Cartagena


Desmovilizados de la AUC, de regreso a la vida

MÓNICA MEZA ALTAMAR

29 de junio de 2015 09:44 AM

Alejados de sus familias y sumidos en la angustia, la zozobra, el mañana incierto, Ilson Pérez Díaz y Eder Buelvas Pereira vivieron muchos de sus días.

Ambos permanecieron en las filas de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), por dos y seis años, sin saber por qué estaban luchando, pero empujados por la falta de oportunidades de empleo.

“La verdad uno entra por trabajo. Yo no había terminado el bachillerato cuando eso, así que no tenía muchas oportunidades”, dijo Pérez, de 39 años.

Para su fortuna, hasta el Bloque Central Bolívar, donde se había internado, llegaron las buenas nuevas de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR). “Nos comentaron que si nos desmovilizábamos nos daban un apoyo económico. A uno en el monte le hace mucha falta la familia, así que muchos decidimos desmovilizarnos por eso y para volver a ser ciudadanos”.

Contó que una vez abandonó las armas, llegó a su natal Bucaramanga y se reencontró con su familia. No obstante se vio obligado a desplazarse para proteger su vida. “Un cuñado me dijo que en Cartagena había buen trabajo y en Bucaramanga no me estaba yendo bien, además, de un momento a otro, andaba rondando una camioneta negra que llevaba unos hombres vestidos de negro. Ellos se bajaban, disparaban a quienes se habían desmovilizado y se perdían. Entonces me vine por miedo a eso”.

Así, junto a su esposa y sus tres hijos, comenzó a escribir el mejor capítulo de su vida. “Todo ha cambiado. Ahora puedo dormir y comer en paz, estar con mis hijos y relacionarme con la comunidad”.

FÁBRICA DE MUEBLES EN ASCENSO
A esta tranquilidad le sobrevino una oportunidad de negocio, pues gracias a la ACR y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), perfeccionó sus conocimientos en carpintería y adquirió insumos para instalar su propia empresa de muebles.

“Me apoyaron con materiales y una máquina, y me asesoraron en cómo manejar la empresa. Lo primero que hice fue un juego de alcoba que comercialicé con un almacén y poco a poco he ido comprando más cosas. Trabajo desde mi casa, pero mi meta es tener un local propio”, afirmó Pérez, quien asiste con frecuencia a una iglesia cristiana.

Aconsejó la desmovilización a quienes siguen portando armas de grupos al margen de la ley. “El consejo que les doy es que se desmovilicen porque uno por allá corre el peligro de quedarse sin un brazo, sin un pie o perder la familia atrás de nada, porque uno ni sabe qué es lo que está luchando. La vida que llevo ahora es muy hermosa, antes era muy dura, por eso mi familia y yo agradecemos demasiado el apoyo de la ACR y la OIM”.

“DIOS ME REINTEGRÓ A LA SOCIEDAD”
Eder Buelvas ingresó al Bloque Héroes de los Montes de María, a escondidas de su familia, aproximadamente en el año 1999. Sostiene que pese a que sus seres queridos se enteraron de sus andanzas a los pocos meses y nunca estuvieron de acuerdo, abandonó la selva en 2005, seis años después de combatir contra los frentes de la Farc.

“Los comandantes tomaron la decisión de desmovilizar a todo el bloque, de unos 600 hombres, cuando vieron las ofertas que el gobierno nacional estaba brindando. Apenas salí de allá fui a reencontrarme con mi familia, me puse a mirar los programas que la ACR y el gobierno tenían y comencé a capacitarme en el Sena”, relató Buelvas.

De regreso a la vida civil, este hombre de 35 años se enfrentaba a un nuevo problema: estaba en un callejón sin salida, sumido en el consumo de la marihuana y la cocaína.

“Comencé a buscar ayuda cuando vi que mi vida se iba deteriorando, mi hogar estaba a punto de separarse, mis padres no podían hacer nada por mí y los hogares de rehabilitación tampoco. No es fácil parar cuando uno comienza a consumir drogas, así que no encontraba solución”, dijo Buelvas.

Un día iba por uno de las calles de un barrio en Cartagena -continúo- y alcancé a escuchar a un pastor predicando la palabra de Dios. Ese mensaje tocó mi corazón y decidí acercarme. Él decía palabras como “Cristo puede cambiarte, Cristo es la alternativa, la solución a tu problema”, y yo veía que la droga en mi vida era un problema, entonces comencé a asistir a la iglesia.

Poco a poco, Buelvas se enamoró de la palabra de Dios y la hizo parte de su vida. “Al principio iba a la iglesia, pero seguía consumiendo drogas. De pronto la fui aborreciendo, incluso la última vez que fumé sentí el impulso de vomitar, lo mismo me pasó con la cerveza. Dios cambió mi vida porque yo se lo estaba pidiendo y él es Todopoderoso”.

De ese encuentro con Dios ya se cumplieron ocho años, en los que, cada día, Buelvas le pide que no lo deje caer, que siempre sea su sostén.

CON ESTUDIOS Y NEGOCIO PROPIO
El desmovilizado del Bloque Héroes de los Montes de María anotó que en el Servicio Nacional de Aprendizaje se capacitó como marinero de cubierta e hizo cursos de trabajo seguro en alturas y armado y desarmado de andamios. “Con estos cursos Dios me abrió las puertas en el proyecto de ampliación de la refinería. Ahí trabajé unos 15 meses, me liquidaron y con ese capital compré un enfriador para iniciar mi propio negocio en casa”.

El negocio que decidió emprender es una tienda, la cual completa tres meses de instalada en su tierra natal, (en un municipio del departamento de Bolívar donde se radicó), y va en crecimiento. “La ACR me va a dar un apoyo para seguir reforzando el negocio. Además, con el trabajo que Dios me dio en la refinería, comencé a levantar mi casa. Ya tiene cuatro alcobas, patio y baño interno, pero la idea es hacerla de dos pisos. Antes estaba hecha de barro, ahora le doy gracias a Dios porque ya es de material”.

Recalcó que el mejor camino que puede seguir un combatiente es desmovilizarse. “Afuera tenemos la libertad de salir, expresarnos, compartir con nuestras familias y aprovechar las ofertas que el gobierno brinda. A algunas personas no les gusta estudiar, pero nunca es tarde para hacerlo, y si uno estudia es más fácil conseguir un empleo. Estoy agradecido con Dios porque me regresó a la sociedad. Deseo seguir adelante y superarme”.

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