Este apicultor, profesor del inistituto Emilio Jimeno y miembro de la asociación apícola Arna de Zaragoza, ha puesto en marcha una campaña para apadrinar colmenas.

Vertidos tóxicos, insecticidas, tala de bosques y dehesas, incendios forestales, roturación extrema del monte. No hay duda, el hombre es el principal enemigo de las abejas, por encima de depredadores naturales y epidemias, a pesar del trascendental papel que juegan para el ecosistema.

Según Vicente Javier López, apicultor bilbilitano, los enjambres salvajes están en extinción, lo que provoca que descienda la superficie de pastos y el número de árboles y que el monte en general envejezca mucho más rápido. "El principal beneficio que obtenemos de este insecto no está en las propiedades curativas de la miel, la jalea real, o el propóleo, sino en la impagable labor medioambiental que desarrollan mediante la polinización", señala.

"Si se extinguiera, la civilización tal como la conocemos desaparecería en sólo cuatro años, incluido el hombre", profetizaba ya Albert Einstein. No obstante, esta hipótesis que también comparte este apicultor de Calatayud ha tenido menos popularidad que la Teoría de la Relatividad del genio.

"En los últimos años la población de abejas se ha reducido drásticamente y los enjambres salvajes prácticamente han desaparecido", asegura López, profesor del instituto Emilio Jimeno. La epidemia Varroasis, producida por la importación de abejas de la India, diezmo en la década de los 80 la colonia apícola y amenazó con extinguirla hasta que consiguió controlarse.

Ahora el principal peligro para las abejas es el imidacloprid, una materia activa de algunos insecticidas que, a pesar de estar prohibida en otros países de Europa, continúa utilizándose de forma habitual para proteger las plantas y los cultivos en España. Además, la baja rentabilidad de la cría de abejas se ve aún más acuciada por el bajo precio de sus productos en el mercado o la falta de espacios adecuados, sin olvidar a sus depredadores naturales, como el abejaruco, "que cuando encuentra una colmena no deja ni rastro", asegura López.

"La apicultura está en regresión", concluye. En la provincia de Zaragoza apenas quedan unas 30.000 colmenas y cada vez son menos. Por ello, este bilbilitano ha ideado una nueva fórmula: los apicultores virtuales. En la página web www.abejasmundi.com ofrece la posibilidad de apadrinar una colmena por cinco euros al mes --para cubrir los gastos de mantenimiento-- a cambio de todo tipo información y productos de las abejas.

"Se trata de que toda aquella gente que quiere un campo equilibrado y le interesa este mundillo, aunque no dispone ni de tiempo, ni de medios físicos para dedicarse al cultivo de las abejas, puedan colaborar", asegura. El dinero de la cuota se destina a la supervivencia de una colmena para que pueda ser atendida con las "máximas garantías de viabilidad por un profesional con experiencia".

Esta iniciativa permitirá además a los apicultores virtuales degustar miel, polen y jalea real directamente del productor, así como conocer para qué sirven otros productos derivados como los propóleos, la cera o el propio veneno de abeja.

De esta forma, los expertos, como hacía ayer el propio Vicente mientras relataba desde el monte el propósito de su proyecto, se pueden dedicar a analizar los enjambres de abejas, crear nuevas colmenas cuando se encuentran saturadas y facilitar que se reinstalen en nuevas colonias. Porque, en el fondo, las abejas y los humanos tienen comportamientos similares.