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Cuando la dieta afecta tu salud

Aquel caldo de la abuela sazonado con productos naturales no es más que un recuerdo de otros tiempos.  Hoy, la modernidad cambió nuestro estilo de vida.  Todo viene elaborado para facilitarnos la vida porque la agenda apretada es la que marca nuestra rutina.  ¿Cómo afecta este estilo de vida en la salud de la población?

¿Somos lo que comemos?  Para responder a esta interrogante basta observar cómo están estrechamente ligados los índices de enfermedades crónicas asociadas con la obesidad: hipertensión, diabetes mellitus, enfermedades cardíacas y cáncer, con los alimentos que ingerimos, ricos en grasas, azúcares, sodio y componentes químicos.

 Aunque es necesario reconocer la existencia de otros factores asociados con el desarrollo de esas enfermedades como los genéticos, estrés y los hábitos perniciosos de fumar, consumir  bebidas alcohólicas o drogas.   Además, por el hecho de ser mujeres, la salud sexual y reproductiva se torna más vulnerable y durante la menopausia puede llegar a presentarse osteoporosis, una enfermedad que reduce la densidad de la masa ósea, aumentando el riesgo de fracturas de cadera y columna, explica Sara Ortiz, ginecóloga-obstetra. 

¿Lo que no mata engorda? 

Ya  Hipócrates lo decía: “que el alimento sea tu medicina, y la medicina sea tu alimento”, pero esa sabiduría en nuestra época se perdió a través del tiempo, tanto por el estilo de vida moderno, como por la pobreza, cuyos efectos han obligado a cambiar los hábitos alimenticios, alterando la salud de las personas.  

“Comer carbohidratos en grandes cantidades, comida chatarra, alimentos refinados, bebidas azucaradas  y  alimentos ricos  en grasa, provoca trastornos  metabólicos  y  es  lo que vemos en la actualidad: aumento de peso, alteraciones de la presión arterial, diabetes y colesterol.  Y si a ello se suma la falta de actividad física, el problema empeora”, afirma el endocrinólogo Ronaldo González.

¿Y dónde quedó lo sano? 

Lucía Castellanos, nutricionista y directora del área de nutrición de la Universidad del Valle de Guatemala, afirma que “hasta hace algunas décadas la dieta del guatemalteco había sido bastante sana. Pero debido a la  influencia masiva de la publicidad, el consumo de opciones rápidas nos ha llevado a cambiar nuestros hábitos”.    

Al respecto, Ana María Tobar, nutricionista, del área de seguridad alimentaria nutricional de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, explica que la publicidad nos encamina a un estado de consumismo, a buscar estatus, a comprar determinados alimentos poco recomendados para la salud, ricos en carbohidratos.  Un ejemplo de ello, es la preferencia por bebidas energizantes en lugar de refrescos de frutas.   

También la pobreza ha influido para que más mujeres presenten diversas dolencias.
Al no contar con los recursos básicos para subsistir, se compra lo más barato o lo que “llene”.  Y en el área rural se ve reflejado el problema al observar el alto porcentaje de desnutrición infantil y sus efectos.

“Al hacer un presupuesto familiar debe tenerse en cuenta la importancia de la nutrición, principalmente si en casa hay niños menores de cinco años, pues en ese primer lustro de vida se desarrolla su potencial físico e intelectual”,   Claudia García, investigadora en el área de economía de Asíes.  

Desnutrición

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ILUSTRACIÓN: sergio espada 
Fuente: Centro de Investigación del Incap para la Prevención de las Enfermedades Crónicas -Ciipec-,  Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá -Incap-.

 

El peso del estilo de vida 

La nutricionista Gabriela Lima, coordinadora del Observatorio del Derecho a la Alimentación y Nutrición en Guatemala, entidad que aglutina a diversos sectores, organizaciones y universidades, explica que la mayoría de enfermedades están vinculadas con la alimentación, y las dos tendencias que se marcan son el sobrepeso-obesidad y la desnutrición, incluso en áreas urbanas.  

De hecho, ya se observa un nuevo fenómeno, objeto de estudio y que refleja la mala calidad de salud de las madres, se trata de “la doble cara de la malnutrición”: en donde hay un niño desnutrido hay una madre con sobrepeso.  Eso ocurre en uno de cada cinco hogares del país, afirma Manuel Ramírez Zea, médico y nutricionista, coordinador de la Unidad de Enfermedades Crónicas y Nutrición, del Centro de Investigación del Incap, para la prevención de enfermedades crónicas, Ciipec.  

Algunos estudios revelan que con cada embarazo adquieren más peso de lo normal por los malos hábitos alimenticios, incluso al creer que deben comer por dos.  Esa ganancia de peso es acumulada y en cada gestación se repite el problema, lo que repercute en la salud de la madre pero también en la del niño, porque este llega a presentar desnutrición crónica o retraso en crecimiento por la mala alimentación.  La nutricionista Lima, explica que por lo general “una niña desnutrida continúa alimentándose mal y en edad adulta llega a ser obesa”.  Ramírez añade que “este panorama refleja que la alimentación no es de la mejor calidad.  Se consume lo más económico e inmediato: productos y bebidas procesadas, ricas en azúcar y grasa, comida rápida, y en exceso”. 

Según datos proporcionados por la VI Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil 2013-2014, ENSMI, “se trata de un 35.1 por ciento de sobrepeso y 15.4 por ciento de obesidad en mujeres guatemaltecas de 15 a 49 años de edad, por otra parte se encuentran datos de anemia en esta misma población”, señala Mónica A. Méndez Paiz nutricionista y parte de la junta directiva de la Asociación de Nutricionistas de Guatemala, Andeguat.

Se estima que más de la mitad de las mujeres del país son obesas, una epidemia que ha avanzado en los últimos 20 años en los países en desarrollo.  Además, han cobrado importancia otros trastornos significativos en la mujer: la anorexia y la bulimia que impactan en la adolescencia. 

Estos padecimientos afectan en el 90 por ciento de los casos a mujeres entre 10 y 29 años, lo que representa el uno por ciento de la población.

En el caso de la bulimia, mujeres con baja autoestima y culpa por comer demasiado, se provocan vómitos, ingieren laxantes o realizan ayunos.  Estos factores hacen oscilar su peso corporal y dañan su tracto digestivo.  La anorexia  se define  como la pérdida del apetito, cuyo resultado es una baja de peso rápida, porque hay una estricta restricción del consumo de alimentos de alto valor calórico.

“En Guatemala necesitamos enfocarnos en la prevención, mucho de lo que nos pasa con las enfermedades se debe a la falta de prevención.  El tema de nutrición es clave, no solo en la parte de deficiencia nutricional, sino en las buenas prácticas nutricionales que contribuyen a un buen estado de salud”,  Iván Mendoza, Viceministro del Primer Nivel de Atención en Salud, del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, MSPAS

 

 

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Fuente: Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social.   ILUSTRACIÓN: sergio espada

Saludable

Estilo Saludable

La salud integral es básica para tener una mejor calidad de vida. Conviene organizar la agenda diaria para poner en práctica cada actividad.  Además toda la familia debe involucrarse en este proceso.

Beber suficiente agua, adoptar una dieta rica en frutas y verduras es fundamental.  Y preferir las preparaciones bajas en grasa y libres de ingredientes artificiales.  Un control nutricional no debe faltar.

Hacer ejercicios por lo menos 30 minutos diarios, cinco veces a la semana ayuda a mantener un peso adecuado, mejora la circulación, previene los problemas de corazón y diabetes.

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Todo comienza durante  la  concepción

Diversos estudios evidencian que los cuidados desde la concepción hasta los dos años de edad (la ventana de los mil días), son fundamentales para que las personas se desarrollen en todo sentido.  Si en ese lapso hay desnutrición o retraso en crecimiento, esto repercutirá en toda su vida.  

En Guatemala, la mitad de la población todavía sufre este problema en los primeros dos años de vida, y en la edad adulta son más susceptibles a enfermarse, presentar diabetes, presión alta, incluso obesidad.  Esas carencias tendrán efecto a nivel de salud física y emocional, relaciones sociales, educativas y económicas, explica Manuel Ramírez Zea, médico y nutricionista. 

Los expertos puntualizan en la necesidad de comenzar a hacer cambios en el hogar, adoptando buenas prácticas a temprana edad, y la mejor escuela comienza con el ejemplo de los padres.  Rescatar las recetas saludables de la abuela es un buen comienzo.  

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Ejercicio y calcio

Los músculos y huesos requieren estar activos y fortificados con nutrientes y minerales escenciales, en especial cuando se aproxima la etapa de la menopausia.

Los músculos se deterioran cuando no se hace ejercicios, no hay tonicidad y se acumula la grasa.  Un aporte adecuado en calcio y vitamina D3 ayuda a mantener sano el hueso.

La carencia de calcio y vitaminas del complejo B las predispone a tener osteoporosis. Se estima que para 2050, se producirán 6.3 millones de fracturas en todo el mundo y más de la mitad ocurrirán en América Latina.

Los huesos se descalcifican también cuando las mujeres consumen con frecuencia bebidas carbonatadas que contienen ácido fosfórico, esto las predispone a presentar osteoporosis después de la menopausia.

Fuentes: Ana Silvia Colmenares, licenciada en química y directora del Departamento de Ingeniería en Ciencias de Alimentos, Universidad del Valle de Guatemala, teléfono 2364-0336.  Lucía Castellanos, nutricionista y directora del Departamento de Nutrición, Universidad del Valle de Guatemala, teléfono 2368-8338.  Iván Mendoza, Viceministro del Primer Nivel de Atención en Salud, del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, MSPAS, Mspas.gob.gt   Julieta Durante, nutricionista de la Liga contra la Obesidad y el Sobrepeso, PBX 2494-1111.  Claudia García, investigadora en el Área de Economía de Asíes, Asies.org.gt   Rita de Castillo, especialista en medicina ocupacional, ritacastillo2@gmail.com   Ronaldo González, endocrinólogo, clínica Endonutri, teléfono 2269-7084.   Sara Ortiz, ginecóloga-obstetra.  Ana María Tobar, nutricionista, del área de seguridad alimentaria nutricional, de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO.   Gabriela Lima, nutricionista, coordinadora del Observatorio del Derecho a la Alimentación y Nutrición en Guatemala, y gerente de incidencia, movilización y campaña de Visión Mundial Guatemala.  Manuel Ramírez Zea, médico y nutricionista, coordinador de la Unidad de Enfermedades Crónicas y Nutrición, y del Centro de investigación del INCAP, para la prevención de enfermedades crónicas, CIIPEC.

 

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