Galilea

Fue una de las semanas de aquellas en las que no abro la boca para meter baza en la confección de la ruta, por lo tanto iré donde me digan. La ruta propuesta al final fue de las buenas, de las de cinco, si se consigue hacer a buen ritmo y sin percances. Se trata de circunvalar el Galatzó pero metiendo algunos sube-bajas que la hacen más dura aún, y más interesante.

Ya el inicio es muy bueno a pesar de tener que hacer unos kilómetros por carretera; menos mal que prácticamente no hay circulación a esas horas de la mañana. Fue allí cuando probé la Froggy y debo decir que la noté ligera sobre el asfalto a pesar del ancho manillar y la posición lanzada de delante, aunque este último detalle no podría asegurar que no fuera por la sensación que provoca la extremadamente corta potencia. Hubiera podido continuar el tiempo que hiciera falta pero el dueño se sentía incómodo en la mía pero creo que sobretodo es porque no bajó el sillín. Se la quité cuando se metieron todos en un bar ya nada más salir. A ver si se va a volver costumbre ahora.

Haciendo buenos los pronósticos sobre el tiempo comenzó a llover justo cuando estaba vaticinado y empezamos la subida por la Coma de s'Aigo mojados. También lo estaba el suelo y en los tramos rocosos que nos íbamos encontrando todo el mundo se iba de lado, pero no son muchos y, a excepción de un corto tramo, el resto es completamente ciclable. Aquí Perdigón petó, con una bajada de azúcar que tuvo que controlar para poder proseguir. A los que no habían ido les gustó mucho pero lo que no consigo encontrar es el desvío que hay a mitad de camino que baja desde la parte superior. Alguna vez lo hicimos de bajada pero de subida no se ve.

Bajando el tramo hacia la carretera fue cuando me empecé a dar cuenta de que los frenos no actuaban correctamente. Poner una pastilla usada en el delantero por la que perdí no funcionó, no llegaba a parar la bici de manera apropiada. La semana pasada al menos tenía el trasero en condiciones y me daba bastante confianza, por lo que pensé en hacer el cambio de pastillas de delante atrás y viceversa pero el resultado fue que no frenaban ninguno de los dos y así claro, no se podía ir, y menos rápido y confiado.

Subimos a Galilea para rodearla por las calles cuesta arriba en busca de la trialera hacia la carretera que viene de Puigpunyent por Son Net. Comimos algo arriba aprovechando que se había puesto a llover. Los que tenían que acortar deciden hacerlo allí y aprovechar para bajar hasta Galatzó por otra trialera. Los que quedamos tampoco es que vayamos muy sobrados de ganas por varias razones. Una es que llovía y la bajada por el Comellar de ses Sínies húmeda no convencía mucho. Otra es que íbamos muy mal de tiempo ya que no estábamos ni a mitad de ruta y quedaban dos subidas muy duras. No había muchas ganas de continuar en definitiva. Y quedamos en hacer una bajada por la trialera para volver a subir al pueblo y bajar a Galatzó por la otra trialera. Bastante light para lo que se tenía pensado en un principio.

Al bajar por el sendero más de lo mismo, apretando a tope las manetas y sin poder parar. Al llegar al asfalto encontramos un numeroso grupo de bikeros que hacían la ruta (al menos ese tramo) al revés que nosotros. En cada cruce de calles está indicada la dirección de la Reserva por lo que no tenemos ninguna duda de hacia dónde nos dirigimos y justo en la entrada del parque giramos hacia arriba. Lo había hecho una vez hace mucho tiempo y solamente recordaba vagamente una enorme cuesta. Nos propusimos acabarla sin poner pie, iba a ser difícil porque la primera parte está bastante rota y con mucha pendiente. Potato marchaba por delante, yo detrás y el resto a continuación, los oía resoplar. Así fuimos unos metros hasta que dejé de oir resoplidos y cuando Potato patinó de delante al caracolear me quedé delante y sin referencias pero iba subiendo con relativa facilidad. Me había guardado el último piñón para cuando no quedara más remedio ya que no tenía ni idea de cuanto quedaba pero al dar la curva y ver los chalés en lo alto deduje que aún quedaba bastante y en lo que me pareció (o quería creer que era así) la última cuesta puse el último piñón pero ni así pude acabarla, me tuve que parar. Potato, que no venía muy lejos, me pasó; Tomeu también apareció dando la curva. Me puse otra vez en marcha tras el pequeño descanso y acabé la cuesta por fin.

Agrupados ya otra vez volvimos a bajar al pueblo para cruzarlo y dirigirnos a las afueras para buscar el caminillo que enlaza con la finca de Galatzó. Nos lo enseñó Tomeu hace unos meses y gustó bastante; no está muy rota y tampoco es muy exigente técnicamente, pero sin el tacto de los frenos era tirarse un poco a lo que saliera, por eso tuve que bajar amb bones. Ya vería después el descenso de los demás grabado porque en vivo iba a ser difícil. A mitad de bajada me encontré a Potato buscando su cadena; dijo que se había abierto por el eslabón de enganche pero yo lo dudo, creo que es más fácil que se abra uno normal que el de enganche. No estaba muy húmeda y al menos pude congratularme de que no resbalara ni me cayera; velocidad no cogí, pero algo es algo. Después me enteré de que la cámara no grabó, los únicos videos son los del tramo final realizados con una cámara de fotos convencional.

Esta bajada desemboca en la pista muy cerca ya de la puerta de entrada de la finca. Ojo, el cable azul está electrificado, eso lo saben hasta los burros. Nos quedaba un tramo por el torrente que quería conocer. El trayecto cuando puede va por los lados pero sino hay que tirar por enmedio. Va bien porque está recubierto de guijarros y permite la circulación. Es un tramo divertido aunque incomprensiblemente, en un simple cambio de piñón de Tomeu, dobla y rompe la patilla. A partir de aquí a pata, ni siquiera hicimos single en la carretera, lo estiramos hasta los coches y ya está.

Aunque no me quedara a comer tenía curiosidad por ver ese famoso chuletón del que todos hablan y de verdad que es bestial. No me extraña que alguno no se lo terminara, yo creo que comen tres de ese pedazo de carne, sobretodo yo, que no suelo tener mucha hambre después de acabar la ruta, a veces hasta algún pa amb oli no me he podido terminar. De hecho ni me comí el segundo bocadillo que llevaba y eso que eran de tamaño mini. Por la tarde también me di cuenta de que tampoco había bebido mucho, se ve que con el agua que caía se me olvidó y me dió un poco de dolor de cabeza. Está claro que el agua que moja no hidrata.