados son los anim ales de que


118

B O L E T IN

D E L M U S E O N A C IO N A L

fo rm a n p a rte i reproducen en su d esarrollo los c a ra c te re s de los

elem entos nerviosos de o tro s séres que en la escala zoolójica ocupan lugares inferiores. Así, en los prim ero s e sta d o s del p e­ ríodo em brionario de un m am ífero, el n eu ro n es sencillo, sin prolongaciones, como en los g usanos i o tro s an im ales inferiores.

G w d a d o rsa í

C

D

Fig. 28.— Formacion del sistema nervioso de los Vertebrados a espensas del ectoderma: A . Em brión visto por el dorso; B . C orte trasversal del embrión (se ve la formacion de la gotera medular); C. Tubo medu­ lar recien form ado; D. T ubo medular en corte lonjitudinal.

Esqueleto de b) O tro buen ejem plo m u e stra el d esarrollo del esqueleto de o5los Vertebrados, form ado p o r piezas óseas llam ad as « v érteb ras» , cuyo co n ju n to c o n stitu y e la «colum na v erteb ra l» . E n su form a m as p rim itiv a el esqueleto e stá rep re se n tad o p o r la «cuerda dorsal» o «notocorda», que sirve de ap o y o a la m édula espinal i corresponde en cierto m odo a la colu m n a v erte b ra l, d e sap a re , ciendo con la form acion de las v é rteb ra s. E sta clase de esqueleto p rim o rd ial, q u e se ve en los Protovertebrados o C ordados, es propio tam b ién

de los peces Ci-

clóstomos (lam prea) i Ganoídeos (estu rio n es) i de los A nfibios; pero en estos anim ales ap arece en p a rte e stra n g u la d a i au n in ­ terru m p id a por la colum na v e rte b ra l. A p a rtir d e los Peces


B e rn a rd in o

Q u ija d a

B .— c a t á l o g o il u s t r a d o

119

Selacios (T ib u ro n es), se ve q u e en la p a red in te rn a de ia capa esqueletójena, de tejido co n ju n tiv o fibroso, que en v u elv e la c u erd a dorsal, s e o rijin a n las vértebras, que son «cartilajinosas» al principio i que se osifican m as tard e. E sta s v érte b ra s son p ri­ m itiv am en te u n a especie de anillos alred ed o r de la c u erd a d o r­ sal, que engruesan g rad u alm en te, concluyendo p o r hacer desa-

.

p a recer la n o to co rd a en las A ves i M am íferos. La c u erd a dorsal, prim er esbozo del sistem a óseo, aparece tam b ién , d u ra n te el estad o em brionario, en todos los V erte­ b rados, i de ella se desarrolla el esqueleto de organización ele­ v ad a, pasan d o por los estad o s an ted ich o s: cu erd a dorsal o n oto co rd a, cu erd a dorsal m as colum na v e rte b ra l o espinazo i c o lum na v erteb ral sola, que prim ero es cartilaginosa i despues ósea. E sta sucesión o n to jen ética es, pues, tam bién la sucesión filojenética del tipo. c) P a ra no salir del esqueleto de los V erteb rad o s, recordem os q ue en los Peces la colum na v erteb ral term in a en una aleta Aleta caudal f . d e lo s p e c e s caudal o cola, que puede ser dificerca, heterocerca i homocerca. E n las especies m as an tig u a s i que n ad an poco, p or ejem plo los Ciclóstomos, la colum na v e rte b ral sigue h a sta la e strem id ad la dirección del eje del cuerpo i se form a u n a a le ta caudal sim é­ trica, c o n stitu id a por un sólo lóbulo

(Peces dificercos). En los

o tro s peces, la a le ta cau d a l ap arece fo rm ad a p o r dos lóbulos i en to n ces «1 estrem o de la colum na v e rte b ra l p uede desviarse d o rsalm en te, resu ltan d o el lóbulo superior m as grande, como se ve en los Selacios i Ganoídeos (Peces heterocercos).

En los

Teleósteos, en fin, que son los peces com unes, la colum na v e r­ te b ra l p resen ta tam bién una c u rv a tu ra hácia la p a rte d o rsal; pero los rayos de la a le ta cau d al tienen una lo n jitu d tal que la cola ap arece sim étrica e sterio rm en te, o d iv id id a en dos ló­ b ulos iguales (Peces homocercos). Siguiendo a h o ra las fases del desarrollo individual de un pez homocerco, cate g o ría a que p erten ece la m ay o ría de las espe­ cies actu a les, se c o n sta ta que p a ra llegar a su form a definitiva, la cola afe c ta g ra d u alm en te la e s tru c tu ra i disposición propias de los peces dificercos i heterocercos. d) O tro ejem plo tom ado de los órganos de los V erteb rad o s: d iferencian al Pez del A nfibio, del Reptil, del Ave i del M antífe-


120

BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

ro, su corazon com puesto de una aurícula i un ventrículo, i las C o razon de los V e r te b r a d o s

agallas o «hendiduras b ra n q u iale s» ‘de su cuello. El em brión de todos los V erteb rad o s que no pertenecen a la clase de los peces, tiene estos mism os caractéres en los prim eros .esta d o s de su desarrollo; pero despues el corazon se d ivide sucesiva­ m ente en tres i cuatro cavidades, desaparecen las h e n d id u ras b ran q u iales i se form an los pulm ones. En todos estos casos existe, pues, el perfecto paralelism o e n tre la o n to jen ia i la filojenia.

M a te r ia l c o le c c io n a d o

N.° N .°

1. 2.

(E sta n te s N .os 11 i 12)

R e tra to i n o ta biográfica de E r n e s t o H a e c k e l . Im itaciones en yeso, de estad o s o n to jen ético s.

N .os 1 a 5. M odelos de segm entación to ta l reg u lar de un huevo alecito: m órula, b lástu la i form acion de la gástru la. N .os 6 a 13. M odelos de segm entación to tal irreg u la r de un huevo heterolecito. N .os 14 a 19. M odelos de segm entación parcial discoidal de un huevo telólecito. N .os 20 a 22. M odelos de segm entación parcial superficial de un huevo centrolecito. N .°S 1 a 4. M odelos de L a rv a de E strella de m ar (B ip in a ria ) N.os 5 a 7. M odelos de L arv a de E rizo de m ar (P luteus). N.os 8 a 12. M odelos de L a rv a de H o lo turioídeo (A u ricid a ria ). N .os 1 a 11. M odelos de los estad o s del desarrollo de un E quinoderm o. * 1 a 25. M odelos del desarrollo de la L an ceta. N.°s 1 a 21. M odelos del desarrollo del Salm ón. N .os 1 a 5. M odelos del desarrollo del T orpedo. N.os 1 a 25. M odelos de todos los estad o s o ntojen ético s del Sapo del pasto. N.os 1 a 23. M odelos de los estad o s del desarrollo del Gallo

N.os

i de los órganos jen itales m asculinos i fem eninos. N.os

1a

5. M odelos de la histo ria del desarrollo in d iv id u al del C erdo, según el D r. F ra n z K e i b e i .


B e rn a r d in o Q u ija d a B . —

c a tá lo g o

ilu s tr a d o

121

N .°

6.

M odelo de disco em brional de C erdo con enfrias

N .°

7.

El mism o modelo de disco em brional, 80 veces

N .u

8.

prim itiv as i g o tera m edular. au m en tad o . E m brión de C erdo con diez v é rte b ra s p rim arias. XI S U C E S IO N J E O L Ó J I C A D E L O S A N I M A L E S (L Y E L L , D A R W IN )

Al seguir i co m p ro b ar el desarrollo sucesivo de la v id a a tr a ­ vés d e los tiem pos, por el exam en de los f ó s i l e s i su co m p a­ ración con las especies v iv ien tes, la p a l e o n t o l o j í a pone estab lecer la

se p ro ­

filojenia- de ellas. E ste ideal, en g ran p a rte La paieontoio-

realizado, d a gran apoyo a la lei biojenética, por c u a n to los s’ojVnú d"ias hechos jeolójicos nos enseñan q u e efectiv am en te se han suce- ' sp 'cí' sdido en la tierra los tipos an im ales en el orden requerido p or el p rincipio fu n d am en tal del desarrollo». Así, los reptiles han a n ­ tecedido a los m amíferos, los peces a los anfibios, etc. E n el m ism o órden vem os sucederse jeo lójicam ente a los a n ­ tepasados de los peces Teleósteos a que hem os hecho alguna a lu sió n : prim ero aparecen las especies de cola dificerca; si- *l' ” sca“cdt“1 guen despues los heterocercos,— que c o n stitu y e el c a rá c te r cons­ ta n te de los peces prim arios i lo es tam b ién de todos los a n i­ m ales de esta clase, pero sólo en el em brión, escep tu an d o los Ganoideos i Selacios, que au n conservan la representación de sus p rim itivos p arien tes,— i, por últim o, los Peces homocercos. que se e n c u en tran vivos en los m ares actu ales. I lo que se com ­ p ru eb a n a tu ra lm e n te en las form as específicas de los V erte­ brados, se rep ite en to d as las d em as especies de anim ales, pues se v e que prim ero aparecen form as sencillas i m as ta rd e m as i m as com plicadas. A dem as, la paleontolojía ha revelado una v e rd ad era p ro fu ­ sión de Jfósiles transitorios, q1u e reúnen en sí los caractéres de dos o m as categorías de anim ales o v ejetales, e n tre las cuales faltan form as in term edias recientes (Arqueopterix, Labirintodonte, e tc .) *

F ó s ile s t r a n s í-

tc,ri°s


122

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

I. F o siliz a c ió n .— R o ca s La «fosilización» es la trasform acion de los an im ales en f ó ­ s i l e s , o sean los diversos restos o huellas de cuerpos o rg an iza ­

dos, en terrad o s i conservados n a tu ra lm e n te en los «terrenos sedimentarios». 1.— E stos terrenos sed im en tario s está n form ados p o r las lla­ R ocas ácueas

m adas r o c a s á c u e a s , «neptunianas, e stra tific a d a s o sed im en ­ tarias», que deben su oríjen a la acción d e stru c to ra de las ag u as m arítim as i terrestres sobre m asas preex isten tes, cuyos elem en ­ tos o m ateriales de desg aste se dep o sitaro n en el fondo de los m ares, de los lagos i de los rios, disponiéndose en c a p a s o le­

R o c a s íg n e a s

chos. En oposicion a éstas, las rocas í g n e a s , « plutónicas o no estratificadas» se caracterizan p o r la ausencia co m p leta de es­ tratificación regu lar i deben su form acion a las g ran d es m asas e ru p tiv as sólidas, que parecen habei estad o un tiem po fu n d id as por la acción del calor c en tral del globo terráq u eo . E n tre las rocas ácueas o n e p tu n ia n a s figuran la arcilla, que u nida con el agua form an u n a p a sta flexible o barro, la arenis­ ca (que form a los ad o q u in es del e m p ed rad o ), el conglomerado o pudinga. las rocas calizas (estalactitas i estalagm itas) i las for­ m adas por los resto s de v ejetales i an im ales (tríp o li, arrecifes, creta). Al núm ero de las rocas ígneas o p lu tó n icas pertenecen el grupo de las antiguas o cristalinas (granitos i pórfidos) i las m asas de m aterias m inerales arro ja d a s p or los volcanes, o sean las rocas llam adas modernas o volcánicas (traquita, basalto, lava). (Fig. 29). A las dos gran d es categ o rías de rocas, n e p tu n ia n a s e ígneas,

R o c a s m e ta m ó rfic a s

C a r l o s L y e l l ha agregado u n a tercera, la d e las rocas m e t a m ó r f i c a s , que, deb ien d o su oríjen a la acción del ag u a, han

sufrido despues la acción del calor cen tral (m árm ol, p izarras). 2 .— De l o s f ó s i l e s p ro p iam en te dichos», q ue son p a rte s d u ra s del organism o (esqueletos, conchas), hai que d istin g u ir lo s p e F ó s ile s v e r d a ­ d e ro s i p e tr e fac to s.

t r e f a c t o s o p a rte s m as b lan d as de los an im ales q u e se han co n ­

servado por la incrustación de u n a m a te ria m ineral, com o la sílice, su stitu y en d o poco a poco, m olécula por m olécula, a to d a la su stan cia orgánica. R estos fósiles de d is tin ta clase que los a n te rio res son los


G e rn a rd in o

Q u ija d a

B . — CATÁLOGO i l u s t r a d o

123

m o l d e s , im prontas o im presiones, q u e no co ntienen n in g u n a impresiones

p a rtíc u la del organism o, sino que, debido a la presión de las

cap as superiores, el anim al se ha a p re ta d o fu ertem en te, d ejan d o rep resen tad as en la roca sólida la form a i e stru c tu ra de su cuerpo. Según o tr a clasificación, los fósiles se pueden a g ru p a r en las tre s sigu ientes categorías:


124

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

1." Fósiles embrionales, q u e rep re sen ta n F ó s ile s e m b rio n a le s , p ro fè ti- de

eos i sintéticos

_

.

los projenitor& s

.

las especies que han seguido viviendo. 2 a Fósiles projéticos, que ofrecen los ca ra cte re s d e las for­

mas que han venido m as ta rd e ; v. g r.: el Pterodactylus, rep til mesozòico con p a ta jio s com o los « Q u iró p tero s1 de hoi. 3.a Fósiles sintéticos o con ca ractéres am biguos, co rre sp o n ­ dien tes a dos categ o rías d e séres. E jem p lo : el D ípteras, uno de los Peces paleozoicos que establecen el paso hácia los A n ­ fibios. 2 .— L a s g r a n d e s e d a d e s p a l e o n t o l ó j i c a s i l a e v o l u c i o n d e l a v i d a . — El e stu d io de los diversos

fósiles d e m u e stra de un a m anera in co n testab le que la form a i la e s tru c tu ra de los

anim ales v arían , pues las' especies m as a n tig u a s difieren de las m odernas, i e n tre ellas existen

una

m u ltitu d

de form as

tran sito rias. Los fósiles no pueden en co n trarse m as que en las cap as de rocas ácueas, puesto que el estad o o rijin ario de las d en o m in ad as ígneas, que form an el terreno prim itivo, es in co m p atib le con las m anifestaciones de la vida. Las edades de estos fósiles pueden ser referidas a c u a tro g ra n ­ des eras paleontolójicas en que se d ivide la h isto ria orgánica de la tie rra : las edades prim aria, secundaria, terciaria i cuartaria: a) La primera división que en jeolojía se hace de los tiem p o s Edad primor, pasados, la E d a d p r i m o r d i a l , — co m p ren d id a e n tre la form ación d ial de la corteza te rre stre i la condensación del v a p o r de a g u a a t ­ m osférico— no tiene Ínteres alguno p a ra la te o ria de la ev o lu ­ cion, por no ofrecer resto s orgánicos, y a sea p o rq u e no se h u ­ biese m ostrado to d a v ía la vida por fa lta de ag u a, o p o rq u e se d estru y eran los organism os a causa de la elev a d a te m p e ra tu ra de entonces; b) L a segunda g ran división de la h isto ria jeolójica (p rim eEdad secunda- ''“ orgánica) de n u estro p la n eta , la E d a d p r i m a r i a , paleozoica o n* paleolítica (de la an tig u a v id a), a b a rc a el tiem po d u ra n te el cual se condensó el v ap o r de agu a» , i com p ren d e

tre s perío ­

dos», a sab er: prim ero, el período de transision (1): segundo, el período carbonífero, i tercero, el período pérmico. (1)

Así llamado porque marca el tiempo trascurrido entre el depósito de

los primeros terrenos ígneos i el de las capas de sedimentos no modificadas.


B e rn a r d in o Q u ija d a B . —

c a tá lo g o

ilu s tr a d o

125

L as capas m as a n tig u a s e inferiores de los terren o s del p e­ ríodo de tran sició n — que se d iv id e en dos épocas: »silúrica" (1) i «devónica

(2)— encierran los fósiles m as a n tig u o s e im p o rta n ­

te s , pero b ajo la influencia de las g ran d es presiones de las ca ­ p as superiores i del intenso calo r cen tral, han sufrido cam bios d e te x tu ra i com posicion i ap arecen su m am en te m odificados, d e m odo q u e no es posible reconocer la e stru c tu ra an ató m ica d e los residuos orgánicos en ellas encerrados. En cam bio, en las capas m edias i superiores el n úm ero de fósiles conservados en form a clasificable es m ui grande. Así, se conocen m uchas especies de Protozoos con concha (F oram iníferos i R adiolarios), num erosos Celenterados (E sponjiarios, C oralarios

T etraco ralario s),

Vermes,

C ru s tá c e o s

Equinoderm os (Crinoi-

deos), M oluscos, Artrópodos b ran q u iad o s o C r u stá c e o s, en es­ pecial T r ilo b ite s , fósiles esencialm ente característico s de los tiem p o s p rim arios i que desaparecen p o rco m p leto en e sta edad, l 'n re p re se n ta n te a ctu a l de los Trilobites es el L im u lu s moluca-

S a ló n d e E v e r te b r a d o s

nus, d e las islas M olucas (Salón de E v erte b rad o s). Pero lo qu e m as sofrprende, es la m u ltitu d de P eces paleozóicos, prim er esbozo de los

V erteb rad o s . E stos peces p rim a ­ Peces

rios ten ian un esqueleto cartilajin o so , el cuerpo acorazado o c u b ie rto de placas óseas (P lacoderm os) i la cola heterocerca o asim étrica i dificerca o de un lóbulo. E n tre ellos m erece m en­ ción especial el D ipterus, con b ra n q u ia s i pulm ones, acercán ­ dose por sus caractéres a los Anfibios. P odem os lla m a r a e sta edad, «E dad de los Peces», por el p re d o m in a n te desarrollo de dicho gru p o de anim ales. c)

L a tercera división de la h isto ria jeolójica del globo te ­

rrestre, E dad se c u n d a r ia , mesozoica o mesalitica (de la vida m edia), «abarca el espacio de tiem po e n tre la term inación de la condensación del v ap o r de ag u a i la aparición de los a c tu a ­ les co n tin en tes . C om prende ‘ tres p erío d o s”, que son: el pe­ ríodo triásico, el período jurásico i el período cretáceo.

(1) Se observa en un gran estension de Gales, en otro tiem po país de los «siluros», lo cual ha hecho dar a esta época el nombre de «silúrica». (2) Se llam i as! por haber sido estudiado principalm ente por los jeólogos ingleses en el condado de «Devon*.

E dad secu n d a­ ria


126

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

Así com o la edad p rim a ria se carac te riz a p or el p redom inio de los Trilobites e n tre los A rtrópodos i de los Peces e n tre los V ertebrados, la secu n d aria o m esolítica se d istin g u e p o r la su-

Fig. 30.— Reptiles mesozoicos nadadores: I, Ictiosaurio; II, Plesiosaurio

R e p tile s m esozóicos

perioridad que alcanzaron los A m m o n ite s (1) e n tre los M olus­ cos i los R e p tile s sobre las o tra s clases de anim ales V ertebrados. Los Reptiles mesozoicos m as no tab les son los Saurios, e n tre los cuales habia especies a d a p ta d a s a la v id a a c u á tic a (Saurios nadadores), terrestre (Saurios andadores) o aérea (Saurios vo­ ladores). / Los Saurios nadadores, de 8 a 15 m etros de largo i con las estrem idades trasfo rm ad as en aletas, son el Ichthyosaurio, el Plesiosaurio, el Teleosaurio i el M osasaurio (Fig. 30). Los Saurios andadores alcanzab an dim ensiones jig an tescas, (10 a 35 m etros), i e n tre ellos figuran el Iguanodon, el A tla n tosaurio, el Érontosaurio, el Triceratops, con tre s p ro m in en ­ cias en la cabeza, descubierto

recien tem en te en A m érica; i

el Theriodonte, con d e n ta d u ra parecid a a la de los carn ív o ro s i ciertos caractéres de m arsupiales (transición e n tre R eptiles i M am íferos). Los Saurios voladores, de pequeña talla, pues a p én as a l­ canzaban al tam añ o de una gallina, i cuyas estrem id ad es (1) Molusco Cefalópodo T etrabranquio, con concha espiral como la del Nautilo viviente i dividida en cám aras por tabiques que, en lugar de ser ligeramente curvos como los del N autilo, son sinuosos i dejan sobre la con­ cha señales o «líneas de sutura plegados».


B e rn a r d in o Q u ija d a B . —

catá lo go

il u s t r a d o

127

a n te rio re s e stab an trasfo rm a d a s en p atajio s, com prenden el Pterodáctilo i el R a nfonnco (Fig. 31).

S a u r io s v o la ­ d o re s

E sto s últim os llevaban la v id a a las rejiones atm osféricas, al paso que los p rim e­ ro s nom b rad o s

reco­

rría n la estension de los océanos. E n el fondo de los m ares vivian n uevas generaciones de «Pro­ tozoos,

C elenterados,

E quinoderm os, M olus­ cos (A m m onites i Belem nites) i Peces de cu­ bierta escamosa, esque­ leto óseo i cola homocerca. En

c u an to

a

los

Fg. 31.— Esqueleto de Pterodactilus

o tro s V ertebrados, los A nfibios prim arios, com o el Labyrinthodonte, se co n tin ú an en la edad secundaria, ap rox im ad am en te, por sus caractéres, a los R eptiles. Las Aves secundarias co n stitu ían el gru p o de los Odontornites o A ves con dientes i cola prolongada ( Ichthyornis, Hesperornis i Archcepteryx); i los M am íferos aparecen en e sta edad en e stad o de M arsupiales. M ién tras q u e éstos se enlazan a los R eptiles p o r el Teriodonte, las aves se acercan a los mismos R eptiles p o r los O do n to rn ites. Vése, por lo espuesto, que hai m otivos p a ra llam ar a la E ra m esozòica, «E dad de los R eptiles». d)

La «cuarta edad» de la h istoria jeolójica, es decir, la E d a d

E d a d te r c ia r ia

te r c i a r í a , cenozóica o cenolítica (de la v ida reciente, sien ta «las bases de la distrib u ció n actu a l de las tierras i de las aguas». Se prolonga h asta el período d iluvial de la edad siguiente i se d ivide en «tres periodos», q u e difieren e n tre sí p or el ta n to por cien to d e M oluscos com unes a los actu a les que cad a uno p re­ se n ta . L lám ase el m as an tig u o , en que este ta n to por ciento es m ui escaso (3% ), eocènico, o sea au ro ra de la v ida reciente, el o tro , miocènico, esto es, térm in o m edio e n tre los otros dos (18% ),

s


128

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

i el m as m oderno, pliocènico, o de p len itu d de form as c o n te m ­ poráneas que alcanza de un 36 a 90 por ciento. L a edad terciaria se c a ia c te riz a por algunos P rotozoos jiN u m m u lite s e I n se c to s

gantes, como los F oram iníferos N u m m u lite s ; i es n o ta b le so­ bre todo por el p red o m in an te desarrollo de la clase de los I n ­ s e c t o s , que debia p e rp e tu a r h a sta nosotros la m ay o r p a rte de sus especies. Pero el carác te r paleozoolójico m as n o ta b le de e sta edad, está en la a p a r ic io n d e g r a n n ú m e r o d e M a m íf e r o s p la c e n ta d o s .

M a m ífe ro s piac e n ta d o s

El gran im perio que a fines de los tiem pos m esozóicos i en los albores de la edad terciaria tenian los M am íferos «Im placentados», rep artid o s entónces en gran c a n tid a d , lo perdieron mas ta rd e p ara ceder casi p o r com pleto su lu g ar a los M a m í­ feros m as elevados o placen tarios, conservándose aq u ello s hoi dia sólo en los co n tin en tes de A u stralia i A m érica. Con los M am íferos coexisten en esta edad las o tra s clases de V ertebrados parecidos a los actuales, sobre to d o g ran d es i p e­ queños pájaros, cuyos a n tep a sad o s con d ien tes u O d o n to rn ites, que vivian y a desde el período ju rásico de la edad an terio r, d e ­ saparecen en abso lu to . La p rim era ave p ro p iam en te dicha es el Gastornis parisien sis, form a in term ed ia e n tre las C o rred o ­ ras i las Palm ípedas. A unque en el periodo jurásico i au n en el triásico y a h abian aparecido los M am íferos, sólo en la « E d ad terciaria» alcanzaron la plenitud de su desarrollo, p o r lo cual estam o s en el caso de d a r a la m ism a el nom bre de «E dad de los M am íferos». e) El «quinto» i «último» especial m iem bro de la sèrie jeolójica, la Edad c u a r ta n a , (« p o st-te rc ia ria » ), «em pieza en la term inación del período pliocènico i se estiende h a sta n u estro s dias». Jen eralm en te se divide e sta ed ad en dos períodos d istin to s: 1.° uno antiguo o d iluvial, i que se su b d iv id e en dos épocas, llamadas glacial la m as re m o ta i post-glacial la m as m o d ern a ; i 2.° o tro posterior, que se d en o m in a período aluvial, reciente o hum ano. D u ran te la época glacial, que sep ara la edad c u a rta ria de la terciaria, el clim a se enfrió h a sta el p u n to de que las a lta s latitu d es, ta n to del an tig u o como del n uevo m u n d o, se c u b rie ­ ron de hielo i nieves, que retrocedieron h a sta los polos en la ép o ­


B e rn a r d in o Q u ija d a B .—

catá lo go

129

il u s t r a d o

ca diluvial m oderna o p o st-g lacial, d ism inuyendo el frió h a sta llegar a la d istrib u ció n térm ica a ctu a l. R especto a la causa de esta época de frío , algunos sabios han im ajin ad o u n a dislocación de los polos i del centro de gravedad

C a u s a s d e la é p o c a g la c ia l

del globo; otros, la interposición momentánea de una materia cósmica entre la tierra i el sol, i o tro s han invocado el m ovim iento de traslación que a rra stra a n u estro sistem a p lan etario , i han su puesto el tránsito de la tierra por entre espacios celestes conjelados; u n a c u a rta teoría dice que d u ra n te el período glacial estab an en actividad muchos de los volcanes terrestres, form ándose así nubes espesas de cenizas volcánicas que im pidieron el paso de los rayos solares; pero la teoría que parece resuelve el p ro ­ blem a m ejor es la que a trib u y e la causa a la precesión de los equinoccios. 1 .— P erío d o d ilu v ia l.— Los terren o s cu ate rn ario s de acarreo o

d epósitos sedim entarios diluviales»— llam ados así porque

P e río d o d i lu ­ v ia l

se consideran jen eralm en te como un efecto del «diluvio u n i­ versal» co n tad o por la B iblia,— contienen m uchos restos de M am íferos i Aves pertenecien tes a especies e stin g u id as un as i próxim as a d esap arecer otras. I. F a u n a d e l a n tig u o c o n t in e n t e .— Los anim ales de este Fauna c o n tin en te pueden ag ru p arse en dos categorías: los «estin- tig u o guidos» i los que persisten o que están en «vías de desaparecer». 1.— E sp ecies e s t in g u id a s .— E n tre los M am íferos estinguidos fig u ra n : A - P r o b o sc id io s.— El M a m u t o «E lefante de Siberia» (Elephas prim igenias), m ayor que el de Asia, con enorm es incisivos, de 4 a 7 m etros i algo encorvados en e sp ira l; i con piel cu b ierta de largos i tiesos pelos, que le form aban u n a crin en toda la lo n jitu d del lomo. B . — P e r is o d á c tilo s . — El Rinoceronte de narices tabicadas (Rhinoceros tichorinus), que debe su nom bre al hecho de tener sus narices d ivididas

por u n

ta b iq u e óseo, d estin ad o a d a r

m as solidez a e sta rejion que so p o rta dos colmillos, de m as de un m etro de largo. C.— A r tio d á c tilo s r u m ia n t e s .— El Ciervo de grandes astas d e Irlan d ia (Cervus megacerus), que alcan zab an a 4 m etros de largo, de form a palm eada, p a ra servirse de ellas com o de palas 9

n e n te .

d el a n ­ c o n ti­


130

BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

p ara re tira r la nieve i d escu b rir los v ejetales de que se a lim e n ­ ta b a (Fig. 32). D.— C a r n í v o r o s . — El Oso de las cavernas ( Ursus spelczus), C a rn ív o ro s

_

.

,

que solo por su g ra n ta m a ñ o se d istin g u e del a c tu a l; pu es su esqueleto tiene m as de 3 m etro s de largo i 2 m etro s de alto .

La H iena de las cavernas (Iiycena spelcea), com pañero h a b i­ tual del Oso i sem ejan te a la especie de hoi, pero m as g ran d e. 2 .— E s p e c i e s a c t u a l e s o e n v í a s d e d e s a p a r i c i ó n . — Si de E s p e c ie s ac. . . . * 1 1 tuaies oen vías las especies estin g u id as p o r com pleto p asam os a co n sid erar las de d e sap a re c er

form as a c tu a les d esap arecid as recien tem en te o que e stá n en v ías d e d esaparecer, tenem os que n o m b rar: A .— A r t i o d á c t i l o s r u m i a n t e s . — El Uro (Bos urus) i el B i­ sonte (B os bison) de E u ro p a , de los cuales el prim ero y a no existe i el segundo sólo e stá re p resen tad o p o r unos c u a n to s indivi-, dúos, conservados en algunos p a rq u es de L itu a n ia . El Ocapi (O kapia jo h n sto n i), uno de los ru m ia n te s colosa­ les, que tiene m u c h a afin id a d con la jira fa i que se creia d e sa p a ­ recido en la época glacial,— describiéndosele com o fósil de G re ­ cia i A sia M en o r con el n om bre de H elladotherium gaudry,—


B e rn a r d in o Q u ija d a B .— c a t á l o g o

131

il u s t r a d o

h a sta que fué en co n trad o vivo ú ltim a m e n te en los oríjenes del C ongo. B .— S ir é n id o s .— L a Vaca m arina (R hytin a stelleri) d e lK a m tc h a tk a , S irénido que, descubierto p o r S teller en 1768, d e sap a ­ reció por com pleto en 1795, es decir, en 27 años, perseguida por los cazadores d e oficio. C -D .— A ves C u rso ra s i C o­ A v e s C u r s o ra s i C o lu m b in a s

lu m b in a s .— El M oa (D inornis) (Fig. 33), ave jig an tesca encon­ tra d a en los depósitos sedim enía rio s de N ueva Z elandia, i p a ­ rien te próxim o de: El K iv i (A p te ry x owenii), tam bién en vías de estincion. El E piornis de M adagascar, ave parecida al M oa, que a l­ can zab a a 4 m etros i cuyos huevos enorm es equivalen a 6 de av e stru z i a 150 de gallina. El

Dronte (D idns ineptus),

que vivió en la isla M auricio h a sta el descubrim iento de ésta en 1598, i cuyo esqueleto pre

Fig. 33.— El M oa gigantea (Dinornis)

se n ta caractéres que lo acercan al grupo de las P alom as (Fig. 34).

II. F a u n a n o r te -a m e r ic a n a .— Se e n c u en tran

en

N o rte

A m érica num erosos fósiles cu a rtario s que son com unes con los

F a u n a n o r te ­ a m e ric a n a

del A ntiguo C o n tin en te, tales com o el M a m u t, el Oso i el Ca­ ballo. P o r lo dem as, es curioso o b serv ar que en tiem po del d escu ­ b rim iento de A m érica, el Caballo h ab ia desaparecido p or com ­ pleto de este co n tin en te, habiendo sido reem plazado por las for­ m as europeas im p o rtad as d u ra n te la co n q u ista. III. F a u n a s u d - a m e r ic a n a .— Al núm ero de las especies de . . . M am íferos cu a rta rio s desap arecid o s p erten ecen : A ;— P r o b o sc íd e o s.— El Mastodonte

(Mastodon a n d in u m ),

cuyos huesos se han en co n trad o en algunos p u n to s de la R e­ pública, p rin cip alm en te en la lag u n a hoi desecada de T ag u a-

F , UM SUda m e r ic a n a


132

BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

Fig. 34.— El Dronte (D idus inept'us)

T ag u a.

Sus m olares

«con g ran d es tub ércu lo s cónicos»

de

donde d im ana el nom bre de M asto d o n te , del griego mastós:

Fig 35.— El Mastodonte (M astodon giganteum ). N orte América.


B e rn a r d in o Q u ija d a B . —

catálogo

il u s t r a d o

133

pezón; i odon: d ien te— le p e rm itía m oler los alim en to s m as d u ­ ros, e indican que dicho anim al era «omnívoro» i no «herbí­ voro» a las d erechas com o los Proboscidios de hoi (Fig. 35). B .— E d e n ta d o s .— El Megalerio (M egatherium cuvieri).— P e­ rezoso jigantesco, m as g ran d e q u e un E lefan te, sin incisivos

Fig. 36.— Megaterium cuvieri. E ncontrado en las pam pas de Buenos Aires. 20 pies de largo, 8 de alto .

ni caninos i con sólo dos m olares, cuyo esqueleto ha sido des­ cu b ierto en los depósitos de limo de las p am p as de B uenos Aires (F ig. 36). El Glyplodon claviceps, especie de Q uirquincho colosal, de tres m etro s de largo i cub ierto , com o esta especie actu a l, por u n a coraza form ad a de placas exagonales soldadas e n tre sí i no m óviles com o en las form as de hoi (Fig. 37); i El Grypthoterium domesticum, del ta m a ñ o de un caballo i con la piel sem brada in terio rm e n te de pequeños huesecillos que parecen un em pedrado. Los restos de este anim al se han en­ c e n tra d o h ac e .a lg u n o s añ o s en la C ueva de E b erh ard , cerca del Seno de la U ltim a E sp eran za, en el T errito rio de M ag alla­

Edent


134

BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

nes. En n u estro M useo N acional existen huesos del G ry p th o terium , un pedazo de cuero, i, adem as, escrem entos d e e sta es­

F a u n a a u s tra ­ lia n a

P e rio d o a lu v ia l

pecie fósil. IV. F a u n a A u s tr a lia n a .— D ebem os h acer m ención en esta fauna de los gran d es M arsupiales, especialm ente del Diprotodon, cuya cabeza m edía u n m etro de largo. 2 .— P erío d o a lu v ia l.— El período d iluvial p a sa sin cam bio brusco de ninguna especie al llam ado «período alu v ial, reciente o hum ano», que se d istin g u e a n te to d o p o r la presencia i la in­ fluencia del hom bre.

Fig. 3 7.— El Glyptodon claviceps

Los principales depósitos que encierran los testimonios de la historia del período humano, o sean los resto s orgánicos poco a l­ terad o s e iguales a los que v iven a c tu a lm e n te , son los aluvio­ nes de los ríos, d ep o sitad o s en sus orillas, en su cauce o en su desem bocadura (deltas); los aluviones lacustres o sedim entos del fondo de los lagos; la turba de los p a n ia n o s; las islas m adrepó­ ricas de los m ares ecu ato rian o s; las dunas arenosas de las orillas oceánicas, i el hum us o tie rra v ejetal que se form an p o r descom ­ posición de las p lan tas. D u ra n te este período reciente no h a ap arecid o en el globo ningún nuevo tip o de anim ales o p la n ta s, pu es existen las m is­ m as fam ilias i jéneros de la ed ad terciaria, pero las especies son en gran p a rte d iferentes, puesto

que, según la teo ría del

trasform ism o, ésta s no son form as d efin itiv as, sino q u e c o n ti­ núan en evolucion progresiva, pero m arch an d o , eso sí, de u n a


B e rn a r d in o Q u ija d a B .—

catá lo go

il u s t r a d o

135

m an e ra tan le n ta en su g rad u al tra b a jo d e m etam orfósis, que las m odificaciones son im perceptibles. Lo que m as ha v ariad o es la d istrib u ció n jeográfica de los organism os a consecuencia de los aco n te cim ien to s jeolójicos i cam bios clim atolójicos; pues to d av ía sufren m odificaciones la form a i la estension de los co n tin en tes, tenien d o lu g ar la fo r­ m ación de las dos clases de rocas, o sean las neptunianas, que el curso del tiem po dep o sita en órden d e term in ad o u n a tras o tra , i las plutónicas, que to m an su oríjen en las g ran d es m asas e ru p tiv a s sólidas del núcleo incandescente. La E dad cuartana se llam a h a b itu a lm e n te E dad de la hum a­ nidad o edad antropozoica o antropolítica, i tam bién se le suele d esignar con el nom bre de «E dad de los an im ales dom ésticos», p o rq u e se caracteriza esencialm ente p o r el desarrollo de la es­ pecie h u m a n a i de su civilización i p o r la influencia p rep o n d e­ ra n te del hom bre sobre la distrib u ció n del m undo orgánico. — El cu ad ro an alítico siguiente, indica, en resúm en, el órden de los gran d es i pequeños ciclos de la h isto ria orgánica te rre s­ tre , d an d o a conocer el desarrollo del reino a n im a l:


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

Cuadro de las Edades i Períodos P aleontolójicos I. Edad A r q u e z ó ic a

(E dad

p r im o r d ia l

)

(E dad Azoica o desprovista de vida) 1. P eríodo an tig u o o laurentino. 2. P eríodo m oderno o cámbrico. II. Edad P a le o z o ic a

(E dad

p r im a r ia

)

(E dad de los Peces) 3. Período an tig u o o de transición. 4. Período m edio o carbonífero. 5. Período m oderno o pérmico. III. E dad M e so z o ic a

(E dad

s e c u n d a r ia

)

(Edad de los Reptiles) 6. P eríodo an tig u o o triásico. 7. Período m edio o jurásico. 8. P eríodo m oderno o cretáceo. IV. E dad C e n o z o ic a

(E dad

t e r c ia r ia

)

(Edad de los M am íferos) 9. Período an tig u o o eoceno. 10. Período m edio o mioceno. 11. Período m oderno o plioceno. V. Edad A n tr o p o z o ic a

(E dad

c u a r t a r ia

)

(E dad de los Hombres i A n im a le s domésticos) 12. Período an tig u o o d iluvial (Epoca glacial. 13. P eríodo recien te o aluvial\^-Poca post-glacial.


B e rn a r d in o Q u ija d a B.—

catá lo go

137

il u s t r a d o

III. F ó s ile s tr a n sito r io s D e los ejem plos de form as de transición su av em en te d u a d a qu e nos ofrece la p aleontolojía,

citarem os en

g ra ­

prim er

lu g ar la serie in in terru m p id a , v erd ad e ra m en te colosal, de: 1.— L os A m m o n ite s m e s o z o ic o s .— En esta serie de A m ­ m onites, qu e com prende m as de 4,000 especies, cad a form a

A m m o n ite s m e s o z o ic o s

a p én as se diferencia de sus especies próxim as, m ién tras que e n tre las m as a n tig u a s i las m as recientes, hai un verdadero

ru m o j A

Goniatile

Fig. 38.— Líneas de su tura de los tabiques trasversales que dividen la concha de los Ammonites mesozoicos.

abism o. E n efecto, presentan u n a v aried ad m ui g ran d e en sus d etalles, si se considera su tam año, su form a i los d ib u jo s esteriores o líneas de sutura de los tab iq u es trasversos que dividen la concha en m uchas celdas. D ifieren prim ero en su tam año, porque los hai de un d iám e­

T a m añ o

tro variable, desde el de un a cabeza de alfiler h a sta el de u n a ru ed a de c a rre ta (1 m . 50). En segundo lugar se d istin g u en p or su form a, pues, de e n ­ rollados que son prim ero, se m odifican despues m ucho, desen­ rollándose en m ay o r o m enor grado. A sim ism o, difieren en las líneas de sutura, que se com plican a m edida qu e se a v an za en los tiem pos mesozoicos: aparecen

F o rm a

L in e a s J e s u ­ tu r a

com o sim ples lóbulos dentados en los Ceratites o prim eros A m ­ m onites del período triásico; siendo, sin em bargo, m as com pli­ cados que los de los G oniatiles del período prim ario pérmico, en los cuales las líneas de su tu ra se p resen tan en form a de ondu­ laciones sencillas,— pero m énos que los de los A m m onites ver-

G o n ia tite s , C e­ r a t i te s , A . m o n ite s


138

'

BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

daderos del período jurásico con ta b iq u e s plegados a los lados, i qu e alcanzaron su m áxim o desarro llo en el período cretáceo, decayendo en seguida h a s ta llegar a su co m p leta estincion (Fig. 38). A hora bien, si se e stu d ia n en un m ism o A m m onite p ro p ia ­ m ente d ich o lo s tab iq u es que se form an a p a rtir de la p rim era celda, se ve que los prim eros son a p én as ondulados i recu erd an los de los Goniatites prim arios, desp u es se hacen cad a vez m as

A

B

Fig. 39.— Labyrintliodonte teptognatus, O w .: A , C orte trasversal de un diente; B, Im presiones de las p atas con todo el aspecto de una mano de V ertebrado.

com plejos i se p resen tan bien p ro n to lobulados, com o los de los Ceratites del Trias, i en seguida plegados, com o los de los «Am­ m onites» del Jurásico. Lo que q uiere d ecir que el A m m o n ite verdadero pasa su cesiv am en te por los estad o s de Goniatites, Ceratites i A m m onites; hecho que hace v e r el curioso paralelis­ mo que existe e n tre el d esarrollo de un in d iv id u o i las diferen ­ tes form as perten ecien tes al m ism o g ru p o (lei biojenética). L a b y r in th o -

donte

2.— El jigantesco L a b y r in th o d o n te le p t o g n a t h u s , del «período prim ario pérm ico». D ebe su n o m b re a la sin g u lar e stru c ­ tu ra de sus «dientes, im p lan tad o s en alvéolos» com o en los «Co­ codrilos» i co n stitu id o s por lam inillas

reto rcid as, que son los

repliegues irregulares que el esm alte form a sobre el m arfil (Fig. 39). Presenta m uchos caracteres de los A nfibios unidos a caracte­ res de los Peces, pues se ve que su cab eza e s ta b a re c u b ie rta por


B e rn a r d in o

Q u ija d a

B .—

catá lo go

il u s t r a d o

1 39

an ch as placas óseas esm altad as, com o en los «Ganoídeos- de hoi, i sus

v é rte b ra s eran b icóncavas o anficélicas, com o en

estos an im ales; i por o tra p a rte, el cráneo reposaba sobre la colum na v e rte b ra l por m edio de «dos» cóndilos, ta l como ocurre en los A nfibios.

A rc h c e o p te ry x lith o g ra p h ic a

en k) sigu iente: 1.° la existencia de d ien tes; 2.° la e stru c tu ra de su p é h is,

cuyos

huesos

Fig. 40.— Archueopteryx lilhographica: d , Cla­ vícula ; co, Coracoides; h, H úm ero; r, Radio; «, Ulna o cubito: r, C arpo; I-IV, U ñas; s , Escápula.

coxales aparecen sep a­ ra d o s; 3.° la presencia de tre s dedos no soldados (como se ve en el em brión de las A ves d e hoi) i term in ad o s p or g a rra s; 4 .“ la existencia de dos huesos carp ian o s i tre s m etacarp ian o s d is tin to s ; i 5.° el g ran núm ero de v é rte b ra s cau d ales libres. Las v érte b ra s eran bicóncavas i e sta b a n en n úm ero de 10 cervicales, 12 dorsales, 2 lum bares, 6 sacras so ld ad as e n tre sí,


BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

140

i 22 caudales, en las q u e se a p o y a b a n o tro s ta n to s p ares de plum as tim oneras. No se han en co n trad o m as q u e dos e jem p lares de "im presio­ nes» en la piedra litogràfica de S olenhofen, p eq u eñ o p u eb lo de A lem ania. LJ110 de estos orijinales está co n serv ad o en el M useo de L óndres i el o tro en el de B erlin.

e !

II

I II

IV

V

VI

Eohippus

O rohippus

M esohippus

M iohippus

P rotohippus

Pliohippus

Fig. 41.— Estrem idades de los antepasados am ericanos del Caballo

A n te p a s a d o s del C a ballo

4.— J e n e a lo jía d e la fa m ilia d e lo s E q u id o s .— A ntepasados del Caballo:— L a serie co m p leta de los antepasados del Caballo, e n c o n tra d a por M a r s h en los terren o s terciarios de la A m érica del N orte, es la siguiente (Fig. 41): El E oh ippus (E oceno inferior), con 4 dedos prin cip ales i él ru d im en to de un q u in to dedo in tern o en las m anos, i 4 en los piés. F1 O rohippus (E oceno superior), con 4 dedos (1 ru d im e n ­ tario) en las m anos, i 3 en ¡os piés. El M esohippus (M ioceno inferior), con 3 dedos que to cab an el suelo i 1 dedo ru d im e n ta rio en las m anos, i 3 en los piés. El M iohippus (M ioceno sup erio r), con 3 dedos ta n to en las m anos com o en los piés. El P rotohippus (Plioceno inferior) con 3 dedos en las m anos i en los piés, pero con el dedo m edio m ucho m as g ran d e q u e los otros. El P liohippus (Plioceno su p erio r), con 1 dedo en cad a m a ­ no i en cada pié, m as 2 dedos ru d im e n ta rio s b a s ta n te g ran d es. El E quus (Período d ilu v ial), con un d edo p rin cip al i 2 ru ­ d im en tario s pequeños en cad a m an o i en cad a p ié: son los «es­ tiletes -óseos» que re p re sen ta n el m e ta ca rp o i m e ta ta rso de los dos dedos su p lem ten tario s desaparecidos, i que a veces en los


B e rn a rd in o

Q u ija d a

B .—

catálogo

ilu s tra d o

14 1

casos de atav ism o , ad q u ieren la p a rtic u la rid a d de form a i ta ­ m año que m u estran en el H ip p ario n . E jem p lo : el célebre C a b a ­ llo

B ucéfalo » de

A leja n d r o

e l

G rande.

Vése, por la inspección de la figura 41, que, p a rtie n d o del E o h ip p u s de los m as an tig u o s terren o s terciarios, con 5 dedos, se llega al C aballo a c tu a l o E q u u s del fin de la edad terciaria, con un dedo, p or la desap arició n pro g resiv a de los dedos la te ­ rales 1.° i 5.°, i despues p o r la a tro fia del 2.° i 4.°. Se ha h allad o asim ism o en el an tig u o co n tin e n te o tra serie de an te p a sa d o s jeolójicos del caballo, de los cuales los m as tí­ picos son el «Palaeotherium », el «A nchiterium ■ i el « H ip p a­ rion», que te n ia un dedo m edio g ran d e i dos dedos laterales en vías de d esaparecer. M a te r ia l c o le c c io n a d o N .° 1. R ocas

n ep tu n ian as

o sedim entarias. a.

A rcilla.

b. A renisca (adoquín ). c. C onglom erado o pudinga. d. R oca caliza ( tra v e rtino). e. T rípoli. / . C re ta .

d. B asalto, e. L ava. N ." 3. R ocas m etam ó rficas: a. M árm ol. b. P izarra. N .° 4. Fósiles: a. Fósil verdadero. b. P etrefacto . c. Im presión o im p ro n ta. N .° 5. Fósiles

g. A rrecifes de coral.

paleozóicos

(E d a d P rim a ria ):

N .° 2. R ocas p lu tó n icas o ígneas.

a. Trilobites. b. L im u lu s walchii, D esm .

a. G ran ito .

Del terren o prim ario

b. Pórfido.

de E ic h sta d t, Bavie-

c. T ra q u ita . N .° 6. Fósiles M esozóicos

ra. (E d a d S e cu n d aria):

a.-d. A m m otiites sp. Del terren o secundario de In g laterra. e. Im presión en relieve del esqueleto de un Pterodactylus. En la p izarra del terren o secu n d ario de Solenhofen, Bav iera (Salón de P aleontolojía). / . Im presión en relieve del esqueleto del P lesiosaurus dolichodeirus. Del terren o

secu n d ario d e In g la te rra.


142

BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

g. Fotografía de la im p resio n en relieve del Archceopteryx lithographica. E n la p iz a rra del terren o secu n d ario de Solenhofen, B aviera. (S alón de P aleo n to lo jía). N .° 7. Fósiles Cenozóicos (E d a d te rc ia ria): a.-b. M odelos de N u m m u liles lam arcki. L ocalidad no señ alad a. N .° 8. A nim ales c u a te rn a rio s re cien tem en te estin gu id o s o en vías de desaparición. a. E squeleto de la p a ta a n te rio r izq u ierd a del H ip p a rio n brachypus. M odelo del M useo de M unich. b.-e. D ibujos tom ad o s del n a tu ra l del e sterio r i del esqueleto del O capi (Ocapia Joh n slo n i). A frica. / . M odelo en yeso, del esqueleto del M egatherium Cuvieri. C opia del esqueleto v erd ad ero que se halla en el M useo de L ondres. Del terren o d iluvial de las P am p as de B ue­ nos Aires. (Salón de P aleontolojía). g. F rag m en to s d e huesos, cuero i escrem entos del Grypthoterium domesticum. D e la C u ev a d e E b e rh a rd , M a ­ gallanes. (E s ta n te c e n tra l). h. M odelo en yeso de las defensas del M astodon giganteus (Salón de P aleo n to lo jía). Del terren o d iluvial. i.-j. C ráneo i fragm entos d e estrem id ad es a n te rio re s del Mastodon chilensis. k. M odelo en yeso de la cabeza del D ro n te (D id u s ineptus). Del terren o d e aluvión d e la Isla M au ricio . I. M odelo en yeso, de huevo del E p io rn is [A epiornis m a xim us). Del terre n o c u a te rn a rio de M ad ag ascar. (E sta n te cen tral). X II D IS T R IB U C IO N JE O G R A F IC A

(H A E C K E L , D A R W 1N )

L a irradiación de cad a especie a p a rtir de su centro de disper­ sión, o p u n to de creación único, la am p lia estension de los a n i­ m ales llam ados cosmopolitas o ubiquitarios, la especialidad d é la s fa u n a s insulares i su p aren tesco con las de los co n tin en tes v e ­ cinos i la repartición de los anim ales de agua dulce, son hechos de la jeografía anim al que se esplican m ui bien, d e n tro de la teoría de la selección i de la descendencia p or la m a y o r o m enor


B e rn a r d in o Q u ija d a B . —

catá lo go

il u s t r a d o

143

facilidad de la propagación i p or las variaciones jeolájicas i climatolójicas, aco m p a ñ ad as de la trasm utación de las especies. 1. C e n t r o i á r e a d e d is p e r s i ó n .— C a d a especie orgánica h a sido producida, bajo la influencia de acciones diversas, una

C e n tro i á r e a de d is p e r s io n

sola vez ¡ en u n solo p u n to d e la tierra , al cual se h a llam ado su centro de dispersión; desde el q u e se han de h ab er estendido en el trascu rso del tiem po, a o tra s rejiones en áreas específicas 0 de dispersión, de m ay o r o m enor am p litu d . La teoría evolu­ cionista requiere, pues, q u e las especies de u n m ism o jénero 1 los jéneros d e la m ism a fam ilia h ab ite n te rrito rio s vecinos 0 a lo m énos idénticos. E n jen eral, puede decirse que e sta lei se cum ple, existiendo fam ilias e n tera s de anim ales que están lim itad as a un d eterm in ad o c o n tin en te. E jem plo tenem os en los Troquílidos o Zum bones (Picaflores) de A m érica, que no existen en n in g u n a o tr a p a rte del m undo. L as barreras naturales u obstácu lo s diferentes que se oponen a la em igración de los anim ales, lim itan d o así el área de d is­ persión de cada especie, son unos topográficos i o tro s climaté­ ricos. E n tre las b a rreras topográficas se en c u en tran las aguas i las tierras. L as prim eras, en form a de m ares ± estensos, ejer­ cen sobre la distribución d e algunos an im ales que viven en los co n tin en tes la m ism a influencia que las elevadas m o n ta ñ as sobre o tra s m uchas especies te rre stre s que, p o r no poderlas escalar, se q uedan en rejiones lim itad as i d an oríjen a faunas d iv ersas en cad a u n a de las v e rtie n te s de una cordillera. T al sucede con ciertos M am íferos i R eptiles, com o el Q uirquincho 1 la T o rtu g a terrestre, que h a b ita n los valles o rien tales de los A ndes i que nun ca se ven en n u estro territo rio . E n c u a n to a las barreras climatéricas, se sabe que la tem p e­ ra tu ra desigual de las d is tin ta s zonas del globo, b a sta por sí sola p a ra d e te n e r las especies en su m arch a p o r las diversas la titu d es. 2 .— C o s m o p o l it is m o d e la s e s p e c ie s .— Los anim ales s a l ­ v a je s llam ados cosmopolitas i tam bién ubiquitarios o universales p o r en co n trarse en m uchas p a rte s, deben el h aberse esparcido p o r la superficie de la tie rra a la fuerza p ro p ag ad o ra de los m edios intrínsecos i estrínsecos de disem inación.

C o s m o p o litis ­ mo


144

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

Los medios de propagación intrínsecos o d ep e n d ie n te s del o rg a ­ M e d io s d e p r o ­ p a g a c ió n in ­ trín s e c o s .

nismo, que provocan las m ig r a c io n e s a c tiv a s de los anim ales, s o n : 1." La fuerza loco motiva en las especies de m o v im ien to s r á ­ pidos i poderosos, esto es, las b u en as co rred o ras i las alad as, com o la Lechuza i el Halcón, dos aves rap aces que C hile tiene en com ún con el Viejo M u n d o ; i la M ariposa, colorada (P y ra m eis carie) que se h alla en casi to d o el c o n tin e n te am erican o ; i 2.° El instinto de emigración en m uchos anim ales, sobre todo las Aves, com o las Golondrinas i Cigüeñas de E u ro p a, que realizan v iajes periódicos, a tra v e sa n d o el M e d ite rrá n eo p a ra p a sa r el invierno en A frica.

M e d io s de tra s p o r te e s tr in s e cos.

Los medios de trasporte eslrínsecos o e stra ñ o s al o rganism o que favorecen las m ig r a c io n e s p a siv a s, de los séres q u e ca re ­ cen de locom ocion ráp id a, se d ividen e n : 1.“ Físicos, como el viento i el agua (corrientes oceánicas, grandes m asas de hielos flo tan tes de los m ares A rtico s); i 2.° Orgánicos, com o las Aves i los M am íferos q u e tra sp o rta n innum erables organism os inferiores i sus hu ev o s i sem illas.

A n im ale s d o ­ m é s tic o s .

L as o tra s especies cosm opolitas p erten ecen a los anim ales prop iam en te d o m é s tic o s i a aq u ellas form as de p a r á s ito s cuya existencia dep en d e del hombre. C om o se sabe, el hom bre, p or sus v iajes, c o n q u istas, co m er­ cio, etc., c o n trib u y e a esp arcir m u ch as especies p o r to d o el globo, llevando in ten cio n alm en te u n as veces i c asu alm en te o tras, un sin núm ero de anim ales útiles o nocivos. S irv a n de ejem plo i p ru eb a del p o d er de este m edio d isem in ad o r a rtifi­ cial, el Conejo com ún a clim atad o en A u stra lia ; i los Toros i Ca­ ballos que en m an ad a s num erosas p u lu lan hoi en la A m érica del S ur, siendo anim ales q u e no existían a q u í á n te s del d escu ­ b rim iento. Los p a r á s ito s q u e v ia ja n con el ho m b re son esterio res o

A n im a le s p a ­ r á s i to s .

ectoparásitvs unos e interiores o endoparásitos o tro s. A los de la p rim era categ o ría pertenecen m u ch as especies de Artrópodos de la clase de los Insectos (Piojo, pulga, etc.) i d e los A rá cn id o s (A rador de la sarn a, g a rra p a ta , e tc .); i e n tre los ú ltim o s n o m ­ brados se n o tan no pocos Vermes ( T én ia s, Fasciola del hígado, Lom briz del niño, T riquina, P idulle, etc.)

i Protozoos (m icro­

bios p atójenos, com o el p ro d u c to r de la en ferm ed ad del sueño).


B e rn a r d in o Q u ija d a B . —

catálogo

il u s t r a d o

14 5

3.— F a u n a d e la s is la s .—L a fau n a de una isla m arítim a, .• . 7 , r , . . . : y a sea continental u oceamca, otrece de ord in ario sem ejanza,

F a u n a de

islas

las

sin d e ja r de ten er sus especialidades, con la del co n tin en te m as próxim o. E ste gran parecido e n tre las fau n as in su lar i c o n tin en tal, q u e ningún n a tu ra lis ta de hoi desconoce, no tiene o tra esplicacion satisfacto ria que la del p aren tesco real que une las especies: la poblacion anim al de las islas procede, pues, de la qu e existe o ha existido en los co n tin en te s vecinos, y a que a q u e . lias se han form ado despues de éstos i en las épocas actu ales no ha ocurrido ningún caso de jen eracio n esp o n tán ea. El carácter distintivo esencial de las fau n as isleñas, consiste « . en su riqueza en especies e n d e m i c a s , sobre to d o cuan d o las islas se hallan m ui a le jad a s d e las co stas i m as larg a ha sido su separación de los co n tin en tes. La presencia de esta s nuevas especies anim ales de distrib u ció n re strin jid a , puede a trib u irse a dos causas, que s o n : «1.a la trasfo rm acio n que se ha verifi­ cado en las especies co n tin en ta les despues de su traslación a las islas, o sea su ad ap ta c ió n a las n u ev as condiciones de la v id a ; i 2.a la desaparición en los c o n tin en tes i la conservación en las islas de las especies resp ectiv as a consecuencia de acon­ tecim ientos jeolójicos i cam bios clim atolójicos que se v erifica­ ron en los prim eros i d ejaro n de producirse en las ú ltim as». (1) P a ra c ita r algunos ejem plos de endem ism o, son propios i c a ­ ra c terístico s de Ju a n F ern án d ez el Picaflor grande («E ustep h an u s fernandensis»), el Torito («Anoeretes fernandezianus»), el Comesebo («O xyurus m asafuerae») i el A guilucho («B uteo exsul») e n tre las A ves, co rrespondiendo las dos prim eras a M a s a tie rra i las dos ú ltim as a M asafu era. E n las m ism as islas se en c u e n tra n algunos insecto s endém icos, com o el Phadonesta críbala i el E riopis fernandeziana, e n tre los coleópteros, i la m ariposa llam ada Crambus fernandesellas. E s in teresa n te n o ta r en seguida o tro hecho curioso que nos ofrece la jeografía anim al dé las islas del m ar. E n tre estas, las llam ad as oceánicas, de oríjen

volcánico o m adrepórico

n u nca han estad o en unión con el co n tin en te , p o r lo que en la (1 ) J o h o w , Estudios sobre la flora de las Islas de Juan Fernández.

(10)

E s p e c ie s en d ém ic a s


146

BO LETIN

DEL MUSEO NACIONAL

fauna indíjena d e ellas fa lla n por completo los A nfibios, los Reptiles i los M am íferos terrestres. S irv an de ejem p lo las fa u ­ nas de las islas d e J u a n F ern án d ez, P ascu a, S an A m brosio i San Félix. C om o las islas Continentales p rim itiv a m e n te fo rm a ­ ban p arte de un c o n tin e n te , del que se h an d e sp ren d id o y a por un a erupción del O céano, y a p o r un descenso len to de las p a rte s b ajas de la tie rra firm e, ofrecen especies de d ich as cla­ ses de V erteb rad o s Q u in q u in a, la

p o r h a b erla s conservado.

S a n ta

E jem p lo s: la

M a ría , los A rchipiélagos de

C hiloé i

Chonos. 4.— F a u n a a u s t r a lia n a .— L a fa u n a de A u stra lia tien e u n F a u n a au« lia n a

carácter propio e in d ep en d ien te, i no cab e d u d a q u e se ha se­ p arad o jeolójicam ente m ui te m p ran o del resto de los continen tes. M am alójicam en te se d istin g u e p o r sus n o tab les M am íferos O víparos (M onotrem as) e

Im p la ce n ta d o s (M arsupiales); en

su av ifau n a son p riv a tiv o s el A ve del p araíso d e N u ev a G uinea, el K ivi, el Casoario i el M oa; i en su fa u n a h erp eto ló jica e ictiolójica, la sin g u lar H atería puntuada i la B arram unda (Ceratodus forsteri), resp ectiv am en te. Los M arsupiales australianos p resen ta n e n tre sí ta n g ran d es diferencias que se les p o d ria d iv id ir en v ario s órdenes que o fre ­ cen un n o tab le paralelismo con los d iversos g ru p o s de M a m í­ feros P lacentado s.

E n efecto, los Macropódidos

(C angurú,

Pademelon) rep re se n ta n los R u m ia n tes p o r su estó m ag o com ­ puesto, d e n ta d u ra especial i réjim en h erb ív o ro ; los D asiúridos (Dasiuro-comadreja) eq u iv alen a los Carnívoros; los PeraméHdos (B andicut i Peram el narigudo) corresponden a los Insec­ tívoros; los Fascolómidos ( W om bat) son análogos a los Roedores; los P etaurus o M arsu p iales volad o res corresponden a los P ro ­ sim ios, especialm en te a los Galeopitecos; i los F a lan érid o s (Coala, Cusú-zorro, Cusú-osoj, con p u lg ar oponible i cola larg a prehensil, son pequeños M arsu p iales ± mados o Monos.

análogos a los P r i­

La fauna m am aló jica d e A u stra lia , ta n sin g u lar p or su ri­ queza de m am íferos d esp ro v isto s de p la ce n ta (M arsupiales i M onotremas) que recu erd a la fa u n a de la ed ad secu n d a ria, se­


B e rn a r d in o Q u ija d a B . —

catá lo go

il u s t r a d o

147

ria la consecuencia de h a b e r perm anecido allí sin em igrar d esde aquella ed ad paleontolójica. Se tr a ta , pues, de un fenóm eno de conservación de un carác­ te r faunístico an tig u o , debido a la reducida estension del con­ tin e n te au stra lia n o , i a la existencia en el m ism o de d ilatad o s d esiertos. «A eso se debe que la fau n a m am ífera no puede h a ­ berse desarrollado m ui a b u n d a n te en indiv id u o s i, p o r'lo m is­ mo, el núm ero de varied ad es que siem pre form an el principio de nuevas especies, tiene que ser m as lim itado que en territo ­ rios m ucho m as estensos, con m as v a riad a s condiciones clim a­ téricas i del terreno». 5. — D is t r ib u c ió n d e lo s a n im a le s d e a g u a d u lc e .— D is trib u c ió n C u an d o se estu d ia la -poblacion anim al lacustre», se observa d e lo s a n im a ­ u n a g randísim a sem ejanza e n tre las especies de las aguas dulces en casi to d as las rejiones del globo. E sta n o tab le u n id ad de com posicion— c o n tra ria a p rim era v is ta a la teo ría de la descendencia com ún de las especies— e n c u e n tra su esplicacion esencial en el « carácter universal de la fa u n a lito ral p rim itiv a , de la cual p ro v ien e; i tam b ién , en c ierto m odo, en el trasporte p or el viento i el agua de ciertos a n i­ m ales actu ales, i en su disem inación p or m edio de las Aves e Insectos acuáticos, qu e conducen huevos i séres inferiores enq u istad o s, llevándolos pegados en el b arro de sus p a ta s i en su cuerpo». L a p ru eb a de ello es lo que sucede con u n a lag u n a a rtific ia l: con los. añ os tenem os en ella peces, m oluscos i c ru s tá ­ ceos, que llegan tra sp o rta d o s sólo p o r las aves e insectos. El hecho de q u e efectiv am en te los anim ales h a b ita n te s de las a g u as dulces se han deriv ad o de los que v iven en el m ar, puede deducirse de q ue no hai en los lagos i rios ningún ser qu e no ten g a su eq u iv alen te en el océano. T ales organism os anim ales lacu stres i fluviales que tienen sus especies representantes» en el m ar, se conocen con el nom ­ b re de Potamozoos i pertenecen a todos los tipos del Reino A nim al, con escepcion de los Equinoderm os i Protovertebrados, qu e llevan un a v id a esclu siv am en te m arin a, i no tienen, en consecuencia, p a rien tes en las ag u as dulces.

le s de d u lce .

agua


BOLETIN

DEL MUSEO NACIONAL

M a te r ia l c o le c c io n a d o N .u 1. Picaflores de A m érica. a. P icaflor ecu ato ria n o (Docimastes ensiferus). </■ E cuadr.r. 1899.. b. P icaflor

colom biano

(Lam propygia

p ru n e lli).

</.

B ogotá, 1874. c. Picaflor g u atem altec o (F ilm atina dup o n ti). </ ■ G u a ­ tem ala, 1875. d. Picaflor V ictoria (P salidoprym na victoria),

. B rasil,

1912. e. Picaflor chileno g ran d e (Patagona

gigas)

?. C hile.

/ . Picaflor chileno com ún (E u slep h a n u s galeritus)

I.

J u a n F ernán d ez. N .° 2. M am íferos i R ep tiles a rje n tin o s. a. Q uirquincho (Zaedyus m in u tu s) </• M endoza. b. Pichiciego (Chlam ydophorus tru n ca tu s) </. M endoza. c. T o rtu g a terre stre a rje n tin a ( Testudo argentina). Ja rdin Zoolójico, 1896. N .° 3. C osm opolitism o de an im ales salv ajes. a. L echuza (S trix flam m ea). b. H alcón ( Falco fem oralis). N .° 4. In s tin to d e em igración. a. G olondrina (Iliru n d o rustica) o"- E u ro p a , 1870. b. C igüeña (Ciconia alba) E u ro p a. N .° 5. P arásito s que aco m p a ñ an al hom bre. . a. D ibujo del P iojo de la cab eza (P ediculus capitis). b.

»

c. d.

» d e la L ad illa (P h ith iriu s p ubis). » » P u lg a (P u lex irrita n s).

» P iojo d e los v estid o s (P ed icu lu s vestim enti).

e.

»

N ig u a (Sarcopsylla penetrans).

J.

»

»

C h inche d e cam a (A cantina lectularid).

g.

»

»

S a rn a del h om bre (Sarcopies scabiei).

h'

»

»

G a rra p a ta (Ixodes hexagonus).

i. D ibujo del desarrollo de la L o m b riz so lita ria ( Tcenia solium ). j . L om briz so litaria (Tcenia solium ). En alcohol. k. D ib u jo del desarrollo de la L om briz so lita ria ( Tcenia saginata).


B e rn a r d in o Q u ija d a B . —

catàlogo

149

il u s t r a d o

/. D ib u jo del desarrollo de la S o lita ria an ch a (Dibothrìocephalus lalus). II. D ib u jo de los em briones de la S o litaria an ch a en los m úsculos de u n .p ez (Lota vulgaris). m. D ib u jo del desarro llo de la T riq u in a (Trichinella spiralis). n. D ib u jo del P irh u in ( Fasciola hepático). A , cara dorsal, m ui a u m e n ta d a ; B, c a ra v e n tral, tam añ o n a tu ra l. 0. D ib u jo de la evolucion del P irh u in . p. D ib u jo de la Filaria m edinensis: A, h em b ra de tam añ o n a tu ra l; B , estirp acio n de la F ilaria de M edina. q. D ib u jo del em brión de la Filaria m edinensis en la cavi­ d a d jen eral de un Ciclopo. r. D ib u jo de la hem bra de la C u leb ra de pelo (Gordius aquaticus). rr. L om briz del niño (A scaris lumbricoides). s. D ib u jo de la A m iba de la colitis (Amoeba coli). t. D ib u jo de la evolucion del E sporozoario de la M alaria (Plasmodinm. m ala ria ). N .° 6. E species endém icas de Ju a n F ernández. a. P icaflor dim órfico

(E ustephanus fe rn a n d en sis)■ d" 2.

J u a n F ernández. b. T o rito (Anaeretes fernandezianus) J . J u a n F ernández. c. C om esebo

(O xyurus m asafuerae).

M asafuera.

N .'J 7. F a u n a de A ustralia. a. O rnitorinco (O rnilhorhynchus analinus) S. b. E q u id n a o E rizo au stra lia n o (E chidna aculeata) d". c. Palem elon (M acropus eugeni). d. D asiu ro -co m ad reja (D asyurus maculalus). e. B an d icu t (Perameles obesula). f . W o m b at (Phascolomys ursinus). g. M arsu p ial volado r (P etaurus australis). h. C oala (Phascolarctus cinereus). 1. C usú-zorro ( Trichosurus volpecula). j- k . K ivi (A p te ry x oweni). N u ev a Z elanda. I. C asoario (C asuarius galeatus). N u ev a G uinea. m. D ib ú jo

de

H a te ria

N ueva Z elandia.

p u n tu a d a

(H atteria

punclala).


150

BO LETIN

DEL MUSEO NACIONAL

n. B arram u n d a ( Ceratodus fo r sle r i). R ios del N o rte de A u stralia i de Q ueensland. X III H IS T O R IA JE N E A L G JIC A D E L O S A N IM A L E S

1 .— I m á je n d e ta lla d a d e la te o r ía d e la d e s c e n d e n c ia en la c la s ific a c ió n o s is te m a n a t u r a l d e lo s s e r e s .— Si se saca de la teoría del trasfo rm ism o

to d as i cad a u n a de

sus consecuencias, se llega a la conclusión de q u e los dos reinos orgánicos no rep rese n ta n m as q u e el d esarrollo d e «uno» 0 «pocos organism os prim ordiales» que, su rjie n d o a la v id a d o tad o s de un principio ev o lu tiv o in te rn o im pulsor, h a b ría n producido, en el trascu rso del tiem po i b a jo la influencia d e a c ­ ciones diversas, a n te to d o «variedades», las cuales, d iferen ­ ciándose poco a poco, aca b a ría n a su vez p o r c o n stitu ir «nue­ v as especies». P o r eso ha dicho V a r ie d a d i esj je c ie .

D

a r w in

que la variedad es u n a especie

incipiente, en v ías de form acion, pues si c o n tin ú a v a ria n d o i trasm itiendo sus v e n ta ja s la diferencia p uede llegar a ser tan grande, despues de miles de jeneraciones, que lo n u e v a m e n te form ado tiene los caractéres propios d e la cate g o ría sistem ática llam ada especie. El célebre n a tu ra lista v a to d a v ía m as léjos al c o n sid erar que

Jé n ero s

los individuos de las n u ev as especies, p o d rían seguir v a ria n d o h a sta que p o r la acum ulación c o n tin u a d a de d esv iacio n es a trav és de lapsos de tiem po su ficien tem en te «largos», lo g rarian a d q u irir la significación de jéneros. Los rep resen ta n te s de los jén ero s m ui an tig u o s,

F a m ilia s , o r ­ d e n , c la s e s i d e m a s c a te ­ g o r ía s s i s t e ­ m á tic a s .

aleján d o se

e n tre sí m as i m as en espacios de tiem p o en estrem o colosales, se desarrollarían i co o rd in arían en fa m ilia s, órdenes, clases i d em as grandes grupos de p aren tesco o categ o rías siste m á tic as m as am plias, cuyos ca ractéres fu n d a m e n tale s co rresp o n d erían , por su oríjen, a períodos de d u ració n ilim itables, de m illarad as de millones de años, que h a b ría n sido necesarios p a ra la le n ta 1 g rad u al trasform acio n de las especies. S egún esto, el Sistem a natural de los anim ales, considerado jen eralm en te como u n rejistro de no m b res que p erm ite a b a rc a r de un a ojead a la d iv ersid ad de las form as, seria la espresion


B e rn a r d in o Q u ija d a B . —

catá lo go

il u s t r a d o

151

de lo s grados de p arentesco que liga las especies. O dicho de o tro m odo, la clasificación n a tu ra l de los an im ales h a adquirido, gracias a la d o c trin a de la d escendencia, el in ap reciab le valor de un v e rd a d e ro árbol j encaló jico .

2 —A r b o l je n e a ló jic o d e lo s a n im a le s .— El «árbol jenealójico de los anim ales», form ado p rin cip alm en te p or los d ato s su m in istrad o s p o r la a n a to m ía co m p arad a i la o n to jen ia, i teniendo en c u e n ta la lei biojenética, d e m u e stra que los 8 tipos zoolójicos ad m itid o s hoi d ia se h an co nfundido en su oríjen, procediendo to d as las especies an im ales de u n a m ism a form a Protozoos p rim o rd ial com ún o de pocas form as p rim itiv as, p erten ecien ­ tes al tip o de los Protozoos, c a racterizad o s p or com prender séres unicelulares. D espues de los Protozoos, q u e form an el tronco com ún de todo el reino anim al, vienen los Celenterados, algunos de los cua- celenterados les son bilaterales, teniendo la m ay o ría d e ellos u n a conform a­ ción rad iad a. De los prim eros han salido los Vermes, que han seguido a d e la n te el perfeccionam iento, siendo los a n tep a sad o s de todos

V e rm e s

los o tro s anim ales. D e los V erm es proceden d irec ta m e n te , com o ram as diver.

.

.

i

j

i

E q u in o d e rm o s

jen tes, 4 tipos m ui im p o rta n te s: los E quinoderm os, que han Moluscos> Ar q u ed ad o estacionarios; los M oluscos, q u e tam poco han con- trópodos. pro to - V e r te b r a

tin u a d o su desarrollo; los Artrópodos, que, com o los anteriores, dos, verte no han evolucionado, i los Proto-Vertebrados, que son los as- brados cen d ien tes in m ed iato s d e los Vertebrados. El siguiente cu ad ro indica la relación filojenética de los dis­ tin to s tip o s del R eino A nim al: P ro to z o o s

I

C e le n ta d o re s V e rm e s

Artrópodos

Moluscos

Equinoderm os

Proto-Vertebrados Vertebrados


BO LETIN

152

DEL MUSEO NACIONAL

3.— E s p e c ie s t r a n s i t o r i a s r e c i e n t e s e n t r e ti p o s i c la s e s d e l r e i n o a n i m a l . — Y a saltem os q u e la. paleontología nos h a revelado alg u n as «form as in term ed ias fósiles» e n tre d iferen tes L a b y r in th o d o n te

clases superiores, com o: El L a b y r i n t h o d o n t e , q u e ofrece ca ra cté re s com unes a los «Peces» i a los «A nfibios»; i El A rc h a e o p te ry x , que p re se n ta p a rticu larid a d es de es­

A rc h a e o p te ry x

tru c tu ra que lo ap ro x im an

a

los

«R eptiles» i a las

Aves»

actuales. (V éanse pájs. 138 i 139). E sin te re sa n te sab er en seguida q u e existen tam b ién «form as in term ed ias recientes» e n tre e sta s m ism as i o tra s clases i ti­ pos de anim ales. T ale s son: o) La P a n d o r i n a m o r u m . — E s te. Infu so rio flajelado d e ag u a dulce, tiene la form a de u n a esfera celular llena, de 16 a 64 individuos, cuyos flajelos está n o rie n ta d o s según los rayos de la esfera. R epresenta la m ás sim ple form a m etazóica, i com o persiste en estad o de m órula, estab lece el paso e n tre los Protozoos i Metazoos. H ai otros jénero s p arien tes de la P andorina (E u d o rin a, Gonium , M astigosphaera, etc .) que soji tam b ién m oriform es; pero como su núm ero es escaso no se ha form ado de ellos un tipo especial, sino que se clasifican e n tre los P rotozoos co n stitu id o s por u n a aglom eración de células. b)

El V ó lv ic e e s f é ric o

(«V olvox g lo b a to r» ),— E s o tro I n ­

fusorio flajelado de ag u a dulce, que vive en colonias esféricas form adas de un n úm ero considerable de individuos (h a sta 22 mil), reunidos e n tre sí p o r com unicaciones p ro to p lasm áticas. Es un sér tran sito rio e n tre los Protozoos i los Celenterados, pues representa d u ra n te to d a su v id a el esta d o ontogenético de blástula o esfera celular hueca; ad em as, nos m u e stra la a p a ­ rición de la sexualidad v e rd a d e ra i co m p leta, la separación de los sexos i, en fin, la d istin ció n e n tre células so m áticas i células repro d u ctiv as, c a rg a d a s de p ro to p la sm a jerm in a tiv o . N o puede clasificarse e n tre los C elen terad o s p o rq u e no a l­ canza al estado de gástrula que ofrecen los Gastrulados o Acelomados, esto es, los Metazoos inferiores o de grado medio de organización. Sólo p o r com odidad del e stu d io se coloca e n ­


B e rn a r d in o Q u ija d a B . —

catálogo

ilu s tra d o

153

tre los Protozoos, diciendo que es u n a agrupación o colonia de individuos. c)

El P e r i p a to p s i s b la i n v il le i .— E stablece el paso en tre

el tipo d e los Artrópodos i el de los Vermes.

C oncuerda con

aquellos en las «tráqueas», a u n q u e éstas son «sencillas», no ram ificadas i los estigm as aparecen esparcidos p o r todo el

Fig. 42.— Peripatopsis blainvillei; 1, H em bra ad u lta vista de un lado; 2, la misma v ista de abajo; 3, Macho adulto

cu erpo; i se parece a los A nélidos en los p aráp o d o s o estrem id ad es v ag am e n te artic u la d a s i en los órganos segm entarios o 'tu b o s escretores», qu e corresponden a los riñones de los an i­ m ales superiores (Fig. 42). £ e le coloca jen eralm en te e n tre los A rtró p o d o s i co n stitu y e p o r sí solo la clase de los Onicóforos, que p ertenece al subtipo de los Proto-traqueados, en oposicion a los Traqueados (Insec­ tos, A rácnidos i M iriápodos)

i a los

Branquiados (C ru s tá ­

ceos). La especie p recitad a, llam ad a tam b ién Perípato, es in d íjen a de n u e stra R epública i vive en los bosques de las p rovincias a u strale s, d eb ajo de los tro n co s-v iejo s de los árboles i de las h o jas secas.

P e r ip a to p s is


154

BO LETIN

DEL MUSEO NACIONAL

Se conocen o tra s especies de « P erip atu s» , originarias de C e n ­ tro i Sud-A m érica, A frica m eridional i A u stralia. d) El A m p h io x u s l a n c e o l a t u s . — R ep re se n ta A m p h io x u s

una

clara

transición hacia los Vertebrados, i p o r largo tiem p o h a sido considerado com o el m as in ferior de los Peces, fo rm an d o por sí solo el orden de los L eptocardios. En los testo s m odernos de Z oolojía ap arece hoi c o n stitu y e n ­ do la clase de los Cefalocordados d e n tro d e los Protoverlebrados, que tienen m ucho Ínteres científico com o tip o de transición i com prende, adem as! los E n te ro p n e u sta s o B alanoglossus (llem icor dados) i los T u n icad o s [Uro cordados), m irad o s a n ti­ g u am en te com o V erteb rad o s que h an llegado a d e je n e ra r p o r efecto de su ad a p ta c ió n a condiciones especiales de v ida.

Fig. 43.— La Barramunda (C eratodus forsteri)

La afinidad estrech a d d A m p h io x u s con los V erteb rad o s se m anifiesta en la existencia de u n sistema nervioso dorsal, de una cuerda dorsal p ersisten te, a b so lu ta m e n te id én tica a la de los em briones de estos anim ales, i en las branquias interiores, que rep resen tan la p a rte a n te rio r del tu b o d ijestiv o trasfo rm ad a en órgano resp irato rio . Se asem eja a los E v e rte b ra d o s en la epiderm is no estratificada: adem as, carece de su stan c ia s co n ju n tiv as, te jid o s de sosten (v érteb ras, cráneo), estrem id ad es pares, hígado, corazon, can al de la u re tra i órganos sensitivos pares. E ste pequeño anim al m arin o v ive o cu lto en la are n a i el fan ­ go de lasx:ostas del M a r del N o rte , M e d iterrá n e o i A m érica del S ur. e) D ip n o id e o s

Los D ip n o id e o s .— O cupan lu g ar in term ed io e n tre los

Peces i los A nfibios, siendo se m ejan tes a los prim ero s p o r su form a, escamas i aletas, así com o p or sus branquias internas; i a los segundos, p o r sus branquias esternas; la p resen cia de uno o dos pulm ones (vejiga n a ta to ria sencilla o doble), el co-


B e rn a r d in o Q u ija d a B .— c a t á l o g o

il u s t r a d o

155

razón de dos aurículas i un ventrículo i la com unicación de las fo sa s nasales con la cavidad bucal. C o m prenden sólo tres especies, que viven en las aguas dulces de A u stralia (Ceratodus forsteri) (Fig. 43), A frica (Protopterus annectens) i A m érica del S u r (Lepidosiren paradoxa).

Fig. 14.— El Ornitorinco

/ ) Los M o n o tr e m a s . — P re se n tan caractères com unes a los Mo„otremas M am íferos i a los R eptiles, pues tienen, com o aquellos, glán­ dulas lácteas, u n a c u b ierta de pelos, sangre caliente i corazon con cuatro cavidades; pero se reproducen p o r huevos ricos en y em a (telolecitos) i, adem as, los órganos de la dijestio n , de la escrecion i de la jeneracion, afluyen a u n a especie de vestíbulo com ún o cloaca, en lo que se asem ejan a los últim os anim ales nom brado s, siendo p articu la rid a d e s rep tilian as.

Fig. 4 5 . — E l EquiHno

Se conocen tres especies, h a b ita n te s de A u stralia i o tra s islas próxim as: el Ornitorinco (« O rn ith o ry n ch u s paradoxus» i «O. a n a tin u s» ), de pico a p la sta d o i pies palm ados, con pelaje p a re ­ cido al g a to de m ar i que v iv e en las orillas de los rios de A us­ tra lia o rien tal i T asm a n ia (Fig. 44); i el E quidno

(«E china


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BOLETIN

DEL

MUSEO

NACIONAL

h ystrix»), pro v isto de un pico delgado, de u n a len g u a v erm i­ forme i p ro trá c til i con el cuerpo cu b ierto de p ú as, i que lleva u n a vida esclusivam ente te rre stre en N u ev a G u in ea, A u stra lia i T asm a n ia (Fig. 45). 4 .— P a r e n te sc o e n tr e la s c in c o c la s e s d e V e r te b r a d o s.— vertebrados C om o el tipo que m as nos in teresa es el de los « V e rte b ra d o s', conviene sab er de q u é m an era están relacio n ad as e n tre sí las 5 clases que com prende. Iniciase este tipo an im al su p erio r con los P eces, a los que siguen los A nfibios, que son los a n te p a sa d o s d irecto s de los Reptiles, los cuales han d ad o oríjen , sim u ltá n ea m e n te, a las dos clases restan te s, es decir, a las Aves i a los M am íferos, principiando ésto s p o r los Im placentados, h a sta que llega la h ora de los «M am íferos verdaderos» o Placentados; ta l com o se resum e en el siguiente cu ad ro : VERTEBRADOS

I

Peces

I A n f ib io s

I

R e p t ile s

Aves

M am íferos

I

Implacentados

I

Placentados

Se puede reu n ir las dos clases inferiores de los «Peces» i «Anfibios» en un su b tip o , el de los v e rte b ra d o s B ranquiados 0 Analantoídeos, i al lado de este g ru p o de p a ren tesco se coloca el o tro gran su b tip o d e los v erte b ra d o s P ulm onados o A la n toídeos, que com p ren d e las tres clases su p erio res de los

R ep­

tiles», «Aves» i «M am íferos». Branquiados

Los V erteb rad o s co m p ren d id o s en el p rim er su b tip o , resp iran to d a su vid a, o a lo m énos en su p rim era ed ad , p o r b ra n q u ia s, 1 en estad o de feto carecen de los órg an o s tra n sito rio s o anexos em brionarios llam ados «alantóides» i «ám nios». Las clases del su b tip o de los P ulm onados o Alantoídeos, 11a-

Puimonados

m ados tam bién A m niotados, en oposicion a los A nam niotados (peces i anfibios), se caracterizan no sólo p o r fa lta d e b ra n q u ia s en todos los períodos de su v id a i p o r su respiración p u ra m e n te


B e rn a rd in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

ilu s tr a d o

'1 5 7 •

p u lm o n ar, sino porque su feto se h alla p ro v isto de vesícula alantóides i se d esarro lla siem pre en el in terio r de u n a bolsa m em b ran o sa d en o m in ad a ám nios. 5 .— C a r a c té r e s d is t in t iv o s d e lo s M a m ífe r o s c o m p a r a ­ d o s c o n s u s a s c e n d ie n t e s r e p tilia n o s i e s p lic a c io n d e e s ­ t a s d if e r e n c ia s .— Los M am íferos se c a racterizan esterio rm en te p o r las glándulas m am arias, p or la piel rev estid a de pelos i p ro v ista, in m ed iatam en te deb ajo , de un panículo adiposo, que sirve p a ra m a n te n e r c o n sta n te la elevada temperatura de su sangre. A dem as, si se to m a en c u e n ta la em briolojía, se c o n stata que

tiene

huevos

pseudo-alecitos. V eam os cóm o se esplican

estos caractéres d is tin tiv o s de la clase su p erio r de los V erte­ b rados. a) L as g lá n d u la s m a m a r ia s ,— que eñ to d as las especies, G lá n d u la s m a ­ m a ria s m énos en el O rnitorinco i en el E qu id n o , form an m am as con pezón qu e la cria ch u p a con sus labios i la lengua p ara recibir la leche,— no son sino «glándulas su d o ríp a ra s i sebáceas c u tá ­ n eas trasfo rm ad as, q ue h an cam biado su secreción p rim itiv a en leche, según e stá pro b ad o ta n to p o r la em briolojía com o por la a n a to m ía co m p arad a de estos órganos e n tre los diversos ó r­ denes de M am íferos, p a rtie n d o de los M onotrem as. «D eben su oríjen a u na irritació n e stern a o casionada por el especial cuidado p o r la cria i que en los M am íferos prim itivos se h a desarrollado p a u la tin a m e n te . Los prim eros M am íferos p o nian gran d es huevos, ricos en yem a, de los cuales despues de largo tiem po nacia la cria, que in m ed iatam en te buscaba sola su alim ento. E n seguida se desarrolló en los m achos un cu idado p o r la cria, o cu ltan d o los huevos en los pliegues n a tu ­ rales del v ien tre. P o r el calor proporcionado de esta m an era a los huevos, se aceleró el desarrollo. La cria se aco stu m b ró a lam er el sudor secretado en el pliegue v e n tra l,— procedim iento q ue se h a conservado h a sta el d ia de hoi en el E q u id n o ,— i m e­ d ia n te la irritación c o n tin u a se d esarrollaron con el tiem po en e sta p a rte , g lándulas cu y a secreción le sirvió a la cria poco a poco de alim en to esclusivo. El pliegue v e n tra l se ensanchó pos­ terio rm en te h a sta convertirse en u n a bolsa in cubadora, como podem os verla periódicam en te tam b ién en el E quidno.» ♦T o d as esta s p articu larid ad e s se han d esarrro llad o p rim era­


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MUSEO

NACIONAL

m ente en el sexo m asculino, pues es u n a lei de la n atu ra le z a que las variaciones de cu alq u iera especie, tienen lu g ar siem pre prim ero en el m acho, el cual las inocula desp u es a la h em b ra. N u estra afirm ación la co m p ru eb a el hecho de que a u n el m acho está provisto de glán d u las ru d im e n ta ria s. Un casó de que la neom elia1 au n incum be al m acho, lo tenem os en C hile en la R hm oderm a 'd a rw in ii (R a n ita de Dararin). D ebajo de la boca posee un saco de incubación de los huevos, en el cual se hace

Fig. 4 6 .— R a n ita de D arw in . ^ C h i l e S . (5 cm .)

la m etam orfosis larval». H a sido d escrita según los ejem p lares que D aRWIN recojió en los tu p id o s bosques d e V ald iv ia (Fig. 46). b) Los p e lo s de los m am íferos se d eriv a n de los órganos P e lo s

sensitivos de la piel de sus an tep a sa d o s i pued en co nsiderarse como la consecuencia d ire c ta del «m ecanism o m as perfecto de la nutrición», o sea la a d ap ta c ió n especial a los d iv erses a li­ m entos. c) L a e lev a d a te m p e r a tu r a de su san g re (37° C en el

T e m p e r a tu r a e le v a d a de la s a n g re

hom bre i 25°-28° en los M o n o trem as) se esplica p o r la se p a ra ­ ción' com pleta de las dos circulaciones, a rte ria l i venosa, i espe­ cialm ente p o r la trasfo rm acio n de los pulm ones saquiform es de sus ascendientes, que p re se n ta b a n u n a superficie re sp ira to ria reducida, en órganos to ta lm e n te esponjosos o pulm ones alv e o ­ lados. En éstos se ram ifican los capilares, a rte riale s i vene sos, estendiéndose en u n a g ran superficie, p or lo cual la respiración u oxijenacion de la sangre, es m as en érjica i a b u n d a n te i se d e ­ term in an in tercam b io s quím icos m as activ o s, q u e producen u n a g ran c a n tid a d de calo r (Figs. 47 i 48).

H u ev o s pseu d o -a le c ito s

d) H u ev o s

p s e u d o - a le c it o s . — U n hecho im p o rta n te de

la • E m briolojía co m p arad a * q u e debem os m en cio n ar, es que los huevos pequeños i sin v itelo de los m am íferos o rd in ario s


B e rn a r d in o Q u ija d a B.— c a t á l o g o

il u s t r a d o

159

o «P lacentados», se d esarro llan , en últim o térm ino, p o r «seg­ m entación parcial discoidal», que corresponde a las A ves i a Circulaci(ln los R eptiles, lo que habla en fav o r del «oríien rep tilian o de sa"euine!> lo s R e p tile s aquellos» v e rteb rad o s superiores. Mamíferos. A

F ig. 47.— Circulación en los Reptiles: A , c ap ilares p u l­ m o n ares; Iv, a u ríc u la iz­ q u ie rd a ; h, v e n tríc u lo , en el c u al se m ezcla la s a n ­ gre q u e llega de las dos a u ríc u la s; K , c ap ilares co rp o rales.

Fig. 48.— Circulación en los Mamíferos. L a san g re sigue la d irección de las fle­ chas. a, a u ríc u la d e re c h a ; c, v e n tríc u lo d erech o ; d, a u ríc u la iz q u ie rd a ; / , v e n ­ trícu lo izq u ierd o ; g, a rte ria p u lm o n a r; h, c ap ilares p u lm o n a re s; i, v e n a p u l­ m o n a r; k, a o rta ; /, c ap ilares c o rp o ra ­ les; m , v en a c av a .

E sto se esplica recordando que los huevos de los m am íferos son «pseudo-alecitos». Así com o los m am íferos descienden de los R eptiles, el huevo de aquéllos se d e riv a del de éstos. En o tra s palabras, el huevo «pseudo-alecito» es un huevo telolecito», propio de los reptiles, que h a perdido su vitelo p o r el hecho de que en c u e n tra en el ú tero m atern al, en donde se desarrolla, u n a ab u n d an c ia tal de alim ento que hace in ú til el vitelo. Sin em bargo, p o r herencia co n tin u a ad o p ta n d o la segm entación parcial discoidal de los huevos telolecitos i no la segm entación to tal e igual, que es carac te rístic a de los h u e­ vos sin vitelo («alecitos»):

¡


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DEL MUSEO NACIONAL

M a te r ia l c o le c c io n a d o Arbol jenealójico del Reino A nim al. N .° 1. Protozoos.— a. M odelo de Amoeba proleus. b. M odelo de D ifflu g ia pyrijorm is. c.

»

» Stylodiclya m ultispina.

d.

»

» Stylonychia

e.

»

(cu ad ro esp licativ o ).

'» N u m m u lites lam arckii.

N .° 2. Celenterados.— a.

E sp o n ja

com ún

(.E uspongia

offici-

n a lis). E n alcohol, N ápoles. b. A ném one de m ar (A c tin ia clem atis). E n alcohol.

C o­

quim bo, 1902. c. C oral rojo ( Corallium rubrum ). E n .alc o h o l. M e d ite rrá ­ neo, 1901. d. F arol de m a r (Beroe ovala). N ápoles, 1901. N .° 3. Vermes.— o. M odelo de Rotífero (cu ad ro esp licativ o ). b. G usano m arin o (D iopatra chilensis). E n alcohol. C o ­ quim bo, 1903. c. P in u ca

( Thalassom a chilensis).

En

alcohol.

Q ueilen

1901. N .° 4. Equinoderm os. — a.

E rizo

com ún

(Strongylocentrotus

albus). E n alcohol. S an V icente, 1901. b. E stre llita

de

m ar

(A sterin a

selkerki).

En

alcohol.

(Phyllophorus chilensis).

En

alcohol.

Ju a n F ernán d ez. c. P epino de m ar N ápoles. N .° 5. Moluscos.— a. Jib ia (Ommastrephes bartram u). E n a l­ cohol. O ceáno A tlán tico . b. Pulpo (Octopus fo n ta in ia n u s). E n alcohol. C hile. N .° 6. Artrópodos.— a .-d . M ad re de la c u leb ra

(A ca n th in o -

dera cum m ingi). E n alcohol. C hile <$. §. la rv a i ninfa. N .° 7. Protovertebrados.— a. M odelo de A scid ia con cu ad ro esplicativo. b. M odelo de larva de A scidia. c. Piure (P yura m olinae). E n alcohol. S an V icente, 1901. d .-f. A ppendicularia. E n alcohol. N ápoles. N .° 8. Vertebrados.— Peces.— a.-b . L am p re a chilena.


B e rn a r d in o Q u ija d a B . —

En

catá lo go

il u s t r a d o

161

alcohol. P u e rto M o n tt, 1878.

c d. L am p re a eu ropea i su larv a A m m ocoetes. E n alcohol. N ápoles, 1901. A nfibios.— a. R a n a g ran d e de C hile

( Calyptocephalus gay).

E m b alsam ad a. V aldivia, 1896. b.-d. R a n ita de D arw in (Rhinoderm a d arw inii). En alcohol. V aldivia. 1896. R eptiles.— a. T o rtu g a te rre stre a rje n tin a ( Testudo argentina). Ja rd in Zoolójico. M am íferos.— a.

L laca o C o m ad reja (D ydelphis australis).

V aldivia, 1899. Aves. P alom a dom éstica ( Columba livia). E u ro p a. N ." 9. Especies tra n sito ria s recientes e n tre d iferen tes tipos i clases del R eino A nim al. a.-c. Perípato (P eripatopsis blainvillei). cT S i J- recien nacido. E n alcohol. C o n tu lm o , 1909. (Obs. D r. Fed. Johow ). d. L an ceta (A m p h io x u s lanceolatus). d '- d 5. E n alcohol. N ápoles, 1903. dt. M odelo en colores (corte lo n jitu d in al). e. B arra m u n d a (Ceratodus forsteri). En alcohol. A ustralia. / . P ro tó p te ro (Protoptenis annectens). E n alcohol. A frica. g. O rnitorinco (O rnitorhynchus a n atinus). h. E q u id n o o E rizo a u stra lia n o (E chidna hystrix).

^

4*


BO LETIN

16 2

DEL MUSEO NACIONAL

JUEGOS I EJERCICIOS D E LOS A N T IG U O S ARAUCANOS (Contribución al estudio de la Etnolojía Chilena) PO R EL

Prof. Leotardo MATUS Z. Dos son los propósitos q u e m e propongo con la publicación de este tra b a jo : 1. D a r a conocer los juegos i ejercicios p ractic a d o s p o r los an tig u o s araucanos, reuniendo i to m an d o de las d iv ersas fu en tes h istó ricas todo c u an to se ha dicho a este resp ecto i sacan d o de c ad a u n a lo q u e nos h a p a ­ recido m as co nv eniente al fin q u e nos proponem os. 2. A provechar este tra b a jo p a ra hacer re v iv ir aquellos juegos en tal form a, que los m aestros de c u ltu ra física p u ed an en señ a r a sus alu m n o s todos estos ejercicios en los colejios, seleccionándolos p e d a g ó jicam en te i en form a tal, que no sean un peligro p a ra el b u en desarro llo fisiolójico del niño. D e este m odo, he querid o c o n trib u ir a la ciencia e tn o ló jica sacan d o de ella un buen fin p ráctico, com o es el de p ro p en d e r al desarrollo físico de la ju v e n tu d , m ediante la nacionalización de los m étodos d e enseñanza.

V an trascu rrien d o los añ o s i con ellos estam o s v iendo la d esap a rició n d e los p rim itivos h a b ita n te s d e C hile. L a raza a ra u c a n a , esa ra z a in d ó ­ m ita o b jeto de ta n ta s poesías i canciones, esos v alien tes g u errero s cuyo vivo re tra to nos h a p in ta d o E rcilla, p arecen d ecir a la civilización m o ­ d erna la frase h istórica d e los gladiadores ro m an o s: A ve Casar, m o ritu ri


L. M á tu s . — JU EG O S

I EJER CICIO S DE LOS ANTIGUOS ARAUCANOS

163

te sa lu la n . . . Y a no nos q u ed an sino débiles restos de esa raza heroica que el alcohol se e stá encargand o de estinguir. D en tro de poco sólo conocerem os su h istoria i n u estro s hijos, al es­ tu d ia r sus h azañ as, se in teresa rán , sin d u d a , p or conocer su v ida, sus hechos i sus costum bres. E stam os seguros de que las proezas de los Jerm anos, de los G alos i de los H unos no h a n de d e sp e rta r en ellos tan vivo Ínteres como todo lo que se relacione con la v id a i la educación de los A raucanos. Al tr a ta r de este a su n to es necesario h a b la r de su an tig u o estad o fí­ sico, de los ejercicios i juegos a que se en treg ab an p a ra fo rtificar su cuerpo i el esp íritu , i sobre todo de la form a cómo los p racticab an . Es v erdad qu e los A raucanos no tuvieron un m étodo de E ducación Física, pero en cam bio supieron seleccionar con tin o ad m irab le una série de juegos i ejercicios que, to m ad o s en co n ju n to , venian a fortificar cada u n a de las p a rte s del cuerpo en proporcion a la utilid ad que éstas iban a p re s ta r en la p ráctica de la g uerra. Los ejercicios de las piernas, a los que sabios i educadores m odernos dedican en los m étodos de c u ltu ra física, especial atención, fueron a los que se d edicaron de preferencia. 1-as carreras Iijeras, largas i de duración, las ascenciones, los saltos, los ejercicios de tre p a r a los árboles i todos aquellos otros que au m en tan la necesidad de resp irar i a ctiv an la circulación, fueron sus ejercicios p re ­ dilectos. El le v a n tam ien to de g ran d es pesos, la lucha por el pelo, el tiro de la p iedra, de la lanza i de la flecha, el m anejo de la honda, como tam b ién la n atació n , les ap asionaban en estrem o. D esde pequeños se ejercitab an en n a d a r en la co rrien te de los rios; i el baño puede decirse era o b ligatorio e n tre los hom bres i las m ujeres, d u ­ ra n te el invierno i el verano. C om o las cualidades m as so bresalientes en el indio eran las que se re­ lacionaban con la guerra, los p ad res sacrificaban sin piedad a los niños q u e nacian enferm os o raquíticos. Les sajab an las corvas p a ra hacerlos correr, les am arra b a n pesos a la c in tu ra p ara enseñarles a hacer fuerzas, ?tc. C u an d o las trib u s se p re p a ra b an p a ra u n a g uerra, se en treg ab an con to do entu siasm o a p ra c tic a r u n a série d e ejercicios de ajilid ad , de fuerza i de d estreza i cada uno de los indios tra b a ja b a p o r sobresalir en el m anejo de la lanza o en el tiro de la flecha. .C o n o cid as nos son las d u ra s p ru eb as a que fueron

som etidos los


164

BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

______________________ '

mocelones que se d isp u ta ro n el p u esto d e jen eral en jefe del ejérc ito en cam paña. P a ra su elección no se a te n d ía a la a lta cate g o ría d e la fam ilia ni a la graduación o influencia d e los caciques, sino única i esclu siv am en te a la ajilidad i fuerza corporal del can d id a to . 1 así, cad a vez q ue se p re se n ta b a la ocasion de elejir un toqui, se re u ­ nían los jefes de to d as las trib u s i aco rd a b a n lla m a r a concurso a los in ­ teresados, señalando a un m ism o tiem po la p ru e b a a q u e d eb ian som e­ terse. Así fué como nom braro n jefe a Caupolican, al q u e llegaron a elejir sólo despues de h a b er d ado prodijiosas m u e stra s de sus fuerzas hercúleas. S u s juegos nunca llegaron a c o n stitu ir un m onopolio de cierto s i d e ­ term in ad o s individuos, sino que se p rac tic a ro n al aire libre en sitios p ú ­ blicos i por to d a la colectividad a ra u c a n a sin d istinción de ed ad , sexo ni clase. Como siem pre he considerado in ace p ta b le la in tro d u cció n de v o ca­ blos estran jero s en el idiom a nacional i y a q u e ellos son m u ch as veces n e­ cesarios, he preferido térm in o s sacados del m ism o idiom a ara u c an o , lo q u e co n trib u irá, sin d u d a, a d a r a conocer a los niños, sin g ran tra b a jo , un buen núm ero de p alab ras de este idiom a i al m ism o tiem p o h a rá q u e el juego se presen te en u na form a m ucho m as o rijinal. LA

N A TA CIO N

* La H istoria del Abate M olina, tom o 26 de la Coleccion de H isto ria ­ dores de Chile, p á jin a 191, dice sobre este p a rtic u la r:. «El b a ñ o es co m u ­ nísim o e n tre aquellas jen tes, com o lo era e n tre to d as las naciones a n tig u as, las cuales lo creian necesario p a ra co n serv ar la salud i fo rtificar el cuerpo. I así p a ra poderlo hacer a su co m odidad p ro c u rab a n estab lecerse en

las

rib eras de los ríos. En las estaciones cálidas se b a ñ a b a n m u ch as veces al día. En tiem po de invierno es raro aquel que d e ja d e b a ñ arse a lo m énos u n a vez al d ía ; m ed ian te este d iario ejercicio se hacen excelentes n a d a ­ dores, d ando pru eb as de su ad m ira b le h ab ilid ad en este jén ero d e ejercicio. N ad an ya con la cara hácia ab ajo , com o se p ra c tic a co m u n m en te, y a sobre uno u o tro lado, y a de espaldas, i con el cuerpo derecho i con las m an o s esten d id as fuera del agua, com o si cam in asen en la tie rra . N a d a n tam b ién e n tre dos aguas, p asando así los ríos m as anchos, de cuyo ejercicio re su l­ ta n valientes buzos.»


__

___L M átU S. — JU EG O S

I EJER CICIO S DE LOS ANTIGUOS ARAUCANOS

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L as m ujeres g u stan igu alm en te b añ arse m ui a m enudo lo que hacen siem pre léjos, ap a rtá n d o se de los hom bres, p ara cuyo fin buscan los lu ­ gares m as som bríos i solitarios.» Hoi ha cam biado e sta co stu m b re i son mui pocos los indios que se b a ñ a n ; p o r lo jen eral, el indio de hoi es m ui poco am igo del agua. Las m ujeres h an conservado su co stu m b re i se b añ an d iariam en te. La hora del b año es e n tre las once i la u n a de la tard e. B uscan lugares so litarios i som bríos, léjos de las casas, se b añ an co m p letam en te d esn u ­ d as, e v ita n d o las corrientes de los ríos i los rau d ales profundos. Si la educación física de los niños arau can o s es en cierto modo lau ­ dable, la educación m oral d eja b a m ucho que desear. R arísim a vez los p a ­ d res castig ab an a los hijos, po rq u e tenian la creencia de que el castigo co r­ po ral no sirve sino p a ra hacer hom bres viles i cobardes. LA

N A V E G A C IO N

Los A raucanos eran tam b ién

excelentes

bogadores, tenian m odos

ta n fáciles p a ra a tra v e sa r los ríos, que cuan d o m énos se lo pensaban los españoles, los ten ian encim a. L as balsas eran los in stru m e n to s m as fáciles i que m as u saban p ara estos p asajes, las cuales las hacian de diferen tes especies: de p a ja , de to to ra , de juncos i efe carrizo que en co n trab an en g ran ab u n d an cia en las orillas de los ríos i con ellos hacian unos haces gruesos i p u n tiag u d o s que, ju n tán d o lo s, form aban popa i proa i para a ta r ­ los i ju n ta rlo s hacian uso de una soga n a tu ra l que llam aban boqui, que es m ui firm e i de m ucha duración en el agua. Con estas balsas pasaban fácilm ente los ríos i eran tan lijeros en pasarlos que cuando los perseguía el enem igo i no tenian tiem po p a ra hacer estas balsas las hacian de su s lanzas q u itán d o les los hierros i ju n ta n d o un gran núm ero de ellas, sirvién­ doles de rem o p a ra éstas i las d em as balsas una pala con la cual gober­ n ab a uno colocado en la popa. L as balsas qu e hacen de rrtaguei son las m as lijeras, dice Rosales, i m as d u rab les; pero es el m aguei de C hile diferen te del m ejicano, que es un tallo de tres v aras que producen u n as m a ta s sem ejan tes a las de cardos silvestres en la form a de un cirio redondo del grueso de un h ac h a ; tiene la co rteza d u ra i p o r d e n tro , a u n q u e no e stá hueco, es tan fofa la m ateria q u e tiene, q u e es al m odo de corcho i en secándose no pesa una p aja. (Son balsas de cardón).


BO LETIN

DEL MUSEO NACIONAL

Los indios c|Ut' h ab ita n la isla d e M ocha a tra v e sa b a n com o cinco le­ g u as de m ar en estas em barcaciones p a ra v en ir a v e n d e r sus p ro d u c to s al c o n tin e n te , lo a tra v e sa b a n c a n ta n d o al son d e los rem os, p idiéndole al m ar los d e ja ra p asar p rósperam en te. T am b ién co n stru ían balsas d e ciprés o de laurel que, com o liv ian as q u e son, se p re sta b a n ad m irab lem en te p a ra esta clase d e em barcaciones. En estas balsas se arro jab a n a las m as encresp ad as olas del m ar i hacian su pesca. R ealizaban tam b ién

en ellas, concurso de boga, reco rrien d o

d istan cias a gran velocidad. O tra clase de em barcaciones m ui en uso eran las can o as q u e cons­ tru ían del tronco de un árb o l; las m ayores ten ian cap acid ad p a ra tre in ta personas, pero como eran red o n d as se d ab a n v u e lta con m u ch a facilidad. Los indios de C hiloé i los pehuenches que h a b ita b a n en las orillas del lago N ah u elh u ap i, u sab an las p irag u as q u e eran u n as em b arcacio n es m ui lijeras q ue hacian de tres tab las. ALGUNOS

JU EG O S

DE

LOS

ARAUCANOS

A dem as de los juegos de a jilid ad i d estreza, los a ra u c a n o s ten ian ta m ­ bién otros q u e podríam os llam ar de recreación i qup los ju g a b a n pocas veces. U no de éstos era el qué llam ab an Quechucan o Quechucague, q u e el P ad re O livares, en la p ájin a 42 de su o b ra, d escribe en e sta fo rm a: «Se ju e ­ ga con un a p lan ch ita de pied ra de la form a tria n g u la r Fig. N .° 1. q u e llam an los jeó m etras isósceles; en los dos lados m as largos del trián g u lo e stán p in ­ tad o s unos p u n to s que son p o r todo cinco, tres a un lado i dos a l o tro , i por eso se llam a Quechu que, en idiom a indio, significa d icho n ú m ero ; en una de las superficies hai un p u n to , en la o tra d o s-i así, a rro ja n d o este triángulo regularm ente cae un p u n to g ra n d e o pequeño. S egún el p u n to que cae, van m udan do los palito s al m odo de la oca (juego q u e consiste en una serie de 63 casillas o rd e n ad a s en espiral p in ta d a s sobre un ca rtó n o ta b 'a . E sta s casillas represen tan o b jeto s d iferen tes; cad a nueve, desde el uno, representa un ganso i algunos de ellos ríos, pozos i o tro s p u n to s de a z a r; (los dados deciden la su erte) i al m udarlos, c o n ta n d o los p u n to s si cae el ta n to del uno, donde tenia el ta n to del o tro , se lo come, i de este m odo se van haciendo unos a otro s una g uerrilla al m odo del a jed rez i el q u e c o n ­ sum e á n tes sus ta n to s es el que pierde». La n o ta que pone M ed in a en la p ájin a 308 de su o b ra sobre la o tra


L . M á t U S .— JUEG OS I EJER CICIO S DE LOS ANTIGUOS ARAUCANOS

16 7

m a n e ra com o lo ju g ab an , es sim p lem en te u n a confusion de este juego con el q u e llam ab an pura. P a ra a p u n ta r los resu ltad o s i no equivocarse en la c u en ta , hacian en el suelo, los jugadores, una serie de hoyitos, cad a uno de los cuales rep re­ se n ta b a su v alo r propio i d o n d e despues de cad a tiro, echaban un as pied recitas, las q ue tam bién iban d iv id id as de cinco en cinco. M olina en su o b ra Compendio dell-a Storia Geo­ gráfica N atúrale e Civile del Regno del Chile, escrita en B ologna en 1776, nos m u e stra un g rab ad o en q u e dos m uchachos están ju g a n d o al Quechucague. N o estam o s de acuerd o con los que aseguran q u e se le denom inó quechucan p or los p u n to s que tie n e el d a d o con q ue se jueg a. Fig. N .° 49. La

figura

que

reproducim os con el núm ero

uno, tiene en el lado o puesto al tres sólo un p u n to , i en el lado opuesto al cu atro , ti e n e 'tr e s p u n to s. Es m as probable e n ­ tonces, que lo h ay a n llam ado así por ju g arse con u n d ad o que tenia cinco lados, d ad o que fabricaron de p ied ra o hueso. Los dos ejem plares q u e reproducim os aquí pertenecen a la coleccion del M useo N acional. El nú m ero 1 m ide un cen tím etro ocho m ilím etros d e ancho, p or igual a ltu ra , i la base tiene un grosor de siete m ilím etros que term in a en la cúspide con tres m ilím etros. E s todo d e hueso, fué en ­ c o n tra d o en T em uco i regalado al M useo por d o n L uis W esterm eier el año 1895. El núm ero 2 es de piedra. L a base está fo rm ad a por un cu ad rad o que m ide dos c e n tí­ m etro s p o r lado i tiene u n a a ltu ra de tres c e n tím etro s un m ilím etro. F ué e n co n trad o en C uricó i regalado al M useo p or don R om án B o n n el año 1891. En el lado opu esto al uno,

tiene el dos i en el lado o pu esto al tres, tiene

F ig. 50

e! cu atro . E n la cúspide tiene u n a cruz. Fig. N .° 50. P a ra ju g a r a este juego ra y a b an en el suelo u n sem icírculo, lo dividian p o r la m itad con u na línea i despues colocaban en ángulo recto a la base del sem icírculo, diez piedrecitas i dos a c ad a lado de la c u rv a (cada uno de los ju g ad o res h acia lo m ism o). D espues iban tiran d o el d ad o , una vez c a d a uno, de tal m odo que si


168

UOLETIN

DEL MUSEO N A C IO N A L_____________________

uno hacia tres, el o tro debia p asarle tres de las p ied recitas i el juego te r­ m inaba cuando uno habia perdido las doce. LOS

L L IG U ES

O

EL

LLEGHCAN

E ste juego era por el estilo del a n te rio r, pero lo p ra c tic a b a n con doce m edias h ab as p a rtid as, 6 n eg ras i 6 blancas. El P ad re O livares, en la p ájin a 42, lo describe de esta m a n e ra : «Una m a n ta tienden en el suelo, i e n tra n al juego c u a n to s q u ieren , la suerte es el núm ero p a r i el a za r el n úm ero im p ar, h a b ien d o ,c o m o en los d a d o s,su s diversos grados de p érd id a i g a n a n c ia ;el que tira llam a la su e rte : como si fuera persona, d a v arias d eprecaciones afectu o sas, diciéndole: llam uen, llam uen, llam uen, cupa, cupa, cupa, q u e q u iere d ecir: h e rm a n ita , h erm an ita, h e rm an ita, ven acá, ven acá, ven acá, 1 así la invocan con o tros nom bres cariñosos. D espues d e ech ad a la su erte suelen n o m b ra rla con voces burlescas i dicen : cupai, papa chegual, q u e q u iere d e c ir: llegó mi ab u e lita la p erra vieja. El que una vez echó su erte prosigue tira n d o h a sta q u e eche a z a r i entonces en treg a los lligues al que e stá a su m ano derecha. Lo que ponen de a p u e sta llam an R an i n u n ca arriesg an m ucho a n i­ m osam ente a un tiro, sino que son ra te ro s en su m odo de ju g a r i p a ra g a ­ n a r cu alquiera cosa se p asan alg u n as horas.» La p rim era p a rte de esta relación no ap arece en la o b ra c ita d a , pues el orijinal se ha d estru id o en e sta p a rte , talvez p o r consecuencia del tie m ­ po. V icente C arvallo G oyeneche, en la p ájin a 158 del tom o X d e la Colec­ ción de Historiadores, dice q u e h ab ia que tira r las h ab as desde la a ltu ra de la cabeza i qu e se perdia o se g a n ab a , según fuera el n úm ero de negras que caian, con respecto a las blancas. M edina dice que tam b ién lo ju g a b a n con p o ro to s p artid o s. EL

CO M IC A N

Según algunos historiad o res, los ara u c a n o s conocieron tam b ién el ajedrez con el nom bre de comican, pero esto m e ha parecido dudoso, pues en ninguna obra aparece la m an era cóm o i de qué elem entos se servían p a ra practicarlo. Febrés en su obra A rle Jeneral del Reino

de Chile, dice q u e los in ­


L. M á tu s . — JU EG O S 1 EJER C IC IO S

DE LOS ANTIGUOS ARAUCANOS

dios llam aban com ican al juego del ajedrez. C reo que este juego se parecia m as al juego de las d am as que al ajedrez, talvez ha sido el juego del

tres

en raya» o bien el juego que los niños conocen con el nom bre de leoncito i q u e se p ractica con doce p ied recitas que rep resen tan los perros i por una m as g ran d e que rep resen ta el león. Los perros tienen la obligación de a v a n ­ zar siem pre i p reten d en en ce rrar al león colocándose en dos filas. El león p uede av a n z a r o retroceder siem pre i en cu alquier sen­ tid o . D igo qu e el juego es éste i no el ajedrez, porque he v isto p racticarlo e n tre los in dios del in terio r de V aldi­ v ia; pero no pude esclarecer con ellos este a su n to porque se negaron a d arm e detalles. Sin em bargo, creo de Ínteres d a r a conocer el plano de u n a p a rtid a de este juego, a u n q u e él es m ui conocido de n u e stro s niños. Fig. 51. He

aquí los perros i el

león listos p a ra co m en z aru n a p a rtid a . U n a persona se en­ c a rg a de m a n e ja r los perros i o tr a m an eja el león. C ad a vez que el león en-

Fig. 51

cu en tre un perro solo i que no esté p ro tejid o por o tro, se lo come, sa lta n ­ do sobre él i o cu pando el puesto v acan te. C u an d o en cu en tra dos perros que tienen un puesto de por m edio libre se puede com er los dos. P or su p a rte , los perros v an av an zan d o con todo cuidado i disciplina h asta tr a ta r de d e ja r sin m ovim iento al león. El ray ad o p a ra ju g a r u n a p a rtid a se hace je n eralm en te en el suelo. t

EL

UIES

E ra un juego m ui parecido al de los dados, a quien m as p u n to s ech a­ ba, i siem pre que ju g ab an a esto s d ad o s se d ab a n fuertes p alm ad as unos


BO LETIN

DEL MUSEO NACIONAL

a otros. E s sensible que el orijinal d o n d e el P a d re R osales h a b la so b re este juego, esté d estru id o , a tal p u n to que se hace im posible fo rm arse una idea ex acta de la m anera com o lo p rac tic a b a n . EL

M A U M ILL A N

A lgunos h istoriadores dicen que este es el juego de la g allina ciega o tros, el de las escondidas. A m bos son m ui d iferen tes, p o rq u e u n o se ju eg a d e n tro de un círculo con la v ista v e n d ad a i el o tro en un terren o ap ro p iad o ; escondiéndose e n tre los arbu sto s. De las investigaciones q u e he podido hacer, re su lta q u e es el de la g a ­ llina ciega, que los españoles in tro d u je ro n en el te rrito rio de C hile. EL

NGURUKURAN

O EL

HUEVO

DE

ZORRO

E ra un juego m ui parecido al que los españoles llam an «salta o d á ­ mela tú». P ara jugarlo se form aban dos p a rtid o s de m uchachos, q u e se coloca­ ban en dos bandos o filas. U no de ellos escondia e n tre los d e su p a rtid o un o b jeto cualquiera i o tro del p a rtid o co n trario te n ia que a d iv in a r quién lo tenia i cuando a c e rta b a perseguía a los co n trario s, tra ta n d o de to m a r a u n o ; sj no ace rta b a te n ia que a rra n c a r fu e rte p a ra no ser cojido p o r los enem igos. Es un juego m as o m énos parecido al «desafío», a u n q u e tien e la v e n ­ ta ja de d e sp e rta r m as Ínteres e n tre los niños, p o rq u e p one en juego la ajilid ad i h ab ilid ad de los m uchachos p a ra lo g rar a d iv in a r q uien tiene el o b jeto señalado. E ste juego lo p ractican to d a v ía los m uchachos arau c an o s c u an d o se ju n ta n en gran núm ero i son m ui m aliciosos p a ra d e scu b rir q uien tien e el o b jeto escondido. EL C H O IQ U EPIN O CH O Q U IN

(i no c h o q u ip in com o lo lla m a n a lg u n o s h is to ria d o re s )

E ste es un juego m ui parecido al de la «huaraca». Los a rau c a n o s lo p ra c ticab an corriendo en un pié, tra ta n d o d e a lc a n z a r a o tro q u e p re te n ­ d ía a tra v e sa r el cam po custo d iad o p a ra lo g rar la ra y a o p u esta.


L. M á tu s . — JU EG O S

I EJER C IC IO S DE LOS ANTIGUOS ARAUCANOS

17 1

C u an d o no indicaban el pié, podia correrse cam biando cad a cierto trecho. Si lograba pillarlo á n tes de a tra v e sa r la ray a , éste tenia que perseguir.

EL

PISK O IT U N

Lo ju g a b a n sólo los m uchachos con una piecesita de m ad era de forma cónica, a la q ue h a d a n b aila r azo tá n d o la con u n a h u asca de huirá, m aqui o junco. Es el m ism o juego que los españoles llam aron m as ta rd e juego del cuspe o de la pirinola. D os o m as m uchachos colocaban el cuspe sobre una ra y a i a una se­ ñal lo hacian bailar, i, pegándole con la huasca, tra ta b a n d e hacerlo reco­ rre r cierto trecho qu e fijaban de an te m a n o ; pero el cuspe no debia d eja r de b ailar un solo in sta n te , p o rq u e se p erd ia la p artid a.

EL PIGINAM

E ste juego es el de las bolitas, pero los indios lo p racticab an con pie­ d ras q ue ten ian m as o m énos el tam añ o de u n a bola de billar, tra ta n d o de h acer cabe con ella sobre la del com pañero.

EL

DELCAHUE

Lo p racticab an con a ta d o s de palito s del tam añ o de los fósforos. No he logrado o b ten er o tro s d a to s sobre él.

EL

RU LLICAN

Según los historiadores se ju g ab a con p o ro to s; pero no indican la m anera com o se p racticab a.

EL

H U A IQ U IT U N

C onsistía en lanzar la flecha. Se hacian verd ad ero s certám enes, en los cuales cad a uno preten d ía alca n zar la m ay o r d istan cia o bien pegar en un o b jeto señ a'ad o .


172

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

15L R E Ñ I T U N

(o tiro del d a rd o o la n z a )

Se p ra c tic a b a en la m ism a form a q u e el tiro de la flecha. EL

C U T U T U N -P E U C U

Los arau can o s tenian tam b ién o tro juego que lo ju g ab an e n tre 16 o 20 personas, siem pre en los lugares cercanos a las casas, com o si con él h u bieran p reten d id o d a r lecciones de a rte m ilita r a sus h ijo s; i no pocas veces hacen que ellos lo jueguen e n tre sí, en lo que ellos e n tra n de m ui b uena v o lu n tad , p rocurando c ad a uno d istin g u irse sobre los otros. Felipe G óm ez de V idau rre, en su H istoria de Chite, tom o X IV , p ájin a 350 de la Coleccion de H istoriadores de C hile, hace una relación in ­ te resan te de cóm o ju g ab an los a rau can o s a este juego. H e aq u í lo q u e dice; «T óm anse éstos p o r las m an o s i form an un círculo en cuyo c e n tro ponen un chico. C asi o tro s ta n to s hom bres, si son hom bres los q u e ju eg an , i de niñas, si son niñas, están en la p a rte de afu era i p ro cu ran o con a stu cia o con esfuerzo rom per aquel círculo i ap o d erarse del chico, que es en lo que consiste la victoria. Lo actím eten con violencia en form a de asa lto , uno, dos o m as, ya por una, ya p or d iv ersas p a rte s; unos finjen la re tira d a p a ra ir despues corriendo a caer pon m ay o r ím p etu sobre la p a rte q u e les p a ­ rece m as d é b il; otros, de las p a rte s que e stá n o p u g n an d o , se tra slad a n de un golpe con u na lijereza increíble a o tro que creen e n c o n tra r m as d es­ cuidado; en fin, los asaltad o res no o m iten d ilijen cia alg u n a de c u a n ta s pueden concurrir p ara rom p er aquella m u ralla v iv ien te. P o r su p a rte los a saltad o res ponen tam bién todos los m edios p a ra d efen d er la fortaleza. E stos, que no pueden u sar sino de sus p ro p ias fuerzas i está n a la d e fen ­ siva, y a éstrech an, ya alarg an los brazos según pide la n ecesidad del co n ­ curso i fuerza de los enem igos, i, en fin, hacen ta n ta resisten cia q u e fa ti­ gados los asaltad o res se ven obligados a a b a n d o n a r la em p resa i confesarse vencidos. O tra s veces qu e vuelven al m ism o juego se cam b ia la su erte, h a ­ ciendo que los qu e fueron a sa lta d o re s sean a sa lta d o s p a ra p ro c u ra r en todo la igualdad i la m ism a destreza. D e este ejercicio, q u e es p u ra m e n te de fuerza, pues sólo de éstas se debe u sar, resu lta n q u e a d q u ieren tal su p e­ rio ridad de fuerzas que se hace increíble a q uien n o lo v e p o r sus propios ojos i una ajilid ad en sus m iem bros q u e ad m ira» .


L. M átUS. — JU EG O S

173

I EJER CICIO S DE LOS ANTIGUOS ARAUCANOS

A lgunos histo riad o res han creído v er una lám ina, que rep resen ta a los indios ju g an d o a este juego en la o b ra del P ad re O valle: H istórica Relación del Reino de Chile, e d ita d a en R om a en 1646, en la p ájin a 90; p ero esta lám ina rep resen ta un gru p o de indios bailan d o i no ju g an d o el cutútun-pencu. Según algunos historiad o res es el juego que los españoles llam an de la gallina ciega i que los niños p ra ctica b an h a sta hace algunos años en el colejio, pero no tiene n ad a de parecido con éste. E s necesario, sí, p a ra que el juego resu lte divertid o , seleccionar p ri­ m ero a los alum nos, a fin de elejir un grupo del m ism o tam año, pues c u an d o hai niños gran d es i chicos reunidos, es im posible que el juego salga d iv ertid o porque los gran d es a tro p ellan a los chicos. Igualm ente conviene pro h ib ir term in a n te m e n te que tra te n

de rom ­

p er la cadena cargándose con todo el cuerpo o pasándose por debajo. Hai que rom per la-cadena a fuerza de brazos i sin rasg u ñ ar a los defensores del círculo, o pellizcarlos o hacerle cosquillas o pisarles los pies. El juego es un juego de fuerza i ajilid ad i sólo se triu n fa cuan d o se logra c o rta r la cadena o p a sa r por encim a de ella sin m a ltra ta r a los d e ­ fensores. U na vez que los asaltad o res logran p e n e tra r en el círculo, tra ta n de ap oderarse del que está a d e n tro i llevárselo fuera, p a ra lo que hai necesidad de ra y a r prim ero la cancha que se elije p a ra el juego. L a lucha se lleva a cabo p o r ám bos p a rtid o s d e n tro del círculo, pues u n a vez que los jugadores q u e a sa lta n logran sa c a r el chico del círculo, han triu n fad o . No es conveniente prolongar p or m ucho tiem po este juego e n tre n i­ ños m enores de 14 años, porque los hace d esarro llar un tra b a jo físico que sus órganos, to d av ía en form ación, no son capaces de resistir sin

grave

p erjuicio p a ra su salud. A sim ism o los m aestros ten d rán cuid ad o de hacer p a ra r el juego cada vez q ue caiga un ju gador, p a ra e v ita r q u e el juego d ejenere en desórden i ocu rran accidentes que siem pre deben evitarse. D ado el gran esfuerzo q u e se desarro lla d u ra n te este juego i la d is­ ciplina que él exije, no conviene p racticarlo sino en los dos últim os grados d e las escuelas prim arias, o sea en el tercer año del liceo. E ste juego no conviene a las niñas de .ninguna edad i debe, por lo ta n to , d e sterrarse de la enseñanza en los colejios femeninos.


174

BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

EL

PILLM ATUN

E sta nación belicosa u sab a de preferen cia aquellos juegos q u e ten ian m ayor an alojía con el c a rá c te r m ilita r de su raza. El p illm atun era un juego que so lam en te lo ju g a b a n los m uchachos, a los alrededores de la casa, con el fin d e hacerse ájiles i d iestro s p a ra la g uerra. R aros son los historiad o res que no lo describen o en u m eran en sus o bras. E ste era un juego ara u ca n o cuyo oríjen ni siq u iera se ha p u esto en d u d a, y a que no existe o tro juego q u e se le parezca. Si nos fijam os un poco en los juegos que tenian los arau can o s, verem os q u e h ab ian llegado a in ­ tro d u cir en ellos u n a v erd a d era progresión. C o m en zab an p o r e je rc ita r a los niños en un sinnúm ero de juegos fáciles i sencillos q u e ^oco a poco se iban haciendo m as i m as com plicados, i así iban p rep arán d o se p a ra to m a r p a rte en otros que exijian m ay o r esfuerzo i ajilidad. Refieren los historiadores q u e el p illm atu n lo p ra c tic ab a n d esnudos, sólo con calzones (punus, especie de f a ja ) ; pero no están d e a cu erd o en el v erdad ero nom bre de este juego, unos lo llam an pillm a i o tro s p illm a tu n . El je su ita A ndrés Febrés en su o b ra : A rte de la

lengua jeneral del

Reino de Chile, escrita en el año 1764, dice q u e los a ra u ca n o s llam ab an pillm a a un a pelota de p a ja i p illm atu n a un juego q u e p ra c tic a b a n con esta pelota. O tro jesu ita, M iguel d e O livares, en el tom o IV de la Coleccion de Historiadores de Chile, p á jin a 43, sostiene q u e la p elo ta con q u e ju g a b a n era de m adera liviana, com o el corcho. Francisco N úñez de P ineda i B ascuñan i no B ascu ñan solo, com o lo llam a M edina en los Aboríjenes de Chile, tom o I I I de la m ism a Coleccion de H istoriadores de Chile, p á jin a 61, dice: q u e él lo vió ju g a r con u n a p elo ta hueca i llena de viento. Lo m as seguro es que lo ju g ab a n con u n a p elo ta liv ian a p a ra no h e ­ rirse; algunas veces de p a ja , o tra s de raices o d e esa m a d e ra p arec id a al corcho com o dice O livares i que llam ab an m apan. N úñez de P ineda, aseg u ra tam b ién h ab erlo s v isto ju g a r con dos p e­ lotas, u n a de cad a p artid o . Es m ui posible que cu an d o lo ju g a b a n con u n a p elo ta d em asiad o li­ v ian a o cuando los ju gadores eran y a m ui diestro s, u sa ran dos, p a ra h a ­


L. M á tu s . — JU EG O S

I EJER C IC IO S DE LOS ANTIGUOS ARAUCANOS

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cerlo m as difícil, pues en estos casos ju g an d o con u n a, el juego no resu lta in teresa n te. Se necesita u n a pelota d e un peso m ui sem ejan te a la de tennis, pero un poco m as g ran d e i puede hacerse de lan a o tra p o con aserrin. Los arau can o s u sab an pelo tas de diferen tes pesos, prim ero livianas i despues m as pesad as i por últim o d u ras. Al mism o tiem po ju g ab an este juego p a ra en durecer el cuerpo i a co stu m b ra rlo a recibir golpes sin esperim e n ta r dolor. El juego consistía en que, colocándose ocho o diez m uchachos ájiles i d iestro s en un círculo ab ie rto , m as o m énos a la d istan cia de dos brazos, com enzaban a lanzarse u n a p elo ta por d eb ajo de la pierna, tra ta n d o

de

d arse con ella, al m ism o tiem po que cad a uno de ellos p ro cu rab a q u ita r el cuerpo al golpe, pero sin a b a n d o n a r su puesto. I cada uno, porque no le den, tuerce con lijereza el cuerpo o sa lta o se tiende en el suelo, i luego vuelve a le v a n ta rse con rapidez. El q ue llega a ser tocado con la pelota, ta n ta s veces como tenian aco r­ d ado, qu e eran com o p u n to s o ray as, p erd ia lo que tenia puesto p a ra el ju ego; pues ra ra vez d e ja b a n d e ju g a r alg u n a cosa. E ste juego tiene la v e n ta ja de poderse ju g a r en espacios reducidos, p o r lo que se p resta m ucho p a ra in tro d u cirlo en n u estras escuelas como un juego pedagójico. Si hacem os u n a m odificación en lo que se refiere a los jug ad o res i los d istrib u im o s en dos p a rtid o s, uno fren te al o tro, de tal m an era que q u e­ den unos d elan te ¡ o tro s m as a tra s, el juego resu lta mui divertid o , p orque cada vez que la p elo ta se lan za todos e n tra n en m ovim iento. Se puede hacer m arca r su puesto a cad a ju g a d o r i d a rá un p u n to en su c o n tra cad a vez q ue éste a b an d o n e su puesto. El ju ez o el m aestro d eb erán v ijilar mui bien al que v a a la n z a r la p elota, pues m uchas veces o cu rre que éste le v a n ta la p ierna pero no tira la pelota p o r d eb ajo de ella. C ad a vez q ue se so rp ren d a a un ju g a d o r com etiendo esta falta, se d a rá un p u n to al p a rtid o con trario . Los arau can o s lo ju g a b an tira n d o la p elo ta p o r d eb ajo de la p iern a; pero á n te s de pegarle ten ian que hacer de la m ano p ala, p a ra sorp ren d erla en el aire. E sta m an era d e g olpear la p elota en el aire es m uí difícil, i sólo se consigue despues de p racticarlo m ucho. E s indispensable d a r á n te s un


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BO LETIN

DEL MUSEO NACIONAL

p equeño salto sobre un pié, al m ism o tiem po q u e se tira la p elo ta, p o rq u e d e o tra m an era el ju g a d o r se v a de espaldas. En la escuela se en señ ará este juego p rim ero tirán d o se unos a o tro s la p elota (liviana) d irectam en te . D espues p or d e b ajo de la p iern a i, p o r ú lti­ mo, haciendo de la m ano p ala p a ra g olpear la pelota.

Reglas del juego 1." El p illm atun se jueg a p o r diez o doce alu m n o s q u e form an un c ír­ culo ab ierto a la d istan cia de dos brazos. (P u ed en formarsfe v ario s círculos iguales donde hai m uchos alu m n o s que deseen ju g a r a un m ism o tiem p o ), c om prendiendo m edio círculo a cad a p a rtid o . 2." N ingún ju g ad o r puede a b a n d o n a r su p u esto c u an d o la pelo ta está en m ovim iento, i sólo se le p erm ite sa lta r, h ac e r lances con el cuerpo o dejarse caer, pero debe le v a n ta rse con rapidez. 3 .“ La pelota debe lanzarse con fuerza p or d e b a jo de la p ie rn a i gol­ p eándola en seguida con la p alm a de la m ano en la dirección del d iá m e tro del círculo i tra ta n d o de d a r con ella a los co n trario s. 4.° C uando el ju g ad o r d a con la p elo ta en la cara a uno del p a rtid o c o n trario pierde un p u n to . 5.u Si al tiem po de pegarle a la p elo ta con la p alm a de la m ano p ierde el golpe, la p elo ta pertenece al o tro p artid o . 6." Si un ju g ad o r ab a n d o n a su p u esto sin perm iso del juez, pierde un - punto. 7.“ N ingún ju g ad o r puede to m a r o e m p u ja r a o tro d u ra n te el juego. 8.” El ju ez será n o m brad o p or ám bos ca p itan es, i sus fallos son in a ­ pelables. El será quien indique a qué p a rtid o perten ece la p elo ta, lle v a rá c u e n ­ ta de los p untos, p o d rá am o n e sta r a un ju g ad o r, i a u n su spenderlo del juego, etc. P racticab an tam bién o tro s juegos o concursos esportivos, com o: E l H uintrehnetun o tiro de h onda. E l C uratun o tiro de la piedra. E l L iik a i o tiro de tres boleadoras. E l Loncotun o lucha del pelo.


L . M á t U S . — JU EG O S I EJER C IC IO S DE LOS ANTIGUOS ARAUCANOS

O R ÍJE N

DE

LA

CHUECA

ARAUCANA

O

17 7

PA L IT U N

(H ockey e n tr e los ingleses)

E ste fué el juego m as p racticad o p o r los a ra u can o s i el que despertó m ay o r Ínteres e n tre ellos. T am b ién lo llam ab an p a lin i los españoles le d a b a n el nom bre de chueca que viene del latin iocey. A unque algunos han creido qu e este nom bre viene del in stru m en to con que lo ju g ab an , puedo a firm a r que nó, po rq u e estu d ian d o el oríjen de la p alab ra chueca, he en ­ c o n trad o un a descripción bien precisa de ella en la o b ra titu la d a : Tesoro de la lengua castellana o española, com puesta por el licenciado don S e­ b a stian de C o v arru b ias i Orozco. E sta o b ra que fué p u blicada en M ad rid , dice el folio 205: «C hueca es u n a b o lita peq u eñ a con que los labradores suelen ju g a r en los exidos, el juego q u e llam an de la chueca, poniéndose ta n to s a ta n to s, i tienen sus m etas o pin as i g u ard an que los contrarios no les pasen la chueca por ella i sobre esto se d an m ui buenas caidas i golpes. D íjose, chueca de choque, q u e es el sonido que hace el golpe. Al que es gordo i redondo, de poca e sta tu ra , ta n ancho como largo, dicen e star como u n a chueca p o r ser redonda. Los huesos que juegan en las rodillas i codos, llam am os choquezuelas, porque son com o m edias bolitas». M uchos son los a u to res que aseguran q u e este juego fué traid o a C hile p o r los españoles; pero tam bién hai q u ie­ nes afirm an q ue la chueca es un juego n e ta m e n te arau can o i que fué in ­ troducido en E sp añ a por los prim eros soldados que volvieron a la p en ín ­ su la. M e inclino a p en sar q u e esto es m ui posible, p orque sólo lo ju g ab an en V alladolid i en M ad rid . En la p rim era lo llam ab an pina i en la segun­ d a gurria. C o v arru b ia i Orozco, nos dice en el folio 589 de su o b ra, que pina es u n m ojon redondo i lev an ta d o que re m a ta en p u n ta . C erca de los lab ra­ d o res cuan do juegan a la chueca en el exido, son como p u ertas, p a ra salir i e n tra r po r e n tre las dos p inas, etc. Exido es el cam po que está a la salida del lugar. El je su íta Alonso O valle, en su o b ra H istórica Relación del Reino de Chile, p á jín a 93, publica u n a lám ina d onde se ven algunos m uchachos arau can o s ju g an d o a la chueca. I haciendo la descripción del juego, agrega: «aunque este juego, me dicen, lo juegan tam bién en algunas p artes de E sp añ a, no lo aprendieron los indios de los españoles, como han aprendido ( 12 )


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BO LETIN

DEL MUSEO NACIONAL

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el de naipes i otros, porque lo ju eg an m ucho án tes» . E sta o b ra fué e d ita d a en R om a el año 1646, i V aldivia llegó a C hile a fines d e 1540. losé A. Pérez G arcía en su H istoria de Chile, tom o I, edición de 1900, p ájin a 41, h ab la sobre los juegos de los indios, i dice sobre la ch u eca: «E ste, según lo estim an i se ha in tro d u cid o e n tre los españoles, lo podem os lla m a r el juego de C hile etc.». R am ón B riceño en su Repertorio de Antigüedades

C hilenas, p u b li­

cado en S an tiag o 1889, en la p ájin a 41 d ice: q u e «La ch ueca es un ju e ­ go usádo por los lab rad o res de C astilla la V ieja, en E sp a ñ a , q u e los c o n q u is­ tad o res lo in tro d u jero n en C hile i al cual desde en tó n ces n u estro s indios q u edaron aficionados. Pero tan p ro n to com o fueron reconocidos sus in ­ co nvenientes, les fué prohib id o b ajo las p en as m as severas. E sto hizo el G o b ern ad o r M u jica, por b an d o 7 de N oviem b re de 1647. T om ás G u ev ara, en su

H istoria de la Civilización de A ra u ca n ía ,

tom o II, edición 1902, p ájin a 148, h ab la n d o d é lo s juegos, dice de los indios: «T om aron, adem as, d e sus dom inSdores, el juego d e p elo tas, i poco a poco se fueron apasionand o p o r el d e chuecas, burria en E sp a ñ a i p alin o palican en A rauco, h a sta hacerlo con el tiem po el fav o rito , el único de sus diversiones». José T oribio M edina, en su o b ra Aboríjenes de Chile, p á jin a 305, edición 1882, refiriéndose a los juegos d e los arau can o s, d ice: «Un juego, en que tam bién los ejercita b a n c u an d o niños es el llam ado p alin , chueca, p o r los chilenos, p in a en V alladolid i gurria en M ad rid » . El tom ó esta relación de la o b ra de don V icente C arv a llo

G oyene-

che, tom o X , p ájin a 158 de la Coleccion dé H istoriador es­ mero, sea cual fuere el oríjen de este juego, la v e rd ad es q u e los a r a u ­ canos hicieron de él un juego nacional, q u e fué h ered án d o se d e jen eracio n en jeneracion, i cu y a p ráctic a se esten d ió con el tiem po a to d o el te rrito rio de C hile; siendo m uchos to d a v ía los indios que lo ju eg an en las p ro v in cias del S u r de C hile h a sta V aldivia. S u uso se esten d ió p a ra el N o rte h a s ta B olivia i Perú. N o se crea que sólo los indios h an sido los únicos q u e lo h an ju g ad o en este pais.

N ó; la chueca fué a principios del siglo X V I I I uno d e los

juegos m as p racticad o s por los chilenos. En casi to d as las grand es haciendas i ciu d ad es d e A concagua al S u r i existían individuos q u e ju g a b a n a la chueca, i era in m en sa la m u ltitu d q u e a cu d ía a presenciar los desafíos que se co n c e rta b a n .


L M á tu s . — JU EG O S

I EJER C IC IO S DE LOS ANTIGUOS ARAUCANOS

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Siguiendo la tradición a ra u c a n a, los chilenos jam as ju g ab an por el solo am o r al juego, sino q u e siem pre ap o stab an alg u n a cosa. Los espec­ ta d o re s que acu d ian a presenciar la p a rtid a , tam bién a p o stab a n , jenera lm en te d in ero , i así com o se acercab a el m om ento crítico del térm ino de la p a rtid a , los ánim os iban enardeciendo, h a sta que aquello jeneralm ente te rm in a b a en u na v erd ad e ra b a ta lla en la que espectadores i jugadores d e uno i o tro b ando se d ab a n de palos i b o íetad as, h a sta q u e tenia que in ­ te rv e n ir la policía.

Se la prohíbe con escum union mayor En el año 1763 el O bispo A lday prohibió el juego de la chueca, so pen a de escum union m ayor. D icha prohibición aparece en el «Sínodo D io­ cesano de S an tiag o de Chile» títu lo 12, constitución 8 .a. Dice así: <E1 juego qu e en este reino llam an chueca, a pesar de e sta r prohibido en el Sínodo an terio r, no h a podido estirp arse, i regularm ente se practica en parajes despoblados ix»n d ías de fiesta, lo que tam bién sucede m uchas veces con las carreras de caballos, i por la d istan cia en que se hacen oca­ sionan el que deje de oir m isa m ucha je n te que v a a esos espectáculos, q u e ­ b ra n ta n d o el p recep to de la Iglesia, por lo cual m an d a su Señoría Ilustrísim a, so pena de escom union m ay o r: no hagan tales juegos de chueca i c a rreras de caballos los días de fiesta, siendo en sitios tan d ista n te s del p o blado i de las Iglesias que ocasionan a la je n te el fa lta r al m an d ato de o ir m isa, i q ue los párrocos escom ulguen a los que con traven g an a esta i a la a n te rio r constitución, absolviéndoles como m anda el R itual

R o­

m ano, i con la calidad de que hagan p ro testa de ob serv ar en ad ela n te lo q u e se m an d a en ám bos. Pero como los juegos de chueca suelen d u ra r p or m uchos días su ­ cesivos,

d a m otivo p a ra que la je n te de ám bos sexos que concurre,

p ern o cte en los cam pos; fué de parecer este S ínodo que su Señoría Ilustrísim a, represente este inconveniente al S uprem o G obierno, p ara que se sV va m an d ar a to d as las ju sticias q u e aún en los días de tra b ajo no p erm i­ ta n juegos de chueca que du ren p o r dos o tres días sucesivos, quedando la je n te de noche en el cam po».


BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

180

FIN

MORAL

DEL

JU EG O

ENTRE

LOS

ARAUCANOS

Se juega a la chueca la vida de un Obispo Fué tan inm enso el entu siasm o q u e d esp e rtó la ch ueca e n tre los a ra u ­ canos, que llegó a ser considerado com o el o ráculo que c o n su lta b a n en to ­ d as las circunstancias de difícil solucion. C ad a vez que, con cu alq u ier m o tiv o , los caciques no p odian ponerse de acuerdo sobre un a su n to de g ran im p o rta n c ia , p a ra el p o rv e n ir de a q u e ­ lla raza, aco rd ab an co n su ltar al P illa n (D ios d e los volcanes) p o r m edio de un a p a rtid a de chueca, i a c a ta b a n siem pre con todo resp eto lo q u e de ello resultare. Así fué como, en u n a ocasion, ju g aro n en u n a p a rtid a la v id a del O bis­ po de C oncepcion, don F rancisco de M a ran . H e aquí la relación que d e e sta p a rtid a nos ha hecho don G regorio V íctor A m unátegui en la Revista de Santiago, el añ o

1848. E s ta d e s­

cripción fué to m ad a de un orijin al, de uno d e los com pañeros del O bispo i la oí sólo en e stra c to : El 28 de O c tu b re d e 1793, salió d e su palacio el señor doctor, don Francisco de M a rá n , O bispo d e la Iglesia de C o n c ep ­ cion, con el fin de v is ita r la fro n te ra de C hile h a s ta C hiloé. El In te n d e n te de la provincia, don A m brosio O ’H iggins, d e V allenar, no sólo le proporcionó un a n u m ero sa co m itiv a, sino que envió tam b ién el m ensaje de costum bre, p a ra so licitar el p asaje p o r las tie rra s d e los c a ­ ciques, m uchos de los cuales se ofrecieron p a ra ac o m p a ñ a r al P relad o con su je n te de arm as p a ra p ro tejerlo en caso necesario. S in n in g u n a n o v ed ad llegó el O bispo h a sta la P laza de A rauco, despues de h a b e r confirm ado en su tray ecto a mil novecientos n o v e n ta i ocho personas. P ero desde aq u í todo cam bió de aspecto. M a ran c o n tin u a b a e n tre ta n to a v a n z a n d o ; pero sin fijarse que las filas de los in d íjen as q u e se ab ría n en su m arch a, se ce­ rrab an despues de su pasaje. C a m in ab a o lv id an d o q u e sus sú p licas ib an a perderse en el estru en d o q u e fo rm arían los g rito s d e m u e rte escap ad o s d e la boca de m illones de hom bres, q u e ab o rrecien d o la dom in ació n estra n je ra , no era dificultoso que lo ata c a sen en caso d e poderlo. Al descender las m o n ta ñ a s de T irú a , los cam in a n te s se so rp ren d iero n p o r un sonido in u sitad o q u e tu rb a b a el silencio de aquellos lugares. E ran las tro p as del cacique H uentelem u, que se ju n ta b a a la c o m itiv a p a ra


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aco m p a ñ arla i qu e hacia solem nizar su llegada con varias piezas de m ú ­ sica. D esde aquel m om ento, todo se les p resen tab a pálido i som brío, los soldados de la escolta aseg u rab an h a b er visto m overse en la noche los tro n co s de los árboles i oido el silbido de aves estra ñ a s. De d ía en día, las visiones iban siendo m as pavorosas, h a sta que en u n a noche el estrép ito fué tal. qu e la alarm a se com unicó a to d as partes. L as a jita d a s em ociones de aquel m om ento, p rodujeron en M aran u n a im presión p rofunda, i al fin resolvió levantarse. A pénas h ab ia salido, cu an d o un espectáculo estrañ o se ofreció a su v ista . L a m o n ta ñ a de T irú a, q u e se d estac a b a en el horizonte, resplandecía co ro n ad a por u n a d iad em a de fuego. El O bispo q uedó a te rra d o ; esa luz era la a n to rc h a que ilum inaba su e sp íritu i le hacia creer qu e aq u ellas eran los telégrafos del indio, i sus res­ p lan d o res, las cifras m isteriosas que tra m a b a n su m uerte. C on esto vino a esplicarse lo de las visiones noctu rn as, que no eran o tra cosa q ue indios que espiaban su m arch a p a ra precip itarse sobre él. Al d ía siguiente se puso M arán en m archa, i cam inaron todo el día h a s ta que llegaron a un bosque, en q u e se d etuvieron p a ra co b rar aliento. Allí e stab an cuando apareció una tro p a de salvajes, que g rita b an : malón! ¡malón! . . .

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A tan brusco a ta q u e se pusieron en p recip itad a fuga, i M aran tué uno d e los prim eros en h u ir sobre su caballo. E n v ano se escondió el O bispo, pues luego lo descubrieron en una c u esta, tu p id a de qu ilas i copihues. Pero el tiem po que h abian dem orado en buscarlo, h ab ia p erm itid o a Curum illa, el defensor de M aran , p resen ­ ta rse al fren te de los indios de T irúa, Tucapel i L leu-L len, cuando se con­ ducía en triu n fo a la víctim a. P o r ám b as p a rte s se m anifestó el m ism o tez o n : unos por m atar, i o tro s p o r defender, i la tierra de A rauco iba a em ­ p ap arse con la sangre de sus hijos, cuando los dos p a rtid o s convinieron en d ecid ir por la su erte su querella i reem p lazar la b a ta lla p or una p a rtid a d e chueca. C om o el d e b a te era ruidoso h abian concurrido guerreros de todas las trib u s de A rauco i tom ando cad a uno su puesto bajo las b an d eras d e Cu­ rum illa i lluenlelem u, los cam peones q u e iban a d is p u ta r la v id a del O bis­ po. C u an d o engrosaron bien sus filas, ám b o s p artid o s se pusieron en m a r­


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cha ¡ vinieron a colocarse c ara a ca ra com o dos e jército s p ro n to s a venirse a las m anos. Los defensores de los prisioneros esta b a n silenciosos, pero resueltos a ven cer: toda la an im ación, to d a la alg a z a ra , parecía h ab erse refujiado en sus co n trario s q u e lan zab an ala rid o s frenéticos al p asarlo s en revista H uentelem u, que se p re se n ta b a a lta n e ro p o r c u b rir su n e rv u d o cuerpo con el poncho del v estid o m orado, com o él n o m b ra b a la

casulla

del O bispo, i de la que h ab ia tom ado posesion p o r ser la m ejo r p resa del botin. F o rm ab a un verd ad ero c o n tra ste con este g ru p o bullicioso i an im ad o , un cuadro q ue en tristecía el a lm a ; su figura principal e ra un an cian o p á ­ lido i estenuado, de rodillas a n te un sacerd o te q u e le d a b a la b endición. E ra M aran que se confesaba con su com pañero á n te s de e m p ez ar el juego i hacia su testam en to p a ra que si alguno de los com pañeros sob rev iv ía, h i­ ciese e je c u ta r sus ú ltim as disposiciones. Luego despues com enzaba la p rim era p a rtid a d e las tres que debian jugarse. C urum illa i los jefes principales de su b an d o , m ui poca p a rte to ­ m aron en la acción, conociendo q u e los a d v ersario s d o m in ad o s p or el e n ­ tusiasm o, m o strarían un poder so b reh u m an o al cual seria im posible op o n er una barrera. En efecto, no ta rd a ro n en c a n ta r v icto ria, pero sus m ejores caudillos qued aron

fatigados en u n a lucha con personas m ui inferiores,

m iéntras los del o tro p a rtid o co nserv ab an sus fuerzas in ta c ta s ; p o r o tra p arte, la rabia de la d e rro ta a jita d a por las b iirlas i sarcasm os, hizo q u e los vencidos to m aran su revan ch a i los vencedores tu v iero n q u e su frir a su tu rn o un revés, cuando la noche venia a sep a ra r a los co m b atien tes. E stas dos p a rtid a s vinieron sólo a ser las escaram u sas de la gran b a ­ talla que iba a te n e r lugar al d ía siguiente. T o d a la noche la pasaron aconsejándose u nos a o tro s i to d a v ía no a m anecia cuan do cad a cual esta b a en su puesto . C a d a a ra u c a n o e m p u ­ ñ ab a su chueca com o un sable i la d escarg ab a m u ch as veces con furia c o n tra su rival, b añándole en sangre, o la a b a n d o n a b a

p a ra a g a rra rse

cuerpo a cuerpo con él. L a v icto ria pareció, por fin, d ecla rarse p o r Ihien telcm u , cad a golpe de su d iestra re tu m b a b a en el corazon de M a ra n .. Un su d o r frió p eg ab a los cabellos a su fren te i el v értig o d e slu m b ra b a sus ojos i le h acia te n e r visiones espantosas. P o r fin no tu v o fuerzas, sino p a ra caer sobre sus ro ­ dillas esclam ando: «Señor, S eñor, p o r q u é m e h ab éis a b an d o n a d o ? E sto i d ispuesto a sufrir el m artirio que se me espera, pero no olvidéis, g ritó d e ­ sesperado, que vos sois un D ios i yo soi un hom bre».


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A quella bola que ro d ab a e n tre el polvo perdió su, form a, le pareció q ue su cabeza, q ue alguien habia tronchado, era m ach u c ad a con golpes ta n agudos qu e h ab ria preferido m orir en ese in stan te, m as bien que su ­ frir u n a sensación tan dolorosa. P or fin, C urum illa se colocó frente a H uentelem u, i descargando su

.•»ti Fig. N .o'52

chueca sobre la de su co n trario , con tal furia que ésta saltó en astillas, com o la lanza hecha trizas en un b o te ; sin perd er tiem po descargó o tro segundo sobre la bola, q ue no en co n tran d o resistencia corrió por la llanura con la rapidez de u n a bala d isp a ra d a por un arcabuz. M ién tras este incidente a tra ia la aten ció n , las personas prevenidas c o n tin u aro n casi sin oposicion en a rr a s tr a r la bola h asta la ray a que le servia de m eta, aju stán d o le frecu en tem en te el golpe en el aire, á n te s que cayese a tierra . Los v iv as i los aplausos q u e a n u n cia b an su lib ertad , vi-


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BOLETIN D E L MUSEO NACIONAL

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nieron a despertar-a Marán del letargo en que por último había caído; en balde los indips le prometieron serle fieles en adelante i cumplir con leal­ tad lo prescrito por la suerte, porque él se puso aquella misma noche en marcha hácia Concepcion, en donde una inmensa muchedumbre lo esperába con los gritos de «Viva el señor Obisp'o» regocijándose de su presen­ cia, como si saliese de la tumba. D E SCR IPC IO N D E U N A PARTIDA

La chueca es un ejercicio en que dos partidos opuestos pretenden llevar una bola de madera del. tamaño de una de billar, {poli) hácia el campo contrario, valiéndose para ello de un bastón encorvado i grueso

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Fig. N..° 53

en uno dé sus estremos, i de un largo, como de un metro diez a un metro treinta (Fig. N.° 52).' ... .>•,*■ La cancha en que se juega (Paliwe), es un terreno mui limpio, jeneralmente con pasto, corto, cuyos contornos se marcan con una zanja i una línea bien visible. Mide casi siempre de doscientos a quinientos metros, por un ancho qúé no pasa de unos veinte a treinta (Fig. N .d 53). Los jugadores, con el dorso desnudo, se distribuyen en dos partidos de nueve a diez i siete individuos por cada lado, (igual número) i se colocan frente a frente, de modo que 3. cada uno corresponde un competidor seña­ lado. Los indios mas fuertes i diestros se colocan siempre en los estremos; i los mas listos, resistentes i lijeros, cerca del centro. Para comenzar la partida, se coloca la bola en el centro de la cancha, dentro de un pequeño hoyo que se hace en el suelo i despues se le tapa con tierra. I al dar el juez (ranmevoe) la partida (llintun), el indio pregunta a su contrario que a cuántos golpes de chueca quiere que principie a sacar

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la bola, i cruzan en ese in s ta n te ám bos sus chuecas p o r encim a del hoyo. El o tro c o n te sta que a tres, a cu a tro , etc., i en el m ism o m om ento que éste le da sobre su chueca el núm ero de golpes convenido, ám bos principian a h acer esfuerzos p o r d ese n te rra r la b ola i u n a vez que logran sacarla, cad a uno p reten d e llevársela hácia la ra y a (huirin) co n tra ria, a tra v e sa n d o el cam po enem igo. D esde el in sta n te m ism o en que la bola ha salido del hoyo, pueden e n tra r en juego todos los ju g ad o res, si quieren, pero siem pre qued an al­ gunos a re ta g u a rd ia p a ra im pedir u n a sorpresa. La sacada de la bola es, sin d u d a, el m om ento m as in teresa n te del juego, porque es el principio de la b a ta lla ; i es de v e r cóm o y a lidian dos, y a m uchos, ya todos; d an d o m u estras de d estreza i pulso de su uñó, de fortaleza en la lucha i d e velocidad en la carrera, el que d a un golpe fa­ m oso o a tin a con la bola en el aire p ara a u m en tarle el "impulso que lleva o d arle o tro co n tra rio .. ........................... i se n om bra en alto g rito con sem e­ ja n te s p a lab ras; inche cai longo thegua, inche cai paqui m anuti, incite cai anca tigue, que quiere decir: yo soi la cabeza del perro, yo soi el cuerpo del león, yo soi el cuerpo del roble. (M edina) E s raro que pudieran em p lear la p rim era frase, me ha dicho M anquileff, c u an d o el indio no se reb aja jam as a com pararse con el perro. R especto de las o tra s dos, no se esplica cóm o pudo cam b iar ta n to el idiom a con los años, pues, tal com o están escritas son incom prensibles. Dice que las fra­ ses que usan son m ui com unes i que se reducen a las siguientes:

Tupei

la toro; tupei la Itaucltu nienolu con; tupei takon nieholu; que quiere decir: ese es to ro ; ese es el soltero que no tiene com petidor; ese es el que no tiene c om petidor. T am bién se em plea e sta o tra frase cuando tienen m ucho a m o r propio p o r su juego: T u p ei la

nirva nirkon, ese es el rival del m as

v aliente. P or esta frase es que los indios suelen pelear d u ra n te una p artid a d e chueca. E ste juego, m irado desde léjos, d a la m as v iva im presión de una a r ­ d ien te b a ta lla , porque, en efecto, es su m as p ro p ia im itación, no faltan d o ni los golpes ni la sangre; i en tales ensayos crian fuerzas, ajilid ad e in ­ d u stria s p a ra las venas, e tc., etc. C uando dos jugadores llegaban a irritarse , porque no se podían q u i­ ta r la bola, era p erm itido aferrarse con 61 o de tenerle de los cabellos, h a sta que llegase o tro de su p a rtid o i se apoderase de la bola. [{Los Araucanos y sus Costumbres, por Pedro R uiz de A ldea, p ájin a 24).


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

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. En el juego de la chueca entra la lucha i la carrera; fuera de ella no se; acostumbra ni la una ni la otra. Los, araucanos, no son cbmo los antiguos gladiadores, que combatían con armas mortíferas para satisfacer la cruel curiosidad de la m ultitud; ni como los hijos del Támesis, que dan grande im portancia al pujilato, al que llaman pomposamente defensa personal.

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Fig.' N^°- 54.^—M irando una p artid a de chueca

*La partida dura de ordinario una tarde, pero a veces se prolonga por varios días consecutivos. Cuando la^bol^ salia poí. uno d e los lados, {pie) un jugador contrario a aquel.que la echó fuera, tenia derecho para ^obrarle un aro, pudiendo pedirlo alto, medio o bajo, lo que quiere decir que et contrario tiene que tom ar la bola i lanzársela tal como el otro la pide. D u­ rante el juego son prohibidas las zancadillas, los empujones i todo golpe intencional que un jugador diere a otro, estando, en estos casos facultado el juez para suspender el juego, echar fuera a uno o m as jugadores o para dar el punto disputado al partido contrario. Para ganar una partida, los Indios se entregaban, de antem ano, a una série de supersticiones: i déspues de concluido el juego, a una borrachera, en la que solían concertarse los asuntos relativos a la guerra.


__________L. M átua. — j u r g o s

i e je rc ic io s d e lo s a n tio u o s a ra u c a n o s

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A unque no ta n desnudos com o los hom bres, solían tam bién ju g a r las m u jeres; i a esas p a rtid a s concurrían todos p a ra verlas correr i saltar.

Fig. N.°'55

Pero, lo que mas hai llamado mi atención, es que ninguno dé les his­ toriadores de Chile haya descrito hasta hoi el medo cómo juga.ban les in­ dios a la chueca, montados, en pelo, sobre sus caballos. Lós araucanos jugaban también la chueca a caballo, juego que los ingleses llaman polo, i eran tan buenos jugadores como diestros jinetes. El jeneral don Ignacio López, que vivió muchos años entre los arau­ canos, me ha confirmado esto, diciéndome que él presenció muchas veces partidas de chueca a caballo, jugadas por los indios de Bajo Imperial i de Cholchol," allá por'los años 187S a 1880, cuando en Chile no se tenia to­ davía m noticias del polo ingles. Durante el tiempo de la Colonia, adoptaronNtambien el juego de la


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BOLETIN

DEL

M U áEO

N A 'JIO NAL

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chueca, d e los cam pesinos españoles, quienes in tro d u je ro n en él a lg u n a s p e ­ q u eñas m odificaciones, h a sta q u e el gran n úm ero d e d esg racias q u e a m e n u ­ do ocurrian hicieron qu e el G o bierno

español lo p ro h ib iera sev eram en te.

D u ra n te los años posterio res a la C olonia, este juego se e sten d ió p o r casi todo el pais, i vino-sólo a su p rim irse cu an d o se hizo un juego d e a p u e s­ ta s i de desórdenes en los cam pos. Las au to rid ad es españolas creyeron v e r siem pre, en el juego de la chueca, al enem igo m as poderoso de la dom inación a ra u c a n a , p o rq u e m e­ d ia n te él, los arau can o s se hacian esforzados g uerreros o in d o m ab les p or su lijereza i resistencia en el a ta q u e . No fué raro, entónces, q u e lo p ro h i­ b ieran b ajo las penas m as severas; i h u b o casos en que aquellos indios q u e se les sorprendía jugando, eran castig ad o s sev eram en te p a ra in fu n d ir te rro r en los dem as. L a prohibición del juego, tra jo com o consecuencia la casi estirp ac io n de él, h a sta que en los últim os años, y a nadie lo p ra c tic a b a . Si bien es cierto, que este juego se p re sta b a a desó rd en es e in co rrec­ ciones de toda especie, ello es d ebido en gran p a rte al sistem a de a p u e sta s, m as que al juego m ism o que le v a n ta el esp íritu , tem p la los nervios i form a h om bres de a rro jo i de c a rá c te r firm e, fortifican d o al m ism o tiem p o el cuerpo entero, m as que ninguno d e los juegos conocidos. A hora, si tom am os en consideración el escaso nú m ero d e elem en to s que se necesitan p a ra practicarlo , su b ajo precio etc., re s u lta a p rim era v ista, la gran im p o rtan cia que tien e su aplicación en la educación física de nuestros niños i en toda esa g ran m asa que form a la base d e n u e stra s in stitu cio n es dem ocráticas i q u e llam am os pueblo. El juego que los ingleses llam an golf, es tam b ié n o tra de las c o m b i­ naciones de la chueca i usan p a ra ello los m ism os elem entos. E ste juego es el que está hoi m as d e m oda e n tre los nobles ingleses i se p ractica p o r hom bres i m u jeres d e to d a s las edades, p u es no exije d e ­ m asiado esfuerzo corporal. Se ju eg a en un terre n o arreg lad p esp ecialm en te p a ra este o b jeto i con varios o bstáculos. Lo q u e sí, q u e en el golf v an echando la bola en unos hoyos q u e se hacen de d ista n c ia en d istan cia. T am bién los arau can o s ju g a b a n a la chueca en terren o s a c cid en tad o s p a ra aco stu m b ra rse a a d q u irir resistencia i velocidad en su b ir a los cerros. P ara esto elejian jen era lm e n te u n a lom a de poca inclinación i coloca­ ban el p a rtid o m as débil en la p a rte a lta i los m ejores ju g ad o res q u ed a b a n en la p a rte de abajo.


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Poco a. poco iban despues buscando o tro terren o que p rese n tara m a­ y o r inclinación, h a sta que conseguían a d q u irir to d a la resistencia necesa­ ria p a ra tre p a r por un cerro a la carrera. Fué tan g rande la resistencia en la carrera que lograban alcan zar con sus ejercicios los araucan os, que se ha llegado a decir que tenian el bazo (páncrea) m ui poco desarrollado com o el caballo. A lgunos estudios de A n ato m ía pato ló jica com prueban tam bién la existencia de un riñon doble e n tre los indios actuales. La capacidad vital es m ui crecida. 4,300 com o térm ino medio.

LA

C H U E C A . ---- S U

IN TR O D U C C IO N

EN

LA

ESCUELA

Los juegos esportivos se diferencian de los juegos pedagójicos, p or la in ten sid ad m as g rande de las acciones m usculares que

ellos se rijen, por

las reglas m as precisas i m as e stric tas i, sobre todo, p or la com binación de las activ id ad es diversas en busca de un resultado único p a ra el equipo; m ién tras que en la m ay o r p a rte de los juegos pedagójicos, el resultado ob ten id o por cada ju g ad o r es m as bien personal o individual, com o es el e v ita r ser cojido en el juego de las escondidas, en el rató n i el gato, ser el ú ltim o en la carrera, etc. Los juegos esportivos rep resen tan en la educación física, el m as alto g rado de in tensidad de tra b a jo corporal i psíquico; son, se puede decir, los * herm anos m ayores de los juegos pedagójicos, i con reglas bien d ete rm i­ nadas, sin las cuales el juego desaparece. E stos juegos perfeccionan en alto grado las cualidades físicas i m o­ rales del individuo, cualidades que m as ta rd e p o d rán utilizarse en la vida d iaria. Los juegos esportivos no son convenientes án tes de los 15 o 16 años, 14 años seria el m ínim um a te n d ib le solam ente p ara cierta clase de niños, m as in telijen tes i m as disciplinados. La in tensidad de la acción física i psíquica de los juegos esportivos, la precisión estrem a, la coordinacion ex acta de los m ovim ientos que ne­ cesitan ; sus reglas severas, la presencia del espíritu, la disciplina, el carác­ ter i, sobre todo, la com prensión del juego, los hacen inconvenientes á n te s de la edad indicada. Los desafíos de chueca e n tre los cursos de u n a m ism a escuela, (in te r­ escolares), o in ter-u n iv ersitario s, los cam p eo n ato s anuales, así como los de


UOLETIN

19)

OEL MUSEO N A C I O N A L

foot-ball, etc., serán de gran im p o rta n c ia p a ra la educación física d e n u e s­ tra ju v e n tu d , q ue te n d rá la o p o rtu n id a d d e v e r fo rtale cer su cuerpo con los m ism os m edios qu e usaron los p rim itiv o s h a b ita n te s d e C hile. P ara in tro d u cir este juego en la escuela es c o n v en ie n te hacerle a lg u ­ nas m odificaciones de consideración, p o rq u e d e o tra m an e ra el juego es b a s ta n te peligroso. Lo prim ero que hai q ue h acer es reg la m e n ta r el peso i el largo del u ñ ó , el peso i tam añ o de la bola, el largo de la can ch a, etc., i d a r un buen n ú ­ m ero de reglas que vengan a reg la m e n ta r los golpes i las c aid a s q u e son tan com unes, cuando se d eja e n te ra lib erta d a los jug ad o res. No debem os olv id ar que, 110 sólo nos guía el pro p ó sito d e c o n trib u ir al estudio de la E tnolojía a rau c a n a , sino tam b ién nos g u ía el pro p ó sito de a y u d a r al desarrollo corporal, m ed ia n te esto s ejercicios alegres i p ro v e ­ chosos. P or esto es que debem os p rev en ir to d as las fa lta s q u e p u ed an o cu ­ rrir d u ra n te estos juegos. Las reglas p ara el juego de la chueca, q u e doi en seguida, no son sino \

el resultado de mi esperiencia como profesor, las he llegado a fo rm ar m e­ d ia n te la p ráctica de m as de diez añ o s d e juego con m is propios alu m n o s, i acep taré con gusto toda observación que m e hagan los m aestro s respecto a su aplicación. REGLAS

PARA

EL

JUEG O

DE

LA

CHUECA

* La chueca es un juego esp o rtiv o que se p ra c tic a p o r dos p a rtid o s, que preten d en llevar hácia la ra y a c o n tra ria u n a bola q u e h a sido colocada d e n tro de un hoyo, en el cen tro del cam po etejido p a ra el juego. 1.° El núm ero de ju gad o res es v aria b le i d ep en d e del ta m a ñ o d e la cancha en que se va a ju g ar. D ebe ser siem pre im p ar, i se re p a rte n igual nú m ero a cada lado del centro. P2n un terreno d e unos 250 m etro s pueden ju g a r nueve a once ju g a ­ dores por lado. El ancho de la can ch a dep en d e tam b ién del largo de ella, i p a ra 250 m etros, b a sta ría 20 de ancho. Los contornos de la can ch a se m arc a rán con u n a línea bien visible, con u n a pequeña zan ja o con ram as verdes. L as su stan cias qu e m as se p restan p a ra esto son': el a serrín b lan co , la cal, la ceniza, la tiza, la h a rin a cru d a, i a falta de to d o esto, las ra m a s verdes de los árboles q ue se e n tie rra n en el suelo d e d ista n c ia en d ista n c ia .


L . M á t u s . — JUEG OS 1 EJER CICIO S DE LOS ANTIGUOS ARAUCANOS

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L as líneas m as c o rta s de la cancha o ray as, (huirin) sirven de lím ites, i p or ahí debe p asar la bola p a ra g a n ar un p u n to . Las líneas de los costados, (m anple) la derecha, (hueleple) la izquier­ d a , serán tra z a d a s en ángulo recto, con las ray as, de tal m an era que la cancha resu lte un rectángulo perfecto. (Com o lo indica la fig. 5.) U na línea b a sta n te visible indicará cual es la m itad de la cancha, i en el m edio de esa ray a, se a b rirá la tronera p ara e n te rra r la bola. 2.“ El tiem po que debe d u ra r la p a rtid a es ilim itado i depende del n úm ero de p u n to s o ray as a que se juegue, cosas que d eterm in an á n tes de la p a rtid a ám bos capitanes, de acuerdo con el juez. Jen eralm en te se ju eg an tres juegos seguidos, i el que

triu n fa dos veces es el ganador.

P a ra com enzar u na p a rtid a se rifa prim ero el lado, i el que gana tiene derecho a elejir el m ejor, to m an d o en consideración el declive del terren o ,' el sol i h a sta el viento. Al p a rtid o que ha perdido el lado, es al que le corresponde sacar la bola. A las órdenes del ca p ita n , cad a p a rtid o to m ará su colocación en la cancha, llevando la chueca al hom bro. Al prim er p itazo del juez, p artid ario s i co n trario s cruzan sus chuecas. Al segundo p itazo se sep ararán los jugadores, tom ando la colocacion que m as le convenga, pero siem pre al frente de su co n trario , i al tercer pitazo, el ju g ad o r, designado p o r la su e rte p ara sacar la bola, g rita rá en a lta voz: chueca, a lo cual su co n trario le p re g u n ta rá a cuántas, i u n a vez que el o tro dice el núm ero (a 3 por ejem plo), el que v a a sacarla, d a sobre la chueca, d e su co ntrario , los golpecitos convenidos, sin que éste pueda m over su chueca, e in m ed iatam en te despues del últim o golpe, ám bos tra ta n de sacar la bola q ue ha sido e n te rra d a de antem an o . E n tre ta n to la bola no salga, ninguno de los ju g ad o res puede to m ar p a rte en la lucha i deben sólo e sta r m ui listos esperándola. 3." Los p a rtid o s cam biarán de lado cuando han term in ad o un juego, (jen eralm en te tres rayas) i se les d a rá un descanso de cinco m in u to s á n tes de com enzar la segunda p a rtid a . E ste descanso será de diez m in u to s e n tre la segunda i tercera p a r­ tid a. Al p rin cip iar una segunda p a rtid a , la bola será sacada por el p a rtid o q u e perdió la prim era. 4.° Se h ará un p u n to (th o y ) cuando la bola (pali) pasa la ray a con­


BO LETIN

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DEL

MUSEO

NACIONAL

tra ria . Si la bola sale por un ángulo d e la can ch a, el p u n to no vale, i la bola vuelve al centro, de d o n d e es go lp ead a p or el m ism o ju g a d o r q u e la sacó por el ángulo. 5.° C u ando la bola sale por i (hueleple)

uno de los lados (m an p le) lado d erech o

lado izquierdo, un ju g a d o r del m ism o p a rtid o q u e la echó

tiene la obligación de servirla desde el m ism o p u n to p or d o n d e la bola salió. E ste servicio se h a rá resp e ta n d o el m a n d a to del ju g a d o r c o n tra rio que es quien tiene derecho de golpearla p rim ero, sin q u e n ingún o tro j u ­ g ad o r del p a rtid o que la echó fuera p ueda in terv en ir, h a sta que no h a y a sido tocada, la bola, por la ch ueca de un co n trario . El ju g ad o r que v a a golp ear la b ola p uede p ed irla a lta , m edia o b a ja , com o m ejor le convenga i el q u e la sirve no puede d e ja r d e obedecer, pues si no hace lo que se le o rden a, el juez lo castig a, d an d o un golpe libre al p a rtid o contrario. 6.° C uando la bola es ech ad a in ten cio n alm en te p o r el án g u lo p o r un ju g ad o r que defiende la ray a , p or d o n d e ha salido, el juez d a rá un p u n to al p a rtid o contrario. '

7.° Los fallos del juez (ranm evce) son inap elab les i n ad ie tien e d e ­

recho a reclam ar en co n tra de ellos p o r ningún m otivo. 8.° Si un ju g ad o r le v a n ta la chueca m as a rrib a d e la cabeza, ju e g a con u n a m ano, o tira su chueca p a ra a ta ja r la bola, o la a ta ja con el pié, 0 se pone intencionaim ente d e la n te de un ju g a d o r p a ra in te rc e p ta rle el paso, com ete u na falta que se castig a d an d o un golpe libre al p a rtid o c o n ­ trario, desde el mism o p u n to d o n d e se com etió la falta. 9.° D u ra n te el golpe libre o c u an d o un ju g a d o r e stá c o m p le tam e n te solo (sin ten er a 10 m ts. un co n trario ) se le p erm ite le v a n ta r su ch ueca (uñó) a la a ltu ra qu e q uiera, pegarle a la bola con u n a o d o s m anos, a rr ia r­ se con ella h a sta d onde quiera, etc. 10. Si un ju g ad o r diese u n golpe, em pellón o sa lta se sobre o tro , con intención de derribarlo, será echado in m e d iata m e n te de la can ch a, sin q u e pueda ser reem plazado p or n in g u n a reserva. 11. L a bola con q ue se ju eg a será hech a de la n a b a s ta n te a p re ta d a , sirviéndole de arm azón u n a p e lo tita d e corcho. S erá forrada con cuero delgado i bien red o n d a. C uando los ju g ad o res y a sean b a s ta n te d iestro s, se h a rá d e cáñ am o 1 sólo en casos m ui lim itad o s se p e rm itirá ju g a r con bola de m ad era li­ v ian a. El d iám etro de la bola no p o d rá ser m ay o r de

cms.


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-iiaadB o | souisiiu souBonEJB soj e 4sb i| ] B¡A¡p|Ey\ i a n q in b u B jq a p soauno so ip u i so | a p s n q u ) sbj a n b u o ja p iq ‘a ju a u p u o a p 1 Bjsj b¡ a j; u a s3|B p ja u io o sa u o io E p j s b ^ 'a^jE d b jjo buiiS u¡u ua opE aijaB Jd Eq as ou a n b ; ouoiaçnnB sa a n b jBjnSasB u a 4iu ija d aui p : oSanf a)sa a p u a fu o

a jq o s so p ifo a aj sajuapaaa^uB so[ o ja d

p a jq o s BpBU aaip ou c o u o is iq b j i h e j 34|| Bq a 4sixa loq B;sEq a n b ‘OBUiq

a p o jq an d p p a jq iu o u p auaiAO-id inbE 3Q ouisB isn;ua uoa uBoqoEJd o[ a p -u o p ‘B|s¡ B| ua sajE Snj iBq BiABpoj^ ';?0 |iq 3 a p B[Si B[ a p sa q a q jin q so ip u ; soj jo d [Eiaadsa ua in iu 1 ‘u a ^ o j^ o u p p j n g ]E 34u a u 1a4ua.1a p .1d EqBSnf aç; ■Xq3n>] ubuib[| sasa|3 u i so | a n b |B o ip n u i aaaJEd as oSanf 04s g

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BO LETIN

194

DEL

MUSEO

NACIONAL

las piedras, se ta p a b a n los hoyos i se m arc ab a n los lím ites con u n a ra y a bien visible. (F ig. N .° 56). El núm ero de ju g ad o res q u e to m ab an p a rte era v a ria b le ; pero siem ­ pre igual a cad a lado, llegando en cierto s casos h a sta 25.

S

fs>

metros

3

Fig. N .° 56

E n cad a estrem o de la can ch a h ab ia u n a p u e rta form ad a p o r dos gruesos palos redondos q u e e n te rra b a n firm em en te en el suelo, d e ja n d o un espacio com o de dos m etros. M uch as veces envolvían estos palo s con p a sto p a ra e v ita r los golpes i las contusiones. P re p a ra d o s los contendores, se echaba a la su e rte la elección del lado, elijiendo com pañero p rim ero el q u e p erdía. Los indios m as corredores fueron colocados a d ela n te , los m as d iestro s á jiles en q u ita r el cuerpo, en el c en tro , i los m as re siste n te s i fu ertes, a tr a s ; re serv án d o se siem pre el p u esto de p o rte ro (lecuto) al m oceton m as fornido i valeroso. El juego consistía en im p ed ir q u e uno o v ario s ju g a d o re s co n tra rio s p a sa ra n con la p elo ta p o r la p u e rta . A n tes de com enzar, se tra z a b a n en el cen tro d o s ra y a s tra sv e rs a le s i p aralelas, d is ta n te s u n a de o tra com o cinco m etro s. El p a rtid o favorecido p or la suerte, desig n ab a a u n indio p a ra que, colocándose e n tre las dos


L. M átU S. — JU EG O S

I EJER CICIO S DE LOS ANTIGUOS ARAUCANOS

195

ra y a s (terren o n eu tral), lan zara la p elo ta con la m ay o r fuerza posible hácia a rrib a , debiendo en todo caso, caer d en tro d e dicho terreno. E n el p re ­ ciso in s ta n te que se lan zab a al aire la pelota, p artid ario s i contrarios en ­ tra b a n corriendo a tr a ta r de tom arla en el aire p ara h u ir con ella hácia la p u e rta co n traria. A quí fué el m om ento en que cad a uno hacia prodijios p or apropiársela. E l que lograba cojerla, la estrech ab a fu ertem en te e n tre sus brazos i em prendía veloz carrera hácia la p u erta enem iga, seguido de cerca por casi toda la com parsa; unos se esforzaban por d efender al com pañero i los m as, por q u ita rle la pelota.

'

E ste era el m om ento m as crítico de la lucha, i el esp ectad o r sólo veia un nudo de hom bres que caian form ando un enorm e m onton, h a sta que, p or m edio de un pase bien dirijido, la p elota volvia a e n tra r en juego, re ­ p itiéndose m uchas veces esta escena en uno i o tro cam po. Y a nos im ajinam os ver aquel grupo de indios, con m edio cuerpo d es­ n udo, la cara am o ra ta d a , trasp iran d o a to rren te s i luchando por llevarse la p elo ta en m edio de un público que, loco de entusiasm o, anim a a sus p a rtid a rio s a no d ejarse vencer. C uando un individuo, despues d e un gran trab a jo , lograba e n c o n tra r­ se próxim o a p e n e tra r por la p u e rta enem iga, el tecuto i sus ay u d a n te s, to ­ m ando tam bién p a rte a c tiv a en la co ntienda, tenian que hacer esfuerzos so brehum anos p a ra im pedir que to d a aquella av ala n ch a h u m an a los a tr o ­ pellara i e n trase por la p u e rta . M uchas veces ocurría que se d esafiaban p a ra ju g a r a este juego dos leculos, i entonces, tom ando la p elota e n tre ám bos, com enzaban a luchar. Lo m as raro era q ue d u ra n te el tiem po que d u ra b a esta lucha, no se veia ningún m ovim iento e n tre los contendores, sino que aquellos hom bres, asidos el uno al o tro por los brazos, a p re ta n d o cad a cual m as fuerte, no se veian, h a sta que, con un rapidísim o m ovim iento, caia uno en tierra i el o tro a rra n c a b a con la pelota. O tras veces se concertab an p a rtid a s e n tre los hom bres m as fuertes d e dos tribus. El juego d u ra b a c u a tro o cinco h oras i era e stric ta m e n te prohibido d a rse de b ofetadas, p u n tap ié s o rodillazos, pegar con m ano cerrada, e tc., i cu ando uno in frin jia estas reglas, q u ed ab a escluido in m ed iatam en te por el «ranm evoe» (juez). N ingún o tro juego desp ertó ta n to Ínteres e n tre las trib u s arau c an a s, q u e recorrían d istan cias enorm es p a ra asistir a estos concursos.


196

B O LETIN

DEL

M USEO

NACIONAL

C u á n to m as in teresa n te seria p a ra todos los chilenos, si p u d iéram o s h acer revivir estos juegos nacionales, q u e fueron los q u e d iero n fuerza i v alo r a n u estra ra z a ' ¡I q ué orgullosos se sen tiría n n u estro s niños si p u d ie ran ro b u ste c e r su cuerpo con los m ism os ejercicios i juegos de los a rau can o s! JUEG OS

DE

N A IPES

Fig. N ." 57


L.

M á t U S . — JU EG O S I EJER C IC IO S DE LOS ANTIGUOS ARAUCANOS

197

N o d arem o s por concluido este tra b a jo sin decir dos palab ras respecto a lo aficionados que fueron los indios arau can o s a la práctica de todos los juegos de azar. R ara vez practicab an un juego sin a p o sta r prim ero alg u n a cosa. E sta tendencia a la ganancia los hizo aficionarse m ui p ro n to al ap ren d izaje de los juegos de naipes qu e p ra c tic a b a n los españoles, i como no poseían naipes españoles, los confeccionaban ellos mism os. Se valían p ara esto de un cuero de cordero que p rep a ra b a n especialm ente con tal o bjeto. C o rtab an pedazos iguales, im itan d o el tam añ o de los que se usan com unm ente, los teñ ían con cierta p in tu ra lacre por el lado opuesto, a fin de e v ita r que se trasluciesen las figuras que les h acia n por el o tro lado, í con ellos se en ­ tre te n ía n . H em os considerado in teresan te d a r a conocer un naipe a rau c a­ no de los q ue posee la coleccion del M useo N ac io n a l; no sabem os sí está o no com pleto ni hem os podido av erig u ar to d av ía el significado de las figuras; pero esperam os poder hacerlo en el próxim o trá b a jo sobre g uras i signos en co n trad o s en p reparación.

los peñascos de Chile

F i­

que tenem os en


198

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

REVISIÓ N D E LO S L E P ID Ó P T E R O S R O P A L Ó C E R O S D E C H ILE POR

Cárlos Silva Figueroa J e fe de la S e c c ió n E n to m o ló jic a d e l M u seo N a c io n a l

Iniciam os con esta publicación el estu d io d e las m arip o sas chilenas, cuyo resultado irem os d an d o a luz, p or fam ilias se p a rad a s, com enzando a h o ra p o r la fam ilia P apilionidae. El arreglo com pleto q u e hem os hecho de to d o s los R h o p aló cero s chileños, tra b a ja n d o con a b u n d a n te m aterial, y a q u e a la a n tig u a coleccion del M useo se han ju n ta d o la s q u e ten ian los señores V idela, C a lv e rt, P au lsen, etc., nos h a perm itido estab lecer el v erd ad ero v alo r p a ra m u ch as especies que algunos au to re s h an descrito en v is ta d e d o s o tre s e jem p lares i, a v e ­ ces, de uno solo i en m al estad o . Se a c o m p a ñ a rá cad a publicación de im ­ p o rta n te s observaciones sobre la d istrib u ció n jeográfica de las especies, i d e u na fotografía, lo m as p erfecta posible, de c ad a u n a d e las m arip o sas en referencia. f N os ha anim ado a realizar este tra b a jo el deseo d e p o p u la riz a r el conocim iento sobre estos herm osos i delicados séres, y a q u e M r. G

e r m a in

tra b a jó ta n to p o r d a r a conocer los coleópteros chilenos en sus n u m ero sas publicaciones. U ltim am en te nos han v isita d o en el M useo N acio n al v a rio s in telijen tes i en tu sia sta s colectores de m ariposas, que nos h a n tra id o sus e je m p la ­ res a fin de llevarlos clasificados, m an ifestán d o n o s el a g ra d o con q u e v erian a p arecer un tra b a jo escrito q u e les p e rm itie ra a ellos m ism os la fácil d e te r­ m inación de las especies recojidas, añ ad ien d o q u e se n tiria n re d o b la r sus e n ­ tusiasm os si p ud ieran c o n ta r con u n a o b ra sem ejan te. U na d istin g u id a colectora inglesa, q u e hizo v ia je especial d esd e V al-

.


C a rlo s S ilv a F.— r e v i s i o n

de lo s le p id ó p te ro s ro p a ló c e ro s

1 99

p araíso p ara v e r las colecciones del M useo N acional, nos p re g u n ta b a por la obra m oderna d onde se e n c o n tra b a n d escrita s i figuradas las especies de m arip o sas chilenas. «En In g late rra , E scocia i N oruega, d onde he colec­ cionado, nos decia, he podido o rd en a r fácilm ente m is ejem plares g racias a las o b ras que allá existen, pero aq u í no en cu en tro cómo orientarm e». L a o b ra clásica en n u estro pais sobre C iencias N atu ra le s en jeneral, es la H istoria Física i Política de Chile p o r don C l a u d io G a y , publica­ d a en 1852, en la cual se h ay an d escritas las m ariposas en el tom o V II, p á jin as 1 a 112, con un to ta l de 110 especies. P ero este libro es b a sta n te difícil conseguirlo debido a que es algo escaso i, adem as, un poco caro. P o r o tra p a rte , si bien es u n a o b ra de co n su lta indispensable i fué en su época la ú ltim a espresión de la ciencia, se en cu en tra hoi día, como es fácil com prender, con su clasificación b a sta n te a tra sa d a i con algunos errores. A unque la n atu ra le z a de este tra b a jo no lo requiere, harem os, sin em ­ bargo, m ención, siguiendo un órden cronolójico, de los principales au to res q ue han tra ta d o n u estra fau n a lepidopterolójica, enriqueciéndola con la descripción de nuevas especies. M o l in a en 1767, en Saggio sulla Storia Naturale del Chile, H Ü b n e r

en 1806 en

Sam m lung Exotischer Schmelterlinge, G u É r in en 1832 en Vo­

yage de la Coquille, B o isd u v a l en 1836 en Spécies general des Lépidoptères, i así como éstos,

D

rury,

W a l k e r i otros m as, fueron los que describie­

ron las prim eras i m as com unes de n u estras m ariposas. En 1852 salió a luz la o b ra de G a y y a citad a, que co m entam os m as esten sam e n te por su im po rtan cia. C o ntiene las siguientes fam ilias, jéne-

E ricinianos . .

6 j eneros con 16 especies » » 17 7 » » » 3 2

E sperianos.. . .

3

00

ros i especies d escritas por E. B l a n c h a r d :

»

C astn ian o s . .

1

»-

1

»

Z igennianos .

2

»

2

E sfin jia n o s.. . .

2

»

2

» »

B o m b ician o s...

11

»

14

»

N octuelianos

12

»

»

19

»

F alenianos . . .

10

»

»

13

»

P iralian o s........

12

»

»

17

»

P ap ilio n a n o s... N ym phalianos

'»

»

»


BOLETIN D E I. MUSEO NACIONAL

En 1859, D. R o d u i . fo A. P h il ip p i dió a conocer en los A n a le s de ¡a U n i­ versidad, i un año m as tard e, en L innaea Entom olójica, u n a lista n u m e ­ rosa de d iferentes especies de m ariposas de la p ro v in cia d e V ald iv ia. E n 1860, W a l l e n g r e n , en W iener Enlomologische M onatschrift, d e s c rib e

3 especies mas. E n 1864-1877, F e l d e r i R o g e n h o f e r d an a conocer n u ev as m arip o sas en el Reise der Novara. En 1874, Z e l l e r , P. C., publica un tra b a jo con descripción de n u e v a s es­ pecies, titu lad o Lepidoptera der W estküste A m e r ik a s — in G rü n h o f bei S te ttin (besonders ab g e d ru c k t. A us den V erh an d lu n g en d er K . K . Z oologisch-botanischen G essellschaft in W ien). En 1877, don E. C. R e e d , escribe en los A n a les de la U niversidad una M onografía de las M ariposas Chilenas, en q u e tr a ta de los R ho paló ceros conocidos h asta la fecha, añ ad ien d o la descripción de 7 especies nuevas. E n 1881-1883, M r. A. G. B u t h e r d a a luz en

Trans. E n t. Soc.

las d es­

cripciones de un gran núm ero de especies de m a rip o sas, b asándose en u na coleccion hecha por el señor T . E d m o n d s. Es, sin d u d a , el estudio de m ay o r alcance que se h a hecho h a sta la fecha sobre esto s séres. En 1882, D . C a r lo s B e r g estu d ia la sinonim ia i d escribe alg u n a s n u ev as especies en los A nales de la Sociedad Científica A rje n tin a . E n 1886, D. W . B. C a l v e r t p u b lic a en los A n a les de la

U niversidad un

Catálogo de los Lepidópteros Rhopalóceros i Ileteróceros de Chile, en la que a n o ta 455 e sp ecies d e m a rip o sa s. E n 1888, R a g o n o t , E . L ., e s tu d ia a lg u n o s m ic ro le p id ó p te ro s en u n t r a ­ b a jo lla m a d o Nouveaux genres el especes de P hycitidae el Galleridae.

En 1890, W . B. C a l v e r t d a a luz un folleto llam ad o Descripción de algu­ nos narcos Lepidópteros de Chile. E n 1891, M a b il l e publica en la obra M ission Scientifique du Cap I l o r n , nuevas especies de m ariposas. En 1893, W. B. C a l v e r t publica en los A n a les de la U niversidad i en T rans. E n t. Soc. of London, P a rt. II I, Nuevos Lepidópteros de Chile. En 1895, D. V ic e n t e I z q u ie r d o escribe en los A n a les de la U niversidad un estudio titu la d o N otas sobre los Lepidópteros de Chile, en q u e tr a ta sobre los huevos, larv as i crisálidas de v a ria s d e n u e stra s m a rip o sa s, i describe un nuevo jénero i una n u ev a especie.


C a rlo s S ilva F. —

r e v is ió n d e lo s le p id ó p te r o s r o p a ló c e r o s

201

En 1895, D. C a r lo s B e r g publica en los A nales del Museo de B uenos A i ­ res un im p o rta n te tra b a jo : Révision et description des espèces A rgenti­ nes et Chiliennes du genre Tatochila, B utl. E n 1895, D. W . B. C a l v e r t trad u c e i publica en los A nales de la Univer­

sidad los tra b a jo s ya citad o s de Butler, Zeller, Ragonot i Mabille. En 1898, S t a u d in g e r , O., d a a conocer en la o b ra Hamburger M agùlhaensisclie Sam melreise v arias especies, aun no d escritas, del su r de C hile. E n 1902, E l w e s , H.

J o iix

publica en los Trans. E n t. Soc. un estudio lla­

m ado The Butterflies o f Chile, en el que revisa nuestros R hopalóceros i añ ad e dos especies m ás a la lista de los conocidos. F uera de los anteriores, m encionarem os los siguientes tra b a jo s: 1913. K l u n d e r

van

G y e x .— D escriptions of Chili M icrolepidoptera (en

Bol.- M us. N ac., áj. 338). 1913. S il v a F ig u e r o a , C a r l o s .— N uevo m icrolepidóptero chileno cuya larv a causa perjuicios a las p ap as (en Bol. M us. Nac.) 1915. Id.— Los Cósidos de C hile (en Bol. M us. Nac.) 1915. Id .— M ariposas perjudiciales (1 folleto de la E st. de P a t. Vej.) 1916. Id .— C ontribución al conocim iento del jénero E p in e p h e l e H ubner e t A uct. (en Rev. Cli. de H ist. N al.) 1916. .G ia c o m e l l i , E u g e n io .— S inopsis de los L epidópteros chilenos del género T ato ch ila B utl. (F am . Pieridae) en Rev. Ch. de H ist. N at., páj. 41. 1917. S ilv a F ig u e r o a , C a r l o s .— Descripción de un nuevo E pinephele i clave de las especies chilenas del jénero (en Rev. Ch. de H ist. N at.) 1917. Id.— A lgunas observaciones sobre la variación e n tre los lepidópteros chilenos (en Bol. M us. N ac.) 1917. Id.— L a D irp h ia A m phim one, F. B er g i sus p arásito s (en Bo'. M us. Nac.) 1918. Id.— La M acrom phalia dedecora F e is t h i sus parásito s (en A n a 'es 9

de Zoolojía A plicada). 1919. Id.— M ariposas perjudiciales. L as polillas d e la p a p a (1 folleto, *Est. xle P a t. V ej.) 1919. Id.— Un nuevo L asiocám pido chileno (en Bol. M us. Nac.) 1919. Id .— Un nuevo lepidóptero para las provincias sep ten trio n ales de C hile (contribución al C ongreso C ientífico de Iquique, que debió cele b rarse en D iciem bre de 1919.


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

*

* * A ntes de e stu d ia r las d is tin ta s fam ilias de lep id ó p tero s ropalóceros con sus rep re se n ta n te s chilenos, consideram os o p o rtu n o d a r a conocer a l­ gunos detalles jen erales sobre los diversos estad o s d e su d esarro llo i c ie rta s nociones indispensables sobre su m orfolojía p a rtic u la r. J e n e r a lid a d e s El nom bre de L epidóptero s con que tam b ién se d esigna a las m arip o sas, viene de dos pala'bras griegas: lepi = escam a i pteron= ala. L levan este n o m ­ b re con m u c h a pr.opiedad, pues tien en su s c u a tro alas c u b ie rta s de esca m ita s colo­ read as, ta n finas i sutiles, q u e a la sim ple v is ta p a re ­ cen sólo u n polvillo d o ra d o o b lan q u ec in o , q u e suele a v e ­ ces q u e d a r en n u e stro s dedos c u an d o to m am o s p o r las alas u n o d e esto s bellos insectos. H istológicam ente co n sid era­ d as, e sta s esca m ita s no son o tra cosa q u e pelos m odifi­ cad o s: las q u e c u b ren el cuerF ig . 5 8 , - E s c a m a s d e l a la d e u n a m a r ip o s a , v i s t a s c o n a u m e n to ( o rijin a l)

p o d e ,a

m a rip o sa

son

fin o s

'

i estrech o s i tienen to d a la la apariencia de un pelo; las q u e se h allan sobre el dorso son y a m a s a n ­ chas, i las que se en c u e n tra n sobre las alas se p re se n ta n n o ta b le m e n te e n san ch ad as i cortas, (fig. 58). B asta exam inar el ala de u n a m arip o sa con u n a len te, o, m ejo r to d a v ía , con un m icroscopio de cierto poder, p a ra o b se rv a r las escam as d isp u e sta s allí como las tejas en un tejado. La boca de estos insectos e stá o rg an izad a sólo p a ra c h u p a r el n é c ta r de las flores. E sta operacion se efectú a m e d ia n te dos piezas b u cales llam a­ d as m axilas, que, al unirse, d ejan u n a can al en su ce n tro , p o r el q u e, com o


C á rlo s Silva F . —

r e v is ió n d e lo s le p id ó p te r o s r o p a ló c e r o s

203

en u na bom billa, sube el líquido succionado. E ste órgano puede verse per­ fe ctam en te en casi to d as las m ariposas, en form a de u n a tro m p a arro llad a en espiral, corno la cuerda de un reloj, i p ro tejid a por los palpos labiales. E n el m onroi o m ariposa del palqui, P ro to p arce sexta Johansen, var. coestri P hil., este órgano alcan za u n a estrem a d a lo n jitu d , casi 7 cm ., pues con él debe alca n zar el fondo de las corolas de ciertas flores que, como la llam ada

D . D ie g o

d e

la

n o c h e

,

Lavauxia m utica, L in ., tienen un tubo

corolario b a sta n te largo. O tra s m ariposas no comen n a d a en el estad o a d u l­ to, de m an era que su tro m p a es ru d im en taria i sólo están presentes los

F i g . 5 9 .— L a r v a d e m a r i p o s a ( o r i j i n a l ) .

palpos labiales; viven sólo p or dos o tres días,- el tiem po necesario p a ra po­ n e r sus huevos i aseg u rar así la propagación de la especie, que es la misión su p rem a de los séres! D el huevo p uesto por u n a m ariposa no sale o tro ejem plar ad u lto . E n tre el huevo i el estad o a d u lto se operan ciertos cam bios q u e en su con­ ju n to co n stitu y en la m etam orfosis del anim al. E sto s estados son los si­ g u ien tes: I el huevo, II la larva, II I la n in fa o crisálida i IV el imago o insecto perfecto. D irem os alg u n as p alab ras sobre cad a uno de estos estad o s: I.

El h u e v o .— M iracios a sim ple v ista parecen pequeños cuerpecitos

esféricos u ovoidales, coloreados in d istin ta m e n te i, p or lo jeneral, de un tono blanquecino, crem a o am arillen to . Su tam añ o es v ariab le i d epende, n a tu ra lm e n te , del de la m arip o sa q u e los puso. M irados con cierto aum en to se ve qu e m ién tras algunos tienen la superficie lisa, otros, i son los m as, p resen tan ad m irab les dibujo s reticulados, que, ju n to con la v a ria d a coloracion, les d an a veces el chinescos.

asp ecto de herm osísim os i d im in u to s farolillos


204

B O LETIN DEL

M USEO

NACIONAL

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A lgunas m ariposas ponen sus huevos p or sep arad o , sin m é to d o a lg u ­ no; o tra s los ag ru p an en m o n to n es irregulares, i, p o r últim o , las hai q u e los colocan en lilas de alineación im pecable, a tal estrem o q u e uno q u e d a m a ­ ravillado de ver cóm o han podido a lc a n z a r u n a e x a c titu d tan m a te m á tic a en esta labor. En c u a n to al m onto de la p o stu ra, hai m arip o sa s q u e po­ nen 300, 500, i h a sta 1,600 huevos. II. La larva.— T am b ién se le designa con la p ala b ra oruga. En C hile se la conoce con el nom bre v u lg ar de cuncuna, i de cuncunilla c u an d o e stá d esp ro v ista de pelos. E s casi siem pre cilindrica i se com pone d e la cabeza i de 12 segm entos, (fig. 59).

F i g . 6 0 . — A la i z q u i e r d a , p a t a t o r á x i c a d e u n a l a r v a d e m a r i p o s a , i a la d e r e c h a , p a t a a b d o m i n a l d e la m i s m a .

La cabeza es m as oscura q u e el cuerpo, je n e ra lm e n te de color c a s ta ­ ño o pardo rojizo; lleva a n te n a s sencillas, 6 o jos sim ples en cad a lado i fu e r­ tes m andíb ulas que le sirven p a ra roer la m ad era, c o rta r tallos, h o ja s i raices,

por lo que a lg u n as son capaces de o casio n ar g ran d es p erju icio s a

la ag ricu ltu ra. La coloracion jeneral del cuerpo de las larv as d e p en d e del a lim en to in jerido: son verdosas las que se a lim en tan de p a sto u h ojas, a m a rilla s las que d evoran flores de este tono, etc. T am b ién se a d v ie rte en la coloracion de las larv as c ierta tendencia al m im etism o, p o r e jem p lo : las q u e se d e sa ­ rrollan en el in terio r de las m ad eras, tallos o tub ércu lo s, son e n te ra m e n te rosadas, en ta n to q ue las que viven fuera de todo ab rig o im itan en su colo­ rido el sitio en qu e se en cu e n tra n . De los doce segm entos del cuerpo, los tres prim ero s co rresp o n d en al tórax i llevan un p ar de p a ta s cad a u n o ; los dos q u e siguen son á p o ­


C a rlo s S ilva F.—

re v is io n d e lo s le p id ó p te r o s r o p a ló c e ro s

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dos i vuelven a llevar p a ta s desde el sesto al noveno, así com o el últim o segm ento abdom inal. L as p a ta s de los segm entos torácicos son a rtic u la d a s i term inan en u n a fuerte i encorvada g arra (fig. 60), en ta n to que las p a ta s de los segm en­ tos abdom inales son m as b lan d as i sin articu lació n , i term in an en una es­ pecie de ven to sa circundad a por u n a fila o corona de finísim as g arrita s (fig. 60). Se les llam a tam bién palas falsas. C om o se ve, el to ta l de p a ta s en u n a oruga de m ariposa es norm alm ente 16, contan d o 6 p a ta s to ­ rácicas i 10 abdom inales o falsas. Pero hai casos en q u e este núm ero es m enor i m ui raras veces su ­ perior. L as larv as de los Jeómetros, p or ejem plo, po­ seen dos p a ta s abdom inales colocadas en el noveno segm ento i dos en el últim o. D ebido a la gran dis­ tan cia que hai e n tre las p a ta s torácicas i las ab d o ­ m inales, estas larvas, al a n d ar, encorvan el cuerpo com o un arco, tra ta n d o de alca n zar con las p a ta s ab dom inales el sitio que ocupan las torácicas, por lo que parecen m edir el terren o i de ahí el nom bre d e la fam ilia. T o d as las larv as m udan

la p iel: v arias veces

con in terv alo de pocos dias, i aparecen, en ocasio­ nes, con coloracion d is tin ta a la anterio r.

Fig. 6 1 .— N i n f a o c r i s á l i d a d e m a rip o sa .

Sobre el cuerpo de la larv a se d istinguen perfec­ ta m e n te ciertas líneas i p u n to s que se d estacan por su color i por las setas q u e llevan. S obre el dorso se estiende u n a línea dorsal; e n tre ésta i los estig­ m as— poros respiratorios del anim al— se halla la línea sub-dorsal, i al n i­ vel de los estigm as se m u estra la línea estigmática. T o d av ía es posible d is­ tin g u ir los puntos suprastigmáticos, que se hallan encim a del estigm a, de los puntos infrastigm áticos que se hallan deb ajo de él, i los puntos pedios q u e se en cu en tran cerca de las patas. D espués d e cierto

tiem po la larv a m u estra m enor activ id a d , d eja

d e com er, se re tra e un poco i perm anece q u ieta, verificando lentos m ovi­ m ientos sólo cuando se la to c a : se e stá operan d o en ella u n a pro fu n d a tra n s­ form ación p ara alca n zar el tercer estad o de desarrollo, que es el de crisálida. I I I . L a n i n f a o c r i s á l i d a . — En este estad o el anim al e stá envuelto


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

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p or un a cu b ierta q u itin o sa i ríjid a, q u e le p e rm ite sólo m o v er los ú ltim o s segm entos del abdóm en (fig. 61). L as crisálid as de las m arip o sas tien en , p o r lo jeneral, form a cónica i coloracion p ard o rojiza, pero las h ai d e o tro s as-

F ¡ g . 6 2 .— C a b e z a d e m a r i p o s a p r i v a d a d e e s c a m a s , a f in d e d i s t i n g u i r m e j o r s u s d i f e r e n t e s p a r t e s : .4 , a n t e n a ; F , v é r t i c e ; / ', f r e n t e ; Cl, c l i p e o ; L , l a b i o s u p e r i o r ; P , p a l p o s l a ­ b i a l e s ; T, t r o m p a f o r m a d a p o r l a s m a x i l a s ; O, o j o f a c e t a d o .

p ectos i coloridos. El nom b re d e crisálida, q ue viene del griego i significa color de oro, no es m ui apro p iad o . A lgunas crisálidas se en c u e n tra n e n te rra d a s en el suelo, o tra s se h allan suspendidas por un estrem o o a d h e rid as m e d ia n te hilos de las ra m a s de los vejetales, o bien d e n tro de un saq u ito tejid o p o r la la rv a á n te s d e cri-


C á rlo s Silva F . —

r e v is ió n d e lo s le p id ó p te r o s r o p a ló c e r o s

207

sa lid ar (capullo), e tc .; todo lo cual d epende del gru p o o fam ilia a que p er­ tenece. IV. El im a g o o in s e c to p e r fe c to . — L i n n e o lla m ó imago— del la tin imago

=

im á je n — a e s te e s ta d o , p o r c o n sid e ra r q u e el in se cto p e rfe c to es

la im á je n d e su s a n te c e so re s.

El cuerpo d e un a m ariposa se divide, como en todos los insectos, en 3 p a rte s : cabeza, tórax i abdomen. a) L a cabeza es casi siem pre esférica; el estrem o superior se denom ina vértice i la p a rte a n terio r, frente. A cad a lado de la cabeza se en cu en tra un gran ojo facetado i saliente, coloreado, según las especies, de d istin to to n o : negro, rojizo, am arillen to , etc.

C ie rta s m ariposas tienen tam bién

un ocelo u ojo sim ple, colocado a cad a lado, por encim a del ojo com ­ puesto. E n tre los ojos se en c u en tran las an te n a s, q u e en los R hopalóceros— del griego Rhopalos — m aza i K e r a s ^ cuerno— son filiform es i en sanchadas hácia el estrem o, d onde term in an en u n a especie de m aza o porra. Sirven com o órganos de ta c to i de olfato. D ebajo de la fren te se halla un escudito q u itin o sb o clypeo. Y a dijim os m as a tr a s que la boca de las m ariposas sólo e stá a d a p ta d a p a ra ch u p a r el n é c ta r de las flores. C o n sta : 1.° de un labio superior o labro, unido al clypeo; 2.° de dos m andíbulas superiores, mui p eq u eñ itas i ru ­ d im e n ta ria s; 3.° d e dos m andíbulas inferiores o m axilas, alarg ad as en form a de tro m p a— que, en estad o de reposo, v a arro llad a en espiral, i suele presen­ ta rse ru d im en taria en m uchas especies— i 4.° de un labio inferior (fig. 62). L a boca tiene adem ás cu atro palpo s: dos palpos maxilares pequeños i dos palpos labiales grandes, que cubren

la tro m p a p or los costados. E stos

palpos labiales están form ados de 3 a rte jo s i son jen eralm én te m as largos en las h em b ras; están cubierto s de pelos, i en alg u n as fam ilias sus c arac ­ tères son mui im p o rta n te s p a ra la clasificación. b) El tórax se com pone d e 3 anillos o segm entos, que en las m arip o ­ sas no se d istin g u en bien p o rq u e se en cu en tran ín tim am en te unidos i cu ­ b ierto s por pelos i escam as; estos segm entos se llam an protórax, mesolórax metatórax. E l p ro tó rax es el p rim er anillo del tó rax ; sostiene la cabeza i lleva el prim er p a r de p a ta s ; el m esotórax lleva el 2." p a r de p a ta s i el p ri­ m er p a r de alas, i el m etató rax sostiene el tercer p ar de p a tas i el segundo * p a r de alas. L as p a ta s de las m ariposas constan teóricam ente de cinco p a rtes: cadera, trocánter, muslo, pierna i tarso; pero, por regla jeneral, la cadera


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BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

i el tro c á n te r están atro fia d o s ¡ no se ven fácilm ente, sin c o n ta r con q u e están cub iertos de largos pelos. L a p iern a e stá p ro v ista d e dos espinas o espuelas i la de las posteriores, de cu atro , ¡ los tarso s, fo rm ad o s d e cinco a rtejo s, term inan en dos garras. C om o las m ariposas no son insectos a n d a d o re s ni co rred o res, tien en sus p a ta s débiles i las del p rim er p a r poco d e sa rro llad a s; je n era lm en te , las llevan a p re ta d a s co n tra el pecho. L as alas son m ás o m énos trian g u la res, es decir, p re se n ta n 3 o rillas. E stán recorridas por nervios o venas que son dobles tu b o s q u itin o so s i h u e ­ cos, por los que circula aire en el in te rio r i san g re en el este rio r i su co n ju n to c o n stitu y e la

nerviacion o nervadura.

El conocim iento de la n erviación es im prescindible en el e stu d io de las m ariposas, pues ella es base m ui p rin cip al en la clasificación. Los n o m ­ bres d ad o s a los nervios de las alas p o r los d iferen tes a u to re s,

no

son los m ism os, i por eso es preciso fijar aq u í aquellos con q u e serán d e sig ­ nados en este estudio. Los n o m b rarem o s de la sig u ien te m a n e ra : I.

A le s anteriores.— Los tre s bo rd es del a la se d en o m in a n : m árjen a n ­

terior (costa), m árjen esterior i m árjen interior. B ase es la p a rte del a la p ró x i­ m a al cuerpo; ápice la p u n ta o estrem o su p e rio r i ángulo interno el form ado por el m árjen esterio r i el In te rn o . La prim era ven a q ue recorre el a la cerca del m árjen a n te rio r es la cos­ tal; la segunda se llam a sub-costal i tiene p o r lo re g u la r cinco ram ificacio ­ nes que se llam an 1.*, 2 .a, 3 .“, 4 .a i 5 .“ ram a de la sjcb-costal. L a s u b -c o s ta l lim ita por la p a rte su p erio r u n a porcion c en tral del a la q u e se llam a la célu­ la discoidal o celdilla. V ienen despues 3 n e rv a d u ra s q u e tocan el b o rd e e s­ terior del ala i que a rran can del estrem o de la célu la: son las venas radiales, que se nom bran en sentido descen d en te, 1.*, 2 .“ i 3 .“ radia!. E sta s tre s v e ­ nas se consideran com o-ram ificaciones d e u n a v en a h ip o tética , q u e, v i­ n iendo de la base, a tra v e s a ra la célula. Sigue a continuación la vena m ediana, que form a el lím ite in ferio r de la célula i que tiene 2 ram as: i . “ i 2." m ediana, i m ás a b a jo u n a v en a q u e se d enom ina sub—m ediana. C o n tan d o todas las v en as n o m b ra d a s i sus ram ificaciones, e n c o n ­ tram o s que 12 de ellas tocan el b o rd e del a la : este es el n ú m ero d e ra m ifi­ caciones de u n a nervadura típica p a ra las ala s an terio res. P ero hai casos en que a la su b -m e d ia n a ya d ich a siguen u n a o dos v e n a s m ás q u e se lla­ m an 1.‘ i 2 ." anal.


C a rlo s S ilva F . — r e v i s i ó n

II.

d e l o s l e p id ó p t e r o s r o p a l ó c e r o s

A la s posteriores.— Los tres bordes del ala tienen

209

los mism os

nom bres que en las alas anterio res, pero al m árjen in tern o se le llam a ta m ­

bién m árjen abdom inal, porque toca, en realidad, el abdom en de la m arip o sa, i el ángulo form ado por el borde esterno i el abdom inal se denom ina ángulo anal.


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BOLETIN DF.L M USEO NACIONAL

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L a prim era vena es la costal que, en cierto s casos, lleva u n a p eq u eñ a ram ificación en su base, d en o m in ad a precostal (a). V iene despues la sub­ costal, jen eralm ente sin ram ificaciones; a continuación las 3 radiales i la mediana con 2 ram as, i, por últim o, la sub-m ediana, lo que da un to ta l de 8 ram ificaciones que es la n e rv a d u ra típ ica p ara las alas posteriores. P e­ ro a veces se en cu en tra tam bién, a continuación de la su b -m ed ia n a , u n a vena anal. L a célula discoidal de ám b as alas e stá lim itad a en su p a rte d e la n te ra por u na vena sinuosa, que se llam a discocelular anterior (b—c); m ediana (c-d) i posterior (d -f). La célula es cerrada cuan d o la v en a discocelular es com pleta, i abierta cuando fa lta la discocelular posterior. P ara estu d iar la n erv ad u ra de u n a ala de m ariposa, es preciso q u ita r con cuidado las escam as que la cubren i q u e im piden v er los nervios. E sto se hace con la ay u d a de un pincelito fino, q u e se p asa con su av id ad por e n ­ cim a del ala, ta n to en la cara inferior com o en la superior, h a s ta d e ja rla m as o m énos traslucida. Por trasp aren cia i a sim ple v ista, o m ejor, con ay u d a de un microscopio de poco poder, se p o d rá ap reciar p e rfectam en te la nervadura. C uando no se quiere d e stru ir el ala del ejem p lar de q u e se dispone i sólo se tr a ta de apreciar en co n ju n to la v enación, b a sta m o ja r ráp id a m e n te las alas con bencina o cloroform o, q u e la d ejan tra sp a re n te p o r algunos m inutos. Con el nom bre de freno— del latin fre n u lu m — se no m b ra a u n órgano que llevan las alas posteriores, co n sisten te en u n a espina en los m achos, i de 2 o m ás cerdas en las h em bras, cuyo o b jeto es u n ir las alas del m ism o lado, i obtener así u n a m ay o r seguridad en el vuelo. E ste órgano no existe en los R hopalóceros. Las m anchas que herm osean las alas de las m ariposas, i que a veces causan la adm iración de los aficionados p o r los caprichosos d ib u jo s que form an, son los m ejores caractéres de q u e se valen los a u to re s p a ra d is tin ­ guir la especie que describen. Sin em bargo, n ó tan se con frecuencia en eje m ­ plares pertenecientes al m ism o grupo, m odificaciones sustanciales en el colorido i dibujo con respecto a la especie q u e sirvió d e base a la d escrip ­ ción orijinaria, lo que p rueb a de u n a m an e ra in d iscutible la e x a c titu d del principio de la variación de las especies. M uchos entom ólogos, engañ ad o s por la diferencia de colorido i d e tam añ o , han descrito como especies d is­ tin ta s lo que sólo era u n a v aried ad d e la m ism a. M as a d e la n te verem os


____ _

to arlo s S ilva F.

r e v is ió n

d e l o s l e p id ó p t e r o s r o p a l ó c e r o s

211

que, cuando se dispone de gran ca n tid a d de ejem plares, es posible form ar u n a v erd a d e ra escala de transición e n tre u n a especie i otra. P a ra la localizacion de las m anchas, fajas o líneas coloreadas, los a u to ­ res dicen que son basales cuan d o se hallan cerca de la base; apicales, sí se e n cu en tran en el ápice; discales, si se hallan en el medio del ala; m arjinales, si están en el m árjen esterio r; sub—marjinales, .sí están próxim as a este m á r­ je n ; lonjitudinales, si van en el mism o sen tid o q u e los nervios; trasversales, si !os cruzan, etc.

O rden L E P ID Ó P T E R O S 1.“ D ivisión: R H O P A L O C E R O S C aracteres: A ntenas cilindricas i terminadas en una dilatación en jorm a de porra o 'm aza; cuerpo esbelto; alas verticales durante el reposo i, jeneralmente, de vivos colores; las posteriores sin ¡reno: Carecen de ocelos. 1.a F am ilia: P a p ilio n id a e M ariposas de gran tamaño, con las antenas próxim as en su inserción; palpos cortos. Todas las patas bien desarrolladas en Ambos sexos i provistas de dos garras terminales. A la s posteriores sin vena anal i con el borde abdomi­ nal escavado, no toca el abdomen. Borde esterior dentado, i, a veces, provisto de u n a cola (prolongacion de la tercera radial). A la s anteriores con 2 o 3 ve­ nas anales; base de la mediana unida a la sub-m ediana por una vena tras­ versal. Célula discoidal cerrada en Ambas alas. Larvas con osmaterio. E sta fam ilia com prende cerca de 700 especies, las cuales se clasifican, en su m ayoría, d en tro del jénero Papilio, i ab u n d an , sobre todo, en la zona tropical de S ud A m érica. E n tre sus rep resen tan tes se en cu en tran algunos v erd ad eram en te notab les po r su tam añ o i la m aravillosa herm osura de sus alas, que hace que los aficionados las busquen con afan p ara sus colec­ ciones. E n tre ellas existe, por lo jeneral, un dim orfism o sexual m ui m arcado, pues la hem bra.es siem pre m ucho m ayor q u e el m acho i, aú n , vuela a o tra hora qu e aquel, de m odo que es m ui raro enco n trarlo s ju n to s en el mism o sitio.


212

BOLETIN DEL MUSEO N A C I O N A L _______________ _______

En Chile sólo se halla rep resen tad o el jenero P apilio con una sola e s­ pecie i no con dos, com o se h ab ia asegurado erró n eam en te. Jén ero P a p ilio Linneo M ariposas de gran talla, con el borde esterno de las alas posteriores d en ­ tado o provisto de una prolongacion en form a de cola. L a vena m ediana de las alas anteriores está unida a la sub—mediana por u n a vena corta. P a p il io

b ia s

R oger

S in o n im ia: 1826. P apilio bias (R o g e r , en B ull. Soc. L in n . Bord., p a r t. I). 1836. Papilio archidamas (B o is d u v a l , en Sp. Gen. Lep. to m o I , p á j. 3 2 1 ). 1839. P apillio archidamas ( F e is t h a m e l , en M ag. Zool., to m o IX ., p á j. 3 7 ).

1852. P apilio archidamas (B l a n c h a r d , en G ay, H istoria Física y P olítica de Chile, tom o V II, páj. 8). 1877. P apilio archidamas (R e e d , E d w jn C., en Una m onografía de las m a ­ riposas chilenas, páj. 9). 1881. P apilio bias (B u t l e r , A. G ., en L ist of Butterflies Collected in Chili, Trans. E n t. Soc., p a rt. IV, p áj. 474). C abeza pequeña, con los ojos facetados, g ran d es i salientes, los p a l­ pos cortos i am arillentos i las a n te n a s negras. T iene dos m an c h itas b lan cas cerca del nacim iento de las an ten a s i dos trazos am arillen to s en la fre n te . El protórax es pequeño i estrechado hácia ad e la n te; lleva 2 p u n to s am arillentos en la p arte d ela n te ra i 2 a n a ra n jad o s i m as g ran d es en su b o r­ d e posterior. En los costados, próxim as al n acim iento del p rim er p a r de p atas, presenta o tra s 2 m anchas a n aran jad a s. M eso i m eta tó ra x , negros por encim a, i por debajo, con algunas m an ch as am arillen tas. Las alas tienen su borde estern o d en tad o , especialm ente las p o ste ­ riores. A m bas son, por encim a, de color negro verdoso, con u n a fila de m a n ­ chas am arillas en la p arte discal, situ a d a s en los espacios in terv en ales. Los ángulos e n tran tes del borde son, tam bién, am arillos. Por debajo, las alas an terio res son de color negro en sus dos tercios basales, en cuyo fondo resaltan las venas negras i salientes. E n el tercio m arjinal se en cuentran dos fajas negruzcas, que encierran cinco m an ch as


C á rlo s S ilva F . — r e v i s i ó n

d e l o s l e p id ó p t e r o s r o p a l ó c e r o s

213

p latead as— las tres superiores, g ran d es i triangulares, i m as pequeñas las o tra s dos aco m p añ ad as en su base de u n a m an ch a rojiza. H1 abdóm en es negro i lleva u n a línea de p u n to s am arillos a cada lado, o* E sp. alar. 75—80 m m .; 2 90—105 mm. A p a rte de su m enor tam año, los m achos se diferencian porque el b or­ de m arjin al inferior de las alas an terio res conserva en to d a

su estension

Fig. 64.— Papilio bias Roger

la coloracion oscura que tiene en la cara superior, i porque la rejion basal de la p ájin a inferior de las alas posteriores no es uniform em ente am arilla com o en las hem bras, sino que se presen ta algo ah u m ad a , a causa de las escam as negruzcas que allí se en cu en tran . A rea de dispersión.— E sta espléndida m ariposa se h alla en C hile desde C oncepción h a sta A tacam a, i, en ciertos p u ntos, como V alparaíso i Viña del M ar, es b a sta n te com ún en los meses de v eran o i p rim avera. T am bién es posible o b serv arla en S a n tia g o : en los ja rd in es de la Q u in ta N orm al se han cap tu ra d o varios ejem plares p ara la coleccion del M useo N acional. * * * E n c u a n to al a s p e c to d e la la rv a i d e la c ris á lid a , M r. B u t l e r d a en su tr a b a jo las sig u ie n te s in d ic a c io n e s:

L arva.— P ard a oscura, p ro v ista de co rtas espinas a n a ra n ja d o -a m a ri­ llentas. C abeza negra i b rilla n te ; el 2.” segm ento con u n a fuerte placa ne­


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g ra en el dorso, i en la p a rte d elan tera, in m ed ia tam e n te d e tra s de la c a b e ­ za, un apéndice carnoso, de color am arillo, que se le v a n ta c u an d o la larv a e stá m olesta, i sem eja por su aspecto a la le tra V (1). De cad a lado a n te rio r del mismo segm ento se llalla un cuerno carnoso, am arillo en la b a se i negro en el estrem o, Iijeram ente encorvado hácia a d ela n te. El resto del cu erp o es de color pardo oscuro; cada segm ento lleva a los lados u n a c o rta espin a

Fig. 65.—L arva de Papilio bias Rogcr (según Butler)

carnosa por encim a de los estigm as, i o tra s a cad a lado del dorso; e sta s e s­ pinas son an ara n ja d o -a m a rille n ta s con el estrem o negro. El segundo, tercero i cu arto segm entos p resen tan u n a m an ch a a n a ra n ­ ja d a i deslucida encim a dél p rim er p a r de p atas, las cuales, ju n to con las g a rras term inales, son negras. Vive sobre O r e ja cipios de N oviem bre.

de zorro,

Aristolochia chilensis, en O ctu b re i p rin ­

Crisálida.— P ard a rojiza, rara vez v erde opaca. La cu b ie rta de la ca beza se prolonga en p u n ta a cad a lad o ; el tó rax lleva un gran pico en e dorso i otro m enor en cada lado; el abdóm en posee u n a doble fila de p u n ­ to s en la rejion superior; cu b ierta de las alas, pro m in en te. Los im agos em erjen in d istin tam en te, algunos en D iciem bre, o tro s en E nero, F ebrero, M a r­ zo, A bril i Junio, i, algunos, en O ctu b re siguiente. (1) Dicho órgano se llam a osmaterio.


C . E. P o r te r . —

a p a n t e i. e s

s p in o s a i

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E N T O M O L O G ÍA CHILENA UN N U E V O BR AC Ó N /DO D E L S U R D E C H IL E POR

EL

Prof. Cárlos E. PORTER D espues de la publicación d e las dos n uevas especies de B racónidos en la «R evista C hilena de H isto ria N a tu ra l« , año X X (1916), p. 96 i en los «Anales de Zoología A plicada«, año IV (1917), p. 45 (1), hem os co ntinuado recibiendo m aterial de tan in tere sa n te fam ilia de H im enópteros p arásitos no sólo del país sino aun del estran je ro . P or n u estra p arte, no hem os d ejad o de b uscarlas nosotros mism os en las escursiones que, no lejos d e la c a p ital, efectuam os los dom ingos de los m eses de S etiem bre, E nero y F ebrero. U na d e estas especies es la que en n u estra «Rev. Ch. H ist. N at.« , año X X IV (1920), N .° 1, p. 6, hem os descrito b ajo el nom bre de Ipobracon Izagai P o r t e r , n. sp. De dos especies que nos han sido recientem ente re m iti­ d as p a ra su estudio por el Prof. C árlos S. Reed, D irector del M useo E d u ­ cacional de M endoza, u n a resu ltó conocida y o tra n u ev a p a ra la ciencia, i la hem os publicado y a en la «R evista C hilena de H isto ria N a tu ra l» , año X X IV (1920), p. 33. D e o tro s B racónidos q u e tenem os en estudio nos ocuparem os tam kien en la «Rev. Ch. de H ist. N a t» , del p resen te año. El 28 del m es pasado, n u estro am igo el señor M arcial R. E spinosa B., Jefe de la Sección de P la n ta s C rip tó g am as del M useo N acional (S antiago), tu v o a bien com nicarnos p a ra su d eterm in ació n un in te re sa n te him enóptero de la fam ilia B raconidaj, q u e él en co n tró posado sobre u n a agalla de un árbol del su r en N a h u elb u ta . El estu d io del ejem p lar nos p erm ite creer se tr a ta de u na especie nueva, perten ecien te a un jénero que v a resultando N os com placem os ta n to en d ed ic a rla a su descu b rid o r como en publi(1) Apartides Rivera1 P o r t e r y Apartides Brelhesi P o r t e r .


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car la descripción en el B o l e t ín

del

M

u se o

N a c io n a l , ap ro v e c h a n d o

que se solicita en este m om ento, por la D irección del E stab lecim ien to , co­ laboraciones para el tom o X I (1918-1919) q u e e n tra rá en p ren sa en e sto s dias. A p a n te le s E s p in o s a i P o r t e r , n . sp . N iger, palpis articulis 2 u ltim is teslaceis, alis hyolinis fusco circundato in disco lestaceo. Long. 3m m. Alee: 3 )4 ntm. Antennce: 3 y í m m. El ch'peo es trasverso, tres veces m as ancho que largo, opaco, uniform e pero no densam ente p u n tu ad o , su borde a n te rio r arq u ead o cóncavo; la p u n p untuacion de la cara es como la del clípeo, pero con los pelos b lanquizcos i con una lijera elevación lo n jitu d in al m ed ian a; la fren te con u n a p u n tu a ­ ción m as delicada que la de la cara pero pilífera tam b ién ; los ojos vellosos, los ocelos posteriores un ta n to m as cercanos de los ojos q u e e n tre sí. M esonoto b a sta n te liso, con puntu ació n pilífera no densa, sep arad a del escudete por una línea de unas vein te foveolas. E scu d ete triu n g u lar, liso con u n a fuerte im presión m ediana lonjitu d in al, los bordes laterales estriad o s, vo l­ viéndose com pletam ente lisos en su borde la te ro -p o ste rio r. P o stescu d ete liso, con una fina elevación m ediana lo n jitu d in al, u n a fu erte foveola p o ste ­ rior de cada lado. S egm ento m ediario casi liso, con u n a quilla m ediana lo n ­ jitu d in al i un a puntuación b a sta n te esparcida, sin e strías ni crestas. P r i­ m er segm ento del abdóm en m as largo que ancho, u n ta n to h u n d id o lonjitudinalm ente en el medio i le v a n tá n d o se 'p a u la tin a m e n te hacia los bordes laterales donde existen dos crestas paralelas, u n a superior i la este rn a en el canto del segm ento: esta un poco co n v erjen te hácia a trá s, el disco un poco p u n tuado-verm iculado, existiendo un pequeño espacio tria n g u la r liso en el medio posterior del segm ento. Segundo segm ento trasv erso , com o tres veces m as ancho que largo, un poco liso, la p u n tu acio n poco, p ro fu n d a ; u n a línea oblicua sale de los ángulos lá tero -p o sterio res i se d irije p ro fu n d a hácia la estrem idad de la cresta in te rn a del p rim er seg m e n ta bien trap ezo id al. Tercero i cuarto segm entos un ta n to opacos con pelos dispersos; los d em as segm entos bien lisos con pelos tam b ié n dispersos. Proviene este insecto d e N ahuelbula (P rov. de A rauco). M . R. E spinosa B., leg. El ejem plar que ha servido p ara la descripción q u ed a, com o es de regla, en la coleccion del d escrip to r p o r ahora. S antiago de C hile, M ay o 2 de 1920.


P a u l H e rb s t. —

UN NUEVO

u n n u e v o jé n e r o p e a v is p a s c a v a d o r a s

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JE N ER O DE A V ISPA S C A V A DO RA S (S P H E G I D A E . H Y M E N O P T E R A .) POR

Paul Herbst Lautara «. g. (Lautaro, nom. prop.) El jénero L a u ta ra tiene su posición en el sistem a en tre los jéneros S olierella S p in . y Plenoculus Fox. E s ta tu ra pequeña, 4-8 mm C olores del cuerpo de la única especie conocida son negro i colorado, sin p in ta s am arillas o blancas. P ro n o to , tubérculos hum erales, posescudo i tib ias revestidos de pubescencia densa, sedosa, p lateada. C abeza m as an ch a que el tórax. E stru c tu ra de la cabeza sem ejan te a la de Solierella S pin. El borde in te rio r de la ó rb ita de los ojos com puestos recto, sin esc o ta d u ra ; ojos co n v erjen tes hacia el vértice. Ocelos redondos* en form a de perlas, dispuesto s en trián g u lo rectángulo. El borde esterior de las m an d íb u las sin una escisión. M an d íb u las term in an en una sola p u n ta o d ien te, de color negro i en su m itad con una faja tran sv ersal colorada. Palpos m axilares de 6, palpos labiales de 4 artículos. C lip ea mui co rto i anch o ; la porcion m edía del clipeo de la hem bra algo prolon­ gada, convexa, su borde a n te rio r ribeteado, arm ad o en ám bos lados con un fu erte d iente, su superficie d iv id id a por una carena lo n jitu d in a l; el b o rde a n te rio r del clipeo del m acho arm ad o con 3 d ientes, al lado del clipeo no existen fran jas de cerdas. A n ten as del m acho de 13, de 12 a r te ­ jos, in sertad a s poco d ista n te s del borde superior del clipeo, robustos, fili­ form es; el prim er a rte jo corto, grueso, tal com o en el jén ero T ach y sp h ex


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K ohl; la an ten a s del m acho son m as co rta s i de d iferen te form a q u e las de la hem bra, con a rtejo s m as cortos i algo m as anchos, ap la sta d o s, visi­ b lem ente encorvados; desde la base de las a n te n a s hácia el ocelo a n te rio r el frente algo cóncavo está div id id o p o r u n a caren a. El pronoto (collare) es tran sv ersal, situ ad o m as b a jo que el m esotórax (dorsulum ), la p arte d e lan tera form a un declive, no es a b ru p ta m e n ­ te tru n cad a. Los tu b ércu lo s hum erales del p ro tó rax (tu b ércu la h u m eralia) bien d ista n te s de las escam as alares (tegula:). S egm ento m e d ia n o es algo m as ancho que largo, en la superficie ofrece u n a g ran d e i bien m a r­ cada área cordiform e, cuyo ápice alcanza

l a 1 p a rte p o sterio r a b r u p ta ­

m ente trun cada. E stru c tu ra de los segm entos abdo m in ales igual a la del jén ero Solierella, pero con el segm ento anal encojido hácia el v ie n tre i d o ta d o de un pijidio (pygidium ) d ébilm en te espresado. La n erv ad u ra de las alas superiores m ui parecid a a la del jén ero Solierella S p in .: célula radial grande, su ápice tru n cad o , a p e n d ic u la d a ; tres células cubitales cerrad as: la p rim era m ay o r que la segunda i tercera en conjunto, ia segunda trian g u lar, ap en d icu lad a, la tercera m as a lta que larga, situ ad a algo en declive, hácia la v en a rad ial algo a n g o sta d a ; la p rim era ven a discoidal-tran sv ersal toca la v en a c u b ital en form a v a ria ­ ble: ora intersticial, ora cerca del principio de la seg u n d a célula cu b ital, ora al final de la prim era célula cu b ital. P te ro stig m a pequeño. A las inferiores: los gan ch ito s que unen las superiores con las in fe­ riores d u ra n te el vuelo (retin acu lu m ) form an u n a hilera no in te rru m p id a que principia en el p u n to de oríjen de la v en a rad ial. L a v en a cu b ital tiene su oríjen visiblem ente m as allá de la conclusión d e la célula su b m edial. El lóbulo basal es de form a elíptica i m as co rto que la célula su b m edial. Las coxas de las p a ta s II algo d ista n te s e n tre sí. T ib ias II con u n a sola espina (calcar), tib ias III con dos espinas. T ib ia s i tarso s arm a d o s con finas espinas. La hem b ra e stá d o ta d a en el b o rd e esterio r de los ta r ­ sos I de un bien desarrollado peine form ado de largas i flexibles cerd as. P elotas e n tre las uñas (pulvilli) bien desarro llad as. F é m u r no escotado.

en su base

El jénero L a u ta ra tal como el jénero Plenoculus Fox d e m u e stra y a b a sta n te s afinidades al grupo de jéneros den o m in ad o

L a rrid a e : p a ta s


__

P a u l H e r b s t. — u n

n u e v o j é n e r o d e a v is p a s c a v a d o r a s

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espinosas, desarrollo de un peine tarsal, segm ento anal d o ta d o de un pijidio, ca ractéres que lo alejan del jénero Solierella Spin. P o r o tra p a rte se d istin g u e del jénero. Plenoculus Fox p o r su h áb ito en jen eral qu e se asem eja al de Solierella Spin., no al de T achysphex K ohl, por la inervación in d iv id u alm en te v ariab le de la p rim era vena d isc o id al-tran sv ersal, por el desarrollo del pijidio, por la falta de la es­ cisión en el borde esterior de las m an d íb u las i en el m acho por carecer d e las fra n ja s de cerdas en ám bos lados del clipeo. L a e stru c tu ra diferen te de las a n te n a s según sexo separa, adem as, este nuevo jénero. ta n to de Solierella Spin. como de Plenoculus Fox. P a tr ia : Chile. Lautara

j a f f u e l i nt. s p .

$ c?

$. C abeza, a n ten a s, tórax i segm ento m ediario negros, con p u n tu a ­ ción fina, pero honda, que p riv a la superficie de un lustre, solam ente el m esotórax se p resen ta a veces algo lucien te; abdom en colorado, con p u n ­ tu ación m ui fina; p a ta s I i II negras, coxas i to can tero s II I negros, fem ures i tibias II I colorados, tarso s I I I colorado-negruzcos. B orde del cli­ peo, espacio interocelar, u n a faja sobre el pro n o to i escudo (scutellum ) afelpados de pelos finos sedosos p latead o s; los lados del meso i m etató rax , la faz esterio r de las p a ta s i los segm entos dorsales del abdóm en c u b ierto s de u na vellosidad m ui finísim a p latead a. Segm ento m ediario pro v isto de u na área cordiform e d iv id id a lo n jitu d in alm en te p or un surco, en ám bos lados com o en la pared p osterior ofrece adem as u n a estriacion tran sv ersal bien p ro n u n ciad a; a n te n a s de 12 a rte jo s: el prim ero es grueso, en form a de m aza, a rte jo 2 corto, m as largo que ancho, 3 a 12 cilindricos, 3 i 4 de un m ism o largo, cad a uno ta n largo com o el segundo i q u in to a rtejo en co n ju n to , 5 al 9 aco rtad o s p a u la tin a m e n te , lo m ism o a rte jo 10 al 12, los cuales ad em as están reduciendo en d iám etro form ando una p u n ta o b ­ tu sa. A las hialinas; u na faja an ch a ennegrecida en el borde de las alas superiores e inferiores. L argo 6 h a sta 8 m m tal com o ?, pero con las p a ta s I I I neg ras; a n te n a s de 13 a rte jo s: 1 es grueso, 2 corto, m as largo que ancho, 3 tres veces m as largo que ancho, 4 al 8 dos veces m as largo q u e ancho, 9 al 12 aco rtán d o se i reduciendo p a u la tin a m e n te en diám etro , 13 corto, norm al, p u n tiag u d o , a rtejo s 2 al 7 son m as anchos que los siguientes i observándolos b ajo cierto ángulo


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de una d istin ta, algo a rq u ea d a form a q u e los re stan te s, a cau sa de un leve rebaje plano elíptico en su lado inferior, reb aje q u e es realzad o p o r u n a m an ch ita de vello platead o . Largo 4 b a sta 6 m m . D ispersión je o g ráfica: D escubrí los m achos de este n o tab le especie a p rincipios de D iciem ­ bre de 1917 en los arenales form ados p o r el Rio B lanco, d e p a rta m e n to de Los Ancles, 1,500 m. a ltu ra ; a fines de D iciem bre 1918 hallé h em b ras cerca de El S alto, provincia V alparaiso. El R. P . Félix Jaffu el cojió la es­ pecie en las cerranías de la C ordillera de la C osta, p rovincias de V a lp a ­ raiso i S an tiag o : Valle de M arg a-M arg a, A ltu ras de L liú-L liú, 500-800 m etros a ltu ra ) i C erros de T iltil (2,000 m. a ltu ra ), d onde fué o b serv ad o volando en arenales desde el principio h asta fines del mes de E nero 1919. D enom ino la especie en honor del señor R. P. Félix Jaffuel. Los tipos se en cuentran en mi coleccion. V alparaiso, M arzo 18 d e 1919


F. F u e n te s . —

r e v i s io n e s e n l a p lo m a c h i l e n a

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REVISIO NES EN

LA

FLORA CHILENA F A M I L I A S D E M O N O C O T I L E D Ó N E A S C HI LENAS MONOTÍ PI CAS PO R

Francisco Fuentes J e f e de S ecció n d el M u seo N a c io n a l (Chile)

.

L as p la n ta s M onocotiledóneas que en C hile tienen como represen­ ta n te u na sola especie son las que pertenecen a las siguientes fam ilias: T ifáceas, R estionáceas, C entrolepidáceas, B u rm anniáceas e H idrocaritáceas. D e esta ú ltim a se tr a ta r á en u n a publicación posterior. F am ilia T IF A C E A S Flores d esnudas, unisexuales, d isp u estas en dos espigas continuas, fo rm ando espádices superpuestos i term inales, con e sp atas foliáceas ca ­ d u cas. En fa porcion superior flores m asculinas, com puestas de 1 a 5,-7 e sta m b re s filam entosos, con a n te ra s basifijas, oblongo-1 m eares que se a b ren lo n jitu d in alm en te; los filam entos sim ples o ram ificados, aco m p a­ ñados jen eralm en te de pelos sencillos, d ilatad o s o divididos en la p u n ta i qu e nacen d ire c ta m e n te del eje floral carnoso. La p a rte inferior del eje floral form a espádice con flores fem eninas pequeñas, que nacen de ram illos d im in u to s, conoideos, escam osos o bracteolados, i están provistos


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de pelos num erosos i delicados. O vario u nilocular oblongo, seguido d e un estilo delgado i estigm a un ilateral lingüiform e, esp a tu lad o o de o tra for­ ma alargada. Un óvulo colgante. F ru to una d ru p a o nuez; el epicarpio m em branoso o coriáceo. Sem illa ala rg a d a con e n v o ltu ra reticu lad a i album en farináceo. En am bas inflorescencias hai a m enudo flores a b o rtiv a s en form a de bracteolas espatulado-filiform es o com o p istilodios con estilo i estig m a rudim entarios. P lan tas herbáceas, anem ófilas, grandes, perennes, con rizom as es­ cam osos o catafilinos. P a ja sencilla, d erecha, llena, esponjosa, sin n u dos aparen tes. H ojas lineares, en teras, en v ain a d o ras i a p re ta d a s a la base del tallo; la sección trasversal de la lám ina cerca de la v ain a es plano convexa, biconvexa o elíptica, e tc.— 1 sólo jén ero con u n as 9 especies que h ab itan en los p an tan o s i fosos de las rejiones tro p icales i te m p lad as del f lobo. TYPHA

L.

(1737)

P resenta los caractéres de la fam ilia. En Chile u n a especie, talv ez cosm opolita, la «T otora», (1) b ajo el n om bre de T . a n g u s t if o l ia L. Spec. pl. (1753) 971— G ay V I, p áj. 159.— E. P. II, 1. 186.— Pfr. IV. 8 (1900), p áj. 11-14.— K th . E n. I I I . p á j. 91. P la n ta robusta, 1-4 m . de a ltu ra , con rizom a rastre ro , escam oso, ram ificado. T a ll° ° Pa ía sum erjida en su base i esponjosa. H ojas i tallo glabros, estriados, de la form a ind icad a a n te rio rm en te . L ám ina de 1-2 cm. de ancho por 1-3 m. de largo; es ergu id a, coriácea, tenaz. Las hojas superiores sobrepasan el eje floral. S obre la v ain a la lám ina es subacanalada m ien tras la sección trasv ersal se a p la n a con la a ltu ra . Flores en 2 espádices (L ám . I), m asculinas a rrib a i fem eninas ab ajo , separados por un espacio de 1-3 cm ., de form a cilindroídea i m iden como 5-30 cm. de largo cada uno. Las m asculinas sin perigonio como las fem eninas i reducidas a los n u ­ merosos estam bres, los cuales, unidos p o r la base en grupos de 2 -4 , rodean el eje floral i van acom pañados de b ractéo las o pelos b lanquecinos sim ­ ples o ram ificados; filam entos delgados, del color de los pelos, m ucho (1) En Europa la llam an: Enea, E spadaña, i Bayon.


F . F u e n te s . —

r e v i s i o n e s e n i . a i- l o r a c h i l e n a

223

m as cortos qu e las a n te ra s lineares, m óviles i am arillen tas; el a b u n d a n te polen en m asas poco alarg ad a s que se' disgregan en los gránulos red o n d ea­ dos. L a espiga o espádice m acho p resen ta una esp a ta basilar m ayor, a larg ad a, caduca, i 1-3 b rá c te a s m enores, m em branosas i m as p ersistentes. L as flores fem eninas form an ab a jo un cilindro café pardusco, com ­ p acto , de aspecto felpudo, con u n a larga b rá c te a caduca. E stá n reducidas a num erosos pistilos con ovario fusiform e, estilo delgado i estigm a lingüiform e; el pie del p istilo se prolonga en la m adurez form ando un jinóforo com o de 5 m m . provisto de pelos blancos num erosos i sedosos, p u n ­ tiagudos, que llegan a un nivel p o r encim a del fru to ; éste es obcónico, e n cierra u n a sem illa i se disem ina p o r el viento. L a to to ra es frecuente en los p a n ta n o s i charcos desde el estrem o n o rte al su r del pais, tam bién en el lado a rje n tin o , form ando a veces g ran ­ des m anchones o totorales que se siegan p a ra confeccionar esteras, o

pe­

tates» , sillas, ju n tu ra s de toneles, techos, etc. La pelusa del fru to puede servir p a ra rellenos de tapicería, i el pólen com o reem p lazan te del polvo de licopodio. Ob.— A unque el Pflanzenreich indica la T y p h a de Sud-A m érica, bajo T. dom ingensis P ers., hem os ac e p ta d o m ejo r esta ú ltim a como una var. o sub-especie de la T. angustifolia L., de la cual difiere algo en el p o rte i an ch o m ay o r de la h o ja; pero concuerdan en los estam b res, el fruto, pelos agudos del jinóforo i o tro s caractéres específicos fundam entales. F am ilia R E S T IO N A C E A S Flores unisexuales, dioicas, ra ra vez herm afro d itas. Perigonio de 3 + 3 ó 3 + 2 hojuelas bracteiform es, subiguales, libres e im bricadas o unidas p or la base. E stam b res 3 ó 2, o p u esto s a los segm entos interiores del p e­ rigonio; filam entos delgados i a n te ra s dorsifijas. O vario tri o u n icarpelar con o tra s ta n ta s cavidades, óvulos i estilo s; estos últim os llevan ram as estig m áticas plum osas. F ru to c a p su lar o u n a nuez. Y erbas perennes con rizom a escam oso, rastrero . T allo sencillo o ram oso, hueco o m acizo; las hojas escam iform es o reducidas a las v ainas. Flores d isp u estas en espiguillas form ando panículas term inales o cim as, glom erulíform es. Son p la n ta s anem ófilas, sem ejantes en su esterior a las ju n cáceas i ciperáceas. H ai unas 235 especies en 19 jéneros, sobre todo del S.W . de A frica, A u stralia, e tc .;— en C hile un jénero con una sola especie.


224

BOLETIN

DEL MUSEO NACIONAL

L E PTO C A R PU S R- B r . (1810)

Flores por lo jeneral dioicas i por escepcion h a sta h e rm a fro d itas; doble en v o ltu ra floral, tri a veces bím eras i con los seg m en to s sepaloídeos desiguales. O vario unilocular con un óvulo. F ru to tria n g u la r, coriáceo o m em branoso, de ordinario indehiscente. H o jas red u cid as a las v ain as p ersistentes sobre los tallos a m enudo a rticu lad o s. L as espiguillas multifloras se presentan pan icu lad as o a veces fasciculadas. H ai unas 21 especies h a b ita n te s p rin cip alm en te del su r del A frica i A u stralia;— una en Chile. L. c h ile n s is M ast. D . C. M onogr. P h an . I (1878) p áj. 341, ta b . II. fig. 38-45. (Schoenodum chilense G ay, B ot. V I, p áj. 152). V u lg arm en te «C anutillo»; fot. II. Y erba perenne h asta de 1.50 m. de alto , con los tallo s de 3 m m . de d iám etro, cilindricos, lisos, a rticu lad o s en los nudos, sencillos, d e un gris am arillento, que se lev an tan de un rizom a ra stre ro con escam as n eg ru z­ cas. En los nudos d istanciad o s resalta n las v a in as m oreno p ard u scas o negras, suavem ente estriad as, allegadas a la p aja , ap e n a s m u cro n ad as de 10-18 m m . de largo. Flores dioicas, m oreno castañ o en estad o seco. L as m asculinas en panícula cim osa, alarg a d a , sem ejando u n a espiga c om puesta de espiguitas de 1 cm. de largo, oval-elíp ticas i com p rim id as, aisladas o ag ru p ad as de 2 -4 en la axila de las v ain as superiores i con p e ­ dúnculos blancos, sencillos o poco ram ificados, casi ta n largos com o las espiguillas. H ojuelas bracteales oblongo lanceoladas, m u cro n ad as, m as largas que las flores. Perigonio glum áceo de 5 -6 tép alo s; el e sterio r es m u ­ cho m ayor que los otros, algo sep arad o com o b rá c te a , i p ro te je al resto de la flor por su form a caren ad o -m u cro n ad a, de color p ard o c astañ o . Los segm entos interiores son linear-espatulados, un poco agudos, b la n q u e ­ cinos, ± del largo de los estam bres. E stos últim os en nú m ero d e 3 tienen las a n teras salientes, grandes, oblongas, de 1 m m . o poco m a s; los fila­ m entos m iden como un tercio de las a n teras. Flores fem eninas en inflorescencia sem ejan te a la a n te rio r; pan ícu la m enos ram ificada, con espiguillas en 2 -3 grupos, de los cuales el term in al es m ay o r i m as com pacto. Los segm entos del perigonio d ispuestos tam b ién en series irreg u ­


F. F u e n te s . —

225

r e v is io n e s e n l a f l o r a c h il e n a

lares com o en las flores a"; los esteriores m ucronados, linear lanceolados; los 3 interiores subiguales o poco m as cortos i ap lan ad o s que los esteriores. Un pistilo con ovario ovoideo, estilo cilindrico p a rtid o en 3 brazos e stigm áticos. F ru to u tricu lar, triq u e tro piram idal, m onosperm o, obser­ v ado indehiscente e incom pleto de 2 -4 m m . de larga. V ive en los p an ta n o s chilenos de A rauco al sur, en el con tin en te e islas vecinas, donde suelen em plear sus cañas p a ra tech a r ranchos. Según el D r. S k o ttsb e rg (1) esta p la n ta se estiende en Chile e n tre los 35° (Curicó) i 44u 1. s . ; en el herb ario nacional no tenem os m u estras ni an o tac io ­ nes sobre su lím ite boreal. F am ilia C E N T R O L E P ID A C E A S Flores unisexuales o h erm afro d itas, pequeñas, sin en v o ltu ras florales o con 1-3 hojuelas b racteales filiformes. E stam b res 1-2, con a n te ra unilocular i filam ento delgado a veces torcido. Jineceo con un ovario form a­ do po r uno o m uchos carpelos uniovulares i m em branosos, que dan fru ­ tos pedicelados, capsulares, con dehiscencia lo n jitu d in al.

Inflorescencia

u n a espiga dística con flores aisladas, o en grupos axilares, o todavía en cabezuelas m ultifloras. T allos cortos i ram ificados; las hojas filiformes o como

brácteas

a lesn ad as p ro v istas de 1-3 nervios, con frecuencia am on ton ad as, a veces d ísticas, tiesas i las inferiores envain ad o ras. Son yerbas pequeñas, p are­ cidas a las gram íneas i ciperáceas, anuales, o a m enudo perennes de forma m usgosa. H ai unas 35 especies en 6 jéneros, que v ejetan sobre todo en las rejiones p asto sas del S.W . de

A u stralia, T asm an ia,

N u ev a Z elandia i

p a rte a u stra l d e S u d -A m éric a ;— 1 en Chile. G A IM A R D IA (2) G a ü D. (1825)

Flores aisladas o jem in ad as en ram os bracteosos i term inales; son h e rm afro d itas i bím eras. Los 2 estam b re s libres i opuestos a las brácteas. O vario pedicelado. T allos ram osos, prolongados con hojas alesnadas e im b ricad as, m ás o m énos dísticas. (1) C. Skottsberg. Kungl. Sv. Vet. Akad. H andl. Band 56, (1916). N.° 5, páj. 185. (2) En honor del zoólogo i médico Paul Gaim ard, que acom pañaba a Gaudichaud en el viaje de Freycinet. (1 5 )


220

BOLETIN

DEL MUSEO N A C I O N A L ____________________________

D os especies pequeñas form an céspedes co m p ac to s en las rejiones p an tan o sas de la T ierra del Fuego, P a tag o n ia e islas a u stra le s;— 1 en C hile. G . a u s t r a l i s G aud. Voy. de F rey cin et (1826), p á j. 419, ta b . .30. (G. pus-illa G aud. G ay V I, páj. 154). P la n ta pequeña (Fotog. II I), cespitosa, de 3 -8 cm . de a ltu ra ; tallos rectos, ram osos a rrib a, con hojas num erosas e im bricadas, su b u lad o triq u e tra s, con la base lijeram en te v ajin a n te . P re se n ta un am arillo p á li­ do en la desecación, salvo la p a rte periférica que es de color v erd e claro. Flores term inales

1-2, bím eras.

A n teras

p e lta d o —elíp ticas,

com o

de 1 m m . de largo, asom an por e n tre las b rá c te a s en su m ad u re z ; los fila­ m entos delgados, sobre 2y í veces m as largos que las an te ra s. El pistilo con un ovario bilocular; estilos filiform es algo unidos p or la base, i arrib a el estigm a se re p a rte en 2 brazos d iv erjen tes,

prolongados i caedizos

F ru to una cápsula largam en te estip ita d a , com prim ida, p ersisten te, elíp ­ tica, sobresaliente; las v alv as p ard u scas se a b ren de a rrib a hacia ab a jo encorvándose para afuera. Sem illas 2 cilindroídeas oblongas, su spendidas, d ando color castañ o a la cápsula á n te s de la ru p tu ra . De V aldivia al su r form a céspedes a p re ta d o s en los alerzales i suelos p antanosos del co n tin en te e islas a u stra le s vecinas.

F am ilia B U R M A N N IA C E A S

Flores herm afroditas, a veces unisexuales por el a tro fia m ie n to de uno de los órganos, sim etría de o rd in ario regular, so litarias, o a g ru p a d a s con pedúnculos cortos. Perigonio petaloídeo unido a la p a rte sup erio r del ovario i los segm entos libres o soldados e n tre sí, en 2 series d iferentes. E stam bres 6 en 2 ciclos o sólo se desarro llan los 3 in terio res; filam en­ tos cortos i m as o m enos pegados al tu b o del perigonio. Jineceo con ovario trím ero, uni o trilocular, con 3 fajas p la ce n ta rias polio v u lares; estilos cortos i en el estrem o estigm atosos. F ru to una cáp su la que se a b re de d ilerentes m aneras según la especie. S em illitas a b u n d a n te s, alarg ad as. Yerbas anuales o perennes con rizom as o tu bérculos i tallos por lo jeneral sencillos, escam osos o cu b ierto s de hojas basilares a m arillen to rojizas; rara vez m uestran hojas verdes alarg ad as. C a. u nas 54 especies, la m ayoría como p lan tas sap ro fitas, sobre todo en las selvas tro p icales;— en C hile un jénero m onotípico.


F . F u e n te s .— r e v i s i o n e s

e n l a f l o r a c h il e n a

227

ARACHNITIS P h i I.. (1864)

Flores irregulares, unisexuales p o r el ab o rta m ien to de un órgano. E l segm ento posterior del perigonio ensanchado i encorvado hácia a d e ­ la n te ; los o tro s 5 alesnados i libres. E stam b res 6, cortos i encorvados p ara a d e n tro ; hai ru d im en to s de pistilo en las flores m asculinas, i estam inodios m ui reducidos en las fem eninas. Jineceo como se ha indicado. C ápsula redondeada con ru p tu ra ap ica l; sem illas num erosas i pequeñas. U na especie perenne, en el su r de Chile. A . u n i f l o r a Phil. An. U niv. de Chile. T om o X X V I (1865) páj. 639 i lám . a d .; tam bién en B ot. Zeitg. X II, (1864) 217.

P la n ta (lám . IV) rojiza, lam piña, con 4 -6 tuberculillos oblongos, sin raíces ap aren tes. T allo erguido, de unos 10-30 cm . de a ltu ra , sencillo, d esp ro v isto de hojas en su m ita d superior i term in ad o arrib a en una flor a b ie rta , parecida a ciertas arañ as. H o jas reducidas a 4 -6 escam as o vainas m em branoso-parduscas, que a u m e n ta n de lo n jitu d hacia la p a rte su p e­ rior. Flores raras veces herm afro d itas. Perigonio hexafilo biseriado, se­ m e ja n te al d e las O rquídeas; 5 segm entos sub-iguales lineares, de unos 3 -5 cm . d e largo por 1-3 m m . de ancho basal, color rosado, con un nervio m edio m as teñido, i un segm ento posterior m as ancho, doblado hacia a d ela n te, con varios nervios bien m arcados. La flor m asculina poco m enor que la fem enina; tiene 6 estam bres libres, o puestos a los tépalo s; los filam entos cortos i lev an tad o s; an te ras uniloculares que se abren p a ra a d e n tro ; ru d im en to de pistilo cen tral con ovario delgado i un a prom inencia trisu rcad a. L a flor fem enina m u estra un pistilo con ovario infero, unilocular, i 3 estilos gruesos cilindricos, term in ad o s en estigm as a b u ltad o s i g ra ­ n u lad o s; los estam inodios reducidos a escam itas v u eltas

hacia afuera.

F ru to u n a cápsula esferoidal que se ab re arrib a en una g rieta trirad ial. Sem illas num erosas i pequeñas se desprenden de las 3 fajas placentarias, i se p ro p ag an por el v ien to talv ez a y u d a d a s p or un ensancham iento m em ­ branoso i casi tra sp a re n te que poseen. V ive en los bosques com o sap ró fita sobre raíces i hongos terrestres, e n tre los 37“ (C oronel) i 52" 1. s. Se ha indicado tam bién p a ra el lado a rje n tin o (P a tag o n ia).





L eptocarpus chilensis M ast. 1, Inflorescencia J ; 2, Id. <j>.





L Ă M I N A IV

Arachnitis uniflora Phil.



INFORM ES

237

SECCION AD M INISTRATIVA (A ño d e 1918)

M E M O R IA D EL D IR E C T O R Santiago, 15 de M ayo 1919. Señor M in istro : T engo el h o n o r de p rese n ta r la M em oria del M useo N acional co­ rrespondiente a 1918, acom p a ñ ad a con las de los diversos Jefes de Sección. P o r ellas p o d rá im ponerse V. S. de la labor desarrollada p o r este E s ta ­ blecim iento. La reducción de los fondos destin ad o s a la A dm inistración, para el añ o 1919, no p erm itirá im p rim ir el B o l e t ín correspondiente. A com paño el últim o núm ero de e sta publicación, en el cual está el presu p u esto presentado a la consideración de V. S. p ara 1918. No pue­ do insistir en él p ara el próxim o año, a p esar de las poderosas razones que me asisten p a ra reiterarlo , en aten ció n a que considero que aú n no pueden n orm alizarse las e n tra d a s de la nación. P or consiguiente, som eto a V. S. el m ism o presupuesto v ijen te a c tu a l p ara a te n d e r al M useo N acional d u ra n te el añ o 1920. M e perm ito hacer presente a V. S. la necesidad de colocar en el p re­ su p u esto , sin cam b iar su sueldo, al p rim er a y u d a n te de B otánica, como jefe in d ep en d ien te con el títu lo de Jefe de Sección de P la n ta s C riptogám icas, porque en realidad el señor M arcial E spinosa B ustos, nada tiene -que hacer ni con el Jefe ni con la Sección de P lan tas Fanerógam as, i c u an ­ do se fundó aquella sección fue in dependiente, i solo por econom ía se re­ flujo a ser a y u d a n te con el propósito de d arle m enor sueldo.


2,58

BOLETIN DEL MUSEO N A C I O N A L __________ _________________

Con sentim ientos eje a lta consideración, m e suscribo del señor Mi nistro. D r. E d u a r d o M

oore.

Al señor M inistro de Instrucción Pública.

INFORME DEL JEFE DE LA SECCION VERTEBRADOS Santiago, A b ril de 1919. Señor D irector: En el tiem po corrido desde el 1.° de A bril del añ o próxim o p asad o , h asta igual fecha del presente, en la Sección V erteb rad o s co n fiad a a mi cargo, hubo el siguiente m o vim iento: 1. En el tom o X del B o l e t í n d e l M

u seo

se publicó un a rtíc u lo

sobre Ornilolojia chilena que com prende una serie de 28 p eq u eñ as m o n o ­ grafías, de aves indíjenas de Chile, precedidas de la enum eración siste ­ m ática y distribución jeográfica de las especies m as c a ra c terística s de la a v ifau n a de nuestro pais. En el curso del año actu a l, espero q u e q u e d a rá concluido i se p u b li­ cará el tra b a jo en preparación in titu la d o «C atálogo Ilu stra d o i D escrip ­ tivo de la Coleccion de Biolojía A nim al e H ijiene de la alim en tació n (ali­ m entos anim ales) conservada en el M useo N acional de H isto ria N a tu ra l» . 2. En el Laboratorio de Taxiderm ia el N a tu ra lista au siliar i P re p a ra ­ d or i el A y u d an te del P rep a rad o r se vieron en la necesidad de co n sag rar varios meses de continua labor a la operacion del m o n ta je de la piel en seco del herm oso «Leopardo m arin o v erdadero», cazado p o r los pescadores de la C aleta de Jaim e i donado al M useo de V alparaíso en Ju lio de 1918. E ste ejem plar, clasificado por el infrascrito con el n o m b re de O gmorhinus leptonix, fué enviado al señor In te n d e n te del vecino p u e rto , ju n to con una m onografía, hecha en form a m ui su m aria, p ara d a r a conocer la n u ev a especie de pinipedio que ha venido a agregarse, com o p rim ero, a las lis­ tas de los anim ales chilenos. Sin to m ar en cu en ta la renovación del líquido c o n serv ad o r de doce preparaciones biolójicas i el arreglo de dos nuevos e sta n te s d e la colec­ cion de biolojía anim al, en el L ab o rato rio de T ax id erm ia se h an e je c u ­


INFORMES

239

ta d o los tra b a jo s de preparació n de anim ales que se indican en el siguien­ te cuadro sistemático de las adquisiciones hechas en la sección d u ra n te el a ñ o pasado. MAMÍFEROS

1 M ono-perro. .. 1 L ieb re...............

? 8 .3 . $ 1 0 .6 . . 2 1 0 .6 . . d" 1 1 .1 . ■ 2 2 .6 .

1918 en p rep a ra ció n . C om prado. 1919 m o n ta d o ........... Obs. S. B. Q uijada C 1918 e s q u e le to ......... Ja rd ín Zoolójico

1 P u m a ................ . ¿ 2 0 .8 . 1 P u m a ............... ■ 2 2 0 .8 . 1 Foca a u stra l. . .. cT 2 0 .7 .

1918 m o n ta d o ........... Obs. S. J. L etelier 1918 en preparación. Obs. S. J. L etelier 1918 m o n ta d o .......... Del M useo de V alp.

1918 m o n ta d o ..........

Obs. D r. E . M oore

1918 en preparación.

C om prado.

1 C onejo .............. 1 C o n e jo ............. 1 Oso negro.......

AVES

1 N u co ...................... $ 1 C ernícalo.............. ? 1 L ech u za................ <? 16 P ajarillos tro p .

'2 .4 .

1918 m ontado. . . .

2 .4 .

1918 m ontado. . . . 1918 m ontado. . . .

2 .4 . 2 0 .3 .

1 C a rd e n a l.............. o" 1 2 .4 . 1 Jilg u ero ................ <? 2 .3 . 8 P ajarillos estr. .. 8 .5 . 1 V al......................... o" 2 0 .5 . 1 U rraca a rje n tin a 10.6 .

1918 en cuero. . . . 1918 m o n tad o . . . . 1918 m ontado. . . » 1918 » 1918

Obs. S. C. E. P o rter Obs. S. C. E. P o rter Obs. S. C. E. P o rter Obs. S. H. Klein Obs. S. R. Sánchez Obs. S. R. Sánchez Obs. S. H . Klein Obs. H . Klein

1918

»

1 T ordo e s tr........... <? 1 5 .6 . 1 C alan d ia a lb ....... <? 15 .6 .

1918 1918

»

Obs. S. Grez.

.*

1 C hincol................. d” 1 0 .8 . 1 D iu ca.................... cT 12 .8 . 1 Z orzal.................... $ 6 .8 .

1918 em balsam ado.

Obs. S. Grez. C om prado » »

1 Zorzal mero. . . . 0 - 2 2 .7 . 1 T e n c a .................... ? 2 7 .7 .

**

1918 1918 1918 1918

1 L o ica..................... c? 2 0 .7 . 1 8 .4 . 3 P alom as caseras. 2 .5 . P alom a coronada 1

1918

? 16 .7 . 5 .7 .

1918

1 T o rc a z a ................ 1 T ó rto la .................

» » »

'» » Obs. S. H . K lein

1918 1918 1918

Obs. S. Grez

»

Obs. S. H. Klein C om prado C om prado


HOLET1N DEL MUSEO NACIONAL

240

2 0 .5 . 1 P erd iz................... ? 18 . 7 . 2 C o d o rn ic e s......... cT$30 . 7. 1 C horoi................... <? 12 . 7. 1 C a tita ................... c? 15. 7. 1 P o ro tero ............... rf1 25 .7 . 1 P avo re a l.............

1 1 1 1

P itotoi chico....... o" 25 .7 . 3 .8 . Pollo del cam po. A vecasina............ c? 8..8. P ato capuchino.. cT 10 .4 .

2 P ato s cu ch ara . . o"? 1 2 .4 . 2 P ato s colorados . cf? 1 8 .4 . 23. 4. 1 P a to colorado J..

1918

Obs. S. H . K lein

1918

C om prado

1918 1918 1918 1918 1918 1918 1918 1918 1918 1918 1918

2 P ato s n e g ro s... . < /$ 2 0 .5 . 1 P ato anteojillo. <? 10 .6 . 1 P a to re a l............. V 15 .6 . 18 .6 . 1 P ato cordillerano

1918 1918

21 .6 . 1 P ato Jergón grnd 1 P ato jergón chic. 2 8 .6 . 1 C au q u en .............. s . 10 .7 . 1 P iu q u én ................ o* 12. 7.

1918

1918 1918 1918 1918 1918 R E PTILES

1 T o rtu g a a rje n tin a .

3 .9 .

1918 m o n ta d a . . Obs. S. B. Q u ijad a C.

2 C ulebras D rom icus.' 1 7 .7 .

1918 alcohol. . .. Obs. S. P. E spinoza A N FIBIO S

1 S ap o ......................

8 .3 .

1918 en alco h o l. . . O bs. S. C. V aldés PECES

1 A nguila de r io .. .

1 0 .7 .

1918 en alcohol. . .

O bs. S. C. E . P o rte r

En resum en, el M useo ha recibido el año ú ltim o , 8 M am íferos, 70 A ves, 3 R eptiles, 1 A nfibio i 1 Pez, los que su m an un to ta l de 83 V erteb rad o s (8-70-3-1-1). E n tre éstos hai que d esco n tar la Foca a u stra l del M useo de


INFORM ES

241

V alp araiso i el P um a i 1 Palom a, cedidos a los señores J . L etelier i H . K lein como recom pensa p or los ejem plares que de ellos recibim os. 3. L as personas q ue h an obsequiado a la Sección objetos osteozoolójico s aparecen en el cuadro p reinserto. A to d a s ellas reiteram os la espresion de n u estra m as viva g ra titu d p or su valioso concurso. La biblioteca especial de la Sección V erteb rad o s, se enriqueció con la s siguientes obras recibidas en can je o com o obsequio de las co rp o ra­ ciones i establecim ientos con que nuestro M useo m an tien e relaciones científicas: «A bibliografy of Fishes» b y B ashford D ean, enlarged and e d ite d by C harles R ochester E astm an , vol. l “i 2; «C atalogue des Oisseaux d u C an ad a» , p a r Jo h n M acoun e t Jam es M . M aco u n ;— «A contrib u tio n to th e O rnithology of the O rinoco region» b y George K . C herrie;— Instruccions per a la recollecció, preparació i conservació d'an im als m arins» p e r Josep M alu q u er;— «A check-list of M am m als of the N o rth A m érican C o n tin e n t th e W est Indies an d th e N eighboring seas» su p p le m e n tb y D aniel G irau d E llio t;— «S tudies on th e factors controlling th e ra te of R egenera­ tion» b y C harles Z eleny;— « E ast A frican M am m als in th e U tite d S ta te s N a tio n al M useum , p a rt.

1. Insectív o ra, C h iro p te ra a n d C arnivora» by

N . H ollister;— «Biologia C entrali-A m erican a o r co n trib u tio n to the K now ­ ledge of th e F au n a an d F lora of M exico a n d C e n tral A m erica», edited b y F. D ucane G odm an an d O sh ert S alvin, 1918 de «N orth A m erican fauna», P roceedings of th e C alifornia A cadem y of Sciences», «Proceedigs of th e A cadem y of N a tu ra l sciences of P hiladelphia», A nnals of the South A frica M useum » i «Boletín de la R eal Sociedad E spañola de H isto ria N a tu ra l» . A dem as, don C arlos E. P o rte r obsequió a la b iblioteca de V ertebrados algunos folletos de especial Ínteres, como «The Colum ella A uris in A m ­ phibia» i «Some C hinese Fishes», etc. 4. Con los S 200 que el señor D irecto r puso a disposición del N a tu ­ ra lista ausiliar, la Sección V erteb rad o s hizo las siguientes com pras de M am íferos i A ves p ara a rre g lar la Coleccion de productos chilenos e i n ­ troducidos de la caza de pelo i de plum a: 1 Liebre, 1 C onejo, 1 Chincol, 1 D iuca, 1 Zorzal, 1 M ero, 1 T en ca, 1 Loica, 1 T orcaza, 1 T ó rto la, 1 Perdiz, 2 C odornices, 1 C horoi, 1 C a tita , 1 P orotero, 1 P ito to i chico, 1 Pollo del cam po, 1 A vecasina, 1 P a to capuchino, 2 P . cu chara, 2 P. negro,

1 P.

an teojillo, 1 P. real, 1 P. cordillerano, 1 P. jergón grande, 1 jergón ch i­ co, 1 canq u en i 1 p iuquen . (1 6 )


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5. AI M useo de H isto ria N a tu ra l de V alparaíso, la Sección V e rte­ brados envió, ju n to con el L eopardo m arin o v erd ad ero , los ejem p lares em balsam ados que a contin u ació n se in d ican : 1 Lile del n o rte, 1 C arn ero negro, 1 G aviota, 1 C águil, 1 Picurio, 1 F ard ela negra, 1 H u a la m a y o r 1 G olondrina de m ar, 1 T ib u ró n , 1 B onito, i 1 Pez-A guila. A dem as, al m ism o M useo p o rteñ o se cedieron cinco p rep aracio n es en alcohol: 2 L agartos com unes (< /? ), 1 C a rp a, 1 B órrachilla, 1 C h alaco , i S Peje-sapos conservados en un m ism o frasco. 6. En c u an to a la lab o r in te rn a a c tu a l de la Sección, los tra b a jo s principales que hoi se ejec u ta n son la desinfección, con b encina i sulfuro de carbono, de la coleccion o rn ito ló jica e stra n je ra i el arreg lo del m a te ­ rial de la coleccion de bioloji'a an im al e hijiene d e la alim en tació n q u e se ha instalado en el vestíbulo n o rte del edificio del M useo. E sto es, señor D irector, c u a n to tengo que decirle acerca d e la m arch a de la Sección V erteb rad o s d u ra n te el añ o últim o. B. Q u ija d a B.

INFORME DEL JEFE DE LA SECCION INVERTEBRADOS S eñor D irecto r: H ace algunos d ias se m e com unicó la órden de esa D irección p a ra confeccionar la M em oria de la Sección de mi cargo, c o rresp o n d ien te al año a d m in istrativ o de 1918. D e acuerdo con los d a to s del diario de la Sección paso, pues, a in ­ form ar al señor D irector, haciendo las divisiones aco stu m b ra d a s. I.— I n c r e m e n t o

d e la s c o l e c c io n e s .— D oi

en seguida relación de

los obsequios i nom bres de los d o n a n te s: El señor G. A m puero (de A ncud) obsequió un G ó rd id o de C hiloé. El señor José A . Campo (de V icto ria) envió u n a especie d e C hilina, 5 especies de A rácnidos (varios ejem plares) i u n a especie (4 ejem p lares) de M iriópodos. El señor Ernesto Maldonado obsequió 3 especies d e M o lu sco s (varios ejem plares), 1 crustáceo i 2 especies de eq uinoderm os (varios e jem p lares).


INFO RM ES

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El señor José N . Thom as obsequió 3 especies de A rácnidos i 8 de M oluscos de la co sta de Curicó» El señor León S . Ilow ard cedió un grupo de conchas de B alanus sacad as de un m an to de conchas en C ruz G ran d e (P rovincia de C oquim bo). P or p a rte del suscrito se ha in crem en tad o la Sección de In v erteb rad o s con lo siguiente que fué recolectado en F ebrero en Ñ uñoa i P eto rc a: 18 es-, pecies de A rácnidos, 3 especies de M iriópodos i 2 especies de Isópodos en co n trad o s en un choro. H em os env.iado solicitud de a y u d a p ara el increm ento de la Sección a v a ria s personas. I I . — C e s ió n

d e e s p e c ie s i o b r a s a o tr a s s e c c io n e s d e l

M u s e o .—

E n treg u é al señor Z. V ergara p a ra su conservación i como obsequio p ara la sección de V erteb rad o s: una L am prea procedente de R enaico i un Peje-sapo de A ncud; el últim o pez me fué enviado por el señor G. Amp uero. T am b ién cedí dy#*33S$?<jgue m e fueron en v iad as por uno de mis corresponsales. ¿ lu«oos, ará< A don C. S ilva F. p ara la Sección E ntom olójica cedí los ejem plares de Insectos chilenos i estran je ro s que en la respectiva M em oria de esa Sección de seguro se en u m erarán . A la Sección de B otán ica F anerogám ica cedí hojas de cafeto i alg u ­ nos folletos botánicos. A la sección C rip tó g am as cedí algunos folletos, un hongo (Poliporácea) i un L iquen de L onquim ai. A la Sección de Jeolojía i m ineralojía cedí una m u estra de cristales de cuarzo, una de p irita i 5 fósiles de H u an ch aca (B olivia). A la Sección A ntropolójica, ad em ás de diversos folletos, cedí un in stru m e n to m úsico boliviano (zam polla) P o r fin, p ara la Biblioteca Jeneral del Museo he d ad o num erosas o b ra s i folletos e n tre las que m erecen especial m ención: L atch am (R . E .) «C onferencias de A ntropolojía, E tn o lo jía i A rqueolojía en 1915». «A rchivos do M useu N acional do Rio Jan eiro » , 6 grandes volúm enes (en folio). M em orias del In s titu to E spañol de O ceanografía, 4 volúm enes en folio. N o necesito reco rd ar que a m edida que se han publicado núm eros d e la «R evista C hilena de H isto ria N atu ral» i de los «Anales de Zoolo-


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jía A plicada», que dirijo, he hecho el dep ó sito así com o d e las re im p re ­ siones de m uchos artículos. I I I .— T r a b a jo s d e la s e c c ió n .— M e ocupé d u ra n te el a ñ o a d m in is ­ tra tiv o de la continuación del e stu d io de los E q u in o d erm o s i de g ra n p a r­ te de los M oluscos en alcohol, así com o de la d eterm in ació n de los o b je ­ tos obsequiados en el año. Separé, por encargo de esa D irección, p a ra el M useo de V alp araíso , diez especies de buenos ejem plares d eterm in ad o s de In v e rte b ra d o s q u e, ju n ta m e n te con varias especies de o tra s secciones, fueron e n v ia d a s al señor In te n d e n te de V alparaíso. T u v o el suscrito ocasion de d e te rm in a r p a ra alg u n o s profesores n a ­ cionales: un cóccido (D iaspis carueli) (*), alg u n o s arácn id o s, m ad rép o ras, lonjicorníos i rincotos h eteró p tero s

i resolver n um erosas co n su lta s b i­

bliográficas. T engo ad elan tad o s los o rijin ales de i o tro sobre los M oluscos en alcohol de.

‘■'•'■bajo sobre los Cirrópodos „ . acional.

El descubrim iento hecho por el su scrito del A rgas persicus en C hile (u n a nueva v aried ad descrita p o r el D r. L ahille), m e ha a le n ta d o p a ra buscar todos los A caros posibles con el o b je to d e coleccionarlos i e stu ­ diarlos con la com petente a y u d a de esp ecialistas de A rje n tin a , E u ro p a i E stados U nidos i co n trib u ir así al m ejo r conocim iento de estos ecto p a rásito s trasm isores de diversos m icroorganism os p ató jen o s. P a ra reu n ir e ste m aterial, tan in teresa n te, será necesario e n c o n tra r tre s o c u a tro veces en el año las facilidades de tra sp o rte a d istin to s p u n to s del país, que el señor D irecto r ha ten id o a bien ofrecerm e. IV .— B ib l io t e c a .— D ebido a mis n u m ero sas relaciones con a u to re s e stran jero s, la B iblioteca de la Sección a mi cargo ha pro g resad o mucho^ d u ra n te el año, cediendo todos los tra b a jo s sobre C elentéreos, E q u i­ noderm os, M oluscos, V erm es i C rustáceos que he recibido en can je de m is publicaciones, especialm ente de la «R evista C hilena de H isto ria N atu ral» . Los volúm enes alcan zan a 32 i los folletos a 195. El señor D irecto r acep tó el obsequio q u e ofrecí al M useo de b uen nú m ero de obras sobre cru stáceo s de E u ro p a, Asia, A frica i A m érica, p ertenecientes a mi B iblioteca p a rtic u la r (**). E n tre esos tra b a jo s, en n ú ­ (*) Véase Anales de Zoología Aplicada, año V (1918), N.° 2, Junio 30, págs. 37-38. ( ) La lista completa de las obras de este obsequio que he tenido el placer de hacer al Museo Nacional estará pronto term inada y la entregaré entonces al señor D irector.


INFORM ES

245

m ero de 172, se e n c u en tran o b ras ya escasas com o la <Histoire N atu reHe des C rustacés» por M il n e E d w a r d s en 3 tom os de testo i un atla s; la p a rte de «C rustacea» po r D a n a , de la U. S. E xplor. E xped. (p asta cuero i co rtes dorados en dos gran d es tom os); los «D eep Sea B rachyura» de la In d ia por A l c o c k , la obra « S talk ed -E yed C ru stacea de M éxico, C en tro i S u d A m érica por F a x o n i m uchos otros. E sas obras fueron traíd as al M u seo el 4 d e A bril. E n tre los m as im p o rta n te s trab a jo s (12) sobre in v erteb rad o s q u é m e fueron entregados por la S ecretaría de los recibidos en canje por el M u ­ seo, m erecen m ención especial los no tab les estudios carcinolójicos de M iss M a ry J. R a th b u n (de W ash in g to n ) i sobre E quinoderm os del señor A ustin C lark, de la m ism a ciudad. V.— N e c e s id a d e s

del

s e r v ic io . —

Las d e siem pre, i como m as

u rje n te s son: a u m e n ta r el espacio i la e stan te ría p ara esponer al público num erosos objetos hoi acum ulados en mi oficina; obras de consulta p ara determ in ació n de moluscos, arácnidos, gusanos i celentéreos; frascos i tu b o s de diversos tam añ o s; un m icroscopio b inocular; un m fcrótom o; lám inas i lam inillas para preparaciones m icroscópicas i una caja de ú ti­ les de m icroscopía. S ería conveniente q ue el suscrito, acom pañado si es posible de uno de los p reparadores, pudiera hacer u n a escursion de 8 a 15 dias cada año a d istin to s p u n to s del pais con el fin de co lectar en ca n tid a d in v e rte b ra ­ dos, ta n to p ara la renovación de los o b jeto s en mal estad o como para su r­ tir a la sección de especies au n com unes de arácnidos, m iriópodos, etc., que no están au n representados. En inform es d e años an terio res he d etallad o o tra s necesidades. Es c u an to tengo que decir al señor D irecto r en cum plim iento de mi deber. C a r lo s

E.

Porter.

S an tiag o , A bril 15 de 1919.

INFORME DEL JEFE DE LA SECCION ENTOMOLOJICA C um plo con el deber de d a r c u e n ta al señor D irecto r de la m archa de la Sección a mi cargo d u ra n te el año 1918. Trabajos terminados i en preparación.— C om o habia im puesto a U d.


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DEL MUSEO NACIONAL

_____________ ______________

en el inform e del añ o pasado, me he ocu p ad o de la prosecución d e los estudios que se refieren a la biolojía i sistem ática d e algunos im p o rta n te s grupos de insectos. D e este m odo, tengo listo p a ra su publicación en el B o l e t ín

del

M

useo ,

un tra b a jo titu lad o Revisión de los Lepidópteros

chilenos que, a m as de una in troducción sobre el orden, c o n tien e los c a ­ racteres de las fam ilias P apilionidae i P ierid a t, ju n to con la d e los re p re ­ sen tan tes chilenos conocidos h a sta el presente. A dem as del estudio an te rio r, m e he ocu p ad o de un Bruco q u e a ta c a los frutos del espino i cuy as sem illas d e stru y e . E ste b ru co tiene com o p a rásito a un m icrohim enóptero, q u e tan luego sea d e te rm in a d o p o r el d istinguido especialista, señor Je a n B réthes, me será posible p u b licar las observaciones que tengo hechas sobre esta im p o rta n te m ateria . — H e continuado en el arreglo de la C oleccion de los L ep id ó p tero s H eterosceros. A este respecto puedo a d e la n ta r al señ o r D irecto r, que tengo d eterm in ad as la m ayo r p a rte de las especies d e la fam ilia N octuidae, e n tre cuyos rep resen tan tes se en c u e n tra n n u m ero sas especies cu y as la r­ vas, conocidas vulgarm ente p o r cuncunillas, son em in en te m en te p e rju ­ diciales a las p lan tas. E l sabio entom ólogo, M r. A u g u st B usk, a cargo de los L epidópteros en el M useo N acional de W ash in g to n , ha tenido la bo ndad de determ inarm e alg u n as especies. E n tre ellas, la Copilarsia consulta W alker, tan a b u n d a n te i d a ñ in a a las ch acras de la rejio n cen­ tral del pais. — Al mismo señor B usk he env iad o una coleccion de n u estro s m icrolepidópteros para su clasificación, i e n tre ellas, una q u e c o n stitu y e una plaga para los frutillares de Q uillota i de L im ache. — E n tre los H im enópteros i D íp tero s enviados de R io B lanco por el señor Rafael B arros V., tu v e el ag rad o de e n c o n tra r 3 nuevos in d iv id u o s de Johowia chilensis, con lo cual se vino a a u m e n ta r la re p resen tació n q u e de él existe en nu estras colecciones, pues no h ab ia sino un ejem p lar, q u e m e sirvió de tipo p ara la creación de este nuevo jén ero de P h o rid ae. — En el envío del señor B arros V., vienen tam b ién dos n u ev a s e sp e­ cies de dípteros de esta m ism a fam ilia, p ara cuyo e stu d io sólo espero la llegada de un tra b a jo de M r. M alloch, publicad o en G lasgow , i que parece ten d ré en mi poder, gracias a la a y u d a del señor C arlo s E . P o rte r. — P a ra el estudio de un A p h ycu s, p o siblem ente nuevo p a ra Chile, i que parasita al D iaspis carueli T arg ., cóccido p erju d icial a los cipreses d e la provincia de S an tiag o , reconocido p or el señor P o rte r com o en co n ­


INFORM ES

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tra d o p o r p rim era vez en C hile i talvez en A m érica del S u r, me he p ro cu ­ ra d o algun as obras, e n tre ellas, el Vol. 50 de los Proceeding. of the U. S. N a t. M us., en que viene una «Revisión of the parasitic him enopterous insects of th e G enus A p h y c u s M agr», que creo me servirá de excelente a y u d a p a ra dicha labor. '' — P o r fin, debo de im poner al señor D irecto r, q u e he estad o ju n ­ ta n d o la lite ra tu ra necesaria p ara mi tra b a jo sobre los d íptero s de la fa­ m ilia P ipunculidae, p arásito s de los Cicadélidos, sobre los cuales he po­ d ido hacer algunas observaciones i d ib u jo s de los ejem plares. — Incremento de la Sección en Obras i en Insectos.— D el estranjero, 1 p rin cip alm en te de E . E. U. U., h an llegado num erosas publicaciones q u e estu d ia n algunos im p o rta n te s grupos de insectos, m uchas de las cuales co n stitu y e n m onografías de gran valor p a ra n u estra Sección. La m ayoría corresponden al canje de M useos i U niversidades p ara con el B o l e t ín del

M

u seo

N a c io n a l .

D . C arlos E . P o rte r ha obsequiado, por su p arte , las siguientes o b ras: 15 reim presiones de tra b a jo s del señor R hen, sobre O rtó p tero s su d ­ am ericanos. IVeuillet.— «Les parasite s de L iparis dispar». Lam blillion.— «H ist.

N a t. de

H ípopbetis ad sp ersaria» .

J . II. M’atson.— 2 folletos s/. S a tu rn id a e ; i, adem as, los duplicados de los estudios de la Revista Chilena de H istoria N atural i A nales de Zoolojí a A plicada. E n tre las personas que han obsequiado insectos, figura el señor P o r­ te r con : 1.“ L arv as de Chloridaea obsoleta en legum bres de arv ejas proceden­ tes de A n c u d ; i 2.“ 1 d" de A crocinus longim anus, de E cuador. El señor Rafael B arros, ya citado, nos ha rem itid o de Rio Blanco 2 encom iendas con insectos de esa im p o rta n te rejion cordillerana. — Necesidades de la Sección.— Son las m ism as que he m anifestado al señor D irecto r en mi inform e del año pasado, en lo que se refieren a la adquisición de accesorios e in stru m e n ta l necesarios p a ra el cultivo de p a rásito s entom ófagos i dem as investigaciones biolójicas que se refieren a insectos chilenos. A ñadiré aquí la conveniencia de que el M useo siga su scrito a obras d e ta n to a lien to e im p o rtan cia p a ra la sistem ática entom olójica, como es


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el Genera Insectorum de W y tsm an n , el cual a c a b a de an u n c ia r la c o n ti­ nuación de la obra, p aralizad a por efectos de la gu erra eu ro p ea, i la a p a ri­ ción de las nuevas entreg as p ara una fecha cercana. Del señor D irector, A tto i S. S. G arlo s

S il v a

F ig u e r o a .

Santiago, M arzo de 1919.

INFORME DE L 4\ SECCION DE PLANTAS FANEROGAMAS Señor D irecto r: C om unico a U d. un resúm en de los tra b a jo s de e sta sección d u ra n te el año 1918. Revisiones.— H e co n tin u ad o el estu d io crítico de la flora ch ilen a tra ta n d o fam ilias de m onocotiledóneas con rep resen tació n m o n o típ ica, las cuales podrían publicarse en los A nales de la U niversidad si el M useo no sacara su B o l e t ín el año próxim o. D ichas fam ilias son las sig u ien tes: T yphaceae,

R estionaceae, H y d ro ch aritaceae,

C en tro lep id aceae i B ur-

m anniaceae. Viajes.— R ecorrí en F ebrero, por c u e n ta pro p ia, el C ajó n de L as D a ­ m as en las cordilleras a n d in a s de S an F e rn an d o h a sta la línea divisoria, para coleccionar p la n ta s que deben reem p lazar los ejem p lares d eterio rad o s, cojidos a m ediados del siglo p asado p or los señores D íaz, H irth i o tro s. T am bién p ara co m p letar el conocim iento de la flórula de la pro v in cia de C olchagua. Consultas, etc.— E ste servicio ha a u m e n ta d o de añ o en añ o p o r el Ínteres creciente de los agricultores, in d u striales i aficionados. A dem as, por haberse suprim ido la sección de p la n ta s d a ñ in a s que existía en el M u ­ seo, toca al infrascrito desem peñar esta lab o r sistem ática de c a rá c te r indispensable. A este respecto h an sido siem pre n u estro s m ejores clien tes los A g ró ­ nom os R ejionales i la E stación A gronóm ica, c u y as c o n su lta s v ersan especialm ente sobre las m alezas i especies fo rra je ra s que rem iten los agricultores de las diferentes zonas del pais.


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De las o bservaciones p ractica d as resu lta que p ara la destrucción de c ie rta s m alezas m ui m olestas com o el E chium vulgare, se hace necesaria u n a lejislacion ru ral especial, q u e obligue a los ag ricultores a un tra b a jo d e c o n ju n to i sim u ltán eo en g ran d es estensiones infectadas.

r

H em os inducido al agrónom o de la 1.“ zona, don A ugusto O pazo, a q ue inv estigue sobre las p lan tas de esa zona, que sirven y a como fo rra ­ jes n a tu ra le s, ya c o n tra las d u n a s o son especies venenosas, fertilizan tes' e tc., i cu y a clasificación se verifica en el M useo. El señor Opazo ha p ra c ­ ticad o y a in teresa n tes reconocim ientos sobre este tem a de im p o rtan cia a g ríco la. El señor Luis C astillo, de la Sección de A guas i Bosques, nos co n su l­ tó sobre el espino chileno. Al In s titu to A grícola inform é sobre un intercam bio de sem illas de especies útiles q ue se ofrecia de la A u stralia S u r O ccidental con Chile B o real. L a sección fué v isitad a por el botán ico señor S anzin, que vino de M en ­ doza a revisar

las V erbenas de n u estro H erbario. De los duplicados le

proporcioné algunos ejem p lares que nos fueron com pensados con una co­ lección de p la n ta s a rje n tin a s. D istinguidos sacerdotes aficionados a la botán ica nos han visitado i tra íd o herbarios p a ra su d eterm in ació n ; ay u d am o s tam bién en la co­ rrección del libro L a salud por las plantas medicinales, o b ra útilísim a p u ­ b licada por un R. P. salesiano. D os alum nos del In s titu to A grícola i o tro s dos del In s titu to Pedagójico ap ro v ech aro n nuestro lab o rato rio i biblioteca p ara confeccionar sus m em orias d e p rueba. El a y u d a n te señor S ánchez ha c o n tin u ad o confeccionando el catá lo ­ go de la biblioteca de e sta sección i se ocupó de la formación del herbario que proporcionam os al M useo de V alparaíso. S obre los tra b a jo s de C ríp to g am ia d a rá cu en ta a Ud. sep arad am en te el b otánico encargado de e sta sección don M arcial Espinosa. A dquisiciones.— H em os seguido n u estras relaciones científicas

i

canjes de publicaciones con los m useos estranjeros, especialm ente am eri­ canos. E n tre o tro s hem os recibido las siguientes rev istas i folletos con tr a ­ b ajo s sobre F an ero g am ia: «La R evista C hilena de H istoria N atu ral» . C o n trib u tio n s from th e U n ited S ta te s N atio n al H erbarium .


BOLETIN

DEL

MUSEO

NACIONAL

T h e Ohio Jo u rn al of Science. A nnals of the S o u th A frican M useum . Jo u rn al of th e College of Science. (U niv. of T o k y o ). O In s titu to C oim bra. A nales científicos parag uay o s, p or el D r. B erto n i. R am illete de P lan tas A rje n tin a s p o r C. Spegazzini. C lave U niversal p ara las F am ilias de las P la n ta s, p or A. S cala, e tc., e tc. Se increm entó la exhibición de o b jeto s bo tán ico s con v ario s ejem p lares cojidos por el señor Espinosa i el in frascrito ; tam b ié n con o tro s obsequios. Sobre las necesidades de la sección, su b sisten las señ alad as a n te r io r­ m ente i abrigam os la esperan za de que se en san ch e el local de esta sección cuando se traslad e el In s titu to A gronóm ico a su edificio q u e e stá en co n s­ trucción. S aluda al señor D irector F r a n c is c o F u e n t e s M .

S antiago, A bril de 1919.

IN FO R M E DEL JE FE DE LA SE C C IO N P L A N T A S C R IP T O G A M A S Santiago, M arzo de 1919. Señor D irector: T engo el agrado de info rm ar a Ud. sobre la Sección de P la n ta s C rip tógam as a mi cargo d u ra n te el añ o de 1918. H em os co n tin u ad o la recolección i el e stu d io de hongos p re p a rá n d o ­ los convenientem ente p ara el herb ario i p a ra esponerlos al público. La 2 .“ C ontribución al conocim iento de los H ongos chilenos a p a re c erá en uno de los próxim os núm eros del B o l e t ín

d e i.

M u seo .

Los jéneros de hongos colectados son:

M y cen a, A rm illaria, C la ­

v a ria, S arcoscypha, O m phalia, C y tta ria , B oletus, C o rtin a riu s, Lepio.ta, C litocybe, T richolom a, T rem ella i R hizopogon. C ontinúo con el arreglo del h erb ario de C rip to g a m ia, o rd e n an d o los helechos del jénero Polystich u m . E n viajes d e estudio que, por m i c u e n ta v erifiq u é a C o ncepción,


IN FO RM ES

251

a las C am p a n a s de Q uillota, a C u rep to , a L icanten i a Peñaflor, recoj! im p o rta n te m ateria! para la Sección. P ublicaré próxim am en te alg u n as observaciones sobre los herm osos ro bled ales de M aulé a C uricó, visitad o s a propósito de mis investigacio­ nes sobre hongos p arásito s en d ichas p lan tas. T ales bosques, que no h an sido m encionados por ningún botánico, p a lm e n te por el

están

co n titu id o s princi­

N othofag u s m egalocarpa R., valioso roble cuya área

jeog ráfica no era conocida i la q ue ah o ra indicam os. T am b ién no té que el N othofagus D om beyi estiende su área h asta la ú ltim a rejion n o m b rad a m as arrib a . E n los hualles (N otho fag u s o bliqua) de las C a m p an as de Q uillota, e n co n tré que v e je ta b a n dos especies de hongos p arásito s del jénero C y tta ria, u na de ellas ya o b serv ad a por R eiche en la m ism a localidad, pero la o tra ha sido en co n trad a allí por mí i es la C y tta ria Espinosae Lloyd. A m bas son com estibles i crecen en ab u n d an cia en los hualles i robles del pais. La especie en co n trad a por don C. R eiche fué denom inada C. Reichei p o r H ennings, pero según M r. C. G. L loyd de C incinnati, O. es una es­ pecie y a conocida. Id en tifiq u é hongos al señor V. M . Baeza de S an tiag o i a ten d í una c o n su lta sobre hongos del señor P. H erb st, de V alparaíso. R em ití al sabio profesor G . B. de T oni, M ódena, algunas algas m a­ rin as q ue solicitó. Al ilu stre ficólogo F. S. C ollins de M alden, M ass. envié algas de ag u a dulce, pidiéndole el favor de d eterm in arlas. M r. C. G. Lloyd ha tenido la b o ndad de identificar algunos hongos chilenos. El señor J u a n

R ajcevich obsequió hongos del jén ero C y tta ria de

P u n ta A renas. El R ev. P ad re N . C ortés obsequió de los jéneros Fom es, S cleroderm a i C a lv a tia de M arg a-M a rg a . El señor J u s to del Pozo o b se­ q u ió ejem plares de Peziza de L inderos. El señor A. M ontealegre obse­ quió un ejem p lar de B ulgariácea i espécim ens de C y tta ria de V aldivia. El señor V. M . B aeza obsequió ejem p lares de G y ro m itra i de T rich ia, de C a u tín . El señor F rancisco F u en tes M . obsequió ejem plares de C y tta ria d e San F ern an d o . El señor A. León B. obsequio ejem plares de C y tta ria d e las vecindades de C o n stitu ció n . El señor V. E spinoza O. obsequió C y tta ria de C o n stitu ció n . E l señor A. Q uezada obsequió C y tta ria del N uble. El señor V alentín B en av en te B. obsequió ejem plares de F istu ­


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

________

lina, Polyporus i C y tta ria de L au taro . El señor C. P o rte r obsequió un e je m ­ p lar de S tic ta , uno de B ryun P o rteri, u n a h o ja de cafeto m a n c h a d a i varios folletos. La Sección ha recibido rev istas i folletos de E sta d o s U nidos, A frica del S ur i de A rjen tin a. D ar facilidades p ara verificar u n as tre s escursiones en el a ñ o será de m ucha im portancia p ara el in crem en tó de los estu d io s sobre C rip to gam ia. Las necesidades de mi Sección son las y a in d icad as en m is inform es anteriores.

I

S alu d a a te n ta m e n te a U d., M a r c ia l R. E s p in o s a B u s t o s .

IN FO R M E DEL JE FE DE LA SEC C IO N D E A N T R O P O L O JIA I E TN O LO JIA Señor D irecto r: T engo el agrado de info rm ar a U d. sobre el esta d o en que se e n c u e n tra n actu a lm en te las valiosas colecciones con que cu e n ta la Sección que, o fi­ cialm ente, tengo a mi cargo desde E nero del año próxim o p asad o , fecha en que fui designado por el S u p rem o G obierno p a ra serv ir el cargo que desem peño en este M useo N acional. A ntes de esa fecha i a c o n ta r del 3 de E nero de 1915, yo h a b ia estad o sirviendo la je fa tu ra de esta Sección en calid ad de em pleado ad-honorem sin recibir rem uneración alg u n a p or mi tra b a jo . I n v e n t a r io .— C om encé p o r hacer u n a revisión co m p leta de los tres

libros de inventario qu e existían , p u diendo c o m p ro b ar que h a s ta el 7 de A bril de 1915 habia en la sección de m i cargo, 2,386 o bjetos diversos an o tad o s en el libro I ; 1,759 objetos diverso? a n o tad o s en el libro I I ; i 1,088 objetos diversos an o ta d o s en el libro I I I ; lo q u e h acia u n to ta l de 5,233 objetos diversos. Pero encontré que fa lta b an 114 objeto s de greda, yeso, vid rio , e tc., que se rom pieron a consecuencia del terre m o to del 16 de A gosto de 1906,


IN F O R M E S

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i 158 o b jeto s que d esaparecieron a causa de haberse caído p a rte del edifi­ cio i de haberse sacado los escom bros sin b u scar en ellos prim ero lo que a p areció faltan d o despues. H ai co nstan cia en los libros de haberse entregado el 27 de D iciem ­ b re de 1911 por órden del G obierno, a la D irección del M useo H istórico, 200 o b jeto s que figuraban form ando p a rte de las colecciones de mi sección. I existe tam bién un recibo firm ado p or el D irector, don Jo aq u in Figueroa en que co n sta de h ab er recibido de la Sección de A ntropolojía j E tn o lo jía del M useo N acional, 38 o bjeto s mas. E ra indispensable d a r de b aja en el in v entario de mi Sección estos 396 objeto s, a fin de ten er el núm ero exacto de la existencia i as! lo he hecho. T am b ién se hace necesario a n o ta r en un solo libro, b ajo num eración sucesiva, estos 4,837 objetos. F u era de esto, es m i deber com unicar al señor D irecto r que en la revisión jeneral que hice en co n tré en la ta ja de fondo 24 objetos de p la­ ta sin num eración alguna i que posiblem ente tenia g uardados allí Philippi p ara estu d iarlo s; sin h ab er alcanzado a an o tarlo s en los libros del in v en tario . E x istian tam bién dispersos en los estan tes, num erosos objeto s que p a rticu lares h ab ían donado a U d. o a la Sección i que no figuraban a n o ­ tad o s en n inguna p arte. M e he ocupado preferen tem en te en ir an o ta n d o en el libro I i a con­ tinuación del N .° 2,386 todos estos objeto s i es m ui satisfactorio p ara mí c o m unicar a Ud. qu e ya he an o ta d o 980 o bjetos, faltándom e to d av ía por a n o ta r 582; todo lo cual hace un .to tal de 1,562 objetos, que sum ado a la existencia efectiva que existia en los libros, form an un to ta l de 6,399 o b ­ jetos. E n tre los d o n an tes que han co n trib u id o a in crem en tar la Sección en los últim os años figuran los siguientes: L a señora A lbina G arces de C hacón obsequió una m om ia de niño. El señor León H ow ard obsequió varios fragm entos hum anos estraidos cerca del m ineral d el Tofo. D on José M . P o m ar obsequió un paño tejido por los indios aim aráes, tres zam pollas de cañas, dos figuritas h u m an as de T iag u an acu i un o b je to d e cobre. D on M iguel B onom o B. obsequió una cabeza de indio co m p letam en ­


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BOLETIN DEL MUSEO N A C I O N A L _____________________________

te m om ificada con varios in stru m e n to s de m ad era i greda, e n c o n tra d a en el cam ino de A rica a L a Paz. Don C árlos E. P o rter obsequió un m o nolito pequeño de P a s c u a i una zam po lia de caña. D on L isandro S antelices obsequió dos o b jeto s d e p ied ra i dos o b ­ jeto s tejidos. Don A rtu ro R ecabárren León obsequió un ídolo peq u eñ o d e g red a i un a honda de lana tejida. Don R am ón B arros Luco obsequió un h ach a de p ied ra con un a g u ­ jero rectilíneo. D on A ugusto C apdeville

obsequió 233 in stru m e n to s diversos de

piedra i hueso, encontrados en la estación p aleolítica de T a lta l. El señor T om as M enchaca L ira, rem itió un e sta n te que co n tien e 144 cucharas, dos pistolas an tig u as i dos sables i que en tre g ó a no m b re del d o nante, don Pedro del Río. Don Ju an de Dios M artico ren a

obsequió tres piezas de a lfarería,

dos de ellas p in tad as que se en co n traro n a orillas del estero de L am p a. El suscrito, ha donado al M useo N acional, to d a su coleccion de te ­ jidos araucanos, una coraza española i el m aterial que recojió en sus escursiones científicas al su r del país, d u ra n te las vacaciones de los añ o s 1911, 1912 i 1913. F uera de esto, las colecciones se han en riquecido tam b ién con los objetos que han recojido en las escursiones que, por c u e n ta del M useo, han realizado los señores, B ernardo G otschlich, M iguel R . M ach ad o i C árlos Reiche. El señor C apdeville m e regaló tam b ién una coleccion co m p u esta de 337 instrum entos de piedra que e strajo en la estación p aleolítica de T a l­ tal i 35 fotografías de la coleccion p a rtic u la r que se ha reservado él. T o d o esto lo he donado tam bién a la Sección que d irijo en el M useo. Estoi actu alm en te preocupado de a n o ta r en el in v e n ta rio con su res­ pectivo núm ero los 582 objeto s que faltan en él i ta n p ro n to term in e este trab ajo deberé com enzar a d a r una sola n u m eración a los o b jeto s ex is­ tentes, pues hai tres núm eros ¡guales, h a sta el 1,088, i dos h a sta el 1,759. Así, un núm ero corresponde al libro I (A ntigüedades e stra n je ra s), o tro corresponde al libro II (A ntigüedades rh ilen as) i o tro s al libro II I E t ­ nografía. A fin de sim plificar el tra b a jo , voi a te rm in a r de a n o ta r to d a la exis­


IN F O R M E S

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tencia en el libro 1 i despues voi a copiar a continuación, toda la ex isten ­ cia del libro II i despues la existencia del libro I I I , d ejan d o sin a n o ta r to d o lo q ue desap areció con el terrem o to i todo lo que se rem itió al M useo H istórico. E s tam bién u rjen te a n o ta r el tam añ o de las te la s .d e las piezas de al­ farería, i d a r las dim ensiones ex actas de los o b jeto s de oro i p lata, a fin de su p lir siq u iera en p a rte la falta de catálogos d ib u jad o s como es costum bre en los M useos estran jero s. V aliéndom e de los buenos d ib u jan te s que hai e n tre mis alum nos del In te rn a d o B arros A rana, he iniciado el catálogo d ib u jad o de la alfarería chilena. T am bién he hecho lim p iar la m om ias, desinfectar las telas i a c tu a l­ m en te estoi term in an d o de m edir la coleccion de cráneos existente. Con el fin de llegar p ro n to a un re su ltad o en el estu d io de la raza su d am erican a, he e n tab lad o relaciones con el In s titu to T iag u an acu de L a Paz i con el M useo A ntropolójico de B uenos Aires, p ara can je ar n u estro s trab ajo s, siguiendo el m ism o procedim iento internacional en las m edidas i el m ism o análisis científico en los cráneos. C on este objeto, m ui p ro n to recibirem os 500 hojas im presas que nos en v iarán desde Bolivia p a ra que an o tem o s en ellas n u estras o b se rv a­ ciones. Bien conoce el señor D irecto r la situ ació n por dem as deficiente en que se e n cu en tra esta Sección del M useo por falta de elem entos p ara tr a b a ­ ja r. B asta solo con decir, que no tenem os ni un m ediano estuche de Antropolojía, no tenem os e sta n te ría , p a ra e v ita r que continúe la d e stru c ­ ción de las m om ias i de los tejidos, carecem os h asta de un g abinete de tra b a jo , teniendo que e s ta r hoi o cupando un p edacito de la Biblioteca, que es al m ism o tiem po la sala de la S ecretaría y de o tro de los ay u d a n te s del M useo. En tales condiciones se hace m ui difícil concretarse a tra b a ja r con el e n tu siasm o i dedicación qu e estos estu d io s requieren. F a lta tam b ién en mi Sección u n buen núm ero de libros i revistas m o dernas de estu d io q u e nos pued an serv ir de ay u d a p ara el conocim iento perfecto de las colecciones, cóm o p ara a v erig u ar la procedencia de m u ­ chos o b jeto s qu e no se sabe de d onde vienen. Los libros i rev istas que hai son re la tiv am en te escasos i tan a n tig u o s que bien poca utilidad nos prestan. D on E m ilio Bello C odesido regaló a la sección dos in teresan tes v o ­


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b o letín

d el

m useo

n

a c

i o

n

a l _________ ___________________

lúm enes de las an tig ü ed ad es m ejican as publicados p o r el G o bierno de aquel pais con m o tiv o del d escu b rim ien to de A m érica. Don C árlos E. P o rter, ha regalado tam b ién , num erosos folletos i rev istas mui in teresan tes p ara el e stu d io de e sta Sección. E l añ o p asad o com encé a in sta la r en el M useo un pequeño g a b in e te fotográfico p a ra el uso de todas las secciones, g ab in ete que e stá llam ado a p re s ta r g ran d es servicios a todos los que a m enudo publican tra b a jo s con fo to g rab ad o s en el B o l e t ín . Es todo cu an to puedo decir al señor D irecto r, con resp ecto a la la ­ bor que m e ha cabido desarro llar d u ra n te el tiem po

q u e he ten id o la

h onra de desem peñar el p u esto d e jefe de la Sección d e A n tro p o lo jía i E tnolojía del M useo N acional. Dios g uarde a Ud. L e o t a r d o M a t u s Z.

S an tiag o , M ayo de 1919.

SECC IO N DE M IN E R A L O JIA I P A L E O N T O L O JIA S eñor D irector: Paso a d a r cu en ta del m ovim iento que ha ten id o la Sección de M inera 'o jía i P aleontolojía anexa en el curso del añ o próxim o p asado. L as colecciones de m inerales i fósiles han a u m e n ta d o poco, en re la ­ ción con o tro s años, cuand o h ab ia dineros p a ra escursiones, escavaciones i trasp o rtes. E n cam bio, han venido m u ch as co n su lta s de estab lecim ien to s i profesionales residentes en el pais, que d ebido a las incom unicaciones con el esterior, acudieron en m ay o r n úm ero a los co nocim ientos d e los em ­ pleados de esta Sección. Se clasificaron m uchos fósiles p a ra los E sta b le ­ cim ientos de E nseñanza i se dieron d ato s-e inform es sobre m in as d e c a r­ bón, cobre, p la ta i platino. P rincipalm ente nos hem os o cupado en el e stu d io del sa litre p a ra v er modo de en co n trar algunos p ro d u cto s nuevos de v alo r com ercial q u e se pueden e straer— i en ab u n d a n c ia — de n u estro s caliches.


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INFORM ES

E ste estudio del salitre ha d em o strad o la necesidad de m o n ta r en el M useo N acional un G ab in ete con m aq u in a ria m oderna p a ra p ra ctica r los estu d io s i análisis i p a ra el efecto se necesita alg u n a sum a de dinero que seg u ram en te, g a sta rá con gusto el S uprem o G obierno, ta n p ro n to se con­ v en za de la g ran u tilid ad de los nuevos procedim ientos. N u e stra S ectíon ha recibido tam b ién la a y u d a del profesor don C árlos P o rte r, quien ha obsequiado m u estras de m inerales, de fósiles i ocho p u ­ b licaciones e stra n je ra s concernientes a estos estudios. Son objetos i libros q u e el infatigable n a tu ra lista señor P o rte r recibe en canje de sus corres­ p onsales extranjeros i nacionales. El señor León S. H ow ard de la A ndes C opper Co., ha obsequiado u na pequeña coleccion de fósiles del C retáceo i o tro s de la sección n o rte del pais. E s c u a n to en el presen te añ o puedo com unicar a Ud. M

ig u e l

R. M a c h a d o .

(A ño 1919) M E M O R IA

DEL D IR E C TO R Santiago, J u n io de 1920.

S eñor M in istro : T engo el honor de p resen ta r la M em oria an u al del M useo N acional. Con la edificación del In s titu to Agrícola q u e d a rá libre la p a rte del edificio del Palacio del M useo que ocupa aquel E stablecim iento de en ­ señanza. P or decreto suprem o se destin ó que pasara a form ar p arte del M useo N acional. C uando todo el edificio sirva p ara las colecciones del M useo podrá e ste E stablecim iento esponer al público i conservar para la ciencia, la g ran c a n tid a d de ejem plares que se ha a d q u irid o en los últim os años de mi adm inistración. C ad a Jefe de Sección tiene acu m u lad o en gran can tid a d sus ejem (17)


BO LETIN DEL M USEO NACIONAL

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piares, sin poderlos clasificar con facilidad, con serv arlo s i m ucho m enos darlos a conocer al público. Las nuevas secciones cread as, com o ser la de P la n ta s C rip tó g am as, E v ertebrados, A ntropolojía, funcionan, sirviendo

al estu d io , i a d q u i­

riendo cada día nuevos ejem p lares. P ero la sección de C rip tó g a m a s e stá reducida a la categoría de A y u d a n tía , siendo que en v e rd a d es u n a sección in dependiente, i que con tal o b jeto fué cread a. C o n v en d ría v o lv er a re h a ­ b ilitarla como una Sección n u ev a, haciendo q u e el a c tu a l A y u d a n te sea el Jefe de Sección. El especialista q u e la sirve es un sabio d istin g u id o , irreem plazable i ha podido reu n ir colecciones de n u ev as i n u m ero sas especies. A dem as, siendo las p la n ta s c rip tó g am as las q u e p ro d u cen en su m ayor p arte las enferm ed ad es de las p la n ta s útiles, e sta sección se im pone para el servicio d e la a g ric u ltu ra i de la m edicina. H oi d ía e stá reducida a una sim ple pieza en d o n d e se m an tien en

h acin a d o s en m o n ­

tones los ejem plares colectados desde el d esierto de A tac a m a h a sta la península de T a itao . Al e n treg ar al M useo la Sección que o cu p a el I n s titu to A grícola, esta sección ocuparía todo u n c o stad o del edificio p ro m etid o . La sección de Jeolojía i P aleo n to lo jía o cu p aría en ese edificio to d o e' largo que m ira al o rien te. I el co stad o n o rte del a c tu a l I n s titu to A grícola se podría e n treg ar a la B o tán ica F an eró g am a q u e en la a c tu a lid a d e stá mui estrecha. Por fin, la p a rte cen tral del a c tu a l In s titu to A grícola se o c u p a ría en la T axiderm a i en S alas de conferencia q ue hoi dia no posee el M u seo N acional. Sólo así podríam os d a r a conocer la riqueza de la H isto ria N a tu r a l de la R epública, que hoi sólo en u n a m itad se puede esp o n er p o r carecer de local. P ara com prender lo reducido del espacio que o cupa el a c tu a l M useo, debem os declarar que una sola sala se o cupa hoi en S ala d e la D irección, S ecretaría, biblioteca, Jefe de Sección d e A n tro p o lo jía i b ó v ed a ce rrad a p ara g u ard ar los ejem plares d e v alo r; i q u e el Jefe d e E n to m o lo jía tien e una pequeñísim a pieza d estin ad a a su oficina, a su lab o ra to rio i a su b i­ blioteca i, adem as, a g u a rd a r ejem plares.


INFORM ES

259

E n to d as mis M em orias he pedido que el M useo N acional tenga luz; despues d e las cinco de la ta rd e no pueden tra b a ja r los investigadores. S ería m ui fácil in sta la r luz eléctrica y a que en la Q u in ta N orm al existe. R eitero el pedido de p roveer al edificio de an ch as cañerías de agua p o tab le con grifos co n tra incendio; de alca n tarillad o p ara ev acu ar los desperdicios de

las preparaciones taxidérm icas i de los lavatorios

i

W . C .; de v e n ta n a s de fierro p ara p ro tejer las de vidrio q u e alu m b ran el edificio. Se p u b lica un B o l e t ín c ad a vez q u e existen fondos; se p u b li­ c arían dos o tres b oletines anuales, ap ro v ech an d o la inm ensa ca n tid a d de m aterial científico si el presupuesto no fuera ta n insignificante. V uelvo a hacer presen te a S. S. la necesidad de proveer a la Sección de Jeo lo jía de u na sonda p a ra e stu d ia r el subsuelo de la R epública. D esde mi M em oria de 1910 he sostenido este pedido, que, si en to n ces lo h u b iera o b ten id o , en estos diez años ya conoceríam os la C a rta Jeolójica del subsuelo que nos h ab ria revelado la existencia de carbón, pe­ tróleo, ag u a su b te rrá n e a , pozos artesia n o s i el grueso de las capas im p er­ m eables qu e p erjudican a la ag ricu ltu ra. L as escursiones, jenero sam en te d o ta d a s de elem entos i facilidades de trasp o rte, nos hab rían puesto ya en situación de estu d ia r i revisar la H isto ria N a tu ra l de Chile. Se im pone la creación de la E stación Zoolójica M a rítim a en S an A n ­ to nio , en d onde el M useo N acional posee un sitio colocado a la d esem bo­ c a d u ra del estero de Lio Lleo. Los años de existencia que tu v o la dicha sec­ c i ó n , p r o v e y ó a este E stablecim ien to de grandes riquezas científicas. E sta D irección pudo hacer e stu d ia r con planos i p resupuestos los edificios ad ecuados que p erm itirán ten er en S ud A m érica la m ejor E stación Zoo­ lójica M a rítim a que serviría a la Zoolojía, a la M edicina i a la P esq u ería. M e perm ito som eter a S. S. u n a innovación al ítem 972 de la P a rti­ d a 6 .“ de los gastos fijos p a ra el próxim o p resupuesto q u e en lugar de colocar seis jefes de sección com o están actu a lm en te, se pondrían siete in ­ cluyendo e n tre éstos a un Jefe de Sección _de P la n ta s C riptógam as, q u e­ d an d o ese ítem con $ 42,000 en lu g ar de $ 36,000 que tiene a c tu a lm e n te ; pero el ítem 973 q u ed aría sólo con un a y u d a n te de B otánica, puesto que el o tro p asab a a ser el Jefe de la Seccion.de P la n ta s C riptógam as. E n resúm en, el a u m e n to del ítem 972 sería sólo de tres mil pesos. El presupuesto, pues, q u ed aría en la form a siguiente.


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BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

M

u se o

N a c io n a l

de

H is t o r ia N a t u r a l

Decreto N .° 3,696, de 31 de Agosto de 1915 P a rtid a 6." Item 971 D irecto r (queda ig u a l) ................................................... »

$

7,200

972 S iete Jefes de Sección, a cargo de los servicios de V ertebrados,

E v erte b rad o s,

E n to m o lo jía, B o­

tán ica F anerógam a, B o tán ica C rip tó g am a, Jeolojía i Paleontología, A n tro p o lo jía i E tn o lo jía, con seis mil pesos cad a u n o .....................................

42,000

(Se ha agregado la sección de B o tán ica C rip tó ­ gam a). »

973 Un a y u d a n te de B o tán ica c o n ......................................

3,600

(Se ha suprim id o un a y u d a n te d e B o tán ica). »

974 Un a y u d a n te de Jeo lo jía c o n .........................................

3,000

(Q ueda igual) »

975 Un N a tu ra lista au silia r i p re p a ra d o r, c o n ................

4,800

(Q ueda igual) »

976 Un S ecretario i B ibliotecario, c o n ............................

2,400

(Q ueda igual) »

977 Un a y u d a n te p rep a ra d o r, c o n .....................................

2,400

(Q ueda igual) »

978 Un M ayordom o, c o n ....................................................... (Q ueda igual)

2,400

»

979 U n tipógrafo, c o n ..................................................... (Q ueda igual)

2,400

»

980 T res P orteros, con $ 1,500 cad a u n o ......................

4,500

Sólo se ha au m e n ta d o en tres mil pesos. D ios g uarde a US.

D r .

E duardo

M o o re.


26 1

IN F O R M E DE LA SECC IO N V ER TEBR AD O S Santiago, A bril de 1920. Señor D irector: D u ra n te el año pasado, la Sección V erteb rad o s ha seguido co n stan ­ te m en te la m archa norm al que le tienen tra z a d a el conocido m aterial de osteozoolojía i el escaso personal de que dispone. El trab ajo de desinfección jeneral de las colecciones de ejem plares em balsam ados, a cargo del N a tu ra lista ausiliar i del P rep arad o r, se ha c o n tin u ad o con toda la regu larid ad posible, con lo cual el m aterial de V er­ te b ra d o s se m an tien e en perfecto buen estad o de conservación. E n el laboratorio de tax id erm ia se han ejecutado, d u ra n te el año q u e a b raza este inform e, diversos trab ajo s, ta n to de m o n taje de pieles i cueros en seco como de esqueletos i preparaciones en líquidos co nserva­ dores. E n tre las especies incorporadas ú ltim am en te a la coleccion jeneral sistem ática, figura un herm oso P ez-L una (O rthagoriscus mola L ), donado al M useo por el señor D . C lím aca M iran d a, del P u erto de S an A ntonio. I en el núm ero de los o b jeto s ad q u irid o s p o r com pra p ara la Sección T eratolójica, se cu en ta una curiosa Ternera anómala p o r la deform ación d e su cabeza, la falta de cola, de las falanjes i de los huesos m etacarp ianos i m e tatarsian o s i. sobre todo, por la im perforacion del ano (atresia), i p or la especial conform acion u terin a, que en el anim al vivo reproducía b a sta n te bien la q ue existe en la especie hu m an a, p resen tan d o como ésta un ú tero sencillo i 110 doble como se observa en los R um iantes, etc. D esde principios del año a que m e refiero, i gracias a los S 200 que el señor D irecto r se sirvió p roporcionar o p o rtu n am en te, el personal de la Sección se ha ocupado de un tra b a jo de sum o Ínteres p ara el estudio de la H ijiene de la alim entación en el pais. M e refiero al arreglo de los p rin ­ cipales pro d u cto s chilenos e intro d u cid o s de la caza de pelo i de plum a. En la ac tu a lid a d el infrascrito se dedica to d av ía a reunir el m aterial de la Coleccion de Biolojía A nim al que, ju n to con la de H ijiene, se ins­ ta la rá en el v estíbulo n o rte del edificio una vez que se coloquen los v i­ drios a los c u a tro e sta n te s construidos, hace ya tiem po, con este objeto. C om o U«4. sabe, los catálogos ilustrados i descriptivos de estas dos


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BO LETIN

DEL

MUSEO

NA CION AL__________________________ _ _ _ _

im portantísim as colecciones, así com o las d em as publicaciones del M u seo , perm anecen in éd itas con grave perjuicio de la b uena rep u tació n del E s­ tablecim iento. E spero, pues, que el señor D irecto r, se serv irá a u to riz a r su im presión tan luego com o lo estim e co nveniente. Soi de Ud. a te n to i S. S. B. Q u ija d a B.

IN FO R M E DEL JE FE DE LA SE C C IO N IN V E R T E B R A D O S § eñ o r D irector: El 18 del presente mes, el señor S ecretario nos tra sm itió el encargo de esa D irección, de p resen ta r en breve plazo el inform e co rresp o n d ien te al presente año. Paso en seguida a darlo en la form a concisa q u e exije el poco tiem po de que disponem os p ara ello, i haciendo en este inform e las divisiones p ertin en tes: I .— I n c r e m e n t o

de

la s

c o l e c c io n e s .—

En

p rim er lu g ar deberé

m encionar el ingreso a las colecciones de un Copépopo i dos Vermes p a rá ­ sito s que procuré estraje ran de las b ra n q u ia s e hígado del pez-lu n a q u e el 21 de M arzo llegó al M useo p a ra su p rep aració n . El señor M arcial R. E spinosa B., obsequió un Crustáceo de los m ares del S u r (H ym enosom a p la n a ta ). El señor L eotardo M á tu s cedió al M useo 8 especies de conchas s a ­ c adas de los cónchales de la fcosta de A concagua, q u e tra jo p a ra su d e ­ term inación. T am bién han cedido ejem plares los señores: H erm ano C laudio, 7 especies de arácnidos de los G uin d o s traíd o s p a ra su determ inación (*). D . Ferm ín B erríos, un herm oso ejem p lar de P hryxotrichus chüensis (P rovincia de S antiago) (*) E s a las especies a q u e dicho n a tu ra lis ta hace referen cia en Rev. Ch. H ist. Nal. a ñ o X X I I I (1919) pp. 18-23. '■


INFORM ES

263

D . José N . T hom as, 6 especies de arácnidos i dos especies de moluscos d e ag u a dulce de la P rovin cia de A concagua. D . A lfredo H o n o rato T ., del T om é, 3 especies de arácnidos, un crus­ táceo i un miriópodo. D . C. S ilva Figueroa, un gusano (P lan aria ). D. C arlos B. C árcam o, u n a culebra de pelo (Górdido). D r. Francisco L an d a, 1 m acho i u n a hem bra de arácnido, (Dysdera crocata). D. L uis A. P eña, u n a culebra de pelo. II .— T

r a b a jo s

e j e c u t a d o s .— H e

co n tin u ad o el estudio de las co­

lecciones a mi cargo, lam en tan d o com o siem pre, la falta q u e hacen: a) obras m odernas p a ra la clasificación de C elentéreos, G usan o s i M oluscos; b) el espacio p a ra esponer al público los num erosos o b jeto s traídos por mí de E u ro p a i gran p a rte de lo ya e stu d iad o i clasificado. C om o siem pre esta sección ha aten d id o las consultas i d eterm inacio­ nes solicitadas, en el m as b rev e plazo. Si h u b ie ra lu g a r en el B o l e t ín , p o d ría p u b lic a rs e u n a p e q u e ñ a si­ nopsis d e los Grápsidos del Museo N acional , q u e y a te n g o lista. El p rep arad o r renovó el alcohol a 40 frascos con colecciones de crus­ táceos. I I I .— B ib l io t e c a .— E sta se h a increm en tad o sólo con algunos can ­ je s recibidos por el M useo, i p o r unos pocos obsequios hechos por el sus­ c rito , de las publicaciones recibidas en can je p o r la R e v is t a C h il e n a de

H

is t o r ia

N a t u r a l . L os volúm enes son 12 i los folletos 27.

IV.— N e c e s id a d e s d e l s e r v ic io .— No necesito detallarlas, pues están ellas consignadas en los inform es de los años an terio res. E n tre ellas se d estacan la falta de espacio i de e sta n tería i la de o bras p ara d eterm in ar Vermes, M oluscos i Celentéreos, m ui p rincipalm ente. Pienso q ue con unos tres mil pesos in v ertid o s en libros, vitrinas, envases diversos i encuadernación de alg u n as obras, podría a v an zar m u ­ cho la sección. V .— O b s e q u io s

a o t r a s s e c c io n e s d e l

M u s e o .— Como de c o stu m ­

b re, he cedido a otras secciones del M useo, o bras i ejem plares de p lantas, i anim ales v iv ien tes i fósiles que se m e obsequiaron p articu larm en te de o tra s p a rte s del pais o del estran je ro . Los Jefes de Sección respectiva d e ­ ja rá n seg u ram en te co nstan cia de esas cesiones hechas por el suscrito. V I.— V is it a n t e s .— D u ra n te el añ o honraron con su visita a esta


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BOLETIN

DEL MUSEO

NACIONAL

________________ _____

sección (como al M useo en jen eial) los sabios profesores D r. //• voti I he riña, D r. Vicente Izquierdo, D r. C. II. E igenm ann, D r. C. M . Ilick e n i D r. W . A . B ryan, im poniéndose de algunos de n u estro s tra b a jo s in é d i­ tos i en preparación i de la riqueza de alg u n as de las colecciones de la sec­ ción a n u estro cargo. E sto es lo que tengo el honor de in fo rm ar a U d. en c u m p lim ien to d e mi deber. S alu d a mui a tte . al señor D irecto r, C arlos

E.

Po rter.

S antiago, 31 de D iciem bre de 1919.

IN F O R M E DEL JE FE DE LA SE C C IO N E N T O M O L Ó JIC A Señor D irector: De acuerdo con su orden v erb al, tengo el a g rad o de p o n er en su co­ nocim iento lo que se refiere a la m arch a de la Sección de E n to m o lo jía d u ra n te el año 1919. T r a b a jo s

t e r m in a d o s i e n

p r e p a r a c ió n .— M e

he o cu p ad o d u ra n ­

te el año en la term inación de u n a m onografía titu la d a Introducción al estudio de los Lepidópteros Rapalóceros de Chile, ded icad a, p rin cip alm en te, a d ifu n d ir e n tre los señores profesores, alu m n o s i aficionados a las cien ­ cias n aturales, el conocim iento sobre estos herm osos i o lvidados re p re ­ sen tan tes de n u estra fauna entom olójica. E n las p á jin a s del p resen te B o ­ l e t ín ,

el señor D irector p o d rá ver las p rim eras p a rte s de este tra b a jo

(que ab arca una bibliografía b a sta n te co m p leta de lo p ú b lN ad o sobre nuestras m ariposas, i, adem ás, u n a c o rta esplícacion re feren te a su d e ­ sarrollo i m orfolojía) i la n o tab le fam ilia P apilionidae, con la su b -fam ilia P apilioninae. C o n tin u a rá este estu d io con la fam ilia Pieridae. q u e com prende num erosos rep resen tan tes, i que pienso p u b licar en el pró x i­ mo núm ero del B o l e t ín . T am bién he tra b a ja d o en un estu d io que lleva p o r n om bre Un nuevo lepidóptero para las provincias septentrionales de Chile, p rese n tad o al C o n ­ greso C ientífico de Iquique,

q ue

debió

celebrarse

en E n ero próxim o


IN F O R M E S

265

p asado, i q ue te n d rá lu g ar en S etiem b re venidero. D icho estu d io se re­ fiere a una m ariposa propia de los E. E. Ü. U. i ac lim atad aú ltim am en te en las provincias del norte de Chile. E n la p áj. 5 de este B o l e t ín se halla im preso un tercer tra b a jo del Jefe que suscribe, titu la d o Un nuevo Lasiocámpido chileno, en el que se d a la descripción de un herm oso lepidóptero heterócero, enco n trad o p or el D r. D. V icente Izquierdo en las cordilleras de C hillán, i del cual tu v o la jentileza de proporcionarm e el m aterial necesario p ara su d e te r­ m inación. U na Nueva contribución al conocimiento de la fa m ilia Phoridae en Chile, es un tem a qu e m e ha preocupado vivam en te, pues dispongo de nuevas especies en v iad as por el señor Rafael B arros desde Rio Blanco, por el señor C árlos E. P o rte r de S an tiag o i algunas pocas cojidas por mí. Lo mism o puedo d ecir respecto de la fam ilia P ipunculididae, pero me hacen falta alg u n as publicaciones que confío llegar a o b ten er en poco tiem po mas. D u ra n te el año he aten d id o v arias con su ltas sobre clasificación de insectos chilenos. E n tre otros, el D r. D . Federico Johow , p ara su obra sobre la F lo ra de Z ap allar; D . A lvaro R ivera M a tte , p ara la colección del Liceo de O valle; D. C arlos S tu a rd o O., p ara la coleccion del Liceo de la S erena. D . A gustín G arcía B., p a ra la coleccion del Liceo de V aldivia, etc. A fin de e v ita r la destrucción por la polilla de la valiosa coleccion entom olójica del M useo, se le hizo la aco stu m b ra d a desinfección anual, pero, p ara m ay o r seguridad, he decidido que este cuidado se realice cada 6 meses. Increm ento

d e la

S e c c ió n

e n o b r a s i e n in s e c t o s .— La

Sección

E ntom olójica se ha visto en riq u ecid a con los B oletines i publicaciones de las num erosas U niversidades i M useos e stran jero s que m antienen

rela­

ción científica con el M useo N acional, i can je con nuestro Boletín. D.

C árlos E. P o rte r ha obsequiado, por su p arte,

varios folletos

sobre tem as entom olójicos. E n c u a n to a ejem plares de insectos p ara la coleccion, debo m anifes­ ta r al señor D irector que seria m ui co nveniente organizar,

como

se

hacía an tig u a m e n te en el M useo, algunas escursiones a las provincias del su r i del norte, en d eterm in ad as épocas del año, a fin de o b ten er los re ­ p etidos p ara canje, reponer los que n a tu ra lm e n te se destruy en por la ac ­ ción del tiem po i, lo que es m as im p o rta n te , ad q u irir m uchas especies que no están rep resen tad as en el M useo.


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BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

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La Sección de Entom ología se e n c u e n tra y a e strech a d e n tro d e la Oficina que, por ta n to tiem po, tiene en el M useo. E s necesario m ay o r espacio p ara colocar las caja s con insectos i, sobre todo, los libros, q u e, a ñ o por año, au m e n ta n en c a n tid a d . A dem ás, se d e ja se n tir la fa lta d e tubos, cajitas, reactivos, cápsulas de v idrio con ta p a , p inzas, e tc ., e tc., p a ra el estudio de la biolojía i la conservación de m uchos insectos ch ile­ nos. En sum a, calculo unos $ 3,000 (tres mil pesos) p a ra estas necesidades. (E stan tes, e m p astad u ra de los libros m as indispensables i los útiles a que m e he referido m as arrib a). A te n ta m e n te del señor D irector,

# C a r l o s S il v a F ig u e r o a .

IN F O R M E DE LA SEC C IO N DE P L A N T A S F A N E R Ó G A M A S Señor D irector: T engo el honor de info rm ar a U d. sobre la sección d e mi cargo, d u ­ ra n te el año 1919. V i a j e s .— En Febrero verifiqué un v iaje b o tán ico p o r las cu m b res a n ­ dinas fren te a San F ernan d o , p a ra coleccionar i e stu d ia r las p la n ta s del C ajón H errera i del B oquete L as D am as,

in te rn á n d o m e unos 25 kiló ­

m etros en terreno arjen tin o , cerca del m ineral d e L as C hoicas. A fines de A gosto recorrim os con los alu m n o s del In s titu to A gronó­ mico los alrededores de C oncepción i T a lc ah u a n o . I en Setiem bre visité dos fundos en la precordillera de C uricó, p a ra estu d iar m alezas i o bservar los árboles a ta c ad o s p or hongos i pulgones. Labores

e n la o f ic in a .— H e

d eterm in a d o e in co rp o rad o al herb ario

las m uestras que he considerado in tere sa n tes, cojidas en escursiones anteriores. A tendí las consultas q u e m as a d e la n te se indican, d esp ach an d o tam bién algunas m u estras p a ra especialistas e stra n je ro s; i he co n tin u a d o revisando las fam ilias de m onocotiledóneas que deben pu b licarse en el núm ero próxim o de nuestro B o l e t ín . I n c r e m e n t o s .— Ingresaron a las colecciones v a ria s especies p a rá si­

ta s i trep ad o ras, algunos juncos i m u estras d e un roble chileno; o b seq u iad o todo esto por don M arcial E spinosa B. D oña B e rta F. de M oreno regaló


IN F O R M E S

267

u n a m azorca de m aiz a táv ic o que cojió en el fundo L a Ventana de Teño. E s u na form a con segm entación apical, que representa la transición en ­ tre la m azorca com puesta del m aiz prim itiv o i la sencilla del m aiz c u lti­ vado. D e las T erm a s de T in g u iririca tra je un trozo de olivillo (K ageneckia a n g u stifo lia), árbol in teresa n te por ser venenoso p a ra el caballo i m ulares i por v iv ir sólo en rejiones mui elevadas, a 1,700 m etros en dicho local. B ib l io t e c a .— R ecibim os e n tre o tro s folletos las siguientes p u b li­

caciones, algunas de las cuales se h abian suspendido por la guerra eu ro ­ pea com o co n tin ú an aun las rev istas alem anas. M alpighia. C atan ia. B ulletin du J a rd ín Botanique de L 'E ta t. Bruxelles. Sobre las Cinchonas, por H ochne. In s titu to de B u ta n ta n , Janeiro. Contributions from the United States N ational Herbarium. W ashington. The Vegetation o f Northern Cape Bretón Island, Nova Scotia, b y George N ichols. Y ale U niversity , C onnecticut. B ulletin du Ja rd ín Botanique de Buitenzorg. (E ste jard in botánico de J a v a es el m as g rande del m undo). The U niversity of M innesota, i M innesota Botanical Studies de la Geol. a nd N al. H ist. Surv. o f M in n . (varios tra b ajo s sobre F anerogam ia). Journ al o f the A rnold Arboretum, H a rv a rd U niversity. Trabajos botánicos de la

University of C alifornia; id. de la Smithso-

n ian Institution of Washington. The Oliio Journal o f Science. Contributions from the Gray Herbarium o f Harvard University. Journal o f A gricultural Research. Ilooker’s Icones P lanlarum . E studios botánicos por el Dr. H icken, i L a s Verbenáceas mendocinas, p or R. S anzin. A nales de la Sociedad Científica A rjentina. Las Chlorideas de la República A rjentina, por L. P arodi. Rev. de la Fac. de Agron. i Vet. de la Univer. de B . Aires. Revista Chilena de H istoria N atural, i v arias m em orias de prueba sobre

tem as botánicos por alum nos del In s titu to Agronómico de Chile.

C onsultas

i e s t u d io s .— La

biblioteca i h erbario fueron utilizados

p or los señores don Federico Johow , Ju a n Sóhrens, Federico A lbert, Al­ b erto B aeza, M arcial E spinosa, etc., etc. C u a tro alum nos del In s titu to Pedagójico, tres del In s titu to A gronó­


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

mico i uno de la Escuela d e F arm acia, ap ro v ech aro n tam b ién e sta sec­ ción p ara p re p a ra r sus m em orias de p ru eb a. D espacham os num erosas co n su ltas de S an tiag o , de las p ro v in cias i del estranjero , cuyos an tec ed en tes qued an arch iv ad o s en la sección. A sí: D on R oberto O choa, V iña del M ar, con su ltó sobre la A sp eru la odorata. El señor A. Bab, R ep. A rjen tin a, sobre el m an zan o i copihue. D r. L. H au m an , B. Aires, sobre Azorellas i B olax glebaria d e C hile. Don Sam uel C arv aja l, sobre la B ulnesia retamo. El señor P. R om án, sobre la a ñ a ñ u c a ,- (H ip p e a stru m

A ñ añ u ca

(P hil). Don C árlos Silva F., sobre A sclepiadáceas chilenas de la zona b oreal. C. V. Piper, del B ureau of P la n t In d u s try , W ash in g to n , sobre m u es­ tra s de nuestro A lgarrobo (P rosopis juliflo ra, D . C .) com o especie fo rrajera. El señor H. Fischer, de la O ficina de V eterin aria d e C hillan, sobre el Lolium tem ulentum, Laurelia aromática i o tra s p la n ta s venenosas al g anado. D on A ugusto O pazo, A grónom o rejional d e la I zona (L a S eren a), sobre la pim pinela (P oteriu m sanguisorba) i el Polygonum B ow enkam pi Phil, forrajes n atu rales p ara o vejunos en los secanos de la co sta de C o­ quim bo. T am bién nos consultó acerca de o tra s num erosas especies re ­ lacionadas con la agricultu ra. Don R oberto O pazo, A grónom o Jefe d e S an tiag o , nos c o n su ltó ap ro pósito del E chium vulgare como

in v aso r de las sem en teras e n tre L ináres

i T em uco, i sobre una especie d e B riza, m aleza ap a re c id a ú ltim a m e n te en la rejion au stral. La E stación A gronóm ica nos dió en estu d io v arias gram ín eas fo rra ­ jeras i m alezas rem itidas p o r ag ricu lto res de d iferen tes p u n to s del pais. El A grónom o de San F ern an d o m e consultó sobre el p a sto miel (H olcus la n atu s), E rodium , vallica ¡ o tra s p la n ta s de la zona c e n tra l q u e figuran y a como forrajes, ya como m alezas. N e c e s id a d e s .— Subsisten las que he indicado en o tra s inform aciones;

sobre todo faltan v itrin as especiales p ara la c rip to g am ia, e sta n te s p a ra libros i colecciones de sem illas, frascos p ara diversos p rep aracio n es, un lavatorio con desagüe, i el ensanche de la O ficina q u e sirve d e la b o ra to rio i de biblioteca. El infrascrito estim a mui co n v en ie n te pedir al su p rem o gobierno, la


IN F O R M E S

269

su m a de c u a tro mil pesos, p ara satisfacer en el añ o próxim o las necesida­ d es de esta sección, qu e se in crem en tan de año en año. S alu d a a tte . al señor D irector, F

r a n c is c o

F

uen tes.

IN F O R M E DEL JE FE DE LA SECCIO N P LA N TA S C R IPT Ó G A M A S Santiago,

A b ril de

1920.

S eñor D irecto r: T engo el ag rad o de d a r cu en ta a Ud. sobre la Sección de P lan tas C rip tó g am as a mi cargo, d u ra n te el año de 1919. H e reunido i arreglado m ateria l criptogám ico. P ara la recolección de p la n ta s he tenido que hacer escursiones de mi cu en ta a C atem u, Tom é, C oelem u, Villa A legre, V ichuquen, S an A ntonio, Lináres, C auquénes, El V olcan i al cerro San C ristó b al. A fines de S etiem bre fui com isionado p or la D irección de este M useo p ara e stu d ia r i coleccionar p la n ta s C rip ­ tó gam as en la cordillera d e N a h u e lb u ta , dedicándom e allí, especialm ente a investigaciones sobre las especies de hongos del jénero Cyttaria i de la s especies de Nothofagtis sobre las cuales ellas se desarrollan. O tros jéneros de hongos colectados son: M arasm ius, Lepiota, Psilocybe, Peziza, Fom es, H etero sp o riu m , U stilago, G y ro m itra,

C lav aria i

S clerotinia. Del jénero H etero sp o riu m en co n tré el II. gracile ( W a l l r ) . S a c c . p arásito sobre las hojas de Iris florentina en S an B ernardo. De

Sclerotinia trifoliorum E r i c k s . , o tro p arásito , en co n tré su estado ascospórico sobre T rifolium repens en la Q u in ta N orm al de S an tiag o ; Lepiota vaticina F r ., hongo com estible, crece ig u alm ente en la m ism a localidad; Ustilago tritrici ( P e r s ) J e n s . es el polvillo negro del trigo. D e c u a tro especies de C aráceas recojidas he identificado tre s: la N itella clavata ( B e r t e r o ) A. B r a u n , la Chara coronata Ziz i la Chara fragilis D

e s v .,

C hile.

las dos ú ltim as no h ab ían sido m encionadas como existentes en


B O L E T IN

270

DEL

M USEO

N A C IO N A L

Id en tifiq u é helechos al p ad re C laudio, de Ñ u ñ o a ; envié alg u n o s h o n ­ gos a M r. Lloyd de C incin n ati p ara su d ete rm in ac ió n ; p re p a ré p a ra este núm ero del B o l e t í n , la enum eración de unos liqúenes chilenos d e te rm i­ nados por el n a tu ra lista H . O livier d e B azoches-au-H oulm e-(O rne), F ra n ­ cia. M r. F ra n k S. Collins, ficólogo de N o rth E a sth a m , M ass., d e te rm i­ nó la s siguientes p lan tas chilenas que le en v ié: Cladophora crispata ( R o t h ) K C t z .,

R hizoclonium hieroglyphicum

(A g .)

K

ü t z .,

E ntocladia gracilis

H a n s g ir g i Lyngbyia D igueti, las dos ú ltim as e p ífitas sobre la C lad o p h o ra

á n tes nom brada. Preparo p la n ta s criptó g am as p ara el P rofesor A. Y asu d a, de S en d ai, Jap ó n i para M r. J. R. W eir, de W ash in g to n , quienes las h an so licitado de esta Sección. Los señores F. F u en tes, C. P o rte r, V. B en av en te, A . M o n tealeg re, A. R ecart, M . F. Rios, E . F ehrenberg, H . V ergara, B. H e rrm an n , A. M éndez, N . Brzowich, T . R ivas, P. B riones i L. M o reira, han ob seq u iad o hongos y o tra s criptógam as; don. C. P o rte r obsequió tam b ién un folleto. De E stad o s U nidos de N . A., de Ita lia , de E sp añ a, d e S uecia, del Brasil i de la A rjen tin a, se han recibido in te re sa n tes rev ista s i folletos. C ontinúo en mis investigaciones sobre hongos i algas del suelo c h i­ leno. Las necesidades de la Sección son las m ism as in d icad as en m is in ­ form es anteriores. H abiendo recibido hace poco la d eterm in ació n de alg u n as algas m arinas chilenas, la m ay o r p arte co lectad as p or el su scrito , las aco m p a ñ o p ara su publicación. E sta identificación ha sido verificada p o r los señores ficólogos D e T o n i i F o r t i (M ódena) i H a r io t (P arís). S aluda a te n ta m e n te a U d., M

a r c ia l

R. E s p in o s a B u s t o s .


271

L ich en s du C hili d éterm in és PA R

H. Olivier de B azoches-au-H oulm e (Orne)

U snea. U. hirla H f f m . U. densirostra T a y l . H u é L. E x tra . E u r. N .° 123 (p. p.) T h alle K T ja u n e > rouge. U. densirostra v ar. rubiginans O liv . D iffère d u ty p e p ar la couleur rouge-foncé de ses ram eaux principaux. Les ram iules so n t g én éralem ent plus pales ou en p a rtie rosées. U. ceralina A c h . U. ceratina v a r. rubiginea. T y p e à th alle en p a rtie ou en to ta lité ro u g eâtre. U. ceratina v ar. concreta M o n t . P apilles m oins développées, en p a r­ tie converties en sorédies qui fo n t p a ra ître le thalle com m e p o n ctu é de blanc. U. ceratina v ar. incurvescens O l i v . (non A r n .) T h alle de 8-12 cent, a divisions to u te s fo rtem en ts recurbées en tous sens e t sans sorédies aus ex trém ités. U. florida A c h . f. rubescens M ü l l . T h a lle en p a rtie ro u g e fe rru g i­ neux. U. florida v ar. chrysopoga S t e i n . T h alle ja u n a tre , à plaques rouges qui le raprochen de la f. rubescens. U. dasypoga A c h . U. goniodes S t i r t . W a in . L. Brésil I. p. 12. T rès voisin de Usnea angulata A c h ., m ais à reactio n bien différente. T h alle K = ou T jaune trè s pale, (an g u lata donne K + j a u n e > rouge). U. lacunosa W

il d .

N

yl.

S ynops. p. 271.

N eu rop ogon. N . trachycarpus N y l . f. soredians O l i v . Papilles des ram eaux u lti­ m es co n v erties en p etites sorédies.


272

B O L E T IN

DEL

M USEO

N A C IO N A L

E v er n ia . E.

divaricata A c h . T y p e e t v a r. soredians O l iv . R a m e a u x e x tre m e s

s u r t o u t c o u v e rts de p e tite s so ré d ies g ra n u lé e s.

E.

divaricata var. flavescens O l iv . T h alle scrobiculé e t a couche c o r ­

ticale rom pue com m e d an s le ty p e, m ais beaucoup plus lisse e t d ’un beau ja u n e paille.

R a m a lin a .

R . calicaris F r . Q u e lq u e s a p o th é c ie s p o r t e n t c o m m e p a r a s ite le Spoeria epicym atia N y l . O liv. p a ra s, p. 75. R . farinacea A c h . R . fraxinea A c h . quelques apoth écies p o rte n t com m e p a ra s ite le Spoeria epicym atia N y l . R. fra xin ea f. luxu ria n s D e l . R. subfraxinea N y l . S p o re s p re sq u e to u te s d ro ite s larg e s d e 4-5 a u p lu s. R . subam pliata N y l . f. lineariloba O l i v . A spect de R a m a lin a fra x i­ nea m ais à spores droites. D ivisions subsim ples, ne d é p a ssa n t p as 2 -3 mill. de large. R . fastigiata A c h .

»

R. testudinaria N y l . N o m b re u se s sp e rm o g o n ie s n o ire s ;

s p e rm a tie s

p lu s c la ire s a u m ilieu e tc.

R . complanata N y l . T h alle K — ; strie lo n g itu d in alem en t e t à n o m ­ breux tubercules subpapilleux. R . Ceruchis N y l . var maculata O l iv . plus p e tit q u e le ty p e, 2 cen t, au plus m aculé de noir, com prim é aux aisselles. A pothécies e t sperm ogo­ nies d u type. R . Yem ensis N y l . R . Yem ensis f. latior N y l . R am ai p. 46. R. Yemensis var. striatula N y l . R am . p. 47. T h alle c o u v e rt d e stries blanches longitudinales. R . Combeoides N y l . R . leiodea N y l .


IN F O R M E S

273

C la d o n ia . Clad. retipora F l k . E ch an tillo n ja u n e paille (voir aussi C etra ria plus loin). Clad. coccifera F l k . Clad. coccifera v a r. pedicellata S c h . Clad. coccifera v a r. extensa A c h . Clad. coccifera v a r. cornucopodioides A c h . Clad. macilenla f. corticata W a in . Clad. macilenta f. squamigera W a i n . Clad. floerkeana f. subulata. Clad. floerkeana v ar. Irachypoda N y l . P odétions p u lv éru len ts dans la p a rtie supérieure e t granulés ou squam eux à la base. Clad. gracilis v a r. leucochlora A c h . Clad. gracilis v a r. filifo rm is D e l . Clad. gracilis v a r. aspera F l k . Clad. fim briala A c h . Clad. fim briala v a r. lenuipes D e l . Clad. fim briala v a r. exilis. Clad. squamosa v a r . asperella F l k . Clad. subsquamosa f. squamossissima O l iv . T h alle K + ja u n e . Clad. furcala v a r. racemosa F l k . Clad. furcala var. scabriuscula D e l . f. squamulosa O l iv . Podétions co u v erts de nom breuses p e tite s squam es. Clad. ochrochlora v a r. paraphyonem a F l k . Clad. pixidala E . F r . Clad. pixidala f. m arginalis. Clad. degenerans v a r. euphorea F i. k .

S tereocau lon . S t. im plexum T h . F r . S t. tomentosum N y l . S t. coralloides N y l . S t. fu rca tu m N y l . S t. verruciferum N y l . S té rile . (1 8 )


B O L E T IN

d e l

m u se o

n a c io n a l

R ocella. R . intricata M o n t . R . tinctoria D. C.

C etraria. Cetr. aculeata E. F r . Cetr. achanlella A c h .

P latysm a. P lat. Glaucum.

P arm elia. P . farinosa W a in . L. Brés, T h alle K + ja u n e >

rouge, sorédies ja u ­

nes, subglobuleuses. P. saxalilis N y l . P . celrala f. sorediifera W a i n . T h a lle K + ja u n e >

rouge. S u rface

très finem ent réticulée de blanc. E x trém ités des divisions sorediées. P . revolula f. rugosa T a y l . T h a lle K ± ja u n e , C i p ro u g e . P . pertusa S c h o e r . T h a lle K | ja u n e ; percé d e p e tits tro u s. S p o res 2 par théque. P . caperata A c h . P . subcompersa N y l . T h a lle K = P . gracilescens W a in . T h alle K =fc ja u n e ; C = (C) = D ivisions larges de 1-2 millim . P . physodes v a r. auslerodes N y l . P . physodes v ar. sorediata. S uperficie d u th alle en p a rtie ab so rb ée p ar les sorédies. P . physodes K J ja u n e C = (C) = . P e u t-ê tre espèce nouvelle? M ais stérile e t tro p faible pour ê tre sur. P . lugubris. P e r s . P . subquercicola H u é . T h alle K \ ja u n e > rouge. S pores 10-11 X 6 -7 . P. tiliacea. P. perlala.


IN F O R M E S

27S

S tic ta . Sticl. nitida N y l. D ivisions larges d ’environ 10 a 15 millim. Stict. nitida f. canaliculata O liv . D ivisions très étro ites 3 -4 mill. fo rte m e n t canaliculées, s u rto u t a la base. Silict. nitida f. glabrans O l iv . D ivisions é tro ites com m e ci-dessus, m ais plus co urtes e t sans to m en tu m . Sticl. nitida f. stricta O l i v . D iv isio n s é tro ite s , 3 - 4 m ill. a u p lu s, p la n e s e t to m e n te u s e s en d esso u s.

Stict. orygmea A c h . (non D e l .) Sticl. jossulala D u f . N y l . Stict. fossulata var. angustata O l iv . D ivisions ne d ép assan t pas 4 a 6 mill. de large sur un thalle de 10-14 cent, d ’étendue. Pseudocyphelles en g ran d e p a rtie m arginales. S pores 1- septées, très legérém ent brunies. Slict. fossulata f. m inor H u é . L. E x tr. E urop. N .° 407. D ivisions plus petites, canaliculées e t presque glabres en dessous. Sticl. dichotoma D e l . S tic t. p. 107. T h alle glabre en dessous. Stict. punclulata N y l . R em arq u ab le p a r les nom breuses p etite s p o n tu atio n s arrondies qui reco u v ren t les thalles. G onidies 8-12 de diam ètre. Stict. cellulifera H o o k . T halle K + jau n e. Stict. U rvillei. D e l . S pores 4 0 X 6 . Stict. Urvillei f. im bncatula T a y l . D ivisions plus étro ites im briquées. Stict. flavicans. H o o k . Urvillei. v a r. flavicans N y l . D is tin c t p a r les n o m b re u s e s la c in iu re s d ressées, q u i b o rd e n t les d iv isio n s th allin e s.

Stict. plumbea D e l . S tic t. p. 109. Stict. D amaecornis A c h . Stict. dichotoma D e l . 107. Stict. aurata A c h . S tic tin a . Stict. pilosella M a m . T h a lle ja u n e en d e d a n s , hérissé d e s d e u x c ô té s. Sticl. jilic in a A c h . T h a lle f o rte m e n t n e rv ié en d e sso u s a la b ase. Stict. faveolata D e l . Sticl. faveolata var. ceruicornis N y l . T y p e à divisions beaucoup plus é tro ite s e t plus allongées.


276

B O L E T IN

DEL

M U SEO

N A C IO N A L

Slict. hirsula var. G uillem m ii M o n t . Stict. fra g illim a N y l . Slict. gilva. Stict. carpoloma D e l . N y l . v ar. m arginata O l i v . T h a lle stérile à b o rd des divisions co u v e rt seul de p e tite s sorédies citrin es.

Lisse a la

superficie. Stict. argyracea B o r . N y l . Slict. argyracea (.flavescens D e l . T y p e à peu près d é p o u rv u s de so ré ­ dies. Stict. argyracea f. pallescens O l i v . T h a lle p lu s p a le , à so ré d ie s m o in s n o m b re u s e s , é p a rse s, n u lle s s u r les b o rd s.

Stict. intricata D e l . v a r. gym noloma N y l . S o ré d ie s m a rg in a le s n u ­ lles ou trè s ra re s.

S tic t.} uliginosa v a r. obvoluta D e l . T h a lle sc ro b ic u lé à la su rfa c e .

X an th oria. X a n t. chrysopthalma (L .) f. ciliata. X a n t. villosa (A c h .) X a n t. parietina (L.) T h alle jau n e. X a n t. flavicans S\v. X a n t. acromela P e r s . f. sorediella. T h alle sorédie. Les e x tré m ité s noircies des p etites divisions d istin g u e n t c e tte espèce de X a n t. fla vica n s.

P hyscia. P h. tribacia A c h . T h alle pale. P h. aipolia N y l . T h alle K + ja u n e .

S q u am aria. Squam . cartilaginea D .C . Squam . squamulosa N y l .

N ep h rom iu n . N eph. plum beun N y l .


IN F O R M E S

277

L ep togiu m . Lept. tremelloides var. azureum M o n t , Lept. phyllocarpum v ar. coerulescens N y l .

Lecanora. L . H ageni N y l . Spores 16X 6. S u r des gram inées. L . subfusca var. glabrata S c h . L . punicea N y l .

B u ellia. B . m yriocarpa T h . F r .

G. B. de T oni e Ach. Forti. ENUMERAZIONE DI ALGHE MARINE. CILENE COMUNICATE DAL SIG. MARCIAI, R. ESPINOSA D ietro raccom andazione del prof. C. E . Porler ci venne in v iata, ad o g getto di studio, dal sig. M arciai R . E spinosa, ad d e tto al M useo nazio­ nale di storia n a tu ra le di S an tiag o , una collezione di A lghe m arine raccolte in gran p a rte lungo il litto rale cileno e all isola Chiloe. In to rn o alla flora m a rin a del C hili tra tta m m o parecchi botanici s o p r a ttu tto a ll’epoca dei grandi viaggi com piuti da Humboldt e Bonpland (1799-1804), d a Chamisso (1815-1818), D 'U m ili e e Lessori (1822-1825), A le. D Orbigny (1826-1833), G audichaud (1836 -1837); in seguito vennero recate a ltre notizie p articu lareg g iate sulle Ficee del Chile a m erito di S u h r , J . A gardh, K uelzing, Decaisne, Areschoug e a ltri algologi, ma il lavoro fondam entale resta sem pre la tra tta zio n e delle Alghe eseguita d al M ontagne n ell’opera illu stra tiv a della sto ria fisica e politica del Chile p u b licata da Claudio Gay (1852); indicazione sparse, riguardo alla flora m arin a cilena ritro v an si sia in n ote speciale sia in opere generali.


278

B O L E T IN

DEL

M U SEO

N A C IO N A L

Le Alghe dalle queli d iam o il C atalo g o ci v en n ero a c c o m p a g n a te dalle seguenti indicazioni: N. 1.— R ocas de la costa. N. 2, 3, 128, 129, 130, 131, 132.— R ocas de la orilla del m ar. C a rta jen a (Provincia de S an tiag o ). N . 4 a 34.— Orilla del m ar. B ahia de S an R afael (P ro v in cia de L lanq uihue). N . 35, 36.— Isla C u p ta n a. (P ro v in cia de C hiloé). En las rocas de la orilla. N. 37, 38.— Q ueilen (P ro v in cia de C hiloé). En la orilla del m ar. N. 39 a 45.— Q uem chi (P ro v in cia d e C hiloé). E n la orilla del m ar. N . 47.— T opocalm a (P ro v in cia de C olchagua). N . 51.— C oncon (P rov in cia de V alparaiso). N . 52.— S u r de Chile. N. 53.— C hiloé. E n rocas. N. 49, 56, 57, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 64.— S u r de C hile. N. 71, 72, 73.— M agallan es. N . 74.— C orrai. (P rovin cia de V ald iv ia). N. 82, 86.— Chiloé. N . 87.— C ucao (Chiloé). N. 88.— C astro (Chiloé). N . 89.— Chiloé. N. 91.— T a ita o (P rovin cia de L lan q u ih u e). N. 97.— M agallanes. N. 101.— C ucao

(Chiloé).

N. 102.— A ncud (Chiloé). N. 104.— V alparaiso. N. 105.— Penco (P rovin cia de C oncepcion). N. 110.— T alcahuano. (P ro v in cia de C oncepcion). N . 112.— C albuco (P ro v in cia de L lan q u ih u e). N . 114, 116, 117, 118, 119, 120, 121, 122, 123, 124, 125, 126, 127.— A ncud (Chiloé). R ocas de la orilla. N . 115.— C honchi. (C hiloé).


IN F O R N E S

F lo rid ea e

P o rphyra K u n th ia n a K

27

Lamour.

untz.

H ab . rocas de la costa (n. 1); orilla del m ar, B ah ia de S an Rafael (n. 15, 18); Q uem chi (n. 45 ); A ncud (n. 127). W ildem ania laciniata

(L ic h tf )

D. T.

H ab. orilla del m ar, B ahia de S an R afael (n. 6). G elidi um lingulatum J . A g . H ab. S u r de Chile (n. 61). Chondrus canaliculatus ( A g .) G r e v . H ab. en la orilla del m ar, Q uem chi (n. 41); senza indicazione di località (n. 6 8 ; e 90). Iridaea A ngustinae ( B o r y ). H ab. rocas de la orilla, A ncud. (n. 124); orilla del m ar, B ahia de San R afael (n. 16, 17, 29, 30). Iridaea lam inarioides B o r y . H ab. rocas de la orilla, A ncud (n. 118 (cistocarpi), n. 119); senza indicazione di località (n. 66 (cistocarpi)). Iridaea m icans B o r y . H ab . orilla del m ar, B ahia de San R afael (n. 4 (tetra sp o re)) ; Isla C u p ta n a , en las rocas de la orilla (n. 36 (cisto carp i); A ncud, rocas de la orilla (n. 117 (cisto ca rp i)); senza indicazione di località (n. 65 e 67 (cisto carp i)). Gigariina canaliculata H a r v . H ab . senza indicazione di località (n. 76). G igartina Cham issoi ( M e r t .) J . A g . H ab . S u r de Chile (n. 60). G igartina C hauvinii ( B o r y ) J . A g . H a b . S u r de C hile (n. 64). G igartina fissa ( S u h r ) J . A g . H ab. rocas de la orilla del m ar, C a rta je n a (n. 132 (tetra sp o re )). G igartina R adula ( E s p ) J . A g . H ab. en la orilla del m ar, Q uem chi (n. 40 (cisto carp i)). G igartina luberculosa ( H o o k , e t H a r v .) G r u n . H ab . orilla del m ar, B ahia de S an R afael (n. 32); T aitao (n. 91). G ymnogongrus disciplinaris ( B o r y ) J. A g .


BO LETIN DEL M U SE O NACIONAL

280

H ab. S u r d e C hile (n. 49 ); C oncon (n. 51 ); senza indicazione di lo­ ca lità (n. 50). Gymnogongrus filijo rm is K u e t z . H ab. orilla del m ar, B ahia de S an R afael (n. 10); C a stro (n. 88). Gymnogongrus furcellatus ( A g .) J . A g . H ab. T opocalm a (n. 47; Actinococcus m ollis H

o w e .);

senza in d ic a ­

zione di località (n. 46, 48, 77 (A ctinococcus m ollis H ow e), 79, 80; 76, 96 (form a am bigua P ic c .

et

G

r u n ));

senza indicazione di

località (n. 78). Gymnogongrus G rijfithsiae ( T u r n ). M a r t . H a b . C ucao (n. 87). A hnfellia D urvillaei ( B o r y ) J . A g . H ab. senza indicazione di località (n. 93). A hnfeltia elongala MONT. H ab. C orrai (n. 74). Actinococcus mollis H o w e . H ab. Concon (n. 51 (sul Gymngongrus disciplinalis)) ; T o p o calm a (n. 47 (sul Gymnogonfrus furcellatus))', senza indicazione di lo-, calità (n.- 77 (sul Gymnogongrus furcellatus)). Callophyllis variegata ( B o r y ) K u e t z . H ab. S u r.d e Chile (n. 52) (cistocarpi)). Callophyllis sanguinea ( M o n t .) H o w e . H ab. rocas de la orilla, A ncud (n. 120); C hiloé (n. 84). Trematocarpus dichotomus K

uentz.

H ab. senza indicazione di località (n. 54, 55; n. 81 (cisto ca rp i)). H ypnea m usciform is ( W u l f .) L a m o u r . v ar. E speri ( B o r y ) D t . H ab. orilla del m ar, B ahia de S an R afael (n. 8, 27). Cordylecladia lem anaeformis ( B o r y ) H o w e . H ab. C hiloé (n. 89 (cisto carp i)). Rhodym enia corallina ( B o r y ) G r e v . H ab. senza indicazione di località (n. 69, 70, 92). Plocam ium sp. H ab. Chiloé (n. 83 (cistocarpi)). NitophyU um D urvillaei ( B o r y ) J . A g . H a b . M agall^nes (n. 71 (te tra sp o re ) ; rocas d e la orilla, A ncud (n. 122)

NitophyUum fusco-rubrum H o o k ,

et

H arv.


INFORM ES

H ab . orilla del m ar, B ahia de S an R afael (n. 25

28 1

(cistocarpi) ; n. 26

(te tra sp o ran g i)). N itophyllum m ultinerve H

ook, et

H

arv.

H a b . orilla del m ar, B ah ia de S an R afael (n. 28). Schizoneura D avisii ( H o o k ,

et

H a r v .) J . A g .

H ab . orilla del m ar, B ahia de S an R afael (n. 9, 20, 21). Schizoneura quercifolia ( B o r y ) J . A g . H a b . orilla del m ar, B ahia de S an R afael (n. 19, n. 33 (cistocarpi)). Laurencia chilensis D e T o n i , F o r t i e t H o w e . H ab . S u r de C hile (n. 62 (cistocarpi), n. 63 ); M agallanes (n. 72); senza indicazione di lo c a lità (n. 103). P olysiphonia anisogona H o o k ,

H

et

arv.

H ab. orilla del m ar, B ahia de S an R afael (n. 23, 31). P olysiphonia urceolala ( L i g h t f .) G r e v . H ab . orilla del m ar, B ahia de S an R afael (n. 7). Heterosiphonia Berkeleyi M o n t . H a b . orilla del m ar, B ah ia de S an R afael (n. 24). G rifjithsia chilensis M

ont.

H ab. C hiloé (n. 82). C allitham nion M ontagnei H o o k ,

et

H arv.

H ab. S u r de C hile (n. 57, 58). P ium aria Ila rveyi ( K u e t z .) S c h m i t z . H ab. S u r de C hile (n. 59 (te tra sp o re )). Ceramium diaphanum ( L i g h t f .) R o t h . H ab . C hiloé (n. 86). Ceram ium involutum K u e t z . H ab. orilla del m ar, B ahia de S an R afael (n. 11); rocas de la orilla del m ar, C a rta je n a (n. 131). Ceram ium rubrum ( H u d s .) A g . H ab. orilla del m a r; Q uem chi (n. 39); en rocas, Chiloé (n. 53); M a ­ gallanes (n. 73); A ncud, rocas de la orilla (n. 123 (sul M acrocystis)) var. pacificum C o l l i n s . H ab. senza indicazione di località (n. 75). Corallina B erlerii M

ont.

H ab. C hiloé (n. 85). Corallina officinalis L . v a r . collabens H o w e .

H ab. senza indicazione di località (n. 94, 95).


BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

282

Fucoideae

(A g .) J. A g .

P adina D urvillaei B o r y . H ab. senza indicazione di località (n. 106). Lessonia nigrescens B o r y . H ab. rocas de la orilla del m ar, C a rta je n a (n. 2.) Macrocyslys angustifolia B o r y . H ab. rocas de la orilla del m ar. C a rta je n a (n. 3). M acrocystis Ilu m b o ìd li ( B o n p l .) K u n t h . H ab. senza indicazione di località (n. 98, 99, 100). Desmarestia anceps M

ont.

H ab. M agallanes (n. 97). Desmarestia distans (A g .) J . A g . H ab. C ucao (n. 101). Desmarestia ligulala ( L i g h t f .) L a m o u r . H ab. rocas de la orilla, A ncud (n. 116). P hylìitis Tapia ( M u e l l .) K

uetz.

H ab. A ncud (n. 102). P h ylìitis sosterifolia R e i n k e . H ab. rocas de la orilla del m ar, C a rta je n a , (n. 128, 129). Corycus prolifer (J. A g .) K j e l l m . H ab. orilla del m ar, B ahia de S an R afael (n. 34) H alopteris fu n icu la ris ( M o n t .) S a u v . H ab. orilla del m ar, B ahia de S an R afael (n. 14).

Chlorophyceae

(H ass) W i t t r

Ulva lactuca L. f. latissim a ( L .) A r d i s s .

H ab. en la orilla del m ar, Q ueilen (n. 37). var. rigida (Ag.) L e S o l . H ab. en la orilla del m ar, Q uem chi (n. 44); rocas de la orilla del m ar, C a rta je n a (n. 130); senza indicazione di lo calità (n. 107, 108, 109) ; rocas de la orilla A ncud (n. 125). f. myriostrema ( L e n o r m ) J . A g . H ab . Isla C u p ta n a , en las rocas de la orilla (n. 35).


IN F O R M E S

E nterom orpha bulbosa ( S u h r ) K

233

uetz.

H ab . T a lc a h u a n o (n. 110); C honchi (n. 115); A ncud, rocas de la orilla (n. 126); V alparaiso (n. 104). Enterom orpha compressa ( L .) G r e v . H ab. Penco (n. 105); rocas de la orilla del m ar, C a rta je n a (n. 129). Enterom orpha inteslinalis ( L .)

L in k .

H ab . rocas de la orilla, A ncud (n. 114); senza indicazione di loca­ lità (n. 5). Enterom orpha ram ulosa ( E n g l . B o t .) H o o k . H ab. en la orilla del m ar, Q uem chi (n. 42, 43); Queilen (n. 38); C albuco (n. 112); senza indicazione di località (n. 113). Chaetomorpha D ubyana K u e t z . H ab . S u r de C hile (n. 56); A ncud, rocas de la orilla (n. 121); orilla del m ar, B ahia de San R afael (n. 13, 22); senza indicazione di località (n. 111). Cladophora Ilookeriana K u e t z . H ab. orilla del m ar, B ahia de S an R afael (n. 12).

Lista de Algas Marinas Chilenas determ inadas POR

P. H a r io t, del Museo de H istoria N atural de París.

C radiaría confervoides ( L .) G r e v . Glossophora K u n th ii (A g .) J. A g . G igariina L essonii B o r y . G igariina radula ( E s p .) J. A g . G igariina C ham issoi (A g .) J . A g . Iridea m icans B o r y A h n feltia elongata M o n t . Chondrus canaliculatus (A g .) G r e v . Chondria secúndala J. A g . Gymnogongrus furcellatus (A g .) J. A g .


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL

Gelidium lingulatum J. A c. R hodym enia corallina ( B o r y ) G r e v . Callophyllis variegata ( B o r y ) K Deles seria leiphaem ia M

utz.

ont.

N itophyllum sp. Ceramium rubrum ( H u d s .) A g . v a r . pacijicum C o l l i n s .

Corallina chilensis, L a m . Sargassum sp. Lessonia nigrescens, B o r y . Lessonia sp. Adenocystis Lessonii ( B o r y ) H o o k ,

et

H

arv.

Desmarestia ligulala ( L i g h t f .) L a m . f orm a.

MEMORIA DEL JEFE DE LA SECCION DE ANTROPOLOJIA I ETNOLOJIA Señor D irector: C onform e con el plan que m e he p ro p u esto seguir en el arreg lo i estudio de la Sección q ue tengo a mi cargo, debo m a n ifestar a usted q u e he continuado incluyendo en el libro de in v e n ta rio todos aquellos o b jeto s que no lo e stab an i en tal form a que estim o que este tra b a jo q u e d a rá term inado án tes del 15 de Ju n io . N

e c e sid a d es u r je n t e s e n

m i s e c c i ó n .—

Los e sta n te s en q u e están

colocados los objetos son ya m ui a n tig u o s i c o m p letam en te in ad ec u ad o s p ara el uso a que han sido destin ad o s. Las colecciones no pueden allí v e r­ se, sino por un solo lado, debieron ser c o n stru id o s en form a tal, q u e los objetos pudieran verse por todos sus costad o s i a u n h asta por la base, h a ­ ciendo que los d e p a rtam en to s horizontales fu eran tam b ién de vidrio. C ada e sta n te necesita sei h erm éticam en te cerrad o , a fin de poder colocar d en tro de ellos las su stan cias d esin fectan tes a c o stu m b ra d a s, con el objeto de im pedir que dichas su stan cias se v o latilicen por las a b e rtu ra s. P ara poder conservar en buen esta d o el m aterial e x isten te, ha sido necesario d e stin a r la m ayor p a rte del tiem po a la desinfección i aseo de


INFORM ES

285

e stas colecciones, ya qu e el polvo que se lev an ta en el Salón C en tral, los d ías en que se ab re al público, el M useo, exije este tra b a jo c o n stan te i m i­ nucioso. C on el fin de e v ita r estos inconvenientes seria bueno, señor D irector, conseguir del G obierno el arreglo del tab lad o o la colocacion de un linóleum qu e p erm ita hacer el aseo con trap o húm edo en vez de usar la es­ coba. D e este modo el suscrito se e v itaría un g ran trab a jo i podria d e d i­ c a r m ay o r tiem po al estud io de las colecciones i a las investigaciones cien­ tíficas que requiere el m aterial existente. P or o tra p arte, es necesario ten er p resente que las telas i las m om ias e stá n espuestas a ir destruyéndose, poco a poco, siguiendo p a ra el aseo el procedim iento h asta hoi en uso. Los dibujos de la alfarería an tig u a v a b orrándose i esto es m as g rav e to d av ía si se tiene en cu en ta que no hai fotografías ni catálogos de ellos donde puedan verse con to d a exactitu d los d etalles de estos objetos. La catalogación del m aterial ex istente que inicié hace dos años con mis alum nos del In te rn a d o B arros A rana, ha tenido que lim itarse este •año a causa de no existir en el M useo una sala donde los jóvenes puedan d isponer de sillas i mesas cóm odas p ara co n tin u ar el d ib u jo de cada uno de estos objetos.

E n los M useo? estran je ro s existe el puesto de d ib u ja n te

que tiene a su cargo la catalogación de todos los objetos que llegan a a u ­ m e n ta r las colecciones. D isponer c u an to á n tes de una sala d estin ad a a este o bjeto, se hace cada día

m as u rjen te

p ara

to d as las secciones. La necesidad

m as im periosa de mi sección, consiste en a d q u irir cu an to án tes un estuche com pleto p ara las investigaciones antropolójicas i en d o ta r al gabinete fotográfico del M useo con los elem entos m as indispensables. Es un a cosa sabida que la luz ejerce una influencia poderosa en la descoloracion de las telas i de los objeto s p intados. Se hace necesario, entónces, hacer colocar un c o rtin aje negro en cad a unos de los estantes en q u e se g u ard an o bjetos de esta natu raleza. H ace falta tam b ién , señor D irector, un e sta n te b a sta n te grande para colocar el a ta ú d de la m om ia ejipcia que los v isitan tes han ido d estru y en ­ do, poco a poco, h a sta el p u n to que corre el riesgo de serlo co m p leta­ m ente. Igual cosa está ocurriendo con la sep u ltu ra a ra u can a de la cual han desaparecido casi todos los huesos pequeños. D u ra n te los meses de E nero i Febrero, he hecho algunas esploracio-


286

BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

nes en las costas de Pichilem u, recojiendo en los cónchales i en los a lre d e ­ dores de ellos num erosos objeto s que he traíd o al M useo. M ui in te re sa n te seria u na esploracion científica a las cav e rn a s de T opocalm a, que h a sta hoi no han sido esploradas por nadie i cu y a a n tig ü e d a d po sib lem en te se rem onte a los tiem pos prehistóricos. La Sección de A ntropolojía necesita, pues, señor D irecto r, ir c a m ­ biando an u alm en te su e sta n te ría p ara lo cual p o d ría d e stin a rse e ste a ñ o la sum a de mil pesos. N ecesita u n a gran v itrin a p ara colocar la u rn a ejip cia i arreg lar la sep u ltu ra a ra u c a n a ; con un g asto de cu atro cie n to s pesos. N ecesita un co rtin aje oscuro p ara e v ita r que la luz b o rre los d ib u jo s de los estan tes que g u ard an la a lfarería: trescien to s pesos. N ecesita un e sta n te especial que p erm ita esponer al público los o b ­ jetos de oro i p la ta que se g u a rd an en la bóveda o sea, q u in ien to s pesos. N ecesita dinero para realizar esploraciones cien tíficas: q u in ien to s pesos. I necesita adquirir, en E u ro p a, un estu ch e com pleto de a n tro p o lo jía . Los intereses del legado q u e d ejó p a ra e sta Sección, don F rancisco E cháurren pueden d estinarse al aseo, arreg lo i desinfección de las colec­ ciones. E n to tal, estim o, señor D irector, que con c u a tro mil doscientos pesos (S 4.200), que el S uprem o G obierno destin ase en el P resu p u esto del p re ­ sente año, podria realizarse todo este proyecto elaborado. Con respecto a la sala de d ib u jo i la sala de tra b a jo p a ra el Jefe de e sta Sección, seria m ui o p o rtu n o hacer p resen te al S u p rem o G o bierno la necesidad de en treg ar al M useo la p a rte del edificio ocu p ad o p or el In s­ titu to Agronóm ico, ya que este E stab lecim ien to c o n tará , d e n tro de poco, con un am plio edificio que, según he sabido, le será e n treg ad o en el m es de N oviem bre próxim o. Es todo cu an to puedo decir a U d., señor D irecto r, respecto a los tr a ­ b ajos que he realizado en mi Sección i a las necesidades m as u rje n te s d e ella. P rof. L e o t a r d o M S an tiag o , M arzo de 1920.

átus

Z.


INFO RM ES

287

INFORME DEL JEFE DE LA SECCION DE PALEONTOJIA I MINERALOJIA Señor D irecto r: La Sección de M in eralo jía i P aleo n to lo jía a mi cargo no ha tenido el desarrollo intensivo de tiem pos norm ales; en cam bio nos hemos d ed i­ cado a un problem a vital p ara el pais i que creem os haberlo resuelto ya satisfacto riam en te. M e refiero a la elaboración del salitre que la venim os resolviendo desde el año 1912. La resolución de este problem a e stá hecha en el 95% de su to talid ad , i esto con esfuerzo propio i de personas estra ñ as que han ap o rtad o su d i­ nero p ara gastos de los m iles de esperim entos hechos p ara llegar a la si­ tu ació n actual. E ste hecho com pensa, a n u estro juicio, mil veces el a traso ap a re n te en la Sección, b ajo el p u n to de v ista de la sistem ática. M as felicidad h a b ria sido la n u estra, si hubiéram os podido efectuar este tra b a jo con elem entos propios del M useo; pero la asignación esca­ sísim a de S 5,000 anuales p a ra los gastos jenerales de to d as las Secciones de este E stablecim iento, no nos p erm itió lim itarnos a los elem entos p ro ­ pios de este M useo. D ebo d eclarar esplícitam en te que el G obierno Chileno jam ás ten d rá que tem er la com petencia del salitre artificia), una vez im p lan tad o en et tra b a jo de elaboración del caliche el procedim iento que hemos venido e studiando , i no pod rá tem erlo por las siguientes razones: 1.“ La m aq u in aria es de m ui poco costo; 2.° El gasto de com bustible que hoi es enorm e, q u ed ará reducido a unos quince centavos por cad a q u in ta l español de salitre elaborado; 3.° El personal que hoi es num eroso, se reducirá a la décim a p arte; 4.° La m áq u in a es móvil i se tra sp o rta rá a las calicheras m ism as, a h o rran d o por este m edio el acarreo del m ineral que es tan caro i lento; 5.° La elaboración q ue hoi dem ora m uchos días, se efectu ará en uno solo; 6.° La salud del obrero calichero que se ocupa del beneficio del sa ­ litre está m as g a ra n tid a , puesto que la m áq u in a espulsa ella misma la b o rra i los ripios sin le i;


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BOLETIN

DEL MUSEO NACIONAL

___________________

7." Los ripios q u ed arán sólo con 1% de salitre, m ió n tras q u e a c tu a l­ m ente salen con el 6 % ; 8." E sta m áq u in a podrá e lab o ra r caliches que hoi no "se e lab o ran p o r su b aja lei; 9.° L a producción de salitre será in m en sam en te su p e rio r a la a c ­ tu a l; i 10. La condicion económ ica de los o breros p o d rá m ejo rarse en ciento por ciento. Por lo an te rio rm e n te espuesto se ve, q u e e sta m á q u in a elab o ra d o ra del salitre, no necesita de g ran d es c ap itales p a ra fu n cio n ar i d a r in jen tes utilidades a su dueño. Aseguro tam bién, que el sa litre artificial, p or m ay o res ca n tid a d e s q u e se produzcan i al m enor precio posible q u e se v en d a, no h a rá ja m á s com ­ petencia al salitre chileno, riqueza de n u estro pais, elab o rad o

con e l'sis-

tem a que hem os estu d iad o i desarro llad o con paciencia i te n ac id a d desde , hace ocho años. Como y a hem os casi term in ad o el a n te rio r e stu d io teórica i p rá c ­ ticam ente, nos proponem os hacer o tra s in vestigaciones d e u tilid ad n a ­ cional i p ráctica i p ara ello necesitam os por el momento la sum a d e cinco mil pesos p ara co m p letar el L ab o rato rio de In vestigaciones. M

ig u el

R. M

achado


NOTA ENVIADA AI. SEÑ OR M INISTRO DE INSTRUCCION PÚBLICA

289

NOTA ENVIADA AL SEÑOR MINISTRO DE INSTRUCCION PU­ BLICA, CON POSTERIORIDAD A LA MEMORIA ANUAL, POR EL DIRECTOR DEL MUSEO NACIONAL. Santiago, 7 de Octubre de 1920. Señor M in istro : E n v ista de los deseos de la C om ision O rganizadora de las Fiestas del C en ten ario de M agallanes, que pide que el G obierno dé fondos para realizar la ¡dea de la S ociedad de H isto ria i Jeografía, que es esplorar el can al de M oraleda e islas que lo rodean, con el propósito de e stu d iar la flora, fauna, jeolojía i etn o lo jía de esa rejion i, m ui especialm ente, la ra za de los alacalufas, puedo m an ifestar a S. S. que el M useo N acional hizo, no hace m ucho, un a espedicion a esas rejiones, i un año án tes, a los alrededores del volcan Y ates, i en 1910, al istm o de O fqui. N T engo el honor de aco m p a ñ ar a S. S. copia ín teg ra de mi m em oria del añ o 1917, p u b licada en el Boletin del M useo N acional, tom o IX del añ o 1916, en la 'c u a l doi cu e n ta al S uprem o G obierno, de los resultados de aquellas espediciones. E sta D irección estim a que no existe un solo alacalufa al n o rte de T aitao, i que, en los tres m eses hábiles de esploracion, no se o b te n d ría ninguna n ovedad especial científica, pues, a c o n ta r de 1833, desde las espediciones d e D a rw in iF itz R o y , lasnu m ero sas esploraciones hidrográficas i de h isto­ ria n a tu ra l que se em prendieron despues, i las últim as realizadas por el M useo, nos p ru eb an que, en el orden científico, no podrem os en co n trar n a d a digno de un a conm em oracion de cu a tro siglos. Pero m e p erm ito señ alar a la consideración de S. S. dos pun tos de c a p ita l im portancia, que se desprenden de mi M em oria y a c itad a, i que so n : prim ero, la colonizacion de esas rejiones en los puntos que señalamos en nuestra M em oria, repartiendo, j enerosámente, tierra a los habitantes de Chiloé i Llanquihue, que anhelan vivamente poseerla i que son capaces como ninguno otro, para habitarla. Al realizar esta gran satisfacción social del re p artim ien to de tierras, que viene señalándose, con respecto a los chilotes, d esde el m ism o año 33, com o D arw in lo indica, cum plim os tam bién el segundo p u n to que señalo, que es la esploracion jeográfica. A este respecto, podem os indicar que, c ad a vez que ella se ha realizado, ha habido que


290

BO LETIN DEL MUSEO NACIONAL

^

m odificar el m apa jeográfico, pues, m as de una isla se trasfo rm a en a r ­ chipiélago, o algun a península en isla, o algún n uevo lago se descu b re. En el interior de la P enínsula de T a ita o existe un lago de g ran d es p ro ­ porciones, no señalado to d av ía por los jeólogos, pero an u n cia d o p o r no so tro s en n u estra c itad a M em oria, i que b au tiza m o s con el no m b re d e Lago T aitao .

C om o en to d as las rep articio n es p úblicas se h a hecho a u m e n to de sueldos, som eto a la consideración de S. S. el d e los em pleados del M u ­ seo N acional que, desde 1910, no han o b te n id o a u m e n to alguno. Los Jefes de Sección, son verdad ero s especialistas i a mi juicio

no pueden

devengar sueldos inferiores a los de los Profesores de In stru cció n S e­ cundaria. De acuerdo con estas ideas, m e p erm ito so m eter a S. S. u n a in n o v a­ ción del ítem 972, p a rtid a 6 .“ de los g asto s fijes p a ra el próxim o p resu ­ puesto en el sentido de que en lu g ar de seis jefes d e sección q u e hai a c ­ tu alm ente, sean ellos siete, incluyendo e n tre ellos a un Jefe d e Sección de P la n ta s C riptógam as, que seria el q u e hoi es p rim er a y u d a n te de Bo­ tánica, el señor M arcial R. E spinosa B ustos. El P resupuesto, pues, q u ed aría en la form a sig u ien te: Museo N acional de H istoria N a tu ra l v

D ecreto N .° 3,696, de 31 de A gosto de 1915 Partida 6 .* Item 971 D ire c to r.................................................................................... »

S 12,000

972 S iete Jefes de Sección, a cargo de los servicios de V ertebrados, E v erte b rad o s, E n to m o lo jía, B o­ tánica, C rip tó g am a, Jeolojía i P aleontolojía, A ntropolojía i E tn o lo jía, con diez mil pesos cada u n o ...................... ..........................

70,000

»

973 U n a y u d a n te de B otánica, co n ......................................

6,000

»

974 Un a y u d a n te de Jeolojía, co n ...........................................

6,000

» »

975 Un n a tu ra lista ausíliar i p rep arad o r, co n ............... 976 Un S ecretario i B ibliotecario, con....................................

6,000

'*

977 U n a y u d a n te p rep arad o r, con. ........................................

4.000

4.000


NOTA ENVIADA AL SEÑOR M INISTRO DE INSTRUCCION PÚBLICA

Ite m 978 U n m ayordom o, co n ..............................

291

4.000

»

979 Un tipógrafo, c o n ....................................

3.000

»

980 T res porteros con S 3,000 cada uno

9.000

P ero donde debo m an ifestar a S. S. la necesidad absoluta de p ro ­ c u ra r el progreso del M useo N acional, es reponiendo el m onto que el E stablecim iento a mi cargo tenia á n te s de 1915. En la a c tu a lid ad el ítem 2309 de gastos variables, es solo de S 5,000. E sta c an tid ad es ab solutam ente insuficiente aun p ara las publicaciones, i necesitam os, adem as, dinero p a ra gastos de escursiones, p a ra co lectar m aterial científico, p ara la a d ­ quisición de elem entos, p ara reparaciones, pago de guardianes, conser­ vación de los ejem plares, etc., etc. Dios guarde a U S.— (F irm ad o ).—-D r . E d u a r d o M o o r e . Al señor M inistro de Instrucción Pública.


B O D A S DE PLATA En S eptiem bre del e n tra n te año, la R e v is t a C h i l e n a d e H i s t o r i a N a t u r a l celebrará sus «Bodas de P lata» con la publicación de un tom o de gala, profusam ente ilustrado. El directo r i fu ndador de la m encionada rev ista, ha d istrib u id o con fecha reciente la circular que reproducim os en seguida: Santiago, Septiembre 6 de 1920. «D istinguido señor: «En S eptiem bre del próxim o año, la R e v is t a C h i l e n a d e H i s t o r i a - N a t u r a l cum plirá 25 años de tesonera lab o r en pro del a d e la n to de las Ciencias N atu rales. E n los 23y í tom os y a pu b licad o s ha in sertad o « 700 i tan to s trab ajo s orijinales, en m uchos de los cuales (sistem áticos) ♦ se han descrito m as de 380 especies nuevas. El e stu d io de m uchas cues« tiones tuyo su oríjen en la R e v is t a n u estra , la que h a c o n trib u id o « no sólo a poner al día la obra d e G ay en v a ria d a s m ateria s, sino q u e ha « llevado el nom bre de Chile a todos los M useos, U niversidades, A cade« m ias,-Sociedades de H istoria N a tu ra l, D irectores de R ev istas, num e« rosos especialistas, etc., de todo el orbe civilizado. «P ara celebrar dignam en te el fausto aco n tecim ien to , el d ire c to r « i fundador se ha propuesto p u b licar un vólúm en d e gala, p ro fu sam en te « ilustrado, con 70 a 80 estudios d e Ínteres sobre todos los ram o s que « abarca el conocim iento de las Ciencias N atu ra le s. D e este n ú m ero « hai y a reunidos los orijinales de 49 estudios, todos del m a y o r Ínteres « e ¡lustrados con lám inas i figuras in tercalad as. «Los restan te s orijinales deberán ser en treg ad o s a la im p re n ta a « fines de O ctubre de este año con el o b jeto d e q u e el volúm en com pleto « esté to talm en te im preso a n te s de m ediados d e S e p tiem b re d e 1921. « La im p ren ta exije la m ita d del im p o rte to ta l d e (S 12,000) a n tic ip a d o ; « de p ianera que nos vem os obligados a so licitar la a y u d a , p a ra dicha > im presión, a la m ayor brevedad, a los am igos i colegas que lo deseen, « por ad elan tad o . «Lo que U d. resuelva en favor de e sta o b ra de c u ltu ra nacional, se « lo agradecerá «S. S. S. i amigo P r o f . D r . C arlos E. P o r t e r ». (C asilla 2974)


ERRATAS DEL CATÁLOGO ILUSTRADO

E R R A T A S DEL CATÁLOGO ILU STR AD O Pajina

Línea

Dice

124

35

131

Fig. 33

134

17

136

2

139

12

140

ú ltim a

146

6

151

30

debe decir

• transición

transición

M oa g ig an tea (D inornis) M oa (D inornis ecuatoria/es ecuatorianos A rquezoica

A rqueozoica A rch ä o p te ry x

A rch ä o p te ry x suplem /en tario s

suplem entarios íVrwpcion. Celenterados

erupción C elen t adores

--------------

4*

293



In d i c e

295

■I

IN D IC E D E L T O M O X I (1918-1919) DEL

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL PÀJS.

S E C C I O N C I E N T I F IC A : I C a rlo s S ilva F ig u e ro a .—Un nuevo Lasiocámpido chileno............................. II M ig u e l R. M a c h a d o .—Contribución al estudio de los carbones de Chile.— Estudios sobre algunas arcillas chilenas............................................................ III C a rlo s E. P o rte r.—Aracnalojía chilena (notas miscelánic'as, sistemáticas i zoojeográficas).................................................................................................... IV B e rn a rd in o Q u ija d a B.—Catálogo ilustrado i descriptivo de la coleccion de Biolojía Animal conservada en el Museo Nacional de Historia N atural. V L e o ta rd o M á tu s Z .—Juegos i ejercicios de los antiguos araucanos. (Con­ tribución al estudio de la Etnolojía c h ile n a ).................................................. VI C á rlo s S ilva F ig u e ro a . — Revisión de los Lepidópteros Ropaloceros de de Chile. (Introducción i Fam . Papilionidíe).................................................. VII C á rlo s E. P o rte r. — Entomolojía chilena. Un nuevo Bracónido del Sur de Chile.......................................................................................................................... V III P a u l H e rb ts .—Un nuevo jénero de Avispas Cavadoras (Sphegidae, Hym enóptera)......... .................................................................................................... IX F ra n c isc o F u e n te s M. — Revisiones de la Flora Chilena. Familias de Monocotiledóneas chilenas monotípicas...........................................................

5 9 21 30 162 198 215 217 221

S E C C IÓ N A D M IN IS T R A T IV A : 1 Memoria del D irector.............................................................................................. 2 Informes de los jefes de sección del M useo........................................................

237 238

A ño 1919 1 Memoria del D irector......................................................................................................257 2 Informe de los jefes de sección del Museo.......................................................... ........261 3 N ota enviada al señor M inistro de Instrucción Pública, con posterioridad a la M emoria Anual, por el Director del Museo Nacional...................................289 4 Bodas de p lata de la Revista Chilena de Historia N atural............................... ........292 5 E rratas del Catálogo Ilu strad o ......................................................................................293





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