¿Qué es ho'oponopono?

Ho’oponopono es una técnica de aplicación mental destinada a resolver conflictos de vida. 
Le llamamos técnica porque consiste en ejercicios específicos a aplicar en la práctica, siguiendo principios de una teoría determinada.
Es de aplicación mental porque los ejercicios utilizan ideas y emociones, es decir, se aplican en el ámbito de la mente.
Llamamos conflictos de vida a toda situación que nos produce una sensación de displacer, nos quita la paz, y nos impulsa a hacer cambios a fin de resolverla.
Ho’oponopono es un muy antiguo método, originario de Hawai. Se omite aquí su historia para poder enfocarnos directamente en los aspectos que nos permitan aplicar la técnica de una manera efectiva y adaptada a nuestro ritmo de vida. Es valioso aclarar que este reporte se refiere a una variante de la técnica que suele conocerse como de “Auto-identidad” (Self-Identity), cuyo principal referente en la actualidad es el doctor Ihaleakalá Hew Len.

¿Qué beneficio puedo obtener de Ho’oponopono?

Lo más llamativo (e incluso desconcertante) de esta técnica es que es posible modificar situaciones sin efectuar necesariamente acciones con el entorno, es decir que no es una técnica que nos indique cómo actuar frente a los demás, o cómo responder a las situaciones. Se trata de un ejercicio de actitud interior, destinado a experimentar emociones que nos produzcan un cambio en la perspectiva, en la manera en que percibimos el conflicto, y en el significado que éste tiene para nosotros. Esto puede verse como un aspecto beneficioso, porque lo único que se requiere para aplicarla es nuestra voluntad individual.
Otro punto a favor es que apunta no al problema que hoy tenemos, sino a su raíz interior, por lo que, aplicándola al problema actual, estamos haciendo un cambio que nos ayuda a solucionar todos los conflictos venideros que tengan la misma raíz.
Respecto a los testimonios que encontramos en internet, puede verse la fama que ha adquirido por su rapidez en los efectos, y también porque, al no ser específica en cuanto a acciones concretas, puede aplicarse junto con cualquier otra estrategia.
Básicamente, entonces, podría ser una técnica muy adecuada para aplicarse a casos en que la razón y la lógica no nos permiten encontrar soluciones a conflictos que se repiten en nuestra vida, y también ocasiones en que las emociones nos exceden, e impiden que actuemos de una manera positiva.

¿Quién puede aplicar Ho’oponopono? ¿Es algo religioso?

Existe un fundamento teórico que acompaña la técnica, con una base de principios comparable a un dogma religioso. Sin embargo, esta información no está expuesta como dogma, ni se aclara que son principios a los que se debe adherir para poder utilizar la técnica. Más bien parece ser información proporcionada con el fin de enriquecer. En cuanto a la técnica en sí, su uso no se contrapone a ninguna teoría religiosa, por lo que puede ser usada por adherentes a cualquier credo o incluso ateos que no tengan prejuicios frente a la idea de la “Divinidad” a que hace referencia.

¿Cuán efectivo es?

Como cualquier técnica, la clave de su efectividad no radica en sus características, sino el que se alcance un grado de maestría en su aplicación.
Las técnicas podrían verse como recetas, indicaciones más o menos precisas, que nos ayudan a orientar nuestra práctica de manera de aprovecharla lo mejor posible para lograr el objetivo. Una buena técnica puede diferenciarse de una mala técnica justamente porque nos permite mejores logros a igual esfuerzo.
Las técnicas están diseñadas para que se alcance la excelencia en el desempeño, aprovechando de la manera más efectiva el esfuerzo de la práctica. Sin embargo, no expresan necesariamente el objetivo que se quiere alcanzar.
Por ejemplo, que dominemos la técnica de algún deporte no asegura que seamos capaces de disfrutar del juego, ni siquiera que la práctica de ese deporte sea algo edificante para nuestra vida. Cuando, dominando su técnica, se descubre también el propósito fundamental de una disciplina, y se siente la vocación de servir a ese propósito, entonces podemos decir que nos encaminamos hacia la maestría.
Por eso, la efectividad de Ho’oponopono sólo puede medirse después que hayamos establecido qué objetivo buscamos, y este punto es fundamental. Podemos buscar la solución de un conflicto logrando que otros cambien su actitud; o quizás esperemos modificar una situación mágicamente, sin tener que aprender nada en el tránsito. Tal vez queramos simplemente sentirnos más en paz, o convertirnos en una mejor persona. Los objetivos pueden ser muy variados.
Cuando algo nos despierta interés, una buena actitud es permitirnos la experiencia, en los ámbitos en que nos resulta viable. En este caso, la manera de acercarse a la comprensión práctica de Ho’oponopono sería aplicarlo en situaciones simples, que no tengan un alto compromiso a nivel emocional, y dejar que esa práctica nos vaya esclareciendo dudas.

¿Qué postula?

Para resumirla en pocas palabras, propone que somos creadores, y por lo tanto responsables, de todo lo que estamos percibiendo.
Si lo estoy percibiendo, lo he creado. No hay otra posibilidad desde el punto de vista de Ho’oponopono.
Nuestra mente convencional, tan acostumbrada al paradigma común de ver cosas en un “afuera” del que nos sentimos completamente separados, se resiste naturalmente a esta nueva forma de ver, y tiende a responsabilizar a agentes externos de todo lo que desaprueba. Ho’oponopono es claro en este enfoque, y sugiere que asumamos el 100% de la responsabilidad sobre todo lo que estamos percibiendo.

Desde ese sentimiento de absoluta responsabilidad, la técnica indica que:

1)     Reconozcamos haber creado erróneamente esa situación, y pidamos perdón (lo siento, perdóname).
2)     Manifestemos nuestro amor hacia las personas y circunstancias que percibimos (te amo).
3)      Sintamos gratitud porque se nos permita darnos cuenta del error (gracias).

Y esta actitud es la que finalmente se resume en la frase que define el ejercicio de la técnica:

Lo siento / perdóname, te amo, gracias.

Observa que los tres pasos que la componen no son específicos respecto al “hacer”, es decir que no son recomendaciones conductuales, sino que se refieren a experimentar un sentimiento acerca de la situación. El énfasis en este punto es porque solemos confundir técnicas de experiencia interior con recetas de “lo que tenemos que hacer” en determinadas circunstancias. Es probable que lo complejo de algunas situaciones haga parecer insuficiente una solución que se enfoque sólo en cómo nos sentimos. Es común y comprensible que en esos casos estemos más propensos a escuchar sugerencias concretas de cómo actuar, por eso es necesaria la práctica, que a través de los resultados aumente nuestra confianza en la técnica.
Ahora bien, ¿cómo puede comenzar a entenderse esta teoría cuando tenemos incorporado el paradigma opuesto?
Lo primero es despojarnos de la idea de que resultará imposible lograrlo. Podemos pensar en los números de esos circos internacionales donde acróbatas hacen proezas físicas que rozan lo increíble. Estos verdaderos ejemplos de maestría en la técnica demuestran, además del maravilloso potencial humano, el valor de la actitud de firmeza y convencimiento, esa certeza interior imprescindible para que el artista se embarque en la inmensa tarea de practicar una y otra vez hasta el éxito. Si sentimos que podemos, entonces ya tenemos un importante factor a favor.
Concretamente, el objetivo de esta técnica, al igual que otras, es desarrollar la capacidad de autoinducir estados emocionales específicos, de manera que podamos experimentar esas emociones de manera voluntaria.
El desafío, entonces, es encontrar mecanismos propios que nos permitan sentir arrepentimiento, gratitud y amor genuinos frente a cualquier circunstancia que deseemos sanar con Ho’oponopono.
Esa es la clave de la aplicación de la técnica, y es importante comprender que en esto es igual a cualquier proceso de aprendizaje y maestría. Si recordamos algún episodio de nuestra vida en el que tuvimos que desarrollar alguna habilidad medianamente compleja (digamos conducir o andar en bicicleta), tal vez podamos recordar un detalle no siempre muy tenido en cuenta, pero al parecer necesario en casi todos los casos: para lograr la precisión y sincronización de movimientos, muchas veces recurrimos a elaborar un modelo mental  que nos permitió imaginar los movimientos necesarios.
El desafío para los que decidimos trabajar con Ho’oponopono es encontrar la manera en que el esquema individual emocional particular de cada uno logra experimentar las emociones que sugiere la técnica de Ho’oponopono. Ese será necesariamente un camino personal y único hacia la maestría.

¿Por qué la mente se resiste naturalmente a la técnica?

La respuesta más lógica y obvia es porque existe una tendencia natural a huir de lo desagradable o doloroso. En general, salvo casos en los que tengamos un sentimiento de culpa lo suficientemente fuerte como para encontrar alivio en algún tipo de autocastigo, todos tenemos una reacción natural a huir del dolor en cualquiera de sus formas. En este caso particular, la técnica se aplica a aspectos de nuestra vida que nos resultan desagradables, y que deseamos modificar. Un detalle de gran relevancia es que nuestra mente ya ha elaborado un juicio respecto de esa situación, según el cual no somos responsables de la misma, sino que somos víctimas de algún agente externo. La mayoría de las cuestiones de nuestra vida que aparecen sin resolver tienen esta característica: ya hemos hecho un juicio negativo de los hechos, y ya hemos responsabilizado a otros por eso negativo que estamos viendo. Ho’oponopono nos propone replantear esas certezas, sugiriéndonos asumir que la situación estuvo creada por una parte de nuestra psique, no consciente, siguiendo programas instalados en ella durante los primeros años de nuestra experiencia de vida.
El asumir la responsabilidad, aún sin comprender en detalle cómo fue que elegimos esa experiencia, coloca a la mente en un plano de funcionamiento completamente diferente, y eso nos permite considerar que tal vez la técnica sirva para liberar potenciales que están dormidos en nuestro interior.

La siguiente imagen y la reflexión que contiene pertenecen a la película “Matrix”:

 

Si estás ahora aquí no es para escoger, tú ya elegiste...

 

 

Has venido a intentar comprender por qué elegiste.

 

La valentía para asumir la responsabilidad por la experiencia que estamos teniendo es la necesaria para, a su vez, adentrarnos en el conocimiento y aceptación de la totalidad de nuestra psique, incluidos todos los mecanismos, paradigmas, preconceptos, prejuicios guardados allí en circunstancias que no recordamos, o simplemente que no estábamos preparados para reconocer. Esta actitud, también conocida como “el 100% de la responsabilidad”, es sin dudas una clave para lograr aplicar la técnica de Ho’oponopono de la mejor manera.

La clave para obtener los resultados esperados

Aquí comienza la parte más importante de este reporte. Quiero contarte lo que considero  esencial para la práctica exitosa de Ho’oponopono. Son conclusiones a las que he llegado experimentando la técnica durante años y compartiendo experiencias en grupos de trabajo.
El primer concepto que quiero sugerirte es que las técnicas en si no son suficientes para alcanzar resultados. Creo que una técnica es muy útil sólo si uno está decidido a transitar el camino de la maestría, es decir, si se está realmente comprometido con el anhelo evolucionar dejando atrás lo que nos limita.
Mis vivencias con grupos de trabajo me han permitido ver que todos recibimos una especie de llamado interior; todos “escuchamos” una voz que nos susurra instándonos a reconocer nuestra verdadera naturaleza espiritual, hacernos cargo de ella y comenzar a experimentar esta vida desde el lugar de creadores, abandonando el pasivo rol de víctima de circunstancias externas, y adentrándonos en la fascinante dimensión de la creación deliberada, a través del poder que está a disposición de todos por igual. La diferencia no es que escuchemos o no un llamado, sino cuán dispuestos estamos a comprometernos con eso que viene de nuestro interior. Por lo general tendemos a desconfiar de lo que viene de allí, y buscamos seguridad en las normas impuestas por los modelos sociales de nuestra época. Cambiamos la aventura de ser creadores por la seguridad de la pertenencia, el “ser parte de”, y sentirnos contenidos por una estructura que nos asegura que somos “normales”, como si eso fuera garantía de algún tipo de bienestar.
Es nuestro anhelo de ser verdaderamente felices, de experimentar la plenitud de nuestro ser, el que nos impulsa a abandonar esa seguridad ficticia y arriesgarnos a sentir la inquietud de quien no está alineado con las mayoría.
Sí, estoy convencido de que todos escuchamos la voz, pero hace falta valor para comprometernos con ella. Y mientras elijamos ignorarla y hacer prevalecer los mandatos externos, tendremos grandes dificultades para aprovechar técnicas como Ho’oponopono.
Una de las claves más conocidas para alcanzar la maestría en una técnica es la práctica diligente y perseverante. Esto no es nada nuevo, ya que todos sabemos y entendemos la importancia de la práctica como medio para evolucionar, afianzar conocimientos y alcanzar la excelencia. Pero menos obvia resulta otra clave, estrechamente ligada a la práctica y tan importante como ésta: la construcción de modelos mentales adecuados.
Permíteme explicarte esto último con algunos ejemplos de mi experiencia personal:

  • Hace muchos años estudié técnica del canto con una profesional muy reconocida, famosa por su habilidad y sutileza para detectar esos pequeños detalles que marcan la diferencia. Recuerdo una clase en que estaba tratando de transmitirme una manera de colocar los músculos de la garganta para evitar un vicio recurrente en mi manera de cantar, y me dijo una frase un tanto surrealista: “trata de sonreír con las orejas”. Cuando superé el desconcierto y la gracia que me causó la extraña orden, pude comprobar que esa idea era lo que necesitaba para lograr la colocación que me pedía.
  • Aprendiendo a volar en parapente, una tarde tenía dificultades para “inflar” la vela (inflar se le llama a mantener, en tierra, la vela desplegada y en posición de vuelo). Un compañero me dijo una frase precisa y oportuna: “trata de meterte debajo de la vela en cuanto la veas que sube”. Esa imagen fue lo que necesitaba para corregir mi error y lograr el objetivo.
  • Tomando clases de tenis, no lograba comprender el movimiento que el instructor me pedía realizar para pegarle “de revés”. En apariencia, hacía todo lo que me había indicado, pero a la vez sentía que pegándole así me sería imposible pasarla por encima de la red. A punto de frustrarme, escucho la frase “estás usando la raqueta como si fuera una cuchara, prueba a imaginar que raspas a la pelota en su parte superior, como si quisieras cortarle una rodaja”. Esa frase me permitió elaborar la imagen que necesitaba para lograr el golpe correcto.

Estos tres ejemplos muestran claramente un aspecto tan sutil como fundamental de todo aprendizaje: necesitamos tener un modelo en la mente de lo que queremos lograr, y debe ser un modelo adecuado a nuestra propia y particular manera de concebir la realidad.
¿Qué hace que un instructor encuentre la frase justa para provocar ese cambio sutil, a menudo expresado de una manera poco convencional, que nos posibilita convertir el fallo en acierto, nos hace lograr el objetivo con menos esfuerzo y disfrutando, en lugar de padecer? Cuestión muy difícil de dilucidar, que elijo atribuir a una combinación de sapiencia, talento, y vocación de docencia de quien nos está enseñando. Una maravillosa habilidad para detectar el error en el modelo mental que nos está limitando, y proporcionarnos una nueva imagen, una idea clave que nos permita lograr la corrección.
El poder de nuestra imaginación es inmenso. Somos capaces de alinear nuestros músculos en un movimiento de tal armonía y precisión que nos permiten llevar a cabo cosas realmente increíbles, imposibles aún de emular por ningún mecanismo construido, y todo a partir de una imagen en nuestra mente. Nuestro cerebro posee una capacidad de procesamiento, y además una conexión con el sistema motor del cuerpo cuyas características resultan hasta inexplicables con los métodos de comunicación que hoy conocemos. Potencialmente, el sistema neurológico con el que contamos es capaz de proezas de precisión y rapidez que desafían las leyes físicas conocidas. Piensa en deportistas de alto rendimiento, o los trapecistas de circo que mencionábamos, haciendo demostraciones de destreza que nos dejan maravillados. ¿Cómo lo logran? ¿Hacen cálculos de velocidad, aceleración, pesos y distancias? Nada de eso. Practican una y otra vez, pero además tienen una visión particular de lo que quieren lograr, un modelo mental en el que se enfocan para actuar.

Todo se resume en una sentencia muy sencilla:
existen buenas y malasmaneras de hacer las cosas.

Puedes practicar el tiro ocho horas diarias, pero si tu técnica es errónea, 

sólo te convertirás en un jugador que es bueno para tirar mal.

                              Michael Jordan

Esta reflexión de Michael Jordan es para mí una referencia a los modelos mentales. Por supuesto que no se refiere a que nos hayan indicado una técnica incorrecta para tirar la pelota al cesto de básquet. Eso figura en cualquier libro básico. Lo incorrecto es que no podamos hacernos un modelo mental adecuado. Llevemos este concepto a técnicas de sanación o de superación personal, y encontrarás una clave que puede explicarte por qué a veces hacer afirmaciones, pensar en positivo o incluso una técnica como Ho’oponopono puede no dar resultados satisfactorios. Y bien, ¿cómo se elaboran los modelos mentales adecuados para que funcione Ho’oponopono? Es fácil deducir que existe una respuesta específica para cada uno de nosotros, una frase justa que nos ayuda a elaborar el modelo adecuado. Esto sólo puede surgir de alguien que nos conozca bien (y esto incluye a uno mismo), por eso es poco probable que la puedas leer de un informe. Lo que sí puedo hacer  compartir las pautas que me han servido a mí para encontrar mi propio modelo mental.

He aprendido que la mente de todos funciona según ciertas reglas y que conociéndolas podemos adquirir poder sobre los mecanismos que gobiernan las ideas y las emociones. El internarse en estos pormenores tiene un efecto esclarecedor, porque nos permite una perspectiva diferente, desde la cual podemos entender, entre muchas otras cosas, por qué la técnica de Ho’oponopono está diseñada de esa manera. Y a medida que vamos internalizando los detalles de funcionamiento de ese maravilloso instrumento, lo que antes sonaba como un sinsentido empieza a verse como una lógica sólida y coherente. Literalmente cambian ciertos paradigmas acerca de cómo manejar nuestras emociones y pensamientos.

Este tipo de esclarecimientos tienen un efecto irreversible, la mentalidad cambia literalmente de estado, provocando un salto en la comprensión de manera que ya no existe posibilidad de volver al estado anterior. Para graficarlo, quiero que observes la imagen siguiente:

Tal vez te haya llevado un tiempo descubrir a un perro dálmata con la cabeza hacia abajo como olfateando el suelo, caminando hacia la izquier­da, como alejándose. Observa que antes de verlo era casi imposible de imaginar. Pero, ¿qué ocurre des­pués? Una vez que lo viste, es im­posible volver al estado de tu mente en el que no lo veías. Así sucede con los conoci­mientos, una vez que se inter­nalizan.

Uno de los objetivos no tan explícitos de Ho’oponopono es un cambio de paradigma como el de este ejemplo, en este caso respecto a la manera en que resolvemos los proble­mas.

Existe un modelo convencional de superación, o alcance de objetivos que podría expresarse a grandes rasgos así:

1)      Experimentar una carencia, malestar, necesidad o deseo insatisfecho.
2)      Intentar determinar las causas externas, ajenas a uno, que provocan la situación.
3)      Investigar, estudiar, preguntar y pedir ayuda para hallar una solución.
4)      Definir la estrategia de acción para cambiar la situación (básicamente, cómo eliminar o modificar las causas externas).
5)      Poner en práctica la estrategia y efectuar cambios en el entorno.
6)      Evaluar resultados, determinar qué ajustar y corregir.
7)      Volver a intentar.

Este método está tan incorporado y nos resulta tan natural, que lo más seguro es que hayas estado aplicando toda tu vida este esquema, tal vez con ligeras variantes.
Hemos incorporado de manera inconsciente este método sin que mediaran lecciones explícitas e incluso sin que podamos identificar con certeza qué referentes fueron los responsables, y en qué medida. Esta manera de incorporar paradigmas, creencias, modelos de interpretación y hábitos mentales en nuestra infancia, incluso antes de que podamos verbalizarlos, es fruto de extensos estudios en todas las corrientes psicológicas y existen diferentes posturas filosóficas al respecto. El tema daría para horas de debate.
No vamos a extendernos en esto, pero es importante resaltar que cuando un paradigma está incorporado de esta manera, lo sentimos como una de nuestras verdades más íntimas, y nos resistimos a cuestionarlo porque nos parece que estamos atacando nuestra propia identidad. La tendencia natural es considerar absolutamente ridículo el siquiera ponerlo en duda. Y aquí reside una clave de las dificultades para aplicar técnicas como Ho’oponopono. Lo cierto es que el paradigma representado por los siete pasos que acabamos de detallar nos suena lógico, sensato, normal e incuestionable porque fue introducido en nuestras mentes como una verdad antes de que fuésemos capaces de cuestionarlo.
Hoy, ese modelo se manifiesta desde nuestro subconsciente como algo tan genuino, tan propio de nuestra naturaleza más profunda, que la sola idea de ponerlo en duda o siquiera revisarlo conscientemente ya genera resistencia. La mente, dócil a los dictados de nuestros paradigmas, elabora entonces los argumentos para justificar esa resistencia que aparece. Y así es como surgen ciertas ideas como, por ejemplo, que paradigma se incorporó a causa de nuestras experiencias, y aparecen inmediatamente recuerdos de nuestro pasado que confirman y refuerzan nuestras creencias. Pero ¿qué habrá sido primero, la creencia o la experiencia? En otras palabras, ¿creemos lo que creemos porque tuvimos experiencias que nos lo demostraron, o las tuvimos porque lo que ya creíamos de antemano, tal vez inconscientemente?
La respuesta a esta última pregunta define una dirección de trabajo diferente para el resto de la vida.
Obviamente, el método ha probado ser efectivo, es decir, nos ha proporcionado resultados satisfactorios, y justo es reconocer que ése fue un factor fundamental para afianzarlo. Pero cuando tratamos de recordar los resultados de haber aplicado este modelo a temas trascendentes en nuestra vida, tal vez exista alguna experiencia como:

  • Nos sentimos mal con nuestro trabajo, lo atribuimos al jefe o compañeros, decidimos renunciar y cambiar de empleo y la situación parece haberse solucionado, pero luego de un tiempo vuelven a aparecer circunstancias parecidas en el nuevo empleo, con diferentes actores.
  • Terminamos una relación de pareja, aparentemente por defectos que decidimos no aceptar de la otra parte; comenzamos al tiempo una nueva relación con alguien totalmente diferente y sentimos haber encontrado una solución definitiva. Al cabo de un tiempo la nueva relación comienza a adquirir características de la anterior.

Ejemplos de este tipo son muy comunes, y estas experiencias son las que nos animan a considerar un cambio de paradigma, una alternativa a la actitud de alejarnos de lo que no aceptamos buscando que lo nuevo sea diferente y nos permita seguir siendo los mismos.
Veamos el modelo que propone Ho’oponopono:

1)      Experimentar una carencia, malestar, necesidad o deseo insatisfecho.
2)      Asumir que se es 100% responsable de la misma, que la situación ha sido creada desde la parte subconsciente de la mente.
3)      Lamentar haber utilizado el poder creador para generar esa situación.
4)      Agradecer a la circunstancia porque está mostrando algo propio que es necesario sanar.
5)      Tomar la decisión de amar lo que se está percibiendo (personas y circunstancias, incluido uno mismo), esto es, invocar el mayor poder transformador que existe.

Cuando se comprende lo ambicioso de la propuesta de Ho’oponopono, dejamos de verlo como una simple técnica de solución de problemas, y descubrimos que es un verdadero desafío de transformación para nuestra vida, que requiere un compromiso acorde si deseamos usarlo correctamente.
Planteémonos entonces
¿Estamos dispuestos a comprometernos con los anhelos del corazón?
¿Nos amamos lo suficiente como para considerar esa voz interior más importante que los dictados externos?
¿Aceptamos la posibilidad de que el trabajo deba enfocarse hacia nuestras propias limitaciones?
En estos casos es probable que encontremos muy útil una técnica como Ho’oponopono.
A poco de intentarlo, se puede comprobar que el punto más importante del desafío se centra en el paso 2, en asumir 100% de responsabilidad por las situaciones que vivimos.
Es mucho lo que se puede tratar sobre esta cuestión, empezando porque no es un enunciado privativo de esta técnica. Muchos referentes de la autoayuda lo incluyeron claramente en su mensaje, aunque es cierto que en este caso se avanza un ambicioso paso más: no sólo seríamos responsables de lo que nos pasa, sino también de todo lo que vemos, incluso si le está sucediendo a otros.
Sin duda es el concepto que se opone más radicalmente al “sentido común”, y tal vez por eso es fuente de muchas discusiones filosóficas, constituyendo, quizás, el lado más vulnerable de la teoría, desde la lógica convencional.
Cuando pensamos en asumir total responsabilidad por todo lo que estamos percibiendo, es muy probable que surjan cuestionamientos desde la lógica racional. Podemos preguntarnos por ejemplo cómo es posible que seamos responsables de algo que sucedió antes de nuestro nacimiento. Existen muchas situaciones en las que es ilógico asumir el requerido 100% de responsabilidad, para no mencionar los casos en que puede resultarnos especialmente doloroso, como accidentes o enfermedades.
Puede que frente a estos pensamientos nos sintamos tentados a cuestionar la práctica de Ho’oponopono, desacreditándola por inverosímil.
Este aspecto es tan controvertido que a veces hasta se evita sutilmente cuando se presenta la técnica.
Aquí es donde nos puede ayudar el concepto de modelo mental que antes vimos. Como intenté graficarte en los ejemplos, se trata de elaborar una imagen que nos permita orientar nuestros esfuerzos en el sentido de la mayor efectividad, pero no necesariamente tiene que sonar lógico o real. Recuerda los recursos que utilicé para mejorar la técnica de canto o el tenis ¿puede uno sonreír con las orejas o intentar cortar la pelota en rodajas? No son imágenes reales, pero no importa que lo sean, y a nadie se le ocurre cuestionarlas o descartarlas por extrañas. Su validez reside en que ayudan a enfocar los esfuerzos de la práctica.
Similarmente tal vez no le suene lógica a nuestra mente, en su actual grado de evolución, la idea de que seamos responsables del hambre de los niños en el otro lado del mundo (por citar un ejemplo extremo y difícil de aceptar, que de todas maneras cabría dentro del enunciado teórico de Ho’oponopono) pero es una imagen que nos sirve para orientar en el sentido adecuado el trabajo de sanación.
Es decir, no hace falta que nos enfrasquemos en una controversia filosófica acerca de si somos o no absolutamente responsables de la totalidad de lo que percibimos, o de lo que nos enteramos. Podemos tomar la actitud de asumir la responsabilidad como parte de la práctica,  no para flagelarnos con culpas ni castigarnos, sino para enfocar nuestra mente en el sentido correcto y lograr la sanación a través de Ho’oponopono. Cuando se logra verlo de esta manera, comprendes que el asumir 100% de responsabilidad no es una cuestión de razonamiento lógico, sino un verdadero arte, y como tal, puede aprenderse y perfeccionarse.
Al igual que necesitas un adecuado estado físico para practicar algún deporte es fundamental que aprendas cómo asumir 100% de responsabilidad para que el uso de las frases “lo siento, te amo, gracias”, sea efectivo.
Repetir estas palabras sin asumir 100% de responsabilidad sólo te convertirá, como expresa la reflexión de Michael Jordan, en una persona buena para usar mal la técnica de Ho’oponopono. Como podrás ver, mi idea es que la técnica no es ni el camino más fácil, ni un nuevo “secreto” para que hagamos funcionar mejor la ley de atracción, sino un verdadero desafío que nos propone transformar nuestra vida. Personalmente puedo decirte que muchas veces me costó asumir total responsabilidad por ciertos hechos desagradables de mi vida. En especial porque las circunstancias me daban el pie ideal para evadir la culpa y encontrar otros responsables. Pero la mayoría de las veces en que lo logré, los resultados han sido excelentes.

En resumen

La técnica de Ho’oponopono es muy simple y cualquier persona que la aplique de la manera correcta verá rápidamente cambios positivos en su vida. Creo que allí radica el secreto de su creciente popularidad.
Su diferencia con otras propuestas de desarrollo espiritual es que no contiene prefacios ni elucubraciones complejas, no requiere análisis pormenorizados del pasado, y no busca experiencias profundas que impresionen la mente. Propone en cambio una práctica que tiene como objetivo final el cambiar radicalmente de actitud frente a las problemáticas de la vida.
Por otra parte, a semejanza de muchos otros caminos, es una técnica destinada a trabajar con el subconsciente, desactivando los mecanismos reactivos que nos están quitando la paz.

Los sentimientos de gratitud, arrepentimiento y amor surgen espontáneamente cuando se logra sentir que uno ha creado la situación en su totalidad, pero para poder convertir este sentimiento en un hábito corriente en tu vida, es fundamental:

  • Reconocer que tenemos el hábito mecánico de separarnos de lo que no nos gusta, evadiendo la responsabilidad por su existencia.
  • Descubrir los mecanismos mentales que han creado y sostienen ese hábito.
  • Comprender completamente el poder al que accedes cuando logras incorporar a tu vida la mentalidad de la absoluta responsabilidad.

Ho’oponopono es una técnica útil sólo si estamos dispuestos a transformar nuestra mentalidad para crearnos el hábito de asumir completa responsabilidad por todo lo que percibimos, tal como se sugiere en la misma práctica. Y esta premisa en sí constituye el verdadero desafío a que nos enfrenta.

Si deseas profundizar en esta técnica, quizás te sean de utilidad los textos de la serie "Profundizando Ho'oponopono" disponibles aqui