Alba Junco, de nueve años, no entiende cómo es posible "ver la luna tan de cerca". El alumno de Física de la Universidad de Oviedo Julián Álvarez, de veinte años, le explica a grandes rasgos el funcionamiento de un telescopio mientras ajusta la lente del instrumento óptico. Es suyo, lo tiene desde que era pequeño y se lo regalaron por su temprana afición a la astronomía. Profesor y alumna participaron en "La Noche Lunática", una actividad organizada por un grupo de observadores de cuerpos celestes con el apoyo de la Facultad de Ciencias que ayer alcanzó su tercera edición con gran éxito de público.

Cientos de personas hicieron cola en el jardín de la facultad para mirar a millones de kilómetros de distancia a través de uno de los tres telescopios disponibles. Tres voluntarios cedieron sus equipos por una noche y respondieron las preguntas de los observadores del espacio.

Mercedes Álvarez, profesora del IES Fleming y licenciada en Astrofísica, lamentó la "contaminación lumínica" y la niebla que cubrió el cielo de la ciudad a última hora de la tarde. "Es mejor contemplar el firmamento cuando ya es noche cerrada, pero las familias con niños vienen a una hora más prudente. Está bien para una primera toma de contacto". Álvarez acudió a "La Noche Lunática" cargada con su propio telescopio -importado de Estados Unidos- y con el sueño de ver "el espacio profundo".

"A nosotros nos apetece ver los cráteres de la luna". Así de claro lo tenía el matrimonio formado por María Jesús Flórez y Agustín Duarte, que hicieron cola en el jardín recién llegados de Piedras Blancas. "Es una oportunidad única para mirar al cielo con un especialista al lado. Hoy pasamos la noche en Oviedo", señaló convencido el marido.

Para uno de los organizadores del evento, David Lago, hay algo especial y romántico en mirar por un telescopio. "Esta iniciativa surgió en América con el objetivo de que miles de personas quedasen en el mismo lugar y a la misma hora para ver la luna".

El satélite y algunos planetas e dejaron ver desde Oviedo.